"¿QUIÉN ME LO IBA A DECIR?"

Capítulo número catorce: Lágrimas cristalinas


POR FIN REVIEWS NUEVOS!!C"MO ME ALEGRO!!

Sandokan: muxas gracias por tu review! ya, a mi tampoko me cae nada bien la Chocha esa, kiero amargarle un poko la vida... es una verdadera zorra!! Weno, no la pongo muy mal pork ya lo e exo lo suficiente... pues va a haber muuuuuuuuuxos amoríos y líos en mi fic, pero bueno es un Harry/Hermione y ellos son los principales... aunque abrá muxas sorpresas..espero k te guste mi historia y que continues leyéndola!! Besitos wapo!!

paula-malfoy: ¿quién será paula malfoy? no me suena de nada ese nick... no suele dejar reviews a la gente.. y a mi menos todavía!! Muuuuuuuuuxas gracias xoxo por tu review!! X fin arreglado, menos mal!! Pobrecillo nuestro xiko de oro, ya estoy escribiendo la despedida kon la kancion k ya sabes.. me a kedado xulisimo eso, la verdad, super tierno y muy, muy dulce!! kreo k si le are un bombo, no se, le da más drama al asunto y asi estará cierta persona para ayudarla.. si me pasase a mi (condon 4-ever jajajaj) eso sería lo más bonito k podrían hacer por mi, no krees?? Bueno, si, esta decidido, voy a escribir un poko k ya llega la parte más bonita de todo el fic... me enkantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! k tu, k me enkantas!! Me despido shikilla, k e escrito el quijote en version msn!! Muuuxos pètonets wapa!!


Harry se volteó y entró en el Gran Comedor, con la tristeza y la amargura corriéndole por las venas. No tuvo que andar demasiado hasta llegar a la mesa de Gryffindor, ya que era la más cercana a la puerta que comunicaba el salón con el hall del Castillo.

¿Dónde está Hermione? ¿Aún no ha vuelto? – preguntó Harry con el tono frío.

No... marchó hace un rato pero aún no ha regresado, quizá esté ya en la sala común. – le contestó Ron – no llevas muy buena cara... ¿qué ha pasado?

Vayámonos a la sala común y te cuento.

Al llegar a la sala de Gryffindor, Hermione era la única que estaba allí. Se sentaba en un sillón color rojo carmín, mullido y cómodo frente al fuego. No leía, ni estudiaba, ni tejía, ni se entretenía con nada. Sólo miraba las llamas con la mirada perdida.

¿Qué pasa, Mione? – preguntó Harry, tomando asiento a su lado.

Nada... estoy algo cansada hoy. Sólo es eso. – alegó ella.

¿De veras? – insistió Ron con cara de incredulidad.

Sí chicos, no os preocupéis por mí que estoy bien.

Harry le pasó un brazo por los hombros y la atrajo hacia él; parecía tan frágil en comparación de sus fornidos brazos de deportista... La chica estaba helada, pese a encontraste bajo una manta de gruesa lana color marrón cerezo.

El moreno les contó todo lo sucedido y que Cho había intentado jugar de mala manera con él. Sus dos amigos desaprobaron la acción de la asiática y la criticaron bastante; a pesar de todo Harry la amaba con toda su alma, pero se dispuso a olvidarla lo antes posible.

Hermione subió a su habitación, ya que estaba completamente cansada. Los dos chicos se quedaron un rato en la sala, increíblemente vacía a esas horas, jugando al ajedrez mágico. El resultado, clarísimo: victoria indiscutible para el pelirrojo Weasley. Estaban agotados y debían descansar correctamente si a la mañana siguiente querían aprovechar el día al máximo. Subieron a la habitación que compartían. Se podían escuchar los sonoros ronquidos de sus compañeros de cuarto, los cuales estarían ya por el tercer sueño, como mínimo. A los pocos minutos Harry pudo comprobar que Ron ya dormía plácidamente; era impresionante la facilidad del antepenúltimo Weasley para dormirse. Sólo podía tratarse de Ron, dado que sus ronquidos eran inconfundibles: no toda la gente podía roncar como un dúo de una banda tocando una trompeta y un clarinete, no, eso sólo era capaz de provenir de las profundidades de Ron.

Así cualquiera duerme... pensó Harry, lamentándose por un momento de los compañeros de habitación que tenía. ¡Cuántas cosas pueden suceder en una semana...! Quizá deba hacerle caso a Herm y escribir un diario... sí, eso voy a hacer. Es posible que concilie el sueño de ese modo

Se levantó de la cama sigilosamente, intentando no tropezar con ningún zapato de los chicos. Rebuscó en su mochila y encontró un viejo libro en blanco de tapas de cuero azul marino y con las iniciales H.P en dorado, regalo de Sirius al joven mago en el día de su santo hacia dos años. Hasta ese día no le había encontrado utilidad, pero Hermione le había llenado de inspiración. Bajó a la sala común, donde las llamas de la chimenea aún ardían con insistencia. Se sentó en un sillón de una plaza, cogió una pluma estilográfica de lo más muggle y empezó a escribir.

