Hola de nuevo, muchas gracias a Gaby Hyatt y Star que fueron las unicas que me dejaron reviews y un email, arigatou asi que el capitulo 3 va dedicado especialmente para ellas..
Ahora Gaby pues con respecto a tu pregunta el por que Misao no lo busco eso se aclarar mas adelante y gracias por leer el fic.
Capítulo 3
Exhausto, Aoshi se apoyó en la valla del corral y contempló con orgullo a los siete caballos que hacían cabriolas. Sus hombres y él habían pasado casi toda la tarde reuniendo a los caballos a los que habían soltado la primavera pasada sobre las crestas del norte. Tan salvajes como aquella tierra, los enérgicos animales habían luchado ferozmente por su libertad.
Había sido un día muy largo, y hubiera sido satisfactorio de no ser por Misao. No había dejado de pensar en ella ni de preguntarse qué estaría haciendo. ¿Se habría marchado o seguiría allí?
Maldita Misao…
Deseó no haberse fijado nunca en ella.
Okina, un canoso vaquero que había trabajado en el Double M antes de unirse a Aoshi tres estaciones atrás, metió la bota entre los listones de la valla y se inclinó hacia delante.
-Tienes motivos para estar orgulloso, Aoshi. Pocos hombres podrían levantar un rancho así en tan poco tiempo.
Aoshi se permitió una pequeña sonrisa.
-Este lugar consume todas mis fuerzas, pero merece la pena.
Les echó un último vistazo a los ponis y se dirigió hacia la casa. En vez de estar oscura y fría, resplandecía como una luciérnaga. La esbelta silueta de Misao apareció en la ventana y Aoshi dejó escapar un suspiro de alivio. Misao no se había marchado. Todavía.
Okina se rascó la barbilla.
¿Quién demonios es esa mujer?
Aoshi se puso tenso.
-La nueva cocinera.
¿Qué le ha pasado a Kuro?
-Ayer resultó herido. Estará recuperándose una semana.
¿Y quién es la nueva?
-Misao Makimachi.
Okina se llevó una mano a la oreja.
-Dímelo otra vez. Creo que me falla el oído.
Aoshi apretó los dientes. Okina conocía muy bien su historia con Misao.
-Ya me has oído.
-Has perdido la cabeza.
-Lo sé.
¿Por qué ha vuelto?
-No lo sé.
¿Cuánto tiempo va a quedarse?
Al pensar en volver a verla marcharse se le hizo un nudo en la garganta.
-No lo sé.
Okina lo miró con ojos entornados.
-Una última pregunta, y quiero que pienses muy bien la respuesta¿vas a dejarla marchar esta vez?
-
Misao se pasó las manos por la falda manchada y sacó las galletas del horno.
Tenía que controlar su furia. No soportaba a Aoshi Shinomori ni aquella situación, pero, por mucho que lo intentaba, las emociones seguían invadiéndola.
Estaba en Texas, la vasta tierra a la que tanto amaba, y era una lástima desperdiciar el poco tiempo que tenía para disfrutar de ella.
En tres semanas, tendría que volver a Virginia, donde los edificios estaban pegados unos a otros y el aire estaba viciado. Se iría del Double M y de su añorada tierra salvaje y acabaría haciendo lo que su madre siempre había deseado para ella: que se casara con un respetable hombre de ciudad.
Enishi Yukishiro, el hombre que se convertiría en su novio en cuanto ella aceptara su proposición, habría sido un sueño hecho realidad para su madre si ésta hubiera vivido para conocerlo. Pero cada vez que Misao pensaba en él, se le formaba un doloroso nudo en el pecho.
Su pretendiente no era un mal hombre; simplemente, no amaba las mismas cosas que ella. Odiaba el campo abierto, los caballos en libertad, y nunca había estado al oeste de Shenandoah Valley. A Misao le toleraba su entusiasmo y fogosidad, pero tenía muy claro en la mujer en que se convertiría cuando se casaran.
Misao se miró el vestido, ensuciado por las labores del día. Su aspecto aumentaba la inquietud que sentía en su interior.
- Enish se quedaría horrorizado si me viera así -murmuró, contemplando las manchas negras en su falda florida.
Una maliciosa sonrisa curvó sus labios al pensar en Enish con la cara encendida de furia y decepción.
Se arrodilló frente al horno y, usando un trapo a cuadros que había encontrado en un cajón, abrió la puerta de hierro y sacó la segunda bandeja de galletas.
Al dejarla sobre la mesa y cerrar el horno, se apartó un rizo de la frente y observó su obra. La mesa estaba limpia y los platos, lavados. No había tenido tiempo para nada más antes de empezar a preparar la cena.
Si Aoshi pensaba que trabajar en un rancho era un castigo, estaba equivocado. Ésa era la clase de trabajo que a ella la llenaba y que le daba una razón para seguir viviendo.
Y, siempre y cuando reprimiera sus sentimientos hacia Aoshi, todo iría a las mil maravillas.
Se sobresaltó cuando la puerta se abrió de repente y un vaquero canoso entró en la casa. Se detuvo al verla, boquiabierto.
-Espero que tenga hambre -le dijo ella.
Pasaron unos cuantos segundos hasta que el vaquero cerró la boca y asintió en silencio.
¿Señorita Makimachi?
- Okina -dijo ella con una amplia sonrisa.
¿Me recuerda? -preguntó él quitándose el sombrero.
-Pues claro. Usted me enseñó a echarle el lazo a un becerro cuando tenía doce años -las normas de etiqueta le impidieron darle un abrazo. Para su abuela ése hubiera sido un gesto demasiado amistoso-. Tome un plato. No hay sitio para comer aquí dentro, pero la noche es muy agradable para salir al porche.
En ese momento entró otro vaquero.
¿Qué haces, Okina¡Tengo hambre!
Okina se acercó a la mesa y el otro vaquero, al igual que él, se detuvo boquiabierto cuando vio a Misao. Todos los hombres tuvieron la misma reacción, de modo que Misao se vio obligada a servirles la cena, ponerles los platos en las manos y mandarlos al porche.
Un vaquero delgado y nervudo miró su plato repleto de comida y luego a ella.
-Que Dios la bendiga, señora.
Cuando el último de los trabajadores salió, entró Aoshi, llenando la estancia con su presencia. Al observar la mesa y a Misao, un brillo de sorpresa destelló en sus ojos.
Tomó una galleta como si quisiera comprobar que era real. Le dio un mordisco y cerró los ojos, perdido en un momento de puro placer.
-Debe de tener veneno o algo así… -murmuró.
-La verdad es que me sentí tentada por esa idea -se burló ella, complacida.
¿Cómo lo has hecho?
¿El qué?
-Cocinar.
-Me crié en un rancho¿recuerdas? Sé desenvolverme en una cocina y en un granero.
Aoshi observó las manchas de su vestido como si la viera por primera vez.
-Pensé que te habías olvidado de todo eso.
-No he olvidado nada -susurró ella.
¿Has vuelto a Upton para quedarte?
-No, sólo estoy de visita.
Aoshi tensó la mandíbula.
¿Por qué marcharte? Tienes un rancho que necesita desesperadamente alguien que lo dirija.
Misao bajó la mirada hasta los recipientes vacíos de comida y empezó a recogerlos.
-Tengo otras obligaciones.
Él se inclinó hacia ella, clavándole la mirada.
¿Qué puede ser más importante que salvar el Double M?
-Muchas cosas.
-Dime una -la retó él.
-Casarme con Enish.
-
Notas: pues hasta aqui el tercer capi, espero que haya sido de su agrado.
