"¿QUIÉN ME LO IBA A DECIR?"

Capítulo número veinte: "MI ÁNGEL DE LA GUARDA"


Paula-malfoy: wenizzz wapi!! Jjajjajaja, komo tu leyendo mi fic?? 8-) k tl shik?lla??me lo e psaso genial oy en colon city... pero no tas comprao las pulses d imaginarium... ais ais ais weno, porfin nuetsro xiko wapetooooooooooooooon jajajaja!! T dejo!! M!l bexitos!!

Sandokan: muxas gracias x seguir leyendo mi historia!! me alegro muxiiiiiisimo d k te enkante!! weno, ya ablaremos mejor x el msn!! bexitosss

Alita: hola wapa!! komo va?? gracias por ser lectora de mi story... es la primera k hago y me alegra muxo saber k a la gnt le gusta!! Si, kise tratar el tema de la bulimia en mi kap pork todo en Harry Potter es bello, magnifico, precioso... y nadie tiene problemas!! me apetecia dejar un poko d lado la magia y contar cosas d verdad. Espero k xarlemos d nuevo en el msn!! besukizzzz wapi!!

POR FIN MI XIKO DEL ALMAAAAAAAAAAAAAA!! QUE OS GUSTE Y QUE SEAIS FELICES!!BEXITOS DE XOKOLATE, MARINETA MALFOY.


Hermione se volvió pensativa a su habitación. No podía hacer nada ni para olvidarse de Harry y tampoco para que él se fijase en ella. Estaba muy deprimida, enfadada con ella misma por haber escrito todos esos adjetivos malignos sobre Harry, adjetivos que ella para nada pensaba. Lloró, lloró por ella, por lo sola que estaba, aunque tuviese tanta gente a su alrededor, necesitaba que él estuviera más cerca, pues así es la soledad en el amor, estás rodeada de gente y piensas en el que falta. (N/A : ¡qué bonito chicas! 8-) jajajaj OKM) Y no pudo hacer nada más que atiborrarse a chocolates y chucherías; una tras otra, de dos en dos, mientras las lágrimas surcaban sus mejillas. Se daba asco a ella misma, se detestaba y odiaba. Pero continuaba comiendo y lamentándose, de nuevo, por no tener cerca al que faltaba. Se metió en el cuarto de baño para "deshacerse de sus problemas", pero dos chicos de Hogwarts estaban muy ocupados besándose de manera alocada y allí no había nadie que entrase y no se sintiera incómodo. Se disculpó y fue al baño de al lado, el que era perteneciente a la casa Slytherin. (N/A: Paulita... YA LLEGA EL MOMENTO DESEADO POR LAS DOS!!) Entró en él y se arrodilló frente a un retrete y empezó a vomitar. Ya no necesitaba dejar correr el agua, ni cosquillearse el paladar con un cepillo de dientes. Tenía su estómago completamente controlado y, con el simple hecho de introducirse un par de dedos en la boca, le entraban tales arcadas que sacaba todos sus problemas de un golpe.

Alguien llamó a la puerta.

¡Eh! ¿Perdona? ¿Estás bien? – preguntó un chico de voz dulce y cariñosa.

Esto... sí, gracias. – respondió ella con miedo a que la hubiese descubierto.

¿De verdad? No te creo... - comentó él de lo más agradable – Estabas vomitando... no creo que te encuentres demasiado bien. Venga, ábreme la puerta y charlamos un rato.

Hermione abrió la puerta que escondía los retretes. Frente a ella había un chico alto, musculoso, con un sexy pijama compuesto por un pantalón azul marino de chándal bastante ceñido y una camiseta blanca de tirantes. (En Hogwarts nunca hacía frío, los profesores realizaban un hechizo que mantenía la temperatura ideal durante todo el año, aunque a esas horas comenzaba a refrescar y se hacía difícil andar por ahí en pijama fuera de su cama protegida con nórdico) Su piel era increíblemente blanca, lisa, limpia, sin ninguna impureza, sus ojos eran grises y estaban protegidos por unas rubias y perfectamente depiladas cejas rubias platino, al igual que su pelo...

