¡HOLA! Aquí me presento con la entrega bianual de mi fic. La demora excesiva tiene muchas explicaciones, pero sería muy largo y además triste de contar. (Me han pasado muchas cosas en este último tiempo, pero no creo que les interese saberlo, me limitaré a mi labor de escritora, jeje) Además he estado muuy ocupada en el colegio haciendo todo tipo de trabajos estúpidos que a fin de cuentas no sé para qué nos van a servir en el futuro, sin mencionar lo de mi crisis vocacional. Pero bueh... siempre hay cosas que a uno le suben el animo ¿no? Como el animé, danza árabe y, como no Tarkan... espero que toda esta charla motivacional les haya servido de algo... bueno, creo que no, pero a fin de cuantas no estoy aquí por eso...
El punto de todo este largo y aburrido prologo es que aquí les va el tercer capítulo del fic más cebollento de esta página, espero que lo disfruten y lo más importante... MANDEN REVIEWS PORFA! Cada vez que leo uno nuevo me chamusco de la emoción, bueno en sentido figurado claro.
PD: En realidad habían muchas otras cosas que quería contarles, pero se me olvidaron... jeje, debe ser la grasa que me taponea las arterias la que no me deja pensar claramente... pero hay algo que no se me ha olvidado... es un tema muy importante que quiero tratar con ustedes... pero se los diré al final del capítulo (es una estrategia comercial que estoy practicando, espero que resulte) ahora si a leer!
Capítulo 3.- Malas costumbres.
Kilua salió corriendo de la habitación... estaba furioso. "¡Mi padre me prometió que si no quería no tendría que hacerlo!" Pensaba el chico. Creía que después de haberlo desilusionado tanto no iba a querer elegirlo a él... pero lo hizo... ¡El maldito lo hizo!
Así llegó sin querer al mausoleo de la familia. Entró y pudo ver todas las criptas de sus antepasados hasta que se topó con la que se había unido más recientemente, la de su padre. La cripta solo decía: "Silva Zoldick", su fecha de nacimiento, la de muerte y una sencilla inscripción el latín que decía: "Mors ultima ratio"... "la muerte es la última razón de todo" leyó Kilua, palabras muy ciertas pero que no tenían nada que ver con él, ese maldito bastardo le había robado el único poco de libertad que tenía, ahora tendría que alejarse de Gon y de todo lo que alguna vez soñó hacer. ¿Cómo se atrevía a arruinar su vida de esa manera? A el le encantaba estar con aquel chico, lo apreciaba mucho, aunque nunca se lo había expresado abiertamente debido al tipo de educación y la infancia tan solitaria por la que había tenido que pasar... ahora que tendría que dedicar el resto de su vida a eso...Como quería huir de aquel lugar, vivir una vida normal, sólo quería eso...
Después de patear y escupir la cripta de su padre unas cuantas veces regresó a su habitación para llamar a Gon:
- Gon, quiero hablar contigo.- Saludó el chico triste y desganado.
¿Qué pasó? Te noto mal.- Terció Gon.
- No... casi nada, solo que, tal como me lo temía, mi padre se las arregló para que tuviera que hacerme cargo del negocio familiar.-
- Pero, yo creí que ya ese asunto estaba aclarado.-
- Yo también creí lo mismo, pero no me pude salvar, nisiquiera después de que el viejo se murió.- Sentenció Kilua amargado.
- Bueno... pero podrías tomarlo por el lado amable y aprovechar este tiempo para estar con tu familia¿No crees- Preguntó Gon en tono afable.
- Jaja... parece que no me hubieras conocido nada en todos estos años Gon... no han pasado ni dos días y yo lo único que quiero hacer es salir corriendo de aquí, no soporto a nadie en esta casa. Estar aquí lo único que hace es que me ponga a pensar en cosas que... definitivamente no quiero recordar... – Kilua se quedó callado por unos momentos. Le hacía mal todo aquello.
Gon tampoco sabía que decir. No podía darle ningún consejo, ya que jamás había vivido una situación parecida; saber que su amigo estaba sintiéndose mal y que él no podía hacer nada hacía que se sintiera impotente.
- Lo siento Kilua, creo que no soy yo la persona indicada para darte ningún tipo de consejo.- Se disculpó finalmente el chico. –Lo único que puedo decirte es que te tomes las cosas con mucho cuidado y que si tienes algún problema no dudes en llamarme.
- Muchas gracias Gon. En serio no quiero que te sientas mal ni nada parecido, lo que pasa es que ni tu ni nadie podría entender jamás lo que me pasa... yo... bueno, no tiene sentido hablar de eso ahora. Bueno, espero que estés bien y que pronto podamos hablar. Adiós Gon.
- Adiós Kilua. – Ya no había mucho más que decir en esa conversación, así que el chico prefirió guardarse sus palabras para otra ocasión.
Después de aquella charla, un mayordomo tocó la puerta de Kilua, avisándole que lo esperaban en el despacho de su padre. Al llegar allí se encontró con el abogado, Irumi y una mujer.
