Hola a todos.
Después de mucho, mucho tiempo, aquí llego con otro capítulo. Disculpen la demora, pero entre todos los ajetreos de Navidad, no tuve tiempo para actualizar. Ahora, por favor, lean, ¿sí?
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Capítulo IX: Paternidad
-Buenos días señor Snape, -dijo ella cuando entró.
-Buenos días Petra... –le dijo Severus con su habitual tono para hablar con su vecina.
-Buenos días señorita, -dijo Lupin desde su asiento.
-Oh perdone, no sabía que tenía visitas, mejor hablo con usted en Hogwarts.
-No digas tonterías, ven que te presento. Éste es Remus Lupin, un este... –Severus meditó por un momento como describir la relación entre amos- un compañero de la época de cuando yo estudiaba en Hogwarts. Lupin, ella es Petra Duckworth, mi vecina.
-Encantado, señorita Duckworth, sus padres no son brujos, ¿o sí?
-¿Por qué lo pregunta? –dijo ella indignada-.
-Es que hay algo en ti que me resulta conocido...
-¿En serio? Bueno, mis padrastros no los son.
-Es adoptada. –dijo Severus ante la mirada de Lupin.
-Pero eso no interesa... sin embargo, mis padres biológicos son otra historia - continuó Petra- Mi madre murió poco después de que yo naciera, y he descubierto que era una bruja. Hace poco tiempo que me di cuenta de ese detalle.
-¿Cuánto sabes sobre ella? Quizás pueda ayudarte.
-Iré a preparar algo de chocolate caliente. -anunció Severus, al ver que era dejado de lado en la conversación.
-Mire, -dijo ella sacando la foto de su madre cuando ella iba a Hogwarts- esa es mi madre.
Remus Lupin miró la foto, y quedó boquiabierto.
-¿Entonces? –dijo ella entusiasmada ante la reacción del amigo de su profesor- ¿La conoce?
-Dime... –dijo él mirándola a los ojos- ¿En qué te destacas, en el colegio?
'¡Qué pregunta tan rara!' Pensó Petra, pero igual la respondió.
-Bueno, soy buena en encantamientos, en Defensa Contra las Artes Oscuras –el hombre parecía complacido.
-¿Y en pociones?
-Según el señor Snape, soy muy buena, pero no lo creo. Mi amiga Nina es diez veces mejor que yo.
-Eso es porque la señorita Diwan hace años que trabaja entre calderos. Pero igual creo que tienes mucho potencial. –dijo Severus, quien acaba de llegar con tres tazas de chocolate caliente.
-Snape... –dijo Lupin todavía con la fotografía en la mano- será mejor que veas esta foto, es de la madre de Petra.
Severus miró la fotografía, luego miró a Petra, y luego otra vez a la fotografía. Parecía que de pronto había entendido todo.
-¿La conoce? –dijo ella mirando a su profesor.
-Sí... ella fue a Hogwarts con nosotros. Estaba en Ravenclaw.
Lupin miró a Severus, como reprochándole su respuesta, pero no dijo nada.
-¿Dumbledore está en Londres?
-No, anoche volvió a Hogwarts.
-Entonces, saldré ahora mismo hacia el castillo. Y será mejor que tú también Petra, o perderás el tren. Lupin, nos volveremos a ver pronto.
Petra salió molesta del apartamento del profesor, y fue al suyo. Ellos sabían más de su madre de lo que habían dicho. Al menos le pudieron haber dicho el nombre de su madre. Ella nunca se lo había preguntado a sus padres. Sabía que una pregunta de esas los afectaría, y los quería demasiado como para hacerles algo así.
XxXxX
-¿Cómo está mi querida Petra? –le preguntó Nina cuando la encontró en el Expreso de Hogwarts- ¡Tanto tiempo sin verte!
-Yo estoy, bien un poco intrigada. Eso sobre mi madre... ¿y tú? ¿Qué cuentas?
-Bueno, -comenzó a contar la rubia- primero fui protagonista de otro desastre aéreo, por lo que considero que no volveré a subirme a la escoba de mi tía, después, intenté, a escondidas, preparar una poción del libro que me regalaste, pero mi madre me pilló, y, como no había mucho más que hacer, me dediqué a adornar la casa para la navidad. No que haya quedado bien, pero... ya me conoces.
-Me imagino... –dijo Petra pensativa, mientras reprimía una risita- y agradezco haberme quedado en Londres.
-Muy graciosa... cambiando de tema, esa es una hermosa capa.
