Sin Rastro
Por: Meiko Akiyama
Capítulo 8: "Nuestro Encuentro".
Tsubaki siempre se caracterizó por llevar una amplia vida social, era natural encontrarla rodeada de amigas y de chicos que deseaban obtener una cita con ella. Pero a pesar de encontrarse casi siempre en compañía, se consideraba una persona autosuficiente, que siempre cumplía todos los objetivos que se proponía por sus propios méritos. Y es por eso que odiaba tanto a Kykio.
Ella deseaba tanto ser la capitana del club de arquería, practicaba diariamente esperando que se le reconociera su esfuerzo. Y un día sorpresivamente Kykio cruzó la puerta del gimnasio y se inscribió en el club de arquería; a los pocos meses, ella ostentaba el puesto de capitana. Aquel fue el golpe más duro al ego de Tsubaki, quien usualmente no guardaba rencor u odios a nadie; pero todos los reservó para Kykio.
Es por eso que al entrar al gimnasio aquella mañana, sintió su estómago revolverse cuando contempló la silueta de Kykio, quien se encontraba practicando. "Maldita" pensó mientras cerraba su puño con gran fuerza. Lo que más detestaba de Kykio era su rostro, su "maldito" rostro. Era el mismo que utilizaba para hablar con su hermana, para recibir una buena calificación, al momento de ganar un concurso intercolegial, cuando recibía un comentario malintencionado por parte suya; siempre el mismo rostro. Era como si todo le diera exactamente lo mismo a Kykio.
-¿Practicando duro, Kykio-sempai?- preguntó sonriente. Le encantaba usar ese tono irónico en "sempai", aunque sería aún más divertido si a Kykio le molestara.
-Como todos los días- respondió Kykio sin voltearse a ella o quitar su vista del blanco.
-Pero que yo sepa aún no tenemos una competencia- Tsubaki se sentó en una banca, cruzando sus piernas con aire despreocupado- ¿Por qué practica tanto, Sempai?
-Para no perder la forma, supongo- justo entonces, ella soltó la flecha. A los pocos segundos se implantó justamente en el centro. Al contemplar esto, Tsubaki emitió una mueca de fastidio.
-No debería practicar tanto, sempai, quizás debiera dedicarse algo más de tiempo a usted ¿no cree?- suspiró Tsubaki, jugando con sus largos cabellos negros.
-Yo no soy como tú Tsubaki.- inquirió Kykio tomando otra flecha-. no soy popular con los chicos ni tampoco sé cómo mantener amigas-
-Los chicos son fáciles de manejar, sempai ¿no le parece?- rió divertida Tsubaki, mientras contemplaba la silueta de Kykio, de espaldas a ella, quien parecía no prestarle demasiada atención a la conversación.
-Nunca me he molestado en tratar de manejarlos- Kykio lanzó su otra flecha, que fue a incrustarse justo en el mismo lugar que la primera, destrozándola-.
-Debería alguna vez, como su hermana Kagome que trae loco a ese guapo chico asistente de su padre- Tsubaki se estremeció de pensar en Kouga. Ese muchacho siempre le llamó la atención, pero para variar, una "perfecta" Higurashi se metió en el camino.
-Kagome no ha hecho nada para que Kouga derrame miel por ella- espetó Kykio, tomando una tercera flecha y colocándose en posición.
-Digamos que es así, igual ella tiene su "encanto". Y usted también, sempai ¿acaso no hay ningún chico que le llame la atención? Está claro que en la escuela no, ese asunto sería comidilla pública. ¿Pero ningún chico lindo le gusta, sempai?- Tsubaki sonrió ampliamente, mientras la silueta de Kykio permanecía justo en la misma posición.
¿Un chico que le llame la atención? Kykio no está para pensar en chicos, no hay nadie con quien desee perder su tiempo. "A menos." por alguna razón, en su mente de dibujó el rostro de aquel joven desconocido. Sus facciones se quedaron grabadas en su mente, aquellos ojos tan penetrantes, que la miraban con tanta fijación.
