Parte Seis – Asentándose
"¿Todavía no hay respuesta?" preguntó Davis cuando Tru frunció el ceño mirando el teléfono después de intentar ponerse en contacto con Harrison por tercera vez.
"Algo va mal," dijo mientras el teléfono sonaba continuamente antes de hacer un clic y dar paso al servicio de contestador. "Me suena el teléfono una vez, para, y ahora no contesta."
"Quizá te llamó por error," sugirió Davis.
"¿Entonces por qué no contesta ahora?" Tru sacudió la cabeza. "Algo va mal. Lo sé."
"No lo sabes," afirmó Davis. "Quizá simplemente no quiere que lo molesten ahora mismo. ¿Has intentado telefonear directamente a casa de Cassie?"
"No tengo el número," admitió Tru. Ella y Cassie nunca habían sido realmente amigas y las pocas veces que se habían visto sin estar Harrison presente habían sido las veces que la estaba espiando y la vez que había tirado un cuenco de sopa encima de la confiada chica. Se preguntaba si debería haber hecho algún esfuerzo más en llegar a ella y decidió que a partir de entonces lo haría. A Harrison parecía gustarle de verdad y lo último que quería era que él la acusase de desaprobar otra vez a sus novias.
"Bueno, esto está tranquilo si quieres ir a su casa y comprobarlo. Harrison lo ha hecho bien," sugirió Davis.
"¿Estás seguro?" preguntó Tru. No le gustaba dejar solo a Davis cuando podía llegar una nueva víctima en cualquier momento. Sintió que debía quedarse. Ya era lo suficientemente malo que su habilidad de revivir el día significase a menudo dejar a Davis que lo llevase todo solo cuando ella debería estar en el trabajo. Dejarle ahora realmente no parecía adecuado. Se preguntó qué proporción del querer quedarse estaba relacionado con el sentimiento de pavor que parecía haberse asentado en ella.
"Te llamaré si te necesito aquí," insistió Davis mientras descolgaba la chaqueta de Tru y se la pasaba. "Ni siquiera estás en tu turno, de todos modos."
"De acuerdo," aceptó Tru, yendo hacia la puerta. "Sólo pasaré por casa de Cassie y comprobaré que nada vaya mal."
"Estoy seguro de que todo va bien," volvió a asegurarle Davis. Tru asintió con un movimiento de cabeza, incapaz de sacudirse la sensación de que algo iba definitivamente mal.
Tru subía las escaleras a toda prisa hasta el apartamento de Cassie un poco después. La puerta estaba entornada, aunque no totalmente cerrada. Llamó y esperó. No había ningún ruido dentro. Llamó más fuerte y la puerta se abrió ligeramente. Siempre le decía a Harrison que recordase cerrar bien las puertas, y parecía que su novia tenía el mismo mal hábito que él.
Tru entró en la habitación y miró a su alrededor. Parecía estar desierta.
"¿Cassie?" llamó mientras cerraba la puerta tras de sí.
"¿Harrison?" lo intentó otra vez. Todavía no hubo ninguna respuesta.
Tru miró hacia la puerta del dormitorio, que estaba abierta. La habitación estaba vacía y Tru respiró con un suspiro de alivio por que su llegada no hubiese sido totalmente mala.
No estaba segura de qué fue lo que llamó su atención al interior de la habitación. Quizá fue un pequeño ruido o la ligera línea de luz que se veía dentro. Fuese lo que fuese, Tru se encontró caminando hacia el dormitorio y volviéndose hacia la potente luz del baño.
Vio inmediatamente a Harrison y se quedó congelada.
Se sintió una intrusa mientras miraba a su hermano silenciosamente susurrando a su novia que, podía verlo, nunca escucharía lo que él estaba diciendo. Quería dar un paso adelante y decirle que todo iría bien. Quería que el día rebobinase tan rápido como fuese posible y borrase la mirada de terror de sus ojos. Quería volver a asegurarle que mañana sería diferente, pero no pudo moverse del lugar en el que estaba.
Están destinados a morir, recordó a Jack diciéndoselo en incontables ocasiones. Con la ayuda de Harrison, había salvado a Cassie una vez antes, y sólo unas pocas semanas más tarde, estaba muerta, otra vez. Sabía que Jack diría que tenía que pasar así, que no puedes engañar al destino siempre. Pero ella no podía aceptarlo, no más de lo que no podía ignorar su llamada por completo.
"¿Harrison?" finalmente Tru habló. Su voz rompió el silencio y sonó extraña a sus propios oídos.
