Hikari No Naka Eh
Capítulo 4: "Una princesa para Asturia"
-¡Hitomi! ¡Pero qué sorpresa verte de nuevo!
-¡Millerna! ¿cómo estás?
Las jóvenes amigas se abrazaron efusivamente ante la alegre mirada del soberano de Fanelia, la niña felina y los atónitos rostros de los tripulantes del Cruzade, incluso el capitán parecía desorbitar los ojos mientras veía quien los recibía en Fanelia, el pequeño príncipe Chid también parecía sorprendido, sin embargo, la estupefacción no le duró mucho pues, siendo aun un niño, terminó corriendo a abrazar a su amiga de la Luna Fantasma en señal de alegría por encontrarla de nuevo, la única persona asturiana que no se notaba sorprendida era una joven mujer de cabellos rubios cenizos, casi blancos, casi grises, de ojos tan azules como el caballero caelli a su lado.
-¡Pero qué sorpresa!, si es nada más y nada menos que la señorita Hitomi.
-¡Dryden!
-¿Creíste que no me verías de nuevo pequeña? Nosotros pensamos lo mismo de ti y alegremente, todos estábamos equivocados.
Todos parecían felices, Gadeth y los otros tripulantes también se habían animado a saludar a la viajera dimensional, solo Allen seguía encerrado en su estupefacción, y solo la joven a su lado pudo sacarlo de ella.
-¿Quién es esa mujer hermano?
-¿Eh?, ven para que te presente, tú no pudiste conocerla lamentablemente.
Allen se acercó con aquella joven hasta Hitomi quien lo observaba con una enorme sonrisa, definitivamente, aquel hombre no había cambiado en nada, incluso las ropas que usaba eran las mismas que cuando lo conoció, después observó un momento a la joven a su lado, eran de la misma edad y el verla le había provocado un ligero escalofrío al recordar la otra personalidad que tanto los había hecho sufrir, la estudió unos segundos con la mirada y algunas visiones le llegaron, irónicamente eran visiones del pasado de aquella joven, pudo observarla de niña al ser secuestrada, sintió incluso aquella horrible sensación de estar atrapada y ser usada como experimento, el miedo y el horror que aquella había sentido mientras su otro yo, Dilandu, mataba sin que ella fuera conciente de lo que pasaba, también sintió una agradable sensación de protección ante la imagen de un hombre perro llamado Jajuka que siempre protegía a la joven desde que fuera secuestrada, vio también el reencuentro con Allen cuando la guerra terminó, sintió la desesperación de algunas crisis nerviosas que la joven sufrió las primeras noches que pasó en Asturia, pues el recuerdo de un joven sádico y orgulloso al que no recordaba conocer, la atormentaba, y finalmente el júbilo de tener de nuevo una familia que la llenara de amor, aquella familia era su hermano mayor, Allen, con quien compartía ahora un fuerte lazo de fraternidad.
-Hitomi, me alegra mucho volverte a ver, debo admitir que esto es un verdadero milagro… ¿te pasa algo Hitomi?
-No, estoy bien, solo sentí un ligero mareo U, es todo, debe ser el sol.-Mintió la ojiverde para no asustar a sus amigos.
-Ya veo, solo quería presentarte a mi hermana Celene.
-Mucho gusto Celene.
-El gusto es mío, mi hermano me ha contado mucho acerca de usted, su majestad Van, es un placer verlo de nuevo.
-El placer es mío Celene, por cierto, ¿porqué no pasamos a palacio, me parece que la comida de bienvenida está lista, supongo que querrán descansar luego de tan largo viaje, ¿o no?
-Es una excelente idea Van, además, tenemos mucho de que hablar, me encantaría preguntarte porque de repente estás tan lleno de vida aunque, tengo la respuesta aquí a mi lado.-Comentó la joven reina asturiana antes de que los demás comenzaran a reír mientras el semblante del ryujin y la vidente se tornaban rojos por el comentario.
La velada pasó lenta, armoniosa y llena de conversación, todos comentaban que habían hecho desde el último encuentro del grupo, también recordaban cosas que habían pasado desde que Hitomi volviera a casa, Chid no aguantó mucho tiempo y Merle fue la encargada de llevarlo a dormir, las habitaciones estaban listas desde hacía rato. Hitomi comentó también que había pasado con ella durante el tiempo que estuvo en la Luna Fantasma, el recibimiento en casa y las preguntas de Yukari y Amano, el como había dejado de leer el tarot y de tener visiones, comentó sobre su nueva escuela y que ya no practicaba el atletismo para dedicarse por completo a los estudios, también mencionó haberlos extrañado a todos y preguntó por la celebración y cómo había surgido la idea de viajar por toda Gaea mientras duraran aquellas fiestas, también preguntó por el hombre topo, Millerna y Dreyden solo atinaron a comentar que estaba bien, sin residencia fija pero que de vez en cuando visitaba el castillo, Van se quejó en ese momento por los agujeros que habían tenido que tapar en el suelo a causa de aquellas visitas.
