"¿QUIÉN ME LO IBA A DECIR?"

Capítulo cortito pero bastante xulo... y algo morbosillo!!ais,ais,ais...

Incluye un fragmentoi del diario de Harry y una frase 100 Gran Hermano.. Tomatera FOREVER!!

Espero que os guste por donde llevo la vida amorosa de Harry...

Capítulo número dieciséis: Entre besos y confesiones

El cuatro se abrió, permitiendo pasar a los dos.

La Señora Gorda siempre tan testaruda... - dijo Mónnika cuando estaban dentro.

¿Cómo? ¿Eras gryffindor?

Por supuesto... ¿dónde si no? Esto no ha cambiado mucho... sigue prácticamente igual...

Hombre, tu te fuiste hace pocos años... pero ¡no te recuerdo!

Es que no te lo he contado todo muy bien. Al contarte mi historia se me saltó un paso: bueno, soy muggle ¿sabes? – Harry asintió con la cabeza. – Y cuando estaba en tercero me cambié de colegio, fui a uno muggle de Londres. Venía de vez en cuando a saludar a mis amigos y eso. Entonces, yo veía a mi novio por Londres, en su casa, o cuando de vez en cuando venía aquí. Se me olvidó contártelo.

Harry continuaba de pie, mirando los suaves gestos de Mónnika y la forma tan tranquila y segura que poseía para desenvolverse. Las llamas se le reflejaban en su linda cara y Harry pensó que era de las mujeres más bellas que había visto nunca.

- ¿No te vas a sentar? ¿Qué haces ahí de pie? – le dijo la chica a él que seguía pasmado en medio de la habitación.

Harry se sentó a su lado. Estaba algo oscuro, las grandes y pesadas cortinas estaban corridas y sólo entraban débiles haces de luz por los ventanales. La chimenea también les iluminaba.

Ha sido el mejor día de mi vida después de mucho tiempo. – le confesó Mónnika.

Yo también he estado muy a gusto contigo.

Se miraron un momento, las llamas reflejaban el bello rostro de Mónnika de nuevo; parecía una diosa. Estuvieron varios segundos mirándose, sin saber si reaccionar dando el paso o no. Finalmente Mónnika le besó. Su boca era fresca y Harry pudo notarlo perfectamente. Él puso su mano en el cuello de Mónnika haciéndole suaves cosquillas en él; en cambio, Mónnika decidió poner su mano en la espalda del chico; la espalda de Harry era una de las partes más sexy de su cuerpo. Harry le besó en el cuello dulce y tranquilamente, podía notar la respiración de la chica en su oreja. Ella estaba sentada de espaldas a la puerta, sin embargo Harry controlaba perfectamente la entrada.

... DASORA GOÑER... escuchó Harry decir a Hermione.

¡Corre, desaparécete! Todo Gryffindor va a entrar de un momento a otro. – pudo exclamar Harry

De acuerdo. Hasta luego. – y desapareció dándole un beso más.

Todos los alumnos de Hogwarts irrumpieron en la sala común.

Si nos llegan a pillar... pensó Harry alegrándose de que Hermione tuviese la virtud de ser capaz de alzar la voz de ese modo.

¡Harry! ¿Qué tal el día? ¿Muy aburrido, verdad? – preguntó Hermione al ver al joven Potter sentado en el asiento de forro rojo, color del escudo de su casa.

Un poco, la verdad... no me he divertido ni un mísero segundo... pero, bueno ¿vosotros qué tal?

Como si no conocieras Hogsmeade, Harry. Es el mismo pueblo siempre... - bufó Ron, sentándose al lado de su moreno amigo.

Vamos Ron... no seas negativo. Ha estado bien, Harry. Han abierto un buffet libre y una tienda nueva de golosinas. Te he comprado unas pocas. Lo que me gusta es que también hay chocolatinas muggles... - y sacó una bolsa de su bolso de mimbre marrón y negro, a modo de capazo. La bolsa era de color morada y ponía: SUGAR HOGSMEADE en blanco y plateado. Estaba llena de smarties, grageas, ranas de chocolates, snickers, bombones, etc.

