¡¡Hola!!

Eva Vidal: ¿Te ríes de forma malvada? Juas! Tú no sabes lo que es reirse de forma malvada. No hasta que ponga el último capítulo (que me temo no tardará demasiado... no creo que lleguen a 10 más ni mucho menos). Entonces me reiré de forma muy, muy malvada... Mwajajajajaja.... (te dejo que especules con lo que ocurrirá todo lo que quieras, jejeje)

Lucumbus: No, no me pilló el apagón porque vivo al sur oeste de la ciudad y afectó a todo el este y parte del Corredor del Henares. Así que tuve suerte. Sé de compañeros que pasaron muuuuuuucho frío aquella noche. Aunque bueno, no he decantar victoria tan pronto, ¿verdad? Al fin y al cabo el otro día dijeron en las noticas que los apagones iban a ser pan nuestro de cada día de ahora en adelante, asín que... Ajo y agua.

Undomiel de Vil: Ains los trabajos... ains los exámenes... el miercoles tengo uno, qué me vas a contar... y en fin, que actualizo rápido... weno, todo lo rápido que esta bendita página me permite porque si no era por remodelación del sistema del document manager era un gusano terrible informático que se lo había cargado todo y si no las circunstancias sociopolíticas de Aldea del Fresno, que afectan mucho a la capacidad literaria del planeta Urano, y claro, si cae la casualuidad de que Urano entra en Géminis (mi horóscopo)... pues la hemos merengao. Hija, qué estrés.

Cocojajas: Niña, que no te pude contestar en el capi anterior (lo metí deprisa y corriendo porque no me dio tiempo a más). Este capítulo digamos que termina con lo que es la intriga política... más o menos. A partir del próximo todo es más acción en campo. Juajuajua, habrá sangre y vísceras, muajajajajaja.... No me hagas caso, se me va la olla.


Capítulo 21: Responsabilidad

-Hermione, ¿era esto lo que tenías pensado cuando saliste corriendo?- preguntó Ron en el pasadizo, esperando a que todos los magos volvieran a entrar.

-No, la verdad es que no.- decía la chica mordiéndose las uñas. Miró a Harry, que estaba sentado en el suelo, pensativo.- Harry, qué opinas.

-Psé…- el chico se encogió de hombros.- A saber. Fudge es un imbécil y ha quedado demostrado. Espero que sea suficiente. Pero no sé.

-Tengamos fe, chicos.- dijo Ron.- Al fin y al cabo estamos en guerra. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

-Pero de ahí a que acepten que nosotros tengamos algo que decir en ella…- dijo Harry.- Recuerda que somos unos… ¿cómo dijo? Ah, sí, "chiquillos". ¡Bah! ¡Menudo atajo de…!

Hermione se sentó al lado de Harry y se frotó los ojos. Harry la miró y después miró a Ron. Estaba ligeramente pálido y con los ojos hinchados.

-¿Habéis dormido algo? Parecéis agotados.

-Estamos agotados.- dijo Ron sentándose en el suelo frente a ellos.- No hemos parado en todo el día y, por lo que vamos, en toda la noche. Hermione con el ultimátum y yo con la lápida.

-¿La de la iglesia?

-No, tío, la de John Lennon que mola más.- dijo Ron con sarcasmo. Después levantó una mano en señal de disculpa.- Perdona… estoy cansado. Sí, la de la iglesia. Por fin me he enterado qué era lo que tenía dentro y no te lo vas a creer.

-¿Qué tenía?

-Un libro.

-¿Un libro?- preguntaron a la vez Harry y Hermione. La chica dijo: ¿Sobre qué?

-Hechizos, conjuros, maleficios, pociones… de todo. Pero lo más increíble de todo es que son completamente desconocidos.- dijo el pelirrojo pasándose una mano por el pelo para despejarse un poco.- Nadie conoce esos encantamientos. Lo que Jason me ha contado es que un comité de sabios está estudiando el libro para ver si encuentran alguno en la bibliografía existente. Pero llevan un par de días con él y no han encontrado nada.

-¿Estás hablando de magia completamente nueva?- preguntó Hermione.

-Eso parece.

-¿Y han conseguido realizar algún hechizo de esos?- volvió a preguntar la chica.

-No lo sé. No creo que Jason lo sepa tampoco. Lo tienen confiscado los del Departamento de Misterios, así que…

-Ese lugar es como una enorme alcantarilla…- dijo Harry con voz distante.- todo acaba allí de una manera u otra.

-¿Han llegado a alguna conclusión?- dijo con voz ligeramente trémula Cornelius Fudge.

