"HARRY POTTER Y LA DESAPARICI"N DEL MÁS PODEROSO"
Capítulo I
Harry se despertó sobresaltado. Miró a su alrededor y todas sus pertenencias se encontraban en orden o, al menos, en el orden en el que él las había dejado cuando, varias horas antes, se había acostado en su pequeña cama y se había quedado profundamente dormido. La cicatriz le abrasaba como nunca antes lo había hecho. Se tocó la frente e incluso sus dedos notaron un hirviente calor. Dirigió la mirada a su despertador, el cual se ubicaba encima de la mesita de noche; la misma mesita que años atrás había servido para guardar las toallas en el cuarto de baño. Aún se podía observar la firma de Dudley en uno de sus cajones, la firma que había hecho a raíz de un ataque de rabia después de que su madre le dijese que no podía comer sirope de chocolate mientras estaba en la ducha.
Faltaban varias horas para que amaneciese y, como Harry no podía conciliar el sueño, se asomó a la ventana de su habitación. Era una calurosa y tranquila noche de verano. No se oía el simple aleteo de las aves nocturnas que salían a cazar. Eso le hizo mirar a Hedwig. La lechuza dormitaba en su jaula, con su robusta y hermosa cabeza bajo un ala. Hacía tiempo que Hedwig no le traía el correo de sus amigos . Tampoco Dumbledore le había enviado ninguna lechuza informándole de lo que sucedía en el mundo mágico. En esos momentos le era muy difícil enterarse de las noticias importantes para él, noticias como si Voldemort se encontraba activo en esos momentos...
Notó un terrible dolor en la frente; Harry tenía la sensación de que la cabeza le estallaría de un momento a otro. De repente, un cuervo negro y de tamaño considerable se posó sobre el alféizar de su ventana. El animal le miraba cobn ojos siniestros , como si conociese a Harry y no sintiese hacia él especialmente cariño. Harry pensó que eran alucinaciones suyas y decidió volver a meterse en la cama e intentó dormir un poco. No le fue fácil conciliar el sueño, pues sentía una mezcla de rabia y culpabilidad repentinas. Sintió rabia por la muerte de Sirius. No entendía por qué tuvo que morir, ahora que eran los momentos en los que más le necesitaba y culpabilidad porque, si él no hubiese sacado su faceta heróica, como estaba acostumbrado a hacer sin inmiutarse, estaría en estos momentos durmiendo bajo el techo de la casa de su padrino.
Al despertarse todo sucedió como de costumbre en la casa de los Dursley. Harry bajó a la cocina para preparar el desayuno. Sus gordos primo y tío pidieron doble ración de huevos revueltos con bacon y café con leche. Su tía se conformó con unas galletas ricas en fibra y una zumo con multivitaminas. La señora Dursley había llegado a una edad en la que debía cuidarse, pues los kilos que cogiera ahora no le serían nada fáciles de perder en un futuro no muy lejano. Cuando Harry hubo terminado su desayuno, pidió permiso para ir a visitar a la señora Figg.
- Ve - ordenó su tío - así no te tendré delante durante un rato.
A Harry ya no le afectaban esas frases groseras por parte de su única familia; lo raro hubiese sido que su tío le contestará con cariño y dulzura.
Harry ya no encontraba cansante a la señora Figg y su casa ya no olía tanto a gatos, o eso le parecía a él. El chico le había cogido aprecio y le ayudaba mucho saber que tenía como vecina en Privet Drive a una persona no muggle.
Cuando estuvo en frente del porche de la pequeña casa, la anciana abrió la puerta.
- Te estaba esperando - dijo la mujer a Harry - es de suponer que vengas a mi casa, pues no hay dios que aguante mucho tiempo en la casa de tus... tíos.
- Me alegra saber que usted me comprende señora Figg - le contestó el chico con una amplia sonrisa en la cara.
Ambos se miraron y charlaron durante un buen rato.
La conversación había sido muy amena, pero finalmente Harry expusó sus preocupaciones a su mágina vecina. Le resultaba muy extraño no recibir noticias ni de sus amigos ni de Dumbledore, el director de su colegio.
La señora Figg le explicó, que a ella le sucedía lo mismo. Solía estar en contínua relación con Albus, pero desde hacía unos días éste no respondía a ninguna de sus lechuzas. Se mantuvieron unos minutos en silencio mirando a la moqueta que cubría el suelo de la sala de estar de la casa, cuando repentinamente entró un ejemplar de El Profeta de soslayo por el pequeño hueco entre la ventana y la pared. El correo no solía llegar a esa hora, pero la señora Figg se puso en pie, sacó cinc knuts de un pequeño monedero que había en el mueblecido de la entrada y los depositó en la diminuta bolsa de cuero que la lechuza llevaba con ella.
En la portada se podía leer perfectamente :
"Lucius Malfoy, nuevo director del departamento de correo mágico del Ministerio."
Bajo este titular, en una foto que ocupaba media página, se encontraban Lucius Malfoy y Cornelius Fudge, ministro de magia, estrechándose la mano y ambos con una amplia sonrisa de triunfo.
Junto a la gran foto se encontraba un subtítulo en el que se recogían las declaraciones del ministro: "He elegido a Malfoy, porque me es sabido que él es la persona más indicada para este trabajo, dado a sus suficientementes conocidas capacidades para la organización y porque confío plenamente en él."
Harry no pudo evitar soltar unas palabras de desaprobación y desagrado ante la decisión de Fudge.
