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¿Una Ilusión?
Capítulo cinco: Eternidad.
Por Chiisana Minako.
Sólo el sonido de las risas de los pequeños al jugar podía hacer el ambiente más encantador, pero aún era muy temprano para eso; era otoño, los árboles tenían sus hojas anaranjadas y secas, pero aún no las habían perdido. Una brisa refrescaba el ambiente, al igual que los rostros de una pareja que caminaba de la mano. Los cabellos negros de ella se entrelazaban con los plateados de él, caminando uno al lado del otro.
- ¿Lo sabes, verdad? -murmuró InuYasha, sin romper el encanto del paraje. Él volteó la mirada hacia ella, quien sólo asintió de forma suave.
- Y espero que tú también lo sepas… -al parecer él no entendió a lo que Kagome se refería, por lo que la joven prosiguió- … que estaré a tu lado… -el hanyou la vio algo enternecido, sin saber qué decir- … pase lo que pase.. -pronunció cada palabra de forma solemne, pero manteniendo la sonrisa en sus labios.
Al día siguiente era, lo que suponían, la batalla final contra Naraku. Sabían perfectamente que quizás no volverían a verse. InuYasha había sido llamado por los Shimidamachuu de Kikyô, tardando medio día en volver. Y cuando lo hizo, ya en la noche muy avanzada, como lo temía Kagome estaba despierta y esperándolo. Sus ojos eran tristes, pero su sonrisa no era falsa. El hanyou no fue capaz de soltar uno de sus comentarios agresivos para ocultar lo extraño que se sentía, sólo se sentó frente a ella, siendo la fogata el intermediario. Cuando hubieron pasado unas horas, aún en silencio, y comenzaba a amanecer, ella anunció un suave 'Tenemos que hablar' y se levantó, él imitándola al instante, y se alejaron del resto del grupo que aún dormía con tranquilidad.
Ella le había cogido de la mano casi cuando hubieron llegado cerca de la aldea, y era por donde caminaban ahora. Sólo sus pisadas en el pasto seco eran el sonido en la naciente mañana, aún quedando retazos de la noche recién pasada. No necesitaban decirse nada más, él también daba el suave agarre a la mano de la quinceañera, caminando a la par, sólo chocando sus miradas por un instante, causando la sonrisa de ella. InuYasha sólo la miró por un momento con un leve rubor, y sus labios también se curvaron levemente para formar una pequeña sonrisa.
Kagome se despertó del recuerdo aún con el aroma de él invadiéndola. El haori que estaba abrazando estaba muy húmedo, en especial la parte que estaba adherido a su rostro, bañado de lágrimas. Miró hacia todos lados, descubriéndose totalmente sola, aún sobre la cama del hospital. Sus ojos no estaban secos, no, no todavía. Habían derramado millones de lágrimas, pero aún no cesaban de hacerlo. Durante segundos se olvidaba del motivo de su llanto, pero no podía dejar de ver ese árbol con ojos ausentes. De vez en cuando una hoja seca rojiza caía al pasto, e ilusionada posaba su mirada sobre ella, para luego descubrir el vil engaño y sonreír por dos segundos, sin saber por qué.
Fue rodeándose a sí misma con los brazos, apretando la tela entre sus dedos sin mucha fuerza, no tenía energías para nada. Quién diría que ella no fue la primera en partir. Quien diría, que fue él quien se fue de su lado. Él, poderoso hanyou y no ella, débil humana. Sí… él murió como un humano… humano, como ella… ¿entonces por qué tuvo que irse él¿Por qué él y no ella…?