Oh!! Gracias Hermy, no tenías por qué molestarte... - y la abrazó con todas sus fuerzas. ¿Cuánto te debo?

¿Bromeas o hablas en serio? ¡Cómo me vas a pagar algo...!

Comieron unas cuantas chocolatinas, Hermione la que más. Era increíble, comía como una mula y continuaba con su impresionante figura. (N/A: ¡qué suerte tienen algunas...!)

Se hizo la hora de la cena y todos tenían el estómago completo, excepto la castaña que bajó sola a comer algo más.

¿Tendrá un compartimiento secreto en la barriga? ¡Cómo jala esta chica! – exclamó Ron, el que, hasta entonces, más había comido durante esos años y del cuál todos habían hecho burla por su manera de tragar.

Pues... supongo que sí o sino no me lo explico.

Y ¿qué has hecho hoy? – preguntó Ron a su amigo, mientras mordía una rana de chocolate y le arrancaba un anca.

Pues... he arreglado un poco la habitación ¡olía a choto ya! Y, he jugado un rato al quidditch...

¿Tú sólo? – preguntó escéptico el pelirrojo.

Si, bueno, he entrenado, ya sabes, he soltado la snich y la he buscado...

Entiendo...

Ron le contó todo lo que habían hecho en Hogsmeade, que había estado hablando con una chica muy simpática, Julieta, etc.

Se les hizo tarde y estaban algo cansados. Esperaron un rato a Hermione, pero la chica no subía.

Seguramente ha subido ya... pensó Harry, mientras se ponía su pijama: un pantalón corto azul marino, por encima de las rodillas y una camiseta blanca lisa de manga corta.

Cerró los ojos, pero no podía dormir. Se le pasaba Mónnika por la cabeza continuamente. Era increíble que hubiese conseguido hacerle olvidar a Cho durante todo el día y, lo más increíble todavía era haberse enrollado con una profesora... ¡Cómo se enteren... la que se va a armar! se lamentó Harry. No era para lamentarse tanto, Mónnika era encantadora, muy guapa, simpática... Escribiré mi diario a ver si así me desahogo Se levantó, cogió su libro y comenzó a escribir con un boli, uno muggle.

Querido diario,

De nuevo estoy aquí, contándote mis penas, aunque hoy no es un día para lamentarse.

Ayer pensaba que no podría olvidar a Cho, que hoy sería un mal día y estaría peor incluso que ayer. Pero no: me quedé en el Castillo. Ya sé que si lo hacía tenía que ayudar a Filch en las tareas del colegio, pero con la ayuda de mi amiga Hermione y un poco con la de Ron, conseguimos hacerle creer a la profesora McGonagall que me encontraba con algo de gripe y no podría ir, lamentablemente, con ellos a Hogsmeade. El Castillo era para mi entero y debía disfrutarlo. Anduve examinándolo durante un rato, hasta que oí a una chica llorar en cuarto de baño. Era Mónnika, la nueva profesora de Alquimia, por cierto, muy guapa. La consolé y acabamos hablando y paseando por los terrenos de Hogwarts. Me ha contado su vida, está divorciada y tiene un hijo. Estaba llorando porque le echa de menos y, las normas de Hogwarts prohíben salir a dormir fuera del Castillo... Quizá pueda traerse a Gabi al Castillo, yo le ayudaría a cuidarlo... se lo comentaré, puede que le parezca una buena idea. La cuestión es que hemos acabado en la sala común de Gryffindor besándonos en el sillón. En ese mismo momento entraban los alumnos que habían ido de excursión; por suerte he escuchado la voz de Hermione y Mónnika se ha desaparecido a tiempo. Ha sido la tarde más maravillosa que he tenido nunca y estoy muy a gusto con ella. Ahora bien, no sé si habrá sido un simple rollete o la chica querrá más, cosa que a mí no me importaría.

Gracias por escucharme.

Harry.

Terminó de escribir, pero seguía sin tener sueño. ¿Y si Mónnika quería de veras una relación? No podía ser que ella se fijara en él como para ir más lejos, pero cada minuto que pasaba se imaginaba con ella por Hogwarts, cogidos de la mano, felices, queriéndose... ¿Se estaba enamorando?