El mismo hombre de barba gris y túnica azul marino se levantó.

-Así es, señor Ministro. La Orden de Merlín sugiere la legalización inmediata y total de la Orden del Fénix así como de la liberación de todos los cargos contra Albus Dumbledore, Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Granger, así como la inmediata puesta a su disposición de todos los recursos disponibles para enfrentarnos al Que no Debe Ser Nombrado con propiedad.

Fudge tragó con dificultad, pero asintió. Una mujer de túnica color gris perla se levantó.

-Como portavoz del Wizengamot declaro que apoyamos por completo las sugerencias de la Orden de Merlín en todos los puntos y añadimos que se haga lo antes posible. Por supuesto el Señor Potter estará en la Delegación como Secretario de Defensa, pero la condición será tenernos informados de todo lo que ocurra permanentemente.

"Comprendemos que La Orden del Fénix haya estado trabajando en secreto durante estos años, pero consideramos que ahora ese secretismo es absurdo y hasta inadmisible teniendo en cuenta la situación actual.

"De igual modo el Ministro de Magia, Cornelius Fudge, también compartirá con nosotros toda la información que pueda considerarse de relevancia y será el nexo entre la Orden del Fénix y esta sala, si está de acuerdo.

-Estoy… estoy de acuerdo.- dijo Fudge. La mujer se sentó. Ahora le tocaba hablar a él. Ya habían decidido todo lo que se podía decidir. Él había quedado como el chico de los recados y era muy consciente. Estaba pálido, sudoroso y temblaba perceptiblemente. Un susurro de Percy Weasley a su izquierda le hizo reaccionar y se incorporó.- Bien, señoras y señores. Nos veremos el lunes a las 9 en esta misma sala. Hasta entonces, muchas gracias.

Y la sala poco a poco volvió a quedarse vacía. Fudge bajó de las gradas seguido de cerca por Percy. Se dirigió directamente a Harry, que estaba con Ron y Hermione felicitándose mutuamente por el éxito.

-Me temo que te estás acostumbrando demasiado a dejarme en ridículo, Potter, y eso no te conviene, créeme.

Dirigió una mirada cargada de odio al trío y se fue. Aún estaban mirándole perplejos cuando Harry sintió que alguien le ponía la mano en el hombro. Cuando se volvió vio que era Dumbledore.

-Harry, la reunión será mañana a las 6 de la tarde. La Delegación se reunirá antes aquí para preparar el encuentro, a las 4. Mientras tanto intentad descansar algo.

Dumbledore se despidió y se marchó.

-Sí, vámonos.- dijo Hermione bostezando y cogiendo la mano de Ron al mismo tiempo.- No puedo con mi alma.

Harry sonrió y siguió a la pareja hasta el vestíbulo del Ministerio.

-Harry, ven a mi casa.- dijo Hermione cuando alcanzaban la fuente. Harry les miró y negó con la cabeza.- Venga, no seas tonto. Así podremos repasar todo esto antes de que te vayas.

Pero el moreno rehusó de nuevo y tras despedirse, se desapareció.


George Weasley colgó el teléfono público y salió de la cabina ajustándose el abrigo. A unos pasos de distancia, Sturgis Podmore y Tonks, pertenecientes ambos a la escuadra de aurores encargada de vigilar la vivienda del Primer Ministro muggle, le esperaban apoyados en un coche mientras se tomaban un café servido en vasos de papel. Amanecería en unas horas y el frío levantaba nubes de vapor de las infusiones calientes.

-¿Qué ha pasado al final?- preguntó Podmore.

-De todo.- dijo George comenzando a contarles todo lo que le acababa de decir Ron por teléfono. Cuando terminó los tres se quedaron pensativos un momento. Al final Tonks sonrió y dijo:

-Ya no hay vuelta atrás, ¿verdad?

-No la ha habido nunca, Tonks.- dijo Podmore.

-Ya, bueno… lo sé, pero antes… no sé. Antes no era tan evidente que estábamos en guerra. Todo era más secreto, más oculto. Ahora todo esto es muy grande.- la mujer suspiró.- Con el gobierno muggle y todo…

-¿Se sabe algo de los Desterrados?- preguntó George cambiando de tema.

-No.- dijo Podmore.- Tal como vinieron, se fueron. No tenemos ni idea de dónde están. Lo único que sabemos es que tras los ataques fueron detrás de los mortífagos. Han pasado dos semanas y no hay noticias.

-¿Sabes si tu hermano sabe algo?- preguntó Tonks al gemelo.

