¡¡¡Hola!!!
Vaya, el capi anterior se os hizo corto... lo siento. Para resarciros os cuelgo el 15 y el 16 juntos, que aunque son dos capis es como si fueran uno solo.
Eva Vidal: El monstruito no me lo he inventado. Es de Rowling, del "Monstruoso libro de los Monstruos". Es una especie de lobo negro gigante... en plan wargo de ESDLA, para que te hagas una idea. Y por la cajita... bueno, de momento hay otras cosas en el aire. Pero el momento de la cajita llegará, no te preocupes.
Cocojajas: o ¡Hola guapa! Vale, vale, pues aquí tienes dos. ¡Espero que te gusten!
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Capítulo 15: Redada
Ron le esperaba en la salida del metro con expresión impaciente.
-Ya era hora, tío. ¿Qué has estado haciendo hasta las... Harry, ¿qué ha pasado?
-¿Qué?- preguntó Harry aún sumido en sus pensamientos.
-Cualquiera diría que acabas de ver un fantasma... uno que da miedo, al menos.
-Oh, bueno, es que... antes... en el circuito de prácticas, yo...
-¿No habrás matado a alguien?
-¡No!- exclamó Harry perdiendo el aire ausente.- Es que hoy se han pasado. Me han lanzado un nundu, tío.
-Juer...- dijo el pelirrojo alzando ambas cejas.- ¿Y cómo te ha ido? Los hechizos normales les afectan muy poco.
-Yo... no sé.
-Se te ve con las ideas claras, macho.- dijo sarcástico Ron. Harry asintió desanimado mientras decía:
-Díselo a mi hombro derecho...
Giraron en una calle hacia la izquierda y el aire les trajo los olores del río... no muy agradables, generalmente. La zona era residencial, así que lo único que veían eran portales y garajes, alguna que otra tienda de alimentación, un videoclub y poco más. Todo estaba cerrado y no había ni un alma. Cuando se acercaban al final de la calle, que daba al largo paseo que rodeaba toda la ribera del río, Ron le hizo una señal para que tuviera la varita preparada.
Harry la sacó de la mochila. Cuando miró a Ron vio que le miraba divertido.
-¿Qué?
-Podías haber ido a dejar la cartera. Parece que vienes del cole.
-Pues igual es por que vengo del cole.- dijo Harry enfadado. Ron estaba apunto de echarse a reír.- Y tú, ¿a quien has llamado para decirle que llegas tarde a cenar? ¿A tu madre o a tu novia?
A Ron se le congeló la sonrisa. Harry sonrió satisfecho.
-Envidioso.- dijo el pelirrojo.
-Oh, cállate y sigamos.- dijo dándole un empujón.
Una vez llegaron al paseo giraron a la izquierda, bordeando el río dirección este. Harry frunció el ceño. Estaba muy iluminado. Serían blanco fácil a decenas de metros de distancia. Inmediatamente Harry empezó a aplicar los conocimientos que había adquirido en clase y examinó la placita que se abría ante ellos para encontrar los lugares más seguros y potencialmente peligrosos, las calles que partían de ella y los puntos ciegos. Con una leve sonrisa descubrió que algunos de los lugares que había mirado ya estaban ocupados por aurores.
Un momento.
-Ron, esto es una redada del ministerio. No podemos estar aquí.
-Shhh... Ven.
Hasta aquel momento habían estado agazapados tras una pared. Ron le hizo una señal para que le siguiera hasta unos soportales de piedra que rodeaban la iglesia, justo frente a ellos, a unos 60 metros de distancia. El pelirrojo corrió agachado mientras se cubría con los coches aparcados que rodeaban la plazoleta. Harry le siguió.
-Amigo mío, - dijo Ron ceremoniosamente en voz baja.- estás a punto de ver cómo el nuevo esquema de la Orden del Fénix se aprovecha de los recursos ministeriales para hacernos la vida más fácil.
-¿Qué hay en esa iglesia?
-Un cubil de vampiros.- dijo el pelirrojo encogiéndose de hombros.- O eso creen.- Harry le miró espantado e interrogante.- Digamos que los nuestros se enteraron de que aquí había escondido algo más interesante que un par de vampiros. Así que pusimos en movimiento todo el mecanismo que montamos en Navidades. Todo está perfectamente tapado bajo una montaña de burocracia y después de lo que pase esta noche nadie sabrá de dónde venía la información falsa.
-¿Pero qué hay en realidad?
-Un arsenal mortífago.
-En una iglesia.
-Sí, bueno... para los escenarios siempre fueron un tanto teatreros, ¿no crees? El Mundial de Quidditch, un cementerio, el Departamento de Misterios con todos aquellos chismes... ya sabes.
La puerta principal se abrió un tramo y una figura encapuchada salió de su interior. Entonces brilló un hechizo lanzado desde uno de los lugares fichados por Harry. Un desmaius si no se equivocaba. Efectivamente la figura cayó al suelo inmediatamente dejando ver una máscara blanca bajo la capucha.
