Sin Rastro
Por: Meiko Akiyama
Capítulo 5: "La Estrategia"
-¿Dónde rayos está mi padre? ¿Dónde está?-
Un silencio prolongado les hizo sentir a los dos jóvenes que algo no andaba bien. El muchacho encaró al anciano, que les miraba de manera compasiva.
-¿Te he preguntado dónde demonios está mi padre?-
-Lo siento… pero…-
-¡No lo digas! ¡Maldita sea, no lo digas! ¡Mi padre no puede haber muerto! ¡No puede!- la jovencita se limitó a mirar cómo su acompañante perdía el control por completo. El chico estampó su puño contra el escritorio y con rabia lanzó todo lo que encontró a su paso al piso, destruyéndolo. Ella miró con sus ojos pardos la imagen del descontrolado joven. Más allá de su furia incontrolada y de aquellas frases de venganza que murmuraba; se escondía un profundo y amargo dolor, ella podía sentirlo.
-Lo siento, Sesshômaru…- murmuró casi para sí. Pero esperaba que llegara hasta el corazón de él.
Sin hacerle mucho caso a sus recuerdos, Rin se zambulló en la alberca de Sesshômaru. Con las recientes noticias, era casi inevitable que recuerdos como ése la asaltaran. Ella pensaba que ese pasado había quedado atrás hacía mucho. La sola idea que Naraku estuviera cerca le helaba la sangre a ella, y alimentaba los deseos de venganza de Sesshômaru. Había olvidado el día que él juró venganza. La desaparición de Naraku hizo calmar aquellos planes. Pero ahora que éste parecía haber vuelto. ¿Qué quería aquel hombre? Había pasado diez largos años, quizás un poco más, pero jamás olvidaría su rostro. Y aquella voz macabra, que apareció en sus pesadillas por un año entero.
-No pensaba que vendrías a bañarte tan temprano…- escuchó la inconfundible voz de Sesshômaru detrás de ella. Se volteó. Él también llevaba puesto un bañador, al parecer sus intenciones eran las mismas. Tenía su pecho al descubierto, dejando ver una cicatriz justo en el bajo vientre. Primera vez que lo tenía tan cerca y no miraba su rostro, esta vez se dedicó a ver aquella cicatriz. "Malditos recuerdos…" pensó. Extendió su mano hasta la cicatriz y la recorrió con la yema de sus dedos. Sintió estremecerse el cuerpo de Sesshômaru. Rin cerró sus ojos, sentía su mirada nublada.
-Hacía mucho que no pensaba en ésta cicatriz…- dijo, con la vista fija en el suelo.
-No la ves todos los días- al parecer él trató de decirlo en un tono sarcástico, pero la chica no pareció darse cuenta. Seguía con la mirada baja y sin pronunciar palabra. Lanzó un suspiro de fastidio. Detestaba cuando alguna mujer se le ponía sentimental, él jamás sabía qué decir y la experiencia le decía que mejor se quedaba callado o empeoraba las cosas.
-Tuve tanto miedo cuando te la hiciste. Sólo veía sangre y sangre… parecía que se iba a salir el alma por aquella herida…- admitió la joven, se inclinó un poco, hasta que su frente tocara el pecho al descubierto de su Sesshômaru. "Mi Sesshômaru" sonrió para mí "temo tanto por ti… y por Yasha".
Se quedó estático. Muchas mujeres se le acercaban y clamaban por una caricia o un beso suyo; sobre todo las que conocían su puesto en la organización. Se llenaban la boca diciendo que habían tenido una aventura con "el jefe". Pero ninguna de ellas le turbaba tanto como Rin. Cuando ella se le acercaba, nunca sabía exactamente qué hacer. Quizás porque a Rin la vio crecer desde pequeña y siempre estuvo junto a él. Contuvo la respiración y cuidadosamente la tomó por los hombros, haciendo que el mirara.
-Me voy a vengar- él observó cómo una silenciosa lágrima resbalaba por su mejilla y negó con firmeza- y no Rin, no me va a matar. Antes era un niño, ahora estoy preparado para lo que venga. No por nada llevo diez años tramando ésta venganza. Además, no es bueno que te preocupes por mí, no pierdas el tiempo-
Sin dejarle tiempo a una respuesta, Sesshômaru siguió de largo y se sumergió en la alberca. Rin continuó mirándole por varios minutos. Llevó su mirada a sus propias manos, que momentos antes estaban tocando aquella cicatriz. Aún podía ver la sangre de Sesshômaru en sus manos. Aquella vez se asustó muchísimo en verdad. Pensaba que Sesshômaru moriría desangrado. "Cuídate" susurró mientras tomaba una toalla y se envolvía en ella, saliendo de la alberca. Sabía que en estos casos, lo mejor era dejar a Sesshômaru solo. Lanzó un enorme suspiro cuando llegó a su "habitación". Siempre que pasaba una noche en casa de Sesshômaru, éste tenía destinada una habitación para ella. Era casi como su segundo hogar. Al secar su cuerpo se tendió en la cama. Tenía una pesadez que le atormentaba el pecho. Sentía unas ganas inmensas de llorar, pero no estaba segura exactamente por qué. "Se aproximan tiempos muy difíciles" presintió. No le gustaba cuando se apoderaban de ella esos presentimientos. Los detestaba por sobre todas las cosas. Casi siempre tenía razón y lo odiaba.
