DOS.
Y sigue siendo Octubre.
Bueno, pues los días pasaron y descubrí con tristeza que no estabas inscrito en mi escuela, cosa que no era para sorprenderse dado el hecho de que había como treinta secundarias en la ciudad, así que las probabilidades de que fuéramos a la misma eran muy remotas.
Un día, después de regresar de clases, te vi platicando con una chica de mi misma edad, de cabello negro muy corto. Sentí una punzada de desilusión: era obvio que se trataba de tu novia. "¿Qué esperabas?", pensé, "Era lógico...".
Caminé lo más rápido que pude para que no me vieras, y por lo visto lo conseguí, aunque la chica que estaba contigo sí me vio y se acercó a saludar.
¡Hola!.- me saludó.- Tú debes de ser Azucena. Mucho gusto, me llamo Ariel.
Ahhh... Ho... Hola... .- tartamudeé, muy cohibida. Se notaba a simple vista que esta chica era todo lo que yo no era: abierta, extrovertida y sin pelos en la lengua.- ¿Có... cómo sabes cuál es mi nombre?
Ah, Benji me lo dijo.- respondió ella.- También me contó que lo ayudaste el otro día.
Ah, sí, es que no sabía en donde estaba la papelería.- musité.
Jajaja, típico de él, es súper despistado, no sabe de otra cosa que no sea de sóccer.
Ya me di cuenta...
Pues muchas gracias por ayudar a mi hermano.
¿Tu hermano?.- grité, sorprendida. No me lo esperaba...
Sí. ¿Qué creíste, que éramos novios?
Este... No... .- viéndola bien, Ariel sí se parecía mucho a Benji.
Bueno, espero que seamos buenas amigas.- me dijo ella.- Una se siente muy sola cuando acaba de llegar a una ciudad nueva.
Sí, me imagino. Y por supuesto que seremos buenas amigas.
"Y también podría hacer que tu hermano se sintiera menos solo, si quieres...", pensé.
Ven, te invito a mi casa.- me dijo Ariel, de pronto.
Eh, no, ahora no puedo, tengo muchísima tarea que hacer...
¡No seas aguada! Anda, vamos, te presentaré a toda mi familia.
Y dicho esto, tu hermana me tomó del brazo y me llevó con ella sin darme tiempo de chistar. Yo iba temblando de miedo, puesto que lo que menos deseaba en esos momentos era toparme con el resto de tu familia. Siempre me ha dado pánico conocer a las familias de mis conocidos y eso ya lo sabes muy bien...
Llegamos a tu casa. Siempre me dio curiosidad conocerla, pues pasaba muchas veces por ahí y me pareció que era una casa muy linda. En fin, la cosa es que entramos y Ariel me presentó con el perro de la familia, el cual inmediatamente comenzó a saltar a mi alrededor y a lamerme con su babosa lengua.
¡Max, estate quieto!.- gritó Ariel, pero el condenado can no le hizo caso. Yo no podía dejar de reírme.
No te preocupes, me agradan mucho los perros.- dije yo.- Me gustaría muchísimo poder tener uno propio...
¡Ahhhh! ¿No tienes perro?
No, a mi madre no le gustan los animales...
Qué lástima... En fin... Sube a mi cuarto y espérame allí mientras saco a Max al jardín.
Pero no sé en donde está... .- protesté.
Solo sube las escaleras, es la última puerta del corredor.- me indicó Ariel.
Así que no me quedó más remedio que subir. Admiré anonadada la cantidad enorme de pinturas que tenían colgadas en la escalera y el corredor, eran imitaciones de las obras de Van Gogh y Da Vinci; se notaba que tu familia tenía dinero... Como sea, estaba yo admirando el "Nacimiento de Venus", de Da Vinci, cuando de pronto la puerta del baño se abrió y saliste... completamente desnudo... Bueno, no ibas totalmente desnudo, puesto que te secabas el cabello con una toalla...
Yo, que en ese entonces era muy tímida y penosa, me quedé sin saber qué hacer. Tú no te diste cuenta de mi presencia hasta que estabas a pocos metros de mí, entonces inmediatamente agarraste la toalla y te la ajustaste alrededor de la cintura. Pero ya era demasiado tarde, ya había visto más de lo que hubiera querido...
¿Se puede saber que haces aquí?.- preguntaste, muy avergonzado.
Eh... Yo... .- no hallaba ni qué decir.- Lo... Lo siento mucho...
