¡¡¡Hola!!!

Jo... qué de cosas bonitas me decís. Me pongo colorá!!! Os contesto:

Eva Vidal: ¡Hola preciosísima! Sí, hija, es que Ron es como es... aunque admito que en este fic está un poquito out of character... un poquito, sólo. Bueno, quizá un muchito, pero se lo merece. Le tratan de medio lerdo en las películas y me parece muy injusto. Con lo bien que me cae...

Lucumbus: (super blush!!!) Jo... muchas gracias. (Mega blush!!!) Sólo por gente como tú escribir estas cosas merece la pena. En serio, no sabes la ilusión que me hace que te guste lo que hago. ¡¡Cómo me gustaría que estuvieses en el jurado del concurso a la que me he presentado!! Así tendría alguna posibilidad de ganar... (qué morro tengo, de verdad). Ajá... qué tiene Harry... Mira, llevo escritos 23 capítulos y aún no lo sabe ni él, así que tú fíjate.

Veronika Hitler: Muchas gracias!! Me alegro que te guste. Pero por favor, no pierdas horas de sueño por esto... Te salva que el 29 fuera viernes... pero... ¿qué demonios hacías tú un viernes pegada al ordenador?

¡¡¡Ese jarlaxe-Bregan!!! : Tú tranqui que de este fic tienes muuuuucho todavía. Ya te digo, de momento 23. Por la otra historia... Meteré un cap sólo para contestaros y en seguida me pondré a escribir. Pero tendréis que esperar un poco porque ésta la escribiré sobre la marcha (la otra la tenía escrita de antes). Además el jueves me mudo y voy a estar un pelín liada, así que paciencia. Llegará, no lo dudes, pero no en seguida. Quizá la semana que viene... ya veremos.

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N/A: Este capítulo está inspirado y dedicado a todos los que sufrieron y vivieron el horror del 11 M en Madrid. Muchos compañeros míos estarían muertos y ese día no hubiera habido huelga en las universidades y una amiga mía se salvó sólo por haber cogido el tren anterior al que estalló; que la hermana de una compañera no murió en Santa Eugenia porque sencillamente se durmió y que semanas después aún sufría ataques de ansiedad cada vez que se montaba en el tren; que el hermano de una amiga no se montó en el tren del Pozo porque aquel día libraba. Desde aquel día tiemblo cada vez que oigo una ambulancia y nunca, jamás, olvidaré cómo no dejaron de oírse en toda la ciudad hasta bien entrada la noche, cómo la policía me sacó del Metro por un aviso de bomba en la estación de Nuevos Ministerios, cómo toda la ciudad pareció cubrirse con un velo negro tras la masacre. Y sobre todo, nunca olvidaré el olor a catedral que tomó la estación de Atocha desde entonces.

A todos ellos, a mi ciudad, a todos... éste capítulo va por ellos.

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Capítulo 10: Dolor, terror y fuego.

Fueron a comer a un centro comercial cercano. Ron pedía unas hamburguesas mientras Harry llamaba a Hermione.

-Ha aparecido.

-¡Bendito sea Dios! ¿Y dónde estaba?- preguntó la chica. Harry miró a su amigo a apenas 2 metros de distancia. Tenía ojeras y se le veía cansado, pero parecía no importarle a la camarera, que sonreía coqueta. El moreno sonrió.

-Lo que te dije ayer. Maquinando el desembarco de Normandía.

-¿Y qué opinas?

-Que tiene muchas posibilidades. Pero sería mejor que vinieras.

-¿Dónde estáis?

-En el Centro Comercial Lightening.

-Lo conozco. Estaré allí en unos 15 minutos.

-¿Qué tal la reunión?

-Perfecta, ya te contaré.

-Fantástico. Nos vemos.

-Sentémonos allí.- dijo Ron cargando con las dos bandejas.- ¿Con quién hablabas?

-Con Hermione.- Harry vio sin género de dudas un leve tic en la mano derecha de su amigo cuando agarraba uno de los sobrecitos de ketchup. A riesgo de comenzar una nueva discusión introdujo el tema.- Oye, lo que te dije ayer... lo siento. No debería meterme en...

-No, no, Harry...- dijo Ron carraspeando sutilmente. El pelirrojo inundó su hamburguesa de tomate y la agarró con las dos manos.- He pensado en ello y... creo que tienes razón.

-¿Em ferio?- dijo Harry con la boca llena. Ron asintió. Estaba un poco nervioso y sus orejas se habían enrojecido considerablemente, pero parecía estar determinado a mantener la calma.- Enhorabuena.

-Gracias.- dijo el pelirrojo dándole un enrome mordisco a la hamburguesa. Harry bebió un poco de refresco y comentó:

-Viene hacia aquí.

