"HARRY POTTER Y LA DESAPARICI"N DEL MÁS PODEROSO"
Capítulo II
Harry se durmió, pero hubiese preferido no hacerlo. Miles de cuervos de miradas penetrantes volaban por su cabeza; personas de rostro pálido y sumiso apoyaban a un ser, un ser encapouchado y que se reía a carcajadas... El chico abrió los ojos; la cicatriz le volvía a arder. De repente el mismo cuervo apareció ante su ventana. Estaba harto, muy harto.Sabía de sobra que algo malo estaba sucediendo y no podía quedarse de brazos cruzados en su habitación mientras un asqueroso cuervo le perseguía allá adonde se dirigía. Tenía que hacer alguna cosa.
Bajó las escaleras e irrumpió en el salón. Allí, su tío se reunía con un importante comprador, el cual iba a adquirir una suma importante de taladros.
- Me voy a... dar una vuelta. - dijo Harry con decisión.
- No tardes. Ya hablaremos luego. - añadió tío Vernon. Harry entendió esa mirada: su tío le quería hacer ver que no podía decir ninguna palabra "rara", ninguna palabra no muggle.
El chico salió de la casa. Le quemaba la cicatriz, pero no sabía si era a raíz de un poder sobrenatural o de la rabia que en esos momentos le corría por las venas. Se acercó a la casa de su mágica vecina. Ella ya había vuelto de su viaje por las chimeneas flu. Estaba preparanod una ensalada con muchos condimentos, aunque sabía que el médico se lo tenía terminantemente prohibido.Vio a Harry y se dirigió rápidamente a la puerta de la entrada.
- ¿Qué te ha pasado, querido? - le preguntó ella invitánodle a entrar. Él asistió con la cabeza.
- Algo me persigue y creo que es Voldemort - le contestó Harry, observando la mueca de dolor que hacía la señora Figg al oír el nombre del Señor Tenebroso.
- ¿Estás seguro, chico? - le preguntó la anciana preocupada y muy asustada a la vez.
- Por desgracia, creo que sí.
Hubo un silencio incomodante en la habitación. Harry le explicó lo sucedido con el cuervo, las puertas, su sueño...
Ambos tenían claro que debían hacer alguna cosa de inmediato pero ¿qué?
Decidieron ir al Callejón Diagon y busacr algún conocido u otro plan que ya se les ocurriría cuando estuvieran en territorio mágico. Pero no podían volverse a arriesgar y utilizar las chimeneas cuando cabía la posibilidad de que Harry no pudiese salir de la casa. Así que él cogió un puñadito de polvos flu y si conseguía salir del hogar de la anciana, luego ella realizaría la misma acción. Quizá, con un poco de suerte, ambos se verían allí; con mucha suerte...
Harry se introdujo en la chimenea. Pronunció las palabras y un humo azul chispeante invadió la habitación. Era buena señal. Cuando el humo hubo desaparecido y, con él, Harry, la señora Figg hizo lo mismo. Pocos segundos después, los dos viajeros se encontraron juntos en el Callejón Diagon, menos lleno que de costumbre.
No vieron ninguna cara conocida, eso sí, toda la gente reconocía a Harry, Harry Potter.
El primer lugar al que debían ir era, sin duda alguna, el Caldero Chorreante. Sin más dilación, la señora Figg y él se dirigieron al local. El ambiete era,como siempre,oscuro y apagado. No había mucha gente.
Harry echó un vistazo rápido a la gente que bebía hidromiel. Allí, como de costumbre y por suerte para el chico, se encontraba Hagrid. Harry sintió una alegría tan grande, que corrió hacia él y le abrazó con todas sus fuerzas.
- ¡Harry! ¿Qué haces aquí? ¡Cómo me alegro de verte! - dijo Hagrid entusiasmado y sorprendido.
- ¡Hola Hagrid!Yo también me alegro mucho de verte, estás...
- Muy gordo - acabó rápidamente Hagrid - me he alimentado muy bien durante este verano.
Harry sonrió. Echaba de menos ya el humor y las bromas de su gigante amigo.
-Bueno y ¿qué haces aquí?¿Cómo has llegado hasta el mundo mágico? - preguntó Hagrid lleno de curiosidad.
-He venido con mi vecina, la señora Figg. También es de este mundillo. - la anciana se asomó por detrás del chico y saludó a Hagrid con la mano. - Necesitaba hablar con alguien conocido; están sucediendo cosas muy estrañas.
