EL DESTINO DE LOS DIOSES
Capítulo IV
Shaoran estaba muy intranquilo, hacía tiempo que se había llegado a la conclusión de que era mejor no entrar en guerra contra los enemigos para intentar que los dioses les fueran de nuevo favorables y él no lo llevaba muy bien. Aunque ellos habían accedido a eso, los enemigos no pactaron ningún tipo de tregua, aún cuando les intentaron explicar las razones del por qué lo hacían. La situación era realmente difícil.
Hacía unos días que se habían escuchado rumores de un poderoso avance de las tropas enemigas en dirección a su aldea. Después de lo que les había pasado a sus familiares y el terrible final que sufrieron el corazón de Shaoran reclamaba venganza. No se podía quedar de brazos cruzados viendo cómo sufrían las familias. Había intentado hablar con su padre para poder enviar algunos hombres a luchar contra esos bárbaros pero la respuesta del gran jefe siempre había sido negativa y él no era nadie para desobedecerle a la ligera. Debía acatar su orden.
Seguía recorriendo su tienda intentando pensar en un plan, quería saber cuál era el camino correcto que debía seguir. Cuando aún estaba ausente en sus cavilaciones, no se dio cuenta de que una figura femenina había entrado en la estancia.
-Shaoran- dijo la chica dulcemente mientras le acariciaba los hombros intentando que él se tranquilizara un poco-. Hace días que estás muy tenso, debes tomarte las cosas con más calma.
-No puedo hacerlo, lo sabes bien Meiling- dijo él mientras se abandonaba un poco a la sensación de tranquilidad que le daba su prima-. No entiendo nada de lo que está pasando, odio esta sensación de impotencia. Si yo pudiera saber como solucionarlo...
-¿Por qué cargas con todo el peso?- le dijo ella colocándose enfrente del chico y mirándole fijamente-. Tú solo no puedes enfrentarte a un ejército, tampoco puedes interferir en los dictados de los dioses. Habrá alguna razón para todo esto.
-¡Todo es culpa de esos condenados dioses!- gritó Shaoran-. ¿Qué razón deben tener para hacernos morir a todos? ¿para qué quieren a todos nuestros guerreros para ellos?. Deberían saber que necesitamos defendernos de los enemigos, además que este es uno de los momentos más críticos que hemos pasado, nunca antes nuestro pueblo había tenido unas derrotas tan espectaculares, cada vez quedan menos aldeas en pie.
-Mi padre y mi hermano murieron a causa de esto- dijo ella desafiante-. Necesito creer que hubo un motivo para todo esto. Si los dioses no los llamaron a servirles ¿qué debo pensar?, sólo puedo consolarme pensando que ellos están bien viviendo en el mundo de los dioses.
-Lo siento Meiling, perdóname- dijo Shaoran abrazando a la chica que estaba a punto de romper a llorar pensando en sus familiares.
Ella asintió y le abrazó aún más fuerte buscando algún tipo de consuelo. Después de un rato se separaron y Meiling empezó a sonreír de nuevo. Siempre la habían conocido como una chica algo despreocupada y que siempre hacía sentir bien a todos los que la rodeaban. Normalmente era ella la que consolaba a los demás, pocas veces era al revés.
-Otra cosa- dijo la chica- Eriol me ha mandado llamarte, se encuentra en el bosque del norte.
-Gracias, ahora mismo voy para allá- contestó Shaoran acariciándole amigablemente la mejilla. Después de esto salió en busca de su amigo.
Dirigió sus pasos lentamente hacia el bosque mientras volvía a pensar otra vez en lo mismo. No había manera con la que pudiera descargarse de todo eso. Tenía que buscar algún plan, como había quedado con Eriol también le podría comentar algunas cosas y le ayudaría a escoger lo mejor para todos.
Eriol estaba sentado bajo un gran árbol, también parecía que hacía tiempo que había estado pensando en algo importante. Cuando vio que Shaoran se acercaba le sonrió y le indicó que se acercara con la mano.
-Ya era hora que llegaras Shaoran- dijo él aparentando un enfado que en realidad no existía-. He visto a Meiling acompañando a algunas chiquillas por el bosque y le he pedido que fuera a llamarte. Como tardabas tanto he pensado que ella se había olvidado, ya sabes que es una despistada sin remedio- añadió riendo.