-Me llamo Kagome-
Evocaba la voz de aquella joven con demasiada frecuencia aquel día. Era casi una frecuencia desesperada. ¿Por qué? De por sí quedó lo suficientemente impactado al descubrir que era ella la dueña de aquel gato que llegó a parar a sus manos.
Kagome le demostró que muchas veces la primera impresión no era la correcta. La chica que le abrió ayer la puerta no se parecía en nada a la "loca desquiciada" que le agredió "¡Y dos veces!" en la discoteca. Ayer era tan sólo una amable chica quien le estaba agradecida por devolverle a su mascota. Debía admitir que lucía muy linda mientras proporcionaba mimos a su mascota extraviada. Le hablaba al gatito como si se tratase de un hermanito menor.
Quizás hubiera sido un buen detalle pedirle su número telefónico o invitarla a tomar un café. "Pero Yasha ¿acaso mis consejos entran en oídos sordos?" serían las palabras de Miroku si escuchara su relato. Terminaría burlándose de él. Prefería hablar con alguien más del asunto. Pasó por casa de Rin sin que nadie le atendiera. Sólo significaba que ella ha pasado la noche en casa de su hermano. ¿Con quién hablar, entonces? ¿Sango? Negó levemente. La chica era lo más cercano a una "amiga" de verdad, pero no le agradaba molestarla por un asunto tan tonto.
-…te agradezco que lo hayas traído, Buyo significa mucho para mí…-
Nuevamente, las palabras de la joven se apoderaron de él. Recordó especialmente aquella sonrisa que le dedicó. Casi nadie le había dedicado una sonrisa así, de agradecimiento sincero. Cuando eres un ladrón no hay mucha gente que desee agradecerte por algo que hayas hecho. Es por eso que recibir aquella hermosa sonrisa le hizo sentir que había hecho algo bueno, para variar. Sintió como si realmente hubiera valido la pena caminar unas diez cuadras tan sólo para llegar aquel gatito a su hogar. A pesar que su recompensa fuera una sonrisa de agradecimiento en vez de joyas y dinero; quizás valía la pena también.
"Quizás sí he debido seguir las estrategias de ese pervertido" pensó esbozando una sonrisa "habría sido lindo invitarla a salir".
'Comprar alimento para Kirara'. Sango anotó ese pendiente con un plumón azul en un pequeño tablero blanco que colgaba de la pared de su cocina. A veces acostumbraba a olvidar sus pendientes cuando iba de compras, de modo que antes de salir siempre revisaba aquel pequeño tablero; era casi como su segunda Biblia. Casi todo lo importante estaba anotado allí. Arriba del memo para el alimento de Kirara, se encontraba escrito en letra clara: 'Reunión con Sesshômaru a las tres'.
-Espero no olvidarlo- murmuró mientras vaciaba una caja de cereal en un plato, para luego vaciarle leche encima. Y para terminar, una cucharadita de miel.
Le encantaba la miel. De pequeña solía untarle miel a casi todo su desayuno. En especial al pan y al cereal. Su madre tan sólo sonreía divertida y su padre solía decir que se endulzaría demasiado. Ella incluso le inculcó aquella costumbre de Kirara. Ahora, su gatita sólo tomaba leche si ésta contenía al menos una cucharada de miel.
"Esa gata es más exigente que nosotros" solía decir Yasha cada vez que la veía exigir su ración de miel.
"La tienes muy malcriada mi preciosa Sango" era la frase de Miroku. Pero ella prestaba aún menos atención a su crítica por el tono que utilizaba para decir 'mi preciosa Sango'. Jamás ha podido llevarse bien con él a causa de su actitud.
