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Dedicado especialmente a Nad-chan, Lo-chan, Anyasempai y Denisse-sempai Y también a Felpa-chan, por la ayuda del formato.

¿Una Ilusión?

Capítulo seis: Las esperanzas necesitan pruebas.

Por Chiisana Minako.-

El frágil pie de la muchacha hizo contacto con el pasto húmedo. Sólo dio un último vistazo hacia atrás-mirando a través de la ventana por la que acababa de salir- donde yacía su madre dormida dentro de la habitación que estaba destinada a ella. Las horas no pasaban en vano. Había dejado la luz prendida…

Al fin. Al fin había llegado frente a ese árbol que le recordaba tanto a aquél. Sus ojos ausentes y sin brillo sólo pueden mirarlo, al parecer están demasiado irritados como para comenzar de nuevo a derramar lágrimas. O quizás se han cansado de hacerlo, sabiendo que no tiene caso, el nudo en la garganta no se quita, ni tampoco el dolor que porta su corazón. Alarga una mano hasta que su palma puede rozar la corteza del árbol, y la acaricia como si de un tesoro se tratase. Le recordó vagamente a cuando vio a Kikyô hacer lo mismo, con el verdadero, con el Goshimboku. Sonrió con ironía. Incluso ella misma se comparaba con la miko… ¿qué importa? Ahora no está él para decírselo. Sus uñas se enterraron en la superficie que antes sus dedos tocaban con delicadeza, aún manteniendo una sonrisa, algo irónica esta vez, pero con unas lágrimas rebeldes atravesando sus mejillas. ¿De qué serviría llorar? .¿Por qué no podía detenerse?

Retiró su mano del árbol cuando algunas astillas se han enterrado en su piel. Mira hacia arriba, sin preocuparle el viento helado que le enfría las lágrimas contra la cara. Luna llena…

¿Luna llena?

¿Cómo es posible? Si hace tan poco InuYasha… él… ha sido humano, lo que significa una noche sin luna, entonces… ¿Qué es lo que sucede? En cualquier caso, las anomalías astronómicas son lo que menos le interesan. Forzando un poco la vestimenta blanca del hospital, Kagome se afirma de unas ramas y comienza a trepar el gran árbol. Nostalgia… de cuando a veces le acompañaba largas y silenciosas horas, mientras él sólo veía el cielo con melancolía, ella sólo preguntándose en qué podría estar pensando, intentando imaginar que no se trataba de cierta miko, y sentándose para contemplarlo, haciéndose presente, no dejándolo solo con su dolor.

Sus habilidades para trepar árboles nunca fueron las mejores, aunque ya llevaba una altura considerable, algo bastante meritorio considerando su condición.

"InuYasha…" Sus ojos nublados por las lágrimas hacen el esfuerzo de dilucidar qué ramas tomar. La más cercana ya debería estar al alcance de su mano… luego de parpadear y que sus lágrimas comiencen su carrera al suelo, puede comprobar que ha intentado tomar una rama que no existe. Su visión borrosa la ha traicionado. Los pequeños destellos en forma de gotas saladas van quedando suspendidos en el aire, o eso le parece a ella, ya que aparentemente cae a mayor velocidad. La voz parece perdida en su garganta, aunque ni siquiera desea gritar. Sólo cierra los ojos. "InuYasha… ¿puede ser… que vaya contigo esta vez…?" Una pequeña sonrisa se asoma en su rostro.
.

El sonido del electrocardiógrafo, registrando los latidos de su corazón con ese irritante sonido, es lo que le indica a la joven que se haya de vuelta en la habitación. Lo extraño es que no siente dolor físico. "¿Cuánto tiempo habrá pasado…?" Sólo sabe que se halla en el cuarto de un mundo del que de ahora en adelante no saldrá. No más Sengoku, no más aventuras, no más… InuYasha. Él se había quedado con los fragmentos la última vez, saltar al pozo sería inútil, ni siquiera podría despedirse del resto de sus amigos.

Dicen que todo sucede por algo.

¿Acaso ella ha actuado tan mal como para que algo así suceda? Sus ojos no quieren cooperarle, nuevamente han comenzado a arderle y a producirse en ellos esa picazón tan molesta. Sin poder contener los sollozos se quita las lágrimas con excesiva fuerza, furiosa e impotente de no poder hacer nada. ¡Nada! Sus párpados estaban más rojos ahora.