-Eso es cierto- le secundó Shaoran riendo también-. Pero esta vez si ha venido a avisarme.
Shaoran se sentó al lado de su amigo y durante un rato los dos jóvenes se quedaron callados observando el cielo. Ese lugar respiraba una gran tranquilidad, se podían escuchar los sonidos de las hojas de los árboles que eran mecidas suavemente por la brisa de ese día.
-He tenido un sueño extraño- empezó a explicar el joven de pelo azulado, en su voz había un toque de preocupación-. No lo he entendido muy bien pero parecía una visión del futuro.
-¿Una visión del futuro?- comentó Shaoran extrañado-. ¿A qué te refieres con eso?.
-No lo sé muy bien, al principio me pareció que me estaba volviendo loco o algo así, pero esa es la única explicación que le puedo encontrar después de haber pensado mucho tiempo en eso.
-Entonces explícame lo que pasa en tu sueño- dijo Shaoran observando directamente a Eriol-. Si realmente es una visión del futuro puede que pueda ayudarnos para salir de nuestra situación actual.
-Si en verdad eso fuera así tengo que advertirte que no saldremos muy bien parados- dijo Eriol tristemente-. Vi algo parecido a una batalla pero no era como ninguna de las que he visto antes. Todos los guerreros llevaban la misma armadura, una que desconozco totalmente, era de bronce con unos grabados extraños. Lo que me sorprendió es que no luchaban contra otros guerreros sino contra un sinfín de criaturas extrañas que no pude reconocer. Parecía que entre esas criaturas había una serpiente y algunos lobos, pero no eran como los que nosotros conocemos. Cuando terminó esta batalla todo se tornó oscuro pero al poco tiempo pude ver un puntito de luz, me acerqué un poco para poder ver lo que había allí y me encontré con dos figuras, una de ellas eras tú, la otra una mujer que no he visto nunca.
-Eso sí es extraño- murmuró Shaoran intentando coger toda la información que le había dado Eriol-. ¿Qué crees que puede significar?.
-Según mi versión va a haber una gran batalla, aunque no sé ni el lugar ni el momento ni nada de nada.
-Eso nos deja igual que estábamos antes- comentó Shaoran algo aturdido por el sueño extraño que le habían relatado-. Una gran batalla contra monstruos y criaturas extrañas... Tampoco puedo entender eso del final que has contado.
-Pues amigo mío creo que el final es lo más claro de todo- dijo Eriol recuperando por unos momentos su pose de cómico-. Vosotros dos podéis tener en vuestras manos la fuerza para poder cambiar el futuro que me ha enseñado el sueño. Lo que no es normal es que haya tenido yo el sueño y no tú, que eres el que estás dentro de él.
-Entonces puede ser que esa mujer sepa algo más de esto, ¿no?. Tenemos que encontrarla para poder saber que se debe hacer- dijo Shaoran un poco más animado. Ahora al menos tenía algo claro un camino que debía seguir.
-Así es, supongo que si la veo en algún momento podré decirte quién es. Ahora mismo no podría decirte como es, parece como que se me ha borrado de la memoria, aunque estoy seguro de recordarla- dijo Eriol-. Por cierto, ¿Has oído las noticias?.
-Sí, el enemigo se acerca cada vez más- dijo Shaoran serio-. Creo que iré a hablar con mi padre para hacerle ver que tenemos que mandar a un grupo de guerreros para intentar pararles los pies.
-No voy a pararte los pies esta vez- comentó Eriol pensativo-. Hace unos días que me siento extraño, y este sueño sólo ha sido algo más a lo que no encuentro una respuesta. Es como si el destino nos llevara hacia allí.
-El destino no nos lleva a ninguna parte- gruñó Shaoran-.
-No has cambiado mucho desde niño- dijo Eriol algo divertido por la actitud defensiva que había tomado su amigo-. Debes ir con cuidado con tu manera de pensar, los dioses puede que no lo entiendan y quieran acabar contigo. Sabes que se lo debemos todo a ellos, y son ellos los que eligen nuestro destino. No debes olvidar eso. Ellos tienen la última palabra tanto de nuestra vida como de nuestra muerte.
