Hikari No Naka Eh
Capítulo 5: "Las fiestas de la paz"
El Cruzade estaba listo para salir, la ciudad de Fanelia lucía adornos de todos tipos, desde guirnaldas de flores eternas hasta figuras de papel que flotaban a una altura considerable, puestos de hadas y duendes de tela se podían ver por el lugar así como ricos platillos para los viajeros que habían comenzado a llegar hacía ya un par de días, el Cruzade zarparía al medio día, justo igual que las naves de los monarcas de los otros reinos que ahora se encontraban observando la belleza de las calles de Fanelia y disfrutando de la generosidad y el calor de aquella gente humilde, pero feliz.
Van dio un último vistazo a su patria justo antes de subir por completo a la nave donde viviría los próximos 4 o 5 días, luego observó de nuevo a sus dos acompañantes de viaje, por un lado, Merle no dejaba de brincar alrededor de él, impaciente por comenzar un nuevo viaje a lado suyo y ver los fuegos artificiales con que serían despedidos, por otro lado, Hitomi aun seguía ruborizada al lado suyo, observando todo el lugar, aun estaba asombrada por el cambio tan radical que había dado aquel pequeño reino en cuestión de días, se sentía orgullosa por haber colaborado aunque fuera un poco en los preparativos, el rey faneliano la contempló entonces desde los pies, llevaba sandalias de madera y calcetas blancas, siguió subiendo y pudo notar lo bien que se amoldaba aquel vestido verde con flores de sakura y la cinta amarilla alrededor de su cintura formando un moño enorme al frente, la tela tan suave caía delicadamente sobre sus hombros para apenas cubrirlos y unos finos hilos dorados adornaban también los filos de las mangas y el cuello de aquel atuendo, Hitomi le había dicho que aquel atuendo se parecía a los kimonos que usaban en la Luna Fantasma, se veía tan linda portando los ropajes de su madre…
El Cruzade despegó finalmente, siguiendo a las otras naves que ya surcaban el cielo faneliano, alumbrado por estrellas pálidas del firmamento y estrellas multicolores creadas por los ciudadanos del reino, era todo un espectáculo, los fuegos artificiales de Fanelia superaban lo que se contaba sobre ellos, diseños de flores, palomas, hadas y los emblemas fanelianos se podían apreciar perfectamente entre aquellos estallidos multicolor que tanta vida daban al firmamento, Celena se encontraba al lado de Van, observando de reojo al joven rey, siempre le había parecido apuesto, desde que su hermano se lo presentara tiempo atrás, también le parecía una persona triste y solitaria que la intrigaba con aquellos rubíes que por ojos llevaba, ahora en cambio se veía sereno y feliz, llevaba a la chica de la luna fantasma colgada del brazo, sonriendo mientras veía maravillada las creaciones del lugar, tenía que admitir que se sentía un poco celosa de los favores que el rey le brindaba a aquella joven de ojos verdes, como le gustaría estar en su lugar…
Algunas horas más tarde ya habían dejado atrás los territorios fanelianos, Gadeth y los demás de la tripulación conversaban de forma amena, cantaban incluso, Allen dormía plácidamente en su habitación, Millerna y Dryden no hacían ruido, cosa extraña, todo el viaje a Fanelia habían interrumpido su sueño durante la noche, la niña gato se encontraba en la misma habitación que el príncipe Chid, hacía rato que había terminado de narrarle uno de los cuentos fanelianos que más le gustaba y ahora ambos dormían como los niños que eran, no se oía sonido alguno en la habitación de la señorita Hitomi, supuso entonces que estaba dormida, así que prosiguió hasta llegar a la cocina a tomar un poco de agua, hacía calor en su cuarto, desde hacía un rato que se había quitado de encima el vaporoso vestido blanco que tantas veces usara en otro lugar, en otra vida, cuando su fiel Jajuka la guardaba día y noche, protegiéndola de todo y de todos, esos tiempos habían quedado atrás, ahora solo llevaba un camisón azul de tirantes y una bata de seda también azul un poco más obscura que el camisón.