-¿Te gusta? Me la envió Agnes. Lo único es que tiene una manchita roja aquí abajo...
-Es una lástima...
-Sí, pero a mí me parece genial.
-¿Y qué dice en plateado?
-Según el señor Snape, está en celta, y dice 'Brewer'.
-¿Brewer?
-Sí, es el apellido de Florence.
-¿Florence? ¿La que dejó a Snape?
-La misma.
Nina quedó boquiabierta. No tenía idea porque Agnes le enviaría una capa con esa palabra a Petra.
-También sé algo más sobre mi madre. Ella iba a Hogwarts con el señor Snape, y estoy seguro que él sabe más sobre ella de lo que me quiere decir.
-Sospechoso... muy sospechoso... –dijo Nina rascándose la barbilla- tendremos que investigar sobre el tema.
-¿Tendremos?
-Bueno, es tu madre, ¿no?
-Pensé que lo mejor será preguntarle a Dumbledore. Él debe saber mucho del tema... Igual, el señor Snape dijo que tenía que ir a Hogwarts a verlo de manera urgente.
-Sí... Dumbledore podría ser... pero tendremos que averiguar por nosotras mismas. Y también habrá que someter a Agnes a interrogatorio. Ella es otra que sabe más de lo que dice.
-¿Te parece?
-Bueno, no estoy muy segura, pero tengo una corazonada.
XxXxX
-¡Petra! ¡Nina! –dijo Agnes cuando vio llegar a sus dos amigas al vestíbulo del castillo- ¿cómo están? ¡Hace mucho tiempo que no nos vemos!
-No tienes ni que decirlo. –dijo Petra abrazando a su amiga- ¡Muchas gracias por el regalo!
-De nada, bien sabes que no fue nada...
-No digas tonterías... –dijo Nina abrazándola también- y hay algunas cosas que te tenemos que preguntar.
-¿Cómo por ejemplo? –les preguntó Agnes, pensando en el jefe de su casa, y el secreto que le estaba guardando-
-Como... –empezó Nina, pero Petra la interrumpió.
-¿Qué haces con una falda que no es parte del uniforme? –dijo la morocha, mirando el atuendo de su amiga.
-Eh... bueno... es una larga historia. Se las cuento después...
-Por esta vez te lo permito, pero mejor trata de explicarnos porque Petra recibió de tu parte una capa que tiene escrito el apellido de la mujer que dejó a Snape.
-Eso no te lo puedo decir. El profesor Snape me hizo prometer que no lo diría, y cumpliré mi palabra. Si él no se lo dice a Petra, yo no lo haré.
-¡Oye! ¡Niña de la pollera! –le dijo Petra haciendo movimientos exagerados con los brazos- Sigo aquí, ¿lo recuerdas? No hablen como si no estuviera.
-No te lo puedo decir. –Petra bajó la cabeza- Pero te puedo ayudar a descubrirlo. –los ojos de Agnes volvieron a tener su brillo travieso.
-Muy bien... muy bien... por esta zafas, pero ahora vamos que nos tienes que explicar como es que no estás de pantalones.
-¡Como usted diga! –Petra y Agnes se pusieron duras como soldados- Capitán Diwan.
XxXxX
-Muy bien... –dijo Nina sentándose en su sillón favorito del despacho- ¿qué sucedió con tus pantalones?
-Sí, esa ropa te queda un poquito ajustada... bueno, si lo comparamos con las bolsas que usabas antes.
-Fue un regalo de navidad... –respondió Agnes en voz baja.
-¿De quien? –preguntaron las dos alumnas de Ravenclaw al unísono.
-De Draco... –la voz de Agnes cada vez era más baja.
-¡Aja! ¡Un chico! –dijo Petra con voz triunfante, pero luego pareció reaccionar- un chico... ¿por qué un chico te regalaría algo?
-Es mi amigo.
-¿Sólo amigos?
-Sí, Nina. Él está en sexto, y es prefecto. Él era el único Slytherin que había aquí para navidad.
-Y se hicieron amigos... –dijo Nina incrédula-.
-¡Pues sí! –los ojos de Agnes estaban llenos de lágrimas, y esas últimas dos palabras le salieron en medio de sollozos.
Nina y Petra se miraron, ninguna de las dos sabía muy bien que hacer. La vida de Agnes se había vuelto un completo torbellino, y la verdad era que ellas no tenían ni idea sobre que hacer para ayudar a su amiga.
-Mi madre las invitó a ambas a pasar el verano en mi casa. –dijo Nina para romper el silencio- claro, si ustedes quieren.
