Parte Ocho – Secretos y Verdades

"Buenos días," saludó Harrison a Cassie con una insegura sonrisa cuando ella abrió la puerta.

"¿Teníamos planes para hoy?" respondió mientras se hacía a un lado para dejarle pasar.

"No exactamente," contestó Harrison, preguntándose cómo explicar que sabía que iba a pasar el día con él porque ya lo habían hecho.

"¿Estás bien?" preguntó Cassie con un preocupado tono de voz mientras atravesaban la cocina y se servían un café. Harrison aceptó la taza con gratitud y tomó un trago del líquido caliente mientras se volvía a preguntar qué decir.

Cassie sorbió su propio café sin decir una sola palabra. Harrison finalmente acabó su taza y se volvió para servirse otra. Estaba llegando a la encimera cuando Cassie le apartó la taza y la puso fuera de su alcance.

"Te estás andando con rodeos," dijo con franqueza.

"Bueno, es que…" Harrison empezó antes de que su voz se disipase en un silenciado farfulleo que a duras penas él mismo podía oír y supo que Cassie no sería capaz de entender. Esto era mucho más duro de lo que pensaba que sería.

Tru había insistido en que le contase la verdad, pero no podía simplemente obligarse a hacerlo.

No era que no confiase en Cassie respecto a su secreto. Sabía que podía guardar un secreto. Ciertamente había mantenido su farsa de "hacer que salían" en secreto, incluso por la cara de Tru al tirárle la sopa por encima cuando había creído que la había cogido mintiendo.

Todavía no sabía por qué no le había contado a Cassie toda la verdad la noche después de que el aviso de Tru de que corría peligro se hiciese cierto. Una parte de él se preguntaba si era porque la mirada en su cara cuando los había echado, a él y a su hermana, de su apartamento todavía estaba fresca en su mente. Pero aquello había sido hacía unas semanas y aunque sabía que Cassie estaba esperando que él saliese con la explicación de la advertencia de Tru, se las había ingeniado para hábilmente evitar todo el asunto. Al menos lo había conseguido hasta ahora.

Al levantar la mirada vio que mientras él había estado reflexionando acerca de si contarle a Cassie lo que estaba pasando, ella había, entretanto, sacado sus propias conclusiones. Una mirada de resignada tristeza ocupaba su cara cuando alejó la mirada de sus ojos y se ocupó en el fregadero.

"Hay un par de tus CDs sobre el equipo musical," dijo Cassie con un forzado aire casual. "No creo que haya nada más tuyo aquí, pero te lo diré si encuentro algo."

"¿Qué?" preguntó Harrison. "¿Crees que he venido aquí a romper contigo?"

"¿No es así?" preguntó Cassie, su voz traicionando el hecho de que claramente había pensado justo eso.

"Dios, no," explicó Harrison mientras rodeaba el mostrador y cogía a Cassie entre sus brazos. "¿Qué te hizo pensar eso?"

"Que tontería, ¿eh?" musitó Cassie contra su pecho. "Pensé que quizá te estabas aburriendo ahora que no tenías que fingir que salías conmigo."

"¿Aburriendo?" preguntó Harrison con una risa mientras la sentaba en el sillón. "Nunca."

"Entonces, si no has venido aquí para eso, ¿por qué estás aquí y qué es eso que pareces no poder contarme?" preguntó Cassie mientras se mordía el labio por los nervios.

Harrison se recostó en el sillón y cerró los ojos. Todavía no estaba más cerca de contarle la verdad de lo que había estado antes.

"¿Y bien?" lo presionó ella, mientras él permanecía en silencio.

"Dios, esto es difícil," musitó Harrison mientras se incorporaba y dejaba caer la cabeza entre las manos.

"¿Es difícil hablar conmigo?" preguntó Cassie en voz baja.

"Acerca de esto, es difícil hablar con cualquiera," la consoló Harrison. "El problema es que no creerás lo que te contaría y no sé cómo decirte esto sin que pienses que estoy completamente loco y…"

"¿Te ayudaría que te dijese que ya creo que estás loco?" preguntó Cassie con una inquietante sonrisa que llevó otra a la preocupada cara de Harrison.

