Capítulo 2: La mirada eléctrica

Hacía frío y lloviznaba cuando Harry llegó a las puertas de la Facultad de Medicina del Campus Universitario de Oxford, uno de los más exclusivos de Inglaterra y del mundo.

Aunque no era especialmente tarde, los jardines estaban desiertos y los edificios parecían completamente vacíos a excepción de algunas luces en las ventanas veladas por el vaho provocado por el calor del interior.

Ron le había dicho hacía un instante que se encontraban en el primer piso de la Facultad de Medicina lidiando con una de las mujeres más tercas del mundo (incluida su madre). Así que hacia allí se había dirigido el joven.

Al cruzar la puerta del edificio no pudo evitar acordarse de sus propias clases y de todo el trabajo que le esperaba dentro de su mochila en Grimmauld Place. Sacudió la cabeza para olvidarse de ello y subió la escalinata de mármol que le llevaría al primer piso.

No necesitó buscar demasiado. Las voces que se medio oían desde la calle le condujeron rápidamente al lugar. En un pasillo amplio abierto a un patio interior una puerta de doble hoja se abría desparramando sobre el corredor una luz blanca sólo oscurecida por las sombras móviles de dos figuras. Harry se acercó.

-¿Pero es que no lo entiende, señora? No puedo dejar que se quede con ese objeto. ¡Es peligroso!- decía el Sr. Weasley ya con desesperación.

-¡El que no lo entiende es usted!- contestaba airada la mujer, de mediana edad y bata blanca.- ¿No comprende que si no sabemos qué es lo que ha provocado esa reacción no podemos dejarlo en manos de nadie? ¡Y por supuesto que es peligroso! Por eso lo tenemos que estudiar, señor mío.

-Pero pueden provocar más daños con una manipulación temeraria.- En ese instante el Sr. Weasley le vio. Harry encogió los hombros preguntando por Ron. El Sr. Weasley se limitó a hacer un gesto que indicaba que estaba dentro de la clase. Prosiguió su discusión con la mujer.- Por eso estoy aquí, señora, ya se lo he dicho mil veces. Además, no se pueden quedar con algo que no es suyo.

-¿Seguro que no son de Cambridge?

-Otra vez...- contestó hastiado el Sr. Weasley.- Que no, señora, que no.

-¡Pues ya pueden traer una orden del rector, del decano y de la mismísima Reina, porque no voy a dejar que se lleven el que puede ser el hallazgo del año!

Harry no les prestó más atención porque acababa de ver a Ron en pleno ataque. Conocía a su amigo y le dejó hacer a una distancia prudencial, mientras observaba.

Ron, con los años, se había vuelto un chico muy atractivo y a los 18 años se daba un aire a su hermano Bill que no había pasado inadvertido para buena parte de las alumnas de la profesora que aún discutía con el Sr. Weasley. Y el muy crápula lo había utilizado muchas veces en su beneficio. De hecho, en aquel instante estaba desplegando todos sus encantos sobre una muchacha que jugueteaba con una llave que, Harry dedujo, abriría una vitrina que se encontraba detrás de ella y que Ron de manera sutil señalaba de vez en cuando. La chica sonreía y miraba a Ron con timidez mientras le escondía la llave en su espalda para obligarlo a acercarse y cogerla. Harry alzó una ceja y se rió para sus adentros. "Ron, quién te ha visto y quién te ve", pensó admirado. Así que Ron, sin cortarse un pelo se acercó, incluso más de lo que la chica había calculado, hasta apoyarla contra la vitrina levemente, deslizar su mano hasta donde estaría la llave y susurrarle algo al oído. La muchacha se sonrojó y miró a Ron entre sorprendida y divertida y se apartó para que el chico abriera la vitrina y cogiera el ojo mágico de Moody guardado en una cajita de plástico con algodón. Entonces Ron hizo un gesto de despedida, y dejó a la chica con expresión alelada. Cuando el muchacho se volvió miró a Harry y sonrió satisfecho.

Cuando llegó a su altura, Harry le dijo en voz baja:

-Eres cruel.

-No amigo, soy eficaz.