-Yo me anoto –dijo entusiasmada Petra- sólo espero que mis padres me dejen.
-Ya veré que dice Dumbledore. –dijo Agnes todavía con los ojos llorosos.
-Entonces, mejor vamos a comer algo. –dijo Petra, quien no tenía la menor idea de cómo tratar el asunto de la muerte del padre de su amiga.
XxXxX
-Buenos días clase. –dijo el profesor Snape, todavía medio abatido, cuando entró al salón de pociones, para tener clase con los de primero de Ravenclaw y Slytherin- Por favor pasen su tarea hacia el frente, recuerden ponerle nombre, y a continuación enciendan el fuego de sus calderos a temperatura media.
Rápidamente de oyó el ruido de los pergaminos siendo pasados hacia el frente, y algún que otro rasgar de pluma sobre los pergaminos, evidentemente de esos que siempre olvidan ponerle nombre a sus tareas.
El profesor Snape comenzó luego a dar la clase, paseándose por entre los bancos, y, como siempre, evitando el lugar de Nina. Sin embargo, algo pareció llamarle la atención, y comenzó a avanzar sigilosamente a la primera fila.
-¡Señorita Diwan! –Nina pegó un salto en su asiento- ¿Tiene algo que decir sobre mi clase? ¿Quizás quiera compartir su opinión con nosotros? ¿O prefiere ir a dormir una siesta?
-Eh... –Nina estaba algo despistada, debido a que la noche anterior no había logrado conciliar el sueño, pensando en sus dos amigas, y el aroma de la poción estaba ayudando mucho que digamos- No, profesor. Lo siento. No le estaba prestando atención.
Nina bajó la cabeza, medio avergonzada, y todos las demás personas que se encontraban en la mazmorra la miraron medio sorprendidos.
Tras unos instantes, el profesor recobró su compostura, y siguió dando la clase. Sin embargo, Petra y Agnes seguían mirando a su compañera estupefactas.
-¿Qué fue eso? –le preguntaron cuando la clase hubo terminado.
-Pues que me dormí en clase. –respondió Nina despreocupada.
-Sí, eso nos dimos cuenta. Pero, ¿y eso de pedirle perdón a Snape?
-Creo que es hora de comportarme un poco mejor con el profesor de pociones.
-¿Con motivo de qué?
-De nada.
-Pero... pero... –Petra había empezado a hacer pucheritos- Si eres amable con el señor Snape, ¿quién se va a pelear con él? ¡No es justo! ¿Cómo nos vamos a divertir aquí?
-Petra... –Agnes comenzaba a preocuparse por el comportamiento de su amiga- cálmate, por favor...
-Así no se hacen las cosas. –dijo Nina con su aire de superioridad- Mira y aprende.
Nina únicamente tomó a Petra del brazo, quien seguía haciendo pucheritos por el pasillo, y la arrastró por todo el castillo hasta llegar al aula de encantamientos, donde el profesor Flitwick espera a los Ravenclaw con una sonrisa.
-¿Por qué hiciste eso? –le preguntó indignada Petra a Nina cuando ocuparon sus lugares en el salón de encantamientos.
-Nos estabas haciendo pasar vergüenza. –le explicó Nina- te comportabas como una niña de dos años.
-¡Pero si la semana que viene cumplo doce!
-Si, eso oí, pero creo que deberían volver a fijarse.
-¿Qué quieres decir con eso? –preguntó Petra molesta.
-Nada... mejor olvídalo.
Petra no le volvió a hablar a Nina hasta la hora del almuerzo, ya que consideraba que Nina la había insultado al aconsejarle que madurara un poco.
XxXxX
-¡Oye! ¡Sangre-sucia! –gritó un Slytherin de cuarto en el gran comedor el jueves de esa misma semana- Me contaron que andas muy juntita con Snape.
Petra inmediatamente se dio media vuelta. ¿Quién más podría andar 'muy juntita con Snape' además ser poder ser considerada una sangre sucia? Sólo ella era lo suficientemente valiente para acercarse a ese hombre.
-Para tu información... –comenzó ella enojada, pero Nina le tapó la boca antes de que Petra soltara algún insulto y metiera la pata-.
El chico era considerablemente mayor que ellas, y ya tenía su varita en mano. Además, no había ningún profesor que las pudiera llegar a socorrer.
-Después le enseñaremos a no hablar de nosotras. –le dijo Nina al oído- ya verás.
-¿Nina? ¿Te sientes bien? ¿Vas a romper las reglas del colegio?
