EL DESTINO DE LOS DIOSES

Capítulo 2

Sakura se paseaba por los jardines del gran palacio de Odín observando todos los detalles que había en él. Había abandonado su entrenamiento de la mañana porque la diosa Freya la había llamado personalmente. Ya hacía algo de tiempo que estaba esperando a la diosa, pero ya sabía que ésta no era una persona muy puntual.

-Sakura- dijo Freya cuando una puerta se abrió y ésta apareció por ella-. Tengo que presentarte a alguien.

Sakura asintió y siguió a Freya hacia dentro de la puerta que se acababa de abrir. Llegaron a una estancia circular donde en el centro había una chica algo asustada. Llevaba un vestido corto con los bordes con motivos florales plateados. Tenía el pelo negro muy largo. Sakura se quedó observando fijamente a la chica, ya se había dado cuenta del por qué Freya la había llamado tan repentinamente.

-Sakura ella es la nueva incorporación de las valquirias, espero que la entrenes bien- le dijo Freya siempre sonriente.

Sakura asintió con la cabeza y continuó observando a la chica que ahora ya estaba temblando de miedo al sentir sus fríos ojos esmeralda clavados en ella. Freya se despidió de las dos y las dejó solas.

-¿Cómo te llamas?- le preguntó Sakura.

-Tomoyo, señora- le contestó la chica levantando un poco la cabeza. Por su apariencia se podía apreciar que debía ser joven, más o menos tendría la misma edad de Sakura.

-Bienvenida Tomoyo, ahora mismo voy a presentarte a las chicas- dijo Sakura saliendo de la habitación e indicando a Tomoyo que la siguiera-. Ahora estamos en el entrenamiento de la mañana, así podrás enseñarme que sabes hacer.

Tomoyo asintió con la cabeza algo preocupada. De hecho, casi no sabia luchar y no confiaba mucho en sus posibilidades. Ingresaba en el cuerpo de las valquirias porque había sido esclavizada. Freya al verla intuyó que tenia las cualidades necesarias para convertirse en una valquiria y la había comprado. Aún así, ella no sabía cuáles eran esas cualidades que la diosa había visto en ella.

Recorrieron una distancia bastante corta, pasaron por un gran lago y al frente se podía ver una edificación muy larga con el aspecto de una taberna. Si seguían por un camino que se dirigía hacia la izquierda se encontraban con otra edificación de forma circular. Sakura fue directamente hacia esta última zona y entró por la puerta que estaba abierta de par en par.

En el interior se encontraron con un terreno lleno de tierra y muy liso. Era aquí donde las valquirias entrenaban el arte de la guerra. No podían perder su forma física y debían estar preparadas para cuando fueran llamadas. Tomoyo se quedó sorprendida al ver esto, el campo de entrenamiento era mucho más grande de lo que parecía desde fuera. Había unas cuantas valquirias que estaban entrenando en estos momentos. Había otras que limpiaban las armas que habían utilizado momentos antes y otras estaban charlando con algunos de los guerreros que se habían acercado a ese lugar para observarlas.

Sakura gritó y toda la acción que se estaba llevando a cabo en el recinto paró de golpe. Las valquirias estaban a la espera de lo que les tuviera que decir su jefe. Se podía decir que tenían una vida muy ajetreada, la mayoría de ellas en los momentos que tenían libres se dedicaban a pasar el tiempo con los guerreros, a ir a pasear, a charlar animadamente de cualquier cosa, etc. Aunque se tomaban muy en serio su trabajo siempre agradecían esos momentos que tenían en los que se podían dedicar a hacer lo que les viniera en gana.

Todo el desorden que se había visto minutos atrás desapareció ante la entrada de Sakura. Siempre que su jefa estaba con ellas tenían que actuar como máquinas y con una disciplina muy estricta. Como Sakura no decía nada ellas empezaron a mirar con curiosidad a la chica que estaba de pie al lado de su jefe.

-Tenemos un nuevo miembro- anunció Sakura al notar, ahora sí, que todas las miradas se habían posado en ellas-. Se llama Tomoyo.

Tomoyo dio un paso adelante y vio como todas le sonreían y le daban calurosas palabras de bienvenida. Los guerreros que había allí también la recibieron con sonrisas y palabras amables. Tomoyo enseguida se sintió bien, tenía miedo de no encajar en su nuevo lugar. Ahora que había visto que ser valquiria no era tan malo se sintió algo más feliz de que la hubieran llevado allí.