Viernes, 8 de octubre de 2004

Mi nombre es Harry Potter y comienzo a escribir este diario por la recomendación de una querida y sabia amiga mía que dice: "Si no quieres compartir tus secretos con nadie, compártelos contigo mismo".

Mi vida está llena de problemas, unos típicos de mi edad, como que me deje la chica que quiero, me preocupen mis estudios, desee estar con todas las chicas guapas que pasan por mi lado... y otro que ni a personas adultas le pasa: me atacan fuerzas del lado oscuro.

No tengo padres, el más poderoso de esa fuerza oscura les mató, y luego intentó hacer lo mismo conmigo. Hace unos meses acabó con el único verdadero padre que he tenido y esas cosas no se olvidan...

Hasta que tuve 11 años no supe que era un mago, ya que mis asquerosos tíos muggles decidieron por mi "bien" mantenerlo en secreto e intentaron por mi "bien" impedirme que estudiara en Hogwarts y alejarme de mi mundo, el Mundo Mágico. (Eso por su bien...)

Conseguí derrotar al ser maligno, y la gente se piensa que soy un súper héroe por ello, pero yo también necesito de la protección y del cariño de los demás.

Muchas cosas no se las puedo contar ni a mis mejores amigos, ya que intento protegerme con una armadura de chico fuerte, decidido y capaz de cuidar de él mismo; pero, sinceramente, necesito que la gente me mime y me cuide y no tener que estar siempre supervisando yo a los demás y empuñando la varita para que, si algo no deseable aparece yo pueda salvarle la vida. Me cansa que la gente piense que soy invencible y crean que siempre estaré ahí para ayudar, aunque no lo dicen piensan de ese modo y actúan de manera que me hacen entenderlo.

Creo que, para ser mi primer diario no está del todo mal.

Buenas noches y ¡guárdame el secreto!

Harry. P

Consultó su reloj de pulsera. Eran las 3.30 de la madrugada y, a pesar de que no le apetecía en esos momentos nada ir a la mañana siguiente a Hogsmeade, optó por subir a su habitación y del modo que fuera, taparse los oídos.

Ni tapándome los oídos... tendré que realizar un hechizo... me quedan unas cinco horas de sueño y quiero aprovecharlas Sacó su varita y pronunció un sencillo hechizo que Hermione le había enseñado para no escuchar a Neville cantar cuando le daba por ello. ¡¡SILENCIATTO!! Y no se podía oír ni una simple mosca.

Eso está mucho mejor... Y minutos después ya había conseguido conciliar el sueño.

Se escuchó una sinfonía de Vivaldi, la típica que les despertaba todas las mañanas suavemente. Aun siendo así de mayores, muchos estudiantes se hacían los remolones y se tapaban con la sábana hasta la cabeza, como cuando le pedían a sus madres que, por favor, les permitiese dormir cinco minutitos más. Unos eran capaces de asumir la responsabilidad de que debían levantarse, si no se les hacía tarde y, si ni su suficiente madurez era capaz de influir en ellos, la señora McGonagall había hecho un hechizo que despertase a todos los alumnos a las 7.00 h entre semana y a las 9.30 h los fines de semana. Algunos se pasaban el día durmiendo los fines de semana, pero esos se quedaban sin desayunar ese día.

Ese mañana el despertador se había puesto a despertar a la gente a las 8.30 h, con motivo de la excursión a Hogsmeade.

Harry no quería levantarse, no tenía ganas de ir al pueblo, prefería que Cho y Corner se besuquearan solos durante la excursión, él no quería coincidir con ella. Acababa de asimilar lo que había hecho y no sabía si alegrarse o echarse a llorar; él casi optaba por la segunda opción y, si era como una magdalena mejor que mejor.

Harry, no me seas crío, por favor – le suplicaba Ron sentado en la cama de su amigo que se oponía por completo a salir de su habitación.

Ron, déjame, por favor. No quiero ir y ni tú ni nadie lo va a impedir.

Muy bien, como quieras...

Ron salió de la habitación, después de haberse dado una buena ducha, se hubiese puesto una camiseta ceñida roja que detrás rezaba WEASLEY, a modo de camiseta de un equipo deportivo, unos vaqueros oscuros y unas novísimas y perfectamente conservadas deportivas blancas. Se dirigió a la habitación de Hermione y le contó rápidamente lo que sucedía.

Habla con él. Quizá le sirva más tu opinión que la mía... - rogó Ron a Hermione, mientras ésta terminaba de acicalarse.

Haré lo que pueda, pero si el chico lo prefiere... puede que sea lo mejor para su Karma.

Fueron rápidamente a la habitación, entraron más rápido todavía.

EEE! – gritó Seamus.

Tranquilo, no es la primera vez que veo a un tío en boxers...- le dijo Hermione. – Harry, cariño ¿qué pasa? – y se sentó a su lado, encima de su cama. Le dio un tímido beso en la frente.

Nada, sólo que no quiero ir a Hogsmeade. Me quiero quedar aquí.

