CAPITULO 8: EXPLOSIONES
Saga no podía creer lo que había leído.
Zalika...- murmuró Saga.
Clara no dijo nada. Levantó la vista y miró el reloj. Las tres menos siete. Estuvo a punto de salir corriendo hacia el laboratorio de patología cuando Saga la detuvo por el brazo.
¡Suéltame, Saga- gritó ella, tratando de soltarse- ¿qué no ves?¡la matará-
¿Qué no lo ves tú- dijo Saga con calma- ¡es una trampa-
No importa- dijo Clara- no puedo abandonar a Zalika con ese malvado...-
Tal vez él no la tiene- dijo Saga- ¿con quién la dejaste-
Con José, en el cuarto piso- dijo Clara.
Ven, vamos- dijo Saga, tomándola de la mano. Los dos subieron al cuarto piso, y corrieron por el pasillo de cirugía. Se encontraron con José, quien los miró sorprendido.
¡Clara- exclamó José- ¿sucedió algo malo-
¿Dónde está Zalika- preguntó Clara a su vez.
Aquí está- dijo José, señalando a la niña que jugaba con otra doctora. Clara dejó que todo el aire de sus pulmones se escapara de ella, y Saga hizo lo mismo. Si ese idiota de Howard Stevens en verdad le hubiera hecho algo malo a Zalika, él mismo le rompería el cuello.
¿Sucedió algo malo- preguntó la chica que jugaba con Zalika.
No, Natalia- dijo José- no pasó nada-
Clara suspiró aliviada y se dejó abrazar por Saga, olvidando su anterior enojo. Al notar la presencia de Clara y Saga, Zalika se levantó y corrió a abrazarlos.
¿Qué pasa, mama daktari- preguntó Zalika- ¿porqué tu cara está mojada de lágrimas-
Por nada, Zalika- dijo Clara sonriendo- nakupenda...-
Nakupenda, mama- dijo Zalika.
Saga miró su reloj. Las tres menos dos. Iría al laboratorio de patología a ver que era lo que ese hombre había planeado para Clara si ella hubiera caído en su trampa. El caballero bajó al sótano y entró al laboratorio. No encontró a nadie, solo una nota igual que la que había recibido antes. Saga la tomó y la leyó.
"Te veré en el infierno.
H.S."
Oh, no- dijo Saga. En el momento que el reloj cambió de las tres menos uno a las tres de la tarde, hubo una fuerte explosión en el sótano del hospital.
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¿Qué fue ese ruido- dijo Kanon, mirando hacia el pueblo. Aioros llegó corriendo junto a él, pues había alcanzado a escuchar el eco de una lejana detonación.
¿Sabes que fue eso, Kanon- preguntó el caballero de Sagitario.
Ni idea- dijo éste, sacudiendo la cabeza- parece que proviene de alguna parte de la ciudad-
¿Qué será lo que...- comenzó Aioros. En ese momento, los dos sintieron un cosmo muy conocido pidiéndoles ayuda.
¡Saga- dijeron al mismo tiempo.
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Evacuen el hospital. Repito. Evacuen el hospital- dijo un bombero por medio de un altavoz.
Hubo una gran movilización en el hospital para sacar a todos los pacientes a salvo y transferirlos a otros hospitales. Clara sacó a Zalika junto con José y Natalia, y comenzó a buscar a sus conocidos.
Iván había salido a salvo, pero había vuelto a entrar al hospital para seguir ayudando a sacar a los pacientes. Susana y Librado, los encargados del centro antivenenos, estuvieron cerca del sótano en el momento de la explosión, pero afortunadamente solo recibieron heridas menores. Madaí, cuya oficina estaba frente al laboratorio de patología, había salido a comer a esa hora. Aurora, la enfermera, también había salido a salvo.
¡Clara- exclamó Aioros, llegando junto con Kanon.
¿Aioros- dijo Clara, sorprendida de ver al caballero en ese sitio-¿qué hacen aquí-
¿Dónde está Saga- preguntó Kanon- ¿sabes dónde está-
¡Saga- exclamó Clara- estaba conmigo y...-
Aquí estoy, chicos- dijo Saga, saliendo del edificio, sus ropas cubiertas de polvo.