Al momento de lanzar su tercera flecha, Kykio hizo un mal movimiento, provocando que ésta se desviara hasta llegar mucho más atrás del blanco, aterrizando en las gradas del gimnasio.
-¿Sempai?- Tsubaki se sorprendió muchísimo ante este incidente. "Si Kykio nunca se descuida, ni siquiera en las prácticas. ¿Acaso dije algo que llegó a incomodarla?" pensó ella mientras contemplaba la silueta de Kykio, sonrió ampliamente al descubrirla "oh, hay un chico".
-Estoy bien, tuve un calambre en la mano- se excusó mientras tomaba su arco y se dirigía hacia los casilleros del gimnasio. "¿Kykio excusándose? Esto empieza a ponerse bueno" al estar de espaldas, Kykio no pudo observar la sonrisa de triunfo que se dibujaba en el rostro de su compañera. Tsubaki se acercó hacia Kykio, quien parecía demasiado ocupada ordenando su casillero.
-Es mejor cuidarse esos calambres, sempai, no vayan a darle justo en el momento en que requiera su mano. ¿no lo cree?- Tsubaki estaba justo a su lado, hombro con hombro; puesto que sus casilleros quedaban uno junto al otro. Le sonrió ampliamente mientras introducía la combinación del candado.
-No tienes que decírmelo- Kykio cerró la puerta de su casillero con fuerza, como si estuviera molesta ante aquella conversación. Pero una vez más, su rostro no reflejaba incomodidad alguna.
-No con tanta fuerza sempai, el presupuesto de la escuela no es tan grande como para andar comprando casilleros nuevos- Tsubaki emitió una risa muy divertida, al parecer finalmente encontró el punto débil de Kykio.
Kykio levantó la mirada y la clavó en Tsubaki. Kykio no era estúpida, sabía perfectamente que Tsubaki quería su puesto y podría hacer cualquier cosa para conseguirlo. Siempre que veía esa sonrisa dibujada en su rostro tenía ganas de tirarle un escupitajo a esos labios siempre pintados de rosa.
-Mañana habrá práctica después de clases- dijo mientras le daba la espalda y empezaba a caminar hacia la puerta- avisa al resto del equipo, quien falte a las siguientes prácticas será suspendido del equipo de arquería.-
-¡Sí, sempai, confíe en mí!- le gritó Tsubaki a punto de estallar en risa antes que Kykio saliera del gimnasio. Una vez sola, Tsubaki dio un saltito de alegría, cual niña de diez años que acaba de obtener un juguete nuevo. ¿Acaso ha descubierto algo nuevo el día de hoy? Pues la idea que Kykio tuviera un amor secreto era demasiado divertida para ella.
-Al fin te tengo justo donde quiero, Kykio.- sonrió mientras cerraba su casillero y abandonaba el gimnasio, rumbo al templo de su familia. "Rezaré unas cuantas oraciones por ti, mi querida sempai." pensó son ironía, durante todo el camino a casa.
-Me dijeron que querías verme- Kagura miró a Naraku, quien parecía demasiado concentrado en su copa de vino como para mirarla a los ojos. Ella continuó observándole, Naraku a veces parecía absorto en su propio mundo y se desconectaba de todo a su alrededor.
-Es delicioso- dijo, refiriéndose al vino- y mientras pasan los años, su sabor incrementa- alzó la copa hacia la mujer, como convidándole- ¿no deseas un trago, mi Kagura?
Ella negó con firmeza. ¡Cuánto odiaba que le llamara "mi" Kagura! ¡Ella no era de nadie y mucho menos de un tipo como él! algún día esperaba cubrir su deuda con él y poder largarse de una buena vez. Detestaba la vida que llevaba, se sentía una basura. Se sentía prisionera en su propio cuerpo, ella deseaba ser libre como el viento, ir por allí adonde quisiera sin tener que rendirle cuentas a nadie ni estar atada a ningún sitio en particular. Miró por la ventana, los edificios, las personas. ella deseaba poder recorrer el mundo. ¡Pero no de esta manera! ¡No como una asesina a sueldo!