-Yo no creo que ellos tengan alguna palabra en nada, ¿Para qué sirven los dioses si no es para protegernos? Y si ellos no hacen bien su trabajo ¿Para qué tenemos que adorarlos?. Desde mi punto de vista sin ellos estaríamos mucho mejor.
-¿Osas decir que dudas de nuestros dioses?- preguntó Eriol-.
Shaoran le aguantó la mirada durante un rato y después de eso se decidió a marcharse sin más. Dejó la pregunta sin contestar y fue directamente a la cabaña de su padre. Necesitaba pensar un rato más, luego explicaría el plan que empezaba a concebir a su padre.
Eriol se quedó en el mismo sitio que estaba viendo como su amigo se alejaba hasta no ser más que una sombra. Aunque no se lo había dicho, estaba realmente preocupado por la suerte que correría Shaoran. Él siempre había estado al margen de todas las enseñanzas que habían recibido del mago del clan. Tampoco le había comentado que había tenido otro sueño que le había enseñado un camino más oscuro para él, estaba decidido a ir con el grupo que Shaoran intentaría mandar contra los enemigos porque estaba seguro que allí se encontraría con su propio destino. Era como si hubiera visto la luz de golpe, ahora ya tenía claro cuál era su propio camino.
El gran jefe estaba preocupado. La situación en que se encontraban era insostenible y se tenía que encontrar alguna solución a todo eso. Habían hecho todo lo que estaba en su mano pero nada había tenido resultado. Ahora le habían comentado que los enemigos se estaban acercando peligrosamente a su poblado y se encontraba entre la espada y la pared. Si ordenaba un ataque los dioses se aprovecharían de ellos y se llevarían a muchos de los guerreros, si no lo hacía morirían igual. ¿Qué hacer?.
En los últimos días había sentido como cada vez le fallaban más las fuerzas, ya no era el hombre fuerte de antes, todos esos problemas no habían hecho más que envejecerle. Pero se había decidido a librar su última batalla. Si tenía que morir sería al menos luchando, como los grandes jefes y guerreros del pasado.
Justo había llegado a esa conclusión cuando su hijo entró en la cabaña. Le miró y vio que en su semblante había una gran determinación, sonrió para sí mismo pensando que el joven sería un buen sucesor para él, se había convertido en una persona muy capaz, incluso más que él, para llevar adelante al clan. Tan sólo esperaba que pudiera tener el tiempo suficiente para poder hacerlo.
-Padre quisiera hablarle- dijo Shaoran saludando con una inclinación de cabeza respetuosa.
-Habla hijo- contestó el hombre indicando con un gesto que se sentar a su lado-. Dime que es lo que te atormenta.
-Los enemigos cada vez están más cerca- dijo Shaoran sin preámbulos-. ¿Qué vas a hacer?.
-Yo también he estado pensando en todo esto tanto como tú. Estoy muy cansado y todo lo que ha ocurrido últimamente ha debilitado mi espíritu. Pero yo digo que no voy a ser recordado como un jefe débil, ve a mi lado a librar la que seguramente será mi última batalla.
-Así lo haré padre- dijo Shaoran enseñando sus respetos a su padre y jefe.
-Acompáñame, vamos a ir a dar un paseo por nuestro territorio, después daremos la orden para reunir al Consejo- dijo el hombre mientras se levantaba pesadamente de su silla.
Inmediatamente Shaoran se levantó y se dispuso a seguir a su padre. Durante gran parte del trayecto ninguno de los dos pronunció palabra alguna. Respetaban el silencio del otro y disfrutaban de la compañía del otro. Finalmente el gran jefe se paró al lado de un gran árbol, era un fresno muy antiguo, ni los más viejos del clan le podían dar una edad mínimamente aceptada.
-Mira hijo, éste es nuestro árbol sagrado. Dicen las leyendas que es parecido, si no igual, al árbol que se encuentra en el gran palacio de Odín, el árbol al que todos debemos la vida-. El hombre vio como su hijo le miraba cómo si no entendiera esas palabras-. Sé que nunca has tenido gran devoción a los dioses pero debes aceptar que son ellos los que nos marcan nuestro destino.
-Me niego a ser un juguete en sus manos- dijo Shaoran de manera contundente.
-Cuando era joven pensaba igual que tú, pero algún día entenderás y los vas a comprender. Sólo puedo aconsejarte que en ese momento no caigas preso del desánimo e intentes superarlo cuanto antes mejor. Nuestro pueblo no necesita a un líder caído en la tristeza ni la depresión.
