CUATRO.

Y sigue siendo Noviembre.

Bueno, para qué contar que fuimos a pasear por los alrededores. Tú has de recordar esa experiencia tan bien como yo. Como apenas era una ñoña adolescente, todo me parecía mágico, pues iba paseando con el chico del que me había enamorado por primera vez en mi vida, o sea, no es que me haya enamorado de ti dos veces sino que era la primera vez que en verdad sabía lo que era amar a alguien con locura. Pero bueno, mejor me salto esta parte, ambos sabemos que nos la pasamos muy bien, igual que cada vez que estábamos juntos. Por cierto, te sorprenderá saber que ahora odio ser cursi y sentimental, aunque en mis escritos me sale lo meloso hasta por las orejas (pregúntale a cualquiera).

Un día cualquiera, Adolfo se me acercó en el patio a la hora del receso.

Hola, Azu.- me saludó con voz, eh, qué será... ¿Sensual?

Hola.- respondí yo, vagamente.

¿Qué haces?

Comiendo un sándwich.

Ya veo...

¿Se te ofrece algo, Adolfo?

No, es que, verás... .- él dudaba en hablar.- Ivonne me dijo algo el otro día, pero no creo que haya sido cierto...

¿Sí, qué cosa?

Pues... Que yo ya no te gusto.

Me dieron muchas ganas de reírme. Hasta ese momento me di cuenta de lo presuntuoso que era este sujeto.

Pues la verdad, eso es mentira... .- dije yo.

Lo sabía...

... Porque nunca me gustaste, así que nunca pudiste dejar de gustarme.

¡Ahhh!.- Adolfo se ruborizó hasta las orejas y no sabía en dónde meterse.- No quise decir que... Este... Verás... Es que pensé que tú... Pues...

Está bien, no te preocupes.- dije yo, muy seria.- Pero a la próxima no hagas caso de todo lo que te dice Ivonne.

Me levanté de la banca en la que estaba sentada y me fui con paso lento a buscar a Sara, tratando de aguantarme la risa que luchaba por salir. Adolfo se quedó como idiota sentado unos instantes antes de salir en mi persecución.

Oye, espérate.- me dijo.

Ah, ¿qué no habíamos acabado de hablar?.- fingí demencia.

No, bueno, es que, quería ver si te gustaría ir al cine a ver una película. Dicen que la de Apolo 13 es muy buena, ya lleva más de un mes en cartelera.

Uhm, gracias, pero ya la fui a ver, además, tengo mucha tarea que hacer.

En ese momento sonó la campana que indicaba el fin del receso y ambos tuvimos que dirigirnos a nuestros respectivos salones de clases. Sara y Naxiely me miraban como si me hubiese vuelto loca.

¿El mundo se ha vuelto loco o le acabas de rechazar una invitación a Adolfo?.- me preguntó Naxiely.

Naaaa, es que la película que quería ver ya la vi con Benji.- contesté.

¡Entonces es cierto!.- gritó Sara.- ¡En verdad estás saliendo con ese Price!

Bueno, saliendo lo que se dice saliendo, pues no, solo somos amigos... .- dije.

Ajá, sí, cómo no, ésa ni tú te la crees.- dijo Sara, con sorna.- Si bien que a cada rato nos cuentas que te invita a salir. ¿Cuándo le vas a decir que sí?

¿A decirle que si qué?.- no sabía de qué me estaban hablando.

Que sí quieres ser su novia, babosa.- dijo Naxiely, elevando los ojos al cielo.

Ahhh, pero es que ni siquiera sé si de verdad le gusto... .- murmuré.- A él solo le interesa el sóccer, nunca ha tenido novia...

¿Y eso qué? Tú tampoco has tenido novio nunca, siempre hay una primera vez.- sentenció Naxiely.

Naaa, era demasiado pronto como para pensar en esas cosas...O quizás no...

2 de Diciembre.

Por supuesto que me grabé esta fecha. ¿Qué chica no recuerda el día en el cual el chico que le gusta le pidió que fuera su novia? Creo que nadie, y yo no fui la excepción. Jaja, como dato extra, recuerdo perfectamente que ese día tomó posesión del gobierno el presidente recién electo del país, por lo que nos dieron un día libre, cosa que a todos nos puso contentísimos, más porque era viernes y nos aventaríamos un fin de semana de tres días.