-Ya las he roto antes, y sé que las romperé en el futuro. Ahora vamos que Agnes nos debe estar esperando.
-Tenemos una venganza que planear. –fue lo primero que dijo Nina cuando entraron al despacho.
-¿Perdón?
-Un chico de TU casa llamó a Petra... bueno, te lo puedes imaginar, por lo que es necesario vengarnos.
-Así que un Slytherin dijo eso, eh... ¿qué tengo que hacer yo? –la sola mención de una travesura era capaz de borrar cualquier rastro de solidaridad con su propia casa de la mente de Agnes.
-Bueno... necesitamos que vayas al bosque a buscar hongos violeta.
-¡Qué! ¿Esperas que yo vaya al bosque? ¿Sola? ¿A buscar algo que no tengo la menor idea de que se trata? ¡Ni loca!
-Está bien... entonces iremos Petra y yo. Tú ve a la enfermería, y dile a Pomfrey que necesitas una poción para dormir, que últimamente has tenido pesadillas, estoy segura que ella te la dará.
-¿Qué? ¿Tú no puedes hacerla?
-Por supuesto que puedo, pero los ingredientes que necesito para la poción nadie se los daría a un alumno de primero.
-Nina... mejor será que nos vayamos.
-No te parece que algo raro le pasa a Agnes. –dijo Petra tan pronto como entraron al bosque.
-Bueno, es normal, digo, su padre fue asesinado.
-Justamente a eso me refiero, una esperaría que ella se la pasara llorando, pero no. Es la misma Agnes de siempre. Está un poco más histérica, pero nada más que eso. Es algo demasiado extraño.
-Ya entiendo a que te refieres, pero no creo que... –Nina se detuvo en seco, había encontrado los hongos violeta, y se había puesto de cuclillas para recogerlos.
Petra sólo la miraba en silencio, mientras tenía su varita afuera. De repente oyó como alguien caminaba por el bosque, no muy lejos de ellas.
Nina no se había dado cuenta de ello, y seguía cortando los hongos con mucho cuidado. Petra prefirió no decirle nada a su amiga. Con cuidado para no ser oída ni vista, Petra caminó hasta el sendero por donde caminaba el dueño de esos pasos. A lo lejos vio a un hombre con una capa negra, y su melena del mismo color. Su primer impulso fue llamar a su vecino, pero no tardó en darse cuenta de que esa sería una pésima idea. Ni ella se salvaría de un castigo por estar en el bosque prohibido.
Petra ya se había dado media vuelta, para regresar con Nina, cuando algo pasó zumbando a escasos centímetros de su oreja, y se clavó en el tronco de un árbol cercano.
Sin pensarlo, Petra soltó un grito, haciendo que el profesor Snape se volviera hacia donde ella estaba. Instintivamente, Petra miró hacia donde estaba Nina, quien a causa del grito miraba hacia el lugar en donde estaba Petra, y con un gesto le indicó que se fuera de allí.
-¡Petra! –gritó el profesor cuando estuvo lo suficientemente cerca para darse cuenta de quien era la persona que se encontraba en el bosque prohibido- ¿Qué se supone que haces aquí? Sabes muy bien que este lugar está prohibido. Ven, a mi despacho. Y no te quiero oí decir ni una palabra.
Snape estaba fuera de sí. Por primera vez en su vida le hablaba con ese tono a Petra. Le dolía hacerlo, y más después de lo que había descubierto, pero sentía que lo más importante de todo era comportarse como era debido.
Petra acató la orden de su profesor. No dijo nada, no sólo porque no debía, sino porque las palabras no llegaban a salir de su boca. Sentía que había defraudado a su profesor, y se sentía terriblemente mal.
En el camino al despacho, pasaron por la enfermería, de donde Agnes salía con un pequeño frasco de vidrio. Petra solamente la miró, y Agnes entendió que lo mejor sería no hacer preguntas.
-Siéntate. –le ordenó Severus cuando llegaron al despacho del profesor- Lo primero es decirte que Ravenclaw ahora tiene cincuenta puntos menos, porque te encontrabas en una zona prohibida. Además, tendrás que hablar con el profesor Dumbledore, él te dará un castigo por incumplir esa norma. Ahora quédate aquí, mientras yo lo voy a buscar.
Mientras el señor Snape hablaba, Petra miraba el escritorio de su profesor. Estaba demasiado arrepentida como para poder mirarlo a la cara. Sobre el escritorio, la chica había visto algo que nunca antes había visto. Era un portarretrato. En él se veía a un Severus Snape joven, de algo más de veinte años, muy elegantemente vestido, y aparentemente muy contento. En el fondo se podía divisar una capilla de piedra bastante antigua.