Celene bebió su agua poco a poco hasta que en el recipiente no quedó gota alguna del vital líquido, comenzó el recorrido a su cuarto y se detuvo frente a una puerta, se oía una respiración un tanto acelerada, era la habitación del rey, posiblemente estaría teniendo una pesadilla y despertara pronto, tal vez necesitara algo en cuanto eso pasara y Celene no resistía la tentación de verlo; la puerta se deslizó sin dificultad bajo su mano, no tenía el seguro puesto, un escalofrío la recorrió entonces la médula completa, tenía la sensación de que no tenía porque estar ahí, a pesar de todo, continuó, pudo más la curiosidad que su buen juicio; la rubia no estaba preparada para lo que vería en esos momentos, recargados contra la pared, comiéndose a besos, paseando sus manos a todo lo largo que estos daban, se encontraban el rey de Fanelia y otra persona, no sabía quien era puesto que la alcoba se encontraba en una oscuridad total, casi completa, el ryuujin comenzó a bajar poco a poco por el cuello de su prisionera, revelando sus hombros para probarlos mientras abría los ropajes lo suficiente, como para que los senos de su acompañante sintieran el aire que los rodeaba, provocando que se erizaran y tensaran un poco, los labios de Van siguieron bajando en aquella dirección, buscando probar zonas prohibidas en el cuerpo de su amada, quien tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, los ojos de Celene casi se desorbitan la observar aquella íntima escena, salió corriendo a su habitación y, luego de poner seguro a la puerta, se dejó caer a su lado, estaba confundida, se sentía triste y celosa sin razón alguna, pensaba, cuando una voz en su interior se dejó escuchar, una voz que odiaba y que hacía mucho tiempo que no había vuelto a rondarla…
-Mátalos a ambos.
-¿Qué?
-Mátalos, esos seres no merecen tu compasión.
-No, no debo matar, no puedo matar, no se como.
-Claro que sabes como, tú quieres matarlos, realmente lo deseas.
-No, su Majestad Van no ha hecho nada para que lo mate.
-¿No? Entonces ¿porqué no te ha hecho caso? ¿cómo explicas que no se haya fijado en ti, con ese cuerpo tan perfecto?
-Él está enamorado de otra mujer, yo debo respetarlo.
-¿Te refieres a Hitomi? Esa bruja puede desaparecer fácilmente.
-No, no lo haré.
-Si, lo harás mi querida Celene.
-No puedo, no es correcto.
-¿Y QUÉ QUE NO SEA CORRECTO?... yo soy quien hace las reglas aquí, YO soy el fuerte, POR MI es que sobreviviste tanto tiempo en Zaibach.
-NOOOOOOO, DÉJAME EN PAZ, SAL DE MI CABEZA.
-No, no lo haré hasta que mates a Hitomi.
-¿Con que objeto?
-Limpiar tu camino al corazón de Van, si ella no está en medio, él se fijará en ti irremediablemente.
-¡¡¡MIENTES!!!
-¿Eso crees?, obviamente eres tonta, camina hacia ese espejo del fondo y mírate.
Celene obedeció la orden mientras sostenía su cabeza con desesperación, sentía dolor, mucho dolor en su toda su cabeza y en su pecho, no estaba bien aquella conversación, no lo estaba, menos aun que obedeciera.
Cuando la rubia hubo llegado al espejo, no se atrevió a mirarse en él, tenía los ojos apretados, lágrimas salían de estos, sus manos se habían vuelto puños alrededor de sus cabellos, ahora despeinados, la misma voz autoritaria hizo eco entonces en su cabeza.
-Quiero que te observes.
-No
-¡¡¡MÍRATE!!!