Shaoran se quedó mudo ante esas palabras. Su padre nunca antes le había confesado que él entendiera también cómo pensaba y lo que sentía. Pero habría algo más que le preocupaba, el gran jefe había hablado de una manera con la que daba a entender que él no estaría allí cuando le ocurriera lo que le estaba explicando.
Intentando buscar una respuesta indagó en los ojos tranquilos de su padre, el jefe se dio cuenta de lo que intentaba hacer.
-Sí, ya te has dado cuenta ¿verdad?- dijo quitando importancia al asunto-. Ya te he dicho antes que esta será mi última batalla. Sólo quiero pedirte una sola cosa más. Si quieres que nuestro clan pueda sobrevivir tendrás que tener un heredero pronto. Deberías pensar en casarte más seriamente.
-Sí, lo sé- dijo Shaoran-. Pero es que tengo demasiadas responsabilidades y cosas en que pensar para además tener que cuidar a una esposa y niños.
-No deberías ser tan egoísta, eso es una responsabilidad- le recriminaba su padre-. Además, Meiling no necesita muchos cuidados, ella siempre ha sido muy independiente y sabe luchar como los hombres. Sin duda será una buena esposa y una madre fuerte para tus hijos.
-Si éste es tu deseo hablaré con ella mañana- dijo Shaoran mientras emprendía de nuevo la marcha-. Se hace tarde, deberíamos avisar a los guerreros para el Consejo.
-Estoy orgulloso de ti hijo, aunque esto no es nuevo- le dijo sonriente el gran jefe dando por terminada la conversación.
Los dos fueron visitando todas las cabañas convocando a los guerreros a la reunión. Todos fueron llegando lentamente a la cabaña del Consejo y ocuparon su lugar. Entre todos ellos había una única mujer, Meiling, sentada junto a su amigo Eriol. Los dos ocupaban un lugar destacado debido a su proximidad con el hijo del jefe. Así esperaron pacientemente a la entrada del jefe, llevaba todos los atributos que le distinguían como tal y su semblante era completamente sereno.
-Los he reunido a todos para comunicaros que vamos de nuevo a la guerra.
Todos estallaron de júbilo al oír eso. Ciertamente, la guerra era uno de sus pasatiempo favoritos. Ellos habían nacido guerreros y era a eso a lo que se dedicaban.
-Mi hijo ha pensado una estrategia con la que se intentará perder al número mínimo de hombres si los dioses no están de nuestro lado- dijo el jefe mientras apoyaba una mano en el hombro del joven-. Adelante Shaoran.
Shaoran se levantó dispuesto a comunicar su idea a los hombres que le miraban fijamente intentando descubrir de qué se trataba. El único que no estaba expectante era Eriol, que ya conocía la estrategia pensada por su amigo.
-Se va a enviar a una avanzadilla. Entonces si se fracasa el resto van a especrar cerca de la aldea. Así lo que podemos conseguir es disminuir las fuerzas de los enemigos, aunque la avanzadilla fracase.
Todos acogieron muy bien el plan. Empezaron a dar gritos de aprobación ya pedir el vino y sus copas para poder brindar. No hizo falta oír más sugerencias ya que ésta fue aceptada al momento. Meiling fue la encargada de servir el vino a los guerreros. Ella dirigió su mirada a Shaoran y le sonrió, le miraba con gran admiración, ya desde niños le adoraba. Shaoran le devolvió el gesto y regresó a su interesante conversación con otro joven.
El gran jefe había presenciado ese pequeño pero significativo gesto. Se habían criado juntos y por eso siempre hubo una gran complicidad entre ellos. Estaba seguro que no debía temer por el futuro de su linaje. Aunque tampoco desconocía que para su hijo Meiling era como una hermana, le habían inculcado que esa chica era su prometida y algún día se carasía con ella. "Y pronto será ese día" pensó alegremente el hombre.
La celebración duró hasta la noche y cuando el cielo llegó al color más oscuro poco a poco los guerreros fueron retirándose de la cabaña y daban por terminado el Consejo. Debían descansar bien para la mañana siguiente, donde se escogería a aquellos que conformarían la avanzadilla y saldrían por la noche. Esa noche fue muy tranquila y todos esperaban que fuera el inicio de un cambio para mejor.