-Ahora mismo, nuestros amigos aurores, deben de estar flipando.- dijo Ron como si ya hubiera visto la escena.- Vamos a acercarnos un poquito más. Ven.
Protegidos por las largas y oscuras sombras que proyectaban las columnas de la arcada de piedra de los soportales se aproximaron hasta colocarse más o menos a altura de la mitad de la plaza. Los aurores estaban tan ocupados examinando al mortífago que no se dieron cuenta de que dos sombras curioseaban la escena. Harry cogió a Ron justo cuando iba a lanzarse hacia la siguiente columna. Si avanzaban un solo paso más, los aurores podrían verlos casi sin girar la cabeza. La única manera de acercarse era esperando a que los aurores salieran de la plaza.
Un par de ellos se acercó al mortífago inconsciente y le ataron. Después uno de ellos se lo llevó mediante un traslador. El auror que quedaba esperó el apoyo de otro que llegó desde los soportales del otro lado de la plaza y examinaron la puerta. Cubriéndose el uno al otro entraron en el templo. Un instante después los demás aurores les siguieron. Ron volvió a hacer un amago de movimiento, pero Harry le detuvo.
-Uno siempre se queda vigilando.- dijo.
-¿Entonces qué sugieres? Si no entramos ahora no nos podremos enterar de nada. ¡Y es importante!
-Lo sé, pero no deberíamos de estar aquí. Tú porque no es de tu incumbencia y yo porque aún soy estudiante. Nos empapelarían a los dos.
-Harry, la Universidad te está sentando fatal. Antes no tenías tantos remilgos para saltarte las normas.
-Seamos sinceros. Antes Dumbledore siempre nos sacaba las castañas del fuego. Ahora nos las tenemos que sacar nosotros, tío.
-Desde luego te has vuelto muy responsable.- dijo una voz a su espalda que no podía ser otra que la del auror que quedaba.
Ron y Harry, congelados en el sitio, giraron sus cabezas lentamente. Cuando vieron quién les hablaba soltaron tal suspiro de alivio que Ron tuvo que sostenerse en una columna mientras recuperaba el aliento.
-Joder, Kingsley...- dijo el pelirrojo arrancándole una sonrisa divertida al hombre.- Casi me da un infarto.
-Y más que os tenía que dar.- dijo firmemente.- ¿Qué se supone que estáis haciendo aquí?
-Viendo.- repuso sencillamente Ron.- Me enteré de esta redada y vinimos. Es importante.
-Es peligroso. ¡Podrían veros! O peor. Ya sabéis lo que hay ahí dentro.
-Sí, por eso estamos aquí.- insistió Ron.- ¿Y si podemos encontrar algo que nos indique dónde está Quien tú sabes?
-¿Y que no lo hayan visto los demás aurores?- preguntó incrédulo Sacklebott.- ¿O no lo hayan hecho desaparecer? Te recuerdo que es una iglesia muggle. No quedará ni rastro de nada después de que nos vayamos.
-Sí, lo sé.- dijo impaciente Ron mirando hacia la puerta.- Por eso tenemos que entrar. No creo que ellos busquen lo mismo que nosotros y lo más seguro es que lo pasen desapercibido. Danos tiempo... unos 20 minutos. ¿Lo harás?
-¿Cómo quieres que lo haga?- preguntó Sacklebott.- Venga, deberíais estar en casa. Harry, ¿aún llevas la mochila de la Academia? Chicos, por favor...
-Kingsley, por Dios, no nos trates como si fuéramos críos.- protestó Ron. Harry le vio morderse la lengua para no decir que aquel engaño al Ministerio había salido de su cabeza, la cabeza de un crío. Harry sonrió para sí.- Sólo diles que no hace falta que limpien ellos el lugar, que viene un grupo especializado de camino y que te quedas tú a esperarlos. Nosotros lo limpiaremos todo y nadie tendrá por qué enterarse nunca de nada.
Harry miró a su amigo. Sin duda, el momento en que Ron decidió aplicar sus dotes innatas para el ajedrez para situaciones como aquella, debería ser recordado como un instante especial y ser señalado en los calendarios. Asombrado y admirado miró al auror y vio que miraba a Ron pensando muy seriamente su propuesta.
-Mmmm... bueno.- dijo el hombre a regañadientes.- Ron Weasley, como manipulador no tienes precio.
El auror desapareció delante de ellos para volver a ocupar su posición de vigilancia. Ahora lo único que tenían que hacer era esperar. Y no fue mucho.
Apenas 5 minutos después de que se fuera Sacklebott empezaron a oírse ruidos del interior de la iglesia, se rompieron cristales, algunos destellos de los hechizos que se lanzaban y gritos. Sacklebot se apareció delante de la puerta de madera de la iglesia y con cuidado miró al interior.
