¡¡Hola!!
Eva, tranquila, que aquí vienen más, tú no te preocupes que éste fic lo actualizaré muy, muy rápido.
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Capítulo 5: La Orden de Krotiev
Harry llegó a Grimmauld Place casi tres cuartos de hora después. Había hecho gran parte del camino a pie y se había tomado el resto del viaje en metro con mucha calma. Necesitaba aclarar sus ideas. En menos de 24 horas Moody había caído y al parecer el horizonte que había estado temiendo durante dos años ya se vislumbraba... aunque cubierto de nieblas.
Se había hundido momentáneamente. Era un hecho. Pero Ron le había sacado del pozo oscuro de desesperación en el que había caído... otra vez. El verano de 5º a 6º pasó lo mismo. Casi no comía, todo le daba igual, no era capaz casi ni de levantarse de la cama. Durante las dos semanas y media que pasó en casa de los Dursley apenas habló con nadie, aunque recibía llamadas de sus amigos frecuentemente. Trataba de parecer calmado y relativamente bien, pero por dentro sentía que las entrañas le ardían de tristeza. Era llegar a la habitación y dejar que el temblor de piernas se apoderara de él, caer al suelo y permanecer sentado contra la puerta hasta la cena, que apenas probaba. Cuando Ron, el Sr. Weasley y Lupin vinieron a buscarle para llevarle a Grimmauld Place le vieron tan mal casi le mandan a San Mungo.
Pero Ron se negó. De alguna manera le mantuvo ocupado, le hizo volver a comer y de un modo que aún sorprendía al mismo Harry le volvió a dar sentido a su vida. Y supo que, aunque la pérdida había sido terrible, el mundo no se acababa y que aún quedaba mucho por hacer. Fue entonces cuando Dumbledore le empezó a introducir en las tareas de la Orden. Hasta ahora.
La bronca que le había echado su amigo le había espabilado y había recuperado el control sobre sí mismo. Sonrió. De vez en cuando necesitas que alguien te de un bofetón, se dijo.
Pero también había llegado a la conclusión de que lo cortés no quita lo valiente y que aquel día había faltado a un día completo de clase que, para colmo, incluía 4 horas de prácticas. En ellas aprendía a reaccionar adecuadamente con una mezcla de automatismo y creatividad que ponía a prueba los nervios del más templado. Le encantaban los circuitos que montaban sus entrenadores, en especial los de la Sra. Thompson, una mujer pequeña, de casi 80 años, pero con una astucia e inteligencia asombrosas. Retirada del servicio activo hacía ya una eternidad se dedicaba a entrenar a los futuros aurores. Y lo hacía a conciencia. Y aquel día había tenido clase con ella. ¿Qué excusa le pondría por no haber ido? No podía refugiarse en la multitud porque eran 5 en clase así que debería pedir a Lee Jordan unos caramelos para vomitar o algo así y decir que había estado enfermo. Se estremeció. La última vez que alguien hizo pellas en sus clases se encargó de preparar un circuito que le costó al infractor dos días de reposo absoluto y un mes de comidas blandas.
Meneó la cabeza para despejarse y abrió "Métodos y técnicas de la investigación mágica" de Watson Harris. Mientras buscaba en el índice lo que le interesaba pensó que la metodología de los deberes no había cambiado en absoluto para su desgracia.
Alrededor de 5 horas después llamaron a la puerta del despachito donde se había encerrado a estudiar.
-¿Puedo entrar?
-¡Hermione! - Harry se levantó como por un resorte y se acercó a su amiga la abrazó.- ¿Qué tal? No te esperábamos hasta mañana.
-¿Estabas estudiando?- preguntó Hermione mirando a la mesa llena de libros y papeles y dirigiéndole una mirada de incredulidad.- Si molesto...
-No, tranquila. Ya lo iba a dejar. Además es tarde.- Harry miró su reloj. Realmente lo era. Casi la 1 de la madrugada.
-He hablado con Ron.- dijo Hermione sin preámbulos.- ¿Cómo estás?
Harry no contestó en seguida. La miró un momento y finalmente esbozó una pequeña sonrisa.
-Bien.
Hermione le miró a su vez. A lo largo de los años de amistad se había formado en torno a los tres amigos una especie de unión que hacía del refrán "A buen entendedor pocas palabras bastan" una realidad palpable. Hermione sólo tuvo que mirarle dos segundos a los ojos para saber que era cierto.