- ¡¿C"MO PUEDE ELEGIR A MALFOY?! ¡¿ES QUE FUDGE SE HA VUELTO LOCO O QUÉ?! ¡TENGO QUE HABLAR CON DUMBLEDORE EN ESTE MISMO INSTANTE! - fueron unas de las pocas frases que salieron de la boca del chico.
- Hijo, tranquilízate. No puedes tomarte todas las malas decisiones de imbéciles como Fudge a la tremenda. Debes ir acostumbrándote. O si no qué crees, ¿qué nuestro querido ministro puede pagarse su nueva casa en Miami con el sueldo que gana como ministro? No querido, tiene que recibir comisiones de alguna parte del país y ¿quién mejor para sobornar a la gente que Lucius Malfoy?
La señora Figg tenía mucha razón; estas cosas sucedían todos los días, ya nada se conseguía por méritos própios, uno tenía que rascarse el bolsillo para conseguir sus deseos...Pero, aún así, él quería hablar con Dumbledore. Utilizó la lechuza de la anciana para escribirle un pergamino a Dumbledore:
Profesor Dumbledore,
necesito hablar urgentemente con usted. Por favor, acuda si le es posible a casa de mis tíos a la de la señora Figg cuanto antes si le es posible. De todos modos, envíeme un lechuza rápidamente.
Harry
La verdad es que Harry no solo quería ver a Dumbledore para discutir sobre la decisión del ministro de nombrar a Malfoy director del departamento de correo mágico, si no que estaban a finales de Agosto y aún no había recibido ni la carta de Hogwarts con el material necesario, ni ninguna de sus cartas habían recibido respuesta, cosa que sólo sucedía en caso extremos, cuando Harry no estaba a salvo...
Como era de suponer Harry no obtuvo respuesta alguna. El plan B era ir al callejón Diagon con la señora Figg, a ver si allí encontraban a alguien conocido o le podían informar de si sucedía algo extraño en el mundo mágico.
La señora Figg aceptó a regañadientes; ambos cogieron un puñadito de polvos flu , se introdujeron unos detrás de otro en la chimenea de la anciana y pronunciaron las palabras: Callejón Diagon .
Pero no surtía efecto en Harry. Él se quedaba arraigado en la chimenea y sus gafas se lleneban de hollín. Repitió la acción varios veces pero no, algo le impedía salir de la casa. Se dirigió a la puerta de salida, pero ésta estaba completamente cerrada. ¿Cómo podía ser? Intentó abrirla como lo hacía en el mundo muggle, pero no conseguía que las bisagras se doblaran. Entonces sacó su varita...¿debía hacerlo? Harry se lo pensó dos veces. No sabía si sería correcto utilizar la magia con una simple puerta. Intentó abrirla pero no hubo manera. La segunda puerta se encontraba en la cocina; seguramente podría salir por ella. Al poner la mano sobre el pomo de ella, un leve calambrazo recorrió su brazo. Harry se asustó. ¿Por qué alguien quería impedirle que saliera de esa casa? Era un poco absurdo, pero sólo le rondaba un nombre por la cabeza... De repente, el mismo cuervo negro , esta vez con mirada más tenebrosa y garras afiladas, se posó sobre la ventana de la cocina. Harry y él se miraron. El chico reconoció esos ojos y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.
No puede ser - se concienciaba él- estoy perdiendo la cabeza...
Pero el siniestro animal continuaba en la ventana, implacable, observaba a Harry con mirada malévola y burlesca.
Es imposible que haya vuelto, después de tan poco tiempo...- intentaba convencerse Harry.
El chico se acercó más al animal, el cual parecía haber arraigado en el alféizar de la ventana de la cocina de la señora Figg. De un segundo a otro, la puerta de la cocina se abrió de par en par, dejando a Harry el camino libre para salir de la casa. El cuervo también había desaparecido, pero había dejado muy bien clavada su mirada en la confusa mente del joven mago.
Harry anduvo sin destino fijo por su barrio. Se sentía como si hubiese consumido algún tipo de droga y hoy fuese el día después, ese día en el que te sientes muy mal, parecía que tenía resaca.No pudo continuar más y tuvo que tomar asiento en un banco de un parque, varias calles más a bajo de Privet Drive. Muchos minutos pasaron y el chico se vio en condiciones de caminar hacia casa. Antes de llegar, miró , eso sí desde lejos, la casa de la ancina no muggle. Nadie se encontraba en ella. Harry sólo esperaba que la señora Figg estuviera bien y prometió ir a verla por la tarde.
Al entrar por la puerta del número 4, no tuvo que dar explicaciones a nadie. Subió directamente a su habitación y allí se tumbó en la cama. Se sentía obligado a reflexionar sobre todo lo que le había pasado ese día.
HOLA A TODOS!! ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO UN POKITO MI STORY, PORK HE TENIDO MUUUXOS PROBLEMAS CON ESTE FIC PARA PUBLIKARLO, PUES SE ME SUBIAN OTRAS COSAS ... :S
OJALA ESTA VEZ SALGA BIEN............ ME PODEIS DEJAR REVIEWS CON TODO TIPO DE INSULTOS PERO LO MEJOR SERIA K M DIJERAIS ALGUNA MANERA DE MEJORAR MIS FICS PARA QUE OS GUSTEN LOS PROXIMOS!!
MUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUXAS GRACIAS Y M!L BE$$o$
Marina