¿Malfoy?

¿Granger? – preguntaron ambos al unísono. - ¿Qué haces tu aquí? ¿Qué haces en Slytherin? – interrogó él sorprendido, pero no borde.

Es que era incómodo entrar al baño de Hogwarts en medio de una orgía de besos... - respondió ella.

¿Cómo? Bueno no importa... ¿estás bien? ¿te encuentras mal? – preguntó él muy preocupado.

¿Desde cuándo te preocupas tú por la gente? Simplemente me ha sentado algo mal...

Pues te veo muy desmejorada... - insistió él.

¡Qué no me pasa nada, Malfoy!

Granger... sé que me mientes, reconozco la mentira en tu mirada...

¿A caso tienes ahora poderes extra sensoriales? – se burló ella.

¿A caso tienes tú problemas alimentarios? – atacó él.

¿De qué hablas, Malfoy? – Hermione había pasando del enfado al nerviosismo y ahora ya estaba traspasando el miedo.

Pues entonces, dame tu bolso rosa a ver qué llevas ahí dentro.

¡Tú flipas! Este es mi bolso y no se lo dejo a nadie y menos a ti, píllalo.

Bueno, vale, pero esos envoltorios de M&M´s te delatan... - dijo señalando al bolsito medio abierto que mostraba su contenido.

¡No tengo ningún problema, cáptalo! – gritó ella.

Granger... ¿puedo llamarte Hermione? – la chica asintió con la cabeza – Hermione, tienes un problema... a mí no me engañas... sé perfectamente que te estabas ocasionando el vómito. Mírate las ojeras, se te cae el pelo a pedazos – pasó su mano por los cabellos débiles de la castaña – no tienes prácticamente uñas, se te parten todas... ¿a caso me equivoco? – preguntó él de nuevo.

No... - comenzó a llorar de nuevo. Malfoy la abrazó lleno de cariño.

Tsss! No llores, Hermione, te van a oír los de las habitaciones cercanas. No te preocupes, yo no voy a contar nada a nadie, ¿de acuerdo? – Hermione asintió con la cabeza. – Ahora no puedes ir así a tu habitación... quédate en la mía.

¿Puedo? Quiero decir... somos de casas diferentes y tal... - preguntó ella secándose las lágrimas.

Nosotros somos los "pre", si no nos chivamos el uno del otro... venga, vamos para allá.

La casa de Draco era muy parecida a la de Hogwarts, solamente cambiaban los colores en tonos verdes. En su habitación dormían Crabbe, Goyle y Zabini como tres troncos. El cabezal de la cama de Draco estaba repleto de fotos de chicas muy monas, gente muy, muy, muy rubia y personas que debían ser sus amigos de Inglaterra o quién sabe dónde.

Tú puedes dormir en la cama, Hermione, yo dormiré aquí – dijo el rubio, tumbándose en el suelo.

¿De qué hablas? No, no ¿tú sabes lo enfermo que te puedes poner? Ya estoy yo mala como para que te pongas tú también...

¿Qué sugieres entonces? – preguntó él con una ceja levantada.

¿Dormimos juntos? Vamos, que bueno, ya sabes...

Si a ti no te importa... a mí tampoco.

Draco se metió en la cama con Hermione y se taparon hasta el cuello. Por las noches siempre refrescaba. Se hacía incómodo estar tumbada al lado de Draco Malfoy, un chico que siempre se había portado mal con ella y ahora, de repente, quería ayudarla; además, ella no estaba en condiciones de desaprovechar la ayuda de nadie.

¡Qué frío! – exclamó Draco – Brrrr...

Y tú que querías dormir en el suelo... - replicó la castaña.

Hombre, es un poco descarado decir directamente que durmiésemos en la misma cama.