Pero a ella no le importaba si Kirara estuviera malcriada o consentida. La gatita ha sido siempre su mayor compañía, Kirara hace que nunca se sienta sola. Le escucha con atención cuando tiene ganas de reír, llorar o gritar. Siempre está allí cuando se siente triste. Quizás jamás se comunica directamente con ella, pero sabe que entre ambas hay una conexión especial. Fue la mascota de la familia desde que tiene memoria. Luego, cuando su padre decidió retirarse; le dejó a Kirara a ella y su hermano. "Les hará compañía".
Ahora, se encontraban tan sólo ella y la gatita. ¡Cómo pasaba el tiempo! Su padre se encontraba retirado en la tranquila isla de Hokkaido y su hermano… hacía mucho que no sabía de su hermano Kohaku. Un día se fue, alegando que aquella vida no era lo que deseaba.
-Entiendo que quieras buscar tu propio camino, pero quiero que tengas claro una cosa: mi puerta siempre estará abierta para ti-
-Sé que alejarme me hará bien hermana, me ayudará a encontrarme a mí mismo-
-¿Tendré noticias tuyas al menos?-
-No lo sé hermana, no lo sé-
Aquel "no lo sé" fueron las últimas palabras que escuchó de su hermano. El chico simplemente echó su maleta al hombro, se subió a un tren y se fue. Habría podido retenerlo, era un niño después de todo. ¿Qué madurez tendría entonces? Han pasado tres años ya, tendría casi diecisiete años.
"No trates nunca de atar a Kohaku, él es un espíritu libre y rebelde" Siguiendo aquellas palabras de su padre, ella dejó ir libre a su hermano. A que encontrara su camino. Pensó que quizás terminaría quedándose en Hokkaido con su padre. Fue a visitarlo en una ocasión, pero fue lo último que supo de él.
El sonido del teléfono y un maullido de Kirara le hizo ponerse en pie y abandonar su plato de cereal. Corrió con rapidez, pensando que tal vez se tratara de Miroku o quizás Sesshômaru, para asegurar su presencia en la reunión de hoy.
-Hola Sango- escuchó la voz de un desconocido joven.
-Hola ¿Quién habla?- preguntó confusa. ¿Qué chico podría tener su número telefónico y además reconocer su voz? No había estado borracha la noche de la discoteca, lo que significaba que no había dado su número a nadie.
-He vuelto a la ciudad…- aquella frase le hizo emitir un grito ahogado a la chica, al parecer reconociendo a su interlocutor.
¿Cómo era que había terminado allí? Había pensado mucho durante esa mañana. Se ha encontrado con Kagome, a quien jamás pensaba ver nunca más y mucho menos conocerla. Y la "milagrosa", por llamarla de alguna manera, aparición de un gatito la condujo directamente hasta ella. De no haber sido por Buyo, habrían sido prácticamente nulas las probabilidades de volverla a ver. ¿Qué había ocurrido? Un empujoncito del destino o tal vez una casualidad favorable.
Eso le hizo pensar que para acercarse o conocer a aquella otra chica, también necesitara otro empujoncito. Claro que en éste caso, sería él quien lo propiciara.
Era por esta razón que se encontraba frente aquel instituto. Donde Kirara había escapado semanas antes, donde había visto a aquella chica por primera vez. Necesitaba verla. Por lo menos mirarla una vez más, cuando mucho conocer su nombre. ¿Qué era esto? ¿Una obsesión? ¿Un verdadero interés? No estaba seguro, pero tenía que averiguarlo hoy.
Ya llevaba esperando casi una hora. "¿Qué acaso estos chicos nunca salen del colegio?" pensó con desesperación. Suspiró con tristeza. ¿Hacía cuánto que él desconocía lo que era un colegio? Hacía varios años. Fue un alumno destacado, puesto que le encantaba aprender. Aparte de la ausencia de su madre, alejarse de la escuela fue uno de los peores cambios al mudarse. Su hermano le tenía estrictamente prohibido matricularse en cualquier tipo de estudios, fueran los que fueran. Entonces tuvo que suplirse son libros didácticos y novelas que devoraba en un dos por tres. Tenía un pequeño despacho en su apartamento donde guardaba todos sus libros, siempre que estaba solo en casa se dedicaba a leer. Aquello le distraía y alejaba de los problemas.
Miró nuevamente su reloj. Miroku estaría esperando en la cafetería muy pronto. No quería levantar sospechas. ¿Qué hacer? Pronto se estarían dedicando a su nueva misión y seguramente no tendría tanto tiempo. ¿Cuándo podría intentar venir aquí otra vez? Finalmente, escuchó el murmullo de lo que parecía ser un grupo de estudiantes. Suspiró de alivio. Ahora sólo tenía la esperanza que aquella chica no tardara mucho en salir. Vio salir a varios, unos animados y sonrientes, tal vez felices que ese día de clases acabara. Otros iban serios, como si tuvieran aún mucha tarea pendiente. Muchos rostros femeninos, y varios muy bonitos. Pero ninguna era a quien esperaba ver. ¿Dónde estaba ella? ¿Acaso no había ido ese día al colegio? ¿Por qué?
