Soñar otra vez.

UNO.

En algún lugar de un Gran País...

19 de Febrero.

Hoy se cumplen 9 años de tu partida y mi vida ha cambiado radicalmente desde entonces. Mientras reviso a mis pacientes, veo tu cara en cada uno de ellos y me pregunto si pude haber hecho algo para cambiar nuestras vidas...

-

En algún país no tan lejano...

Octubre.

Es algo curioso, pero rara vez me aprendo las fechas exactas en las cuales he llegado a conocer a algunas de las personas más importantes de mi existencia. O quizá no sea nada curioso, quizá a todos nos pasa igual. Lo que sí, es que cada vez que menosprecio a algo o a alguien o cada vez que paso por alto alguna situación que me parece irrelevante, ese algo, ese alguien o esa situación terminan por cambiar mi pequeño mundo. Así me pasó contigo...

Yo era una adolescente (aborrescente, como diría mi hermano ¬¬) como cualquier otra. Bueno, no, eso es mentira, yo no era como las demás porque yo era lo que bien podría considerarse una nerd: no me interesaban las discotecas( y siguen sin interesarme), ni andar detrás de chicos, ni las telenovelas ni la moda ni ninguna de esas cosas que a mí me parecen vanalidades. Únicamente me interesaba el estudio, dedicaba mi vida a eso: a ser la mejor de todas y bueno, les mentiría si les dijera que eso era lo único que hacía, pero sí puedo decirles que me la pasaba estudiando un buen rato del día.

Si he de ser sincera, el estudio era el eje alrededor del cual giraba mi pequeño mundo debido a que es en lo único en lo que soy buena. O al menos lo era... No había ninguna otra cosa que tuviese importancia en mi vida, el chico que en ese momento me gustaba apenas y se daba cuenta de mi humilde existencia (no digo patética porque yo no considero que mi vida haya sido patética), y a mi grupo de amigas y a mí nos gustaban las cosas sencillas. Pero todo esto ya lo sabes, así que comencemos con esto.

El día en que nos conocimos era un sábado, lo recuerdo perfectamente porque yo no había ido a la escuela ese día (ojo, no me aprendí la fecha pero sí el día) y porque al día siguiente te vi cuando salí de la Iglesia. Regresaba yo de la tienda, después de surtir un encargo que mi paciente madre le hizo a su abnegada hija menor (léase con sarcasmo), refunfuñando por tener que salir a la calle cuando bien podría estar viendo la TV. Iba baboseando, como siempre, cuando pronunciaste las palabras que habrían de crear un cataclismo:

Disculpa, ¿no sabes en dónde puedo encontrar una papelería?.- me preguntaste.

Yo volteé a ver quien me había hablado; muy cerca de mí estaba parado un muchacho, mucho más alto que yo. Lo primero que noté fueron los rasgos orientales y la gorra roja que aplastaba tu cabello negro y le daba cierto toque de misterio a tus ojos oscuros. Inmediatamente pensé: "¿Qué andará haciendo por acá un oriental?". Tardé mucho en contestarte porque me quedé en la babia al verte, realmente fue amor a primera vista... Si es que eso existe...

Eh... Pues sí, aquí como a tres cuadras encuentras una.- respondí después de mil horas.

Gracias. ¿Podrías acompañarme? Es que soy nuevo y no conozco la ciudad.- me preguntaste, con una sonrisa.

Inmediatamente me vino a la mente la recomendación que siempre me gritaba mi madre: "¡Nunca salgas con extraños!". Pero este muchacho se veía de confiar...

Lo siento, no puedo.- respondí.- Tengo un asunto pendiente.

Ándale, no seas así.- insististe.- No seas tan cruel con un extranjero que acaba de llegar a este país.

Pero es que no tengo tiempo...

Yo sé que sí tienes. Vamos, llévame hasta allá, te prometo que no muerdo.

Bah, qué mas daba, estábamos a plena luz del día y si intentabas hacerme algo gritaría tan fuerte que me escucharían en la Conchinchina.

¿De qué país vienes?.- te pregunté, solo para hacer plática. La verdad es que siempre me pone muy nerviosa el hablar con gente desconocida y pues tú nunca fuiste muy conversador que digamos.

Del país del Sol Naciente.- me dijiste.

"¡Ah, chido pues! Qué específico fue eso...".

Ya veo... ¿Y qué estás haciendo aquí?

Pues vine para convertirme en el mejor portero de todo el mundo.- me respondiste, cosa que a mí me provocaron las ganas de soltar una carcajada.

Como buena adolescente mujer que era, detestaba el fútbol y todo lo que se relacionara con él.

Ahhh.- fue todo lo que respondí.

No me crees, ¿verdad?.- inquiriste.

Eh, no, claro que sí te creo...

Te dieron ganas de reírte.