¡Saga- exclamó Clara al verlo- ¿qué sucedió-
Clara, era una bomba- dijo Saga con seriedad- había una bomba en el laboratorio al que querías ir... te dije que era una trampa-
Gracias, Saga- dijo Clara, abrazándolo por la cintura- es la segunda vez que me salvas la vida de ese tipo...-
Kanon y Aioros miraron la escena con una amplia sonrisa, y Saga, al verlos, les lanzó una mirada de "ustedes pronuncian una palabra de esto y yo los mando a otra dimensión".
¡Saga- exclamó Zalika, saltando de los brazos de Clara a los del caballero.
Aioros y yo iremos a ayudar a sacar gente, hermanito- dijo Kanon con una sonrisa muy peculiar- te veremos luego...-
El caballero de Géminis estuvo a punto de decir algo cuando se escuchó una nueva explosión dentro, esta vez proveniente del tercer piso.
Ese es mi departamento- dijo Clara, abriendo los ojos desmesuradamente y palideciendo- Iván está ahí...-
Clara iba a entrar, pero Saga la detuvo de nuevo.
No lo hagas- dijo Saga- te estarás metiendo en peligro otra vez-
Debo hacerlo- dijo ella, soltándose de Saga- ese idiota quería deshacerse de Iván también, tú lo recuerdas, no puedo abandonarlo... además, aún hay niños ahí dentro-
Clara...-
Sé que crees que no puedo hacerlo todo- dijo Clara, frunciendo el entrecejo- pero no necesito tu permiso para hacer lo que quiero- y volvió a entrar al edificio.
Bien, ve y muere si así lo quieres- dijo Saga de mal humor, alzando a Zalika.
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¡Iván- gritó Clara una vez que llegó a lo que había sido su departamento, y que se había convertido en un pasillo lleno de humo, cenizas y escombros- ¡Iván, responde-
Aquí, Clara- dijo Iván desde el fondo del pasillo- Juan está conmigo...-
Clara llegó junto a los dos chicos después de esquivar bastantes escombros y varillas de hierro de lo que habían sido camillas. A los pies de los chicos había una chica de cabellos castillos que yacía inconsciente.
¿Es Abigail- preguntó Clara, mientras el chico llamado Juan la levantaba, e Iván asintió.
Alguien la atacó, Clara- dijo Juan- esos golpes no pudieron ser provocados por la explosión-
Tal vez cuando todos salieron desesperados la golpearon por accidente- dijo Clara.
Luego lo averiguamos, hay que salir pronto de aquí- dijo Iván- Clara, quedan tres niños, Abigail y el intendente que tiene una pierna fracturada-
Yo me llevo a Abigail y a uno de los niños- dijo Juan.
Y yo a otro niño y al intendente- dijo Iván.
Oh, no- intervino el intendente- usted lleve a los dos niños, y que la doctora me ayude a apoyarme. Puedo caminar, pero necesito de un apoyo...-
Los tres médicos asintieron, e hicieron lo propio. Juan se echó a su compañera a la espalda, y a un niño de ocho años del otro lado, y salió corriendo de ese sitio. Iván hizo lo mismo con dos niñas pequeñas.
Clara, por su parte, iba caminando lento, ayudando al hombre a apoyarse en ella. Una vez que Juan e Iván se adelantaron bastante, el intendente se dejó caer, arrastrando a Clara con él.
¿Qué sucede- preguntó Clara, incorporándose- ¿se encuentra bien-
Estoy agotado- dijo el hombre- no puedo seguir...-
Claro que puede- dijo Clara, intentando ayudar al hombre a levantarse. De pronto, el hombre se levantó con facilidad y atrapó a Clara por la espalda, apretando su cuello con su enorme brazo, y cubriendo su boca para evitar que grite.
Sabía que volverías a ayudar a tu amigo- dijo el hombre- y fue un milagro que te salvaras de la otra bomba, pero como ya te dije, nadie me desafía y vive para contarlo...-
Clara palideció al reconocer su voz. Era Howard Stevens. La chica no podía respirar, sofocada por el brazo del hombre y el humo del incendio provocado por la explosión.