-¡Lo siento no puedo salir hoy! Debo llegar temprano a casa…- un tono de voz muy característico. Yasha sintió como si su corazón diera un vuelco abrupto. Esa voz la había escuchado apenas ayer y aún podía evocarla claramente. ¿Acaso se trataba de ella?
Cuando la vio salir por la puerta principal, rodeada de tres amigas, comprobó que sí se trataba de ella. Era Kagome. ¿Kagome otra vez? Sí, y ya empezaba a creer que eran demasiadas casualidades. Iba sonriente y aquel uniforme escolar le daba un semblante más serio que el cual recordaba. Sin embargo, su sonrisa seguía siendo la misma. ¿Se acercaría? No, aquellas chiquillas seguramente le asaltarían con preguntas. Pero cuando ella adelantó su paso y se alejó del trío, encontró el momento propicio.
Sigilosamente se acercó hasta ella y la tomó por el hombro, buscando llamar su atención. Lo siguiente que sintió fue un duro golpe en la mejilla izquierda. ¿Acaso ella siempre lo recibiría con golpes?
-¡A ver si así aprende a no ser…!- Kagome permaneció estática al reconocer a su "agresor", se llevó la mano a la frente y sintió cómo sus mejillas ardían de vergüenza- ¿Yasha? ¡No sabes cuánto lo siento! ¡De verdad! ¡Pensé que eras un…!
-¿Un pervertido acosador?- dijo mientras se reincorporaba, aún mantenía la mano en la mejilla afectada- no te preocupes, tienden a confundirme con uno.
-De verdad lo siento- ella se sintió más avergonzada aún cuando él hizo referencia al suceso en la discoteca- es sólo que no me esperaba que fueras tú. De cualquier forma, ¿qué hacías en mi escuela?-
-Yo sólo- tomó aire. Ni siquiera sabía exactamente cómo explicarle por qué se encontraba allí. Pero más vale que se apurara o de lo contrario Kagome sí que pensaría que era un pervertido acosador- esperaba a alguien. Pero al parecer no se presentó a clases…-
-Ya veo- afortunadamente, la chica pareció creerle.
-¡Oye Yasha, ya veo por qué te retrasabas tanto!- el joven creyó congelarse al reconocer la voz de Miroku. Volteó en dirección a la voz y, efectivamente, allí estaba él saludándole animadamente desde el auto- no te culpo, pareces estar en compañía muy agradable-
-¿Quién es él?- preguntó Kagome instintivamente.
-Es un… es sólo un amigo…- suspiró Yasha. Frunció el ceño. Era extraño, era la primera vez que llamaba "amigo" a Miroku en voz alta.
-¡Vamos Yasha, no seas maleducado! ¡Preséntame con la señorita!- de un salto, Miroku descendió del vehículo y en menos de tres segundos ya estaba besando la mano de una muy sorprendida Kagome- Miroku a su servicio, señorita.
-Mi nombre es Kagome- balbuceó la chica roja de la pena. Al parecer no estaba acostumbraba a los gestos de un casanova como Miroku.
-Un muy lindo nombre…- una vez más, Yasha agradeció no haber pronunciado esa frase antes. Kagome sí que hubiera pensado que era igual a Miroku.
-Gracias- ella bajó la mirada, aún sonrojada. Yasha la contempló unos instantes. Sí lucía bonita en aquella situación. ¿Cómo lograba Miroku esas reacciones en las mujeres?
-¿Se puede saber qué haces aquí Miroku?- preguntó Yasha, tratando de desviar la atención que su compañero brindaba a Kagome.
-Oh, es que hubo cambio de planes. Debemos ir directamente con tu hermano- Miroku puso un semblante más serio, quizás tratando de indicarle que era urgente su presencia.
-Entonces debemos irnos ¿no?- antes que Yasha pudiera encaminarse al auto, Miroku le cortó el paso.
-¿Qué?- Miroku miró de reojo a Kagome. Yasha frunció el ceño. ¿Qué intentaba decirle?
-No creo que sea conveniente dejar a tu amiga caminar sola a su casa ¿no te parece, Yasha?- le sonrió Miroku maliciosamente.
-Oh, no… no es ningún problema- intervino Kagome casi al instante- después de todo camino siempre sola a casa…-
-Sería una total falta de consideración…- de un empujón, Miroku provocó que Yasha quedara frente a Kagome. Antes que el joven pudiera objetar, Miroku ya se hallaba dentro del auto- ¡No te preocupes, yo te excuso con tu hermano! ¡Sólo trata de no demorar mucho!