Pronto dio la media noche y tanto los visitantes como los anfitriones se fueron a dormir, Millerna le había pedido a Van que no desvelara mucho a Hitomi, ambos se sonrojaron y dijeron que eso no era algo que sucediera, y no mentían, todavía no llegaban tan lejos.
Millerna y Dryden entraron a su habitación y la observaron con curiosidad, estaban tan acostumbrados a las habitaciones Asturianas tan llenas de color, que las casi austeras habitaciones del Palacio del Samurai eran algo digno de verse, el balcón con las cortinas blancas de Freid, la cama de dosel azul claro y el espejo de cuerpo completo de Asturia eran lo más lujoso de aquella habitación, había algunos estandartes en las paredes de piedra gris así como una alfombra azul que solo cubría el piso de debajo de la cama, rodeándola, el armario de madera, el tocador y la mesa de noche eran Fanelianas, tan sencillas y a la vez tan hermosas como su gente.
Millerna caminó un rato por el lugar, observando cada detalle, recordando visitas anteriores, sus pies la llevaron pronto hasta el enorme balcón que hacía de ventana, corrió un poco aquellas hermosas cortinas casi transparentes y observó Fanelia, había luces encendidas fuera de algunas casas para alumbrar las calles en caso de que alguien necesitara desplazarse por la ciudadela, observó también las estrellas y recordó a su querida hermana Marlen, después las dos hermosas lunas se interpusieron en su campo de visión, una sonrisa se dibujó mientras recordaba a su amiga que ahora se encontraba entre ellos, a la vez que un par de varoniles brazos la rodeaban de la cintura, la imagen de la joven de la Luna Fantasma desapareció momentáneamente de sus pensamientos mientras un aliento cálido le recorría el cuello y las orejas, conociendo a su esposo, este intentaba seducirla para llamar su atención, pero le costaría trabajo, eso haría divertida la velada.
-¿En que piensas querida?
-En Hitomi, es sorprendente que haya vuelto.
-Si, lo se, –Decía aquel hombre mientras acariciaba el vientre de su mujer y se sumergía en el aroma suave que el cabello de la rubia emanaba.- esa chica está llena de sorpresas.
-Se veía contenta de estar aquí, ¿te diste cuenta?
-Claro que me di cuenta, se veía radiante, aunque no tanto como tú, mi reina.
El monarca asturiano comenzó a besar y lamber lentamente el cuello de su amada, recorriéndolo hasta llegar a su hombro, quería dar por concluida aquella conversación, aun faltaba un rato para que amaneciera y sentía la necesidad de aprovechar hasta el último minuto de oscuridad que tuvieran.
Millerna estaba dejándose llevar cuando recordó su plan, le gustaba exasperar a aquel hombre de castaños cabellos oscuro y pequeñas gafas, tomó las manos del hombre más rico de toda Gaea, las deslizó hacia abajo, haciéndolo rozar sus muslos hasta liberarse de aquel afectuoso abrazo y comenzó a caminar por la habitación, Dryden la veía desconcertado mientras aquella se acercaba a la chimenea e intentaba prender el fuego, era algo que le gustaba de Fanelia, procuraban tener aunque fuera una pequeña chimenea en las habitaciones puesto que en la temporada más fría caía nieve incluso, aquel pequeño lujo era algo necesario para la comunidad. Dryden siguió a su mujer con la vista para luego acercarse sigilosamente hasta acomodarse a su lado, parecía una niña traviesa, contenta y orgullosa de si misma por haber encendido aquella pequeña hoguera que ahora iluminaba su rostro de forma tan tentadora.
-¿Crees que extrañe su hogar?
-¿Quién querida?
-Pues Hitomi, al parecer lleva ya una semana en Fanelia, además, fue Van quien la trajo hasta aquí.
-Yo pienso que Hitomi vino por propia voluntad y es posible que extrañe un poco a sus padres y a sus amigos de la Luna Fantasma, justo como cuando la conocimos.-Dryden rodeó la espalda de la ojiazul con uno de sus brazos mientras terminaba de sentarse al lado suyo, Millerna reía por dentro, el plan funcionaba.
