Capítulo 10: The truth

Ron estaba con la boca abierta y no podía articular ningún tipo de palabra. Hermione necesitaba sostenerse en Harry para no caerse y estrellarse en el suelo. Draco aprovechó la situación para acercarse a Ginny y mirarla a los ojos. Pero ella tenía la mirada perdida y estaba ensimismada en sí misma. Él no podía verla así... tomó entre sus manos la delicada barbilla de la chica y la obligó a mirarlo.

-Gin... no te preocupes... las cosas se van a arreglar... ya lo veras... –

-¿Qué las cosas se van a arreglar? ¿Qué diablos tienes en la cabeza? ¿Acaso no te das cuenta de que tiene 16 años? –

-Sé perfectamente la edad que tiene, Weasley. Pero por lo que puedo ver, es mucho mas madura que tú... bueno, en realidad, Crabbe y Goyle juntos son mas listos que tú... – El pelirrojo estuvo a punto de lanzarse sobre él, pero su hermana lo detuvo.

-Ron... no quería preocuparte... está bien... ya no hay nada que pueda hacerse. Voy a tener a ese bebé y será mío... no de él... – Dijo señalando al cuerpo de Fudge que seguía tirado en el piso.

-P... pero... Gin... –

-Pero nada... es una decisión que ya he tomado. – Draco la miró. Jamás la había visto actuar de esa forma... parecía otra...

El silencio se hizo presente nuevamente. Hermione ya estaba mas entera. La noticia la había sacado de quicio. Ginny era una niña... no podía ser que estuviera embarazada... y menos de un crápula como ese... pero ella se había resignado a ser madre... ¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía pasar a ser madre de un día para el otro?

-Ginny, ¿Estas segura que podrás ser madre? –

-Hermy... creo que no estoy preparada... pero ya lo estaré... – hablaba como una verdadera mujer. Ron miró a su hermanita. ¿Y si era verdad que se había acostado con Malfoy? ¿Y si el hijo que esperaba era de él? Ron tenía una imaginación muy grande... y hasta el día de su muerte, hubiera dicho que no estaba seguro de si su primer sobrino era un Fudge... o un Malfoy...

Los amigos se quedaron observándola un buen rato. Draco se sentía incómodo con las continuas miradas que le echaban los tres amigos. Pero él no se iba a ir dejándola sola... no en ese momento... tenía que acompañarla. Y ayudarla.

Sin embargo, nadie parecía saber que hacer.

Ginny estaba muy callada. Demasiado. Miraba su pequeña panza y con sus manos se acariciaba el vientre suavemente. Draco la observaba en silencio, sentado a su lado. De repente, ella levantó la mirada y ante la sorpresa de todos, se tiró suavemente sobre el rubio. Y se durmió. Con una hermosa sonrisa de paz en su rostro. Al principio, Ron corrió hacia ella intentado despertarla, pero luego se dio cuenta que estaba dormida. Hermione le dijo que lo mejor era llevarla al hospital para que la revisaran y le dijeran que debían hacer.

-Ella ya sabe lo que debe hacer – Dijo Draco mientras le acariciaba el rostro.

-Ella es una niña. Ni siquiera sabe lo que es mejor para ella... ¿Cómo va a saber que es lo mejor para su bebé? –

-Mira, Weasley. Ella será tu hermana y todo lo que quieras. Pero no es una niña. La has visto hablar y si no te ha quedado claro que quiere quedarse con ese bebé, entonces además de ser un idiota eres un pésimo hermano –

-¡Basta de pelear! Ron, por una vez... ¡y solo una vez! Malfoy tiene razón. Ginny está muy segura de lo que quiere... y no puedes prohibirle que se haga cargo de su hijo.- Dijo Hermione tomando su varita y haciendo levitar a Ginny. –Y ahora, vamonos antes de que lleguen mas mortífagos... –

Todos se pusieron en marcha, y Draco puso a fuerza de patadas a Fudge en una escoba que encontró. La ató a la suya, y los cuatro con Ginny dormida se dirigieron al San Mungo. Allí, una enfermera les dijo que por favor le dejaran a Ginny en sus manos.

-Escúchenme, voy a dejar un "paquetito" en un lugar seguro y ya vuelvo. Si Ginny despierta díganle que en un momento volveré. Y si no lo hacen, lo lamentarán... –

-Mira Malfoy, tu no nos intimidas... ¡y ni se te ocurra amenazarnos! – Dijo Harry muy en serio.

