Los 3 Sellos
Por: Princess Lalaith
Capítulo 11.- Esos ojosLa mañana del día siguiente pasó rápidamente. Pronto era el mediodía, y los soldados negros habían reunido a los cefirianos de todos los pueblos cercanos en la Plaza frente a la fortaleza negra. Justo antes del mediodía todos los prisioneros fueron conducidos sobre una plataforma: al frente estaban Latis, Paris y Guru Clef; por un lado estaban las tres Guerreras Mágicas, y detrás los demás capturados. Todos los cefirianos que habían sido llevados ahí estaban sorprendidos y a la vez tristes al ver a los capturados.
-El príncipe... no puede ser... –decían unos.
-Maese Guru Clef... ¿Cómo pudieron capturarlo? –preguntaban otros.
-Y el Sr. Latis... no es posible. –agregaron otros.
-Dijeron que los habían emboscado en el Pueblo de Paires. –dijo una mujer.
-Y las Guerreras Mágicas... ¿Cómo pudo pasar? –preguntaban aquellos que habían visto a las Guerreras Mágicas pelear antes.
-Ellas eran nuestra última esperanza. –dijo un grupo de mujeres.
-Estamos perdidos. –murmuraron otros.
Sora y los otros cefirianos acababan de llegar, detrás de unos arbustos.
-Ya estamos aquí. –dijo Primavera.
-Bien. –dijo Sora sacando una capa marrón con capucha y poniéndosela. –Sepárense y sigamos el plan.
-¿Estás segura Sora? –preguntó Lira.
-Si, muy segura. –respondió Sora. –Confíen en mi, Todo va a salir bien.
-Bien. –dijo Jari llegando. –Ya todos comienzan a meterse entre la gente.
-Vayan ustedes también. –dijo Sora. –Una vez que estén allá yo empezaré con mi parte.
Todos asintieron, aunque no muy seguros.
-Amigos... –murmuró Sora cubriéndose la cabeza con la capucha. –No pierdan las esperanzas.
Y con eso Sora fue caminando entre los arbustos, tan cerca de la plataforma como era posible, sin ser descubierta.
-Pueblo de Céfiro. –dijo Golbar. –Hoy han sido traídos aquí para que sean testigos de cómo comienza una nueva era para este mundo. Una era en la que yo, el Comandante Golbar me convertiré en Amo y Señor de este mundo; ustedes serán mis esclavos. Ríndanse ante mi y seré benévolo con ustedes, opónganse y perecerán, igual que estos tontos. –señaló a los prisioneros. –Ahora inclínense ante mí.
-Nadie tiene por qué inclinarse ante ti Golbar. –dijo Lucy poniéndose de pie con un esfuerzo por las heridas y las cadenas que llevaba en las manos y piernas.
-Tu cállate. –dijo Golbar dándole una cachetada tan fuerte que la tiró al suelo. –Que como Dama de Céfiro no has hecho nada más que el ridículo, ahí, cargada de cadenas, eres mi prisionera.
-Puedo estar cargada de cadenas. –dijo Lucy poniéndose de pie lentamente. –Pero no me rendiré ante ti. Nunca.
-No importa lo que intentes mi lady, -dijo Golbar haciendo burla al título de Lucy. –Porque en cuanto esos tres tontos sean sacrificados yo dominaré todo.
Con eso, Golbar fue nuevamente junto a Paris.
-Por última vez príncipe, entrégame el tercer sello. –dijo Golbar.
-Nunca. –dijo Paris con seriedad.
-Morirás. –dijo Golbar sacando la espada.
-No le temo a la muerte. –dijo Paris.
-Pero, ¿permitirás que mate a tu novia? –preguntó Golbar, y con eso fue directamente hacia Anaís.
-Mátame si quieres. –dijo Anaís. –Pero nunca lograrás dominar Céfiro.
-Como quieras Guerrera Mágica. –dijo Golbar.
Golbar movió la espada, listo para decapitar a Anaís, pero en el último momento la espada rebotó contra un fino escudo.