-Tomoyo, coge un arma y ponte en el centro del campo- dijo Sakura mientras ella misma cogía su lanza y se ponía en posición de ataque. Tenía que ver cuál era la especialidad de Tomoyo en eso.

Tomoyo al oírlo empezó a temblar otra vez. Había llegado el momento de enseñar lo que valía, empezó a sentirse algo mal, nunca había luchado contra nadie en su vida y ahora de una lucha dependía todo su futuro. Tampoco ayudaba mucho el hecho de que el recinto estuviera bastante lleno de gente que ya empezaban a animarla.

Lentamente y con manos temblorosas se decidió por coger otra lanza, igual que la que tenía su contrincante, que en ese caso era Sakura. Se colocó en la misma posición que Sakura esperando para ver en que tenía que consistir la prueba.

Sakura empezó con golpes lentos para ver si Tomoyo los iba bloqueando. Tomoyo empezó con bastante mal pie, paró el primer golpe pero no tuvo bastante tiempo para reaccionar y parar el segundo, con lo que quedó con la lanza de Sakura apuntándole directamente su cuello. Estaba claro que había perdido la primera ronda.

-Concéntrate más- dijo Sakura mientras se colocaba otra vez en posición de ataque-. Vamos otra vez.

Tomoyo asintió y se colocó de nuevo. Todos los que estaban allí guardaban ahora un gran silencio. Estaban a la expectativa de lo que la chica nueva les podría proporcionar. Sabían que el primer día era muy duro, sobretodo para alguien que no había peleado en su vida, y se notaba mucho que la chica nunca había empuñado un arma.

Sakura empezó su ataque directo sobre su estómago, Tomoyo se giró y con un fuerte tirón apuntó hacia el hombro de Sakura que podía ver, pero enseguida Sakura bloqueó su ataque con su lanza y añadió una fuerte presión que obligó a Tomoyo a recular y, de la misma fuerza que había hecho Sakura se cayó y se quedó sentada en medio de la arena con la lanza en las manos. La jefa de las valquirias empezaba a impacientarse, aún no había visto nada de lo que Freya le había dicho.

Con un gesto la obligó a ponerse de nuevo en pie para volver a empezar. Después de esa vez vino otra y otra y aún otra más, pero el resultado seguía siendo el mismo. Hiciera lo que hiciera Tomoyo siempre se quedaba sentada en la arena al segundo o tercer golpe.

-¡Ya basta!- gritó Sakura visiblemente enfadada-. Tu arma no es la lanza, entrena y encuentra aquella para la que sirves. Cuando lo hayas encontrado ven a hablar otra vez conmigo, hasta entonces espero que practiques, te hace mucha falta. No me sirves de nada si no sabes luchar, nosotras somos guerreros no señoras que se quedan en sus casas limpiando sin saber hacer nada más.

Tomoyo asintió y se quedó cabizbaja, la prueba le había ido muy mal. Ahora se reirían de ella por ser tan patosa. Además que por el tono que había empleado Sakura se veía que estaba muy enfadada, parecía que le había dicho que le había hecho perder el tiempo. Dejó la lanza en su sitio y se fue a un rincón del campo de entrenamiento mirando como las otras chicas empezaron a entrenar de nuevo.

Sakura también dejó el arma y se situó en una silla que había en un lugar privilegiado. Desde allí vigilaba todo el entrenamiento y supervisaba a sus chicas. Dando algunas órdenes cuando había que darlas y poniendo algunos castigos a aquellas que no rendían al máximo de sus posibilidades.

Tres chicas se acercaron sigilosamente a Tomoyo, que no se había dado cuenta de nada porque seguía cabizbaja. Una de ellas le dio dos golpecitos en el hombro para que se diera cuenta de su presencia. Tomoyo se asustó mucho al notar los golpes que no se había esperado. Enseguida se giró y se encontró con las tres caras sonrientes.

-Hola- dijo una de ellas-. Me llamo Hild, y ellas son Gud y Sig, ¿quieres entrenar un rato con nosotras?.

-Hola- contestó Tomoyo-. No sé si puedo hacerlo, ya habéis visto que soy un desastre- dijo ella apenada.

-Tranquila Tomoyo- dijo Sig-. No le hagas caso a nuestra jefa, ella siempre es así de seria. Yo no te he visto tan mal por ser tu primer día, ¿verdad Gud?.

-Claro que sí- contestó la otra riendo-. Nuestra jefa no sabe divertirse, eso ya lo has comprobado. Es una mandona y se cree que todas hemos tenido la misma suerte que ella.