Me equivoqué de chica hace un rato- añadió el hombre- pero ya tengo a la correcta-
Stevens la golpeó en la cabeza, haciéndola caer al suelo algo aturdida, boca abajo. El hombre aprovechó eso para tomar uno de los hierros de lo que había sido una camilla para dejar el pie de la chica atrapado en ella. Al sentir eso, Clara trató de patearlo con su pie libre para evitarlo, pero el hombre la golpeó en la mejilla de nuevo.
Nos veremos en el infierno- dijo antes de soltar una carcajada y salir huyendo.
Segundos después, se escuchó una nueva explosión en el tercer piso.
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Juan e Iván salieron del hospital y entregaron a los niños a la cruz roja. Juan se encargó personalmente de las heridas de su compañera.
¡Iván- gritó Susana- ¿dónde está Clara-
Venía justo detrás de nosotros- dijo Iván- no entiendo porqué no ha salido...-
Saga sintió como si toda su sangre abandonara su piel, dejándolo totalmente pálido al escuchar esto y después una explosión proveniente del tercer piso.
¡Clara- exclamó Saga. Dejó a Zalika de nuevo con José y entró corriendo al hospital.
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Clara seguía consciente, tosiendo violentamente por causa del humo provocado por la explosión. La explosión que acababa de ocurrir había destruido lo poco que quedaba de su departamento. Forcejeó, tratando de liberar su pie, pero éste estaba atorado entre las barras de hierro de lo que había sido una camilla.
Maldición- dijo ella, parpadeando, ya que el humo le irritaba los ojos y la garganta- no puedo morir aquí...-
Trató de arrastrarse hacia la puerta con todo y camilla, pero ésta última pesaba demasiado y estaba atascada entre un montón de escombros. Comenzó a sentirse somnolienta, y comprendió que comenzaba a intoxicarse con el humo.
Es monóxido de carbono- dijo para sí misma- pronto perderé la conciencia y moriré... pero no puedo morir aquí, no puedo abandonar a Zalika... y Saga... me gustaría verlo una vez más, aunque sea la última vez, para despedirme...-
¡Clara- escuchó gritar a Saga-¡Clara-
¡Saga- exclamó Clara sin voz, luchando por mantener sus ojos abiertos. Con sus últimas fuerzas, tomó un trozo de metal del suelo y lo lanzó a otro, provocando ruido para llamar la atención del caballero.
¡Clara- exclamó Saga al verla, y se arrodilló junto a ella.
Saga, perdóname- dijo Clara con voz cortada- tenías razón, yo...no puedo hacerlo todo... dile a... a José, que cuide a Zalika-
No, Clara- dijo Saga, tratando de levantarla- te salvarás. Te salvarás y tú misma la cuidarás, te lo prometo...-
Pero Clara no respondió. Saga la examinó. Estaba inconsciente, pero aún respiraba, aunque con dificultad. El caballero la sacudió un poco para despertarla, pero no lo logró. Con facilidad, el caballero liberó el pie de la chica, la tomó en brazos y la sacó del edificio.
¡Clara- exclamaron Susana, Natalia y Madaí al verla en ese estado. Aioros y Kanon miraban la escena asombrados. Iván y José, por su parte, se acercaron a Saga para revisar el daño.
Está intoxicada por el humo- dijo José. Librado corrió a la ambulancia por un tanque de oxígeno y una mascarilla. Iván sacudió la cabeza mientras la examinaba.
Alguien la golpeó también- dijo Iván, viendo las marcas de golpes en su mejilla- la atacaron, igual que a Abigail...-
Juan asintió. Abigail ya había despertado, tenía un grueso corte en su mejilla y no paraba de toser violentamente, aún con otra mascarilla de oxígeno puesta.
Uno de los intendentes me atacó- dijo con dificultad- me confundió con Clara...-
Saga frunció el entrecejo al escuchar eso. Miró a su alrededor, y vio a un hombre, vestido con el uniforme del hospital, que miraba a Clara y a los médicos que la ayudaban con desprecio, y que sacaba algo parecido a una pistola de su bolsillo. Rápidamente, Saga se acercó a él con verdadero odio.
¡Tú- exclamó el hombre.
Yo- dijo Saga- y creo que te advertí que te mataría si volvías a tocarla- encendió su cosmo- pero no me rebajaré a ser un asesino fracasado como tú, así que te enviaré a donde perteneces... ¡A OTRA DIMENSIÓN-
Howard Stevens desapareció por un portal a otra dimensión.
