II. Una tradición olvidada
Al cerrar la puerta de la habitación de Percy, Ginny sintió como la invadía una alegría tremenda. Su sueño no significaba nada, había sido una tonta.
Sólo quería correr a contarle a todos que había sido aceptada en Hogwarts, subió la escalera del segundo rellano a toda velocidad, dispuesta a irrumpir en la habitación de los gemelos, cuando un grito tremendo la desvió de su ruta.
Era Ron que gritaba desde su cuarto en el último piso de la madriguera. Ginny corrió por las escaleras, si Ron había gritado así es por que necesitaba ayuda.
Pasó por la puerta de su habitación a toda velocidad y después por la de los gemelos y subió a toda prisa el último tramo de escaleras.
Llegó al último rellano de la casa exhausta, el corazón le latía tan rápido como una locomotora, Ron volvió a gritar muy fuerte, ya cerca de su puerta se podía entender lo que decía, llamaba a su madre desesperado.
En la puerta de Ron había una placa que decía: habitación de Ronald, Cuando Ginny abrió la puerta no vio a nadie en el cuarto, los sollozos de Ron venían de debajo de las mantas, Ginny caminó directo a la cama y sacó de la cabeza de su hermano la colcha de Los Chudley Cannons, el equipo favorito de Ron. Éste apuntaba a la muralla con su dedo y sollozaba sin parar. Ginny siguió el rumbo que indicaba el dedo de Ron y vio una araña de unas proporciones bastante grandes para su gusto justo en la esquina de uno de los posters que cubrían de muro a muro el cuarto. Rápido se sacó la zapatilla de casa del pie derecho y con un fuerte golpe, la mató.
Ron tenía fobia de las arañas desde que eran muy pequeños. En una ocasión, ambos habían sacado a hurtadillas las escobas de juguete de los gemelos Fred y George, y Ron por un descuido partió en dos la escoba de Fred. Éste se enfureció de tal forma que inconscientemente transformó el osito de Ron en una horrible y asquerosa araña peluda y fea. Esa fue la primera vez que Fred dio luces de su magia. Lo peor fue que en medio de los llantos de Ron sus padres festejaban a Fred, lo que en opinión de Ginny empeoró el miedo de Ron.
El hecho es que a Ron el miedo por las arañas nunca se le había quitado y cada vez que veía una, todos tenían que correr a ayudarlo porque se asustaba tanto que no podía ni salir corriendo.
-Ya está- Le dijo Ginny sentándose en la cama
–Has sido muy valiente, era realmente horrible- Y lo abrasó fuerte.
Ron estaba hecho un ovillo en la cama y temblaba ligeramente, Ginny le sobó la espalda despacio.
-¿Se... ha... ido? -Preguntó Ron en un hilo de voz.
-Si Ron, ya la maté. Está aquí, en la suela de mi zapatilla.
Y la alzó para que la pudiera ver, Ron se saco las manos de la cara y dio vuelta la cabeza despacio. Cuando vio la araña muerta en la suela se levantó como si nada, se estiró el piyama con las manos y dijo muy serio y pretendiendo que nada pasaba:
- Y bien, ¿en qué estabamos?
Ginny lo miró perpleja y rió con muchas ganas.
-Bien, bien -Dijo Ron–. No te veía reír desde el año pasado.
-Es que hoy he recibido mi carta de Hogwarts y adivina qué: iré al colegio este año -Dijo aún riendo.
-Pues eras la única que pensaba lo contrario- Dijo Ron levantándose de la cama al mismo tiempo que le tendía la mano–. Ya veras, conocerás grandes amigos en Hogwarts -La miró con alegría.
-Felicidades -Dijo finalmente y le dio un profundo abrazo. Ginny se sentía reconfortada en los brazos de su hermano, volvía a habitar en ella la seguridad de antes.
Ella y Ron bajaron a despertar a los Gemelos para contarles la noticia. La Habitación de los gemelos estaba justo arriba de la suya y ella se desvelaba con frecuencia debido a las explosiones que causaban, a Fred y a George les gustaba el ruido y siempre hacían explotar petardos y cosas por el estilo.
Les costó bastante despertar a los gemelos pero cuando supieron la noticia estaban bien contentos, así que los cuatro bajaron a desayunar juntos.
En la cocina había un gran alboroto provocado por su madre que tenía a Percy sentado en la cabecera y gritaba.
-¡Doce MHB! ¡Qué maravilla! Otro de mis hijos cumple su meta con éxito, lo más seguro mes que seas premio anual también querido.......es una gran responsabilidad. -y cosas por el estilo.
Los cuatro se pararon en la entrada de la cocina, Ron dijo:
-Dan ganas de vomitar. -y se metió el dedo en la boca imitando arcadas.
En ese momento George saltó:
-¡Cómo es posible! -Dijo en un tono melodramático–. Mi hermano mayor ha conseguido todos sus MHB y nadie ha corrido a avisarme.
-Esto es inaceptable. -Dijo Fred en tono ofendido, acercándose a la cocina donde se frían unos panqueques.
-No toques eso -Dijo su madre dándole un golpecito a Fred en el dorso de la mano cuando este intentó robar un panqueque–. Son para Percy.
-No es justo ¿No habrá panqueques para nosotros?- Dijo Ron, la sangre se le subía a la cara por el enojo.
Su madre no dijo nada.
-Ginny ha siso aceptada en Hogwarts, mamá- Dijo Fred en un tono agresivo.