El gigante miraba al chico con cara de preocupación. Entonces, el último añadió :
- Salgamos de aquí, así hablaremos con más intimidad.
Los tres salieron del Caldero Chorreante. Se dirigieron a Coffe Garden, una terraza íntima, tranquila y con basatante clase. Por el camino, Harry fue explicando todo lo que le había sucedido esos últimos días atrás. Mientras, la anciana señora Figg decía "Sí, yo lo vi" y Hagrid escuchaba con atención el relato de su joven amigo.
Cuando Harry hubo terminado de contarle a Hagrid lo sucedido, el chico añadió:
- Además, también me parece extraño que Dumbledore no me conteste las lechuzas y que Ron y Hermione tampoco lo hagan, cuando me prometieron todos que me sacarían de casa de los Dursley lo antes posible.
- Yo hace tiempo que no hablo con Albus. No consigo localizarle y no creo que esté de viaje cuando falta tan poco para el comienzo del curso. Y en estos momentos sólo yo estoy en Hogwarts...- comentó Hagrid.
- También nos enviamos lechuzas nosotros a menudo para hablar del joven Potter y desde hace unas semanas no obtengo respuesta- añadió la señora Figg, en señal de que la cuestión comenzaba a ser preocupante. Hubo una breve pausa y cada uno bebió un sorbo de su té o café. Entonces, Hagrid continuó:
- Con relación a lo del cuervo, creo que no es muy buena señal, sinceramente. No hay ninguna prueba que confirme que se trata de El-que-no-debe-ser-nombrado. En estos casos siempre solemos acudir a Albus...
- Ya, pero si no está no podemos hacer nada-dijo Harry, buscando una segunda opción- ¿Por qué no intentamos localizar a la señora McGonagall? - propuso el chico.
- Sí, quizá Minerva pueda ayudarnos.- finalizó Hagrid.
Se levantaron de sus asientos, pagaron las consumiciones y se dirigieron a la lechucería. Allí, redactaron un mensaje en un pedazo de pergamino para la profesora:
Señora McGonagall,
necesito verme con usted lo antes posible. Debemos hablar de unos asuntos. ¿Puede venir al Caldero Choreante cuando reciba mi lechuza? De todos modos, contésteme por favor.
Harry Potter
Esperaron durante varias horas una lechuza de la profesora McGonagall, pero no obtuvieron respuesta alguna. Decepcionados, los tres salieron de la lechucería camino de algún hogar para volver a casa.
- No sé por qué McGonagall no ha contestado- dijo Harry desanimado.
- Yo tampoco- fue la frase que pronunció Hagrid; acto seguido suspiró profundamente.
La señora Figg y Harry volvieron a Privet Drive, pero quedaron antes con Hagrid para el día siguiente en el Caldero Chorreante.
Al llegar, tío Vernon no le pidió explicaciones, pues su trato con el señor que había estado en casa a mediodía se había cerrado con total satisfacción. únicamente su tía le dijo que fuera con cuidado con la que hacía fuera de casa, pues no quería que sucediera ninguna desgracia. Harry se sintió contento al ver que su tía, la misma jirafa insoportable y ruín de años atrás, le trataba con el mínimo cariño y respeto que se merecía.El chico se fue de mejor humor a su habitación. En ella repasó un poco su libro de pociones; si quería ser auror, debía esforzarse mucho en esa asignatura. De pronto, recordó que por esas fechas debía recibir los resultados de los TIMOS. ¿Habría aprobado? ¡Ojalá fuese así...! ¿Y, cómo serían los resultados de sus amigos? Los de Hermione estaban claros, ella se podría dedicar a lo que quisiese, pero la cuestión eran los de Ron...Entre cuestión y cuestión , Harry se quedó dormido. Soñó, pero esta vez algo mucho peor a un cuervo negro agobiante . En su sueño, su varita se enfrentaba a otra exactamente igual, varita que no podía pertenecer a otra persona que a Lord Voldemort. Entonces, la que era empuñada por él, se hacía añicos y la fuerza del lado oscuro se apoderaba del mundo.
La mañana siguiente transcurrió como todas las otras: conversando con la señora Figg. Ella le había servido de gran apoyo durante ese verano y le estaría eternamente agradecido.