Las costuras de la blanca tela crujieron. Ahora sí que apretaba su prenda de vestir con fuerza. Abrió sus ojos fuertemente cerrados por un segundo, para ver el origen del ruido, y quitar sus manos, las que rozaron con un vaso sobre una bandeja. Había olvidado eso… una enfermera vino a dejarle comida hace algunas horas, y su conversación fue un monólogo. Kagome no respondió. Apenas y se dio cuenta de su aparición. Ahora la miko volvió su atención a la bandeja, con pequeñas porciones de comida muy saludable, verduras cocidas y gelatina de sabor indefinido, tan características de un hospital. Si InuYasha lo viera… seguro que pediría a gritos por ramen. "Ramen…" La mueca de su rostro desapareció. Una gota alteró la tranquilidad del jugo sobre el vaso de vidrio, otra lágrima más. Miró con detenimiento el vaso en su mano; jugo de manzana, que tenía una tonalidad cristalina dorada… ¡Dorada! Los ojos de InuYasha… tuvo la fugaz visión de ellos viéndola con ahínco, escrutándola…
Contuvo la respiración cuando el sonido del vidrio roto llegó a sus oídos, derramándose el jugo en el suelo.
Todo le recordaba a él… ¿por qué? Tenía visiones rápidas de InuYasha, durante la última noche… cayendo desde la ventana, siendo abrazada por el chico humano… viéndolo decir… sus últimas palabras..
- Maldita sea… -uno de sus puños impactó con el colchón de la cama- InuYasha… -sus sollozos eran suaves, agónicos, desesperados. Recogió sus pies, levantando sus rodillas y también la delgada manta que las cubría; sin que ella lo notara la bandeja fue resbalando hasta caer al suelo, quién sabe si derramándose su contenido o no, Kagome tenía hundido el rostro en sus rodillas, maldiciéndose por hacer las cosas tan mal. "¿Por qué? No es justo.." Su mano empuñada golpeó su rodilla, hasta que sintió un dolor más fuerte.
La blusa blanca de hospital fue arremangada por la chica, redescubriendo vendajes recientes, en sus dos brazos, también en una pierna. ¡Es verdad…¿Dónde…?
La puerta del cuarto se abrió de improviso, dejando pasar a la señora Higurashi con un semblante preocupado, algo agitada, al parecer había venido corriendo o a un paso muy rápido.
- Hija mía¿qué sucedió? -se había asustado al escuchar cosas caer al suelo, pero apenas hubo llegado cerca de la cama de la joven, ésta se le abalanzó encima abrazándola, sin dejar de llorar por un segundo. La mujer sólo pudo verla con preocupación, abrazarla también y acariciarle la cabeza. Esto le recordaba esa tarde de primavera en que la encontró llorando, frente al Goshimboku, porque al parecer debía tomar una decisión importante. ¿Qué le sucedería ahora? Su llanto le parecía más desgarrador.
- Mamá… -su madre inmediatamente buscó el rostro de su niña- … ¿dónde… dónde está InuYasha? -Kagome suponía haberse desmayado luego de oírlo a él… ella estaba en el hospital, porque estaba herida, pero… ¿y él¿Dónde había quedado su cuerpo inerte?
- ¿InuYasha? -preguntó extrañada- No lo sé… ¿estaba contigo? -Kagome sólo asintió con la cabeza, volviendo a esconderla en el regazo de su madre. "Oh, pequeña… ¿qué pasa contigo?" Le acarició la cabeza una vez más, intentando calmar su incontrolable llanto.
- ¡Agh¡Osuwari! -acto seguido el hanyou cayó de bruces al suelo, profiriendo insultos a diestra y siniestra.
¿Razón de la pelea? Kouga. Como siempre InuYasha acababa con algún comentario que la hacía enojar.
Nunca volvería a ver su rostro enfadado, su rostro celoso. No volvería a viajar en su espalda, ni a esperarlo noches enteras, rogando porque regresara de encontrarse con Kikyô. No podría volver a mirarlo en secreto, cuando él no se fijaba.
El hanyou se había sonrojado, quizás por verla sonreír.
- Kag.. -fue callado por los labios de la chica, quien en un segundo se puso en punta de pies y atrajo el rostro del hanyou hacia ella, capturando los labios de él en los suyos. Aún dentro de un sueño… seguía siendo su primer beso.
