Capítulo 3: Un respiro

Draco estaba desesperado. Recién era el primer día que Ginny no estaba en casa, y ya la había perdido. ¡Tu no la perdiste, la sangre sucia la secuestró! Pero él no estaba muy seguro de que la haya secuestrado... sin embargo, las pruebas estaban allí...

Pensó y pensó que hacer. Ya no sabía dónde más buscar. Y decidió ir a ver a Ginny. ¡NO! Es una mala idea... ella se va a preocupar... No podía ir a verla. No quería que supiera que era un mal padre... un pésimo padre... Pero tenía ganas de visitarla... Muy bien. Esto es lo que haré. Iré al hospital, diciéndole que recién vuelvo del trabajo. Y que la sangre sucia me dijo que se había ido con Beth... así que le preguntaré dónde puede estar para ir a buscarla antes de que ella regrese... Sí, ese era un buen plan. Así no la preocuparía.

Y contento con su idea se dirigió hacia el San Mungo.


-Ginny, tu marido no es tan idiota. Tiene que haber encontrado el papelito en la heladera que decía "voy al hospital con los niños". – Le decía despreocupadamente Hermione a su amiga.

-Es que... ¿Entonces, por qué no ha llegado? –

-Debe estar el transito congestionado... –

-Hermy, YO conozco a Draco muchísimo mejor que tú y puedo asegurarte que algo le pasó-

-No voy a negarte que lo conoces mucho mejor que yo... gracias a Dios... pero no seas tan paranoica... -

Mientras las dos mujeres charlaban animadamente, los niños se divertían. En realidad, jugaban con una de las pociones que debería tomar Ginny esa tarde, y le agregaban hormigas que pasaban por la ventana. Los pobres bichitos, se retorcían y pataleaban pero los niños simplemente reían y los metían en la poción para ver la reacción. Y lo que pasaba era que las hormigas salían con el color cambiado... y unos 50 cm de largo... Luego, Percy la tomaba entre sus manitos con mucha fuerza y las arrojaba por la ventana. Los dos se asomaban, y reían porque el animal se había estrellado en la cabeza de alguna de las personas que pasaban por debajo...


Draco llegaba al hospital. Había mucha gente y por eso le costó estacionar la escoba. Estaba por entrar cuando algo muy grande y pesado le cayó en la cabeza. Perdió el equilibrio y quedó tumbado en el suelo. Lentamente comenzó a pararse agarrándose la cabeza que le palpitaba de dolor. Abrió muchísimo los ojos, al descubrir lo que lo había golpeado.

-¡Que diablos es esto! – Dijo, sacando su varita y observando a la enorme hormiga que intentaba pararse y escabullirse. Utilizando su varita le devolvió al animal su forma original y la pobre hormiguita pudo irse corriendo a su hormiguero.

Así, Draco pudo llegar a la habitación de su esposa... aún dolorido por el golpe. Puso la mano en el picaporte y empujó la puerta...

-¡Draco! Por fín llegas... – El hombre se quedó estático en el lugar. Allí se encontraba su mujer, su hija, su sobrino... y la sangre sucia...

-¡TU!- Le dijo a Hermione que parecía sorprendida.

-Si, yo... ¿a quien esperabas?¿A la reina Isabel? –

-Me imagino que has encontrado el papel que Hermione te dejó en la heladera... porque si estas aquí... – Le dijo Ginny sin saber que sus palabras producían efecto en su marido.

-¿Papel? ¿En la heladera? – Dijo sin comprender – ¡Ah! Si... por supuesto... el papel... – Draco supuso que lo mejor sería olvidar el mal rato pasado, y nadie sabría nunca lo que en realidad había pasado...

Se dirigió a la cama y besó a su mujer en la frente. Estaba muy linda... un par de moretones, pero a él siempre le parecía que era la mujer más linda del mundo. En eso estaba, cuando una manito le tiró de la túnica.

-¡Hola, hermosa!- Le dijo contento de verla de nuevo. Menudo susto se había llevado hacía unas horas...

-Papá... ¿uele la cabeza? –

-¿Qué si me huele la cabeza? ¿Tengo mal olor? – A lo que la niña, riendo contestó haciéndole un masaje en la zona que minutos antes tanto le había dolido. Draco comprendió entonces lo que había pasado al ver la poción de su mujer tirada en el suelo con un par de hormigas gigantes dando vueltas por ahí.

-Mmm... creo que alguien estuvo jugando con pociones... – Le dijo algo enojado, levantando a su hija y haciéndole cosquillas. La niña reía alegremente mientras Percy intentaba esconder a las hormigas tras de sí.

-Mira, niño, aunque intentes esconder tus experimentos, no te vas a librar de mí... –

-¡Ni se te ocurra amenazar a mi hijo! – Le dijo Hermione enojada levantándose y yendo hacia el pequeño que en pocos minutos se echaría llorar.