Entonces la puerta saltó por los aires lanzando al auror a 5 metros de distancia dejando umbral abierto. Ron y Harry salieron corriendo de su escondite para ayudar a su amigo. Ron se inclinaba sobre él mientras Harry le cubría. Ahora, frente al umbral abierto de par en par, podía ver el interior de la iglesia, iluminado por los hechizos que volaban de un lado a otro donde aurores y mortífagos luchaban.
-Ron, ¿está bien?
-Esta vivo, pero se ha dado un buen golpe. Necesita un sanador. Sangra mucho por la cabeza.
-Debemos llevárnoslo.
-¿Cómo? Nunca se me dio bien el encantamiento Porto.
-Está bien... - Harry miró desesperado a su alrededor buscando cualquier cosa que sirviera como traslador. Al final cogió su mochila y sacó su pluma. La apuntó con su varita y susurró.- Portus.
La pluma brilló un momento y después volvió a su estado normal. La cogió la dejó en el suelo, frente a Kingsley. Ron había cogido al hombre de la muñeca y miraba con inquietud al interior de la iglesia.
-La tocaremos a la de tres.- Ron asintió.- Harry se acercó y se agachó.- Uno.... Dos....
En ese instante la lucha que se llevaba a cabo en el interior del templo salió al exterior. Al parecer los mortífagos se daban a la fuga y los aurores iban tras ellos tratando que no escaparan. En el caos de la lucha un hechizo derribador salió zumbando errando el blanco y dándole a Harry en la espalda, así que en el momento en que iba a tocar la pluma y Ron y Kingsley desaparecieron, él rodaba por el suelo aturdido mientras se preguntaba qué demonios había ocurrido.
Cuando se detuvo vio que seguía en la plaza. Y no sólo eso, sino que los mortífagos que huían iban directamente hacia él. Se medio incorporó como pudo y lanzó un "Impedimenta" al que encabezaba la carrera. El mortífago cayó haciendo que los dos que iban detrás tropezaran con él. Esto le dio tiempo a levantarse y a que los demás aurores se percataran de su presencia. Pero no había tiempo de saber quién era él ni qué hacía allí.
Harry conjuró unas cuerdas irromplibles que ataron a los tres mortífagos caídos, pero uno de ellos fue más rápido y le lanzó un Expelliarmus que hizo volar su varita a metros de él. Maldiciendo su día torpe en el que ya había perdido la varita dos veces en situaciones potencialmente mortales vio con horror cómo el mismo mortífago gritaba:
-¡Crucio!
El recuerdo del dolor infame que suponía la maldición imperdonable le hizo lanzarse rápidamente a un lado para evitar el conjuro, que esquivó por muy poco.
-¡Retirada!- oyó Harry un poco más atrás. Pero no se volvió, porque el mismo mortífago se acercaba a él con la varita en alto.
Desesperado miraba a todas partes buscando su varita, pero no la encontraba y el mortífago cada vez estaba más cerca. Se incorporó, para por lo menos, hacerle frente a pie cuando el mortífago se paró en seco, como sorprendido.
-¿Tú eres Potter? – dijo una voz de hombre joven tras la máscara blanca.
-Sí.
-Ahora entiendo a mi Señor cuando dice que eres un entrometido.
-Pues dile a tu Señor que tengo la intención de entrometerme aún más.
-Después de muerto lo dudo.- el mortífago elevó su varita hasta apuntar la cabeza de Harry.
Harry sólo podía pensar en su varita. Debía encontrar su varita. ¡Si tan sólo pudiera llamarla! ¡Con un "Accio varita" sería más que suficiente! ¡Accio Varita!
Y la varita llegó hasta su mano, llamada desde donde estuviera. El mortífago movió imperceptiblemente la cabeza mirando la mano. Pero Harry volvía a sentir que algo había cambiado en el ambiente. Le daba la impresión de que veía todo a cámara lenta. Podía detenerse a mirar lo que hacían los otros mortífagos y los demás aurores y incluso definir los hechizos que estaban utilizando unos contra otros. Así que también vio cómo el pecho de su atacante se hinchaba para coger aliento para el próximo maleficio que le lanzaría. Pero como todo iba más lento simplemente levantó la varita y lanzó un "Expelliarmus" y un "Desmaius" que dejó al mortífago desarmado e inconsciente en un momento.
Después todo volvió a la normalidad y el tiempo recuperó su elasticidad normal. Todo volvió a ir muy rápido. Los aurores prácticamente tenían a los mortífagos que quedaban totalmente inmovilizados pues uno de ellos les había echado un encantamiento que les impedía desaparecerse y tampoco podían huir.
Harry observó muy alerta de los últimos coletazos de los mortífagos por escapar y mientras los ataban y se los llevaban al Ministerio uno de los aurores, alguien que Harry no conocía, se acercó a él. Cuando vio que iba directamente hacia él, ignorando los dos mortífagos atados y al otro inconsciente, deseó que se le tragara la tierra. Le iba a caer una buena...
