Hola antes que nada quiero decir que esta historia no es mia si no de la gran autora Lynne Graham que al leer se me vino a la mente como protagonistas a mis personajes favoritos de Inayusa que tampoco son de mi autoria T-T asi que esto es una adaptacion.

Espero que disfruten de la lectura! Y porden por la equivocacion este es el Primer capi

Cuando la limusina paró frente al edificio, los ejecutivos que esperaban en el vestíbulo se quedaron en silencio. El nuevo propietario de la empresa Sistemas Devlin, el multimillonario griego Leos Kiriakos, había llegado. Su reputación de hombre sin piedad lo precedía y la tensión podía mascarse en el ambiente. Todo el mundo esperaba un montón de despidos para antes de fin de mes.

Capítulo 1

Día 1: Lunes

Cuando la limusina paró frente al edificio, los ejecutivos que esperaban en el vestíbulo se quedaron en silencio. El nuevo propietario de la empresa Sistemas Shikon, el multimillonario japones Sesshomaru Taisho, había llegado. Su reputación de hombre sin piedad lo precedía y la tensión podía mascarse en el ambiente. Todo el mundo esperaba un montón de despidos para antes de fin de mes.
Rin Iroshi, la esbelta y pelinegra recepcionista, estaba pálida como una muerta, sus ojos clavados en las puertas de entrada a punto de abrirse. Unos segundos más tarde iba a verlo por primera vez en catorce largos e interminables meses...

Su compañera, Ayame, una pelirroja charlatana, le susurró:

-Seguro que no es tan guapo como en las fotografías.

Rin respiró profundamente, clavándose las uñas en las palmas de las manos. Desde que Sesshomaru Taisho había añadido la empresa Sistemas Shikon a su imperio internacional, nadie parecía interesado en hablar de otra cosa.
No quería que Sesshomaru la viera, pero eso iba a ser imposible porque tenía la desgracia de trabajar en el mostrador de recepción. Y por eso estaba tan nerviosa.

-De hecho, seguro que de barbilla para abajo Sesshomaru Taisho es gordo y bajito y tan sexy como un paquete de detergente -siguió Ayame, burlona.

En inmediata contradicción de ese augurio, un hombre que debía medir casi un metro noventa entró en el edificio. Con sus anchos hombros, caderas estrechas y largas y poderosas piernas, poseía el físico de un atleta. Desde la cabeza rubia y orgullosa hasta las suelas de sus zapatos italianos era, para cualquier mujer con ojos en la cara, un hombre espectacular.

-Debo de estar soñando... -murmuró Ayame mientras los ejecutivos rodeaban a Sesshomaru Taisho, desesperados por causarle buena impresión-. ¡Guapo de morirse y encima, forrado!

-Sí -murmuró Rin, nerviosa, incapaz de apartar los ojos de aquellos rasgos hermosos y bronceados que tan bien conocía. Se sentía mareada y el deseo que había vuelto a despertarse en ella al ver al hombre la hacía avergonzarse de sí misma. Porque el agridulce recuerdo de la última noche que había pasado en los brazos de Sesshomaru Taisho se había convertido en un secreto del que se sentía culpable.

Mientras Sesshomaru se dedicaba a saludar a los miembros del consejo de administración, Rin aprovechó para salir discretamente del mostrador y dirigirse al almacén, pensando quedarse allí hasta que no hubiera moros en la costa.

¿Rin...?

Rin se quedó inmóvil. La rica y profunda voz masculina que había pronunciado su nombre por sorpresa casi había conseguido que se le parase el corazón. Lentamente, Susie se dio la vuelta. Los hombres que rodeaban a Sesshomaru se habían apartado como el Mar Rojo.
Con el corazón latiendo tan aprisa que temía desmayarse, Rin se encontró con un par de ojos de color castaño con puntitos dorados, rodeados de largas pestañas rubias. Sesshomaru, que había dado un paso adelante, movió una mano en un gesto autoritario para indicar que se acercara. Su rostro de rasgos fuertes parecía tan duro como el granito

.
¿Trabajas aquí? -preguntó

.
Dolorosamente consciente de que eran el centro de atención de los sorprendidos ejecutivos y rodeados de un completo silencio, Rin asintió.