Ya, bueno... ¿por qué quieres ayudarme? – preguntó intrigada Hermione.

Creo que lo necesitas, sinceramente. Además, sé que te lo mereces...

¿Perdón? No esperaba en mi vida oír esas palabras salir de tu boca...

Puedo ser muy, muy cabrón, pero en el fondo soy una buena persona. No me dejo conocer por los demás, sólo me limito a ir de chulo por la vida.

Me alegra oír esas palabras. – Hermione le dio un suave beso en la mejilla – A propósito, ¿qué dirán estos tres cuando me vean aquí?

¿Estos? Son como alcornoques... les echamos un hechizo para que sólo los pueda despertar yo mañana por la mañana y punto.

Al terminar con el sencillo hechizo que ambos conocían desde hacía años, se introdujeron de nuevo en la cama. Los nórdicos eran suaves y acogedores, eso sí, de color verde. Hermione no se lo podía creer: durmiendo en la casa de las serpientes y, lo más inverosímil, en la cama con Draco Malfoy. ¿Por qué se comportaba tan bien ahora en esos momentos con ella? ¿Tanta pena daba a las personas? No, se negaba Hermione. ¡Yo estoy perfectamente! Mejor que nunca, más guapa... Si estuviese del todo mal Harry hubiese acudido a ayudarme Pero no, el estaba resplandecido por Mónnika, que, a pesar de semejar una mujer simpática y cariñosa, le ataba con una cuerda y el moreno no tenía tiempo para nadie más, ni para sus amigos. Quizá – pensaba Hermione de vez en cuando – es él el que no ve más allá de su Pataky...

¿Estás dormida, Hermione? – preguntó Draco en voz bajita, a pesar de que nadie les podía oír.

No, todavía no. Deberíamos dormirnos aunque... ¿cómo haré mañana para que nadie me vez?

Tengo una capa de invisibilidad... es muy buena, sólo hay dos en toda Inglaterra. Me preguntó quién poseerá la otra...

Y yo... - contestó Hermione con falsedad; ella sabía perfectamente quién poseía la otra capa, la había utilizado varias veces en Hogwarts.

Puedes utilizarla para salir y llegar hasta tu habitación.

¡Muchas gracias, Draco! Eres un cielo...

De nada... la tengo ahí, en el segundo cajón del armario.

De acuerdo. Tengo entendido que sólo las pueden tener personas muy especiales...

Me sabe mal decirlo, pero sí. Aunque bueno, yo no es que sea muy especial – contestó él con un humor que, aunque poca gente lo conocía, lo hacía encantador.

Ya sé que sólo lo pueden tener personas especiales... Harry... pensó la chica para sus adentros.

A la mañana siguiente Hermione estaba algo confusa. Primero abrió un ojo, pensando que lo que había sucedido durante la noche había sido un sueño, obra y fruto únicamente de su imaginación, pero al abrir el otro ojo lo vio todo teñido de verde. Continuaba allí, frente al encantador Draco que aún dormía. Draco olía increíblemente bien, era muy, muy guapo y, a pesar de tener esa fama de mala persona, era encantador. (N/A: no me cansaré de decirlo... I LOVE DRACO!!)

Draco... Draco... - susurró Hermione al impresionante rubio.

¿Sí? – contestó él todavía durmiendo.

Me voy ya a mi habitación... muchas gracias por todo – le dio un cariñoso beso en la mejilla – Nos vemos en el desayuno, ¿vale?

Vale... coge la capa please – recordó el chico.