-No pienses tanto, Kagura, luego al final te llevarás una decepción- Naraku colocó la copa medio llena en la mesa junto a su silla-
-Lamentablemente mis pensamientos es lo único que no puedes controlar a tu voluntad- espetó Kagura, algo enojada por el comentario de Naraku.
-¿En verdad crees eso?- Naraku lo dijo en tal tono que hizo retroceder a Kagura, pero a los pocos segundos el hombre soltó una sonora carcajada- ¿Tantos años a mi servicio y ahora me temes, Kagura?-
-¿Ya puedes decirme para qué me mandaste llamar?- suspiró Kagura, otra de las cosas que odiaba de Naraku era los rodeos que daba al momento de encomendarle una "misión". Podía hablarle hasta del clima, pero jamás iba directamente al punto.
Sin pronunciar palabra, Naraku se puso de pie y con tranquilidad se dirigió hasta la mesita de centro. Tomó unos dos papeles pequeños que estaban a la vista y regresó junto a Kagura. Le entregó a ésta los papelitos. Kagura los examinó con cuidado, eran dos invitaciones para una exposición de arte. La mujer arqueó las cejas, sin comprender en qué se relacionaban esas invitaciones con su misión. ¿Acaso ahora Naraku se interesaba en culturizarla? No era posible ¿o sí?
-Tienes que ir a esa exposición- dijo Naraku, ya sin demasiados preámbulos- la dueña de esa gran colección las expondrá en esa única noche y la mañana siguiente su valiosa colección será sacada de la ciudad-.
-¿Puedo preguntar qué tiene esto que ver con Sesshômaru?- preguntó Kagura directamente, manteniéndole fija la mirada a su jefe.
-Me agrada tu valentía Kagura, me agrada- rió Naraku mientras la tomaba por la barbilla, acto que fue inmediatamente rechazado por la joven- te diré que esa exposición tiene todo que ver con Sesshômaru. Estoy casi seguro que ellos intentarán robar esa colección.
-¿Por qué tan seguro?-
-Mis fuentes me revelaron que hay alguien muy poderoso que desea esa colección y no hay nadie mejor que Sesshômaru para robarla. Es obvio que lo contrataron para ese trabajo- Naraku clavó la vista al techo, mientras se desplomaba tranquilamente sobre el sillón.
-¿Qué te hace pensar que asistirá?- Kagura a veces se sorprendía de cómo Naraku parecía estar demasiado seguro que las cosas saldrían tal y como él las tenía previstas.
-Conozco a Sesshômaru, Kagura. Irá para vigilar a Nanase Urasue y ver si habrá algún fallo en su plan para robar la colección. Quiero que lo vigiles de cerca, que me des sus puntos débiles. ¿Has vigilado a Kohaku?-
-No ha intentado verse con su hermana, que es la única pista a Sesshômaru- Kagura se encogió de hombros, restándose culpa.
-Cuando se vea con Sango, tú te encargarás de mantenerla vigilada. Y cuando se encuentre con Sesshômaru.- Naraku tomó a Kagura de un brazo y con fuerza la atrajo hacia él. Soltó sus cabellos, los cuales cayeron libremente sobre su espalda. Naraku sonrió-. entonces te encargarás de vigilarlo a él. confío en ti, mi Kagura.- y con otro movimiento rápido, posó sus labios sobre los de Kagura, quien por dentro se retorció de asco-. no me falles o conoces las consecuencias-.
-Sí, señor.-.
¡Por fin había tenido acceso a esos archivos! Tuvo que mover todas sus influencias y hacer gala de su labia para que le dejaran ver aquellos archivos. Eran de diez años atrás, de casos congelados por falta de evidencia. Pero durante estos días se la ha pasado uniendo pieza tras pieza. Llegó a la conclusión que esas pocas evidencias de los casos congelados tal vez tenían relación entre sí. Después de todo, Myôga Higurashi está en su puesto por su perseverancia y perspicacia.