-Mire señora, - dijo el Sr. Weasley cuando vio a los dos chicos acercarse a la puerta con gesto triunfal.- haga lo que quiera.

Y se marchó con los dos chicos dejando a la profesora en el más absoluto de los estupores. Cinco pasos después oyeron un grito de furia. Se acababa de dar cuenta de que el ojo ya no estaba en la vitrina. Los tres magos echaron a correr por la escalinata antes de que les alcanzaran.

Ya en la avenida arbolada que se abría desde los jardines de la facultad el Sr. Weasley se atrevió a preguntar:

-¿Cómo lo habéis logrado?

-Cómo lo HA logrado, Sr. Weasley.- dijo Harry con una risita.

-Hablando se entiende la gente, papá.

-Ya...- contestó el Sr. Weasley no muy convencido. -Bueno, no importa, lo tenemos.

-¿Qué habéis averiguado?- preguntó Harry.

-Encontraron el ojo en un aparcamiento que está un poco más adelante.- comenzó Ron.- Al parecer una alumna lo vio, lo cogió y literalmente se frió.

-¿Qué le ocurrió?

-Parece que al tocarlo recibió una especie de descarga "ecléctica".- explicó el Sr. Weasley con naturalidad.- La chica está bien, pero está en el hospital muggle de la zona. Tengo la dirección y el nombre.

-Mañana iremos a visitarla.- decidió Harry.

A la mañana siguiente el Sr. Weasley casi no podía disimular su emoción al entrar en el Hospital General de la ciudad de Oxford. Aunque era un hospital bastante normal, con sus paredes color crema, sus vestíbulos llenos de gente y ese olor a amoniaco tan característico, el padre de Ron no cabía en sí de gozo. Sin dilación se dirigieron al mostrador de la entrada para preguntar la habitación.

-Disculpe, - dijo Harry después de esperar una cola de 10 minutos.- ¿la habitación de Carol Hutcher?

-¿Son familiares?- preguntó la enfermera con voz monótona.

-No, amigos.

-Tendrán que firmar en el libro de visitas.

Lo hicieron.

-Bien. Es la habitación 503, ascensores A, C o D, corredor 1 a la derecha.

-Gracias.

Cuando se dirigían hacia los ascensores un cartel indicaba un pasillo que llevaba a las salas de Rayos X.

-¿Qué son?- preguntó el Sr. Weasley a Harry.

-Unas máquinas que hacen fotografías de los huesos.

-¿De verdad? ¡Eso es extraordinario! ¿Y sin tener que sacarlos? ¡Oh, magnífico! Vamos a verlas...

-Después papá.- dijo Ron en el momento en que el ascensor llegaba con un suave "plin".

Unos instantes después Harry encontraba la habitación seguido de los dos Weasleys. Voces femeninas salían de su interior. Harry dio unos golpecitos a la puerta y la conversación cesó de repente. Una mujer de, más o menos 50 años, con traje sastre y expresión severa apareció tras la puerta.

-¿Sí?

-Buenos días. ¿Esta es la habitación de Carol Hutcher?- preguntó Harry.

-Sí. ¿Quiénes sois?

-Compañeros de clase.- añadió Ron con seguridad.- Hemos oído que estaba ingresada y hemos venido a ver qué tal estaba.

La mujer no terminaba de convencerse, pero tampoco hizo ningún gesto de negativa. Entonces posó lo ojos sobre el Sr. Weasley.

-Hola, señora Hutcher.- se apresuró el padre de Ron.- Soy Arthur Weasley, el padre de Ron. Les he traído hasta aquí. ¿Querría tomar algo? ¿Un café? ¿Té?

-Oh, no, muchas gracias.

-¿Podríamos entrar a verla?- preguntó Ron.

-Claro.

-Señora Hutcher, cuénteme, ¿cómo ocurrió?- preguntó el Sr. Weasley astutamente mientras la instaba a seguirle por el pasillo mientras Harry y Ron entraban en la habitación y cerraban la puerta.

-¿Quiénes sois vosotros?- preguntó Carol recelosa.- No os conozco de la facultad.