¡Saga- dijo Aioros- ¿dónde...-
En la cárcel- contestó Saga simplemente, y se volvió hacia Iván y José, quienes seguían llevando a cabo sus maniobras- ¿cómo van-
El oxígeno puede curarla- dijo José- una vez que su cuerpo elimine el gas venenoso, despertará, a menos que...-
¿A menos que...-
Que la falta de oxígeno le haya dañado irreversiblemente su sistema nervioso- terminó Natalia por él. Iván sintió un par de lágrimas en sus mejillas.
Fue mi culpa- dijo él en voz baja- ella ya estaba a salvo, y por mi culpa volvió a entrar...-
No, fue mi culpa- dijo Saga a su vez- si hubiera ido a ayudar desde un principio, nada de...-
Ya dejen de culparse los dos- dijo una voz débil.
¡Clara- exclamaron alegremente todos.
¡Mama daktari-exclamó Zalika abrazando a Clara, pues se había dado cuenta de que había estado cerca de perder a su madre por segunda vez.
Gracias, chicos- dijo Clara en voz baja, acariciando la cabeza de Zalika.
Vamos, Clarita- dijo Susana- tenemos que llevarte a un hospital para que estemos seguros de que estás bien-
Clara asintió.
Te veré luego, Saga- dijo Clara- gracias por todo...-
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Esa noche, en el Templo de Géminis, Saga preparó la cena, mientras Kanon limpiaba la mesa y acomodaba los trastos.
¿Y cómo está ella- preguntó Kanon, rompiendo el incómodo silencio.
Va a estar bien- dijo Saga- según sus amigos los otros médicos...-
Ya verás que sí- dijo Kanon, mirando a su hermano, quien tenía una expresión tan lamentable que parecía que acababa de regresar de un funeral- ¿y entonces porqué tienes esa cara tan miserable-
Porque... pudo haber muerto, y yo no me hubiera podido disculpar por todas las tonterías que le dije...- dijo Saga, mientras apagaba el fuego de la estufa y llevaba el sartén a la mesa. Los dos hermanos se sentaron a cenar.
No te atormentes por eso, Saga- dijo Kanon, poniéndole la mano en el hombro- no sucedió nada malo. Ella está a salvo, y lista para escuchar tus disculpas...-
Saga sonrió levemente y tomó su tenedor.
¿Y qué me dices de ti- preguntó Saga.
Pues...- comenzó Kanon- Tetis se irá mañana por la mañana... y yo me disculpé con ella, pero creo que no fue suficiente...-
Esta vez fue Saga quien puso su mano en el hombro de su hermano.
Ya verás que todo saldrá bien- le dijo Saga.
Los dos terminaron su cena en silencio. Los gemelos comenzaron a darse cuenta de la gran similitud entre ambos, no solo físicamente, sino en sus sentimientos también.
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A la mañana siguiente, Touma daba brincos de alegría, Melody estaba un poco triste, y Kanon estaba casi al borde de la desesperación.
¿Se irán de todas maneras- preguntó Kanon tristemente.
Así es- dijo Sorreto de muy mal humor, poniendo los ojos en blanco- el señor Julián nos espera. Vamos, Tetis-
Tetis lo ignoró y se acercó a Kanon. Olvidando la presencia de todos los caballeros y amazonas, Tetis besó a Kanon tan apasionadamente como nunca. Mu sintió una gruesa gota de sudor en su frente, Sorreto se rascó la cabeza, algo confundido y la mayor parte de los caballeros, Saga incluido, se echó a reír.
Pero... pero si yo creí que tú...- comenzó Kanon una vez que se separaron, pero Tetis puso un dedo en sus labios.
No digas nada- le dijo ella en voz baja- sabes bien mi deber es volver, y el tuyo es quedarte, pero yo te estaré esperando, así que tú espérame también-
Kanon sonrió.
Claro que te esperaré- dijo él- y espero verte pronto...- se acercó al oído de ella, para que nadie más lo escuchara- te amo-
Yo también- le respondió Tetis en voz baja.
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Saga había contemplado con una enorme sonrisa el desenlace del problema de su gemelo, pero seguía preocupado por Clara. Supuso que si estaba bien, debía estar ya en su departamento, así que por la tarde se dirigió a ese sitio.
