Parte Nueve – Relaciones terminales

Davis contestó al teléfono con el segundo tono.

"Davis, necesito doscientos dólares," pidió Harrison a toda prisa.

"Tru me dijo que nunca te dejase dinero," dijo Davis con una carcajada.

"Es para el jarrón," dijo Harrison, esperando que su hermana hubiese hablado a Davis de todos los detalles.

"¿No comprobó Tru que tuvieses el dinero antes de mandarte a comprarlo?"

"No, probablemente pensó que Cassie pagaría por él antes," respondió Harrison con un suspiro. Quizá no había sido una buena idea dejar a Cassie fuera de esto. No tenía seguro que fuese una de las víctimas. Quizá se había equivocado. No, razonó, era mejor asegurarse y dejarla fuera. "¿Tienes el dinero?"

"Sí, pero me llevará un rato llegar ahí."

"Está entrando ahora en la sala." Harrison levantó la mirada para ver el jarrón siendo levantado lo suficiente para que todo el mundo de la sala pudiese verlo.

"¿Puedes pagar más tarde?" preguntó Davis.

"No lo sé," respondió Harrison. "Nunca he estado en una de estas cosas antes."

"Vale," se detuvo Davis, considerando sus opciones. "Deja que alguien más lo compre y luego veamos si puedes comprárselo en privado después."

"Sin problema," Harrison contestó y dio la llamada por acabada. Si había una cosa que sabía que podía hacer era hablar casi con cualquiera de casi cualquier cosa.

Cinco minutos más tarde dejó la casa de subastas con la puja ganadora, la única puja, Veronica Carter, pues abandonaba el edificio con su nueva adquisición.

"¿Quiere el jarrón que acabo de comprar?" preguntó Veronica sorprendida. "¿Por qué simplemente no pujó dentro?"

"Estaba esperando a alguien," explicó Harrison. O esperando por un milagro que él ideó.

"Bueno, yo estaba pensando en ponerle precio y venderlo en mi tienda, de todos modos. Si realmente lo quiere, no veo por qué no. Será el intercambio más rápido de una compra de subasta que jamás haya hecho."

"Genial," Harrison respiró con un suspiro de alivio. "Sólo necesito ir a buscar el dinero. ¿Esperará por mí?"

"Claro," Veronica metió la mano en el bolso y sacó una tarjeta de visita. "Ésta es mi tienda," explicó mientras se la entregaba.

Harrison cogió la tarjeta, asintió con la cabeza y luego atravesó la ciudad a toda velocidad camino del depósito.

Era casi la hora de la comida cuando entró en la tienda de Veronica armado con 300 dólares del dinero de Davis. Se había olvidado de preguntar por cuánto le iba a vender el jarrón, pero por fortuna Davis había pensado en darle lo que, esperaba, era más que suficiente. También tenía instrucciones para conseguir una factura. Era un mal día cuando incluso el jefe de su hermana no confiaba en él.

"¿Puedo ayudarle?" el joven detrás del mostrador preguntó cuando Harrison se acercó. Parecía mortalmente aburrido con su trabajo y mucho menos interesado en ayudar a los clientes.

"¿Está Veronica?" preguntó Harrison mientras miraba al interior de la rancia tienda.

El joven asintió y emitió un grito que hubiese herido cualquier oído. "¡Tía Ronnie, alguien quiere verte!"

Un momento más tarde, Veronica entraba en la tienda por la puerta de detrás del mostrador. "Ah, el joven que quiere comprar el jarrón," lo saludó con una sonrisa. "Iré ahora mismo a buscárselo."

Volvió con el jarrón un minuto más tarde y Harrison miró cómo lo re-envolvía y lo metía en una caja. Realmente era lo más feo que había visto jamás. Después de pagar por su compra, salió a toda prisa de la tienda y se dirigió al depósito. Esperaba que Davis estuviese teniendo éxito y encontrando páginas de traducciones para las inscripciones del jarrón.

"¡Lo tengo!" gritó Harrison mientras entraba en el depósito.

"Por aquí," dijo Davis desde la oficina.

Harrison atravesó la puerta mientras luchaba por sacar el jarrón de la caja. "Espero que puedas traducir esto antes de que alguien muera."

"¿Muera?" preguntó una voz familiar.

Harrison levantó la visión de su lucha con horror. "Cassie, ¿qué estás haciendo aquí?" espetó.

"Vine a ver qué demonios te había pasado esta mañana," respondió en un cortante tono. "Pareces pasar mucho por aquí, de modo que paré y cuando Davis me dijo que estabas a punto de llegar, pensé que debería esperar. Ahora me preguntó por qué me molesté."

Harrison se quedó de pie en silencio en la puerta mientras Cassie se levantaba, cogía su bolso y empezaba a caminar hacia él.

"No, espera," empezó Harrison, poniendo el jarrón en el escritorio. Distraído como estaba, no se dio cuenta de Davis intentando coger el jarrón y volviéndose a su ordenador. Sospechó que no sólo estaba impaciente por empezar con la traducción sino que también estaba teniendo el tacto de dejarles algo de espacio.

