Ginny y Harry estaban solos en el Gran Salón, que estaba adornado como en Navidad, y ella le agradecía por los aritos, pero le decía que nunca podría usarlos porque ya no tenía orejas. Harry le contestó algo, abría y cerraba la boca pero Ginny solo escuchaba una villancico de Navidad que resonaba en todo el salón.
Ahora estaba bailando con Harry, pero él se veía cada vez más difuso, como un fantasma que iba desapareciendo. Ahora Ginny estaba sola.
"Todo es tu culpa", dijo una voz que resonó en todo el salón.
"No", gritó, y cuando sus ojos hicieron foco se dio cuenta de que otra vez se había quedado dormida en Historia de la Magia, y de que acababa de gritar en voz alta, llamando la atención de toda la clase.
A Ginny no le preocupaba haberse quedado dormida en la clase de Binns, sino que le había pasado lo mismo durante Astronomía y Estudios Muggle. Hacía tres noches que apenas podía dormir, pues en el momento en que su cabeza tocaba su almohada pensaba en Harry Potter y ya no volvía a tener sueño.
Desde esa mañana en que ella había recibido el regalo, Harry la había estado evitando. Ginny descubrió al día siguiente que Dobby había sido el culpable de develar el secreto de Harry, como él mismo se lo confesó al aparecerse junto a su cama.
"¿Por qué la Srta. no quiere a Harry Potter? Mí lo conoce bien, es un gran mago...", empezó Dobby, y Ginny le tapó la boca para que no lo oyeran sus compañeras de cuarto.
Cuando las otras cuatro chicas ya había bajadon a desayunar, Ginny liberó a Dobby.
"Un gran mago, sí, sería todo un honor para cualquier bruja", continuó Dobby al instante.
"¿De qué estás hablando?", le preguntó Ginny, que no entendía que hacía Dobby allí.
"¡Srta. no usa los aritos!", chilló Dobby.
"¿Cómo sabes sobre los aritos?", preguntó Ginny de inmediato.
"Mí los entregó, cómo va a saber. Pobre Harry Potter", dijo Dobby, lágrimas brillando en sus grandes ojos.
"¿Por qué...?", empezó Ginny.
"¡Porque Dobby quiere a Harry Potter! Mí siempre ordena sus cosas, y vio el paquete verde, Harry Potter dijo que era un par de aritos para una bruja, pero que nunca iba a entregarlo...Y Dobby sabe, sí sabe de las cosas entre magos y brujas, y luego vio a Harry Potter con la Srta. en la cocina. Vio que Harry Potter era feliz, y mí quiere que siga feliz, y si la Srta. lo hace feliz entonces ella debe saberlo...Dobby los escuchó hablar...y entonces Dobby supo qué tenía que hacer..."
"¿Y decidiste entregarme el regalo que Harry no quiso darme?", dijo Ginny rascándose la cabeza.
"Siiii, porque Dobby quiere que Harry Potter sea feliz", dijo Dobby, con un tono muy agudo que sobresaltó a Ginny.
"Oh, ya entendí eso", le dijo Ginny, asustada de que Dobby volviera a gritar. "Sabes, Dobby, se me hace tarde para desayunar...gracias por...mm...tu idea".
Dobby desapareció elevando sus pulgares hacia arriba como despedida, y Ginny bajó al Gran Salón.
Tras algunas cavilaciones, Ginny dedujo que Harry se sentiría horriblemente avergonzado por todo el asunto, ya que se había visto inesperadamente enfrentado a la situación que había estado evitando, y encima ella en ningún momento había aclarado su propia posición al respecto.
Ginny se obligó a ser sincera consigo misma, más de lo que había sido durante el último tiempo, y casi ni se sorprendió al comprender que nada la había alegrado tanto como descubrir que Harry pensaba de esa forma en ella.
Pero juntar los ánimos para confesárselo a Harry no era fácil, menos aún cuando no podía dormir pensando en él. Por eso en el momento en que despertó gritando en medio de la clase de Historia de la Magia, Ginny supo que debía ponerle fin a todo ese ridículo asunto de no animarse a hablar con la persona que más le importaba en el mundo.
Y nadie era más resuelta que Ginny cuando se proponía algo.
Interceptó a Harry cuando venía caminando con Ron de la clase de Divinación.
"Necesito hablar contigo", le dijo con un tono que no admitía negaciones.
Ron los miró extrañados, pero ya era la hora del almuerzo y la fuerza del hambre fue mayor que la curiosidad.
Harry siguió a Ginny hasta un salón vacío, y se quedó junto a la puerta mirando el piso.
"Vamos Harry, mírame".