El primer archivo a revisar era el de un robo realizado a un banco. ¿Evidencia? La policía pidió acceso al video de vigilancia del banco, sin embargo éste nunca fue encontrado. La única prueba que encontraron era una estatuilla de un perro, lo cual daba a entender que el Clan Inu estaba detrás del robo. Además se encontró una sola huella digital que no fue identificable en los archivos policiales, indicando que al menos uno de los criminales jamás ha sido encarcelado.
El segundo archivo a revisar fue el de la muerte de su esposa. Éste tenía un poco más de información: las cintas de las llamadas telefónicas hechas por los secuestradores, el papel que aún contenía la marca de la araña y una pistola encontrada en la entrada del edificio donde ocurrió la tragedia. Como el caso se cerró, nunca hicieron muchas pruebas con la pistola, ni siquiera comprobaron que tuviera huellas digitales. "¡Estúpidos!" pensó Myôga "si se hubieran fijado más en la pistola, quizás ahora el caso estaría resuelto".
-Hideki, ya sabes qué hacer- Myôga le pasó la pistola a su compañero, quien cuidadosamente empezó a examinarla en busca de huellas digitales.
-Insisto en que has debido traer a Kouga- comentó el hombre mientras trabajaba con la pistola- le habría encantado trabajar en estos archivos, ya sabes que él es partidario de reabrir casos que han quedado congelados por falta de evidencia. Muy persistente ese muchacho, sin duda es tu pupilo.-
-No este caso. Recuerda que al morir mi esposa también murió el padre de Kouga- comentó Myôga con tristeza, como si le pesaran los recuerdos-.
-Lo recuerdo.- Hideki también suspiró con aire melancólico-. pobre muchacho.-
-No quiero que se altere, aún no tiene temple para manejar el caso de un familiar. Aún no está listo- concluyó Myôga, pensando en Kouga, quien seguramente tendría un gran futuro en la agencia policial y por eso debía impedir que se enterara de éste caso. Quizás el deseo de venganza arruinara su carrera, aún era demasiado joven para lidiar con tantas emociones.
-Una huella digital- comentó Hideki con voz indiferente, como si ya estuviera preparado para encontrarla; tomó muestras y regresó la pistola a su compañero-. justo como dijiste, Myôga.
-Lo sabía. ahora el siguiente paso es revisar en el archivo si hay alguna huella que coincida con ésa- señaló Myôga la muestra tomada por Hideki.
Sin embargo, cuando Myôga ya estaba recogiendo sus cosas para irse, un presentimiento embargó a Hideki. Uno de esos presentimientos que nunca sabes de dónde vienen, pero te llegan con tal fuerza que es imposible ignorarlos. Extendió su mano hacia la muestra de huella tomada en el robo de aquel banco y la trajo justo al lado de la huella que acaba de encontrar en la pistola. "¡Bingo!" pensó mientras un escalofrío le recorría la espalda. Sus presentimientos casi nunca fallaban y éste no fue la excepción.
Hideki movió su cabeza en señal de negación. No era hora de hacer conclusiones apresuradas. Tomó su teléfono y marcó a su casa, el escuchar la voz de su esposa Minako tras un largo día de trabajo siempre le llenaba de paz.
-Minako-chan.- susurró con dulzura al momento que ella contestó la llamada-. discúlpame con los niños pero creo que ésta noche llegaré algo tarde a casa. no, no es nada grave, no te preocupes. Es tan sólo acumulación de trabajo. ¿tú? No, tampoco te quedes a esperarme, que creo será una larga noche.- suspiró mientras contemplaba las dos muestras de huellas que tenía sobre la mesa.
-Tu padre salió Kagome, lamento que hayas tenido que preparar ese almuerzo por el gusto- comentó Kouga viendo el rostro de desaliento de la joven al escuchar que su padre no se encontraba.
-Vaya- suspiró con tristeza- y yo que pensaba sorprenderle al traerle su pastel favorito. Lo horneé ayer junto con Kykio ¡fue toda una odisea para que me ayudara en la cocina!- rió ella divertida mientras depositaba el almuerzo de su padre sobre el escritorio de éste.