El ruido del motor impidió que Yasha pudiera insultarle abiertamente. ¡Le había dejado con Kagome y una promesa de acompañarla a casa! ¿Quién se creía? Ya se desquitará a su debido tiempo. Maldito Miroku, mascullaba incesantemente.
-Aún puedes alcanzarlo, hay un semáforo a la vuelta- dijo Kagome sonriente- en serio no tienes que acompañarme a casa-
Desvió su mirada hacia la chica. La miró detenidamente. Casi sin darse cuenta, a su mente llegaron las imágenes del día anterior. Sus palabras, su dulce voz y su sonrisa de agradecimiento. Miroku ya le había dejado sin medio de transporte. ¿Qué más daba?
-No- dijo mientras la invitaba a seguirle- te acompaño hasta tu casa. Después de todo no está tan lejos de aquí…-
-Gracias…- a Kagome le tomó unos minutos reaccionar y seguir el paso del joven.
Ninguno de los dos habló durante gran parte del recorrido. Kagome le lanzaba miradas fugaces de vez en cuando. El chico no era feo, a decir verdad, era bastante apuesto. Pero había algo más en él que le llamaba la atención. Era cierto aire de misterio que lo envolvía. Esa mirada fría que parecía más una manera de decir "aléjate". Como si no quisiera socializar con nadie en particular. Suspiró levemente. ¿Desde cuándo ella analizaba a la gente por una sola mirada? Desde siempre. Una de las pocas cosas que aprendió del trabajo de su padre es que una acción vale por más de mil palabras. No importa que interrogues a alguien sobre su vida y ésta te esté mintiendo totalmente, si logras observar sus gestos, sabrás si está siendo honesto o no.
Yasha hacía todo lo posible para no mirarla. Se le erizaba la piel cada vez que la chica le miraba de reojo. Era casi como si le estuviera analizando. Era como si Kagome quisiera leer sus pensamientos. Él lo único que hacía era preguntarse cómo rayos había terminado allí. ¿Por qué había aceptado acompañarla, en primer lugar? Ella misma propuso irse sola. ¿Por qué decidió llevarle la contraria? ¿Por qué?
-Dime… ¿cómo está Buyo?- el incómodo silencio era más de lo que podía soportar. Y el único tema de conversación que se le ocurrió fue preguntar por el gato. ¿De qué otra cosa más podían hablar ellos?
-Oh, se encuentra muy bien- sonrió Kagome, quitando algo de tensión- a decir verdad creo que ni siquiera había notado que estaba perdido. A veces es un gato muy desconsiderado. Pero le quiero muchísimo…-
-Lo imagino se ve que lo tienes muy consentido-
-Lo tenemos consentido. En realidad es de mi hermana y mío- admitió ella.
-¿Tienes una hermana?- a él le desagradaba hacer preguntas acerca de la vida de las personas, pero realmente necesitaba encontrar un tema de conversación que no se centrara en la mascota de la chica.
-En realidad somos tres: mi hermana, mi hermanito y yo- dijo ella mientras mostraba tres dedos de la mano- mi hermana y yo somos mellizas. Sota tiene diez…-
-Entonces eres la mayor…- se sentía casi como un idiota ante este comentario. La dificultad para encontrar frases le recordó cuán alejado de la vida social se encontraba.
-En realidad el trabajo es compartido con mi hermana- Kagome esbozó una sonrisa al recordar a ambas reprendiendo cada que debían a Sota. Luego se volteó hasta su acompañante- y por lo que pude escuchar tú también tienes un hermano-
-Sí… él es mayor que yo- comentó Yasha, carraspeando un poco. Kagome guardó silencio nuevamente. Él pareció incomodarse al nombrar a su hermano.
-¿Sabes? Yo nunca te había visto por aquí… digo, ésta es una gran ciudad- sacó su lengua divertida- pero nunca te vi cerca de la escuela ni nada ¿vives por aquí cerca?-
-Vivo en una colonia que queda un poco lejos. Pero generalmente paseo por este lado de la ciudad- no era del todo mentira. Era en el centro de la ciudad en donde se encontraban los bancos, museos y galerías; los lugares que frecuentaba para su trabajo, de modo que estaba por estos lares regularmente.