Señalando hacia la puerta con la cabeza, llevó a Cassie a la zona principal del depósito y cerró la puerta tras ellos.

"Lo siento," empezó otra vez. "Sólo estaba sorprendido de verte aquí, eso es todo."

"Pero obviamente no era una sorpresa agradable," respondió Cassie, con la paciencia claramente agotándose. "Obviamente estás realmente ocupado, con tu agitado plan de compra. Simplemente te lo dejaré para ti, ¿vale?"

"No es que no te quiera aquí," respondió Harrison. En realidad era exactamente lo que se estaba preguntando en silencio. Sólo que no por la razón que ella creía.

"¿Entonces te alegras de que te haya venido a buscar aquí?" preguntó Cassie escépticamente.

"Bueno…" farfulló Harrison. Lo último que quería era que ella estuviese en peligro. Pero protegerla sin herir sus sentimientos no iba a ser fácil.

"Eso es lo que yo creía," Cassie suspiró y caminó hacia la puerta. Harrison se dio cuenta de que había dudado demasiado tiempo.

"Maldita sea," musitó. "Cassie, vuelve, te lo explicaré."

Ella se detuvo en la puerta, con la mano ya levantada para empujarla y abrirla.

"Por favor," añadió él cuando ella no se volvió para mirarle a la cara.

Habían pasado sólo unos pocos segundos, aunque pareceron mucho más tiempo, antes de que Cassie finalmente bajó la mano y se dio la vuelta de nuevo.

"Ven por aquí," dijo mientras volvían a la oficina donde Davis estaba atentamente examinando el jarrón y haciendo ruidos que sonaban muy positivos a la vez que comparaba las marcas del jarrón con símbolos similares en la pantalla del ordenador.

Se sentó al lado de Davis. Cassie se sentó en el lado opuesto de la habitación, cerca de la puerta.

Lo miraba expectante.

Él miró a Davis en busca de ayuda, pero no llegaba nada. En este punto nada estaría resuelto para cuando Tru volviese. Se preguntaba cuánto tiempo pasaría hasta que volviese.

"¿Sabes algo de Tru ya?" preguntó a Davis, sabiendo que estaba dejando pasar el tiempo aunque era incapaz de detenerlo por sí mismo.

"Aún no," confirmó Davis. "Pero aún no se espera que aterrice hasta dentro de unas horas."

"¿Vas a contarme de que va todo esto?" preguntó Cassie. Harrison la miró a la cara y supo que no había ninguna forma de que pudiese dar más rodeos hasta que Tru volviese y le ayudase. Generalmente encontraba que podía salir de cualquier cosa hablando, pero a pesar de no conocerlo de mucho tiempo, Cassie lo conocía lo suficientemente bien para anticiparse bastante a todos sus trucos.

"Se trata de Tru," empezó. Era un principio tan bueno como cualquier otro.

"Ya había llegado a eso," dijo Cassie. "¿Qué le pasa?"

"Es complicado," Harrison miró hacia Davis otra vez y vio que su atención se había alejado de las inscripciones y lo estaba mirando con el ceño fruncido. Sabía que le estaba intentando avisar silenciosamente de no contar demasiado. Se dio cuenta de que Davis no sabía que Tru le había dicho que le hablase a Cassie de sus habilidades. Las siguientes palabras de Davis lo confirmaron.

"Harrison, ¿no crees que quizá debería ser Tru quien se lo contase a la gente?"

"Me dijo que se lo contase," respondió Harrison volviéndose a Cassie, que estaba observando con avidez el intercambio de palabras entre ambos.

"¿Estás seguro?" preguntó Davis.

"No," musitó Harrison. "Estoy a punto de perder a mi novia a causa del secreto de Tru, de modo que no, estoy tan poco seguro como te puedes imaginar."

"¿Estás tan seguro de que te voy a dejar?" preguntó Cassie con el ceño fruncido.

"Sí… no… no lo sé," admitió Harrison finalmente. "Soy un jugador, asumo riesgos, pero no sé si quiero asumir éste ahora mismo."

"Te prometo escucharte," ofreció Cassie. "Sólo dime qué está pasando."

"Tru revive días para salvar las vidas de la gente," dijo Davis bruscamente. Harrison se volvió a él sorprendido. "Bueno, estaremos aquí toda la semana si tenemos que esperar a que te decidas a decírselo," señaló encogiéndose de hombros.

"¿Revive días?" preguntó Cassie.

"Sí," asintió Harrison con la cabeza. "La gente le pide ayuda y ella revive el día y les ayuda."

"¿Estás hablando en serio?"

"Sí."

"¿Y cómo funciona?" preguntó Cassie, incorporándose en su asiento. Harrison respiró con un suspiro de alivio por que no se hubiese marchado por la puerta y realmente pareciese genuinamente interesada en lo que le habían dicho.