-Si supiera cuándo regresa te lo diría- comentó Kouga, fingiendo que revisaba archivos.
Kagome le miró fijamente, el joven aparentaba frialdad, como si nada le importara. La chica lanzó un suspiro, Kouga le trataba de manera indiferente desde que conoció a Yasha, era como si estuviera enojado con ella.
-¿Kouga, aún sigues enojado conmigo?- preguntó ella, acercándose con timidez.
-.-
-¿Kouga?- le llamó ella otra vez, esperanzada de obtener respuesta.
-¿Has seguido viendo a ese muchacho?- preguntó sin alzar la vista de su "trabajo".
-Kouga.-
-¿Has seguido viéndolo?- preguntó Kouga nuevamente, esta vez levantando la mirada hasta ella.
-¿Te enojarás si te digo que sí?-
-Sólo quiero la verdad.- suspiró el joven, rindiéndose al fin.
-No, no lo he visto desde aquel día. Y tampoco me ha llamado, seguramente porque cierta persona lo espantó- Kagome rió divertida al ver el sonrojo avergonzado de Kouga-. pero no quiero hablar de Yasha ahora mismo.
-¿A no? ¿Pues de qué deseas hablar?- preguntó Kouga, un tanto malhumorado. ¿Quién se creía que era ese Yasha para venir a revolucionar la vida de Kagome? ¿Quién demonios era?
-De nosotros-
-¿Nosotros?- Kouga casi se muerde la lengua al escuchar aquellas dos palabras. Sintió su corazón acelerarse y la sangre acumulársele en el cerebro.
-Sí, de nuestra relación-
-¿Relación?- Kouga se encontraba al borde de la histeria al escuchar esa palabra. ¿Relación? ¿Acaso Kagome.?
-Kouga yo te quiero muchísimo- la joven se acercó hasta él y le tomó la mano; Kouga creyó ascender al cielo- y eres una persona muy importante para mí. Pero deseo que me tengas confianza Kouga, yo puedo cuidarme, ya no soy una niña y sé darme a respetar por cualquier chico.
-¿Eh?- Kouga sintió como si su corazón fuera un globo al que hubieran puesto un alfiler y este hubiera explotado en mil pedazos, o desinflado con rapidez. Todas sus tontas ilusiones se vinieron abajo con las palabras de la chica.
-Quiero que confíes en mí. Y si quieres que me cuide de Yasha, lo haré te lo prometo; pero no deseo que desconfíes de mí. Sabes que jamás haría algo que me hiciera daño.-
-Kagome yo.- Kouga se puso en pie y con suavidad la tomó por los hombros, acercándola hasta él-. yo sólo quiero que tú. es que tú no entiendes.-
-Kouga.- por primera vez en su vida, Kagome se dio cuenta que no estaba tratando con un primo o con un hermano. Kouga era un muchacho muy bien parecía que no tenía ningún tipo de parentesco con ella. ¿Acaso sería posible que él.?
-Sólo deseo que estés bien, es lo único que quiero. Si llegara a pasarte algo jamás me lo perdonaría- le costó un mundo separarse de ella, él deseaba continuar abrazándola fuertemente contra sí, tenerla entre sus brazos para siempre. Pero no era el momento que ella supiera, quizás se asustaría y su relación terminaría. Y jamás podrá soportar tenerla lejos. La amaba demasiado.
-Estaré bien, lo prometo- tuvo que admitir que se sintió mucho más cómoda lejos del abrazo de Kouga. Algo en su corazón se estremeció al sentir sus manos tocando sus hombros. Un sentimiento raro ¿qué sería? No deseaba quedarse a averiguarlo.
-Creo que debo irme- comentó la muchacha acomodando su bolso.
-Quizás sea lo mejor, cuando llegue tu padre le diré que estuviste aquí-
-Gracias Kouga. Y pues imagino que deberás comerte el almuerzo de papá- sonrió la joven mientras contempló la caja del almuerzo aún sobre el escritorio de su padre- ¿te agrada el pastel de manzana?
-Es mi favorito- sonrió él, mientras la miraba fijamente.