-¿De qué es esta foto? –preguntó Petra antes que el profesor saliera de su despacho.
-Es de mi boda. –dijo él bruscamente- La novia no está, hace años que abandonó esa fotografía.
-¿La novia? ¿Florence Brewer?
-Sí, ella. Ahora no te muevas de aquí que ya vuelvo con el director.
Severus Snape cerró la puerta del despacho, y dejó sola a Petra con la fotografía. Petra nunca se imaginó a su vecino casado, hasta que escucharon aquella conversación que él tenía con el director. Y aún así, todavía le costaba imaginarlo. Se había pasado semanas enteras pensando en como sería el si todavía viviera con esa tal Florence.
De repente, vio como una mancha blanca comenzaba a aparecer en uno de los bordes del portarretrato. Poco a poco, la mancha iba creciendo, hasta que fue visible la silueta de la novia, de Florence. Esa mujer era terriblemente delgada, era algo antinatural. La mujer estaba cabizbaja, y se podían ver algunos mechones rojos a los costados de su cabeza.
-¿Florence? –preguntó Petra como si la foto le fuera a contestar.
La mujer de la foto levantó la vista, quizás ante la mención de su nombre. El corazón de la chica dio un vuelco. De inmediato Petra reconoció a la mujer. Reconoció sus ojos, reconoció sus pecas, pero ante todo, reconoció su nariz, la misma nariz que ella veía todos los días al espejo.
-¿Mamá? –dijo Petra casi sin voz.
Florence sonrió, luego miró a Severus Snape, y le dio un beso. Luego éste miró su esposa, y sonrió aún más.
-¿Papá?
Petra no pudo más y dejó escapar un par de lágrimas. Lágrimas de alegría por descubrir quienes eran sus padres, pero a la vez tristeza, al saber que nunca llegaría a conocer a su madre.
En eso, la puerta del despacho del profesor de pociones se abrió, y un hombre entró por ella.
-Mamá volvió a la foto. –dijo Petra sin siquiera mirar a la persona que entraba al lugar, pensando que seguramente se trataba de su vecino.
-Veo que descubriste quienes son tus padres. –dijo una voz que no pertenecía a la persona que Petra esperaba.
-Profesor Dumbledore, buenas tardes. No... no sabía que era usted.
-Buenas tardes Petra.
-¿Dónde está...?
-Severus está en la enfermería, un alumno de su casa sufrió... digamos que algo sucedió con su comida.
-¿Qué le sucedió? –Petra no podía evitar preguntarse como habían hecho ellas para hacer todo tan rápido.
-El señor Handerson quedó cubierto de pelos que cambian de color. No sabemos quienes fueron los culpables, pero estoy seguro que quienes hayan sido, están muy orgullosos de sí mismos.
Petra esbozó una leve sonrisa. Eso era lo que pasaba cuando alguien se metía con alguna de ellas. Después de todo, ¿quién lo había mandado a insultarla de esa manera? A llamarla algo que ella ni siquiera era. No que alguien lo supiera, pero, en fin...
-Así que te metiste en el bosque. Sabrás que eso está prohibido.
-Sí...
-Entonces entenderás que tendrás que recibir un castigo. –Petra solamente asintió- Tu castigo será limpiar toda la enfermería y sin magia.
-¿Toda? –Petra no podía creer su mala suerte.
-Sí Petra. Ahora lo mejor es que vayas a la enfermería a buscar a Severus, los dos tienen mucho de que hablar.
XxXxX
-Madame Pomfrey... –dijo Agnes cuando entró a la enfermería- Madame Pomfrey...
-Aquí estoy. –dijo la enfermera, quien acababa de entrar a su lugar de trabajo- Señorita Whitelaw, ¿en que puedo ayudarla?
-Madame Pomfrey, últimamente no he podido dormir bien... ya sabe... –dijo ella, dándole a entender a la enfermera que se debía al incidente del primer día de vacaciones de Navidad- y me gustaría saber si me podía dar algo para dormir.
-Pobre niña... un momento, ya te daré el frasco. Y no te vayas, que te cambiaré las vendas de tu cabeza.
Agnes se sentó en una de las camas a esperar que la enfermera le trajera la poción. Eso no tardó mucho, y antes de lo que ella esperaba, ya estaba afuera del lugar.