-Sé que es tarde, - dijo.- pero te invito a cenar.
El viaje en coche hasta la casa de Hermione fue silencioso. Sólo cuando estuvieron acomodados en el pequeño apartamento de la joven y con un sándwich en la mano no se decidieron a hablar.
-Sé cómo Voldemort ha conseguido la caja.- dijo Hermione. Harry esperó a que continuara dándole un gran mordisco a su bocadillo.- Los muggles la llaman la caja de Krotiev porque fue encontrada en un pueblo perdido de la estepa siberiana con ese nombre. Al parecer hubo una explosión en aquella zona y el pueblo quedó completamente destruido. La razón que se ha dado es una bolsa de gas subterránea. Pero ni siguiera los muggles lo tienen claro.
-¿Pero qué tiene que ver la caja en todo eso?
-En que estaba en el centro de la explosión absolutamente intacta.- respondió Hermione después de beber un poco de agua.
-¿Qué ocurrió?
-Por supuesto ha sido un ataque mágico y que Quien Tú Sabes está detrás, pero por qué no se llevaron la caja en ese primer momento y dejaran que la manipularan los muggles hasta llegar a aquí, no lo sé con seguridad. Según lo poco que me contó Víktor en Berlín una orden secretísima de magos siberianos vivía cerca de Krotiev. Seguramente fueran los que custodiaban la caja, como dijo Dumbledore. También me ha dicho que hay huellas claras de un combate mágico, pero que no saben cómo es posible que todo el pueblo haya estallado, aunque todo indica que la caja fue la fuente de la deflagración.
Harry se quedó callado, masticando y pensando. Ese era el poder de la caja. De una vez se había cargado un pueblo entero. Un momento...
-¿Ha sobrevivido alguien?- preguntó.
-No lo sé. Y si lo ha hecho se ha escondido.
-Habrá que encontrarlos como sea.-dio Harry terminando el sándwich.- Según Dumbledore esa caja tiene el poder de destruir islas o continentes enteros, pero sólo se ha reducido a un pueblo. Alguien ha limitado su alcance. La pregunta es cómo lo ha hecho y si alguien ha sobrevivido es posible que lo haya visto.
Hermione asintió y pegó un mordisco a su bocadillo. Luego frunció el ceño. Harry supo que algo se le había ocurrido.
-Es posible que ya que los mortífagos estaban detrás de la caja la hubieran activado ellos. Si conocían su existencia es posible que conozcan su funcionamiento.- dijo la chica.
-¿Y hayan esperado hasta que llegara a Oxford para robarla? Además, Dumbledore dijo que no se conocía el funcionamiento de la caja.
-Quizá la caja no funcione.- dijo Hermione mirando a un punto en el aire, como si en él estuviera la respuesta que apenas podía ver.
-¿Qué?
-No, no, no, tiene sentido, Harry, escucha. La caja no se puede controlar. No funciona como una máquina a la que le das al botón de encendido y se pone en marcha. Imagínate que tiene voluntad propia.
-Dios mío, espero que no.- contestó horrorizado, aunque pensándolo detenidamente cuadraba.
-Es pronto para afirmar nada.- Hermione se había puesto repentinamente muy nerviosa, como siempre que encontraba un hilo del que tirar y sacar información.- Mañana se lo contaré a Ron y nos pondremos a trabajar. ¿Te quieres quedar a dormir? Es muy tarde para volver a Grimmauld Place.
Pero Harry rehusó y cogió un taxi. Las posibilidades que la hipótesis de Hermione abría eran tan amplias como aterradoras. La idea de una caja con tal poder destructor con conciencia que pudiera dirigir su ira contra quien tuviera más a mano le daba escalofríos.
En cierto modo democratizaba el asunto. Todos tenían las mismas posibilidades de ser víctimas de la caja de Krotiev. A menos que alguien con la suficiente capacidad persuasiva la convenciera de que actuar para cierto interés sería beneficioso para ella. Harry lo pensó un momento. ¿Pero qué se le puede ofrecer a una caja indestructible y eterna? ¿Una mano de barniz y un lugar sobre la repisa del mueble del salón?
Cuando el taxi paró frente a una rotonda cercana al número 12 estaba tan cansado que apenas supo cómo llegó a la cama.