Hermione se cubrió con la prenda, que era exactamente igual que la de Harry. Pasó el cuadro de la señora gorda y entró en la sala común. Ya había gente andando por Gryffindor, en pijama y con caras de mucho sueño. Hermione entró en su habitación cubierta aún por la capa, se aseguró de que sus compañeras todavía dormían y empezó a ponerse la ropa que llevaría ese día. Los pantalones le caían hasta los tobillos, y se los sujetaba con cinturones a los que no podía dar más vueltas. Los jerséis también le venían bastante grandes, pero todo ello podía disimularlo poniéndose encima la obligatoria túnica de Hogwarts. Todas sus compañeras empezaron a despertarse y le preguntaron dónde había estado por la noche. Se inventó rápidamente una excusa: había estado en la enfermería, ya que no se había encontrado muy bien. Eso era lo que iba a decir si alguien le preguntaba. Esperó a Ron y a Harry. Ron cada día se dejaba ver menos, tenía muchas cosas que hacer con Julieta y, aunque era el mismo Ron de siempre, no tenía tiempo para nadie; y de Harry... para qué hablar. De todos modos, ella se negaba a alejarse de ellos, a los que tanto les debía. Bajaron a desayunar y, en la mesa de Slytherin estaba el rubio. Hizo un gesto de ir a saludar a Hermione pero, cuando sus miradas se cruzaron, Hermione hizo un gesto de negación. ¿Qué dirían sus amigos al ver que se llevaba bien con Malfoy? No, debían mantener su amistad oculta por un tiempo. Se miraron y sonrieron varias veces, pero ninguno de los dos se atrevía a hablarse, estaban algo cortados. Hermione le hizo una seña para que saliera fuera y, acto seguido, abandonó ella la mesa del desayuno.

Ahora vuelvo, un segundito – se disculpó ella a sus compañeros.

Salieron disimuladamente del comedor, cada uno por su lado y se reunieron en las escaleras traseras.

¡Hola! ¿Qué tal? – preguntó Draco a Hermione.

Muy bien, ¿tu?

Genial. ¿Qué tal dormiste? ¿Te encuentras mejor?

Dormí bastante bien, se me hacía raro estar en tu habitación y en tu cama pero, la verdad es que hueles muy bien. – Hermione esbozó una sonrisa dulce y Draco se la devolvió. De repente, una chica de Slytherin pasó por delante de ellos.

Asquerosa... no voy a devolverle los puntos a tu estúpido Gryffindor... aléjate de mi vista ¿entiendes?

Repugnante serpiente... Ya se ha ido – susurró Hermione. - ¿qué te toca ahora?

Transformaciones ¿a ti?

Levitación... - respondió ella con cara de asco. – Me voy que no he terminado de desayunar.

Ok, luego nos vemos en DCLAO. – y Hermione salió corriendo hacia el salón para terminar su desayuno.

Era divertido tener una amistad con Malfoy de ese modo, a escondidas. Hermione nunca se hubiese imaginado que detrás de ese aparentemente arrogante chico serpiente, se ocultase una persona tan cariñosa, dulce y encantadoramente sexy; era idéntico a Harry psicológicamente. Ambos eran los chicos más maravillosos que la castaña había conocido nunca.

La clase de Levitación se le hizo eterna. Sus compañeros estaban más divertidos y agradables que desde hacía algún tiempo, pero ella sólo podía pensar en Draco. Se sentía confusa, no entendía por qué Draco iba a ayudarla, pero ella únicamente quería estar cerca de él.

Los días pasaban, Harry cada día estaba mejor con Mónnika, pues así se lo contaba todos los días durante la comida; como siempre le daba una de cal y otra de arena pero se querían mucho, mucho. Mientras tanto, Hermione se escabullía como podía de sus leones y se reunía a escondidas con Malfoy a hacer los deberes, charlar o simplemente estar juntos. Hermione le quería infinitamente, pero él era su amigo, el único de todos los que tenía que la comprendía y que la estaba ayudando a salir del todo de su problema. A pesar de todo, Harry ocupaba el departamento amoroso de su corazón, y no podía quitárselo de la cabeza. Las tardes con Draco pasaban volando, demasiado rápido para ambos que se divertían mucho. Jugaban con la nieve, se reunían a escondidas en habitaciones inutilizadas para hacer los deberes y tenía interminables conversaciones de todo tipo; últimamente Hermione sólo confiaba en Draco y se habían convertido en mejores amigos.