Vio a dos personas que se acercaban a donde ella estaban. A lo lejos distinguió quienes eran los dueños de esas dos cabelleras negras. Se quedó quieta junto a la puerta, para decirle a su amiga que ya había conseguido la poción. Sin embargo, cuando se fueron acercando, Agnes pudo adivinar por la cara de su profesor, que no era una necesariamente una conversación amistosa lo que ellos tenían.
Esperó a que ellos pasaran, y en los ojos de Petra pudo entender que la habían descubierto juntando los benditos hongos que necesitaba Nina.
¿Y Nina? ¿Dónde estaría? ¿La habría descubierto Snape? Definitivamente lo último era falso. Si Snape hubiera encontrado a Nina en el bosque prohibido, lo más seguro sería que la estuviera escoltando al despacho del director.
Lo más probable era que Nina se hubiera ido al despacho de ellas, por lo que tan pronto como padre e hija se perdieron de vista, Agnes salió a toda velocidad para el despacho.
Pasó por más pasadizos de los que era capaz de recordar. Finalmente llegó jadeante al despacho, donde Nina picaba los hongos sobre el escritorio.
-Bien, llegaste. Vamos, no perdamos tiempo. Coloca todo lo que tiene el frasco en ese caldero, prende el fuego, y ayúdame a picar estos hongos, que me quedan dos.
-¿Snape las encontró? –preguntó Agnes cuando se sentó junto al escritorio para terminar de cortar los hongos- Vi que iba con Petra, y no tenían muy buena cara.
-La vio a Petra en el bosque prohibido, pero estoy segura que a mi no. Igual, lo mejor es darle la poción a ese imbécil lo antes posible, así no le podrán poner la culpa a Petra, que ya bastante problemas tiene.
-No creo que Snape la expulse, él no dejaría que nadie hiciera eso.
-Y sí... Petra es su protegida, él debe estar defraudado de que ella no entró en Slytherin.
-Su madre era de Ravenclaw, toda la familia de su madre es de Ravenclaw. Además, para el mundo, ella es hija de muggles. Imagínate una hija de muggles en Slytherin. –dijo muy calmada Agnes- y por más que su padre haya sido de Slytherin, ella no deja de ser hija de muggles.
-¿Su padre es Slytherin? –Agnes se puso una mano en la boca, ya había dicho demasiado- Ahora habla. Ya empezaste, y no hay vuelta atrás.
-Bueno. –dijo Agnes resignada, ella sabía que no habría vuelta atrás- Sí su padre es de Slytherin. Tú lo conoces, y ella lo conoce. Yo también lo conozco. Su padre nos da clase, su padre es Severus Snape.
Nina se quedó mirándola boquiabierta. Tardó en reaccionar ante lo que le acababa de decir su amiga. ¿Severus Snape? ¿Él era el padre de una amiga suya?
-¿Estás segura?
-No del todo, pero por lo menos te puedo asegurar que ella es hija de Florence.
-¿Cómo lo sabes?
-Mejor en otro momento te lo explico. –dijo ella tajante- Ahora dame esos hongos, así los pongo en el caldero. Y no se lo podemos decir a nadie, ni a Petra.
Nina le alcanzó la tabla, pero seguía sin creer del todo la historia.
-¿Ahora que hago?
-¿Qué? Ah... ahora hay que esperar que rompa hervor. Nada más. Demorará como un minuto. Después apagamos el fuego, y ya está.
-¿Sólo eso? –preguntó Agnes extrañada- ¿Nada más?
-Nada. Ahora, me contarás algo de ese tal Draco.
-¿Qué quieres saber? Su nombre es Draco Malfoy, está en sexto, y es prefecto.
-¿Malfoy? Ese apellido me suena de algún lado. Mi madre seguro lo mencionó alguna vez, quizás hicieron algún pedido.
-Puede ser.
-Ya está. Dame el frasco que te dio Pomfrey.
Nina llenó el frasco de la poción, que ahora había perdido todo el color, y se lo dio a Agnes.
-Pónselo en su copa, ahora creo que baja a cenar. Tienes que ser rápida, y que nadie se de cuenta, ¿entendido?
-Perfectamente. ¿Es Handerson? ¿El hermano de la Handerson de nuestro año?
-Sí. Ahora vete. Yo iré en seguida, para no levantar sospechas.
Agnes salió a toda prisa del despacho hasta el gran comedor. Tuvo suerte de no encontrarse con nadie, porque si hubiera sido, ese alguien ahora estaría en el suelo.
-Buenas tardes Agnes. –le dijo Draco cuando ella llegó- ¿Te parece que es buena idea andar corriendo por ahí en tu condición? ¿Qué diría Pomfrey si te viera?