-Sí -consiguió decir, casi sin voz.

¿En qué puesto? -demandó él, el fabuloso rostro tenso, los ojos deslizándose sobre ella como estalactitas de hielo.


-Estoy en recepción
-contestó Rin en un suspiro.

Sesshomaru apretó la mandíbula. Y, con un frío gesto de despedida, se alejó de ella... otra vez.

-

Día 2: Martes.

Rin miró sus ojos, todavía hinchados, en el espejo del cuarto de baño y tuvo que ahogar un gemido de angustia. No había dormido nada la noche anterior.
El llanto de un niño hizo que se diera la vuelta. Al otro lado de la habitación, su hijo se sujetaba a las barras de la cuna, frustrado. Se le habían caído las llaves de plástico al suelo y cuando Rin se las devolvió, tuvo que sonreír al ver que la carita del niño se iluminaba como por arte de magia.

Satoshi tenía seis meses, el pelito rubio y rizado, unos enormes ojos castaños que le derretían el corazón y dos hoyitos en las mejillas. Sus facciones eran redondeadas, pero se parecía mucho a su padre en el pelo, el color de la piel y los ojos, tenía que admitir Rin con tristeza.
Y no había forma de negar que estaba hecha polvo.

El día anterior, Sesshomaru la había mirado con fría hostilidad. Su actitud le había hecho daño. Pero, claro, Sesshomaru y ella no se habían separado como amigos y el dolor de aquella separación impuesta permanecía, con más fuerza cada vez que Rin miraba al hijo que adoraba.
Ser una madre soltera no había sido fácil. Su hermano Kuro, que trabajaba fuera del país, le permitía vivir sin pagar alquiler en su apartamento. Sin su generosidad, habría tenido que vivir de la caridad. Tener a Satoshi en la guardería de Sistemas Shikon se llevaba la mitad de su sueldo. Y con lo que le quedaba no podría pagar el alquiler de un apartamento en Londres.
Mientras iba en autobús a trabajar, Rin recordó incómoda la reacción de Ayame a lo que había visto en el vestíbulo.

-Vaya, veo que eres una chica llena de secretos -le había espetado la pelirroja-. ¿Por qué no me habías dicho que conocías personalmente a Sesshomaru Taisho?


De modo que Rin le había contado parte de la verdad, pero no toda.
Aunque tenía un título de marketing, estaba trabajando como secretaria temporal cuando conoció a Sesshomaru Taisho. Él estaba en Londres en viaje de negocios y Rin había llegado a la habitación de su hotel, orgullosa por tener la oportunidad de trabajar para un hombre tan conocido, y secretamente asustada. Para su sorpresa, se había enamorado a primera vista de aquella sonrisa. En un segundo, Leos había pasado de ser el intimidatorio y poderoso magnate griego a quien quería impresionar con su eficiencia, a ser simplemente el hombre de sus sueños.
Y cuando Sesshomaru le había pedido que fuera a cenar con él, Rin se había sentido emocionada.
Vivieron seis semanas de felicidad... antes de que todo empezara a ir mal.
Rin entró en el edificio de Sistemas Shikon y dejó a Satoshi en la guardería del primer piso. Como siempre, separarse de él le partía el corazón. Y como todas las empleadas que hacían uso de la excelente guardería infantil, no dejaba de preguntarse si Seshhomaru Taisho mantendría aquel lujo o se desharía de ella.

Cuando llegó a recepción, Ayame colocó un papel frente a ella.

-Parece que ya has empezado a escalar...

¿Qué es esto? -preguntó Susie, con el ceño fruncido.