Cuando el cielo empezó a aclararse indicando la llegada del amanecer se veía que ése día sería igual que los anteriores. No había ningún signo especial que vaticinara lo que ocurriría.
Shaoran se levantó muy pronto y fue a pensar que le diría a Meiling. Su padre había hablado muy claro y él no iba a decepcionarle. No podía decir que su vida se convirtiera en un infierno a su lado, todo lo contrario. Él quería mucho a Meiling, como a una hermana, pero también sabía que ella sentía algo más por él.
Aunque ya desde niños tenían claro que iban a casarse, él siempre había intentado dejar el gran paso para más adelante, como para saber si estaba seguro, no quería hacerle daño y temía que si se casaban podría llegar el día en el que podría mirar a otra mujer. Este er un temor muy escondido, nunca se había interesado en ninguna mujer y suponía que esto tampoco pasaría ahora.
Aclaró sus pensamientos y fue a buscar a Meiling para decirle su decisión. Mientras se acercaba sonrió pensando cuál sería la reacción de la joven. Vio que ella estaba fuera observando el nuevo día.
-Buenos días Shaoran- saludó sonriente.
-Buenos días- contestó él-. Quiero hablar contigo de algo importante.
-Claro, vamos a pasear y hablamos- dijo ella sonriente y cogiendo su brazo.
Siempre que iban a pasear lo hacían por el mismo sitio, les gustaba ir por el bosque. Desde niños siempre estaban los tres (Eriol formaba parte del grupo) jugando o pasando el rato.
-Hoy vamos a la guerra, como ya sabes- Shaoran estaba buscando la manera para decirle lo que quería-. Ayer estuve hablando con mi padre y tomé una decisión.
-Si sigues por este camino no voy a entender nada- dijo ella sonriéndole y animándole a continuar.
-Cuando regrese vamos a hacer los preparativos para nuestra boda- dijo Shaoran.
-¿En serio?- dijo ella sin terminar de creerlo.
Ante la afirmación del joven toda ella era la imagen de pura felicidad. Ella se lanzó a sus brazos y de sus ojos salieron algunas lágrimas. Ante tal respuesta Shaoran lo único que pudo hacer fue corresponderle el abrazo contagiándose de la alegría de su prima.
Siguieron su paseo hablando de asuntos muy diversos, muchos de los cuales se referían a su futuro. Shaoran viendo cómo Meiling hablaba pensó que su decisión había sido la acertada, podría llegar a ser feliz.
Cuando regresaron a la aldea los guerreros ya estaban reunidos y esperando su regreso. Éste era el momento en que se tendría que elegir a los miembros que en la noche irían a la batalla. Cuando los vieron regresar todos sonrieron, sabían que pronto habría celebraciones por la boda del hijo del jefe.
-Enhorabuena hija- dijo el gran jefe cuando llegaron. Meiling sonrió y le dio un gran abrazo a su tío. En estos momentos era la mujer más feliz del mundo.
Shaoran sonrió ante este gesto e hizo una leve inclinación de cabeza a modo de saludo a su padre. Entonces fue a ocupar su lugar al lado de Eriol. El chico le dirigió una mirada pícara,, Shaoran lo único que pudo hacer fue golpearle disimuladamente en el costado para que dejara de intimidarlo. Sería mejor darle la charla más tarde.
-Ahora que ya estamos todos vamos a empezar esta reunión- anunció el jefe-. Creo que sería mejor saber quiénes son los voluntarios para salir esta noche.
Había muchos que se presentaban pero no todos podían ir. Se empezó una pequeña discusión para saber quién era el más apto. Eso era tan normal que nadie se escandalizó cuando los hombres empezaron a retarse mutuamente para ver quién era el más fuerte. Después de dejar que todos se desahogasen durante un rato el jefe se levantó parando todos los gritos.
-Sé que todos sois unos guerreros muy fuertes y eficaces, pero necesitamos a algunos que se queden a defender la aldea si fuera necesario. Yo iré al frente al lado de mi hijo y también con Eriol. Los demás debéis poneros de acuerdo para dividiros en dos grupos. Espero que dentro de poco me aviséis para hacerme saber vuestra decisión. Nosotros os dejamos para que podáis discutir libremente- con esto él junto con Shaoran y Eriol abandonaron el lugar.