Cuando la mañana hubo pasado, Harry almorzó con sus tíos y el gordo de su primo. Harry tenía claro, que cualquier día Dudley no cabría por el marco de la puerta. Informó a sus tíos que tenía previsto ir esa tarde a Londrés y que le gustaría pasar el final del verano en casa de algún amigo; no sabía cual, cosa que no expuso ante sus familiares, pero necesitaba estar en contacto directo con el mundo mágico. Sus tíos no tuvieron nada en contra, seguramente recordarían las amenazas de los colegas de Harry un mes antes.
Todas sus ideas se las hizo saber a la señora Figg y a Hagrid esa misma tarde en el Caldero Chorreante, cuando se reunieron.
- Creo que me podrías llevar a la Madriguera con la familia Weasley. - propuso Harry ante Hagrid.
- No es mala idea pero Harry no te han contestado a ninguna lechuza, quizá estén fuera, de vacaciones... - añadió el gigante.
- Sinceramente, no creo que los Weasley hayan ido a ningún lugar de vacaciones. Seguramente no me han contestado las lechuzas porque no las han recibido o poruqe no han tenido tiempo.
Después de conversar un poco y aprobar o desaprobar la idea de Harry, los tres se dirigieron a Privet Drive. Pretendían recoger las cosas de Harry y que después Hagrid lo llevara a la Madriguera con su moto, del mismo modo que había llegado hasta el número cuatro.
Cuando tía Petunia vio "aterrizar" la moto ante su casa, pegó un pequeño chillido de miedo. Acto seguido, Dudley comenzó a bramar y decir "no quiero más colas de cerdo", recordando lo que le había hecho Hagrid seis años atrás. Tío Vernon no estaba, pues había quedado con algunos amigos de la infancia para recordar viejos tiempos.
- Tía Petunia, vengo a recoger mis cosas. Voy a pasar el final del verano en casa de los Weasley. - le hizo saber Harry a su tía.
- Sí, los pelirrojos. De acuerdo Harry, pero prométeme que te cuidarás mucho.
Hagrid y la señora Figg se miraron asombrados al oir las palabras de tía Petunia.
- Te lo prometo tía - dijo sinceramente Harry.
Cuando Harry se dispuso a subir por las escaleras, la señora Figg le propuso ayudarle para ir más rápido. Era una lástima que ninguno de ellos pudiera utilizar la magia, sino fácilmente hubieran realizado el hechizo ordenus inmediatus y hubiesen finalizado su trabajo en pocos segundos. Entonces, todas las pertenencias de Harry se habrían introducido en sus respectivos baúles y éstos habrían bajado por las escaleras flotando. Pero, por supuesto, no sucedió así. Empaquetaron todas las cosas de manera muggle y media hora más tarde aproximadamente lo tenían todo recogido. Bajaron las maletas. Hagrid, que se había quedado en la calle , dado que la casa no era especialmente de su medida, los cargó en la grandísma moto . La señora Figg le dio un fuerte abrazo a Harry y le prometió que le escribiría a diario y él tuvo que prometer que no se olvidaría de ella, aunque estaba claro que no lo iba a hacer . Después, su tía también le dio un pequeño pero emotivo abrazo y le dijo que les perdonara por todo lo que le habían hecho durante tantos años. Entonces Harry le dijo que , si querían, podían escribirle alguna carta a Hogwarts, que seguramente también funcionaría con correo normal. Le pegó una palmadita en la inmensa espalda a Dudley y subió a la moto con la jaula de Hedwig y él en la mano. Pocos minutos después, se encontraban sobrevolando la ciudad, eso si con el dispositivo de invisibilidad encendido.
Cuando más o menos hubo pasado una hora, la moto negra de Hagrid aterrizó en el jardín de la Madriguera. Harry bajó de ella y se diriguió decidido a la puerta de la casa. La señora Weasley abrió la puerta.
Hola a todos!!
os ha gustado un pokito mi fic?? Espero que sí!! Bueno, como siempre os pido POR FAVOR que me dejeis algún que otro review que me alegran el corazón =) Muuuxas gracias a The- Dogma que sin su ayuda en la vida hubiese publikado este fic!!
Y tb a toooooooooooooodos mis amigos and cyberamigos que despues de la tabarra que les he dado segurisimo que leen mi fic!!
M!L BeSSoS!!!!!!
Marina