¿Por qué, Harry? ¡Seguro que nos lo pasamos genial! – intentó convencerle la guapísima castaña.

No tengo ganas, Mione. No quiero ver a... nadie.

De acuerdo, pero ¿qué le decimos a McGonagall? ¿Qué estás enfermo? – Harry asintió con la cabeza. – Bueno, nos las apañaremos para encubrirte, ¿verdad Ron? – y le pegó un pisotón a su pelirrojo amigo.

Sí, por supuesto. Pero bajemos a desayunar. ¿Te traemos algo, colega? – preguntó Ron amable.

No gracias, si tengo hambre ya bajaré yo a visitar a Dobby y me dará algo. Venga, pasáoslo bien, chicos.

Antes de levantarse, Hermione besó de nuevo a Harry en la frente.

No te preocupes, Harry. Hay millones de chicas bonitas en el mundo...

Gracias, Herm Tu eres la que más. – y le dedicó una sonrisa de agradecimiento por la comprensión que había demostrado tener hacia él.

Bajaron al Comedor, McGonagall explicó las mismas normas de todos los años, desayunaron y al terminar Hermione se acercó a la mesa de profesores y habló con la directora de su casa.

Verá señora McGonagall. Harry se ha puesto algo enfermo y no podrá venir de excursión.

¿Qué le pasa? – preguntó ella algo preocupada por uno de sus alumnos preferidos.

Nada grave, sólo que, bueno esto... este verano, - se le ocurrió decir a la castaña – se constipó un poco y no se curó bien. – McGonagall ponía cara de saber de qué se trataba.

¿Ha visitado a la doctora Pompfrey? – volvió a preguntar McGonagall, tratando de buscar remedios para que Harry se curase lo antes posible.

No, porque... su médico muggle le recetó un jarabe que le fue muy bien y, por suerte, se trajo una botellita del antídoto. Sólo puede medicarse con eso... ya que es alérgico a otro tipo de medicamentos contra el constipado. De todos modos, si esta tarde no se encuentra mejor, yo le acompañaré a visitar a la doctora.

Está bien. Bueno, indique a los gryffindors que salimos a los terrenos. ¡Qué no se quede ningún pequeño que después tenemos quejas!

En un santiamén, Hermione y Ron organizaron una impresionantemente bien formada fila india, en la cual no faltaba ningún alumno, exceptuando a Harry. Un cuarto de hora después, todas las casas habían sido agrupadas perfectamente y contadas seis veces; partieron hacia el pueblo.

Harry estuvo un rato ordenando sus cosas: la ropa sucia que estaba en el suelo, la recogió y metió en un biombo para la colada, guardó sus zapatos en el zapatero que le correspondía, los jerséis limpios, los colgó de nuevo en su armario, al igual que hizo con sus pantalones y camisetas. Ordenó la pila de libros que tenía sobre su mesa, se organizó la mesa, abrió los ventanales para que entrara la brisa de otoño. Fue al cuarto de bañó. Se dio una buena ducha de agua tibia, cepilló sus dientes, se enrolló en una toalla blanca con sus iniciales en rojo y volvió a la habitación para cambiarse. ¿Qué me pongo? ¡Qué más da, si el Castillo es mío! Cogió unos vaqueros grises, se puso una camiseta blanca de deporte y encima un jersey azul marino. Calzó unas deportivas blancas.

Bajó a las cocinas y le preguntó a una elfina cocinera si podía darle algo de desayuno. Como una bala, le sacó un inmenso vaso de leche caliente, un pedazo de pastel de chocolate, unas tostadas con margarina y un zumo de calabaza. La elfina fue muy amable y le informó que si dejaba la bandeja en cualquier sitio del castillo, ella la recogería, no hacía falta que se la entregase es mano. Al terminar le llevó la bandeja a la elfina, ya que había sido muy educada con él y no tenía nada que hacer.

Caminó solo por el Castillo, observando los cuadros que nunca le había dado tiempo contemplar: eso parecía una visita turística por el Louvre, aunque no hallaba por ninguna parte el ala Denon ni Sully.

Mientras miraba el cuadro de una familia en un salón muy elegante, escuchó a alguien llorar. Eran llantos de una mujer. ¿Mirthel de nuevo? Esta chica no aprende... Se dispuso a entrar al servicio.

No era ningún fantasma el que lloraba desconsolado en el cuarto de aseo. Una bella rubia esta de espaldas a la puerta, con el pelo largo a capas, con mechas más rubias que otras, una increíble figura de modelo. Al darse cuenta de que alguien había entrado en el pequeño recinto, intentó secarse las lágrimas y ahogar su llanto en lo más profundo de su ser. Era Mónnika la que sollozaba sola y desconsolada.


Holaaaaa de nuevo!!

¿quién será la chica del baño y que hará harry para "consolarla"? Os lo imaginais?? Espero vuestros revieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeews!!!

Una ultima cosa: muxas gracias a gata2242 por promocionar mi historia en su fic!! El suyo es AYUDAME A OLVIDA, un D/H.

Bexitoooooooooooooooooooooooos!!