"¿Tru?" Harrison levantó la mirada, sorprendido. Sus ojos estaban enrojecidos y llenos de tristeza, horror y algo más que Tru no pudo reconocer del todo. Era una mirada que no podía recordar haber visto jamás en la cara de su juerguista hermano antes. Era una mirada que nunca quería ver en su cara de nuevo.
Supo instintivamente que el día iba a rebobinar otra vez. Se sintió agradecida de que cuando sucediese Harrison no recordaría nada sobre esta versión del día. Sólo deseó poder olvidar la mirada de su cara con tanta facilidad.
"¿Qué ha ocurrido?" preguntó Tru, caminando hacia delante y sentándose al lado de su hermano, que no se había movido de su hueco en el suelo.
"No lo sé," respondió mientras acariciaba el pelo de Cassie, que había caído sobre sus ojos. "Estaba… así… cuando llegué."
"¿Por qué no me llamaste, Harry?" preguntó Tru.
"No lo sé," susurró Harrison, sacudiendo la cabeza.
"¿Viste a alguien cuando entraste aquí?" preguntó Tru, ansiosa por descubrir tanto como pudiese y alcanzar el punto de repetición del día.
"No," respondió Harrison. "Estaba aquí cuando yo llegué. Ni siquiera tuve la oportunidad de decirle que lo siento."
"Estoy seguro de que lo sabe," le aseguró Tru mientras lo cogía de un abrazo.
"Tienes que evitar que esto ocurra otra vez," afirmó Harrison, subiendo el tono de voz.
"Lo haremos," insistió Tru.
"No nosotros, tú," aclaró Harrison.
"No puedo hacerlo esta vez por mí misma, Harrison, lo sabes."
"Tendrás que hacerlo. Tienes a Davis. Te ayudará otra vez. Simplemente déjame fuera de esto."
"No quieres decir eso."
"¡Sí quiero!" siseó Harrison, con la voz silenciosamente determinada. "Esto es culpa mía, así que déjame fuera de la repetición de mañana de modo que no pueda volver a meter la pata."
"No es culpa tuya," discutió Tru, horrorizada por que Harrison hubiese llegado a aquella conclusión.
"El día sigue repitiéndose y toda mi ayuda es una nueva víctima, y esta vez es Cassie. En serio, deberías pensar en buscar a alguien más que te ayude la próxima vez."
"No es culpa tuya," discutió de nuevo Tru. "No es culpa de nadie. Simplemente tenemos que descubrir qué está pasando y evitar que nadie muera."
"Tú tienes que hacerlo," señaló Harrison mientras cogía a Cassie en brazos y la llevaba hacia el dormitorio. Tru lo seguía y observó como la dejaba cuidadosamente sobre la cama.
"¿Harrison?" preguntó Tru mientras miraba cuidadosamente los ojos de Cassie.
"Estaré por ahí," dijo Harrison calmadamente mientras se alejaba de la cama y se dirigía a la puerta.
"Espera un minuto," dijo Tru.
"¿Para qué?" Harrison lo preguntó con un tenebroso tono de voz. "Sólo quiero que este día se acabe. Sabes que no se repetirá conmigo aquí. Si fuese así ya habría pasado."
"Quiero mirar bien primero," explicó Tru. "Ver si puedo descubrir qué ha pasado antes de que el día vuelva a empezar. Quédate con Cassie mientras yo echo un ojo por si pide ayuda antes de que yo haya acabado."
"Está bien," asintió Harrison con la cabeza, sentándose en el extremo de la cama.
Tru se volvió hacia el cuarto de baño y atravesó el umbral otra vez. Vio el jarrón casi inmediatamente. Descansaba sobre el mostrador al lado de la pileta. Había ropa húmeda en el suelo, pero fuera de aquello, no había nada fuera de lugar en el baño.
"¿Es éste el jarrón de la subasta?" preguntó Tru a Harrison desde la otra habitación.
"¿Una cosa fea y de color entre beige y marrón?" preguntó Harrison.
"Sí."
"Entonces sí, eso es lo que consiguió en la subasta. ¿Qué le pasa?"
"Es la única conexión que tenemos."
"¿Entonces ese jarrón está matando de alguna forma a la gente?" preguntó Harrison, sonando claramente escéptico y ligeramente impaciente.
"Podría ser."
"¿No crees que eso suena un poco extraño?"
"Más extraño que yo escuchando a gente muerta pidiéndome ayuda y reviviendo días?" señaló Tru.
Tru cogió el jarrón para estudiar su base. No había marcas que indicasen su origen o fabricante. Era pesado para su tamaño. El jarrón mismo estaba cubierto de marcas que parecían vagamente símbolos egipcios, pero Tru no sabía lo suficiente acerca de textos antiguos para conocer la diferencia entre los variados símbolos, y ciertamente no sabía cómo leer la inscripción que rodeaba el jarrón.