-…
Poco a poco, el dulce rostro de la menor de los Chezard fue moviéndose hasta observar en el espejo, pudo ver con claridad su rostro sollozante, su frágil cuerpo tembloroso bajo el camisón y la bata que había comenzado a caerse desde hacía un rato, vio también una mano enguantada sostenerla de la barbilla, los ojos desquiciados de su peor pesadilla escondidos tras ella, burlándose de aquella muñeca de trapo, vio el rostro entero de su agresor salir de detrás de su cabeza, observó los labios de aquel demente marcarle la mejilla con un beso suave, mientras se acercaba a su oído.
-Observa bien, pequeña Celene, observa bien el cuerpo que tienes, míralo.
La ojiazul comenzó a llorar de nuevo, sin moverse, mientras veía como su ropa se deslizaba suavemente por su cuerpo, hasta quedar desnuda, las ilusorias manos de su agresor comenzaron entonces a recorrer aquellas formas femeninas que tanta fama le habían ganado en Asturia, eran caricias amargas hechas por un asesino que habitaba dentro de su mente, un hombre con el que compartía su cuerpo desde mucho tiempo atrás, que había ingresado a ella sin su consentimiento, y ahora había vuelto para torturarla y meterle ideas raras a la cabeza, sintió entonces unos dientes afilados sobre su cuello que la trajeron de vuelta a la realidad.
-Te dije que OBSERVARAS, y en lugar de eso te mortificas, eres una niña mala, te digo que observes, compara, ¿Qué tiene esa mujerzuela de la Luna Fantasma que no tengas tú?, dime.
-…
-¡¡¡TE DIGO QUE RESPONDAS!!!
-Nada.
-Muy bien, dime entonces, ¿porqué no se fijaría ese necio en una mujer tan perfecta como tú?
-Porque ama a Hitomi.
-MÁTALA.
-No puedo.
-Entonces, mi querida Celene… lo haré yo.
-NO, ESPERA…
Era tarde, aquel fantasma se había desvanecido entre las sombras que bañaban aquel cuarto, Celene buscó de nuevo en el espejo, solo estaba ella, desnuda, con la amenaza de que ese maldito volvería a posesionarse de su cuerpo para regar sangre por la tierra, ¿es que no había matado ya lo suficiente? Y todo por su culpa, por aquellos estúpidos celos sin sentido alguno, aquel enojo, aquella molestia, aquella envidia, aquellos celos habían atraído de nuevo a la abominación que por años se aprovechó de su cuerpo y lo explotó, convirtiéndolo en una máquina de matar, una bestia asesina y orgullosa que lo único que anhelaba era ver sufrimiento y terror en los ojos de los otros, sus piernas blancas y bien torneadas se volvieron de papel al instante, cayó entonces al suelo, llorando desconsolada, ¿qué había hecho?
En tanto, en la habitación de Slanzar, el joven rey había comenzado a succionar suavemente, provocando pequeños gemidos de placer a Hitomi, estaba ocupado probando diversas caricias para acrecentar las sensaciones de la adivina, cuando logró escuchar una petición de detenerse, el aliento le faltó por un momento, mientras separaba sus labios de aquella piel que lo enloquecía, sus ojos carmesí se cerraron unos instantes mientras sentía como las manos que antes estuvieran en su espalda, ahora se ocuparan en cerrar el traje faneliano que hubiera abierto hacía solo un instante.
Van.- Discúlpame Hitomi, creo que me adelanté, lo siento, yo…
Hitomi.- Shhht, está bien, me agradó mucho lo que hiciste.
Van.- ¿No estás… molesta?
Hitomi.- No.
Van.- Entonces, ¿porqué me pediste que me detuviera?
Hitomi.- Porque había alguien en la puerta, estoy segura.
Van.- Déjame ver.
El pelinegro caminó a paso seguro hacia la puerta mientras buscaba su espada con la mirada, abrió la puerta por completo, asomó la cabeza en todas direcciones buscando a alguien… nada, el pasillo estaba en completa soledad, por no mencionar lo oscuro que se veía; volvió a entrar a la habitación y cerró la puerta tras de si, colocando el seguro esta vez.
Van.- No había nadie, pero la puerta estaba abierta.
Hitomi.- Lo siento, creo que no la cerré bien cuando entré.