-¿La misma suerte?- preguntó Tomoyo sin entender muy bien.

-Sí, ella fue entrenada por la misma Freya desde que era sólo una niña- contestó Sig-. Por eso tiene esos aires de superior.

-Ya está bien vosotras dos- dijo un poco enfadada Hild-. No debéis hablar así de nuestra señora, le debéis respeto y confianza.

-Sí sí ahora nos habla la más seria del grupo- se mofó Gud y Sig se unió a ella riéndose de su amiga-. Tomoyo, si quieres pasarlo bien haznos caso a nosotras dos, es muy divertido hacer cosas prohibidas, ya verás.

-¿Cosas prohibidas?- Tomoyo pensaba que nunca llegaría a comprender a su nuevo grupo de amigas-. ¿Qué tipo de cosas?. -Jajaja ya verás- dijo Sig de manera misteriosa y con una sonrisa maligna en el rostro-. Esta misma noche tenemos preparada una de buena, ¿te apuntas?.

-¡No, no y no!- gritó Hild al ver por donde iban los tiros-. No podéis corromperla tan pronto, justo ha llegado hoy. Si Sakura se entera nos mata a las cuatro.

Gud y Sig se miraron durante unos segundos como si estuvieran pensando lo que su amiga les había explicado. Era cierto que si eran descubiertas se llevarían un buen castigo pero... volvieron a reír de la misma manera pensando lo divertido que sería llevar a cabo su pequeña aventura...

-Después de mucho reflexionar hemos llegado a la conclusión de que la diversión vale que corramos ese riesgo- sentenció decididamente Gud.

-No tienen remedio- dijo Hild mientras se sujetaba la cabeza que ya le empezaba a doler-. Vamos Tomoyo, dejemos a ese par de chaladas con sus estúpidos planes, ven a entrenar conmigo.

Tomoyo se rió y asintió con la cabeza. Ahora sí que se sentía mucho mejor. Había conseguido conectar con un grupo. Otra vez la alegría regresó a su rostro después de la mala pasada que había tenido hacía poco tiempo. Con Hild habían decidido que probaría todas las armas para poder ver en cuál era mejor. Regresaron al área de entrenamiento y empezaron la práctica de nuevo.

No se habían dado cuenta pero Sakura tenía la vista puesta todo el tiempo en ellas. Estaba controlando los movimientos de la nueva adhesión al grupo. Esperaba que la chica nueva encontrara pronto su nueva arma, así podría explicarle algo más sobre su misión. Aún no le había dicho nada sobre sus idas a Midgard, el hogar de los mortales, para recoger las almas de los mejores guerreros elegidos por Odín y muertos en combate.

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Shaoran fue corriendo a la cabaña de su padre. Hacía poco tiempo que había ido a ver por qué el poblado más cercano que tenían estaba pidiendo ayuda desesperada. Cuando había llegado ya lo había visto todo destrozado, los cuerpos de muchos guerreros extendidos por el suelo junto con otros también muy numerosos de sus enemigos.

Por la pinta que daba el lugar parecía que los enemigos sólo habían venido a matar a gente para poder conseguir su botín. Había muchas hectáreas de tierra quemada y las casas también estaban humeando. No tenía ni idea de lo que les había pasado a las mujeres y a los niños, ya que no había ninguna señal de ellos.

Buscando entre los cuerpos encontró a el jefe de esa tribu y su hijo, que eran parientes muy próximos a él. Se arrodilló frente a sus cuerpos y les rindió el homenaje que se merecían, seguidamente lloró por sus parientes y les deseó que tuvieran una mejor vida y que los dioses le acogieran en su reino ya que habían sido valerosos guerreros.

La verdad era que hizo todo ese ritual porque así le habían enseñado a honrar a sus muertos. Él ya hacía algo de tiempo que empezaba a creer que todo eso era una farsa, no podía entender porque sus dioses eran tan crueles con ellos. Poco a poco en su corazón empezó a anidar una semilla de odio hacia esos dioses. Pero esa semilla aún no había echado una raíz lo bastante profunda en él.

Después de todo eso se montó de nuevo en su caballo y regresó junto a su padre, donde se encontraba ahora para explicarle las malas noticias.

-Tu hermano ha muerto- le dijo él a su padre que ya se venía a venir esas malas noticias-. También ha muerto su hijo. Han arrasado su aldea.