Salí corriendo, bajé las escaleras como bólido, atravesé la cocina y abrí la que según yo era la puerta que daba a la salida, pero una vez que la atravesé me di cuenta de que me había encerrado en la alacena...
¿Qué le hiciste a nuestra invitada, Benjamín?.- gritó Ariel, desde el jardín.
Uy, hermanito, acabamos de llegar y ya causaste un caos.- gritó un muchacho, desde alguna parte de la casa.
¡Benji! ¿Cuántas veces te he dicho que no seas tan hostil con las visitas?.- gritó la voz de una mujer mayor.
¿En dónde estás, Azu?.- preguntaba Ariel.
Creo que se encerró en la alacena.- anunció otro muchacho.
De pronto, se abrió la puerta y allí estaba Ariel y casi inmediatamente apareciste tú detrás de ella, debidamente vestido.
¿Qué haces aquí?.- preguntó Ariel, quien luchaba por no reírse, la desgraciada.
Benji la ha de haber asustado tanto que decidió esconderse.- dijo el primer muchacho que había hablado, apareciendo detrás de ti.
Ay, hermanito, ya trata bien a las mujeres o nunca te conseguirás una novia.- el segundo muchacho apareció detrás del primero.
Bueno, la alacena no es un buen lugar para conocer gente, ya salgan todos de ahí.- anunció la mujer mayor, quien evidentemente era tu madre.
Yo solo quería que me tragara la tierra...
Ven, Azu.- Ariel me ofreció la mano.- Te invito unas galletas si sales de ahí.
Aquí estoy bien, gracias.- musité, cosa que hizo que tus hermanos se rieran y tu madre sonriera.
Vamos, querida, no seas tímida.- me dijo tu mamá.- Sal de ahí para que podamos conocerte.
Pensándolo bien, la situación era más que cómica, yo escondida en la alacena mientras que toda tu familia me observaba como si yo fuera un espécimen en peligro de extinción. Pero en ese momento, nada me parecía gracioso...
Bueno, Benji, qué le hiciste a esta pobre muchacha.- reclamó tu madre, en tono amenazador.
Yo... Eh... Bueno... Es que... .- balbuceé, tratando de dar alguna explicación que no sonara tan desastrosa.
Perdón, es que ya saben que rara vez me gusta recibir visitas.- respondiste tú, cortando de tajo todos mis murmullos.
¿Y ése es motivo para tratar mal a una de nuestras vecinas?
No, lo siento mucho, no se volverá a repetir.
E inmediatamente me hiciste una reverencia. Yo pude haber jurado que antes de inclinarte me guiñaste un ojo...
Mis más sentidas disculpas, señorita.- me dijiste.
Está bien, no importa.- sonreí yo, un poco menos avergonzada.
Bueno, pues les presento a Azucena.- anunció Ariel, con el tono que alguien usaría para presentar a la Reina de Inglaterra.- Nuestra vecina del extremo opuesto de la calle.
Es un placer conocerte, querida.- me dijo tu madre, sonriéndome.- Me llamo Mariam y soy la madre de este grupo de revoltosos muchachos que ves aquí.
Y yo soy Touya.- anunció el que parecía ser el mayor de tus hermanos.
Y yo me llamo Kenji.- anunció tu otro hermano, el chico que usaba gafas.
Y pues ya nos conoces a mí y a Benji.- dijo Ariel.- Aunque ya notaste que a este zopenco rara vez le gusta tratar con las visitas...
Tú le diste un cariñoso jalón de cabellos a tu hermana como respuesta.
Bueno, permíteme prepararte un té.- me ofreció tu mamá.
Y ofrecerte unas galletas.- dijo Ariel.
Bueno, después de tanto escándalo, me retiro a seguir trabajando.- anunció Touya.
Y yo me regreso a seguir con mi videojuego.- dijo Kenji.
Ah, por cierto, Benji, no pude darle a Max de comer por todo el escándalo que hiciste, dale tú su alimento.
¿Y yo por qué?.- protestaste.
Pues porque todo esto fue tu culpa.
Sin decir nada más, tomaste una bolsa de alimento y saliste al jardín. Yo no pude evitar el impulso de seguirte.
De verdad que lo lamento muchísimo.- musité, cuando estuvimos a solas, tú, yo y el perro.
No hay problema.- me contestaste, secamente.
Perdóname.
¿Por qué?.- volteaste a verme con sorpresa.