-De acuerdo ¡Nos vemos Kouga!- la chica cerró precipitadamente la puerta de la oficina.
-Kagome.- pensó él. ¿Cuánto tiempo llevaba amándola en secreto? Hacía demasiado tiempo y quizás ya era hora de desvelar sus sentimientos. Después de todo si los mantenía ocultos tal vez jamás sabría si ella podría corresponderle.
Ha sido una larga mañana para Yakken. Le ha costado un mundo investigar las entradas y salidas de los aeropuertos y además, conseguir los dos boletos para la exposición de Nanase Urasue. Dio un leve quejido de dolor mientras se acomodaba en la parte trasera de un taxi. Le dolía toda la espalda, pasó una mala noche.
-Ya te estás haciendo viejo para éstas cosas.- murmuró, burlándose de sí mismo.
El taxi le condujo directamente hasta la residencia de Sesshômaru. Tocó el timbre unas cinco veces, pero no recibió respuesta. No pensaba quedarse allí hasta que su jefe regresara, de modo que optó por deslizar los boletos debajo de la puerta junto con una nota, indicando que no hubo señales de Naraku o nadie que se le pareciera, por lo menos en los aeropuertos. Luego con paso cansado se apresuró a pedir otro taxi, que le condujera a casa porque lo que más deseaba era colocar su adolorida espalda sobre un acogedor colchón.
Sin embargo, Sesshômaru sí se encontraba en casa, después de todo. Pero se encontraba ocupado en otros asuntos y no deseaba ser interrumpido por nadie.
-¿Por qué no atendiste a la puerta?- preguntó Rin, quien se encontraba aún entre las sábanas de la cama.
-No tenía ánimos de ver la cara de Yakken en este momento- respondió él, parado frente a la ventana del cuarto con una copa de vino en la mano derecha- ¿Acaso tú sí?
-No, la verdad deseo quedarme aquí un rato más- ella emitió un bostezo mientras se cubría con la cómoda de color azul intenso.
Sesshômaru la miró de reojo. Se encontraba con los ojos cerrados, aferrada a la almohada y la poca luz que las cortinas dejaban entrar, dibujaban perfectamente su silueta. Si cualquier supiera que pasó la noche con él, seguramente pensaría que ambos hicieron el amor la noche anterior. Pero nada estaba más lejos de la realidad que la escena de él haciendo el amor con Rin. Aún recuerda cómo atendió malhumorado al timbre de su puerta la noche anterior.
-¡Maldición!- estaba a punto de colocarse la ropa de dormir justo cuando escuchó que llamaban a la puerta. Dejó que sonara unas siete veces, puesto que no tenía intenciones de atender a nadie a esas horas. Pero al ver que, quien quiera que fuera, no pretendía irse, se rindió ante lo inevitable y se dirigió hacia el recibidor.
Su rostro se contorsionó de asombro al encontrarse cara a cara con Rin, quien con una sonrisa inocente le saludaba.
-¿Qué rayos.?-
-Lo siento- le detuvo ella con un gesto, sin atreverse a entrar- es que me siento sola y. con todo lo que ocurre yo. necesito. un poco de compañía esta noche-
-¿Qué quieres decir exactamente?- masculló él, sin comprender sus intenciones.
-¿Puedo pasar la noche aquí?- dijo ella, sin caer en ningún tipo de rodeo.
-¿Qué?-
-Tengo miedo, Sesshômaru.- fue la única excusa. Y para Sesshômaru, ésta era una excusa de peso. Aunque se negara a admitirlo, hasta él mismo se sentía algo tenso por todos los acontecimientos recientes, jamás culparía a Rin por sentirse asustada. "Maldito Naraku" sólo pudo pensar mientras dejaba entrar a la joven.
-En verdad lamento estorbar.- ella bajó la mirada, muy avergonzada. Sesshômaru se acercó a ella y la tomó por la barbilla.