El día anterior, Ariel me invitó a dormir en la casa. Yo inmediatamente dije que sí porque eso me permitiría pasar la noche muy cerquita de ti. El cuarto de Ariel quedaba al otro extremo de la casa de donde se encontraba el tuyo, pero me valía, de cualquier forma estaríamos en el mismo edificio, aunque esta vez me cuidaría de ir con los ojos cerrados cada vez que pasara cerca del baño, no fuera a repetirse la historia... Sin embargo, no te vi en todo el día y cuando llegó la noche Ariel me informó que habías ido a pasar la noche en el campo de entrenamiento de tu equipo. La desilusión me invadió... Bueno, qué se le iba a hacer...

Sin embargo, ya en la madrugada, me despertaron los acordes de una guitarra, que se escuchaba muy cerca de la ventana, tan cerca como si la persona que la estuviera tocando se encontrara en el jardín. Al poco tiempo comenzó a oírse una canción cantada en un, sino perfecto, al menos muy aceptable español:

Canto al pie de tu ventana.

Pa´ que sepas que te quiero.

Tú a mí no me quieres nada.

Pero yo por ti me muero...

Quise despertar a Ariel, pero me di cuenta de que ella no estaba en su cama. Me asomé por la ventana y te vi, mi adorado Benji Price, parado en el jardín tocando la guitarra y cantando solo esta serenata... Ya después me di cuenta de que no estabas solo, detrás de ti se encontraban tus hermanos, Touya llevaba otra guitarra, Ariel llevaba un pandero y Kenji... Sabe qué estaba haciendo él, me parece que dando apoyo moral.

Dicen que ando muy errado.

Que despierte de mi sueño.

Pero se han equivocado,

Porque yo he de ser tu dueño...

No me lo podía creer. ¿Qué estaba pasando ahí? Durante los primeros instantes pensé que le estaban llevando serenata a tu mamá, aunque en todo caso no le habrían cantado esa canción...

¿Qué voy a hacer

si de veras te quiero?

Ya te adoré

Y olvidarte no puedo...

¿Cómo te enteraste de que la Serenata Huasteca era una de mis canciones preferidas?

¿Qué voy a hacer

si de veras te quiero?

Ya te adoré

Y olvidarte no puedo...

Cuando terminó la canción, entraste corriendo a la casa y pude escuchar como subiste las escaleras a todo correr, llegaste ante la puerta del cuarto y tocaste muy cortésmente. Yo me apaniqué, puesto que estaba en pijama y tenía todo el cabello desordenado... No te puedes esperar otra cosa si me levantas a las cinco de la mañana...

Agarré el primer cepillo que vi y me lo pasé por el pelo, y me eché encima de los hombros una de las batas de Ariel. Abrí la puerta y ahí estabas tú, sonriéndome, habías cambiado la guitarra por una rosa roja. Me la ofreciste sin palabras, yo la tomé y me quedé unos segundos mirando al piso, como la colegiala que era.

Azu.- dijiste, en voz baja.- Desde que te vi me gustaste muchísimo.

¿En serio?.- siempre tengo la idiota costumbre de reírme como babosa en situaciones como ésta.

Sí.- a ti no te importó mi risa.- ¿Por qué crees que te inventé el cuento de la papelería? Lo único que quería era conocer al ángel que pasaba enfrente de mi en esos momentos.

Ahhh.- me puse más colorada que la rosa misma, como si toda la sangre de mi pobre cuerpo se hubiese ido a mi cara.

Yo sé que solo me ves como amigo... Pero... Nunca me doy por vencido, siempre peleo por lo que quiero... Y yo te quiero a ti. Quiero que seas mi novia.

Jamás, jamás, jamás, no importa cuanto tiempo pase, no importa lo que suceda, creo que nunca olvidaré ese momento. Recuerdo perfectamente bien que tartamudeé como idiota antes de poder articular palabra.

¿Estás loco?.- grité.- ¿Qué te hace pensar que solo te veo como amigo? Me encantas, me vuelves loca, Benji Price, no hago más que pensar en ti todo el día y solo sueño contigo por las noches. ¡Por supuesto que quiero ser tu novia!

Tú me abrazaste, y tal vez me habrías besado sino fuera porque Kenji nos soltó a Max, el cual entró al cuarto de Ariel y comenzó a armar tal lío que terminaron por despertarse tus papás. Tu madre regañaba severamente a Kenji al tiempo que tu padre ayudaba a Ariel a atar a Max y a poner en orden sus cosas. Tú y yo tuvimos que fingir demencia y dejar nuestro primer beso para otra ocasión.

Notas:

Serenata Huasteca, interpretada por Pedro Infante.