Desde lejos aún se escuchaban algunas de las disputas de los guerreros. Enseguida brilló una sonrisa astuta en el rostro de Eriol.
-Shaoran se nos casa- dijo mientras rodeaba los hombros de su amigo-. Vaya, pensaba que a este paso nunca te atreverías a dar el salto.
El gran jefe al ver que la conversación era en cierta medida privada se disculpó y se marchó un poco más lejos para no estorbarles. Una vez que había desaparecido Shaoran se atrevió a hablar.
-¿Crees que hago bien?- preguntó con un poco de preocupación.
-El jefe de la tribu debe tener un heredero. Supongo que lo haces por eso. Tus intenciones son buenas.
-Meiling estaba tan contenta cuando se lo dije- decía Shaoran recordando la reacción de la joven-. Parecía una niña pequeña, aún más de lo normal en ella.
-Sí, ella se veía muy feliz- le contestó Eriol poniendo ahora una expresión un poco más seria-. Pero... ¿eres tú feliz?.
-¿Por qué me preguntas eso?- contestó el chico alto aturdido. No esperaba que Eriol le preguntara algo así ya que él conocía muy bien sus sentimientos.
-Espero que no hagas nada de lo que tengas que arrepentirte- le dijo Eriol-. Por cierto, voy a cazar algo como regalo de bodas, por si no pudiera estar en ella.
-Sí, haz lo que quieras pero si no vienes ese día te mato con mis propias manos.
Los dos chicos empezaron a reír y se adentraron en el bosque para ir a cazar durante el tiempo libre que tenían. No se dieron cuenta pero el tiempo pasó muy deprisa. Decidieron regresar cuando cada uno de ellos portaba un gran ciervo a sus espaldas. Cuando llegaron vieron a todos con cara impaciente, ya hacía tiempo que se había terminado el Consejo y el grupo de avanzadilla estaba formado. Lo único que faltaba era que los dos chicos tomaran su puesto.
Shaoran avisó a Meiling para que se llevara lo que habían cazado y con la cabeza gacha por la vergüenza de haber llegado tarde se situaron en el lugar que les correspondía.
-Bien, ya estamos todos, entonces podemos partir- dijo el gran jefe alzando su maza de poder-. ¡Que los dioses nos protejan a nosotros y a nuestros hogares!. Adelante.
Todos lanzaron su grito de guerra y empezó la marcha. Los que se quedaban a defender la aldea tomaron sus posiciones. Las mujeres y niños habían ido a despedir a sus familiares y al resto de los valientes guerreros.
Fueron marchando casi toda la noche hasta que Shaoran y Eriol, que cumplían con su función de espías, encontraron el campamento enemigo y avisaron al gran jefe. Entonces se decidió descansar y esperar al alba para empezar la batalla. Se sentaron alrededor de una hoguera y empezaron a charlar alegremente. Se dejaba toda la tensión para la mañana.
El alba rompió el cielo que quedó de un color rojo anaranjado. Poco a poco los guerreros fueron preparándose y cogiendo posiciones. En el campamento enemigo también empezaron a levantarse y se dieron cuenta de la posición muy avanzada de los guerreros. Enseguida sonaron los cuernos que avisaban de que había enemigos a la vista.
Cuando los dos ejércitos se habían formado se quedaron durante un momento quietos para ver quién daba el primer paso. Shaoran vio como su padre le hacía un leve gesto que también podía interpretarse como una despedida. Fue entonces cuando se lanzaron los unos contra los otros.
Shaoran y Eriol iban al frente luchando ferozmente al igual que toda su gente. Estaban dispuestos a arriesgarlo todo para poder vences y así ver un cambio en el transcurso de sus vidas. Bajo sus espadas cayeron bastantes enemigos, tenían que ser muy cuidadosos para que las heridas que recibían no fueran mortales. Alrededor de ellos había una multitud de cuerpos, tanto vivos como muertos y unos sonidos de guerra que ensordecían a los presentes.
Un grito alertó enseguida a Shaoran, había reconocido a la persona que lo había lanzado. Miró significativamente a Eriol y éste asintió y empezó a cubrirle la espalda a su amigo mientras él se abría paso entre la multitud. Llegó para ver como su padre se encontraba en el suelo intentando sujetar su espada con el brazo que tenía muy herido.