Se sentía tan real… no sabía exactamente si era como el InuYasha verdadero de carne y hueso, ya que nunca se habían besado. Lo bueno es que estando en medio de la ilusión los nervios quedaban atrás, sólo dejaban sus pensamientos, todos sus anhelos… posicionados en esos labios tibios que rozaba aún con cierta timidez. El cuerpo de él estaba rígido, podía sentirlo. Nunca había tenido un sueño en que se sintieran sensaciones como las que tenía corriendo por todo su cuerpo. Rodeó el cuello de él, acercándose más, pegando sus cuerpos.
De un momento a otro los brazos de InuYasha se deslizaron hasta su cintura, comenzando a corresponder el beso bastante intensamente, casi no se notaba su falta de experiencia, le robaba el aliento, lamía su boca, le robaba todo su ser a través de sus besos…
Los ojos de Kagome volvieron a llenarse de lágrimas. Pudo probar sus labios, sí… más de una vez, pero ésas serían las últimas. Nunca más podría… Se llevó una mano a los labios, sintiendo por un momento el salado sabor de las lágrimas que caían sobre ellos. Miró mejor donde se encontraba y se vio en brazos de su madre, que dormía sentada en una silla, al lado de la cama. La joven miko pensó en librarse y acomodar a su progenitora de forma que pudiese dormir más cómoda, pero prefirió tener un momento de egoísmo y mantenerse así, cautiva en su abrazo maternal. Sonrió levemente, con ternura. Su madre… siempre un apoyo para ella. Y otra vez, volvió a sucumbirla el miedo. ¿Qué tal si la perdía a ella también?
Su mayor temor… la muerte de InuYasha… ya era un hecho. 'Muerte'… cómo le dolía esa palabra. Cómo le costaba siquiera pensarla. Junto con él se había resquebrajado y muerto una gran parte de su corazón. Sobre una cómoda, puede ver unas flores frescas, con una tarjeta de Hôjô. "Lo siento.." Es lo único que puede pensar, sabe perfectamente, que por más que lo intentase, no olvidaría nunca a InuYasha. Y tampoco desea hacerlo… quiere que él siga en su ser por siempre; que aunque sea el dolor de su pérdida, o la frustración de nunca haberle dicho cuánto lo amaba, lo que lo mantenga latente en su corazón para toda la eternidad. "Siempre permaneceré a tu lado… no importa lo que pase, no te abandonaré…" Se dice una y otra vez, segura que él puede escucharla, desde algún lugar. Las lágrimas corren sin control por su rostro, manchando la falda de su madre, pero sus irritados ojos no tienen intenciones de detenerse. Ni todas las lágrimas que su organismo pudiese producir, lograrían calmar su dolor.
¿Cómo era que no se sentía preparada? Sabía de antemano que tarde o temprano Kikyô se lo llevaría al infierno… ¿quizás ahí le quedaba el consuelo que él podría llegar a ser feliz? Quizás… ¿qué no estaría solo?
O tal vez… simplemente le hería mucho más el que haya muerto por su culpa.
- ... Kagome.. -dijo él, en un tono muy bajo y claramente forzado- .. e.. eres una tonta... -el café de sus ojos la vio con melancolía por unos segundos, esbozando una ligera sonrisa.
Sus ojos volvían a llenarse de las inútiles lágrimas cada vez que lo recordaba. El nudo en su garganta ya casi amenazaba con cortársela, aunque la verdad no le importaría morir… ir junto a él. Había pasado por su mente, el herirse con algún tenedor o cuchillo de su comida para producir su propia muerte. Pero volvía a recordar ese último gesto que recordaba de él; esa pequeña sonrisa que no sabe por qué esbozó. InuYasha… él no le permitiría hacer algo como eso, suicidarse. El hanyou se sacrificó por ella… de ninguna manera debe atentar contra algo que él protegió con su vida.
Con su vida…
¿Cómo fue posible¡Por qué¡Él siempre decía que era fuerte¡Que los patéticos demonios no podían contra él¡Que no moriría hasta acabar con Naraku¡Que él podía…! Ya no pudo seguir callando sus sollozos. Ya no podía más.