— Hey, vas a acabar sacándote los ojos… -una mano se posó sobre la de ella con suavidad, intentando apartarla de donde estaba. Kagome no abrió los ojos, dolían mucho, sólo frunció el ceño, con ira "Qué broma más cruel…" han imitado a la perfección la voz de InuYasha, su tono… aquel tono especial que usaba sólo con ella… ¿.¡Quién se ha atrevido!.? Sus globos oculares están cubiertos por sus párpados, no puede ver. Suelta la mano que le tienen cautiva de forma brusca, y ésta se pone tiesa, lanzando una feroz bofetada al simpático bromista.

Bofetada que nunca llegó a su destino, porque fue frenada por otra mano con rapidez inaudita, y ahora volvía a tener atrapados sus dedos. Sólo entonces Kagome se incorporó, sentándose, y abrió los ojos con debilidad, porque por habérselos restregado mucho le ardían demasiado. Pero inevitablemente, éstos se abrieron más de lo normal. ¿Ya se encuentra en tan deplorable estado? .¿Ahora está delirando? .¿Y con alucinaciones? Pero ver la imagen que tiene frente a ella… ha hecho que nuevamente la inunden las lágrimas. Verlo y saber que no está. Verlo, y saber que nunca podrá ser… es peor que no verlo. InuYasha… sus ojos dorados, su largo cabello, sus orejitas de perro… frente a ella…

— ¿Se puede saber qué es lo que te sucede?. -habló otra vez esa voz varonil, aún calmada, aún sosteniendo la mano que había atrapado en pleno vuelo hacia su rostro.

Kagome lo sabe. Le es imposible no hacerse ilusiones. Su desesperado y resquebrajado corazón se lo pide a gritos. Un espejismo podría desvanecerse en cualquier momento, es mejor arriesgarse para saber la verdad. Debe hacerlo, debe hablar. Aunque se exponga a desvanecer la ilusión y no volver a verlo nunca más.

— I… ¿Inu… Ya… sha…?. -son los únicos balbuceos que pueden escapar de su boca, no queriendo pestañear por miedo a que cuando vuelva a ver él ya no esté. El miedo le carcome todas las entrañas.- .¿E… res… tú…?. -aún le es imposible abrir los ojos. Duele demasiado.

— Por supuesto que soy yo -afirmó casi de inmediato él, con un gesto algo ofendido, para luego agregar- .¿Esperabas a alguien más?. –bufó con su típico tono de molestia.

Esa última frase… fue tan de él… Los pensamientos de Kagome se dispararon, su corazón había dejado de latir para ella. No podía moverse. No podía… no quería creerlo, por miedo a que se engañara otra vez. No podía, esta vez no iba a soportarlo. Su alma pendía de un hilo, la que antes agónica se hubiese postrado a llorar sin descanso y ser envuelta por la oscuridad, ahora relucía vagamente con una pequeña esperanza, pero ésta, de no ser real, acabaría por destruirla.

— ¿Es… es en… en serio…?. -su voz ya no pudo ser controlada, con la mano que tenía libre se cubrió la boca, para acallar sus fuertes sollozos, que escapaban presurosos de sus labios. Labios que fueron curvándose poco a poco, en una sonrisa de niña pequeña, de quien tiene muchas esperanzas en algo, aunque quizás sean demasiado inocentes. Quitó la mano de su rostro y la dirigió hacia una mejilla de él, viendo que se sonrojaba con levedad a su contacto. Como si fuese ciega fue recorriendo su nariz, sus mejillas, haciendo de cuenta que sus propios dedos eran sus ojos. Que con eso podía verificar la veracidad de las palabras de él, que realmente estaba allí, que no eran ilusiones suyas. Cuando llegó a sus labios, fue cuando los sintió moverse.

— K-Kagome.. es… esto se está volviendo extraño… -murmuró él, con los nervios a flor de piel, y el calor acumulándose en sus mejillas. ¿Qué… qué pretendía ella? Con eso, a la quinceañera sólo le quedaba una cosa por comprobar, por volver a probar…- .¿Me puedes decir qué es lo que te pas… -los dorados ojos se abrieron de par en par, dilatándose sus pupilas, no pudiéndolo creer.

Kagome había vuelto a tomarlo por sorpresa, como aquella vez. Volvió a sonrojarse. ¿Qué más da? Cerró los ojos él también, dejando que sus labios se fundieran. Éste no era un beso como los anteriores que ella le había dado. La joven miko había ladeado la cabeza ligeramente, introduciendo la lengua entre sus labios, como entregándole todo de sí, como dándole a comer de su alma. InuYasha tomó aire durante un segundo, para luego, acelerándosele el ritmo cardíaco, jalar la mano de Kagome que aún mantenía cautiva y dejarla sobre uno de sus anchos hombros, usando su ahora libre mano para seguir atrayéndola hacia él, empujándola de la espalda, abrazándola, presionándola contra sí. Ahora lo recordaba, todas las sensaciones que sintió días atrás, cuando creyó que todo era un sueño. Ahora volvía a su mente, la razón por la que se prohibió volver a besarla.