Delante de él había un enemigo a punto de darle el golpe final. El gran jefe era incapaz de levantar su brazo herido y con el otro encontró un escudo de un guerrero caído y lo utilizó para parar el golpe que le dio su enemigo. El método fue efectivo pero el escudo se partió. Fue entonces cuando Shaoran se lanzó contra ese guerrero y le clavó su espada en el cuello, el hombre cayó inerte sobre el gran jefe que se lo quitó de encima.
Enseguida fueron más enemigos APRA intentar rematar al hombre que estaba en el suelo. Shaoran empezó a luchar contra ellos para dar tiempo a su padre para recuperarse. Se vio envuelto por cuatro enemigos y no pudo parar un golpe que le acertó en el muslo izquierdo. Aunque el dolor era fuerte no lo era suficiente para detenerle. Enseguida Eriol se reunió el grupo para ayudar tanto a su amigo como al jefe. Todos estaban absortos en su batalla cuando un grito dejó a todos helados durante un momento.
Se oía un ruido de cascos de caballos que venían a lo lejos y que cada vez era más fuerte, fue cuando vieron a todo un ejército que venía del cielo. Ya habían llegado, eran las enviadas de Odín que iban a buscar a los elegidos.
Shaoran sintió como Eriol le llamaba la atención de una manera muy insistente.
-Es ella- dijo señalando a la chica que estaba al frente del grupo de guerreras-. Es la que vi en mi sueño, estoy seguro.
Shaoran dirigió la mirada a la persona que le indicaba su amigo. No se podía ver muy bien sus rasgos por culpa del casco, lo que sí llamaba la atención eran sus hermosos ojos verdes, tenía una mirada muy penetrante y no enseñaban nada de compasión. Detrás de ella había muchas otras vestidas con una armadura un poco más modesta que la suya, cosa que dejaba bien clara cuál era su posición.
Al verlas aparecer los guerreros elegidos sintieron cómo eran llamados por ellas. Fue entonces cuando el gran jefe posó una mano sobre el hombro de su hijo.
-Vienen a por mí, hijo- decía en un tono de voz indescifrable-. Que los dioses guarden al nuevo jefe por muchos años.
Después de hacer una reverencia Shaoran observó como sin poder hacer nada una de esas hermosas guerreras montadas a caballo pasaba por su lado y se quedaba con el alma del hombre. El cuerpo cayó sin vida en brazos de su hijo.
Fue ese el momento en que se quedó en blanco. Ya no escuchaba los sonidos que lo rodeaban, era como si se hubiera vuelto sordo. Deslizó su mirada por el campo de batalla que ahora estaba cubierto por más cuerpos inertes que antes. Pero ante todo vio una escena que llamó su atención. Cerca de él se encontraba Eriol que se dirigió con paso decidido a la mujer que era el jefe de ese ejército enviado de los dioses.
-Eres tú- le dijo Eriol cuando llegó al frente de su caballo-. Te vi en mi sueño, debes conocer que es lo que está ocurriendo.
La chica lo miró despectivamente y levantó su lanza dispuesta a travesarlo con ella. Sólo dio una pequeña mueca de asombro al ver que el joven que tenía enfrente no realizó ningún movimiento para escapar de su destino. Encogiéndose de hombros asestó el golpe fatal y recogió el alma del guerrero.
Nadie le había prestado gran importancia a este hecho, el único que despertó de su letargo ante él fue Shaoran. En muy poco tiempo había presenciado como las dos personas más importantes de su vida habían desaparecido y todo por culpa de un capricho de los malditos dioses.
Empezó a llenarse de furia y pena y arremetió directamente contra la guerrera que había acabado con Erio. Ella nunca se hubiera esperado que un estúpido guerrero humano se tiraría a luchar contra un ser divino. La sorpresa fue tan grande que en un instante perdió el equilibrio y cayó de su hermosa montura blanca. Las otras guerreras se quedaron paradas, nunca antes había ocurrido una escena parecida, ningún humano se atrevía a involucrarse en los deseos de los dioses.
-¿Te atreves a desafiarme guerrero estúpido?- gritó Sakura mientras se ponía de pie y quitaba el polvo de su armadura debido a la caída-. No sabes a lo que te enfrentas.