¿Para qué me llamaban- Preguntó molesto.
- Es para presentarte a tu nueva ayudante. – Respondió Irumi.
¿Ayudante¡Qué es eso porfavor!
- Ya sabes, es una persona que facilita el trabajo de alguien por medio de... -
¡Ya sé lo que es un ayudante idiota! Lo que quiero saber es para qué.-
- Mmm... bueno, en realidad nadie sabe muy bien para qué, pero en el testamento decía que esta chica tenía estar aquí para aconsejarte y guiarte sobre cualquier detalle que quisieras saber con respecto al negocio... creo que es principalmente para eso. – Aclaró Irumi.
La joven tenia aproximadamente la misma edad que Kilua, tal vez un año menos. Estaba sentada muy silenciosamente en uno de los mullidos sillones de la sala. Pero a raíz del estado de furia en que Kilua se encontraba, nisiquiera la tomó en cuenta, incluso pasó a su lado mientras se dirigía hacia su hermano para arrebatarle el testamento de sus manos... era extraño, Irumi parecía inclusive deleitado con todo aquello por lo que Kilua estaba pasando, además parecía adorar el control que tenía por sobre su hermano menor en esos momentos, definitivamente Kilua estaba atrapado.
Le tiró el testamento en la cara, atravesó la habitación a grandes zancadas y cerró la puerta.
- Discúlpalo, el generalmente no es así es que está pasando por una situación muy difícil.
La muchacha asintió comprensivamente con la cabeza.
El testamento puntualizaba también que debía presentarse el lunes siguiente al trabajo... el domingo por la noche, se encontraba en su habitación comenzando a resignarse... era impresionante la manera en la que su vida había cambiado en tan corto tiempo, sabía que ya no tenia sentido seguir luchando. Por otro lado, tendría que volver a matar, cosa que realmente lo inquietaba mucho, aunque, bueno, hay cosas que no se pueden olvidar tan fácilmente, y seguramente ser asesino era una de ellas.
Aún sentía curiosidad por saber qué sentiría al enfrentarse a una víctima otra vez, trató de verlo como un reto más que como una obligación.
Finalmente se quedó dormido.
A la mañana siguiente se presentó en la oficina de su padre. Al entrar, se encontró con la chica que había visto ayer sentada en el escritorio de su padre, al verlo se paró muy rápidamente, con una clara expresión de vergüenza en su cara.
- No te preocupes. - Dijo Kilua con un tono muy calmado en la voz. – A propósito , quiero disculparme por lo del otro día, estaba bastante exaltado. –
- Pierda cuidado señor. – Respondió la chica.
- A todo esto¿Cómo te llamas? – Preguntó Kilua cercándose a ella.
- Rioco. –
- Rápidamente completó la oración.
- Mi nombre es Rioco, señor. –
- Mmm... está bien Rioco, dime qué es lo que debo saber. –
Rioco comenzó a explicarle detalles puramente técnicos sobre el negocio, las otras cosas además de matar. Así se pasó un largo rato enfrente de Kilua, mientras este hacía como que escuchaba, ya que quedó atrapado mirando la cara de la chica. Había algo en ella que le llamaba la atención, además de su belleza, era extraño... en esos momentos no supo ni cómo explicárselo a si mismo, pero no le tomó demasiada importancia, ya descubriría qué era, lo único con lo que contaba de sobra, era tiempo.
- Señor Kilua. –
¿Ah?... ¡Oh! Perdón, me desconcentré. - Se disculpó distraídamente Kilua.
- Ah... bueno, yo sólo quería avisarle que su primer cliente lo está esperando afuera. – Le avisó la chica.
- Dile que pase. –
- Como usted diga señor. –
Entonces pasó un hombre de estatura media, macizo, que vestía un terno muy formal; habían muchas arrugas en su cara y su pelo era completamente cano. No tenia menos de 70 años. Con paso decidido y firme llegó hasta el escritorio de Kilua y le extendió la mano.
- Buenos días, mi nombre es Temori Adeko. – Dijo el hombre muy seco.
- Bueno dígame¿Qué es lo que puedo hacer por usted- Kilua intentó parecer serio y competente, aunque no lo fuera.
Temori lo miró directamente a los ojos y de pronto comenzó a llorar desesperadamente.
¡Ya no aguanto más¡ Ese hombre me tiene fuera de control... ¡Dentro de poco me volveré loco!
La primera reacción de Kilua fue de total desconcierto, claro, tener a aquél hombre llorando como un bebé no era nada agradable para él, ni honorable para aquel hombre. Después de unos cuantos minutos, Kilua comenzó a perder la paciencia.
¡Compórtese como hombre quiere! Ahora cállese de una vez por todas y dígame a quien tengo que matar.
Cuando el hombre ya se tranquilizó, pudo finalmente decir:
- Es mi hermano Meruno Adeko, quiero que lo asesine cuanto antes... -
Después de pedir todos los datos necesarios y arreglar la forma de pago, Temori Adeko se retiró.