"¿No crees que esa teoría es un poco extraña incluso para ti?" resaltó Harrison con sólo un trazo de su viejo humor regresando a él.
"Creo que la próxima vez voy a necesitar conseguir este jarrón y llevarlo al depósito tan rápido como sea posible. ¿Crees que podrías conseguirlo otra vez con una descripción que yo te haga?"
"Te dije que me dejases fuera mañana," insistió Harrison con una fija mirada a Tru mientras ella volvía a la habitación con el jarrón en las manos.
"Bien," respondió Tru calmadamente, sabiendo que Harrison olvidaría toda la conversación de todas formas. Se sintió ligeramente incómoda con mentirle pero si salvar la vida de su novia no era una razón suficientemente buena, entonces no sabía cuál podía serlo.
Sabía que podía conseguir que Davis fuese a la casa de subastas en lugar de Harrison, pero de alguna forma sentía que si lo hacía, estaría engañando a su hermano, ahorrándole la oportunidad de demostrar que podía ayudar. Tuvo la impresión de que en ocasiones Harrison se había sentido decepcionado de que Tru siempre pidiese ayuda a Davis antes que a él para ayudarla. Incluso esta vez había llamado primero a Davis y sólo recurrió a buscar la ayuda de Harrison cuando no fue capaz de contactar con Davis.
Ella sabía que Harrison siempre tomaba la opción más fácil en la vida, pero recientemente había visto una diferencia en él. Desde que había roto con Lindsay, parecía estar asentándose. No había buscado un trabajo todavía, pero ayudarla en los días repetidos era un principio a encontrar un propósito en la vida.
Tru supo instintivamente que si hacía lo que él le había pedido y lo dejaba fuera de sus planes y sólo recurría a Davis, él enseguida volvería a su viejo e irresponsable yo. Aún peor, a no ser que le hablase del destino de Cassie hoy, nunca sabría por qué estaba siendo dejado fuera de todo. Simplemente pensaría que lo estaban ignorando porque la dejaría colgada o la decepcionaría.
No era que él estuviese decepcionado, Tru sintió que era vergüenza por estar malgastando su vida, porque cuando se esforzaba podía hacer cualquier cosa que se pasase por su mente. A veces sólo necesitaba un pequeño empujón en la dirección adecuada y le gustase o no, cuando el día volviese atrás, iba a recibir un enorme empujón en la dirección correcta.
"Conseguiré que Davis se encargue," mintió Tru, con las ideas aclaradas. "¿Cuánto marcaba?"
"Doscientos dólares," respondió Harrison. "Aparentemente es una ganga."
"Es más bien horrible, ¿no?" sonrió Tru.
"Incluso sin la potencialmente letales propiedades," respondió él. "Ahora, ¿podemos simplemente dar por finalizado este día?"
Tru posó el jarrón en la mesilla de noche y afirmó con un movimiento de cabeza.
Harrison se levantó y rodeó a Tru con sus brazos, acercándola a él. "Tienes que salvarla," susurró, su voz rompiéndose de nuevo. Tru afirmó con la cabeza y lo abrazó a él también, y luego lo miró mientras dejaba la habitación. Él se dio la vuelta para mirar la cama una última vez cuando llegó a la puerta. No necesitaba decir nada más.
Tru miró a Cassie donde yacía, paciente y en silencio. Miró hacia la puerta, con un sentimiento de pavor empezando a surgir. La última vez que se había sentido de aquella forma, fue cuando había esperado que Harrison le pidiese ayuda. Se había tomado tanto tiempo para pedírselo que ella había pensado por un momento que lo había perdido para siempre.
"Pídemelo, Cassie," susurró Tru con una nerviosa mirada hacia la puerta. No podía salir de allí y decirle a Harrison que el día no iba a repetirse. Simplemente no podía. "Tienes que pedírmelo. Me lo has pedido antes. Tienes que pedírmelo otra vez."
Pero aún así no hubo ningún movimiento de la inerte Cassie.
"Por favor, Cassie," susurró Tru. "Tienes que darme la oportunidad de salvarte. Tienes que darle a Harrison la oportunidad de arreglar las cosas contigo. Por favor."
Finalmente, el aire pareció estancarse y por un momento no hubo nada ni nadie en el mundo excepto Cassie mientras volvía su cabeza hacia Tru.
"Ayúdame," pidió mientras el día de Tru formaba una espiral hacia atrás y el regreso anunciaba otra oportunidad de poner las cosas en orden.