-¡¿Qué?! –gritó Golbar sin poder creer lo que pasaba.
-No matarás a nadie más. –dijo una voz. –Así como tampoco dominarás Céfiro. Pues este mundo no te pertenece a ti, sino a la gente, a los cefirianos.
-¿Quién eres tú? –preguntó Golbar molesto. -¿Cómo te atreves a interrumpirme?
-Mi nombre no es importante. –siguió diciendo la voz, mientras una figura envuelta en una capa y encapuchada salía de las sombras. –Y me atrevo a interrumpirte. Ya no harás mas daño a ésta gente, yo no lo permitiré.
-¿Y qué harás para impedirlo? –preguntó Golbar. –Por mucho que te cubras es obvio que no eres mas que una mocosa.
-Quizá no soy muy alta. –dijo la encapuchada(Sora) –Pero aquí en Céfiro el poder no se cuenta en el físico sino en la mente y el corazón; nuestra Fe es nuestro mayor poder.
Guru Clef de inmediato reconoció la frase que él mismo dijera a Anaís once años atrás.
-Tú no deberías juzgarme por lo que ves. –dijo Sora. –Más bien por lo que sientes. ¿O acaso no te diste cuenta como tu espada rebotó?
Golbar la miro incrédulo.
-Si, fui yo quien evitó que esa espada golpeara. –dijo ella acercándose más a la plataforma.
-¡Deténganla! –gritó Golbar.
Varios soldados se acercaron. Sora hizo un movimiento y sacó su arco, de inmediato empezó a pelear.
Anaís reconoció los movimientos gimnásticos de su hija.
Golbar mandó más soldados que Sora logró vencer con un poco de dificultad; hasta que ella dio una marometa con un giro brusco, y terminó de pie sobre unas rocas muy cercanas a la plataforma.
-Maldita niña. –dijo Golbar. -¡Navajas de sombras!
Las navajas iban directo hacia Sora; ella levantó la mano y evitó algunas que se le iban a clavar; pero las demás las dejó pasar. Las otras navajas fueron cortando poco a poco la capa y la capucha, hasta que Sora quedó descubierta.
-¡Eres una niña! –exclamó Golbar.
Toda la gente reunida exclamaba lo mismo.
-¿Desde cuando los cefirianos mandan a sus niños a pelear? –preguntó Golbar.
-Ya me cansé de que me subestimes. –replicó Sora muy molesta. -¡Agujas de Cristal!
Golbar apenas alcanzó a crear un escudo de sombras.
-¡Ya verás mocosa! –gritó Golbar. -¡Relámpago negro!
-¡Escudo Espejo! –se defendió Sora.
Los relámpagos rebotaron y fueron directo hacia las Guerreras Mágicas.
-¡No! –gritó Sora haciendo ademanes desesperados.
Golbar soltó una carcajada, que pronto se convirtió en un grito de asombro y furia; porque en el último momento los rayos se habían desviado, y cayeron rozando a Golbar.
-Espero que eso baste para que dejes de subestimarme. –dijo Sora cruzándose de brazos.
-Parece que tenías un par de Azes bajo la manga. –dijo Golbar con tono de satisfacción.
Los cefirianos, tanto prisioneros como libres, observaban sorprendidos lo que ocurría.
Sora le sonrió, luego dio un salto con un giro duro y cayó de pie, firmemente sobre la plataforma.
Golbar aprovechó un par de segundos, durante el giro de Sora, en que ella quedó expuesta, y entonces lanzó un ataque directo al rostro de la niña.
Sora se tambaleó, y sus lentes cayeron al suelo, quebrados. Ella estaba con los ojos cerrados, pues se había lastimado con un trozo de vidrio.
-Demonios... –maldijo Sora.
-¡Atrápenla ahora! –ordenó Golbar.
Más de una docena de soldados de las sombras se lanzaron contra Sora quien, aparentemente, estaba indefensa.
-¡No! –gritó Anaís muy asustada.