-No creo que los extrañe como la primera vez que vino, en esa ocasión se sentía tan sola…
-Es posible.
Dryden estaba por besar los labios de aquella mujer que lo volvía completamente loco de deseo en aquel momento, sus ojos se veían tan incitantes, y sus labios tan tentadores, estaba apunto de rozarlos cuando Millerna se levantó para ir hacia el espejo, ¿a que estaba jugando la reina de Asturia?
-Y ese vestido que traía, ahora me explico porque Van me pedía que le trajera ropa cada vez que lo visitábamos, ¿recuerdas?, "solo ropa de mujer, ropa de la talla de Hitomi" ¿recuerdas?, al parecer él nunca perdió la esperanza de volverla a ver.
-Si, ya se me hacía sospechoso, dado que Merle solo utiliza ropa del pueblo de los hombres gato y ropa de Fanelia.
-Si, además, se veía tan linda con ese vestido y esa corona de flores, parecía una verdadera princesa.
-Tú lo has dicho, una princesa y no una reina como tú, que te ves tan exquisita con cualquier prenda.
Dryden estaba peligrosamente cerca de Millerna, hablándole al oído mientras comenzaba a acariciarla con aquellas hábiles manos que poseía, aquellas manos que la volvían loca, podía sentirlas ir y venir de arriba hacia abajo con tanta suavidad, buscando excitarla por encima de la ropa, sin detenerse en alguna parte como acostumbraba. Millerna estaba a punto de volver a huir cuando aquellas manos inquietas se entrelazaron sobre su vientre para no dejarla escapar.
-Se acabó el juego Millerna, está vez no escaparás, mi hermosa y traviesa reina.- Murmuraba aquel hombre mientras una chispa de inteligencia se reflejaba en sus ojos a través del espejo, la había descubierto finalmente.
-Eres un verdadero lujurioso Dryden Fassa.
-Pero eso te enloquece, ¿o no?
Dryden no esperó respuesta alguna, sus ojos se volvieron por completo seductores mientras arrebataba un beso a su mujer de manera un tanto violenta, Millerna no se inmutó, tampoco se quejó, esa era la parte divertida, aquel hombre podía ser demasiado cortes y dulce durante sus encuentros o toda una fiera ardiente de pasión como demostraba en ese preciso instante, la reina simplemente terminó de voltearse para estar más cómoda, sentía los dientes de su marido mordiéndole los labios ligeramente fuerte mientras sus manos comenzaban a abrir a jalones aquel vestido, si este no cedía pronto, pasaría a la colección de vestidos desgarrados que Millerna tiraba en algunas ocasiones en que decidía jugar con su hombre solo para provocarlo. Finalmente el vestido cedió, la joven rubia quedó en un fondo casi transparente que permitía ver la ropa que llevaba debajo con todo detalle, Dryden contemplaba satisfecho su obra, aquellos ojos negros destellaban pura pasión y deseo por la diosa frente a sus ojos, esto no podía quedarse así a pesar de todo, una sonrisa divertida se formaba en los labios de su mujer mientras lo veía con igual ferocidad, mientras comenzaba a acariciar su vientre de manera circular sin dejar de sostenerle la mirada al ojinegro.
-¿Piensas tomarme a pesar de mi estado?
-Que yo recuerde, hoy no dijiste nada acerca de tu embarazo Millerna, así que no hay ningún problema en tomarte.
-Eres un pervertido.
-Igual que tú, mi amada reina.
Millerna entrecerró sus ojos mientras se acercaba con suavidad al antiguo mercader, con sus manos blancas comenzó a despojarlo de su ropa de la misma forma agresiva que él había empleado momentos antes, Dryden no se dejó intimidar y arrancó las pocas ropas que aun portaba la mujer frente a él, en poco tiempo, ambos habían quedado desnudos dejando algunas ropas hechas jirones, las pálidas manos de Millerna soltaron el cabello marrón de su marido para luego pasear sus manos por la cara y el pecho de Dryden quien se mostraba divertido, se veía tan provocativo, sin embargo, el juego no había terminado aun, los suaves y rosados labios de la joven se aventuraron por la piel tostada de su pareja, besando, mordiendo y chupando como la víctima de aquellas caricias había enseñado a la victimaria, ¡vaya sensación!, no solo era el hecho de que aquella boca le recorriera desde el lóbulo de su oreja derecha hasta el pecho, o no, eso lo excitaba, sentía demasiadas cosas al mismo tiempo cuando la reina jugaba así con él, tenía los ojos completamente cerrados para agudizar la sensación cuando Millerna se detuvo, entonces Dryden abrió los ojos de golpe para buscarla, parecía una ninfa traviesa mientras huía por la habitación, era un pequeño desafío que el moreno no tardó en aceptar, comenzó entonces una pequeña persecución por la habitación, pasaban por encima de la cama y por detrás del espejo, la rubia hacia lo imposible por poner cualquier objeto de por medio mientras dejaba oír su risa tan animada, por algo su habitación se encontraba un tanto retirada de las demás, Van los conocía de sobra, según adivinaba aquel hombre de castaños cabellos mientras pensaba en el escándalo que su mujer armaba para divertirlos a ambos, vaya que funcionaba, lo mejor de todo esto sería su venganza, que no tardó en llegar, finalmente logró atrapar a aquella mujer de delicado cuerpo para llevarla a la cama mientras la sentía patalear y pegarle de manera juguetona, a veces parecía una niña pequeña, como si quisiera competir con Merle.