-No seas atrevido con tu madre jovencito -Dijo su madre retando–. Es verdad eso querida, ya me lo esperaba, un Weasley nunca... -
-Ha dejado de estudiar -Dijo Ron interrumpiéndola –. Lo has dicho todo el verano y eso ha tenido a la pobre Ginny con los nervios de punta.
- ¿Quieres dejarla tranquila y sólo decirle que te sientes tan orgullosa de ella como del estirado de Percy?- dijo George ya fuera de sus casillas–. He perdido el apetito, permiso -Y tanto él como Fred se levantaran de la mesa con un panqueque en la mano y dejando a su madre atónita.
A Ginny esto no le hizo nada de gracia, detestaba que sus hermanos y su madre discutieran por ella, y sobretodo si era una tontería como esa. Su madre tenía razón, después de todo, lo que había que festejar era que Percy hubiese salido bien en sus exámenes, todos sabían que ella iría a Hogwarts, como Ron dijo.
Después del desayuno fue a su alcoba. Era una habitación bastante espaciosa que quedaba en el tercer piso de La Madriguera. Su puerta tenía colgada una miniatura de una sirena de cola azul rey y con estrellas de mar en el pelo turquesa, aveces cuando Ginny tenia mucha pena la sirena lloraba y cuando hacía alguna travesura se reía discretamente. Su cama era más pequeña que la de Ron que era muy alto, ella en cambio era menuda como su madre. Cerró la puerta y se sentó en el tocador que había cerca de la ventana. Te vez triste. Le dijo el espejo. Una muchacha de cabellos rojos como el fuego y ojos café brillantes le devolvía la mirada, Ginny miro su reflejo, esa no era ella, en verdad nunca se había visto así, ella solía ser alegre y traviesa. ¿Qué esta pasándote Ginebra?, pensó.
-Pues bien, se acabó -dijo al espejo–. Este año iré a Hogwarts, quizá pueda conocer al chico que el año pasado ayudamos a pasar por la barrera que da al anden 9 y ¾, si era muy guapo. Pero para eso debes verte hermosa… Ginny, ya es suficiente.
Ese muchacho había ocupado parte importante de los sueños de Ginny durante todo el año, era pequeño y llevaba gafas, parecía hijo de muggle, porque no sabía como cruzar por la barrera, y cuando ella le deseó buena suerte le devolvió una hermosa sonrisa. Por él valía la pena aguantar las burlas de sus hermanos.
Se vistió rápido con un vestido violeta y bajó corriendo las escaleras para ayudar a su madre con el almuerzo.
Esa noche le esperaba su fiesta, la que como tradición los Weasley le daban a quien empezaba a asistir a Hogwarts.
Pero la fiesta no llegó nunca, esa noche sus padres y Ron tuvieron una discusión. El amigo de Ron, el famosísimo Harry Potter, no le había escrito en todo el verano y él estaba preocupado, los muggle con los que vivía eran, por lo que Ron contaba, lo peor de lo peor.
-Lo deben tener encerrado mamá, quizá no le dan de comer. -decía Ron muy frustrado porque su madre no le prestaba atención.
-Bien- dijo ésta después de una hora de reclamos por parte de Ron y los gemelos –Si el viernes no sabemos nada de él, iremos a buscarlo tu padre y yo.- Y dio por acabado el tema.
Pero ni Ron ni los gemelos tenían la paciencia suficiente para esperar una semana, Ginny sabía que habían planeado robar la máquina que su padre tenía guardada en la cochera. Le llamaban automóvil. La cosa al parecer volaba y tenían planeado esperar la noche en que su padre tenía redadas, para hurtarlo e ir por Harry a Little Whinging.
Ginny había visto a Harry ese mismo año, cuando llegaron a la estación él y Ron con su amiga Hermione de su primer curso en Hogwarts. Era muy emocionante para Ginny que el mejor amigo de su hermano mayor fuera famoso y había querido que Ron le contara todo acerca de él y de cómo era y todo lo emocionante que había sido su primer año, pero Ron no había tomado esta curiosidad de Ginny como ella esperaba y pensaba que a Ginny le gustaba Harry. Pero a ella le había gustado el niño del andén, que a todo esto era bien parecido al tal Harry Potter y, a pesar de que Ron le había dicho hasta el cansancio que eran la misma persona ella era tan obstinada que tendría que darce cuenta por sí misma. Ginny pensaba que Harry Potter igual que tanta gente famosa sería engreído y altanero, el muchacho que había conocido en la estación se veía sencillo y gentil era imposible para Ginny creer que eran la misma persona.
Cuando se acercaban las diez de la noche la cabeza de Perkins, que trabajaba con su padre en el Departamento de uso incorrecto de aparatos muggle del Ministerio de Magia, apareció en la chimenea.
-Artur -dijo–. Se ha presentado una emergencia.
Así su padre abandonó La Madriguera y se fue a trabajar. Cuando su madre lo despedía en la puerta, Ginny escuchó a Fred decirle a los otros:
-Hoy es la noche, esperemos a que mamá se duerma y lo hacemos.
Y así fue, Ginny ya estaba conciliando el sueño cuando sintió el ruido del motor. Qué bien, pensó, mañana a esta hora habré conocido en persona a Harry Potter. Y con esa ilusión callo profundamente dormida.
Esa noche Ginny volvió a soñar con el cubo de hielo gigante y la cocina muggle.
