Capítulo V: Sexto Círculo.

Vamos a la mitad del recorrido, y debo confesar que este chico me agrada sobremanera. ¡Es tan raro! ¡Se turbó tanto al ver al Can Cerbero, y ni siquiera pestañeó en el Quinto Círculo!

Pero eso no importa, ya que hemos llegado al Sexto Círculo.

— Bienvenido seas al Sexto Círculo, la Ciudad de Dite. Ten cuidado al caminar.

— ¿Por qué? —pregunta. ¡Oh, inocente!

Pero yo no le respondo, pues la puerta se abre y el calor de las llamas nos saluda.

— No veo a nadie —me dice mientras avanzamos.

— Bueno, es que todos están ensus tumbas, y todas las tumbas están hechas de fuego. Y, como es lógico, no los dejan salir de allí.

— ¿Quiénes?

— En seguida las verás.

Caminamos por la ciudad, lejos de las puertas de las casas en llamas.

Y entonces, justo lo que estaba esperando. Un ingenuo que pretende escapar. Es sólo cuestión de tiempo...

¡Ah! ¡Helas ahí! Con rapidez lo aprisionan, lo golpean, lo devuelven a su ataúd y avivan las llamas. Entonces se dan cuenta de que estamos aquí.

— Yue, es para mí un placer el presentarte a las Erinias, también conocidas como Furias: Alecto, Megera y Tisífone.

Ni siquiera había terminado de decirlo, y ya se estaban yendo. Yue tuvo el impulso —insensato impulso— de seguirlas. Lo retuve.

— No tiene caso ya.

— Pero...

— Olvídalo, no tienen tiempo. A cada momento alguien intenta escapar —emprendimos el camino de regreso—. Pues aquí, en el Sexto Círculo, están condenados los herejes. Algunos de ellos invocan a los dioses que traicionaron, esperando recibir algo de piedad. Pero vámonos, que no hay mucho que ver.

— De acuerdo.

— Te preguntaría... pero todos los que llegan aquí es porque se han descubierto a sí mismos.