Van.- Es posible.
El monarca faneliano abrazó entonces a la chica castaña, le dio un suave beso en los labios y luego la vio a los ojos con un poco de miedo y determinación a la vez que la ternura y el amor asomaban por sus ojos.
Van.- ¿Quieres proseguir?
Hitomi.- Yo… no, di-discúlpame Van, me gustaría continuar pero…
Van.- ¿Pero?
Hitomi.- Tengo miedo de llegar demasiado lejos, yo…
Van.- Está bien, no te preocupes, yo, no tengo prisas, además, estamos aprendiendo juntos, no sería justo que te forzara a algo que no deseas.
Hitomi.- Gracias.
Ambos se abrazaron entonces fuertemente, suspirando de alivio y de pesar, los ojos de ambos se cerraron antes que la chica separara su cuerpo del de aquel que tanto amaba, lo vio entonces a la cara y luego de darle un beso en los labios, se aproximó a una silla junto a la puerta para tomar una prenda de ropa.
Hitomi.- Van, ¿podrías voltearte un momento?
Van.- ¿Eh? ¿qué? ¿yo? Pero si yo no… está bien.
La chica sonrió y comenzó a deshacerse de la ropa que llevaba puesta, se colocó encima el suave camisón verde agua que le hubieran dejado en su habitación, luego abrazó al joven que le daba la espalda, depositó un beso atrás de su oreja y se fue directo a la cama de su anfitrión, destendiéndola de un lado y acomodándose con ligereza. El rey de Fanelia no tardó en imitar a la ojiverde, pronto se encontraba a espaldas de esta, abrazándola, atrayéndola hasta dejarla contra si, sintiendo su cuerpo con el propio, embriagándose en su aroma a flores, sintiendo su cabello tan suave en el rostro, arruyándose con el sonido de su respiración cada vez más pesada. Sus ojos se habían cerrado ya, su corazón latía acompasado y tranquilo en completa armonía, un calor agradable, proveniente del cuerpo ajeno lo envolvía poco a poco, surtiendo un efecto somnífero, casi mortal para su ser.
-¿Qué somos?
Los ojos del dragón blanco se abrieron completos ante aquella interrogante que la dama en sus brazos le hacía, se incorporó un poco entonces, lo suficiente para descansar su rostro sobre el de la joven, sin soltarla siquiera un poco.
Van.- ¿A qué te refieres Hitomi?
Hitomi.- Quiero saber cual es nuestra relación actual, no somos compañeros de viaje ahora, y somos más que amigos, pero no estamos comprometidos, y todavía no somos amantes, entonces, ¿qué somos?
Van.- Yo, no había pensado en eso.
Hitomi.- En mi planeta, cuando dos personas son más que amigos, se denominan novios, no importa si están comprometidos o no.
Van.- ¿Novios, eh? Entonces supongo que eso somos.
Hitomi.- Pero este no es mi planeta.
Van.- Es cierto, supongo que el equivalente aquí es pareja.
Hitomi.- Entonces, ¿somos pareja?
Van.- Si, así es, ahora a descansar.
El monarca besó la mejilla de su pareja y volvió a intentar dormir, ya había comenzado a entrar en el mundo de los sueños, estaba justo a la mitad, donde la realidad y la fantasía se confunden y es posible ver lo imposible…
Hitomi.- ¿Esta bien que durmamos juntos, Van?
Van.- ¿Porqué lo preguntas?
Hitomi.- Quiero saber si es correcto lo que hacemos.
Van.- ¿Tú me amas?
Hitomi.- Si.
Van.- Yo daría mi vida por ti Hitomi, ambos nos amamos, entonces nuestra conducta no tiene nada de malo, ahora descansa.
Hitomi.- Pero es que siento que lo estoy haciendo mal.
Van.- ¿Porqué piensas eso?
Hitomi.- En la Tierra, cuando dos personas duermen juntas, es porque están edificando una vida juntos.
Van.- ¿Y no hemos estado haciéndolo Hitomi?