-Lo han enviado del departamento de Personal. Tienes una entrevista con Sesshomaru Taisho mañana por la tarde -contestó Ayame, sin disimular la envidia-. Parece que lo dejaste impresionado la última vez que trabajaste con él...

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Día 3: Miércoles.

A las tres menos diez, Rin se presentó en el último piso, en el que estaban las oficinas del presidente, vestida con un traje de chaqueta verde oscuro, los rizos de colo ebano sujetos en una coleta, los ojos color esmeralda sin brillo, la palidez marcando sus delicadas facciones.
Llevaba dos noches seguidas sin dormir.
Había estado dando vueltas y vueltas en la cama, pensando si Sesshomaru sabría que ella tenía un hijo. Sesshomaru, que una vez había declarado tener un amigo Jaken "atrapado" para siempre por una buscavidas que se había quedado embarazada a propósito.

¿Habría mirado Sesshomaru el archivo de personal? Si fuera así, se habría enterado de que Rin había dado a luz un niño prematuro, ocho meses después de que ellos rompieran.
En el papel que Ayame le había dado decía que se presentara directamente en el despacho del presidente de la empresa y, nerviosa, llamó a la puerta antes de entrar.

Sesshomaru estaba al teléfono, su duro y marcado perfil muy serio. Él le indicó que se sentara en la silla que había frente a su mesa mientras seguía hablando. Rin obedeció, manteniendo las manos en el regazo para disimular que estaba temblando. Intentaba recordar lo que era el lenguaje corporal defensivo, porque estaba segura de que Sesshomaru lo conocía y no quería darle pistas. Mientras lo miraba, un dolor en el corazón que era casi insoportable la mantenía tensa.
Sesshomaru Taisho la había reemplazado por otra mujer sin decírselo. Pero, claro, había circunstancias "importantes" para justificar su comportamiento. Y la verdad era que Rin aún no había podido olvidar su aventura con él. Jamás la olvidaría.

-Perdona -se disculpó él después de colgar, levantándose para pasear por el despacho con la energía que lo caracterizaba-. Deja de mirarme como un ratón asustado, Rin. No te he pedido que vengas a mi despacho para pegarte ni para despedirte. Lo creas o no, puedo soportar que me abandonases sin comportarme como un hombre de las cavernas.


¿Aquel era el mismo hombre que catorce meses antes le había gritado: "A mí no me deja ninguna mujer"?

Cuando sus ojos se encontraron con los prodigiosos ojos castaños bajo dos rectas cejas rubias, Rin se sintió hipnotizada, con el corazón acelerado, la mente en blanco...
Afortunadamente, Sesshomaru seguía hablando con aquel rico acento suyo que era como música en sus oídos.

-Necesito una ayudante personal para el próximo mes -estaba diciendo, mientras se acercaba a la ventana con movimientos gráciles como los de un tigre-. Tú eres rápida e inteligente y no me irritas con preguntas estúpidas. Cuando me vaya de aquí, serás ayudante ejecutiva del equipo de dirección.


Desconcertada por esas palabras, Rin se apoyó en el respaldo de la silla. Estaba claro que había reaccionado de forma exagerada ante la llegada de Sesshomaru, confundiendo su natural sorpresa al verla con hostilidad.

¿Ayudante personal? -repitió.

Leos mencionó un salario que hizo que le diera vueltas la cabeza y después miró su reloj de oro con gesto impaciente.

-Si quieres el puesto, es tuyo. Empiezas mañana. Hablaremos más tarde sobre cuáles serán tus obligaciones porque ahora mismo tengo prisa.

-Lo acepto... -se escuchó decir Rin a sí misma, aunque su fría indiferencia, después de lo que habían sido el uno para el otro, era para ella como un cuchillo.

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Salu2 de nuevo espero que el capitulo haya sido de su agrado se despide:

Crystal-Darling o Crystal-dono