Parte Cuatro – Un Día Tenso

El sonido del teléfono sonando despertó a Harrison, que gruñó y se puso la almohada sobre la cabeza. Todavía estaba oscuro fuera. Nadie en sus cabales estaría llamándole por teléfono a esta hora de la mañana. Si lo ignoraba quizá dejaría de llamar.

El timbre siguió sonando.

Harrison iba diciendo palabrotas a la vez que se acercaba al recibidor. "Será mejor que sea una emergencia de vida o muerte," musitó cuando contestó a la llamada.

"¿Harrison? Soy Davis," la voz le llegó alta y clara.

"¿Davis?" Harrison se levantó de un salto en segundos. "¿Es Tru? ¿Está bien?"

"Tru está bien," le aseguró Davis. "Está teniendo un día de repetición múltiple, ésta es la segunda vez que el día vuelve atrás y ella vuelve a estar en el avión."

"¿Eh?" fue todo lo que Harrison pudo decir. Después de oír que Tru estaba bien había mirado inmediatamente el reloj y, después de ver que era poco más de las seis de la mañana, la molestia por la tempranera llamada estaba empezando a cundir.

"Estoy en el depósito," continuó Davis. "Estoy buscando la causa de la muerte antes de ir a buscar a la segunda víctima. Tru necesita que encuentres a la primera otra vez y le eches un ojo como hiciste ayer."

"No recuerdo el día de ayer," señaló Harrison. "¿Cómo sé qué hice ayer si no lo recuerdo?"

"Tru me dio los detalles que le diste ayer." Le informó Davis. Harriso podía oír un crujido de papeles al otro extremo de la línea mientras Davis buscaba las notas que obviamente había tomado durante la llamad que Tru le había hecho aquella mañana."

"¿Tienes un bolígrafo a mano?" preguntó Davis.

"No," contestó Harrison mientras se movía para hurgar en el cajón a su lado buscando un bolígrafo y papel.

Finalmente preparado, anotó todo lo que Davis le decía que Tru le había contado acerca de las dos versiones anteriores del día. Anotando los detalles que Davis le daba y después de prometer que seguiría a Veronica Carter, Harrison colgó el teléfono y se derrumbó sobre la cama.

Un momento más tarde se dio cuenta de que Davis había mencionado que Cassie había estado con él el día anterior cuando había estado echando un ojo a la víctima. Sintiéndose mucho mejor por tener que recorrer toda la ciudad buscando la víctima de Tru se levantó y una hora más tarde se dirigía a través de la ciudad al bloque de apartamentos de Cassie.

Cassi estaba despierta y con una taza de café en la mano cuando Harrison llegó a su apartamento. Parecía sorprendida de verle en su puerta.

"¿Teníamos planes hoy?" preguntó con una expresión de confusión en la cara.

"No," Harrison meneó su cabeza como negativa cuando le abrió la puerta por completo para que pudiese pasar. "Pero pensé que podría gustarte ir a una subasta hoy, para tu negocio. Echar un ojo a la mercancía."

"Tú pensaste que…" la voz de Cassie vaciló. "No suena a ser tu medio. ¿Qué está pasando en realidad?"

"¿No quieres?" preguntó Harrison, evitando su pregunta.

"Estaba pensando hacer eso, en realidad," admitió Cassie. "Pero a duras penas es algo en lo que tú te desenvuelvas, ¿no?"

Harrison se encogió de hombros; no era un escenario familiar para él. Se preguntó si debería contarle la verdad, pero la única vez que había estado cerca de discutir acerca del don único de Tru Cassie no le había creído y lo había echado de su apartamento. Sabía que ella sabía que había algo raro en su hermana, pero había evitado decirle exactamente qué era. No, razonó, no había ningún motivo para contárselo. "Sólo estoy mostrando interés por tu trabajo," contestó finalmente Harrison, ofreciendo lo que esperaba que fuese una sonrisa deslumbrante que la convencería de su sinceridad.

Cassie frunció el ceño ligeramente. Sabía que era una experta mentirosa. Desafortunadamente también era muy hábil en captar las mentiras de los demás, también. Por suerte para Harrison, Cassie no era buena captando argumentos y después de acabar su café cogió su bolso y aceptó acompañarle a la subasta.

Se detuvieron para desayunar en la cafetería donde trabajaba Cassie a tiempo parcial como camarera y finalmente llegaron a la casa de subastas a media mañana.

Harrison se acercó al mostrador de la entrada y al hombre que allí se sentaba. El hombre miró a Harrison y con una extraña expresión, ofreció reticentemente su ayuda.

"Estoy buscando a Veronica Carter," preguntó Harrison. "Es una emergencia," añadió cuando el hombre simplemente lo miró con sospecha.

