Capítulo VI: Séptimo Círculo.
Seguimos bajando.
-- Séptimo Círculo --anuncio-- lugar de los asesinos, suicidas, y los enemigos del arte y la naturaleza. Un castigo para cada uno.
-- ¿De verdad?
-- Sí. El Séptimo y Octavo Círculos están divididos en categorías. Ven --nos dirigimos a un lago rojo, de sangre hirviendo--. Ellos son los suicidas. La sangre se obtiene del Quinto Círculo, mediante un sistema de filtrado y tuberías, que pasan por el borde exterior del Sexto Círculo, y desemboca aquí, en esta piscina con termostatos automáticos colocados estratégicamente para conservar siempre la misma temperatura.
-- Vaya.
-- Ve, conversa con alguno de ellos.
-- ¿Hablas en serio?
-- ¡Claro! Es parte de tu aprendizaje. A menos, claro, que no quieras.
-- La verdad, no me interesa... seguro todos tienen una larga y triste historia de soledad y desprecio inmerecidos, que los convenció de que la vida no tiene sentido.
-- ...¿Cómo lo supiste? --pregunto, asombrado. Se encoge de hombros. ¡Un encanto de muchacho! Casi lamento que el recorrido esté tan cerca del final. Seguimos andando por este espacioso círculo.
-- A tu derecha --prosigo-- los asesinos, que se convierten lentamente en un árbol del que se alimentan las arpías. A tu izquierda, los enemigos del arte y la naturaleza, condenados a soportar por toda la eternidad una lluvia de fuego.
-- Ustedes no reparan en gastos, ¿verdad? --me dice, burlón.
-- Bueno, con los ingresos que nos llegan por Microsoft y McDonald's, nuestras finanzas están más que estables --respondo en el mismo tono.
Una flecha pasa silbando entre nosotros. Me vuelvo, enfurecido, hacia el estúpido centauro bromista.
-- ¡Fíjate por donde apuntas, pedazo de caballo, o te meteré las flechas por donde se me dé la gana! --grito.
Se espanta. Le estuvo bien empleado. Así aprenderá a no meterse ni conmigo ni con nadie, el muy igualado.
-- ¿Centauros, aquí? --pregunta Yue.
-- Un pequeño agregado para los ilustres inquilinos de este lugar. Pero vámonos, o alguien va a morir aquí --le digo, procurando que todos los centauros lo escuchen. Esta clase de arbitrariedades no se pueden permitir.