-Está bien.- atinó a decir, cuando se encontraba con Rin se quedaba con menos palabras aún-. dormirás en el cuarto.-
Las mejillas de Rin se tiñeron de rojo ante éste comentario. Sesshômaru no comprendió muy bien por qué, pensando que eran cosas de mujeres. La actitud de Rin pareció normalizarse al verlo salir de su alcoba con su almohada y sábanas en mano, dispuesto a tenderse sobre el sofá.
-Sesshômaru.- le llamó ella desde el final del pasillo-. gracias.-
-Que tengas buenas noches.-
-No hay señal de Naraku en los aeropuertos.- comentó Sesshômaru, entrando nuevamente en la habitación, con los papeles dejados debajo de su puerta en la mano izquierda. Bebió con tranquilidad una sorbo de vino, mientras contempló las sábanas moverse bruscamente.
-¿Y si intentó venir con otro nombre? No es tan ingenuo como para no suponer que tú mantendrás vigilado las entradas a la ciudad- comentó Rin, sentándose en la cama y dando un pequeño bostezo.
-En la última parte del informe escribió "ni nadie que se le parezca"- suspiró Sesshômaru, colocando los papeles de Yakken sobre la mesita de noche-. y Yakken conoce muy bien a Naraku. Ese rostro no se olvida tan fácilmente-.
-Dímelo a mí- suspiró Rin mientras le miraba fijamente- ¿Crees que él está aquí?-
-Lo presiento.- dijo mientras terminaba su copa de vino. Con un movimiento rápido se sentó cerca de Rin y le puso junto a sus piernas los boletos.
-¿Qué es?- preguntó curiosa mientras tomaba uno de los boletos, examinándolo- ¿Es para lo de Nanase Urasue?-
-Tengo que supervisar primero el trabajo de mi hermanito-
-¿Yasha va a ir?- comentó ella arqueando las cejas. Sesshômaru negó en silencio, mientras fijaba su mirada en otro boleto.
-¿Entonces para quién es el otro boleto?- preguntó ella, dudosa y aún con el boleto en sus manos. Sin pronunciar palabra, Sesshômaru tomó el otro boleto y lo guardó en un cajón de la mesita junto a la cama-
-Quédate con ese, es tuyo- comentó mientras se ponía de pie.
-¿Mío?- Rin se quedó sin palabras al escuchar aquella frase.
-Irás conmigo. Es tarde Rin, debo salir a atender unos asuntos. Debe haber algo en el congelador para ti, si deseas quedarte.- y sin agregar más, salió de la habitación.
Rin fijó su vista en el otro boleto, aún en sus manos, las cuales estaban algo temblorosas. ¿Ir con Sesshômaru, ella? Miró la fecha de aquella exposición, faltaba poco más de tres semanas. No pudo evitar esbozar una sonrisa, sabía perfectamente que Sesshômaru tan sólo la llevaba para guardar las apariencias. Sería para todos normal ver a una pareja de jóvenes adinerados, mirando con curiosidad una colección valiosísima; que a un desconocido joven de cabellos plateados pasearse sospechosamente por todos los rincones del museo. Aún conociendo su realidad, se sentía muy feliz. ¿Con tan poco se conformaba, acaso? Después de todo, el amor es así.
"Son idénticas"
Es difícil pensar cómo esas dos palabras pueden cambiar tanto la vida de un hombre. Hace unos minutos, Hideki acaba de decirle esas dos palabras a Myôga y éste siente que su mundo se derrumbó. Después de unas horas de investigaciones y severas pruebas, Hideki concluyó que la misma persona que disparó el arma asesina de su esposa, participó en el robo al banco hacía tantos años atrás.
¿Conclusión? El clan Inu, la marca de la araña, el desconocido y la muerte de su esposa; estaban estrechamente relacionados. Tantos años buscando sobre ellos, tantos años investigando sus robos, tantos años rabiando la muerte de su mujer; para ahora enterarse que algún maldito perteneciente a ese grupo fue quien la mató. Aquel perro miserable fue quien se la arrebató de las manos, quien le impidió ver crecer a sus hijos. ¡Todo el sufrimiento de Kykio y Kagome eran causados por ese animal del demonio! ¡Los acabaría! ¡A todos y cada uno! ¡Los refundiría en la cárcel a todos ellos y se aseguraría que no vieran nunca más la luz del sol! ¡Que nunca más pudieran caminar con libertad en este mundo!