El particular sonido de vidrio y loza rompiéndose les devolvió de la tierra de las pasiones, haciendo que voltearan a ver qué era lo sucedido. Mejor no hubieran volteado, el rostro de ambos se contorsionó, y comprobaron que hay muchos tonos de rojo que la piel puede adoptar.

— ¡Hermana!. -exclamó Sôta, con los ojos algo desorbitados.

— ¿.¡Pero qué es lo que le estás haciendo a mi niet.. -una mano le tapó la boca, al igual que al pequeño Sôta. La señora Higurashi sólo le sonrió a la pareja.

— Ya, ya, ustedes dos… -se dirigió a su padre y su hijo- .¿Por qué no mejor volvemos a la cafetería?. -les arrastró hacia la puerta la mujer, sin darles tiempo a responder, sólo sonriéndole a su hija y al hanyou antes de desaparecer tras el umbral de la puerta.

Pese a la vergüenza pasada, Kagome no podía disminuir su sonrisa. Y no podía -ni quería- dejar de verlo, todavía temía el que desapareciera y se hiciera cenizas entre sus dedos. Tampoco lo había soltado todavía, sus dos brazos estaban rodeando el cuello de él. InuYasha tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido, como aguantándose algo; sus mejillas aún estaban rojas.

— InuYasha… -le llamó, ahora con seguridad, aunque no podía evitar que cierto deje de incertidumbre se filtrara en su voz, haciendo que él abriera los ojos y diera un respingo por verla tan cerca- .¿… ya te he dicho… lo que siento por ti?. -inquirió ella, como si se tratara de lo más simple del mundo. Sus ojos volvían a brillar, juguetones, llenos de una indescriptible alegría. El aludido sintió su cara arder como nunca, y cierto golpeteo en el pecho muy fuerte. Tragó saliva con dificultad.

— D-D-De.. D-De.. De… ¿.¡De qué demonios hablas!.?. -hablaba él, presa de los nervios y de una ansiedad que no quería admitir¿qué pasaba con ella? Primero lloraba, lloraba muy amargamente, y luego… lo… lo besaba. Parecía un déjà vu. Y ahora… ¿iba… iba a…? .¿De verdad se lo diría? "¡Feh! Como si me interesara…" se dijo a sí mismo, pero sus orejitas se movían constantemente, deseosas de oír las palabras de ella.

— ¿Sabes?. -murmuró Kagome ahora en un tono algo más apagado, deslizando sus manos desde la nuca de él hasta su pecho, donde oprimió en sus puños la blanca tela del gi- No… no sé… cómo has llegado aquí… pero no me importa, yo… quiero creer que estás vivo, que estás aquí, conmigo, que no es una ilusión… -sus ojos se llenaban del salino líquido sin poderlo evitar, causándole a él una inmensa sensación de vacío dentro de sí-… para quedarme contigo, porque eso es lo que deseo… -antes de que las lágrimas alcanzaran a caer sobre las sábanas, unos fuertes brazos rodearon su frágil figura, permitiendo que ella se aferrara del cuerpo del hanyou, nuevamente a su cuello, soltando sollozos que ya no tenía fuerzas para contener, lágrimas que parecían infinitas.

Él la sujetaba de igual manera. Sentía que algo se rompía al interior de su alma al oírla sollozar de esa forma, aspirar el usualmente embriagante aroma de Kagome envuelto por la salinidad de sus lágrimas… pero de una forma u otra, y sin saber qué más hacer, creía que era lo único en que podía apoyarla algo, estrechándola contra sí, diciéndole 'estoy aquí, contigo… tranquila…' y de una alguna manera, él también lo necesitaba, precisaba saber que era él quien intentaba reparar el daño, reconfortarla, sólo él y nadie más. Apoyar… algo que ella siempre hacía con él. Lo que le era algo más tranquilizador, era el hecho que la esencia de la muchacha no estuviera rodeado de la profunda tristeza de otras veces… ésta, en un primer momento fue muchísimo más fuerte de lo que jamás lo sintió, sin embargo, poco a poco se iba desvaneciendo.

Kagome lloraba. Sí, lloraba. Pero estaba feliz.