En aquel momento Ron sacó la varita e insonorizó la habitación. El recelo de Carol se convirtió en hostilidad manifiesta.

-¿Quiénes demonios sois? ¡Iros de mi habitación ahora mismo o llamaré a la enfermera!

-Tranquila Carol, no te vamos a hacer daño.- dijo Ron en el tono más manipulador que tenía.

-¡Y una mierda!

-Sólo queremos hacerte unas preguntas con respecto a tu accidente.- continuó Ron inalterado.

Carol no contestó porque toda su atención estaba concentrada en alcanzar el botón de llamada de la enfermera que Harry había fijado en el techo previamente. La chica les miró aterrada y se levantó de la cama a duras penas alejándose todo lo posible de los dos muchachos.

-¿Qué queréis?- trató de abrir la puerta sin conseguirlo.- ¡Dejadme salir!

-Cuando contestes nuestras preguntas.

-¡¡Mamáaaaa!!

-Esta habitación está insonorizada, Carol. Siéntate, tranquilízate y cuéntanos lo que ha pasado.- dijo Ron en el mismo tono persuasivo, pero empezaba a notársele un cierto temblor de impaciencia. Miró a Harry pidiendo ayuda.

La chica se giró y les hizo frente.

-Os denunciaré.- amenazó.

-Vale, pero antes cuéntanos cómo llegaste a este estado.- pidió Ron por enésima vez.

-¿Quiénes sois?

Ron suspiró hastiado pero Harry le puso una mano en el brazo y le dejó hablar.

-Carol, lamento todo esto, pero lo que te hizo eso - y Harry señaló sus brazos vendados.- es algo con lo que muy pocas personas están familiarizadas. Necesitamos saber qué fue exactamente lo que sucedió para poder ayudarte.

Carol le miró medio enfadada medio sorprendida. Aún no se fiaba de ellos, pero ya no estaba tan nerviosa.

-No nos hemos presentado.- continuó Harry en tono conciliador.- Éste es Ron y yo me llamo Harry. ¿Nos harías el favor de responder a algunas preguntas? Después te dejaremos en paz, te lo prometo.

-¿Cómo habéis podido insonorizar la habitación y haber cerrado la puerta sin tocarla? ¿Qué es eso que ha sacado tu amigo? ¿Un arma?

-Las respuestas están muy relacionadas a lo que te quemó los brazos, por eso necesitamos saber qué pasó.- contestó Harry.

La chica seguía asustada, pero ahora parecía más interesada por desvelar el misterio que por alejarse de los dos chicos.

-De acuerdo. Pero por cada pregunta que me hagáis yo os haré otra... y la tendréis que responder.

-Me parece justo.- contestó Harry. Ron se tensó a su lado. No le parecía del todo bien el trato.- Bien, Carol. ¿Cómo ocurrió?

-Ayer por la mañana, mi amiga Elizabeth me había traído desde mi piso en coche y cuando bajamos de él oímos un chasquido muy fuerte. Como un disparo. Miramos alrededor, pero no vimos a nadie. Además a esas horas el aparcamiento aún estaba muy vacío y había buena visibilidad. Nos asustamos un poco, pero no le dimos importancia. Entonces, cuando llegamos a la puerta de las escaleras de subida, de debajo de un coche salió rodando aquel ojo de cristal. A Lisa le dio cosa, pero me agache y lo cogí.

Harry asintió esperando que Carol continuara, pero supo que ahora ella quería preguntar.

-Bien, es tu turno.- dijo.

-¿Qué es lo que ha sacado tu amigo antes? Porque era una pistola de lo más extraña.

-No era una pistola.- Harry se metió la mano en el bolsillo interno de su abrigo y sacó su propia varita.

-¡Harry!- exclamó Ron.

Harry le hizo una seña de calma y continuó.

-Es una varita.

-¿Mágica?- preguntó Carol fascinada y escéptica a la vez.

-Esa ya es una segunda pregunta. Me toca. ¿Quién llevó el ojo a la Facultad de Medicina?