-A mí no vas a asustarme- dijo Shaoran también gritando. Estaba temblando por la ira y agarrando fuertemente su espada preparado para atacar-. Quítate el caso, me gusta ver el rostro de mis enemigos.
-Como quieras, no importa puesto que no vas a durar mucho- Sakura clavó la lanza en el suelo y se quitó el casto lentamente, provocando que una cascada de cabellos de un color marrón claro enmarcara su fino rostro. Llamó a una de las guerreras a quién le confió el casco-. Ahora que ya conoces el rostro de tu enemigo ven y lucha.
Shaoran se fijó rápidamente en ella e hizo una crítica mental. Se podía decir que era la mujer más hermosa que había visto en su vida, eso contrastaba con la mirada fría y altiva que le lanzaba. Sin duda era más fría que un trozo de hielo y por la destreza con la que cogía la lanza daba a entender que era muy buena guerrera, feroz y salvaje.
Dejó a un lado la belleza de la mujer y empezó a sentir como su odio empezaba a bullir de nuevo, en su conciencia repetía una y otra vez el momento en que su amigo cayó bajo la misma lanza. Había visto como Eriol aceptó sin defenderse su destino pero él no era igual. No setaba dispuesto a dar ni su vida ni su alma para que los dioses mandaran sobre él.
Cuando estuvieron a punto de lanzarse el uno contra el otro, se escuchó un gran estruendo y el cielo se iluminó. Sakura se paró de golpe al ver la señal y empezó a quejarse y murmurar palabras malsonantes. Después dirigió su fría mirada a Shaoran que estaba a la expectativa de cuál sería su próximo movimiento.
-Nuestro duelo tendrá que ser aplazado guerrero. Mi señor me llama de vuelta. Ruega a los dioses para que la próxima vez que nos encontremos esté de buen humor y te proporcione una muerte rápida.
-Por mí como si tu señor y el resto de dioses fueran eliminados ahora mismo. Ten por seguro que no te va a ser fácil librarte de mí.
Por un momento sus miradas se encontraron y en ellas sólo se podía leer un odio profundo. Por una parte, Shaoran estaba muy dolido con la muerte de Eriol y su padre y decidió que toda la culpa era de los dioses y cualquier criatura enviada por ellos. La jefa de las valquirias era el blanco ideal de todo su odio.
Por parte de Sakura, ella despreciaba a la mayoría de seres que había a su alrededor. Pero a lo largo del tiempo había aprendido a odiar a los humanos. Los encontraba una raza mezquina y sólo les veía utilidad cuando eran llamados para formar parte del ejército de Odín. Aun así para ella no dejaban de ser cosas que se podían manejar al antojo de los dioses.
Rompieron el contacto visual y recogió el casco que le sujetaba una de sus guerreras. Lo colocó de nuevo en su sitio y avanzó hasta llegar a su caballo. Se montó grácilmente en él y tras hechas una última mirada a Shaoran lanzó un potente grito y emprendió la marcha de regreso a su mundo. Las guerreras que la acompañaban se unieron a ella y al poco tiempo desaparecieron de la vista de los hombres que habían quedado en pie.
Shaoran se fijó en que la mayoría de guerreros vivos eran de su tribu, eso significaba que habían vencidos. Los pocos bárbaros que quedaban se dieron cuenta de ello pero no vacilaron. No fue muy difícil terminar con ellos y Shaoran tuvo que admitir que eran muy valerosos al no haber pedido perdón pos sus vidas. Todo había terminado y ya era hora de regresar con las buenas nuevas, era su primera victoria en bastante tiempo, aunque esa victoria tuviera un sabor amargo.
Los guerreros se inclinaron delante de él ofreciendo sus respetos al nuevo jefe. Seguidamente empezaron a recoger los cuerpos para llevarlos a la aldea y darles el reconocimiento que merecían.
Notas de la autora. Estoy de nuevo por aquí con el nuevo capítulo. Espero que les guste y no se olviden de dejarme comentarios por escrito, eh??
Ya se que soy lenta pero que se le va a hacer... tengo muchas cosas que hacer y aunque me guste mucho escribir tiene que haber momentos para todo. A ver cuando regreso con el próximo capítulo, sólo para que se tranquilizen un poco les digo que ya está empezado ya veremos cuando lo termino. Adiós!