"La verdad es que no," dijo Harrison sonriendo. "Lo que se supone que te tengo que contar simplemente te lo confirmaría."

"¿Es tan malo?"

"No es tan malo como inusual y extraño."

"¿Inusual?" preguntó Cassie, y Harrison percibió como si algo pareciese registrarse en sus ojos. "Es lo que dijiste acerca de que tu hermana supiese esas cosas. Dijiste que sabe cosas inusuales."

Harrison volvió su mente a aquel día y se dio cuenta de que tenía razón. Era exactamente lo que había dicho también aquel día. Automáticamente miró hacia la puerta y recordó otra vez la mirada en la cara de Cassie cuando le había llamado desequilibrado y lo había echado.

"Esto tiene algo que ver con tu hermana, ¿no?" preguntó Cassie en voz baja.

Harrison asintió con la cabeza como respuesta.

"¿Ha tenido algún tipo de premonición acerca de mí otra vez? ¿Es eso?"

"No, no es exactamente eso," dijo Harrison antes de recordar súbitamente la voz de Tru cuando le había dado el extraño consejo de contarle a Cassie la verdad. Ahora que pensaba en ello, no había sonado del todo como ella misma. Había dicho que era un día repetido varias veces y que el jarrón era la única conexión entre las víctimas. El cliente de Cassie era una de las víctimas y Cassie había comprado el jarrón para él.

No podía ser, se dijo a sí mismo. Tru se lo habría dicho. No le habría ocultado algo como aquello. ¿O lo habría hecho? No le había dicho quién o quiénes eran las demás víctimas. ¿Se lo habría ocultado deliberadamente si una de las víctimas fuese Cassie?

"¿Qué pasa?" oyó preguntar a Cassie aunque su voz parecía venir de una gran distancia.

"Tengo que irme," soltó Harrison mientras saltaba del sillón. Una sensación de incomodidad había caído sobre él al darse cuenta de que Tru podría haberle mentido. Asumiendo que lo había hecho, él sabía el por qué. Lo había hecho por la misma razón por la que había hecho todo lo demás hasta donde él era consciente. Lo había hecho para ayudarle y protegerle. Una parte de él podía comprenderlo, pero otra parte estaba furiosa porque en su esfuerzo por protegerle había puesto felizmente en peligro la vida de su novia.

"¿Harrison?" le llamó Cassie desde detrás cuando él salió disparado hacia la puerta.

"Te llamaré después," gritó en respuesta mientras ella se quedaba de pie en la puerta del apartamento cuando él corrió escaleras abajo y se dirigió solo a la casa de subastas.

Entró en la casa de subastas y buscó el jarrón del que Tru le había hablado. Después de media hora, se sintió tentado a llamar a Cassie y sacarla de casa para que fuese y le ayudase, pero la idea de que acabase en el depósito le impidió coger el teléfono.

Finalmente encontró el jarrón que estaba seguro que era el adecuado. Era tan feo como Tru había dicho, y era uno de los únicos dos jarrones marcados con doscientos dólares. El otro estaba pintado de verde y blanco y no era claramente el que estaba buscando.

Su alegría por encontrar el jarrón duró poco, sin embargo, cuando se dio cuenta de que no tenía ni idea de cómo iba a pagar por él. Podría ser una ganga a doscientos dólares, pero no tenía ni siquiera la mitad para pagarlo.

Sacando el teléfono buscó el número de Cassie, pero dudó en marcarlo. La única opción adicional era llamar al depósito y esperar que Davis estuviese allí.

Harrison se quedó de pie al lado de la exposición de jarrones mientras reflexionaba sobre a quién debería telefonear. Se echó a un lado de uno de los subastantantes para dejarle pasar y mirar cómo cogían el jarrón y se lo llevaban a la puja. El tiempo se acababa si tenía que conseguir el jarrón para Tru.

"Oh, diablos," musitó Harrison mientras marcaba y escuchaba los tonos, esperando a que contestasen al teléfono.