Millerna estaba a su merced, acostada debajo de él, con aquella sonrisa divertida y a la vez burlona, más a pesar de todo, la sorprendió sentir las manos de su marido voltearla boca abajo.
-¿Se puede saber que intentas?
-Hacerte sufrir.
Las palabras que emanaban tan cálida y suavemente de la ronca voz de Dryden le produjeron un escalofrío de satisfacción a la ojiazul, provocando que su espalda se arqueara ligeramente, es que aquel ser estaba lleno de sorpresas, pronto sintió su respiración acelerada sobre la piel de su espalda mientras una mano fría la recorría, provocándole a su cuerpo otro estremecimiento más fuerte que el anterior, los labios y la lengua del hombre comenzaron a danzar suavemente por la blanca piel de Millerna quien no dejaba de moverse y jadear ligeramente para no darle el gusto a Dryden de oírla gemir o suspirar, al mismo tiempo, unas manos morenas se paseaban por los costados del cuerpo de la reina, subiendo y bajando hasta que se detuvieron en sus caderas donde comenzaron a marcar círculos con las yemas de los dedos, entonces no resistió más y un ligero sonido de satisfacción escapó ágilmente de entre sus labios, aquello era solo el comienzo, el solo pensarlo hacía que la piel de Millerna se enchinara de puro placer. Dryden siguió jugando en la espalda de su amada hasta hartarse, "¿Quieres más?" suspiró en el oído de la rubia antes de voltearla de nuevo de forma un tanto brusca, de nuevo no esperaba que su esposa respondiera, pronto comenzó a besarla en los labios de forma bastante profunda, sus manos mientras tanto recorrían aquel blanco vientre con dulzura sintiendo su casi imperceptible redondez para luego subir hasta sus senos y masajearlos suavemente, era increíble como el calor que aquellas manos infundían a su cuerpo se mezclaban rápidamente con una ya conocida sensación de electricidad para recorrerla toda y acabar en el centro mismo de su cuerpo. Dryden cortó el beso entonces sin que su esposa lo esperara, estaba ansioso de recorrerla entera con su boca, pero debía ir despacio hasta hacerla hacer perder la cabeza por completo, nada como una dulce venganza; poco a poco llegó hasta el lugar mismo donde su manos descansaran segundos atrás, era como si quisiera beberla de a poco, como si fuera un buen vino asturiano que debiera degustarse lentamente, paladeando cada pequeño sorbo que se daba a la copa para percibir hasta el más mínimo matiz que el sabor provocaba al cuerpo, unos momentos más y siguió bajando, jugando en cada área que Dryden creía conveniente, robándole suspiros y gemidos a la dulce voz de su Millerna, quien se aferraba fuertemente a las sábanas bajo su espalda, era casi imposible guardar tantas sensaciones mezcladas en el silencio, tenía que dejarlas escapar o acabarían por consumirla lentamente, aquel hombre de tez tostada no tardó más tiempo en llegar a un suave y cálido capullo rosado que lo invitaba a probar su sabor, aceptando prosiguió con su pequeña venganza contra la dueña de su alma, quería oírla gritar, quería hacerla estremecer violentamente ante cada beso y cada caricia que le prodigaba, y lo estaba logrando, pronto Millerna no pudo soportar un minuto más, el comerciante al darse cuenta de ello comenzó a besar los muslos de su esposa, recorriendo ahora cada una de sus piernas, desde la cadera hasta la punta de los dedos, la rubia simplemente se sentía arder por dentro, sus manos apretaban fuertemente las sábanas mientras su voz intensificaba el volumen de aquellas manifestaciones de lo que su ardoroso esposo provocaba en su piel, pronto llegó a la cúspide de su sentir, todo parecía estallar en silencio mientras una agradable sensación de estar flotando sobre las nubes la embargaba hasta el más pequeño recodo de su ser, no tardó mucho en salir de su letargo, las caricias de su amante despertaban sus instintos una y otra vez, podía