¡Eso no es verdad!.- protesté, poniéndome muy roja. "¡Rayos! ¿Cómo fue que se dio cuenta?"

No te preocupes, no me ofendo. Pero lo que dije es verdad: vine hasta aquí para convertirme en el mejor guardameta de todos. Y no me rendiré hasta cumplir mi objetivo.

No contesté nada, porque en ese instante llegamos a la dichosa papelería. Tú entraste y yo te dije que había sido un placer conocerte y que esperaba que recordaras como regresar solo. Pero no me dejaste ir, me tomaste de la mano y no me la soltaste en todo el rato que estuvimos allí. ¿Qué rayos estaba pasando? Yo debí haberte pateado el trasero para que me soltaras, pero en ese entonces era muy tímida como para siquiera poder defenderme.

Ya de regreso, sutilmente me solté de tu mano. Tú actuaste como si nada y comenzaste a bombardearme con preguntas, como para desviar la atención de este incidente...

¿Y tú de qué país provienes?.- preguntaste.- Porque se nota que no eres de aquí...

Uhm, pues provengo de algún lugar de un Gran País.- respondí yo, vagamente.

No seas así, dime exactamente de cual.- te quejaste.

¡Ahhh, mira tú!.- protesté.- No quisiste decirme de dónde vienes, ¿por qué he de decírtelo yo?

Está bien, no te enojes. Si te lo digo, ¿me lo dirás tú?

Solo si me lo dices...

Hecho. Bueno, dime de dónde provienes...

Oye no, yo te pregunté primero.- hice un puchero, cosa que a ti te causó mucha gracia.

No, mejor dime tú y te prometo que yo te lo diré después.

Ésa fue la primera vez que lograste convencerme con tu actitud de niño inocente. No sé como rayos le hacías, pero siempre conseguías salirte con la tuya.

Pues... Vengo de México.- respondí.- Ahora tú.

Japón.

Me lo suponía.

¿Y tú que andas haciendo por acá?

Pues mis padres decidieron cambiar de residencia por alguna extraña y oscura razón que solo ellos saben.

Ahhhh. Bueno, supongo que tienes un nombre...

Supongo que tú también...

Yo te pregunté primero.

¡Eres un odioso!.- suspiré.- Me llamo Azucena.

Azucena... .- repetiste en voz baja.- Es un nombre lindísimo, te queda perfecto.

¿Bromeas, verdad?.- me puse algo colorada.

No, te lo digo en serio. Se nota que tienes un corazón muy puro.- respondiste, con una sonrisa.

Eh, como sea, dime como te llamas.- traté de hacer que no te dieras cuenta de que me puse más roja que los jitomates que llevaba en una bolsa.

Benjamín.- contestaste.- Benjamín Price. Pero todos mis amigos, conocidos y demás me dicen Benji.

Benji Price.- repetí yo.- ¡Qué nombre más extraño!

Muchas gracias.

De pronto me di cuenta de la hora: era tardísimo. De seguro mi madre ya habría llamado a la Cruz Roja, a los Bomberos, a la Guardia Nacional, a la PGR, a la INTERPOL, a la CÍA, al FBI, a la KGB y hasta a la GESTAPO para pedirles que encontraran a su pobre hijita. Si creen que exageré, es porque no conocen a mi madre...

Bueno, un placer, ahora sí ya me voy.- me despedí.

¿Te veré de nuevo?.- me preguntaste.

Eso depende...

¿De qué?

¡De que sigas teniendo ojos!.- me despedí con la mano y me alejé corriendo en dirección a mi casa. No podía creer en mi buena suerte...

Por alguna razón, no tardé en olvidar este incidente. Me enfrasqué en alguna tarea y te borraste de mi mente por unas cuantas horas. Pero no tardarías en volverte a aparecer... Al día siguiente, regresaba con mi madre a nuestra casa después de salir de la Iglesia cuando te vimos pasar. Tú me saludaste haciéndome una seña con tu gorra roja y yo simplemente te sonreí. No deseaba activar el radar de mi madre, pero fue demasiado tarde...

¿Quién es él?.- preguntó ella, con un tono que bien podría usar un agente de la PGR al interrogar a un narcotraficante.

El nuevo vecino.- respondí, simplemente.- Ayer lo conocí cuando salí de la tienda.

Ah, cierto, algo escuché de que alguien había ocupado la casa de la esquina.- y eso fue todo.

Por ese día, porque habrían de pasar muchas cosas después...

Notas:

Azucena significa blancura o pureza. Es de origen árabe.

La PGR es la policía mexicana, la que se encarga de los narcos y esas cosas, tienen fama de ser unos verdaderos desgraciados...

Ésta es una historia real, adaptada a Captain Tsubasa para convertirla en fic. Se han cambiado nombres, lugares y fechas para proteger la vida privada de algunas personas.