Hitomi.- No me entiendes, me refiero a que están casados.
Slanzar abrió los ojos, soltó a la chica en su cama y se sentó, observando aquellos suaves cabellos que apenas alcanzaban a tocar la frágil espalda de su dueña.
Van.- ¿Te arrepientes?
Hitomi.- ¿De qué?
Van.- De lo que ha pasado entre nosotros desde que volviste.
Hitomi.- No, me parece maravilloso, pero me siento confundida, se me enseñó que esto no es correcto… y aun así… no me arrepiento de nada.
Van.- ¿Entonces cual es el problema? Hitomi, si te acaricio de la forma en que lo hago, si te beso como lo he hecho, es porque te amo, porque te necesito a mi lado y no se como demostrártelo, si dormimos o no juntos no tiene nada de malo.
Hitomi.- ¿En verdad?
Van.- En verdad
La chica de la Luna Fantasma se incorporó también, sin mostrar su rostro, su joven acompañante pasó un brazo por su espalda para abrazarla, un beso inmerso entre sus cabellos eran su forma de decirle que todo estaba bien, su mano libre recorrió entonces el fino mentón de la ojiverde, deslizando lentamente las yemas de los dedos por sus mejillas, estaban un poco húmedas, al notarlo, su corazón se acongojó por completo, la acercó más a su pecho, abrazándola con ambas manos de forma protectora.
Van.- Si te preocupa que te deje en un futuro, te tengo noticias, pienso quedarme contigo para siempre.
Hitomi.- Van…
Van.- Es en serio Hitomi, no se cuanto tiempo piensas quedarte, pero quiero que estés siempre a mi lado, quiero compartir mi vida contigo Hitomi, porque no la concibo sin ti.
Hitomi.- Van…
Van.- Hitomi, por favor, cásate conm…
El suave tacto de los dedos de Hitomi interrumpieron la proposición del rey, se sentía consternado solo de pronto, entonces, ¿lo rechazaba?, sentía que el alma escapaba de su cuerpo cuando la sonrisa de aquella mujer lo tranquilizó por completo, de sus labios se separaron aquellas manos benditas para luego situarse a sus costados.
-Creo que necesitamos descansar Van.
-Me parece una buena idea, Hitomi.
Notas de la autora:
Nihao. Bueno pues antes que nada, les debo a todos una tremenda disculpa por esta demora, en verdad, no fue mi intención dejarlos esperados, especialmente en vacaciones pero pues, tuve una visita muy especial durante las últimas dos semanas, no daré detalles, solo diré que un maldito virus nos complicó un poco la existencia por este lado del planeta, en fin, volviendo al fic, espero este capítulo haya sido de su agrado, lo se, lo se, quedó un poco extraña la parte de Celene, pero es que necesitamos un poco de acción (en el buen sentido de la palabra) y esta está comenzando a asomar la cara, ¿qué les pareció? Dilandu vuelve al ataque, muajajajajajjaa, espero sus comentarios.
Por otro lado, agradezco el apoyo, sugerencias y demandas de Hitomi Kansaki Fanel, Serena, Laura Valentina, Sabrina, Alex, Eva Vidal, Arinayed, Nessy, Juna chan y fanny chan (algunos de los cuales se están volviendo clientes asiduos nn, miel gracias, digo, mil gracias por sus comentarios, trataré de tomar en cuenta las sugerencias), en verdad, muchísimas gracias por sus reviews, me dan ánimos para seguir adelante con este loco proyecto.
Ya por último, este capítulo está dedicado a mi querido amigo Erik, alias el pitufo gruñón, jajajjaa, pitufito, no se si vayas a leer esto alguna vez pero, a tu salud. Y ya saben amigos, quejas, sugerencias, tomatazos, críticas de cualquier tipo y comentarios varios, solo mándenme un review y se les atenderá con rapidez y cortesía.
SARABA
PD.- Intentaré poner quien está hablando fanny, en esta ocasión no será en todos los diálogos para dejarle un poco de misterio a cierta conversación.