"Muy bien," respondió el hombre, y le dio a Harrison instrucciones para llegar a la sala a la que la señora Carter se había dirigido.

Harrison se fue hacia la puerta, con Cassie siguiéndole justo detrás.

"¿Quién es Veronica Carter?" preguntó tan pronto como estuvieron lejos de la capacidad auditiva del hombre de recepción.

"Tiene una tienda de antigüedades en la Tercera," explicó Harrison. "Te gustará."

"¿La conoces?" preguntó Cassie.

"No exactamente," respondió Harrison. Estaban entrando en un territorio peligroso ahora. ¿Cuánto podría contarle sin realmente hablarle de Tru y sus habilidades? De acuerdo con el informe que Tru había dado a Davis, Cassie y Veronica habían conectado genial. Pero ¿cómo iba a explicárselo a Cassie cuando ni siquiera había conocido todavía a la mujer?

Cassie volvió a fruncir el ceño.

"Maldita sea," musitó Harrison. Estaba acostumbrado a que Tru llegase en su rescate con consejos útiles en los días revividos, especialmente cuando hacía algo mal en su vida privada. Desafortunadamente parecía que esta vez las cosas no iban a ser tan bien como habían ido el día anterior. De acuerdo con Davis, él y Cassie habían pasado un gran día en la subasta. Esperaba que las cosas mejorasen cuando encontrasen a Veronica Carter.

No pasó mucho tiempo hasta que Harrison la encontró. Uno de los miembros de personal de la subasta se la señaló. Estaba de pie, observando objetos variados en la sección de cerámica. Cassie miraba algunos de los objetos de la muestra cuando Harrison se volvió a presentarse a la víctima de Tru.

"¿Señora Carter?" preguntó, preguntándose qué historia le habría contado el día anterior cuando la había conocido. Fuese cual fuese la razón, Tru no se lo había dicho a Davis, o Davis no se lo había dicho a él. ¿O quizá él no se lo había dicho a Tru en primera instancia? Esto se estaba volviendo confuso.

"Sí," respondió la mujer de pelo rojo con una agradable sonrisa. "¿Puedo ayudarle?"

"Sí," respondió Harrison con una sonrisa. "Me estaba preguntando si podría, erh, ayudarme con algunos, er…"

"¿Tratos?" sugirió la señora Carter con otra sonrisa.

"Sí," contestó Harrison, agarrándose a la sugerencia. Cualquier cosa para mantenerla hablando. Éste no era su medio en absoluto.

"Bueno, lo primero que hay que recordar," empezó la señora Carter, "es no quedar atrapados en una guerra de pujas con los demás. Los precios suben muy rápido si no se es cuidadoso. Tienen que conocer sus límites y ajustarse a ellos."

"¿Cómo las apuestas?" preguntó Harrison, encontrando al fin algo familiar.

"Algo así, sí," se rió la señora Carter.

"De modo que lo mejor es encontrar algo por lo que nadie más puje?" sugirió.

"Si puede," se mostró de acuerdo la señora Carter. "Yo compro para mi tienda y sólo pujo por los objetos por los que nadie más está interesado. ¿Ha estado en mi tienda?"

"No," Harrison agitó la cabeza como negativa.

"Oh," contestó la señora Carter. "Creí que quizá hubiese conseguido mi nombre allí."

"No," respondió Harrison, preguntándose cómo explicar que supiese su nombre. De alguna forma, 'usted murió y pidió ayuda a mi hermana' no sonaba muy creíble.

"Bueno, no importa," dijo la señora Carter con una sonrisa.

"Harrison, ¿qué opinas de esto?" interrumpió Cassie desde cerca de la siguiente muestra.

Harrison se disculpó un momento y se fue a junto de Cassie, que estaba señalando un jarrón horrible.

"No para mí," le aseguro rápidamente Cassie cuando le vio la expresión de la cara. "Tengo un cliente que está interesado en piezas de este periodo de tiempo. No puedo localizarlo por teléfono para saber si quiere que puje por él."

"¿Alguien compraría de verdad eso?" preguntó Harrison, poniendo otro gesto de extrañeza por la repulsiva pieza.

"Tiene muchos objetos similares," dijo Cassie mientras se mordisqueaba el labio. "No sé si pujar por él de todas formas y luego llevárselo con la esperanza de que le guste."

"¿Por cuánto está reservado?" preguntó la señora Carter desde detrás de ellos.

"Doscientos dólares," dijo Cassie.

"Eso es terriblemente barato," afirmó la señora Carter.

"¿Eso es barato?" exclamó Harrison.