-¿Te parece que me importa? –dijo Agnes, mientras revisaba la mesa en búsqueda de su objetivo.
Finalmente lo encontró. Él estaba sentado tres lugares a su derecha, del lado opuesto a su derecha. Agnes abrió el pequeño frasco por debajo de la mesa, se inclinó, haciendo como si fuera a agarrar la panera. Justo en ese momento, colocó todo el contenido del frasco en la copa, y se volvió a sentar, con la panera en la mano.
-¿Te parece que a nadie? ¿Recuerdas como estabas el día en que nos conocimos?
-¿Te refieres a esto? –dijo Agnes levantando su trenza, para dejar que él viera la venda que la enfermera- No te preocupes, no me es nada fácil olvidarlo.
-Entonces, ¿por qué andas corriendo por el... –
Draco Malfoy fue interrumpido por una chica que gritaba desesperada, justo al lado del chico que había sido blanco de la poción.
Agnes miró hacia allí, como todos los demás que se encontraban cenando en el Gran Salón. Ella tuvo que reprimir la risa, y poner su mejor cara de preocupación, cuando al chico le comenzaron a salir pelos por todos lados, y unos instantes más tardes, éstos comenzaron a cambiar de color.
Dumbledore se puso de pie, y acompañado de la profesora McGonagall, llevaron al chico a la enfermería, y en pocos minutos, el Gran Salón volvió a su nivel de ruido habitual.
Entre las cabezas de los alumnos, Agnes pudo ver a Nina, quien comía muy tranquila. Cuando sus ojos se encontraron, fue evidente que el plan había salido a la perfección.
XxXxX
Petra estaba de pie junto a la puerta de la enfermería. Sus manos sudorosas sostenían el portarretrato, y ella no sabía si entrar o no. Estaba segura que a partir de ese momento, enfrentarse al señor Snape cambiaría su vida por completo. Finalmente decidió entrar, después de todo tenía que hablar con Madame Pomfrey por su castigo.
Entró sin hacer mucho ruido, no quería llamar la atención de nadie. En el lugar, encontró a solamente tres personas más: a su padre, la enfermera, y el chico de Slytherin.
-¿Qué opinión me da? –le preguntó Snape a la enfermera.
-Creo que este chico ingirió poción para dormir en mal estado. Eso es lo que pasa cuando no la toman cuando me la piden, y después dejan que se venza. Pero no es nada grave, se le pasará en un par de horas.
-Madame Pomfrey... –dijo Petra tímidamente-.
-Buenas tardes querida, ¿en que puedo ayudarte?
-El profesor Dumbledore me ha enviado a hablar con usted, tengo un castigo por cumplir.
-¿Sí? ¿Me podrías decir de que se trata?
-Me ha encargado limpiar toda la enfermería, y sin magia.
-Me temo que tu castigo tendrá que esperar, en este momento estoy atendiendo un paciente. Enviaré a alguien para que te haga saber cuando la enfermería esté libre, ¿de acuerdo? Ahora puedes irte.
-Está bien. Entonces nos veremos más tarde.
Petra salió de la enfermería, sin siquiera mirar a su profesor de pociones. Unos instantes más tarde, éste salió de la enfermería.
-Veo que no has soltado esa foto. –le dijo él, luego de asegurarse de que no había nadie más en el pasillo.- sería mejor que me la devolvieras.
-Está bien, -dijo ella devolviendo el portarretratos de mala gana-, pero debes saber que mi madre ya volvió a la foto.
-Entonces lo... lo sabes... –dijo él boquiabierto- Y... es cierto... tengo una hija...
-Eso parece. –esa situación estaba resultando todavía más incómoda de lo que Petra había imaginado- Entonces...
-Entonces... ¿te gustaría ir a mi despacho? –él tampoco estaba muy seguro sobre que decir-.
-De acuerdo...
Los dos caminaban en silencio. Era como si ninguno estuviera muy seguro de que decir, como si las palabras estorbaran.
-Toma asiento. –le pidió él cuando llegaron al despacho- ¿quieres tomar algo?
-Un poco de jugo calabaza está bien.
-De acuerdo. –con un movimiento de su varita, él hizo aparecer una botella de jugo de calabaza, y una taza de café- Aquí tienes.
-Gracias... Señor Snape.. digo, papá... –Petra se sentía un poco incómoda en esa situación.
-Está bien, no tienes que decirme papá, si me dices sólo Severus está bien para mí.