-¿Al Parque Oikawa?- la joven dio un saltito. El chico asintió, aunque realmente nunca hubiera ido a ese parque- ¡Yo solía ir de pequeña! Mi madre, mi hermana y yo la pasábamos muy bien, al menos los pocos recuerdos que tengo me hacen sentir muy feliz…
-Ya veo. Lo entiendo, los recuerdos de la infancia por lo general te hacen sentir muy feliz- sonrió Yasha, evocando los propios. Siempre que recordaba a su madre o a su niñez, no podía evitar sentirse muy feliz.
-¿No te gustaría ir algún día?- Kagome se llevó las manos a la boca. ¿Lo había dicho en voz alta, acaso?
-¿Eh?- Yasha no pudo evitar sonrojarse. ¿Kagome le estaba pidiendo una cita? Una vez los nervios hubieron pasado, recordó ciertas palabras de Rin: "tienes sólo diecisiete, vive Inu, vive". Era cierto, no llevaba una vida muy normal que digamos. Su 'trabajo' le impedía socializar demasiado. Aún no comprendía cómo Miroku podía tener dos o tres citas por semana sin que interfiriera con sus obligaciones. Él no era así. Él siempre trabajaba en la misión hasta decir no más. Hasta el cansancio. ¿Salir con amigos? ¿Con chicas? Nunca. Ahora Kagome, una chica que apenas acaba de conocer, le está dando la oportunidad de despejarse por una vez. Nunca nadie antes le había propuesto algo tan directamente. ¿Por qué no tomarlo?
-Lo siento, haz de pensar que soy una boba- Kagome bajó la mirada, interpretando una respuesta negativa. Abrió el portón de su casa y le hizo un gesto de despedida.
Yasha la observó caminar lentamente hacia su puerta y, por primera vez en su vida, sintió un sentimiento de vacío demasiado grande.
-¡Kagome!- instintivamente la chica dio media vuelta, un tanto sorprendida- ¿Te parece si voy el viernes por ti a la escuela?
Nuevamente una hermosa sonrisa pobló los labios de la chica. Asintió con suavidad y pronunció un "¡Nos vemos el viernes!" antes de cerrar la puerta tras de sí. Dio un pequeño saltito una vez dentro.
-¿Hermana? ¿Con quién hablabas?- de entre las sombras, surgió la silueta de Kykio. Ésta aún llevaba ropa de dormir y tenía el pelo enmarañado, signos que había estado en cama durante todo el día.
-¡Oh Kykio! ¿Recuerdas a Yasha, el chico del que te hablé?- Kagome casi no le dio tiempo de asentir puesto que abrió la cortina, señalando hacia la calle- me acompañó hoy a casa. ¡Y vamos a ir al parque el viernes!
-¿Eh?- Kykio se acercó a la ventana. Ya a lo lejos, se veía la silueta de un muchacho. Estaba de espaldas a ella y no podía ver su rostro. Sin embargo, la invadió una extraña sensación que lo había visto antes.
-¡Una hora tarde, hermanito!- Sesshômaru no le gritó con fiereza, como solía hacerlo, pero su voz sonaba muy enojada. Yasha bajó la cabeza, demasiado avergonzado. ¿Una hora? ¿Acaso el tiempo que pasó con Kagome fue tanto? Para él fueron unos minutos. ¿Por qué el tiempo pasó tan rápido para él?
-Sesshômaru…- Rin trató de calmarlo pero éste le hizo un gesto, haciendo que se callara.
-Espero que tengas una muy buena excusa para esto- insistió Sesshômaru, sin quitarle la vista de encima.
-Fue mi culpa, Sesshômaru- intervino Miroku- yo le pedí que me trajera unos planos que creí había olvidado. Fue una confusión mía, no le reprendas.
-Vaya… ¿Y por qué no has sido capaz de decir eso por tu propia boca, hermano?- al parecer, esto no ha disminuido mucho la ira de Sesshômaru.
-Si me hubieras dejado hablar desde un principio, en vez de estallar y reprenderme como siempre lo haces, quizás te hubieras ahorrado bastante saliva, Sesshômaru- internamente agradeciendo a Miroku por su oportuna mentira, Yasha reincorporó su actitud defensiva.
-¡Vuelves a dirigirte a mí de esa manera…!-
-¿Y qué, me echarás?-
-Tal vez tenga que hacerlo, jovencito- por primera vez desde que escuchaba aquella amenaza, Yasha contempló determinación en los ojos de Sesshômaru. Retrocedió un poco, algo sorprendido- y sabes que no será con boleto de regreso-
-Jamás te atreverías, soy uno de tus mejores elementos- inquirió el joven con la seguridad recuperada.
-¡Tú tampoco te arriesgues! ¡Sabes lo que hay para ti si te alejas de la protección de la organización!- exclamó Sesshômaru, dando un golpe en el escritorio y poniéndose en pie para encarar a su hermanito- de modo que tomas asiento y cierras tu boca de una maldita vez!