-Lisa.- dijo Carol con hosquedad. Aún no había aceptado la artimaña de Harry.- Trabaja allí y le pareció extraño que una esfera tan pequeña construida en principio por cristal pudiera electrocutar a una persona.

-¿Y no le pasó nada?- preguntó Ron.

-¡Esa es una segunda pregunta!- protestó la chica.

-Para mí es la primera.- dijo Ron.

-¡No, no le pasó nada!

Harry le hizo otro gesto para que no la provocase más.

-Vale. Ahora pregunta tú.

-¿Qué es ese ojo?

-Es un objeto muy peligroso. Algo en fase experimental que fue robado hace poco tiempo de un laboratorio del Ministerio de Defensa. Y ahora que ha aparecido estamos tras la pista de los ladrones. Como comprenderás todo es absolutamente secreto y por eso hemos tomado tantas precauciones. Y me temo que no podré decirte más a riesgo de desvelar información reservada.

Harry vio por el rabillo del ojo cómo Ron le miraba perplejo.

-¿Qué sentiste al tocar el ojo?

-¿Sentir?

-Sí.

Carol le miró más sorprendida que extrañada. Harry supo que había dado en el clavo. La chica no contestó inmediatamente. Al contrario, trataba de recomponer sus ideas para poder expresarlas, aunque un leve fruncimiento del ceño le indicó que le costaba.

-Fue muy, muy raro. No sabría cómo decirlo. Sentí dolor, claro, pero a la vez... pensarás que estoy loca.

-Oh, en absoluto. Continúa.

-Fue como... es que... parece de locos.

-No te preocupes.- instó Harry. Carol le miró y suspiró sin tener muy claro por qué lo iba a contar.

-Bueno, fue como si... como si tuviera un sueño muy largo en un tiempo muy corto.

-¿Cómo fue?- preguntó tratando de ocultar la ansiedad en su voz.

-Me toca a mi preguntar.- Harry asintió y esperó.- ¿Cómo es posible que dos niñatos como vosotros trabajen para el Ministerio de Defensa?

-¿Niñatos?- saltó Ron enseguida.

-No trabajamos para el Ministerio de Defensa, sino para el Servicio Secreto. Aunque si seguimos contestando tus preguntas dejaremos de hacerlo.

-Hicimos un trato.- dijo sonriente la muchacha.

-Sí, pero comprenderás que no podremos contestar a todo ni aunque queramos. La seguridad nacional está en juego.

Aunque frustrada, Carol acabó asintiendo.

-Bien, Carol. ¿Qué soñaste?

-Eran como recuerdos de otra persona. Un hombre muy deformado estaba persiguiendo a un par de tipos muy raros. Entonces uno de ellos perdió algo. El deforme lo cogió y les siguió hasta el parking donde encontré el ojo. Allí luchan con esas... varitas. Uno de los que perseguía el hombre deforme cae y el otro dispara al deforme y le derriba. Después se oye el motor de un coche y todo se oscurece.

-Te toca.- dijo Harry impaciente por hacerle la siguiente pregunta.

-¿Qué pueden hacer esas varitas?- preguntó Carol.

-De todo. Pero también es información secreta. Lo siento.

-Ya...

-¿Recuerdas cómo era el objeto que el hombre deforme recogió?

-Era como una cajita, pero no sabría decirte. Eso sí, al parecer era algo muy importante. Algo que debía recibir una persona sin falta.

Harry se hacía una idea aproximada de quien era esa persona.

-¿Quién tú sabes, Harry?- preguntó Ron.

-Posiblemente.- Harry meditó un momento.- Moody estaba persiguiendo a Goyle padre. Es posible que ni siquiera supiera que Goyle tenía ese objeto ni su importancia cuando lo recogió. Así que le atrajeron a una trampa y... lo recuperaron.

-¿Crees que está muerto?

-No lo sé.

Carol los miraba con interés mientras hablaban. Entonces a Harry se le ocurrió algo.

-Ron, tenemos que ir a hablar con Dumbledore.- luego se giró a Carol mientras Ron deshacía el hechizo que insonorizaba y cerraba la habitación.- Carol, te dejo mi número de teléfono. Si se te ocurre algo más que decirme o ves algo extraño llámame, ¿de acuerdo?