Harry, eres experto en enamorarte de las personas incorrectas. Pero ¡no me puedo estar enamorando! Se pasó la noche completa pensando en lo mismo y planteándose el mismo tipo de preguntas. Harry y Mónnika... era difícil de imaginar.

No sabía si debía contárselo a Hermione y Ron. La verdad, necesitaba buenos consejos y ellos podían ayudarle. Por otra parte, podían decirle que no era bueno "verse" con la profesora de ese modo y que lo mejor era no estar juntos, cosa que Harry no deseaba asimilar. O, aún peor, que Mónnika se había confundido y como Harry había sido amable con ella, esa había sido su forma de agradecérselo o, simplemente y sin dar más vueltas en el asunto, se había dejado llevar por la pasión y el momento... opciones que Harry daba por descartadas en primer segundo que se le pasan por la cabeza.

Era domingo, lo que significaba que la gente no despertaría hasta bien entrada la mañana y, según el reloj que había en la sala común eran aproximadamente las 7.30 a.m. Estuvo un rato sentado cómodamente en el sofá, probando a echar una cabezadita, pero no había manera. De repente, un par de elfos y una elfina entraron en la sala; se disponían a limpiar la pocilga que allí se ubicaba. Saludaron a Harry educadamente, como acostumbraban a hacerlo y limpiaron en un santiamén la sala y los baños. Los fines de semana las habitaciones debían ser arregladas por los alumnos y entre semana eran los elfos del castillo los encargados de hacerlo.

Harry subió a su habitación, cogió su bolsa de aseo y entró en el baño recién limpiado. Llenó la bañera hasta arriba de agua caliente, echó sales en ellas y se introdujo en la bañera. Era muy reconfortante darse ese tipo de baños un día a la semana y, si se trataba de un domingo el cual disponía del aseo para él solo, el confort aumentaba notablemente. Al terminar de tomar el baño, salió de la bañera, se enrolló en una toalla color naranja y se lavó los dientes. Al acabar, salió del aseo y entró en su habitación de nuevo. Seamos ya estaba despierto.

Buenos días, Harry. Que pronto te has levantado...

Sí, es que me apetecía tomar un baño caliente.

Empezó a vestirse. No sabía que ponerse y quería hacer ver a Mónnika que se interesaba por su ropa y aspecto, sin llegar al punto de rozar la metro sexualidad. ¿Qué me pongo? ¿Qué me pongo?

Toc-Toc-Toc-toc...

¿Sí? – preguntó la voz medio dormida de Hermione.

Soy Harry, Herm. Necesito que me ayudes.

Hermione abrió la puerta rápidamente.

¿Pasa algo Harry? – le preguntó su amiga, algo preocupada.

No, sólo es que... necesito que me ayudas a elegir qué ropa ponerme.

Anda, vamos a tu habitación y te echo una mano...

Al llegar a la habitación de los chicos, ésta estaba completamente vacía. Los demás debían de estar en el baño.

Y bueno ¿a qué se debe ese afán ahora por el estilismo, Harry?

No se debe a nada, Mione. Simplemente me apetecía hoy ponerme guapo.

¡Pero si tú estás siempre guapo...!

Gracias por el alabo, pero no es verdad. Tú si que eres guapa...

Bueno, a lo que íbamos. – abrió el armario e inspeccionó las prendas que había. – Con el dinero que tienes deberías comprarte algo más de ropa, Harry...

Lo he pensado, pero ahora no puedo... ¿qué me pongo?

Puedes ponerte este pantalón blanco de aquí... y esta camiseta verde y amarilla. Hace algo de frío así que coge tu chaqueta vaquera. Y toma las deportivas blancas... así irás muy mono.

Gracias, Hermy. – y le dio un sonoro beso en la mejilla.

De nada, tonto. Y ya me contarás ese interés repentino por la ropa...

No lo dudes.

Al vestirse con las prendas de su actual estilista personal, Harry bajó contento por las escaleras que llevaban hasta el Gran Comedor; ni tan siquiera esperó a sus amigos, lo que no les agradó en absoluto. Se cruzó con un par de chicas de Huffelpuff, las cuales lo miraron extrañadas. ¿Era ese Harry Potter? Se preguntaban entre risas.