Fue más por el gesto de súplica que Rin hacía detrás de su hermano, y no tanto por la amenaza de él; que Yasha tomó asiento en silencio. Odiaba la actitud de su hermano. Detestaba que lo tratara como a alguien inferior. ¿Quién se creía? Algún día se desquitaría, algún día Sesshômaru escucharía todo lo que él tenía que decirle.
-¿Y bien Miroku? ¿Ya tienes tu estrategia?- la voz de Yakken se alzó, como para tratar de calmar la situación y desviar el tema hacia lo verdaderamente importante.
-Así es. Si me permite empezar…- Miroku carraspeó tres veces y se puso en pie de manera solemne, como si fuera a iniciar una ceremonia-… como la policía no es tan estúpida después de todo, será demasiado difícil utilizar la misma base para robar el Shikkon No Tama. Eso quiere decir que no robaremos la colección entrando al museo en la noche. La mercancía será robaba a la mañana siguiente…-
-¡Serás tonto! ¡El Señor Sesshômaru te ha dicho perfectamente que esa valiosa colección será retirada de la ciudad a la mañana siguiente de su exposición!- le reclamó Yakken.
-Precisamente Yakken- entonces Miroku extendió un papel durante todo el escritorio de Sesshômaru. Era un mapa que señalaba el museo y sus alrededores- el museo se localiza aquí. La agencia de camiones contratada queda al otro lado de la ciudad. Sango provocará un corto circuito en el sistema de tránsito lo cual atraerá un congestionamiento, impidiendo que el camión contratado llegue a tiempo al museo. Entonces entraremos nosotros en acción: necesitaremos hacer una réplica exacta del camión y llegar a la hora esperada al museo. Allí la mercancía caerá justo en nuestras manos. Para cuando llegue a oídos de la policía el gran tráfico provocado intencionalmente, que calculé será media hora después, habremos tenido el tiempo necesario para preparar la siguiente jugada.
-¿La siguiente jugada?- cada vez que Miroku daba una de sus estrategias, Rin podía especial atención.
-Fingiremos un robo- dijo Miroku claramente.
-¿Un robo?- Sesshômaru miró fijamente al muchacho- explícate mejor.
-Haremos que uno de nosotros vaya en una moto y finja robar la mercancía. Esa persona hará que la policía vaya tras ella, mientras que el resto robamos la verdadera mercancía. Para cuando la policía descubra la trampa, aquella colección estará muy lejos de su alcance. Debemos establecer papeles: quién manejará el camión, ésta persona deberá modificar ligeramente su apariencia para que nadie le reconozca y pueda dar cuenta a la policía.
-Yakken es el indicado para ese trabajo- concluyó Sesshômaru y nadie se atrevió a discutirle.
-Entonces yo me encargaré de provocar el tráfico- suspiró Sango, quien había estado muy callada durante la reunión. Pensar en el reencuentro con su hermana le tenía demasiado absorta en sí misma.
-Yasha irá en la moto…- continuó Sesshômaru, pero ésta vez una voz se alzó en protesta.
-¿Qué? ¡Debo ser yo quien esté allí para dar las órdenes al momento del robo!- exclamó Yasha, inconforme.
-Tu puesto en esta misión no está a discusión- dijo Sesshômaru con voz decidida- de modo que ve aprendiendo cómo manejar ágilmente una moto para que puedas escapar de esos policías. Miroku aún hay ciertos puntos en los que necesitamos afinar detalles, pero eso será en otra ocasión- les hizo un gesto a los tres muchachos para que se retiraran- y Sango, espero realmente que el día del robo se te haya quitado esa turbación o de lo contrario no nos servirás de mucho…-
La joven se sonrojó muchísimo. Había olvidado lo buen observador que era Sesshômaru. Ella asintió con cautela.
-No se preocupe, se me pasará muy pronto- dijo antes de cerrar la puerta tras de sí.
-Quieres que Yasha se encargue de la moto para que no esté realmente en la escena del crimen ¿no es así?- encaró Rin a Sesshômaru una vez estuvieron sólo los tres. Yakken tan sólo observaba el rostro de Sesshômaru. Lucía un tanto disgustado, detestaba que Rin intentara descubrir sus intenciones.