Lentamente Harry alzó la cabeza, pero no la miró a los ojos, sino a las orejas. Ginny estaba usando aritos en forma de luna creciente.
"Quería que supieras que...has estado actuando bastante estúpidamente, qué es eso de huir de mi como si fuese Malfoy...", la boca de Harry se retorció al reprimir una sonrisa. "No te das cuenta que te extraño horrores...y...y que recibir este regalo...bueno, no el regalo sino lo que significa...eso fue lo más lindo que me podía pasar".
A medida que iba hablando Ginny sentía que su voz se volvía más aguda y su rostro más ardiente, pero no le importó. Harry la estaba mirando como solía mirarla antes, como si todas sus emociones se mezclaran en su mirada.
"Eso quiere decir que...", balbuceó Harry, aún inseguro.
Ginny alzó los ojos al techo. ¿Qué tenía que hacer para que él entendiera? La idea saltó instantáneamente en su mente. Se acercó a él, se puso en puntas de pie (qué suerte que con eso bastara), y le plantó un beso en la mejilla.
Harry sonrió como si acabaran de avisarle que Lord Voldemort y todos sus mortífagos habían sido raptados por extraterrestres y llevados a otra galaxia.
Ginny lo miró, sonriendo ampliamente también, y en algún rincón de su cerebro surgió la esperanza de que ahora él la tomaría en sus brazos y la besaría apasionadamente en la boca. Pronto comprendería que Harry Potter no estaba para nada acostumbrado a tomar la iniciativa en las demostraciones físicas de afecto.
0000
Durante el almuerzo se sentaron juntos, dedicándose más a mirarse y sonreírse tontamente que a alimentarse. Ron estaba muy concentrado deshuesando su porción de pollo, y Hermione demasiado enfocada en retar a Ron por su falta de modales, como para que alguno de ellos notara algo extraño. Esa noche Ginny se durmió un segundo antes de que su cabeza tocara la almohada.
Lo primero que Ginny le preguntó a Harry la mañana siguiente lo hizo enrojecer con fuerza.
"Todo es gracias a Dobby...quién iba a pensar que los elfos domésticos tienen vocación de cupido... ¿Por qué nunca te animaste a darme los aritos?"
Harry se quedó inmóvil con la mirada en blanco y la cuchara a medio camino entre su tazón y su boca.
"Ehh...mmm...ahhh".
Ginny pensó que Harry se veía muy tierno cuando balbuceaba, pero no iba a decírselo por el momento.
"Está bien, no tienes que contestarme ahora...", le dijo sonriendo en forma comprensiva.
Ginny se pasó las clases de la tarde garabateando las letras H.P en un pedazo de pergamino, primero las puso dentro de un corazón pero le pareció muy cursi, y siguió probando dibujos hasta que Lucila la pateó por debajo de la mesa porque el Profesor Flitwick se estaba acercando a ellas.
0000
Ginny estaba inclinada sobre sus tareas en la biblioteca, cuando Harry se sentó junto a ella.
"¡Cuántos libros!", exclamó al ver las dos torres de ejemplares frente a Ginny.
"Oh, la Profesora Sinistra me encontró...distrayéndome en su clase, y me ha dado doble tarea".
Ginny continuó escribiendo sobre la órbita de Plutón, pero se detuvo al notar que Harry la estaba mirando fijamente.
"¿Sí?", le dijo en voz baja.
"Estuve pensando...sobre lo que me preguntaste esta mañana...por qué no me animé a darte el regalo".
"Ahh...te escucho", dijo Ginny dejando su pluma en el tintero y apoyando su barbilla en la mano, para no perderse detalle de la confesión de Harry.
"Sabes que Ron suele quejarse mucho sobre...las cosas que tiene...bueno, Hermione siempre le dice que debe aprender de ti..."
"¿En serio le dice eso?", dijo Ginny sonriendo.
"Sí, dijo que por ejemplo tú te compusiste la escoba, arreglas tus libros, y te haces tus propios aritos..."
"Soy una bruja de muchos recursos", bromeó Ginny, tratando de disimular que las carencias materiales de su familia no era un tema de conversación que le agradase mucho.
"Ya lo he descubierto", dijo Harry, sonrojándose un poco al decir el elogio.
Para no dejarlo solo, Ginny se sonrojó también. Madam Pince no apreció el romanticismo del momento.
"La biblioteca no es para hablar", les dijo enojada, señalando la salida con su varita.
Harry ayudó a Ginny a recoger sus cosas y salieron de la biblioteca.
"Entonces...", continuó Harry mientras caminaban por un pasillo. " Yo quería agradecerte por...por todo, y pensé que un par de aros sería un gran regalo de Navidad."