Pero en el momento que el primer soldado se acercó lo suficiente para golpearla, ella esquivó el golpe y luego lo pateó. Así ella empezó a combatir a los soldados con algo de Artes Marciales que le había enseñado Lucy en el tiempo que llevaba ahí.
-¿Cómo?... –empezaron a preguntar varios.
-Es cierto... –murmuró Marina. –Sora puede sentir presencias.
-Lo hacía cuando Jessenia, Jari o Caldina usaban sus ilusiones. –agregó Ascot.
-Quizá aún haya una oportunidad... –dijo Xiao un poco animado.
-Si... –convino Prisma a su lado.
Durante largo rato Sora siguió pelando contra todos los soldados que Golbar mandaba en su contra.
Todos los cefirianos estaban sorprendidos por las habilidades que demostraba esa pequeña niña. La mayoría de ellos nunca la habían visto pelear, y el verla hacerlo sin poder ver a los enemigos iba más allá de lo que imaginaban posible.
Pero para Sora las cosas eran bastante difíciles, parte de su cabeza se mantenía concentrada en los enemigos que se le acercaban, pero otra parte trataba de concentrarse en sus ojos.
"Necesito concentrarme. Pensaba Sora. "Yo tengo Fe, y creo que cuando abra los ojos podré ver perfectamente, aún sin los lentes. Sólo así podré enfrentarme a Golbar. Además que si no lo hago todo el plan se irá por la borda, y los cefirianos a los que había logrado convencer: Lira, su tío Gomen, y todos los demás; pero especialmente mi mamá y...
Sora se distrajo de sus pensamientos en un momento que sintió un rozón en el brazo derecho.
-Terminemos con esto. –dijo Sora, sentía como un nuevo poder nacía; hizo desaparecer sus armas, extendió los brazos a los lados, se paró de puntas y empezó a girar, poco a poco fue alzando las manos, al juntarlas arriba de su cabeza gritó: -¡Tornado de Luz!
El ataque fue tan poderoso que mandó literalmente 'a volar' a todos los enemigos que la rodeaban, dejando la plataforma completamente libre de enemigos, a excepción de Golbar claro.
-Eso fue realmente increíble. –murmuró Latis.
-Yo sabía que Sora podía manejar magia de Luz y de Viento, pero hasta ahora todos sus hechizos invocaban un poder, u otro, no ambos. –murmuró Guru Clef.
-Mezcló los poderes que ella posee. –dijo Anaís cerca de ellos.
Paris permaneció en silencio, desde que la capa de la niña había sido destruida él había deducido que se trataba de la hija de Anaís; y le dolía, le dolía pensar que esa niña era el producto del amor de Anaís con alguien de Mundo Místico.
Sora dejó de girar, y pese a haber dado vueltas no se había mareado, y a decir verdad aún seguía con los ojos cerrados. Podía sentir que el único enemigo que seguía en la plataforma era Golbar, y ella no dudaba que él atacaría pronto, así que debía darse prisa.
"Muchas cosas pueden pasar cuando abra los ojos." Pensó Sora. "No sólo será el hecho de ver o no sin los lentes, sino también el revelar toda la verdad."
Con eso Sora se enderezó y lentamente abrió los ojos. Al principio vio las cosas borrosas, pero poco a poco todo se fue aclarando; y después de parpadear varias veces ya podía ver todo claramente. Volteó a ver todo a su alrededor.
-Ánimas benditas... –murmuró Guru Clef viéndola. –Esos ojos...
-¿Ojos? –preguntó Paris alzando la cabeza para ver a la niña.
Paris se quedó perplejo, quizá desconcertado sería más exacto, no podía creer lo que veía frente a él... esos ojos...
Esos ojos...no se imaginan lo que viene, o tal vez algunos de ustedes sí.
Disculpen el retraso, es que tuve demasiado trabajo y nada de tiempo.
Pero bueno, vayan al siguiente capítulo si se quieren enterar que tienen de maravillosos los ojos de Sora.