"Por ese precio, incluso si no le gustase, ciertamente ganará algún beneficio si lo vende," resaltó la señora Carter.

"Estoy de acuerdo," asintió Cassie con la cabeza.

Varias horas más tarde, Cassie y Veronica Carter estaban comiendo en un café cercano. Justo como Tru le había informado, Cassie y Veronica estaban conectando con la velocidad de un incendio en una casa.

Harrison se recostó en su asiento y bebió su café mientras las dos mujeres charlaban sobre cualquier aspecto del diseño de interiores en el que él pudiese pensar y de muchos de los que nunca había oído hablar.

"Bueno, ha sido maravilloso," dijo Veronica con un suspiro cuando acabaron la comida. "Pero de verdad tengo que volver ahora al trabajo."

Cassie suspiró y asintió con la cabeza en señal de aprobación. "Yo debería intentar ponerme en contacto con el señor Winters de nuevo para ver si puedo llevarle el jarrón a su casa."

"¿El señor Winters?" preguntó Harrison. ¿No era ése el nombre de la víctima del segundo día? ¿Al que Davis estaba en esos mismos momentos echando un ojo?

"Mi cliente," explicó Cassie con un suspiro de exasperación. "¿Ni siquiera me escuchas?"

"Tengo que hacer una llamada," dijo Harrison mientras saltaba de su asiento y apuradamente marcaba el número de Davis. Asegurándose de que ni Cassie ni Veronica pudiesen oírle, esperó hasta que Davis cogió el teléfono.

"¿Davis?" preguntó.

"Sí," respondió Davis. "¿Eres Harrison?"

"Sí," contestó Harrison con otra mirada hacia donde Cassie se estaba despidiendo de Veronica. "¿Cuál es el nombre de la segunda víctima?"

"Daniel Winters," respondió Davis. "Estoy con él ahora mismo, en realidad."

"De modo que no puedes hablar," afirmó Harrison, resaltando lo obvio. "Pregúntales si está decorando su apartamento, ¿puedes?"

"¿Qué?" preguntó Davis confuso.

"Pregúntale si está decorando su apartamento," repitió Harrison.

"Vale," respondió Davis. El teléfono emitió sonidos ahogados mientras le formulaba a Daniel Winters la pregunta. Volvió a la claridad un momento después para confirmar que lo estaba haciendo.

"Es el cliente de Cassie," dijo Harrison.

"Espera un minuto, ¿puedes Harrison?" preguntó Davis antes de que el teléfono volviese a sonar ahogado.

"Vale, podemos hablar ahora," dijo Davis. "Dudo que sea una coincidencia."

"Déjate de bromas," respondió sarcásticamente Harrison. "¿Qué supone eso?"

"No lo sé," admitió Davis. "Ya ha pasado la hora para Veronica. La de Daniel está a punto de llegar. Le echaré un ojo hasta entonces."

"¿Me reuniré contigo y con Tru luego en el depósito, entonces?"

"De acuerdo," respondió Davis.

Harrison acabó la llamada y se volvió a la mesa. Cassie, sin embargo, estaba justo detrás de él y claramente había oído hasta la última palabra.

"Divertido lugar para reunirse," dijo. "El depósito, ¿se te está siquiera permitido entrar allí?"

"Claro," respondió Harrison encogiéndose de hombros. Ahora que lo pensaba, probablemente no debería estar en aquel lugar en absoluto, pero a Tru no parecía importarle y hoy era importante.

"¿Vas a decirme lo que realmente está pasando?" preguntó Cassie, con una dura mirada en los ojos que le dijo que no iba a dejar pasar ésta y que la discusión que había evitado esta mañana sólo estaba temporalmente suspendida.

"No puedo," dijo Harrison mientras metía en el bolsillo el teléfono y evitada la fría mirada de su novia.

"¿Entonces el acuerdo de 'no más mentiras' que tenemos no significa nada para ti?" preguntó Cassie con una voz engañosamente casual.

Harrison gruñó y se dio cuenta por primera vez de por qué Tru había pasado un rato tan duro contándole a Luc su secreto.

"No es tan fácil," argumentó Harrison.

"Sé que hay algo extraño acerca de tu hermana," continuó Cassie. "Siento no haberte creído al principio, pero te he dicho después de aquello que ahora lo hago. De modo que ¿por qué no me dices qué está pasando?"

"No es mi secreto para poder contarlo," se opuso Harrison.

"Cuando los secretos de tu hermana signifiquen que me estás mintiendo, no estoy de acuerdo con eso," espetó Cassie mientras se volvía bruscamente y se alejaba.

"Cassie, espera," la llamó Harrison.

Ella no se molestó en volverse y siguió caminando calle abajo.