Cápitulo 5: Humaredas del pasado.

El sahumerio iba consumiéndose poco a poco, dejando tras él su rastro: diminutas cenizas y humo disfrazado con un dulce aroma a orquídeas. Ojos marrones, oscuros escudriñaban atentamente cada movimiento de la punta encendida del incienso.

Pasos firmes la sacaron de su ensimismamiento, pestañeó unas cuantas veces al sentir el ardor del grisáceo humo y giró su mirada hacia el lugar donde provenían las pisadas. Se detuvo a escucharlas, quizás de ese modo las reconocería. Fuertes, decididas. El sonido le ofrecía una oleada de recuerdos, acompañada por el aroma de el sahumerio inmiscuyéndose en ellos.

Calidez. Su hogar. Se transportó a una habitación luminosa, paupérrimamente decorada. La pobreza inundaba el hogar, así como el aroma a orquídeas antes dicho. Así mismo, una calidez inexplicable invadía hasta la más recóndita esquina.

Se vio a ella misma levantándose de su asiento para recibir a la persona que se acercaba, haciendo un estridente sonido con sus zapatos. Para matar las ansias y el tiempo, se quedaba observando a su pequeño "maneki neko", el gato de la fortuna, levantando la patita para recibir las visitas.

Era conciente de lo largo del pasillo pero...¿Cómo podía aquel niño tardar tanto en cruzarlo?.

Cuando el desconocido se adentraba, ella se lanzaba en sus brazos y le pedía que la llevara al parque. La frialdad acostumbrada en él cambiaba por una minúscula sonrisa, tan solo se llevaban dos años y el muchacho era mucho mas maduro que la pequeña de 6 años de edad.

Pero en la realidad, los pasos todavía continuaban y no era Leon, sino May quien realmente había hecho presencia.

Sora – la saludó May con una muy ligera reverencia. Su orgullo le impedía mostrarse con la educación correcta hacia Sora, siempre habían sido rivales, era conciente de ello, por eso es que no podía dejar su rol agrió, a pesar de sentir un gran cariño hacia la amable joven de cabellos rosados.

May, ¿sucede algo?.- No era acostumbrado en su compañera que fuera a su habitación sin previó aviso, menos en los momentos en que Sora meditaba. Buscó en los ojos de su rival un asomo de preocupación, temía que algo malo hubiera sucedido, pero solo encontró inexpresividad.

Un joven de cabellos largos y plateados dice conocerte, le comenté que no podía molestarte en tus meditaciones pero con un tono bastante irritante y autoritario me obligó a venir hasta aquí- La curiosidad era presente en cada facción de May, aquel apuesto hombre la había dejado atónita. Aún así, no soportaba que la trataran de sierva. – Es la última vez que te llamo para avisarte tus visitas...

Muchas gracias May- se limitó a responder mientras su rostro iba palideciendo con una rapidez propia de una liebre. Ese joven debía ser...

"No"- se dijo a sí misma presionando sus ojos a medida que subía por las escaleras. No podía ser Leon, la aprendiza sabía lo peculiar que era su cabellera, pero no podía ser el único en el mundo que la poseyera, ¿no?

Sintió como May la seguía, era evidente que, no importa cuanto se esforzara por ocultarlo, ella deseaba saber la identidad de el visitante.

Tan pronto como la luz de la habitación principal empezó a escocerle los ojos, aclaró sus dudas, se los restregó. Probablemente era un efecto óptico ya que al luz de su habitación era escasa, simplemente dos velas la iluminaban, y ahora la fuerte lámpara eléctrica le habían proporcionado visiones del pasado.

Sora...-

¿Acaso la luz podía, a parte de iluminar y crear espectros de antaño, proyectar voces de una misma época?.

Sora, por fin te encuentro...- El joven de ojos grises y cabellera sedosa y plateada se aproximó hacia ella, quien no lograba salir de su estupor.

Leon ¿Eres tú?- Indudablemente lo era, la pregunta de Sora había sido entre retórica y dubitativa. Su voz flaqueaba en cada letra, sílaba y palabra.

Los años lo había mejorado considerablemente, su cabellera hacía crecido adoptándole un imagen de héroe de leyendas. Su altura prácticamente rozaba el techo de la estancia. Y su cuerpo...

La aprendiza de geisha no sabía como describirlo, parecía trabajado por ángeles y dioses, para crear un angelical demonio.

Se abalanzó hacia él, sin poder impedir aquel arranque de alegría. Si no fuera por la robusta complexión de su cuerpo, Leon hubiera caído cuan largo era sobre el suelo de madera pulido.

Sí, he regresado...- contestó finalmente, sumiéndose a aquel apasionado abrazo, sintiendo cada curva de la aprendiza sobre su musculoso físico. Separándose unos centímetros, la tomó por al cintura para observarla bien. Con el tiempo su carácter no había hecho mas que endurecerse, pero aquella niña siempre conseguía derretirlo.

Pensé...creía con todo mi cuerpo y mente que aquel "hasta luego" había sido una rotunda despedida pero..- Tomó aire para continuar, un nudo se había creado en su garganta imposibilitándole el habla. Tragó con fuerza y, mientras un gran caudal de lágrimas era expulsado de sus redondos ojos, prosiguió.- Mi corazón siempre supo que tu vuelta era inminente.

Nunca te mentiría Sora chan, sabes que soy un hombre de palabra.- Se soltaron algo acalorados por tan intensa demostración de sentimientos, las mejillas de la aprendiza se hallaban rosadas, cubiertas de lágrimas y su pecho se expandía y contraía trabajosamente.