Porque por mi culpa te regañaron...
Ahhh...
¿Por qué no dijiste la verdad?
No lo sé.- te encogiste de hombros.- Quizás fue porque no quería que todos pensaran que eres una depravada.
Ahhh... .- me volví a poner sumamente colorada, cosa que a ti te causó risa.
¿Por qué te pones tan roja?.- me preguntaste.
"¿Qué acaso no sabes nada de sutilezas?", pensé.
¿Por qué ha de ser?.- murmuré.
Oh, vamos, no puedo estar tan mal como para que te de vergüenza recordar lo que viste.- me dijiste, con desparpajo, cosa que me provocó a mí un ataque de tos.
¿Cómo se te ocurre?.- grité, escandalizada.
¿Qué cosa?.- me preguntaste, fingiendo demencia.
Ya, por favor.- musité, agachando la cabeza.
¡Oh! Lo lamento, no quise incomodarte...
Está bien...
Pero me debes una, y una grande.
¿Y cómo quieres que te la pague?
Pues... Déjame pensar.- fingiste razonar las cosas antes de contestarme.- Podría pedirte que bañaras a Max. O podría pedirte que lavaras mis uniformes de fútbol...
Ahhhh...
Pero...
Pero...
Creo que mejor te pediré que vayas conmigo al cine.
¿Cómo?.- volví a ponerme más roja que la vez anterior.
Sí. Ven conmigo al cine, no me puedes decir que no, me la debes.- y me sonreíste.
¿Qué más me queda?.- y sonreí yo también.
Ahhh, Benji Price... Si hubiera sabido…
El siguiente domingo fuimos a la matiné. Le inventé a mi madre el cuento de que iría a la casa de una de mis amigas a hacer un trabajo, porque si le hubiera pedido permiso para salir con un muchacho me habría enviado inmediatamente a un convento en Francia. Si mal no recuerdo, fuimos a ver Apolo 13, ambos teníamos muchas ganas de ver esa película aunque no recuerdo ahora de qué trata y tampoco recuerdo el final. Solo recuerdo que nos divertimos muchísimo estando juntos. Después de la película nos regresamos a nuestras casas caminando, y fue realmente agradable charlar contigo, aunque pronto me di cuenta de que eras un muchacho muy reservado y que rara vez exteriorizabas tus sentimientos, aunque se notaba que te esforzaste mucho por tratar de sacarme conversación. Y también noté algo más esa vez... Tenías un moretón muy feo en la barbilla, muy cerca del labio, como si alguien te hubiese golpeado. Quise preguntarte qué había pasado, pero evadiste el tema antes de que yo pudiera tocarlo siquiera... Ese moretón me preocupaba, pero algo me decía que se relacionaba con tus deseos de convertirte en el mejor portero del mundo...
Cuando Oliver se entere de esto... .- comentaste, de pronto.
¿Quién es Oliver?.- pregunté, con curiosidad.
Uno de mis mejores amigos de Japón. Y un gran jugador de sóccer.- respondiste, con una sonrisa.
Uhm, pero en Japón ni se ha de jugar fútbol...
Lo sé, pero precisamente por eso nos esforzaremos mucho por llevar a nuestro país a la Copa del Mundo.
"Es un lindo sueño", pensé, "Pero un tanto loco..."
Gracias por invitarme al cine.- dije, cuando llegamos a nuestra calle.
Gracias a ti por acompañarme.- me dijiste.
Te la debía.
Pues eso sí, aunque de todas formas la culpa fue mía.- te encogiste de hombros.- No debería de tener la costumbre de salir desnudo del baño...
Eso es cierto.- me reí.
De todas formas habrías terminado por salir conmigo.- me dijiste, al cabo de un rato, con un toque de arrogancia.
¡Ahhh! ¿Te crees tan guapo?.- rezongué.
No, pero respóndeme sinceramente: ¿Me habrías dicho que no si te hubiese invitado a salir?.- y me miraste a los ojos de una manera muy profunda.
Creo que no... .- susurré, desviando la mirada.
Me tomaste la cara con tu mano y me besaste en la mejilla para después marcharte rumbo a tu casa, dejándome parada a mitad de la calle como una babosa. Esa noche, mientras daba vueltas en mi cama, solo me preguntaba por qué no podía dejar de pensar en ti...
Notas:
En Apolo 13 actuaron Tom Hanks y no recuerdo quien más.