Kilua se sentó en el sillón que había a un lado, un poco cansado
- Vaya... al parecer esto será más difícil de lo que creía.
Así estuvo toda la mañana recibiendo clientes, hasta que llegó la noche... el momento en el que toda la familia Zoldick se pone a trabajar, bueno, más específicamente Irumi y él, ya que ninguno de sus otros dos hermanos se dedicaba a ello, su hermana pequeña sólo cuidaba de su madre todo el día y Milky... bueno, Milky era un parásito más que nada.
Se repartieron la lista y así comenzó la cacería.
- Veamos, el primero es... Nobu Sakamoto. – Leyó Kilua mientras revisaba la lista.
En un bar de la cuidad encontró a su presa, se sentó en una mesa alejada de la barra, en donde se encontraba Nobu. Estuvo ahí por unos cuantos minutos esperando a que él se fuera del bar para así poder arrinconarlo en un callejón cercano para matarlo.
De pronto se dio cuenta de que una chica se acercó a su presa. Las luces del lugar eran muy tenues pero sin embargo los ojos de Kilua estaban muy atentos, estaba emocionado, incluso excitado con la idea de volver a matar... sentiría la sangre cálida en sus manos, vería de nuevo aquél rostro suplicante por piedad... ahora no tendría porqué esconder sus instintos de asesino. Ahora de hecho, era su obligación.
Kilua seguía observando aquella escena. La pareja, al parecer sostenía una conversación muy agradable y a la vez apasionada. De un momento a otro, el hombre intentó besarla, pero la chica lo detuvo poniendo su mano de por medio, a cambio de eso le tomó de la mano y se lo llevó del bar en el que se encontraban. Kilua esperó unos cuantos minutos para salir también detrás de ellos.
La cuidad parecía muy animada aquella noche de verano. Las luces artificiales hacían que el ambiente pareciera más irreal. Las calles estaban atestadas de gente gritando, riendo y conversando. Pero nada de esto hacía que el chico se desconcentrara de la pareja que era su objetivo. Caminaban tomados de la mano y aprovechaban cualquier alto en el camino para basarse intensamente. En estos momentos ellos dos era un blanco extremadamente fácil, pero sin embargo prefirió esperar al instante justo para hacerlo. No quería desperdiciar la mejor oportunidad que se le presentase.
Luego de caminar unas cuantas cuadras, llegaron a un hotel, sin duda el mejor de la cuidad. El hombre se acercó al mostrador y pidió sus llaves. La chica lo abrazaba tiernamente mientras él conversaba despreocupadamente con el recepcionista. Kilua se encontraba observando desde una distancia bastante prudente como para no ser descubierto. Una vez ellos ya habían subido el ascensor, el chico los siguió sigilosamente hasta le habitación. Ya podía sentir el olor de la muerte circulando por sus venas. El ser humano dio paso a un animal que estaba sediento de sangre, un animal que sólo pensaba en matar.
Nota de la autora:
Mérhaba (jeje... hola) bueno, como pueden ver escribí muuuuucho, pero como que no avancé nada ejem... bueno, prometo que el próximo capítulo será más emocionante (se los prometo, no crean que son puras mentiras, sólo les adelanto que... "hay algo raro en esa chica"...) además espero poder actualizar más a menudo, aunque no creo que eso pueda suceder... Jejeje, bueno se hace lo que se puede.
Hay muchas cosas que quisiera contarles... creo que pondré uno de esos diarios de vida que la gente escribe por Internet, aunque en realidad no les encuentro mucha gracia, en realidad me gusta que ustedes me digan que es lo que opinan y eso... pero me estoy desviando del tema... ¿ se recuerdan que yo les dije al principio de este emocionante capítulo que había algo muy importante que yo quería tratar con ustedes? Pues, ha llegado el momento (redoble de tambores, porfavor) y es eso de que en casi todos los reviews me dicen que no quieren bajo ningún motivo que la historia sea Yaoi. Cuando lo leí casi se me cayeron los pelos... "no puede ser" pensé "pero si para eso fue que la escribí! Para que Gon y Kilua se dieran como caja!" bueno, no tanto como caja (ese es un término muy chileno que ocupamos cuando dos personas se aman mucho... y la flor y la avejita... creo que me entienden ¿no? Jeje) el punto es que le he hecho algunos cambios al argumento del fic para que sea del gusto y agrado de todos los presentes (incluyéndome a mí, claro). Creo que con eso ya solucionamos ese problema... espero que queden conformes y que lo sigan leyendo y opinando sobre él ya que lo hago con mucho cariño para todos ustedes.
Espero que lo hayan disfrutado y disculpen, pero mi cuerpo pide un descanso a gritos! Ahora acabo de descubrir que un viernes por la noche no es el mejor momento para escribir un fic... pero este ha sido el único tiempito libre que me ha quedado dentro de toda la semana, y francamente mis neuronas no están trabajando bien... bueno cuídense, pórtense mal y pásenlo bien (como dice mi abuelita...) y espero que nos estemos leyendo pronto. Chau!
Bastet57
