Hola! Siento haberos hecho tanto esperar, pero con el castigo encima... me cuesta mucho escribir... creo que conseguiré que me quiten el castigo los viernes :P a ver si vienen tiempos mejores... me voy q ya empiezo a hablr raro. Disfrutarlo.
Sara Meliss: Jajaja, aquí actualicé como pediste. Espero que te guste, besos.
Algida: siento haberte hecho esperar... sorry...
Joanne Distte: gasias, con 15 añinos y aun con faltas de ortografía...sorry. No te pude contestar al e-mail aún, perdón TT. Espero poder actualizar la próxima vez más rápido.
Safrie: me encanta ver que hay gente nueva que lee el fic :D Si tardé demasiado... es que estando castigada... en fin, que no tengo escusa, lo siento... tranqui que ni se me ocurriría dejar un fic sin acabar.
Amsp: jejejeeeee... no creas que acabará pronto... bueno, en realidad no lo se, pero tengo muchos cabos por atar, a Michelle la tendré que liar con alguien... y a Fred y George también. Tranqui, nada de tríos.. ajajja taluego!
Cris: ala! Ya actualice! La otra historia espero no tardar en actualizar... pero con esto espero que te relajes un poko en el pasillo con lo de q continue (jejeje, sabes q es coña ;P)
Ultimate spider: hola! No se porq me hace tanta ilusión recibir rr tuyos! Muchas gracias.. espero que este no te desilusione... hasta pronto.
9.Cap. Fiesta
-Señor Weasley, tranquilícese. –dijo con voz grave Dumbledore.
Fred estaba de pie frente a George y le había gritado unas cuantas cosas nada agradables.
-¿Cómo quiere que me tranquilice? –casi le gritó, pero se sentó fulminando con la mirada a su gemelo.
-Todo lo que a ocurrido no ha sido por voluntad de su hermano. Por equivocación, tomó una poción que transformó su género. Si se lo hubiera contado a alguien, habría quedado para siempre en ese aspecto. Era demasiado arriesgado. Y no solo eso, intentó hacérselo saber de manera indirecta. El señor Weasley no lo sabía pero también era demasiado peligroso, así que tras algunos intentos, les lancé un hechizo aturdidor.
-Ya. –dijo secamente. -¿Y cuanta gente lo sabía? Lo sabía usted, ¿Quién más lo sabía?
-Michelle me vio transformarme. Ella lo sabía todo.
Ese fue un duro golpe para Fred, saber de repente que no sólo había estado fuera de la vida de su hermano durante un mes, pero que una mujer había estado de lleno en ella.
-¿Sabes qué? –le dijo fríamente mirándole de arriba abajo con desprecio. –es muy difícil cabrearse con tigo si vas vestido de tía...
Dumbledore empezó a llorar de la risa con George. La falda enseñaba las robustas piernas, para nada femeninas, llenas de pelos pelirrojos rizados, y en el pecho había una abultación que era el sujetador vacío.
Con un movimiento de varita por parte de Dumbledore, el contenido del baúl de George volvió a ser el de siempre, y también la ropa que llevaba.
-¿Cómo lo ha hecho? Es que yo por las mañanas estoy un poco espeso y me cuesta vestirme...
-¡No! –dijo Fred mordiéndose el labio inferior. -¡Puff! Como te envidio. ¡No sabía que Alicia usara tanga!
-Y eso que no viste el conjunto de escobas. –George cerró los ojos mordiéndose también el labio. –pero la que tiene mejor cuerpo es Rachel.
-Tomo nota –dijo golosamente Fred.
-No, ni la mires. Rachel es del estilo de enamorarse. No entiende lo de amigos con derecho a roce ni lo rollos. La harías daño y ya le he cogido cariño.
-Bah. –le reprochó Fred con mal humor. -¿Y Clara y Michelle?
-Michelle es muy normalita, y Clara... ¿Te acuerdas de la minifalda rosa que llevaba en la fiesta de Hogsmeade? ¿No estaba mal, verdad? Pues en bragas se lo he mirado tanto cuando no estaba Michelle que no sé que habrá pensado. Por cierto, ¿qué hacemos en los jardines? Se suponía que volvíamos a la habitación.
-No, nos vamos a la casa de los gritos: te hemos preparado una fiesta sorpresa.
-Menos mal que era sorpresa.
-Ya ves.
Fred tocó el nudo y el árbol dejó de sacudir las ramas. Caminaron por el pasadizo hasta la sala. Había sido mejorada y parecía un lugar tétrico perfecto para una fiesta de Halloween. A nadie le importó que ya hubiera pasado el día y dejaron a un lado la decoración.
-¡¡¡SORPRESA!
-¡Cerveza de mantequilla! –gritó George pasando literalmente de la gente. –Era coña, ¡venga un abrazo, Lee!