Ron se atragantó violentamente y empezó a darse golpes en el pecho para tragar. Harry, alarmado le dio palmadas en la espalda, pero no se le pasó hasta que no bebió algo de líquido. Aún tosiendo y con los ojos llorosos por el instante de asfixia dijo:

-Vale... - Ron se frotó los ojos y tosió un par de veces más. Harry sonrió al ver la determinación de su amigo.- No hay problema.

Entonces el suelo pareció temblar bajo sus pies.

¡¡¡BOOOOUUUUMMMM!!!

Ambos muchachos se levantaron de un brinco y miraron en dirección al ruido. A través de la terraza circular que permitía ver el piso inferior (N/A: la hamburguesería estaba en el segundo piso y ellos en unas mesas cerca de la barandilla) vieron cómo una enorme bola de humo y fuego salía de los pasillos inferiores.

En seguida se empezaron a oír gritos aterrorizados, llantos y ruidos de cascotes que caían con violencia así como diversas explosiones secundarias. La nube de humo oscuro ahora inundaba todo el interior del edificio y apenas podían ver nada.

Se cubrieron la boca para poder respirar y fueron corriendo hacia el lugar de la explosión con el estómago encogido.

La gente corría despavorida hacia las salidas más cercanas mientras que la confusión más absoluta se hacía dueña del lugar. El fuego había remitido dejando en su lugar un sembrado de cadáveres y cuerpos mutilados por los cristales de los escaparates que habían saltado por los aires.

¡¡¡BOOOOOUUUUMMM!!!

Cuando Harry y Ron tocaron la primera planta hubo una nueva explosión, esta vez en el piso superior. Los dos magos apenas pudieron escapar de los escombros de lo que había sido la cúpula que cubría el edificio. El ruido era ensordecedor y el humo y el polvo impenetrables. Harry pudo oír el gemido ahogado de su amigo que se agarraba un hombro con la mano contrayendo el rostro por el dolor.

-¡Ron! ¿Estás bien?

-Agh... Sí, no te preocupes.

Medio asfixiados y casi sin resuello se miraron un instante. Si no hubieran bajado estarían muertos.

Harry comenzó a examinar los cuerpos que yacían por doquier viendo si alguno tenía pulso. Apenas veía pues el humo le irritaba los ojos y casi no podía respirar. Ron le tocó en el hombro y le señaló el pasillo que se abría ante ellos. Se quedó anonadado.

Las tiendas ardían destrozadas y en el suelo, hasta el final del ancho pasillo, decenas de personas carbonizadas aún humeaban por la explosión. Incluso aún algunas ardían. El olor era insoportable. Poco podían hacer ya por ellos.

Así que se centraron en los que seguían vivos. ¿Cuánto tiempo tardarían en llegar los servicios sanitarios muggles?

Ron y él empezaron a localizar a aquellos que aún seguían con vida y a tranquilizarles. Algunos incluso podían moverse y les llevaron a la salida.

No eran los únicos que estaban ayudando.

Muchas personas que, al igual que ellos, habían quedado más o menos intactas ayudaban a los heridos a salir al exterior. De alguna manera todos estaban haciéndolo de manera coordinada, como si hubieran sido entrenados para ello. No pensaban, no lo necesitaban. Era algo más bien instintivo. No se podía razonar correctamente viendo lo que estaban viendo, habiendo sufrido lo que acababan de sufrir.

Corriendo de vuelta de la salida después de haber dejado allí a una mujer que parecía haber perdido un brazo, Ron siguió buscando supervivientes entre los escombros, los hierros y los cadáveres. El espectáculo era dantesco, pero, ya fuera conscientemente o por un mecanismo de autodefensa, no parecía importarle. Sólo buscaba algo que se moviera, aunque fuera tímidamente. ¡Tenía que moverse algo, por el amor de Dios! Entonces tropezó y cayó de bruces entre un par de cuerpos sin vida.

-Ahh...- gimió el cuerpo sobre el que había caído. Ron se incorporó enseguida y se inclinó sobre él. Tragó saliva para darse valor mientras contemplaba horrorizado el rostro quemado de lo que parecía ser un hombre por la ropa.

-Tranquilícese. Enseguida nos ayudarán.

-Mi... hija...- logró balbucear el hombre con sus achicharrados labios produciendo unos gorgoteos horripilantes al respirar.

Ron miró a su alrededor, tratando de buscar a una niña o una joven, pero sólo veía escombros, polvo y caos. Con cuidado trató de incorporar un poco al hombre para sacarlo de ahí.

-Seguro que estará bien, señor.- dijo sin creer lo que decía. Le daba la impresión de estar reproduciendo una cinta. Ni siquiera su voz le parecía real. Todo parecía una pesadilla, una horrible pesadilla.

