Cuando no había ningún Shen Gon Wu que arrebatar a los monjes, ni había ganas de ponerse a trabajar en el laboratorio, ni sus padres estaban dando una fiesta, ni Wuya estaba de humor para regañarle, a Jack Spicer le gustaba perder el tiempo en estupideces.
Aquella mañana estaba jugando a colar cereales en su taza del desayuno.
Eran los monjes xiaolin. Estaba el vaquero grandote, que tenía trazas de cacahuete; estaba Kimiko, que era un arito de lo más normal; estaba el niñato brasileño, ligeramente deformado; y estaba el pequeñajo Omi, que era la mitad de un cereal.
A Jack le gustaba hundirlos leeeentamente con la cuchara hasta que se iban al fondo.
A Wuya le ponía de los nervios oírle reír solo en la cocina.
N. de la A.: ...¿Qué rayos¿Por qué escribí esto? XDDD Anyways, se agradecerán los reviews.