-Ah Potter, creí que te habías vuelto mudo... bueno, veo que sigues diciendo estupideces como siempre... –

-Solo cállate... estamos en un hospital... ten un poco de respeto... – Le dijo Hermione. Ron estaba muy callado... estaba raro, porque para no contestar a un agresión de Malfoy...

-Como sea. Me voy. – Y levantándose de la silla, despareció en una chimenea.


Draco apareció en su casa. Era libre, ya no tendría que volver a Hogwarts y podía practicar la magia sin temer a que lo expulsaran... aunque muchas veces lo había hecho antes y su padre había amenazado y/o sobornado a los jueces para que no lo expulsaran. Pero luego se ganaba una buena reprimenda por haber hecho que su padre gastara dinero... que tiempos aquellos...

Tiró a Fudge al suelo. Como pesa el condenado... pensó. Y sin esperar, invocó un balde de agua helada y se lo volcó en la cabeza. El hombre pegó un alarido y despertó tiritando.

-Con que así despiertas ¿Eh? Ya te voy a dar a ti... –

-¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? –

-Esto es la venganza... y estas en una de tus peores pesadillas... solo que vas a sufrir mucho... mucho mas... – Y dicho esto, le lanzó un Crucio. El hombre se retorcía de dolor implorando y suplicando que parara. Draco cedió. Pero para darle una patada en los testículos que Thomas no se esperaba.

-¿Te gusta? Porque cuando le pegabas a Ginny parecía que los golpes te gustaban... – Y le pegó una patada muy fuerte en el estómago. El tipo volvió a gritar de dolor y esta vez comenzó a escupir sangre.

Draco estuvo torturándolo un largo rato. El piso de su casa estaba bañado en sangre, y el hombre se había desmayado unas cuantas veces.

-A ver si de tantos golpes en los testículos se te quitan esas ganas de andar violando y embarazando mujeres... – Y siguió golpeándolo hasta que le dolieron los pies.


-Mmm... ¿Draco? –

-No querida... soy mamá... – Ginny abrió los ojos. La luz no la dejaba ver bien por lo que volvió a cerrarlos. Intentó de nuevo. Esta vez pestañeó un poco y pudo ver quién se encontraba en la silla al lado de su cama.

Su madre.

Molly tenía los ojos hinchados de tanto llorar. La vida la estaba golpeando duro... y ella no sabía que hacer para seguir adelante y ayudar a su hija. No sabía de donde sacar las fuerzas para darle el empujoncito que necesitaba su niña... Su Ginny para salir del nido y poder volar sola.

-¿Por qué lloras mamá? –

-Por nada hija... dime... ¿te sientes bien?-

-Extraña. ¿Qué paso?-

-Tuvieron que darte muchas pociones. Tenías un hematoma en las costillas que debían curar...-

-Ah... Por eso era que me dolía tanto... – La señora Weasley lanzó un sollozo y abrazó a su hija. Ginny no se esperaba eso y por eso se sorprendió un poco al sentir el tibio calor que le irradiaba esa mujer. Hacía mucho tiempo que su madre no la abrazaba... y menos de esa forma... Y se sintió contenida... querida... comprendida... Se sintió bien.

-Mamá... ¿sabes todo no es cierto? –

-Si, mi chiquita... tu hermano me contó todo... todavía no entiendo como no nos lo contaste... ¿acaso no sabes que siempre estaremos a tu lado? –

-Mamá... no quería contarles... porque...tenía mucho miedo... por ustedes... –

-¿Por nosotros? Ay hija... ¿te olvidas que tienes 6 hermanos mayores mas tu padre para defendernos? Y no te preocupes que Malfoy ya se encargó de Fudge... le dio su merecido y lo llevó a Azcaban...-

-¿Qué?- La chica se había levantado de golpe. Estaba pálida y con expresión asustada.

-¿No te alegra? – Le preguntó confundida Molly.

-Mamá... es un mortífago... en Azcaban va a salir con mayor rapidez que como entró... Tiene mucho poder... dinero... ¡Ay mamá! Es por eso que no quería contarles... va a salir y se va a vengar... – La chica comenzó a llorar abochornada.

-No...no... ya no llores... él no va a salir, tu padre y tus hermanos se encargarán de eso... –

-Y yo también me encargaré...- Draco Malfoy había aparecido en el umbral de la puerta. A Ginny le brillaron los ojos y una triste sonrisa se dibujó en su rostro apagado.

