Capitulo 2:
Draco se encontraba en su habitación. Una y otra vez se miraba al espejo y se sonreía a sí mismo. En eso estaba cuando una chica entró corriendo. Pansy Parkinson era su amiga desde hacia mucho tiempo. Muchas veces prefería estar con ella, antes que con Crabbe y Goyle porque ella era mucho más inteligente que sus gorilas amigos.
- ¡Dragón! Por fin te encuentro... ya es hora de ir al baile... –
- Ya voy... solo estaba... arreglándome... – Dijo mientras se peinaba el rubio cabello por decimaoctava vez.
- Tu siempre estas arreglado, vamos de una vez que tu "pareja" te esta esperando.
Draco sonrió. Su "pareja" no era mas que una apuesta con Zabini. Su compañero de Slytherin le había dicho que a esa muchacha de Ravenclaw no se la podrá llevar a la cama ni que la obligara... que era mas una monja que otra cosa... y Draco le había contestado:
- Nadie se resiste a mis encantos –
- Pues entonces, te reto. Invítala al baile e inténtalo... pero no vale obligarla... tendrás que poner a prueba tus "encantos"... –
Y así había sido. Draco la había invitado, y ella había aceptado. La muchacha no estaba mal. Tenia un hermoso cabello castaño levemente ondulado, ojos negros muy profundos, y para Draco, no tenía un "mal cuerpo"...
Junto con Pansy subieron hasta el Gran Salón, donde había una multitud de adolescentes bailando y riendo. Draco no tardó mucho en encontrar a su pareja, y cuando lo hizo la saludó con un beso en los labios. La muchacha se sonrojó y sus amigas soltaron risitas tontas. El rubio comenzó a baliar, pero cuando quiso hacerle dar una vuelta, la chica que era pésima bailarina, se torció un tobillo.
- Sigue bailando tu... yo voy a sentarme... – Le dijo la muchacha, mientras tomaba asiento. Draco estaba furioso, pero no quería que se le notara. Ahora estaba seguro de que nunca ganaría la apuesta. Ya no tenía ganas de bailar. Observó a Zabini que tenía entre sus brazos a una muchacha y cerró los puños. Él jamás perdía... decidió llevarse a la chica, con tobillo roto o no, y hacerla mujer de una vez por todas. Pero cuando volvió la vista hacia donde esta se encontraba, descubrió anonadado que la chica "milagrosamente" se había recuperado, y estaba charlando animadamente con un muchacho... ese muchacho... Draco casi pierde el equilibrio. Harry Potter. Lo mejor que se le ocurrió hacer en ese momento fue irse del lugar. No iba a soportar ver como el cara rajada le hacia perder una apuesta... pero no se iba a tomar la molestia de terminar de romperle la cara, porque esa chica no valía la pena... no le importaba tanto como para pelear por ella...
Sin que nadie se diera cuenta, salió rápidamente del lugar y se dirigió hacia donde sus pies lo llevaran...
Ginny se levantó rápidamente del suelo. Observaba al hombre que tenia en frente suyo. Este tenía una terrible sonrisa plasmada en el rostro y ella había comenzado a temblar. No podía creer que de nuevo tuviera que verlo. No otra vez... lo único que quería hacer era olvidar, y él se encargaba de que no lo hiciera nunca... El hombre se acercaba y ella caminaba sin ver hacia atrás. No se daba cuenta de que detrás suyo tenia el Lago...
- ¿Por qué huyes, preciosa? –
- ¡Cállate! – Le grito Ginny, sin darse cuenta de que las lagrimas volvían a fluir por sus ojos.
- ¿Estas asustada? – Le pregunto el hombre, corriendo hacia ella. Ginny ya no podía huir. El hombre la tenía agarrada de los brazos, y le impedía moverse.
- ¡Déjame! Por favor... – Pero sus súplicas no surtían efecto. El tipo la dio vuelta, y la beso en los labios. Pero ella no se o iba a hacer tan fácil. Mantenía su boca cerrada a él, para que su lengua no pudiera entrar. En ese momento, él la tumbó en el suelo, y le dio una bofetada.
- ¡Vas a hacer lo que yo te diga! Porque la vas a pasar muy mal si no haces caso... – Y dicho esto, la volvió a besar. Pero Ginny no abría la boca, por lo que el tipo le propinó un fuerte golpe en el estómago. La chica tuvo que ceder, debido al dolor que le causaban sus golpes. No quería que sucediera de nuevo... no quería...