-Vale.

Ron y Harry salieron de la habitación justo cuando el Sr. Weasley y la Sra. Hutcher se acercaban a la habitación conversando amistosamente.

-¿Os vais, chicos?- preguntó la mujer.

-Sí. Tenemos cosas que hacer y Carol ya se estaba cansando de nosotros.- contestó Ron con una sonrisa.

-Bueno.- contestó la madre devolviéndole la sonrisa.- Volved cuando queráis aunque como ya le he dicho a tu padre, posiblemente le den el alta en dos días.

-Entonces quizá nos pasemos.- dijo Harry.- Muchas gracias, Sra. Hutcher.

Mientras se dirigían a la parada de autobús que les llevaría al hostal donde estaban alojados Harry y Ron explicaron al Sr. Weasley lo que habían averiguado.

-Pero has corrido muchísimo riesgo, Harry.- reprochaba el Sr. Weasley.- ¡Has hablado con una muggle sobre las varitas!

-Cree que son armas del gobierno muggle super secretas. No te preocupes. No sabe nada importante.- respondió Ron.- Además, siempre podemos modificarle la memoria.

-Demasiado riesgo igualmente.- cuando llegó el autobús y se sentaron, el Sr. Weasley volvió a tomar la palabra.- ¿Qué quieres preguntarle a Dumbledore?

-Hay algo que no me cuadra en toda esta historia.- dijo Harry pensativo. Entonces su móvil empezó a sonar. Era Katie Bell.

-Hola. ¿qué tenéis?- preguntó tras descolgar.

-A Moody.

-¿Cómo está?

-Muy mal. Parece que un dementor le ha dado el beso.

-¿Qué? ¿Dónde estáis?

-En el polideportivo del Campus. Deberías venir.

-Estaré con vosotros en un rato. Nos vemos.

Harry colgó. Estaba muy preocupado. Hacía meses que Voldemort no daba muestras tan claras de estar preparando algo. Harry estaba obsesionado por tratar de adelantarse a los movimientos de su enemigo, así que se tiraba las horas muertas pensando en qué sería lo próximo que haría. En varias ocasiones había funcionado, como cuando trató de hacerse con el control de la Red Flu. Gracias a una labor diplomática excepcional habían conseguido convencer al aun Ministro de Magia, Cornelius Fudge, de que mantuviera una estrechísima vigilancia en toda la Red. Eso les había dado puntos de cara al Ministerio y habían dado un fuerte golpe a los planes logísticos de Voldemort.

Pero no era suficiente. Nunca lo era. Una vez fue evidente que se estaban tratando de hacer con la Red Flu también dieron la voz de alarma en el Departamento encargado de los trasladores y las desapariciones. Efectivamente poco después recibieron los primeros ataques. Pero estaban preparados.

Y todo en el plazo de 2 meses, Junio y Julio. Harry apenas pasó la nota de corte para auror. De hecho aún no podía explicarse cómo pudo aprobar, aunque podía imaginar la mano de la profesora McGonagall sobre su boletín de notas. Y ahora esto.

-¿Qué ocurre, Harry?-preguntó Ron.

-Han encontrado a Moody. Un dementor le ha dado el beso.

-¡Oh, Dios mío!- exclamó el Sr. Weasley. Ron frunció el ceño asqueado.

-Bien, vamos a organizarnos.- dijo Harry.- Sr. Weasley, habrá que llevar a Moody a San Mungo. En cuanto lleguemos al hostal desaparezca y ayude a Kingsley a llevarse a Moody. Dígale a Katie que me espere. Puede llevarse mi escoba. Ron, tú ve a Hogwarts e informa a Dumbledore de todo lo que ha pasado. Me reuniré con vosotros en el despacho de Dumbledore dentro de hora y media aproximadamente. ¿De acuerdo?

-Muy bien.- contestó el Sr. Weasley.- ¿Tú qué vas a hacer?

-Voy a hablar con los testigos.

Cuando bajaron del autobús cada uno fue en una dirección diferente.