Estaba botando todas esas lágrimas de desesperanza, esos sentimientos de frustración, de cólera, de profundo dolor, en forma de gotas saladas. Estaba dejando que fluyera la sangre para que pudiera formarse una costra. Kagome… su corazón no podía sentirse más completo. Desechando todos esos sentimientos que la habían llenado los últimos días, entregándose a él, a su abrazo. No había espacio para las dudas, ni para pensar tanto acerca si decir lo que sentía o no. Aún no estaba del todo segura de que éste no fuera un sueño más, y si lo era ¿qué importaba? Fue feliz en él. Y, quizás, el mañana nunca llegaría.

— ¡Te amo!. -las palabras de la voz femenina fueron seguidas de un sollozo que le entrecortó la respiración- .¡Te amo, InuYasha!. -sólo siguió aferrándose a él y continuó llorando, ya incapaz de pronunciar otra palabra, sólo dejando que su boca dejara escapar en forma de sonidos, la extrema felicidad que una simple sonrisa no podía albergar. Ni siquiera regalando mil de ellas podría expresar lo que sentía. Reía entre las lágrimas, éstas dejándole un salado sabor en la boca.

Pero no pasó demasiado para que él la apartara un poco de su cuerpo, lo suficiente para que sus rostros quedaran frente a frente. La miraba aún algo… exaltado, parecía haber recién haber asimilado sus palabras, y poco a poco sus mejillas iban ganando color. Kagome sólo le devolvió la mirada, sólo que la suya era curiosa, esperanzada, ansiosa. InuYasha sabía cuál era la pregunta de esos ojos aún llorosos.

— Yo… yo… ya… ya te lo dije una vez… -miró hacia otro lado, intentando controlar el gran calor que sentía todo su cuerpo, en especial en su rostro. Ella le miró aún más perpleja. "¡Maldición Kagome, entiéndeme!"- A… antes… -murmuró entrecortadamente, refiriéndose a lo sucedido en el bosque días atrás, cuando aún creían estar en medio de una ilusión.- Antes de que… te trajera a tu tiempo…

— ¿Eh?

— ¡AGH! .¡Que yo también¿.¡vale!.?. -gritó el hanyou, ya toda su paciencia perdida, sólo su impulsividad hablando por él. Juraría haber visto a la quinceañera frente a él aún con cara de '¿Qué?', pero no pensó que sólo fuera la sorpresa- .¡Que yo también te amo!. -volvió a gritar, causando que Kagome se sonrojara, además de por las anheladas palabras, por las cabezas que veía asomándose por la puerta.- Feh. Humanos.. -murmuró para sí, no porque hubiese visto que tenían público, sino porque no podía entender el hecho de que ella no lo haya comprendido desde un principio, cuando él fue tan claro en su explicación. ¿Acaso le tendió una trampa? Se acumuló un rojo intenso en sus mejillas, dándose cuenta del enorme peso de sus palabras, y de lo que acababa de hacer, que ya no tenía vuelta atrás…

Aunque, por suerte, no tuvo tiempo para pensarlo y quizás su orgullo decir algo estúpido por él que arruinara el momento. Vio sus ojos anhelantes y vidriosos… no pudo decirle nada para 'desmentirse'. Al sentir el cuerpo de ella contra el suyo, en el abrazo que la muchacha le había dado, sus orejitas constantemente oyéndola pronunciar su nombre con ese tono de voz que tanto le gustaba oír, no pudo sino… mirar su boca… la que hace tan pocos minutos había vuelto a sentir. No había tenido tiempo para enfriarse la cabeza, como la vez anterior. Esta vez, no hubo youkai que los interrumpiera.

Esta vez, fue él quien… tuvo temor de estar soñando. InuYasha entrecerró los ojos, aún viéndose ese brillo tan especial en ellos, aquél que lograba derretir a Kagome en cuestión de instantes… el chico buscó los labios de ella, que ahora no dejaban de pronunciar quién sabe qué clase de frases sin sentido que él no oía por estar su mirada fija sólo en ella. La quinceañera se mordió el labio inferior con cierta impaciencia, aunque también había entrecerrado los ojos y lo veía expectante, cada detalle de su apuesto rostro, y podría jurar que lo veía sonreír con levedad. InuYasha llegó a tal cercanía de su rostro con el de ella que por un momento sintió un enorme vacío en el estómago, parecido al vértigo… la apenas perceptible respiración de la muchacha le acariciaba su propia boca, como invitándolo a entrar… recordó las palabras de ella, y ladeando su cabeza con levedad, le besó suavemente la comisura de los labios haciéndola estremecer, para luego acabar de hechizarse con el aroma de Kagome, con la sensación de tenerla para sí, y finalmente, él iniciar el roce.