"Tengo una teoría acerca de todo…" Davis empezó antes de que Harrison lo cortase.

"Davis, la inscripción," le recordó. Davis asintió con la cabeza y siguió examinando el jarrón.

"No sabemos cómo funciona," admitió Harrison. "Ni siquiera Tru lo sabe. Simplemente sucede, y ha sido así durante hace alrededor de un año. Un cadáver le pide ayuda y el día se rebobina y ella lo salva." Se detuvo ahí. Al menos intentaba salvarlo. Con Jack molestando sus esfuerzos, no todo día suponía un éxito.

"Yo me morí, ¿no?" susurró Cassie. "¿Aquella noche en el río?"

Harrison sacudió la cabeza afirmativamente.

"Siento haberte echado aquel día," pidió con una débil sonrisa. "Yo sólo…"

"Lo sé," la interrumpió Harrison. "Simplemente sonamos demasiado locos."

"Sí," afirmó Cassie con una amplia sonrisa. "Supongo que puedo ver por qué tenías problemas para contármelo."

"No puedo creer que nos creas," sonrió Harrison.

"No estoy completamente segura de que lo haga," admitió Cassie. "Pero estoy deseando, al menos, escuchar esta vez. ¿Trato hecho?"

"Trato hecho."

"Entonces, ¿quién es la víctima hoy? No soy yo otra vez, ¿no?" Sonrió y se levantó para ver qué estaba haciendo Davis.

"Tu cliente Winters es una de las víctimas," dijo Harrison. Se detuvo y frunció el ceño. Todavía había algo que le intrigaba de la voz de Tru aquella mañana. Estaba casi seguro de que Cassie era una de las otras víctimas, pero no podía obligarse a decírselo, especialmente sin saberlo seguro.

Cassie asintió con la cabeza y señaló algo en la pantalla del ordenador. "Ese símbolo las piernas ahí. Está aquí en el jarrón."

Davis miró el jarrón y rápidamente encontró el símbolo que concordaba. Las otras marcas cercanas también se correspondían con las de la pantalla.

"¿Y qué significa?" preguntó Harrison mientras él también se inclinaba para conseguir una vista más cercana.

"La muerte," respondió severamente Davis.

"Genial," murmuró Harrison. "¿Por qué no me sorprende que este jarrón, de acuerdo con Tru la única conexión entre las víctimas, tenga la muerte escrita en él?"

"Supongo que será mejor que sigamos trabajando en el resto," dijo Davis. "Al menos ahora sé a qué lenguaje estoy mirando."

Durante las siguientes pocas horas, los tres se turnaron en echar un vistazo a los símbolos similares del ordenador y compararlos con los del jarrón. Tru llamó a Davis para decir que estaba de vuelta en el país y que se tomasen un descanso para comer, pero fuera de eso no se detuvieron.

Todavía no estaban más próximos a descubrir toda la traducción cuando Tru finalmente atravesó la puerta, todavía llevando la maleta.

"¿Cómo va la traducción?" preguntó mientras dejaba en el suelo la maleta, le dio un rápido abrazo a Harrison y se inclinó sobre el escritorio para ver las notas que habían estado garabateando en un papel toda la tarde.

"Estamos bastante seguros de que el jarrón es lo que está matando a la gente," dijo Davis. "La inscripción parece ser algo sobre la muerte y una maldición."

"¿Crees que estás lista para el trabajo de detener una maldición?" preguntó Harrison.

"Estoy segura de que lo haremos," respondió Tru con una mirada de curiosidad a Cassie. Enarcó una ceja a Harrison y él asintió en respuesta. "Genial, no más secretos por los que preocuparse hoy."

"¿Estás segura de eso?" preguntó Harrison en un tono que sonó duro incluso para él mismo.

"¿Qué quieres decir?" preguntó Tru, con la voz lejos de sonar casual.

"Creo que sabes lo que quiero decir," respondió Harrison mientras la cogía del brazo y la llevaba fuera a otra habitación. Cerró la puerta a Davis y a Cassie y caminó con su hermana hasta el extremo más alejado de la habitación antes de volver a mirarla. "¿Murió ayer?" preguntó furioso. No necesitaba aclarar quién. La mirada de Tru a través de la ventana a Cassie fue suficiente para contester a su pregunta.

"Me mentiste," la acusó.

"No mentí," argumentó Tru. "Simplemente no te lo dije."

"Es lo mismo," gritó Harrison. "¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Cómo pudiste no contarme que mi novia iba a morir? Incluso peor, ¿cómo puedes justificar el decirme que hiciésemos lo mismo que hicimos ayer y ponerla en peligro otra vez?"

Miró a Tru y esperó su respuesta. Confiaba en él para que le contase a su novia su mayor secreto pero no confiaba en él lo suficiente para contarle todos los hechos. Se preguntó cuántas veces más le había mentido y ocultado cosas. Incluso peor, se preguntó si podría volver a confiar completamente en ella.