Ginny se sintió como si acabase de tropezarse con un fantasma. ¿Agradecerle por qué¿Por su amistad¿Harry le estaba diciendo que era un regalo entre amigos sin ningún tipo de connotación amorosa¿Qué le había dicho él después de Navidad? Que no sería una buena idea entregar el regalo. ¡Claro! Porque ella lo interpretaría de otra forma, de una forma incorrecta, como efectivamente lo había hecho . ¡Y ella lo había besado! Con razón que él no había reaccionado con el beso apasionado que ella esperaba.
Cómo pudiste pensar que Harry quería ser otra cosa que tu amigo, pensó Ginny.
¿Y ahora? Ginny tuvo la fugaz esperanza de que él no hubiera notado el castillo en el aire que ella había construido tan rápidamente.
Se sentía tan desilusionada que supo de inmediato que sus emociones serían perfectamente visibles en su rostro. Por suerte, Harry estaba mirando muy concentrado los cuadros de las paredes, y no vio la tristeza asomando a los ojos de Ginny.
"Pero después te vi con Dean Thomas, y no me gustó nada", continuó Harry, y se volvió a mirar a Ginny quien había dejado caer uno de sus libros.
Harry levantó el libro y se lo entregó a Ginny.
"No sabía por qué me sentía así, y me preguntaba si era tan mala persona por no querer compartir a mis amigos. Pero después comprendí lo que me pasaba... eras tú...".
Ginny estaba tan feliz por lo que estaba oyendo, que durante un minuto entero se olvidó de respirar. Inspiró con fuerza por la boca y retuvo la respiración unos segundos, y luego soltó el aire lentamente. Si no lograba bajar sus pulsaciones, en cualquier momento tendría un infarto.
Harry me quiere, cantaba un voz parecida a la de Peeves en su cabeza.
"¿Y cómo lo sabes?", preguntó Ginny.
Harry permaneció en silencio unos instantes antes de responder la pregunta de Ginny.
"Por tu mirada...y tu sonrisa...y cómo se mueve tu cabello cuando juegas al quidditch...", contestó Harry, respirando como alguien que estuvo mucho tiempo bajo el agua. "Porque si hablo contigo sólo quiero sonreír...y si estoy mucho tiempo sin verte me duele el estómago".
Ginny pensó que los síntomas del amor se parecían a los signos que anunciaban una enfermedad. Recordó sus propias náuseas del día de los enamorados. ¿Era así el amor?
"Entonces supe que no podría darte el regalo sin sentirme horriblemente avergonzado por lo que sentía, asustado porque tú no sintieras lo mismo y enojado conmigo mismo por tomarme tanto tiempo para descubrirlo".Harry hizo una pausa y miró a Ginny con cierta preocupación. "¿Te sientes bien?"
Ginny reunió la poca compostura que le quedaba, y tratando de no sonar como la chiquilla rebosante de alegría que se sentía, le dijo:
"Yo tampoco he sido una luz...supongo que en el fondo me aterraba la idea de volverme a enamorar de ti".
Harry le sonrió, y lentamente se acercó hacia ella.
"Todo esto ha sido muy románico...ahora ¿nos dejarían continuar con nuestro partido de cartas?", se quejó un brujo vestido de blanco en el cuadro detrás de ellos, justo cuando la nariz de Harry rozaba la de Ginny.
"Ya nos íbamos", dijeron al unísono, y partieron corriendo.
0000
Llegó el primer fin de semana desde que Harry y Ginny estaban...en una nueva situación, como solía definirlo para sí misma Ginny, y todo lo que había compartido habían sido tres besos iniciados por ella (dos en la mejilla, uno en la nariz) y un beso en la mejilla iniciado por Harry (fue después de recibir el beso en la nariz por parte de Ginny, ella se emocionó bastante porque fue a sólo un centímetro de su boca). El resto de los pocos ratos que habían pasado solos no habían sido muy distintos de sus días como solo amigos, aunque tal vez sus miradas demoraban un poco más en desviarse del otro.
Ginny tenía largas discusiones consigo misma (generalmente durante la clase de Historia de la Magia) sobre por qué no se animaba ella a darle un beso en la boca a Harry. Se decidía a besarlo la próxima vez que lo viera, y al segundo siguiente se decía que mejor esperar a que él la besara. Es que en el fondo, Ginny era una romántica incurable.
"¿Vamos a visitar a Hagrid?", le propuso Harry en cuánto la vio el sábado a la mañana.
Caminaron más lentamente de lo habitual, Ginny muy conciente de cómo su brazo rozaba el de Harry, reprimiendo a duras penas el impulso de tomarle la mano. Sí, Ginny era muy romántica, pero odiaba ser invasiva.