-¡Ya se te echaba de menos y todo, George! ¡A Fred le faltaba chispa! –dijo Alicia tras abrazarle chasqueando los dedos.
-¡A mí no me falta nada! Cuando quieras te lo demuestro. –le dijo Fred al oído aunque todo el mundo lo pudo oír. Alicia puso los ojos en blanco y se apartó.
-A partir de ahora me mantendré alejado de tus pociones. –Le informó George a Michelle con una sonrisa. –Por cierto, ¿sabes que soy George, no?
-Ya te pedí perdón por eso, ¿Qué más quieres? –Michelle rebuscó en sus bolsillos y encontró. –Toma, una rana medio empezada. Quédate con el cromo.
-¿Cuándo les contarás a las chicas lo mío? Ya sabes, lo de que estuvieron un mes...
-Sí, si, si, ya se de qué hablas. ¿Es que corre prisa? Me van a matar por no haberselo dicho antes... se lo diré mañana.
-Cuando quieras. A mí me da igual, como si se entera todo el colegio.
-Dale tiempo al tiempo.
15 botellas más tarde...
-Con esos ojitos, tio, con esos ojitos, tio, con esos ojitos. –musitaba Michelle mirando desde la otra punta a George.
-¿Hum? –preguntó Jack Tomphson, un chico que le había perseguido durante toda la noche y que en ese momento estaba sentado junto a ella contando y besando las botellas que había alrededor (uno, dos, tres... yo a ti ya te había visto, amiga mía, vuelve a la cola)
-Ojitos azules bonitos... –Michelle ni siquiera se enteraba de que estaba hablando lo que pensaba.
-¿Telarañas? ¿Dónde? –Jack estaba a otras.
-Culito hermoso
-...si, pero no es seguro... uno no se puede fiar de el hombre del tiempo...
-griiii essos pectorales
-...y yo le dije que pa Expelliarmo su madre...
-esas pieeeernecitas tan monas...
-...pero la metamorfosis es una pijada...
-me encantan los pelirrojos...
-el azul y el amarrillo crean una sensación de bienestar mental muy interesante..
-¿Y si me lanzo?
-Mayormente...
-Venga va. –Michelle se intentó levantar, pero las náuseas y el dolor de cabeza volvieron con una intensidad tan grande que por un momento pensó que le habían dado un martillazo en la frente.
-¡¡Michelle! –Rachel se acercó a ella y la sentó en el sillón dejando a Jack hablando sobre la fotosíntesis a una estantería. –Esto se te pasará. Tranquila.
-No, Rachel, se acabó, voy a lanzarme. –le dijo con los ojos medio abiertos y cara de sufrimiento. –Tengo que decírselo.
-¿De que hablas? –la obligó a volver a sentarse en el sillón donde la chica se resistió un cacho.
-¡De George!
-No es el mejor momento, ni estás en las mejores condiciones.
-Está decidido, ayúdame a levantarme, voy y se lo dirrrré... –Michelle se acercó peligrosamente a George. –Mira George, tengo que decirte una cosa muy importante, ¿eh? Ya lo he consultado con el tarot, la almohada y la sopa y dicen que me lance así que yo, me lanzo, porque si me lo dice el tarot, pues mira, yo, desconfío, si me lo dice la almohada, me lo pienso, pero si me lo dice la sopa, una riiiiica sopa de fideitos con un diente de ajo, avecrem, colorante alimenticio, sal, agua, y un chorritín de aceite... pos yo voy a saco.
-¡¡Michelle! –dijo clara acercándose corriendo. Tienes que venir, es tu hermana, está muy mal.
Michelle estaba enfadada y ofendida con su hermana por lo que había hecho, pero dudó antes de aceptar a ir a verla.
No estaba en estado de animar a alguien, y menos de aguantar quejas, y las escaleras de los siete pisos se le hacia interminables, por suerte, George se ofreció a acompañarla hasta el cuadro de la señora gorda pasando por algunos atajos haciendo el camino mas rápido.
Dando tumbos entró en la sala común y vio a su hermana con un camisón semi trasparente, el pelo sucio y el rimel corrido de haber llorado apretaba en la mano algo con tanta fuerza que tenía los nudillos blancos.
Se sentó a su lado y ladeando la cabeza (mas bien la cabeza se ladeó sola) la escuchó.
-Michelle, menos mal que has venido. –dijo llorando de nuevo y abrazándola. –No sabes lo que me ha pasado. En la fiesta de hoy... en seguida me he encontrado a dos que me hacían caso... me los lleve a la habitación y.. cuando acabamos me quede dormida. Me desperté al poco... es horrible, no sabes lo que tenía al lado de la cama.
Michelle se estaba enterando a medias aun a sus esfuerzos.
-¿El qué?
-Había esto. –Penélope le pasó todo lo que tenía en la mano apartando la mirada para no tener que verlo otra vez.