-Severus, entonces, ¿cómo era mi mamá?
-Florence era... bueno... como decirlo... era una mujer maravillosa, con un enorme corazón. Ella creía que todos tienen derecho a ser quienes quieren ser. Pero era demasiado ingenua, creía que todos pueden cambiar.
-¿Y no pueden?
-Sólo digamos que hierba mala nunca muere.
Petra miró a su padre, sin entender del todo sobre qué estaba hablando, pero prefirió no preguntar. Esa situación era muy extraña para ambos, y Petra sentía que las palabras pudieran llegar a arruinar el momento.
-Sabes, será mejor que éste sea nuestro secreto. Nadie debe saber...
-¿Qué? –dijo Petra con los ojos llorosos- ¿Le da vergüenza ser mi padre?
Severus la miró sorprendido. Ella no era de hablarle de esa manera. Por lo general era una chica muy tranquila.
-No... todo lo contrario... eres la niña más dulce que conozco, pero es mejor que nadie lo sepa.
-¿Por qué? –ella estaba con las lágrimas a punto de explotar en sus ojos.
-Por tu seguridad. Es mejor que nadie lo sepa. Créeme, es lo mejor.
-Diga la verdad. –ella estaba comenzando a llorar- usted no me quiere. No me quiere porque soy una asquerosa sangre-sucia.
Severus la miró apenado. ¿Cómo ella podía estar diciendo esas cosas de él? Él dio la vuelta al escritorio, y le dio un fuerte abrazo. Por primera vez abrazó a su hija. Esa niña, la única persona que últimamente lograba sacarlo de su oscuridad.
-No digas eso, Petra. Eres mi pequeño bebé. Como se te ocurre decir esas cosas. Como se te ocurre decirte esas cosas. Te quise cuando no eras más que mi vecina, y ahora que sé que eres mi hija, te quiero aún más.
-¿En serio? –preguntó Petra levantando la mirada- ¿En serio me quiere?
-Por supuesto. ¿Cómo pudiste dudarlo? –dijo el profesor mirándola a los ojos. Él nunca se atrevería a conocer sus pensamientos- Por favor, no llores más. Pero debes saber que por tu seguridad nadie debe saber que eres mi hija. La señorita Whitelaw lo sabe, pero nadie más. Es que hay muchas cosas de mí que no sabes, y te aseguro que no quieres saber.
Petra no pudo más que sonreír. Por fin, sabía quienes eran sus padres. Ya no le importaba su seguridad. Sólo le importaba que ahora sabía quien era.
Al ver la sonrisa de su hija, Severus también sonrió, de una manera que hacía años no hacía. En ella había visto a su amada Florence. Florence le había dejado ese ángel para que lo encontrara, y él ya lo había hecho.
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He terminado el capítulo. ¡Sí! Disculpen, una vez más la demora.
Por otro lado, debo avisarles que hasta febrero puede ser que no actualice, debido a que me voy de vacaciones, y mis padres no me permiten acercarme a menos de cien metro de cualquier aparato electrónico. –bueno quizás la tele-. Pero no cunda el pánico –o no panda el cúnico- trataré de escribir la historia en un cuaderno, para ir adelantando.
Ahora, es momento de contestar los Reviews, que, por supuesto agradezco.
anamaya: Hola, ¿cómo estás? Muchas gracias por el cumplido, siempre es agradable saber que a alguien le gusta este intento de historia. En realidad, es hoy que terminaron mis exámenes, así que ahora tengo más tiempo de escribir.
marissastack: Hola, me alegra que te guste la historia. Y estoy de acuerdo contigo, no sabremos hasta que J.K. decida contarnos, lo único que queda por saber es, ¿porqué se tarda tanto?
Perdona, no he podido leer tu fic, es que tengo la computadora restringida. Pero en cuanto pueda, me doy una vuelta, y de paso de dejo un Review, ¿te parece?
Tchaikovsky: Hola a ti también. Me alegra que te haya gustado la resumida historia de Severus. Me hubiera gustado escribir más sobre él, pero la historia tenía que seguir avanzando.
Antiope Black: Hola, ¿cómo has pasado? No tienes que disculparte, yo siempre te perdonaré. En cuanto a Florence, solamente digamos que no se sabe todo sobre ella, y hay otro personaje, que no tiene unas cuantas sorpresas guardadas. Pero la verdad es que ella es una persona un tanto extraña –lo admito- y a veces hasta contradictoria.
Bueno, esto es todo. Que tengan un feliz año nuevo, y no se olviden de los reviews.