Ya en el pasado se han regalado el uno al otro besos mucho más apasionados, sin embargo, éste… es especial.

Era el primer beso que se daban luego de decirse lo que sentían el uno por el otro, era el primero en el que sentían cada momento como el último, pero no por ello iban presurosos. Sus labios se movían rítmica y lentamente, como si se hubiesen puesto de acuerdo desde antes, entrelazándose uno con el otro en una perfecta combinación. Era, el primer contacto que iniciaba él, no estando ya en un juego de caricias mutuas. Ambos abrazándose por la espalda, ella sentada bajo las sábanas y él sobre las cobijas de la cama, era un beso tan inocente como el primero que se da.

Una vez se separaron unos milímetros, InuYasha pasó pausadamente su húmeda lengua por los labios entreabiertos de Kagome, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro al verla sonrojar y reír algo nerviosa por ese acto.

El característico y exclusivo sonido de una mano chocando contra la otra fue la única tímida resonancia antes de que se oyeran más ovaciones, e irrumpieran en aplausos los que curioseaban en el marco de la puerta. 'Pero mira nada más… que tiernos…' 'El amor siempre triunfa…' 'Espero que sean felices' 'Yo quiero un chico así para mí'… eran miles las frases que a cada segundo nacían de ese tumulto de gente, que con el ruido que provocaron hicieron que más gente llegase a ver qué sucedía, haciendo crecer el grupo. A Kagome sólo le arrancaron un sonrojo, no podía sino estar feliz, mientras que a él le da casi un ataque nervioso y se muere de vergüenza. 'Pero mira¿Qué es lo que trae en la cabeza?' Recién cuando las agudas orejitas del hanyou captaron eso, fue cuando se dio cuenta de ese pequeño problemita.

— ¡Hey, hey!. –una voz se oyó a lo lejos, como enfadada- .¡Que me dejen pasar, caramba! –la revuelta de gente poco a poco se fue dispersando, dando paso al malhumorado anciano, seguido de la señora Higurashi y el pequeño Sôta- .¡Aquí no hay nada que ver! –siguió refunfuñando molesto, encargándose de que las personas restantes se fueran. Cerró la puerta cuando los tres estuvieron dentro.

La tensión podía respirarse en el ambiente, Kagome bien sabía que esto no sería tan fácil. El abuelo miraba desafiante al hanyou, quien, extrañamente, se sentía incapaz de devolver aquella mirada tan amenazante como hubiera querido, por lo que sólo lo miraba con dureza, manteniendo su compostura. La madre de la quinceañera sonrió, amable, para luego colocar una mano sobre el hombro de su padre.

— Tenemos que hablar –anunció con su voz serena.
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— ¿Qué? .¿En serio? –el joven sosteniendo el celular no podía creerlo- .¿Sí? Ahá… Muchas gracias por avisarme. ¡Enseguida iré! –el muchacho dio por terminada la llamada cogiendo unas flores que había comprado con antelación, junto a su teléfono móvil, para salir apresurado de la casa.- Muero por verte, Higurashi… -murmuró sonriendo, sin dejar de pedalear en ningún momento su fiel bicicleta.

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- Fin del capítulo seis -
No se despeguen de su monitor, que prontovolveremos con más.

Ay, lo siento… no sé si estaré en lo correcto pero algo me dice que mi lado cursi y meloso salió a colación… T.T Pero.. no sé… de una forma u otra siendo que este 'reencuentro' no quedó con tanto sentimiento como debería haber sido… ¿Qué dicen ustedes?

Acerca de lo que decía de cuando Kikyô pasó una mano por el Goshimboku, es una escena muy breve de la primera película de InuYasha; donde Kagome se había peleado con InuYasha e iba junto a su bicicleta rumbo al pozo, pero se topa con Kikyô (y ve lo del árbol) y se esconde…

Antes que me olvide. No sé si había usado el término en el pasado, pero un déjà vu, para quien no lo sepa, es cuando existe la sensación de que algo vivido, ya te ha sucedido en el pasado. En el caso en que se hace alusión a eso, es a la similitud de la escena del primer episodio con ésta (la relación que hace InuYasha).

Como datito al margen… supongo adivinan quién es el chico del final ;)…

Y bueno, eso sería… y sí, por favor, necesito sus opiniones, la verdad estoy insegurísima acerca de esto… acerca del reencuentro… cualquier dudita ya saben.

Y una cosita más, este fic va llegando a su recta final… creo que en uno o dos capítulos más, acabará. Desde ya les agradezco que hayan llegado hasta aquí.

¡Se me cuidan mucho!
¡Y ánimos, a todos!
Chiisana Minako.-