Draco se encontraba en los terrenos. Ese lugar, si que era tranquilo. Le encantaba pasar por allí solo... pero no estaba solo... dirigió su mirada al lago. Había dos personas allí. No le hizo gracia el hecho de que hubieran invadido "su" territorio, y menos para hacer lo que obviamente estaban haciendo... Decidió irse y dejarlos solos. Pero cuando se había dado la vuelta, escuchó un grito desgarrador de mujer que provenía de ese lugar. No lo dudó. Corrió hacia el lugar, y observó como un hombre tenía apresada a una chica y trataba de quitarle la blusa. Sacó su varita, y con un "expeliarmus" el tipo salió volando por los aires hasta perderse en el Bosque Prohibido. Hubiera ido a buscarlo y matarlo allí mismo, pero cuando miró a la chica que lloraba tirada en el suelo, pensó que debía quedarse con ella. Se puso en cuclillas para verla a los ojos, y abriendo mucho los ojos, se dio cuenta de quien era la chica. Ginny Weasley. Tratando de tranquilizar a su orgullo, se pasó las manos por la cabeza y le tendió la mano. No sabía que decirle. Jamás había pensado que se encontraría en ese lugar. La muchacha seguía llorando en silencio y él la observaba.
- Gracias – Le escuchó decir. El rubio casi se cae (N/A: POR SEGUNDA VEZ EN LA NOCHE...). Jamás alguien le había agradecido algo... quizás porque nunca había hecho algo que mereciera agradecerle.
- ¿Gracias? – Le dijo él, casi estúpidamente.
- Si... es que... si no hubieras llegado... – No pudo terminar de decir la frase. El llanto la volvió a invadir, y sin darse cuenta había corrido a refugiarse en los brazos de Malfoy. Este, no sabía que hacer. Pero sintió que debía abrazarla. Y lo hizo. Cualquiera que hubiera pasado por allí y hubiera visto la escena hubiera pensado que necesitaba un oculista. Se quedaron un buen rato así, juntos, sin hablar. Simplemente abrazados.
- Escúchame Weasley, no iba a permitir que un tipo abuse de una chica indefensa como tú en mis narices... – Se separó un poco de ella, y la miró a los ojos. Nunca se había dado cuenta de que tenía ojos tan lindos... ¿Pero que estoy pensando? Se dijo a sí mismo, y dándose la vuelta para quedar de espaldas a ella. Estaba confundido. Sentía pena por ella... pero... algo le decía que él era Draco Malfoy. Que no debía sentir pena por nadie. Que no debía ser débil. ¡Pero le he salvado la vida! Intentaba serenarse. Sin embargo, la vocecita que todos llevamos dentro, le decía que la dejara allí, sola, para que nadie pudiera ver que lo había hecho.
- Mira Malfoy... gracias por lo que has hecho... pero... debo irme... – Y la chica empezó a correr. Estaba asustada. El corazón le latía a dos mil por hora, y un sentimiento de dolor se le expandía por todo el cuerpo.
- Haz lo que quieras. – Le dijo el rubio, intentado no demostrar su momento de debilidad. Pero la observó irse con aire melancólico.
Ginny sentía que sus piernas no le respondían. Se sentía mareada, humillada, ultrajada. Quería correr para alejarse de cualquier hombre que se le cruzara por el camino. Pero no podía hacerlo. De pronto la mirada se le nubló. Cayo al suelo inconsciente.
Malfoy vió como la muchacha se desplomaba en el suelo. No tuvo tiempo de pelear consigo mismo. Corrió inmediatamente hacia donde la chica yacía inerte y la alzó entre sus brazos. La acercó al lago y le mojó levemente el rostro para ver si reaccionaba. Cuando desistió y se dio cuenta de que no surtía efecto, decidió llevarla a la enfermería. Volvió a alzarla y una idea se le cruzó por la mente. Tal vez ella no quería que alguien se enterara de lo que podría haber pasado. ¿Y desde cuando te importa lo que ella piense? Le inquirió la pesada vocecilla en su cabeza. Malfoy se detuvo en seco. La observó. Era una muchacha muy bella... aunque no pudiera admitirlo... su mirada se posó en sus labios. Unas ganas incontrolables de besarla lo absorbieron. Pero no podía, no con lo que le había pasado. Él seria un orgulloso, y un egocéntrico, pero tenía una moral muy alta.
Por fin, decidió llevarla a su habitación y allí ver que hacia con ella. Tal vez Pansy pudiera ayudarlo... después de todo, ella era mujer... Un poco más animado, casi corrió hacia su sala común.
Lo que él no sabía, era que las cosas serían mucho más difíciles de lo que imaginaba...