Una noche en el salón, Ron y Harry hablaban sobre Mónnika, cómo todas las tardes. Al parecer Harry no había podido guardar más el secreto y se lo había confesado al pelirrojo.

¿Os habéis acostado juntos? – preguntó Ron durante la cena del 19 de Diciembre.

¿Perdona? – preguntó sorprendido Harry.

Sí, que si os habéis acostado. – Hermione miraba expectante la cara de Harry. ¿Se habría acostado ya el moreno con la chica que, a pesar de los pesares, ocupaba de lleno su corazón? Hermione no quería oírlo, prefería morir con la duda que morir de pena en ese mismo instante. ¿Por qué no podía desaparecer del salón y dejarles hablando sobre sus cosas sin enterarse? O, mejor aún ¿por qué no podía desaparecer Harry de una maldita vez de lo más hondo de su corazón? Hermione quería olvidarse definitivamente de él, quería arrancarlo de su corazón y dejarlo libre para que lo ocupase otra persona, pero aún no había encontrado al chico que cubriese su puesto.

No, no nos hemos acostado juntos. – dijo definitivamente Harry.

Hermione se sintió feliz, veía el mundo de color de rosa y miles de flores bailaban a su alrededor. ¡No, tonta estúpida! ¿A ti qué más te da que se acueste con ella o no? Olvídate de él, ¿me oyes? ¡Arráncatelo de una maldita vez y fíjate en otros chicos! Eres imbécil, Hermione. Fíjate en otro chico, pasa completamente del gilipollas de Harry. La castaña alzó la vista y, ahí estaban esos ojos grises, fuertes e inteligentes, asimismo cariñosos, amables, encantadores. Le dedicó una sonrisa y, nada más sonreírse, quedaron para verse más tarde. Hermione quería hablar claramente con él.

mo todos los días después de las comidas, Draco y Hermione se vieron a escondidas detrás de las escaleras. Ese día, Hermione y él quedaron al acabar las clases en la orilla del Lago, que ahora tenías sus aguas completamente congeladas.

Draco, puntual como nadie esperaba a la castaña, sentado sobre un banco cubierto de escarcha. Llevaba un pantalón de pana marrón, un jersey azul marino y un abrigo color canela claro. Iba equipado de una bufanda azul marino, un gorrito y unos guantes a juego que le daban un toque infantil de lo más encantador. A los pocos minutos apareció Hermione, dentro de una bonita falda beige con vuelo, una camiseta granate, unos leotardos del mismo tono y unas bailarinas de raso color granate también. Su chaqueta era marrón claro, con capucha, la llevaba puesta y su juego de bufanda, guantes y gorrito de lana era de una tonalidad rosa pálida; sus hermosos ojos pardos se veían resaltados notablemente, se la veía muy bella.

Buenas Draco, - le dijo dándole un beso en la helada mejilla del chico que, al notar el roce de los labios de Hermione recobró su temperatura habitual - ¿llevas mucho rato esperando?

Un poco, aunque al verte ahora tan guapa lo recompensa completamente. – respondió él con la galantería que lo caracterizaba.

Charlaron durante un rato sobre lo que les había sucedido ese día y, finalmente, Hermione realizó una pregunta algo comprometedora:

Draco, ¿me vas a decir algún día la verdad de por qué quisiste ayudarme? – durante toda la conversación Hermione no había dejado de observar las delicadas arrugas y los sexy gestos de los labios del rubio.

Pues... creo que ha llegado el momento de contártelo todo.


Hola Harry-maníacos!!

Este es uno de mis capítulos preferidos... aparece el chico más guapo de Hogwarts y, encima, ayuda a la pobre de Hermione... ais, ojalá existiese todo este mundo de verdad...

En fin, espero que os haya gustado este capítulo y que me dejéis review que... ME ALEGRAN EL DÍA, WAPETONES!

1.000.000 de bexitos de chocolate de

Marineta Malfoy