Al llegar a la puerta del salón, vio a Cho a lo lejos, hablando con su nueva amiga Florette. Nadie sabía qué tenía esa chica, pero nunca mantenían las amistades por mucho tiempo. Todos pensaban que era ella la que elegía las amistades y que todas las chicas soñaban por acompañar a Cho al cuarto de aseo a retocarse el carmín, pero, los que la conocían de verdad, como Harry, sabían que era porque no mucha gente podía soportar a una creída a su lado, quejica y estresante preguntando si no se le había corrido el rimel de ojos; en definitiva, Harry pensaba que era una superficial sin límites.

¡Harry!- exclamó ella al pasar el chico por su lado, lo que le extrañó abundantemente.

¿Qué quieres? – preguntó él, con voz de no tener ganas de hablar con ella, exactamente lo que le sucedía.

Nada... - agachó la cabeza – sólo quería comentarte una cosa.

Pues empieza, no tengo mucho tiempo ¿sabes?

Es que... he estado pensando lo nuestro y...

¿Lo nuestro? De veras, no sé de qué me hablas Cho. Tú y yo sólo vamos al mismo colegio.

El otro día decías que debíamos intentarlo... ¡qué pronto varías de opinión.

Sí, igual de pronto que tú.

Le lanzó una mirada de desprecio y asco y entró en el salón. Cho se quedó ahí, compuesta y sin novio; sí, sin novio, Michael la había dejado esa misma mañana, dado que "en la relación había unos escollos insolucionables, que en ese momento no resultaban problemáticos pero que en un futuro no muy lejano, podrían terminar con la relación entre ellos y...", de lo cual Harry se había enterado durante la mañana gracias a la guapa Weasley. Resumiendo, Cho se había quedado de nuevo soltera y, como le aterraba ese pensamiento, pensaba que Harry continuaba plañendo por ella, cosa que hubiese sucedido si, infringiendo las normas, no se hubiese quedado en el Castillo el día anterior con la maravillosa Mónnika.

Por cierto, no he visto a Mónnika en todo el día... quizá esté ocupada en su trabajo... no debería atosigarla demasiado... pensó Harry cuando salía del Castillo con sus amigos y se dirigían a los terrenos.

¿Qué queréis que hagamos hoy, chicos? – preguntó Hermione, mientras pasaban por al lado de un árbol casi más viejo que Hogwarts.

Yo lo tengo claro... - comentó Ron, con una sonrisa pícara en la cara – y me voy a divertir pero bien... - el chico salió corriendo hacia la zona dónde había banquitos de los terrenos, todo recogido por un hermoso pinar. Pocos segundos después se oyó al pelirrojo gritar: ¡Julieta!

Este chico... no cambia... ¡es un ligón pero bueno! – le dijo Hermione a su amigo, entre risas.

Ya te digo... oye Herm, tengo que contarte algo... vamos a la orilla del lago, allí hablaremos a gusto.

Me has preocupado Harry...

Tsssssss – espetó él.

Vale, vale, ya me callo.

Anduvieron unos minutos, la orilla del lago no estaba lejos de donde se encontraban en un principio. Harry se sentó y su amiga hizo lo mismo.

He empezado a escribir un diario. – dijo él, finalmente.

¡Qué bien! ¿Y... para eso tanto misterio? – preguntó ella algo decepcionada.

Bueno... si lo he empezado a escribir es porque necesito expresar mis problemas con algo... pero un libro no me resulta suficiente...

Vamos Harry, suéltalo.

Lo que sucede es que quiero contártelo a ti también.

Ya sabes que en mí puedes confiar...

Sí... la cuestión es que, ayer, cuando me quedé en el Castillo no estuve solo... - Hermione le miraba intentando absorberle las palabras ella misma – estuve con Mónnika.


Hooooooooooooooooooola!!

jujujujujujuju kon un profe...!!!Que os parece??Es algo innovador.. al menso yo nunca he leido una fic en el k alguien se enrrolle kon una/un profe!! Por cierto.. que le pasa a Hermione?Por qué est tan escurridiza y rara?? Sugerencias y comentarios en mi bandeja de entrada.. jajaja muuxos besitos os kierooo!!