Una vez que llegó, llamó a la puerta, y la pequeña Zalika abrió.
¡Saga- exclamó la niña llena de alegría, abrazando al caballero por la cintura- ¡nakupenda, Saga-
Veo que la pequeña se encariñó contigo- dijo José. Saga notó que dentro estaban José, Natalia, Iván, Juan y Abigail.
¿Es un mal momento- preguntó Saga, mientras José alzaba a Zalika.
Para nada- dijo José- nosotros ya nos íbamos. Clara está dormida. Cuando despierte, dile que Natalia y yo nos llevamos a Zalika...-
También dile que le dejé sus cosas en una mochila en la entrada- dijo Iván.
Y salúdala de nuestra parte- añadió Juan, quien iba abrazando a Abigail por la cintura. La joven doctora sí se parecía un poco a Clara, excepto por que sus cabellos eran de un tono castaño oscuro muy diferente al cabello rojizo de Clara. Abigail tenía un corte profundo en la mejilla izquierda.
Tendrá aún la garganta un poco irritada- dijo Abigail- si tiene tos dale esto- y le entregó una cajita.
Y aquí entre nos- dijo Juan en voz baja, dándole un codazo amistoso al caballero- sé que los besos son muy buenos remedios para la tos...-
¡Juan- lo reprendió Abigail.
Lo siento- dijo Juan- hasta luego-
Y los cinco visitantes salieron.
Saga entró a la habitación donde Clara dormía, y acercó una silla para contemplarla mejor. La joven tenía las mejillas sonrojadas de nuevo, ya que desde que había vuelto de Africa habían palidecido un poco. Tenía algunas quemaduras en los dedos de sus manos, y tenía una venda en la muñeca derecha.
Cuando Clara abrió los ojos, se encontró con los de Saga.
¡Saga- exclamó ella- ¿qué haces aquí-
Vine a asegurarme de que estuvieras bien- dijo Saga- ayer me quedé muy preocupado-
Clara sonrió, y tosió un par de veces.
¿Te sientes bien- preguntó Saga.
Por supuesto- dijo ella, tosiendo de nuevo- solo que... me pica mucho la garganta...-
Abigail dejó esto para ti- dijo Saga, entregándole la cajita. Clara la tomó, sacó un par de grageas y las tragó con ayuda de un vaso de agua.
Muchas gracias- dijo ella- espero que funcione-
Me alegra que estés bien- dijo Saga.
Ya ves que sí- dijo Clara- lo único malo de que mis amigos sean médicos también es que me obligaron a guardar cama y todo-
Hacen bien- dijo Saga- dicen que los médicos son terribles pacientes cuando se enferman.
Clara tosió y sonrió de nuevo.
Quería... darte las gracias por salvarme...- dijo Clara, enderezándose un poco y añadiendo una almohada a su espalda, para estar un poco más erguida- tenías razón, no puedo hacerlo todo-
No- dijo Saga- no digas eso... tú eras quien tenía razón. Tienes un corazón generoso, y yo hice mal en tratar de detenerte y evitar que hicieras lo que él te dice- tomó su mano- espero que me perdones por todo lo que te dije-
Ella sonrió de nuevo.
No hay problema- dijo Clara, y tosió de nuevo.
¿Aún no hace efecto la píldora- preguntó Saga, y ella sacudió la cabeza- bueno, conozco otra manera de quitarte la tos-
¿Ah, si- dijo ella, alzando las cejas- ¿cuál es-
Este- dijo Saga, inclinándose hacia ella y besándola en los labios. Ella se sorprendió y trató de separarse, pero el caballero la había sujetado bien para evitarlo. Al fin, ella dejó de resistirse.
Funcionó- dijo Clara con una sonrisa cuando se separaron- ¿cómo...-
Tu amigo Juan lo sugirió- dijo Saga.
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FIN
¡Por fin acabé! Bueno, primero que nada espero que les haya gustado este fic, y mil gracias por los reviews y el apoyo de todos. El próximo fic es el de Mu, se va a llamar 'La estrella de ocho puntas' y pues será como una continuación de éste, para resolver todo lo que quedó pendiente.
Abby L. / Nona