Ambos oyeron un carraspeó y recordaron que había alguien mas en la habitación, ahora se separaron completamente.

Olvidaba presentarlos- se excusó Sora limpiándose las lágrimas con la manga derecha de su kimono y riendo nerviosamente.- Ella es May, miembro de esta Okiya y también una aprendiza de Geisha.

La aludida hizo una profunda reverencia poco acostumbrada en ella, cosa que captó la atención de Sora. Leon, quien no estaba seguro de como debía responder, la imitó.

Soy Leon, un amigo de la infancia de Sora.- El apuesto joven se presentó. Luego de toda la ceremonia de bienvenida en la que Sora corría a llevarle el té al recién llegado y May gritaba histérica a cada una de las sirvientas para que atiendan a Leon, pudieron las dos sentarse junto a el joven.

Leon les comentó lo difícil que había sido volver a encontrar a Sora, cómo había ido de distrito en distrito, de okiya en okiya, hasta acabar en Tokio. Temía encontrar a su amiga en el barrio más pobre de todo Tokio, donde no regían las geishas, sino las mujeres de poca educación, o mejor dicho, poca suerte, que vendían su cuerpo por dinero. Finalmente visitó la última Okiya de Kyoto, la mas hermosa, que se hallaba junto a un lago, para encontrarla.

Y finalmente aquí acabe...- sus gélidos ojos observaron a May, quien parecía encontrar mas interesante el tatami en que se hallaba sentada mas que su historia. Por su parte, la aprendiza de cabellos azules, lo había escuchado como nunca antes a nadie, contentándose con permitir que su melodiosa voz sellara sus oídos, si en aquel momento se quedaba sorda, sería igualmente feliz. Se riñó a sí misma por decir esas palabras tan empalagosas, no podía dejar de observar su tatami ya que si sostenía la mirada de Leon, se derretiría.

Se sentía especialmente incómoda en la sala, lo mas seguro era que Sora y Leon desearan hablar solos. A parte de eso, ya era tarde y sus párpados le pesaban, deseaba quedarse, pero sabía que no debía interrumpirlos, levantó la mirada y buscó la mirada de el joven de cabellos plateados, la cual se hallaba pérdida entre los ojos de su eterna rival. Dirigió sus ojos azulados hacia la puerta tras el visitante y decidió salir por ella hacia sus aposentos.

Se levantó con la clara idea de que no podría conciliar el sueño e hizo una elegante reverencia.

Lo siento mucho, pero creo que ya es tarde y merecen estar solos.-A pesar de que un brillo de tristeza acudía a sus ojos, su orgullo se impuso propinándole a las comisuras de su boca una ligera sonrisa, había tratado de que esta fuera despectiva, odiaba mostrarse amable, pero sus intentos eran vanos.- Ayasumi Nasai.

Luego de dar las buenas noches, se arrodilló junto a la puerta corrediza para abrirla y luego cerrarla de la misma forma, dejando a los dos amigos en privado, sin mas testigos que las cuatro paredes que los observaban.

May se encontraba realmente extraña hoy, no suele ser tan...- Buscó la palabra indicada.- Tranquila...- se decidió por fin, no era la correcta, claro esta. May sí parecía mas domada de lo acostumbrado pero notó en ella un deje de tristeza. ¿Será que ya han concretado su Mizuage?

¿Cómo?- Preguntó Leon atónito. El rostro de Sora se tornó rojo, había soltado eso sin pensarlo.

Es que a las geishas nos llega un día en el que debemos finalmente tener nuestro mizuage, este consiste en...- La aprendiza no podía continuar, era demasiado vergonzoso. Claro que Sora no sabía mucho de esto ya que, gracias a dios, nunca había pasado por él.

Sé perfectamente en que consiste, solo he quedado algo sorprendido, Pobre niña...

Los dos se quedaron en silencio largo rato, finalmente Leon decidió irse ya que la noche había caído, Sora lo acompañó hasta el zaguán y lo despidió con un cálido abrazo.

Leon se adentró en las penumbras de la noche, sintió la oscuridad surgir de cada rincón de Kyoto. Aquella era una noche especialmente lúgubre y oscura ya que ni una estrella reposaba en el cielo. Buscó la luna en vano, ya que las nubes lo cubrían todo.

Optó por el camino del lago, era el mas abierto y seguro, a parte adoraba ver las aguas confundirse con la noche.

Una visión lo dejó atónito, May, la aprendiza que había conocido hace tan poco, estaba sentada en un banco, llorando desconsoladamente. El frío la obligaba a abrazarse ya que su yukata no era la suficientemente cálida como para transmitirle la calidez que necesitaba. Su cara se encontraba lavada, sin ni una minúscula partícula de la máscara que llevaba antes pero si una de sufrimiento e impotencia.

Bajó su aspecto frío, Leon sentía una inmensa pena por el destino de la joven, se dijo a sí mismo que haría lo posible para cambiarlo a uno mas afortunado, así como el de Sora Naegino.

Continuara nn!

Gracias por el review, aunque fuera solo uno lo agradezco de todo corazón, espero q alguna de sus dudas fueran respondidas, como la d si leon aparecería en mi fic xD-

Mizuage: en una ceremonia en la que las geishas pierden su virginidad. Generalmente los hombres dan grandes sumas de dinero para tenerla. No me voy a extender mucho en la explicación xD