-... mi hija...- repitió el hombre. Ron trató de hacerle callar, pero los gorgoteos del moribundo se acentuaban en cada respiración.-... mi...

El hombre murió en brazos del pelirrojo, que se quedó unos segundos mirando su cara horriblemente deformada por el fuego.

Pero la misma dureza inconsciente de hacía un momento se apoderó de él y le dejó en el suelo para atender a otras personas.

Enseguida vio a una niña de no más de 9 años, medio despierta y aturdida. Tenía un brazo herido y la pierna del mismo lado parecía tener algo incrustado. La levantó en vilo y la llevó hacia la salida.

Harry estaba un poco más adelante acarreando a un hombre. Tenía la boca llena de polvo y apenas acertaba a pensar con claridad. Todo lo que importaba era sacar gente de allí antes de que se derrumbara, pero tenía la sensación de que todo aquello era una broma, que no estaba pasando. Todos aquellos cadáveres y aquel olor a carne quemada le estaba torturando.

Ya casi estaba por la mitad del largo pasillo que conducía a la única salida viable que quedaba. El hombre pesaba mucho y le dolían los músculos de la espalda y los brazos, pero no le importó, estaba muy cerca.

Entonces por el rabillo del ojo vio una sombra oscura que se escabullía. Después...

¡¡¡BOOOUUUUMMM!!!

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Corría.

Sólo corría.

Apenas era consciente de lo desacompasado del latir de su corazón, pero no importaba.

Una, dos y un par de minutos después la tercera.

No podía dejar de correr.

Sobre los edificios ya se alcanzaba a ver la columna de humo y a lo lejos podía oír el ulular de las primeras ambulancias. El viento, el frío o quizá la histeria habían arrancado gruesas lágrimas que apenas le dejaban ver con claridad por dónde iba.

La gente a su alrededor corría en la misma dirección que ella portando mantas, sábanas y otros objetos que no se paró a identificar.

Al alcanzar la plaza en la que estaba el Centro comercial ahogó un gemido de angustia.

El edificio estaba prácticamente reducido a escombros. La Puerta principal estaba derruida y la Cúpula de la que tanto se enorgullecía el lugar había desaparecido.

Sintiendo una necesidad imperiosa de seguir corriendo hasta encontrar a sus amigos Hermione rodeó el edificio ignorando el humo y el olor a quemado. Todo aquel lado parecía haber explotado porque apenas quedaba ladrillo sobre ladrillo y los hierros torcidos dejaban ver partes del carbonizado interior. Hermione soltó un desesperado "¡Dios mío!" al pensar que dos de las salidas del edificio habían sido destruidas en lo que parecía una sola explosión. La gente que hubiera dentro habría quedado atrapada para cuando se hubo derrumbado el techo.

Las primeras ambulancias llegaban al lugar.

Siguió corriendo. Aún había una entrada, al otro lado. Cuando llegó no pudo menos que echarse una mano a la boca al ver cómo decenas de personas yacían tendidas en el suelo. Algunas todavía se movían. Estaban colocadas en fila, como si las hubieran dejado ahí a espera de que las ambulancias se hicieran cargo.

Un espasmo de esperanza le recorrió la espina dorsal. Eso significaba que había supervivientes que se habían dedicado a ayudar a los heridos.

Cuando se acercó vio que la mayoría estaban muertos porque al parecer había habido otra explosión allí. La puerta estaba bloqueada por los cascotes y el humo. Por ahí tampoco podía entrar.

Se limpió las lágrimas y echó un vistazo a las personas que había allí, muertas o no. De repente parecía que todo había dejado de importar. Sólo quería saber dónde estaban sus amigos, estuvieran o no con vida. Pero ninguna de las que había en el exterior eran ellos. Estarían dentro.

Reprimiendo un retortijón de angustia sacó la varita ignorando la posibilidad de que la vieran. Murmuró un encantamiento y los cascotes fueron desapareciendo para aparecer a unos 15 metros. Poco a poco la entrada se fue despejando.

Sus ojos marrones lucharon contra la gruesa capa de polvo y humo que le impedía ver con claridad mientras se acercaba lentamente. Los hierros retorcidos de las vigas, los andamiajes y los mayazos que constituían el esqueleto del edificio, llegados a un punto, formaban formas demasiado extrañas para la explosión que había habido.

La garganta le escocía y apenas veía nada. Tosiendo logró trepar por entre los últimos escombros y colándose entre dos vigas de hierro lo vio.

El pasillo al otro lado estaba intacto.

Las vigas y los elementos de metal del edificio se habían doblado de manera que formaban una especie de escudo protector contra los escombros. Al otro lado había al menos 25 personas volviendo en sí lentamente. Una de ellas lucía un pelo intensamente rojo aun con el polvo del yeso que le había caído encima.

-¡Ron!- susurró casi imperceptiblemente.