El hombre se sentó más cómodamente en su sillón y empezó a mesarse la larga barba que lucía. Shaoran observó que con esa noticia parecía que se le habían echado encima unos cuantos años. Se podían ver como sus arrugas se habían pronunciado más y su pelo plateado ya parecía que había llegado a tener un color blanco. Sus ojos, un tiempo llenos de vida, aparecían ahora como si tuvieran una tela muy delgada encima que eliminaba ese brillo de antaño.

-¿Qué vas a hacer?- preguntó Shaoran esperando que su padre le diera una respuesta para poder actuar en consecuencia.

-No lo sé hijo, ya soy mayor y esa mala noticia me ha hecho sentir aún más mayor.

-Tranquilo padre- le intentó animar su hijo-. Todos te apoyamos, confiamos en ti, eres nuestro guía.

-Sí, pero eso va a terminar pronto- dijo el hombre mientras cogía la mano de su hijo y le daba el bastón de mando de la aldea-. Pronto vas a ser tú el que tenga que llevar las riendas, sé que vas a hacerlo bien, desde el tiempo que hace que llevar el mando de las tropas siempre has cumplido mis expectativas.

-No tienes que hablar así- le recriminó Shaoran-. Aún te quedan muchos años.

El gran jefe de la tribu iba a contestar a su hijo cuando de improviso entró una figura corriendo. Era una chica morena con unos grandes ojos del mismo color que Shaoran. Estaba llorando sin parar. Los dos hombres sintieron lástima por ella.

-Tío dime que no es cierto lo que he oído- dijo suplicante la chica lanzándose a los pies del hombre sentado.

-Lo siento querida, sí, es cierto- dijo mientras le acariciaba la cabeza.

La chica asintió y se levantó mientras las lágrimas le seguían cayendo por las mejillas. La habían separado desde muy niña de su familia y ahora recién se había enterado que habían muerto en la batalla. La habían llevado a esa aldea porque la habían prometido con su primo, Shaoran, para poder seguir con la línea de sucesión del cargo de jefe del poblado. Pero la pérdida de la familia siempre era algo para lamentar, de repente se sintió muy sola.

Shaoran al ver a su prima y prometida en ese estado decidió intentar ayudarla para que le pasara la tristeza, aunque era algo muy difícil. Con un brazo la cogió por la cintura y se la llevó fuera de la cabaña.

-Venga Meiling, tranquilízate- le dijo.

Meiling asintió con la cabeza y se dejó guiar por su primo. Fuera les esperaba Eriol. Enseguida al ver el estado de la chica comprendió que los rumores sobre el ataque de la aldea vecina eran ciertos. La abrazó y le dio muestras de condolencia. Entonces los tres fueron a pasear un rato para intentar despejar su mente. Realmente eso les hacía mucha falta.

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Notas de la autora. Bueno... veo que mi nueva historia no ha levantado muchas pasiones.... nadie, pero nadie me ha dicho nada! Estoy algo triste, yo le había puesto mucha ilusión. Que se le va a hacer... lo seguiré intentando a ver si alguien llega a animarse o no.

Respecto al capítulo anterior, supongo que quedó claro que la última parte en la que describía algo parecido a una batalla (jeje, poco a poco le cojo el tranquillo a eso) me refería a una aldea cualquiera, no sé si eso se entendió bien, por eso mejor lo aclaro aquí.

En esta historia hay algunas referencias históricas, pero quiero señalar (de nuevo) que hay mucho inventado, no sigo al pie de la letra ni la Historia ni la Mitología germana, sólo especificar que se puede ubicar más o menos en el siglo XI en el sitio dominado por los pueblos nórdicos, que en esta época también se llaman vikingos. Supongo que habrá algunos fallos con respecto a lo que he cogido de la mitología, pero es que para poder escribir la historia se necesitan los retoques que he dado. Aún así espero que si alguien se molesta por eso pueda disculparme.

Otra cosa, me he dado cuenta que no puse lo del aviso ese de que los personajes (la mayoría de ellos) no me pertenecen a mí etc. etc. bueno, jeje entonces aprovecho y ya lo digo ahora.

Por último, respecto a los nombres de las valquirias, son nombres reales que se les daba estas diosas, se pueden traducir por: Hild (batalla), Gud (combate), Sig (victoria). Creo que con eso ya está todo, si alguien tiene alguna duda o quiera hacerme alguna puntualización puede hacerlo tranquilamente, estaré esperando algún tipo de interacción entre yo y los lectores (si los hay, claro, jeje). Me despido ya.