sentirlo dejando marcas a su cuerpo, tardarían un poco en quitarse pero eran lo de menos en aquel momento, la respiración del hombre castaño se sentía rápida e insistente sobre su rostro, el solo sentir sus labios la hizo reaccionar para comenzar a morderlos y jalarlos con un poco de fuerza, tratando de no lastimarlo. Dryden comenzó entonces a besar los hombros de aquella mujer rubia hasta llegar a sus dedos, uno por uno los fue introduciendo en su boca para succionarlos suavemente mientras los acariciaba con los dientes, le besó también la garganta y las costillas, esforzándose por llevarla al nivel de placer en que se encontraba justo antes de culminar, no tardó mucho en hacerlo, tanta estimulación estaba volviendo loca a la reina asturiana, el ojinegro también estaba a punto de sucumbir y comenzó entonces las embestidas contra su mujer, fuertes y profundas en un principio, luego más lentas y superficiales, después más rápidas, intercalando entre superficiales y profundas, variando el ritmo como si compusiera una melodía completa, las llamas del fuego se veían reflejadas contra el rocío en la piel de los amantes dándoles aspecto de dioses de dorada piel, un último esfuerzo y ambos cayeron exhaustos, abrazados y contentos. Millerna abrió los ojos ligeramente encontrándose con las pocas estrellas que quedaban en el firmamento, comenzaba a amanecer, al parecer, tendrían que recibir el desayuno en la recámara o bajar algo tarde por él, ¿Qué importaba?, en aquel momento era lo de menos, entonces cerró los ojos y luego de oír a su marido murmurarle cuanto la amaba, cayó en un profundo y tranquilo sueño.
En ese momento preciso, la puerta que conectaba el cuarto de Van con el de Hitomi fue abierto, la joven de la Luna Fantasma se deslizó sigilosamente hasta la cama del ángel faneliano para luego introducirse entre las sábanas y abrazar al ocupante que en aquel momento despertó, no se movió ni un centímetro, era aun demasiado temprano para despertarse.
-¿No podías dormir?
-No, tuve visiones cuando vi a Celene, y hace unos momentos tuve otra.
-¿Otra?
-Si, así es.
-Esta también es sobre el pasado.
-No, es sobre el futuro, Millerna tiene tres meses de embarazo, está esperando a la futura princesa de Asturia.
Van sonrío mientras volteaba para acercar a Hitomi aun más a su cuerpo, el solo sentirla cerca lo hacía sentirse tranquilo y feliz, abrazó a la chica de cabellos cortos y se sumió de nuevo en los brazos de Morfeo junto a la ojiverde, pronto amanecería y debían estar descansados.
Notas de la autora:
AUXORRO, SOCCILIO, ¿QUÉ FUE LO QUE PASÓ?... o, si, es verdad, bueno (Luin coloca una mano atrás de su cabeza mientras sonríe inocentemente con la cara completamente sonrojada), esto es un lemon, y me pidieron que ya le metiera algo más de acción que me fuera más directamente al grano y pues, dado que no quiero apresurar las cosas entre Van y Hitomi, ¿Por qué no aprovechar la visita de Dryden y Millerna?, bueno, espero que les haya gustado este capítulo, en especial a ti Sabrina y a Nessy, y si no les gusto por las escenas, les recomiendo que aquí le paren porque, como ya había mencionado, esto es un lemon y es seguro que tendrá más escenas de este estilo, así pues, solo me resta agradecer a Eva Vidal, a Nessy y de nuevo a Sabrina por su apoyo y sus comentarios, molte gratcie. Y bueno, ya por último, este pequeño capítulo va dirigido a mi hermanito mayor Marcucho cucho (Jefe, por favor, no te me emociones porque no pienso dedicarme a escribir puros lemon, es solo perfeccionamiento para ser una gran escritora) y pues, lectores, espero saber de su existencia, ya conocen la nueva regla, pueden enviar todo lo que gusten a esta, su servilleta, solo den un clic en el botoncillo de review y sus comentarios llegarán con gran rapidez, así que ya saben.
SARABA
PD.- Y tú, ¿qué esperas para mandar tus comentarios?