-Uh... que miedo... – Beth volvía a reír. Le encantaba ver pelear a su padre con la tía Hermy.

-No me subestimes... – Ginny se encontraba en un partido de Ping Pong. Iba de su amiga a su esposo y de su esposo a su amiga de nuevo.

-Hey, ustedes dos. Déjense de pelear por lo menos mientras me vienen a ver... quiero algo de paz... – Ambos se dirigieron miradas de profundo odio y se sentaron alrededor de la cama uno en cada lado. Beth se subió a la cama de su mamá y se tiró en sus brazos. La mujer la meció un poco y a los minutos ya se había quedado dormida. Percy miró con recelo a su tío Malfoy y se quedó al lado de su madre hasta que se hizo tarde y se fueron.

Draco se quedó hasta entrada la tarde con su mujer y su hija que dormía.

-Draco, lamento mucho todo esto... –

-No lo lamentes... todo está bien, no te preocupes... -

-Pero es que... –

-¿No confías en mí? Nuestra hija está a salvo conmigo... – Dijoél. Pero ni él estaba convencido de lo que decía...


Draco no durmió en toda la noche. Beth se levantó de su camita a las dos de la mañana para decirle buenas noches porque se había olvidado de hacerlo antes.

Luego, se volvió a dormir... pero a las dos horas, volvió a levantarse.

-¡Buaaaa! –Se escuchó por toda la casa. Draco pegó un salto y salió de la cama tan rápido que casi no se dio cuenta que su hija estaba frente a él. Se quedó estático al verla al pie de la cama con los ojos rojos y muy asustada.

-¡Beth!¿Qué te pasó, hija? – Le dijo, alzándola y sentándose en la cama con ella.

-pesailla... fea fea... - El hombre no supo que decir. Se la quedó mirando un rato y luego la abrazó.

-Bueno... bueno... ya está... ya pasó... –

-Quero domir con papá... – Dijo la niña abrazándolo. Draco recordó la última vez que durmió con ella y se dijo que no volvería a pasar... no quería tener que llamar de nuevo a la sangre sucia porque no sabía que hacer...

Al rato, padre e hija dormían tranquilamente en la cama, cuando algo lo hizo despertar nuevamente. ¡RIIIING! Draco le pegó una piña al despertador y volvió a acostarse.

Luego su mente comenzó a divagar... recordaba a un empresario bigotudo que le decía... "te espero hoy a las diez de la mañana..." Y de repente lo recordó.

-¡Ah! – Dijo al mismo tiempo que saltaba de la cama y algo le dijo que tenía que ir a bañarse... Pero esa vez no iba a llamar a sus cuñaditos... – Beth, hija, es hora de levantarse...– Le dijo suavemente a su hija que de apoco fue abriendo los ojos. La niña se levantó, bostezó y se tocó el piyamita empapado.

-Papá... as a tener que onerme ota opita... – Le dijo tranquilamente. Draco suspiró. Esto era más difícil de lo que pensaba. La acostó en la cama y se dirigió al cuarto de ella. Encontró un pantaloncito verde manzana y una camisita blanca y sonriendo se encaminó a su cuarto. Allí, desvistió a su hija y la metió en la bañadera. Tuvo bastantes problemas con eso, porque se mojó mas él que ella.

A su hija se le ocurrió "bañar a papi" y juntando mucho agua en un jarrito se le tiró por la cabeza dejando al rubio mojado hasta la columna vertebral. Luego de decirle que "papi se baña solo", la sacó del agua y la secó con una toalla. Luego la puso en la cama y para la sorpresa del hombre, la niña le dijo que faltaba la ropa interior. ¿Cómo puede ser que una cosita tan chiquita use ropa interior? Se decía al mismo tiempo que buscaba sin éxito algún corpiño(sostén) para la niña. De repente se dio vuelta y encontró a su hija agarrando una prenda semejante a las de su madre pero muchísimo más chiquita.

-Ya encontré opa interior... ¿papi que buca? – Draco cerró el cajón de golpe agarrándose un dedo. Con la mano adolorida, siguió a su hija, y para su sorpresa vió que ella se vestía sola.

Luego de vestirse él, pensó que haría. No quería pedir ayuda, pero si no lo hacía su hijita se quedaría sola... y no podía dejar sola en casa a una niña de casi dos años... y menos conociendo a Beth, que era capaz de explotar la casa...

Por lo tanto, lo mejor que se le ocurrió fue llevarla a su trabajo...

Si, mi secretaria sabrá que hacer...

Y contento con su idea, puso a Beth en la chimenea y tomándola bien fuerte de la mano dijo:

-Empresa Malfoy S.A-

Y desapareció.