Se peleó contra el fuerte alambre de mayazo que se había enredado en su abrigo y fue corriendo hasta el pelirrojo, que apenas podía incorporarse. La chica le ayudó a sentarse y se colocó detrás para servirle de apoyo. Mientras le ayudaba el joven tosía y se tambaleaba, aún aturdido.

-¿Hermione?- preguntó entre tos y tos.

-Shhh...- dijo la chica.- ¿Cómo te encuentras?

El muchacho parecía que volvía a tener el control sobre sus miembros y después de un momento logró asentir.

-Creo que mejor.

A su alrededor la gente que estaba en mejores condiciones comenzó a incorporarse y a levantar a los heridos que tenían a su cargo. Apenas se habían dado cuenta de que estaban atrapados. Lo único importante era sacar a esas personas de ahí.

Hermione ayudó a levantarse al pelirrojo mientras buscaba frenética con la mirada a Harry.

Mirara por donde mirara no lograba encontrarle.

-Ron, ¿dónde está Harry?

-No lo sé.- dijo el chico recobrándose poco a poco.- Estaba un poco más adelante cuando... ¡Oh, Dios mío!

Hermione dirigió la mirada hacia donde la tenía fijada Ron.

Harry estaba inconsciente enredado entre los hierros que parecían haberlo abrazado como si de enredaderas se tratasen. Corrieron hasta él. A su lado, había un hombre con la cara y el lado derecho cubierto de sangre. Aún se tambaleaba y no dejaba de repetir:

-Fue él, fue él...

Ron y Hermione le ignoraron y sacaron a Harry de los hierros utilizando sus varitas aun delante de aquella gente. El cuerpo inerte del muchacho fue recogido con cuidado por Ron, que le dejó en el suelo.

A esas alturas todos habían recuperado la consciencia y se percataban poco a poco de que estaban encerrados... y que se habían salvado por algún extraño milagro de la arquitectura moderna.

Hermione llamó inmediatamente a Grimmauld Place. Contestó Marc, otro de los que solían encargarse de los ordenadores.

-¡Trae ayuda, Marc! Estamos en el Centro Comercial Lightening. Ha estallado por los aires y Harry está inconsciente.

En el exterior el ruido de las ambulancias, los policías y la gente que gritaba órdenes a diestro y siniestro empezó a encontrar su eco en los supervivientes de aquel pasillo. La gente que estaba atrapada con ellos empezó a gritar y a pedir socorro. En seguida los bomberos llegaron y empezaron a romper los hierros para abrir una salida.

Cuando dieron con el trío uno de los bomberos vio que Hermione estaba intacta.

-¿Cómo ha entrado?

-Por un hueco que había.- dijo evasiva mientras llevaban entre ella y Ron al ojiverde inconsciente por la tosca salida.

Al salir la confusión que había visto al llegar había sido sustituida por la actividad frenética y organizada de las autoridades. Varios hospitales de campaña se habían levantado y un ir y venir constante de ambulancias, coches policía, taxis y hasta coches particulares llevaban a los heridos a los diferentes hospitales de la ciudad. Desesperada por llevar a Harry a un lugar seguro empezó a buscar con la mirada algún rostro conocido.

-¡Allí!- dijo de repente Ron señalando al lado contrario al que ella había estado mirando.

Efectivamente allí había al menos 4 miembros de la Orden. Dos de ellos corrieron hacia ellos para ayudarles con Harry. Los otros dos custodiaban una furgoneta. Cuando subieron al muchacho a uno de los asientos traseros y se hubieron acomodado se marcharon inmediatamente y a toda velocidad a San Mungo.

Una vez allí, los medimagos se hicieron cargo de la situación. A Ron cerraron la herida que se había hecho en el hombro y le curaron algunos rasguños, pero poco después volvió a la sala de espera donde estaba Hermione, pálida y horrorizada por lo que había pasado.

La chica sintió lejanamente cómo alguien se sentaba a su lado. Giró la mirada. Era Ron. Estaba aún polvoriento y tenía la mirada levemente perdida, los hombros caídos y una expresión de profundo desamparo. Mientras le miraba, el chico miró sus manos, aún ensangrentadas por la sangre de las víctimas.

-Murió en mis brazos...- susurró. Hermione sentía que sus ojos le ardían. Había visto demasiado horror en tan poco tiempo y ver en ese estado a Ron era superior a sus fuerzas. Sin pensar alzó los brazos y abrazó al pelirrojo atrayéndolo hacia sí. El joven se agarró a ella como si fuera lo único que le quedaba en el mundo y lloró quedamente en su hombro.

Cerrando los ojos fuertemente trató de esconder las lágrimas que pugnaban por salir, pero sin éxito.

Cuánto dolor.

Cuánta muerte.

No era justo.