- InuYasha.. -apretó los dientes, sintiendo las lágrimas mojando su cara, invadiendo su boca- .. InuYasha.. -sus puños estaban apretados, quería gritar, gritar muy fuerte, ahogar su frustración, su impotencia, sus infinitas ganas de llorar, sus deseos de morir, de desvanecerse con el viento, de llegar junto a él, de alguna manera…
- Oh Kagome… -su madre le levanta el rostro, para acercarse y abrazarla con fuerza. La joven hizo lo mismo, apoyando su mentón en el hombro de ella, por fin sus sollozos pudiendo salir con libertad, al igual que otros quejidos provenientes de su boca.
Del otro lado, la señora Higurashi se mantenía en silencio, dando suaves golpecitos en la espalda de su pequeña niña. Lágrimas muy pequeñas querían salir de sus ojos cerrados con suavidad; lo cierto era que nunca había escuchado a Kagome llorar con tanta desesperación, y el sentir el dolor agónico, de alguien a quien ama tanto… simplemente es capaz de hacerle sentir ese molesto cosquilleo en los ojos, y producir lágrimas no deseadas. Ya no era como antes, lo sabía, como cuando Kagome era una niña y ella podía solucionárselo todo. No quería preguntar qué le sucedía, sólo quería que se encontrara bien… y si ella quería decírselo, estaría disponible para escucharla.
- Mamá… -la quinceañera no se separó un centímetro de su madre- ¿… cómo… -ahogó un sollozo- … cómo superaste… la muerte de papá? -ahora la mujer abrió los ojos con sorpresa, era un tema que nunca habían tocado, no porque ella no quisiera, pero le daba la impresión que Kagome siempre tuvo temor de preguntarle.
¿Cómo… superaste la muerte de papá?
"No lo hice.." Fue la respuesta automática en su cabeza.
- Cariño… -acarició la cabeza de su hija- La muerte de tu padre… es algo que nunca he podido ni podré olvidar… pero tú y Sôta son mi alegría de vivir, mis tesoros… -sonrió con cierta melancolía- Además, lo menos que tu padre podría querer… es que yo viva mi vida triste por su causa..
Kagome lo sabía. Sabía que su madre tenía razón. ¡Pero no podía, no era tan fuerte como ella! Siempre la admiró, por esa sonrisa constante, por su decisión y éxito al sacar adelante a su familia, siempre quiso ser como ella. ¡Por qué no podía detener sus lágrimas¡Por qué?
Y lo peor era que sabía que por más que llorara, él no regresaría. Aunque ese inmenso dolor que era como una espina atravesada en su corazón fuera el único lazo que quedara entre los dos… lo atesoraría con toda su alma. Y lo dejaría en un altar donde nadie más pudiese tocarlo, porque no existiría en su ser amor más grande que el que ella le profesa a InuYasha.
- Kagome… -su voz cuando solía darle un tono grave, ese tono de voz que podía deleitar sus sentidos y hacerla poner nerviosa…
… era el que más recordaba.
"InuYasha… perdóname.."
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Fin del Capítulo Cinco
No os diré si InuYasha realmente está muerto o no, si revivirá o no, la respuesta misma está en estos cinco capítulos que he publicado, por lo que no revelaré aquella valiosa información.
¿Podría llamarse Angstie? Díganmelo ustedes, mis niños angst, a quienes dedico este chappie; Lenny-chan y Meiko-sensei.
También a Nad, Sis, Manito, Fru y Denisse-sempai, amigos queridos. Y a Yash-chan y Say-P, personitas tragedy también. No olvidándome de Anyara, que a pesar de haberla conocido hace muy poquito ya me cae muy bien y me comprende xDD.
¡Perdón, perdón! Por la tardanza y por las notas de autor tan largos. Agradezco enormemente vuestra paciencia.Ojalá os haya gustado este capítulo, y desde ya agradezco al que haya llegado hasta acá. Cualquier cosita (duda, consejo, crítica constructiva, opinión..) en un review o a mi mail.
¡Muchas gracias por otro, muchos ánimos y se cuidan!
Chiisana Minako.-