-¡Draco! ¡Viniste! – Molly creyó que lo que veía era un sueño... o una pesadilla... su hija, sonriéndole a un Malfoy... y lo que era peor... un Malfoy rescatando a su hija, y abrazándola en sus propias narices. Cuando Ron, Harry y Hermione le habían contado que Malfoy había estado con Ginny todo ese tiempo y que la había salvado de aquel hombre, no creyó que fuera para tanto... tal vez había sido casualidad... o lastima... pero no le dio importancia. Sin embargo, ahora se daba cuenta lo equivocada que estaba.

-Le dí su merecido al maldito ese, no te preocupes... no va a salir de Azcaban ni que se lo pidan de rodillas, porque sabe que lo estaré esperando... no llores, no me gusta verte mal... además, tu hijo va a pensar que eres una llorona... – Le dijo, poniendo su mano en el vientre de la chica que sintió cosquillas de solo pensar en su bebé. Ginny sonrió. Estaba a punto de decirle a su madre si los podía dejar solos, cuando se dio cuenta que ella ya se estaba yendo. Con una sonrisa en los labios, los dejó suspirando por lo crecida que estaba su hija... y porque iba a ser abuela...


Habían pasado dos meses de aquello. Ginny ya estaba de cuatro meses, y su pancita ya era notoria. Sus padres le habían pedido permiso a Dumbledore para que empezara las clases en su casa, y así no tendría que evitar miradas y comentarios que la lastimaran. El anciano había dado permiso de que a ella le llegaran las tareas por medio de lechuzas, y solo asistiría al colegio para realizar exámenes, a través de Polvos Flú. En esa ocasión nadie podría decirle nada... porque estaban en prueba...

Ginny estaba contenta porque veía casi todos los días a Draco. Sus padres la apoyaban en ese noviazgo luego de que el muchacho les había "rescatado a su hijita de las garras de Fudge". Por su lado, Draco seguía lidiando con su mente por seguir molestándolo, pero ya estaba resignado a tener que escucharla.

Ron y Hermione seguían de novios con alguna que otra pelea de vez en cuando, pero era normal entre ellos. Harry se preocupaba mucho por la salud de Ginny. Para él seguía siendo la hermanita pequeña de Ron, y eso nadie lo cambiaría.

Ginny se encontraba en casa de Draco. El verano se estaba por acabar, pero igualmente hacía mucho calor... y él tenía una magnífica piscina.

-Draco, ven al agua... – Le gritó ella saliendo de una de sus tantas sumergidas.

-Espera... aún no tengo ganas... –

-Vamos... si no vienes solo, voy a tirarte... y eso no te va a gustar... – le dijo, saliendo del agua, toda empapada. Su bikini dejaba ver su pancita, aquella que tanto le gustaba mirar a él. Lentamente se acercó adonde él, y haciéndose la distraída intentó empujarlo dentro. Pero él, haciendo una maniobra rápida, la tomó entre sus brazos abrazándola luego con fuerza.

Ambos rieron, y ella terminó tumbada en el suelo con él besándola suavemente.

Pero luego se separaron.

-Ginny, hay algo que tengo que decirte... – Le dijo levantándose lentamente y con la mirada triste.

-¿Qué pasa? – Le preguntó ella, incorporándose y mirándolo a los ojos, como esperando encontrar una respuesta en sus ojos.

-Es que... me ofrecieron un trabajo muy bueno... en una compañía muy grande... – Empezó él pausadamente como si temiera decir algo malo.

-¡Pero eso es excelente! ¿Por qué estas con esa cara de carnero degollado? –

-Porque para que me acepten tengo que trabajar por tres meses en el exterior... digamos que es una prueba... para luego ascenderme y poder regresar... –

-Oh... ya veo... – Sus ojos demostraban su tristeza pero sus palabras se tornaron frías.

-Ginny, esto es muy importante para mí. Pero si tú no quieres que me vaya, entonces no lo haré... solo dime que quieres que haga... si lo quieres así, entonces me quedaré a tu lado... –

-Escúchame Draco. Es tu oportunidad de demostrarle a todos que no eres un inútil. De que puedes salir adelante tú solo, sin ayuda de tu padre... Tienes que hacerlo. – Y tomando su rostro entre sus manos, agregó. –Yo te esperaré. No importa cuanto sea, siempre estaré aquí esperando por ti. Y él también... – Dijo, tomando con una de sus manos, la de Draco y colocándola en su vientre.

Ambos se sumieron en un profundo beso.

Y se separaron...