Pero Harry se desvió hacia otro lugar que no era la cabaña de Hagrid. Rodearon el lago hasta un punto cercano al Bosque Prohibido, donde la vista de la escuela era tapada por una formación rocosa.
Ginny sonrió diabólicamente al notar que estaban solos y nadie podía verlos.
"Yo...ehh...yo me preguntaba si...ehh...si estaría bien si...ehhh", balbuceó Harry mirando a Ginny fijamente.
Ginny estudió la expresión de Harry, y se dio cuenta de que mientras hablaba su mirada iba de sus ojos a su boca.¡Por fin va a besarme, pensó.
"Sólo si tú quieres, claro está...ehhh...que yo...", continuó Harry, aflojándose el cuello de su túnica con ambas manos.
Ginny estaba empezando a impacientarse. ¿Por qué tardaba tanto?
"Bueno, que yo..ehhh...si pudiera..."
"Por Merlín, Harry, sólo bésame", soltó Ginny, y enrojeció furiosamente al darse cuenta que había pensado en voz alta.
Harry pareció confundido, divertido y aliviado, combinación que lo hacía verse absolutamente adorable en opinión de Ginny. Se inclinó un poco demasiado rápido y le dio un beso en la boca, golpeando su nariz contra la de ella.
"Oh, lo siento", exclamó Harry angustiado, llevándose una mano a su nariz.
Ginny lo miró, sonriéndole para que él supiera que estaba bien, que volviera a intentarlo, y al ver el rostro preocupado de Harry supo, sin saber cómo, qué por fin entendía lo que pasaba por su mente. Harry se sentía muy inseguro, probablemente pensara que ella habría recibido besos inolvidables por parte de Corner, y que él era demasiado torpe e inexperto como para competir con eso.
"Ese fue el mejor beso que he recibido", le dijo con dulzura. "Y podría apostar a que el próximo será aún mejor".
Harry sonrió tan ampliamente que la sonrisa casi no le cupo en la boca, y volvió a besarla una vez más. Ginny se dijo a sí mima que le encantaba tener razón. Ése era definitivamente el mejor beso de toda su vida. Al menos hasta ese momento.
0000
"¿Por qué sonríes así?", le preguntó Ron mientras terminaba de masticar un pedazo de pan.
"¿Así cómo?", replicó Ginny, demasiado feliz como para dejar de sonreír.
"Como si Snape hubiese decidido dedicarse a escribir la historia de su vida y no dar clases nunca más".
"Oh, Ron¿no puedes pensar nada más alegre que eso?", le preguntó Ginny.
Ron alzó las cejas sorprendido.
"¿Mejor que no ver nunca más a Snape?"
"Yo sé qué es mucho mejor que eso: un beso de amor".
Ron se atragantó con lo que estaba comiendo y empezó a toser. En ese momento llegaron Hermione y Harry, ella se sentó junto a Ron y él junto a Ginny.
"¿Y tú cómo sabes cómo se siente un beso de...?", preguntó Ron en cuanto terminó de toser, pero se detuvo al ver el rostro sonriente de Harry.
"¿Tú también?", le preguntó. Y sus orejas tomaron el color de su cabello cuando comprendió lo que estaba pasando.
"Ohhh", dijo Ron como en un suspiro.
"¿Qué pasa, Ron?", le preguntó Hermione mientras se servía la cena.
"Harry y Ginny están saliendo", declaró Ron solemnemente, y Ginny comprendió que era la primera vez que oía esa frase fuera de su mente.
"Pues te ha llevado bastante tiempo darte cuenta", respondió Hermione, como si los aludidos no estuvieran sentados en frente suyo.
"¿Qué quieres decir con eso¿Desde cuándo...?", le preguntó Ron, no a Harry o a Ginny, sino a Hermione.
"Oficialmente, hace dos semanas, pero los dos andaban suspirando por el otro desde antes de Navidad", le explicó Hermione, con un tono similar al que usaba para corregirle a Ron los errores en la tarea. "Pero creo que ellos no lo sabían", agregó Hermione, como si recién se le hubiera ocurrido.
"Ahh...pues me alegro mucho", dijo finalmente Ron, esta vez sí dirigiéndose a Harry y Ginny.
Ginny iba a abrir la boca para preguntarle a Hermione cómo era que sabía todo eso, y no se había dado cuenta que todo Gryffindor ya había descubierto que ella y Ron salían en secreto (que ya no era secreto) desde hacía cuatro meses. Pero Harry le tomó la mano por debajo de la mesa, y se olvidó qué era lo que estaba pensando.
FIN
Gracias a Uds por leer hasta aquí, y a JK Rowling por inventar este universo fantástico!