-Lo que mande a hacer a mi hermano es algo…-
-… que no me incumbe- terminó la chica con el mismo tono autoritario que utilizaba él- ¿no lo entiendes? No vas a poder evitar que se entere de Naraku. No vas a poder evitar que Naraku lo note. Y no evitarás que Naraku descubre que llevan la misma sangre. Por que sí Sesshômaru, aunque odies admitirlo, aunque intentes creer que no es así: Inu-Yasha y tú llevan la misma sangre. Y sí, merece que le diga "Inu", después de todo es a la familia a la cual pertenece- Rin respiró hondo y miró fijamente a los ojos a su interlocutor- es una lástima porque sabes que al aislarlo lo estás poniendo en peligro y finges que no te importa. Yo sé que te importa ponerlo en peligro, sé que te importa tu hermano ¿por qué es tan duro para ti reconocerlo?-
-No intentes adivinar mis sentimientos Rin. Nunca has podido y no vas a comenzar ahora. De modo que cuando no tengas más nada que decir, salvo discursos baratos, te aconsejo que dejes de meterte en mis asuntos- él le dio la espalda mientras buscaba un cigarrillo.
Rin le contempló sin poder creérselo. Después de todo lo que ella hacía por él. Se preocupaba, le brindaba atenciones y cuidados. ¿Cómo podía tratarla a ella de esa manera? ¿Acaso había tanta frialdad en su corazón? ¿Podía acaso haber tanta indiferencia en su corazón? Sintió su mirada desvanecerse en lágrimas, pero se contuvo. Tampoco le daría el gusto de verla derrumbarse. A él no. Sin embargo, sintió la compasiva mirada de Yakken sobre ella. Intentó sonreírle al hombre, pero no pudo. Cerró sus ojos y respiró hondo, tratando de contener el llanto.
-Está bien Sesshômaru, será como tú quieras. Tienes razón, después de todo, no soy nadie en tu familia… aunque me sienta parte de ella- la voz quebrada de Rin despareció tras el sonido de la puerta al cerrarse. Sesshômaru soltó el humo de su cigarrillo, pero a Yakken le pareció que a su vez lanzaba un suspiro de tristeza. ¿Sería su imaginación?
-No dormirá en casa esta noche- suspiró el joven, sin darle la cara a Yakken. Muy en el fondo sentía el dolor de Rin. Una parte recóndita de su corazón se rajó al escuchar su voz tan dolida. Quizás si hubiera estado frente a ella y visto su rostro bañado en lágrimas, le hubiera pedido que se detuviera. Que nunca lo demostraba, que nunca se lo decía; pero la consideraba su familia. Quizás más que a su hermano. Era por eso que le había dado la espalda. No podía voltearse, había sido mostrarse vulnerable. Débil. Y los tiempos que se avecinaban no estaban como para mostrar debilidades.
-¿Señor Sesshômaru?-
-Voy a matarlo Yakken. Voy a acabar con él de una vez por todas. Haré que pague la muerte de mi padre, la angustia de Rin y la soledad de todos estos años. Pagará con sangre… son su sangre. Naraku caerá por mis manos y nada ni nadie va a poder evitarlo…-
[ CONTINUARÁ ]
Notas de Autora:
¡Hola! Es el primer capítulo del año. Lo terminé para antes del día de reyes, de modo que pueden considerarlo su regalo. Espero que les haya gustado a los amantes del Inu x Kagome; ya los chicos tendrán una cita, de modo que no pueden quejarse ¿eh? Y aún no han visto nada entre esos dos.
¿Qué les pareció la estrategia de Miroku? En realidad me inventé el robo en unos minutos, espero que no haya quedado muy floja. Espero sugerencias prontito.
Me demoré un poco para este capítulo, pero creo que valió la pena porque la final me gustó más de lo que hubiera pensado. Ahora como ven, Sango se va a encontrar con su hermanito. ¿Qué habrá sido de la vida de Kohaku? Lo sabrán muy pronto. También cómo tomará Kouga las cosas cuando sepa que Kagome tiene una cita. Y en el siguiente capítulo finalmente la aparición de alguien a quien han estado nombrando tanto que le deben sonar los oídos: Naraku. De modo que prepárense. Porque será despiadado, cruel y… bueno, será justo como todos ustedes saben que es.
Este capítulo se lo dedico a mis soles: a Kaysa, tan sólo por ser ella y apoyarme cada vez que me embarco en un nuevo fanfic. A Rita: ¡Feliz día de Reyes! Vuelve pronto! A Kikis: por ser mi primocha del alma y hacerme reír siempre. Y la parte de Waffie va dedicada de lleno a mi linda Chibi: espero que te haya gustado y recuerda que te quiero mucho!
Para sugerencias, comentarios o contacto pueden usar estos dos correos: meiko@wings.distant-sky.org o a mei_akiyama@yahoo.com y recuerden que NO SPAM para esos mails por favor.
Hasta el siguiente capítulo,
Meiko.