-¿Ron?- preguntó George. Tonks asintió.- No lo sé, aunque posiblemente sí. Ellos lo saben todo.

-No entiendo por qué no nos dejan saber nada sobre esos magos ni sobre los otros aliados que dicen que tenemos.- se quejó Podmore.- No puedo comprender por qué Dumbledore deja que manejen la Orden a su antojo.

-Tendrá sus razones, Sturgis.- contestó Tonks.- Y si no quieren que sepamos más será por algo.

-Tienes demasiada fe en esos chicos, Tonks.

-Y tú desconfías demasiado. ¿Por qué?

-¡Por que tienen 18 años, por el amor del cielo!- exclamó el auror.- Y es preocupante saber que el futuro de esta guerra está en manos de unos chavales que acaban de abandonar el colegio.

-Sturgis, - dijo Tonks haciéndole frente.- ya tuvimos esta misma discusión hace meses cuando Dumbledore le dio el control ejecutivo de la Orden a Harry. Y te repetiré lo que te dije entonces: esos chicos y ese chaval en concreto te han salvado a ti y a todos nosotros de Quien Tú Sabes al menos 4 veces y ha torcido sus planes tantas veces que ya he perdido la cuenta. Tenemos una esperanza gracias a él y no creo que tus dudas y desconfianzas le sirvan de mucho a él o a nosotros.

El auror frunció el ceño y acabó asintiendo.

-Bueno, al fin y al cabo tanto la Orden de Merlín como el Wizengamot les han dado el visto bueno. Y con ellos a todos nosotros.- dijo.

-La verdad es que es un alivio, - dijo George sonriente.- porque he colocado tantos dispositivos de vigilancia en esa casa que si me llegan a pillar no me iba a salvar de Azcabán ni Rita la Cantaora.

-¿Crees que serán necesarios?- preguntó Tonks.- Al fin y al cabo Harry estará dentro.

-Oh, lo sé, pero es que ya no tienen como prioridad escuchar la reunión, sino lo que pase dentro. Para ahorrarnos sustos.

-¿Te refieres a ataques mortífagos?- preguntó Podmore. George asintió.- Creo que la escuadra de Dedalus Diggle se encarga de vigilar a los muggles que van a ir a la reunión.

-Lo sé.- asintió George.- De hecho ha sido él el que me ha pedido que lo haga. Dice que los muggles están limpios de momento, aunque siempre existe la posibilidad de que sean manipulados o que no sean realmente ellos. Toda precaución es poca.

-Bueno, chicos.- dijo Tonks tirando el vaso de papel vacío a una papelera.- Se terminó el descanso. George, vete a casa. Pareces cansado.

-Sí, será mejor.- dijo el pelirrojo sonriendo.- Tened cuidado, ¿vale?


¡Meeeeec! ¡Meeeeec!

No hubo respuesta.

¡¡Meeeeeeeeeeeeeec!!

-¿Mmmh…?- una voz se quejó en la oscuridad.

-Es el telefonillo…- gruñó otra voz pastosa y soñolienta.

¡Meeeeeeeeeeeeec!

-¿Qué hora es?- preguntó con lengua torpe la primera voz.

Una chica se incorporó aún con los ojos cerrados y casi sin ver por donde iba se fue tambaleando hasta el hall.

¡Meeeeeeeeeec!

Agarró de mal talante el auricular y contestó:

-¡¿Quién es?!

-Hermione, soy Harry. Abre.

-¿Harry?- Hermione apoyó su aún dormido cuerpo en la fría pared y se echó el rizado pelo hacia atrás con una mano.- ¿Qué… qué ocurre?

-¿Quieres abrir, Hermione, que aquí abajo estamos a 10 grados bajo cero por lo menos?

-Claro…- dijo la chica pulsando el botón de apertura de la puerta del portal. Abrió la puerta principal de la casa y encendió las luces. Un momento después su amigo entraba por la puerta. Estaba encogido de frío, con las mejillas rojas y tiritando levemente. Algunos copos de nieve salpicaron el parquet.- ¿Qué pasa?

-He estado pensando sobre lo que ha pasado esta noche.

-Tío, ¿tú cuando duermes?- preguntó Ron con los ojos entrecerrados y rascándose la cabeza mientras entraba en el salón.

-Ya dormí algo antes.- dijo Harry evasivo.- Hermione, deberías ir tú a esa reunión.

-¿Qué? – preguntaron los dos recién levantados.

-Yo allí no pinto nada, Hermione. Tú has redactado ese guión y nadie sabe venderlo como tú. Yo allí… uf…- Harry parecía nervioso. Se retorcía las manos y aunque estaba sentado no dejaba de revolverse.- No me veo, chicos. No me veo para nada.

-¿Pero qué demonios estás diciendo?- dijo Ron con tono de enfado.

-Tío, lo que ha ocurrido esta noche ha… malinterpretado todo.

-¿El qué, si se puede saber?- preguntó el pelirrojo en el mismo tono.

-Pues que… bueno, estabais allí, ¿no? Lo pudisteis oír vosotros mismos…

-¡Por Dios, ve al grano!- exclamó Ron casi cogiendo de la pechera al moreno.

-¡Que yo no puedo ir a ninguna parte como Secretario de Defensa, Ron!- dijo Harry al final.- ¡Se han vuelto locos! ¡Eso es como ser Ministro de Defensa! ¡Aunque sea de mentira, aunque sea sólo por esta vez! Esto es demasiado, chicos y… y…

-¿Y qué?- preguntó Ron.- Mira macho, yo flipo contigo, te lo juro. O sea, que llevas casi un año al mando de la Orden con todo lo que ello conlleva y ahora me vienes con que no te ves como Secretario de Defensa. ¡Vete por ahí, tío!

-Por favor, Ron, no compares.

-¿Cómo que no compare? ¿Me quieres decir que es más fácil coordinar a una organización secreta que los recursos del Ministerio? ¿Me estás "acaso" queriendo decir que organizar grupos de magos que actúen en el más absoluto secreto y que no nos pillen es más fácil que hacer lo mismo, pero sin esconderse de nadie? Perdona que sea tan franco, amigo, pero creo que lo único que te pasa es que te da pánico ocupar el lugar oficial que has estado invadiendo desde hace más de 12 largos y cochinos meses. ¡Y lo peor de todo es que te da por tener estas crisis existenciales cuando después de casi 20 horas sin parar consigo dormir algo!

Ron respiraba agitado después del arrebato. Harry le miraba un tanto perplejo y Hermione les miraba a ambos con cara de sueño. No pudo evitar un gran bostezo que desvió la atención de ambos hacia ella. Ron resopló enfadado y se sentó en un sillón frotándose los ojos. Harry frunció el ceño confuso y miró a Ron sin saber muy bien qué decir.

-Harry,- dijo Hermione calmada.- Aunque no estoy de acuerdo con el modo en que Ron te lo ha dicho, la verdad es que tiene toda la razón. Después de todo lo que hemos hecho, de lo que has hecho… ¿Por qué dudas de ti mismo ahora? Sólo es un título, una etiqueta. "Secretario de Defensa" es un mote sin más. No debería preocuparte tanto.

Harry hundió la cabeza entre las manos. Hermione se levantó y abrazó a su amigo. La chica notó que temblaba un poco.

-Venga, venga… No puedes presentarte así ante Fudge.- Hermione sintió una ligera sacudida de su amigo, que se había reído.- ¿Ves como te tenías que haber venido a dormir aquí? Vamos.- dijo soltándole y arrastrándole hasta el armario del pasillo donde guardaba las mantas. Sacó un par de ellas y se las puso en los brazos. Aún tenía la mirada perdida.- Hay algo más, ¿verdad?

-No, realmente no.

-No me mientas, Harry Potter. Nunca se te ha dado bien ocultarme cosas.

Harry miró a su amiga y suspiró, vencido por la evidencia.

-No tiene importancia, pero cuando llegué a Grimmauld Place después de clase me acosté y… bueno, soñé con la serpiente de Voldemort.

-¿Y tus barreras de oclumancia?

-Se me olvidaron por completo. Estaba agotado.- Harry le contó el sueño.- Por eso Henrich me encontró despierto. Pero es una chorrada de sueño. No significa nada. Una conversación tan estúpida con una serpiente no significa nada. ¿Qué Voldemort está acechando? Ya lo sé. ¿Que quiere matarme? Menuda novedad. No es nada, en serio. No hay que preocuparse por eso.

-Pero tú sí te preocupas.

-Sí, bueno, sueño más rayada posterior. Ya sabes, vienen en pack.- dijo Harry cínico tratando de quitarle hierro. Volvió a suspirar y negó con la cabeza.- Pero no merece ni un minuto de vuestro tiempo, así que, dejemos el tema, ¿vale?

Hermione asintió y le hizo salir al salón. Ron se había quedado dormido en el sillón y después de dejar a Harry preparándose la "cama" en el sofá grande, la chica sacó otra manta y se la echó encima al pelirrojo. Ella volvió a su cama pensando en lo injusto que era para Harry ser responsable de tantas cosas siendo tan joven.