Respiró hondo y tomó tiempo. A pesar de toda la rabia acumulada, no podía perder la objetividad. Necesitaba ser objetivo en todo momento, su ética como policía debe permanecer por encima del dolor personal.
Y era esa ética la cual le apuntaba un punto flojo, un punto que no cuadraba. Nunca, en todos los años que lleva investigando a los "Inu", han estado involucrados en ningún tipo de asesinato o siquiera intento de él. ¿Por qué entonces, uno de sus miembros apuntaba a ser sospechoso de la muerte de su esposa? Los "Inu" eran, si pudieran ser considerados así, ladrones "inofensivos", que sólo se dedican a robar grandes sumas de dinero, joyas o antigüedades valiosas. Pero nunca involucrarse en asesinatos. ¿Por qué entonces, esas dos pistas se relacionaban? ¿Por qué?
-¿Papá?- la dulce voz de su hija Kagome le devolvió a la realidad.
-Kagome.- al verla así, tan hermosa y radiante; el recordar que su esposa hubiera podido ver eso, le hizo cubrirse el rostro, las lágrimas amenazaban con salir.
-¿Papá, te encuentras bien?- preguntó Kagome, muy asustada.
-Lo estoy hija, tan sólo es demasiado trabajo.- comentó el hombre, tratando de controlarse frente a ella.
-Deberías descansar- ella empezó a darle pequeños masajes en la espalda- hoy fui a verte a tu oficina pero no te encontrabas. Seguramente Kouga terminó comiéndose tu almuerzo- rió ella divertida- pero me dijo que estabas muy ocupado.
-Sí, Hideki y yo investigábamos algo importante. lamento que hayas tenido que cocinar por el gusto- comentó avergonzado.
-No te preocupes. Tan sólo. quiero que estés bien papá. Tú crees que yo no entiendo muchas cosas- Kagome soltó su espada para encararlo-. pero te equivocas. Kouga se reserva de hablarme de su trabajo, seguramente porque tú se lo pides. Pero yo veo cómo te consume todo esto y no quiero papá. Sé que pedirte un descanso sería inútil. Pero prométeme que cuando encuentres a la organización Inu, tomarás unas vacaciones. y los cuatro nos iremos de paseo, promételo.
Myôga se incorporó y dio un dulce abrazo a su hija. Era el vivo retrato de su madre, Kykio se le parecía más en el físico, pero Kagome ciertamente heredó su personalidad.
-Lo prometo- Myôga alzó su mano derecha- palabra de honor-.
-¡Y no puedes retractarte!- le advirtió ella, fingiendo enojo.
-No lo haré- Myôga dio un vistazo rápido hasta el reloj del estudio- ya es algo tarde. ¿Dónde están tus hermanos?
-Sota se encuentra en casa del vecino, es que le instalaron una nueva consola y él se moría por jugarla- rió Kagome mientras tomaba al pequeño Buyo en brazos, quien pasaba por el pasillo en ese instante- y mi hermana. creo que aún no regresa-.
-Ya es tarde- dijo con aire preocupado.
-Papá, no te preocupes- Kagome hizo un gesto despreocupado- creo que hoy tenía práctica hasta tarde. Creo que van a organizar un torneo interno en el colegio o algo así, es lo que me comentó. Además ella sabe cuidarse perfectamente, sabes que mi hermana es más juiciosa que yo.- ella sacó la lengua divertida.
Sin embargo, hace horas que Kykio no está en la escuela. Dejó el equipo en manos de Tsubaki, quien parecía demasiado feliz por aquella responsabilidad. El resto del tiempo se dedicó a vagar por allí. Estuvo en el centro comercial, tan sólo mirando los estantes de la tienda y probándose algo de ropa, sin comprar nada. En realidad era divertido y hasta cierto punto adictivo eso de estar paseándose por las tiendas, ahora entendía por qué su hermana adoraba tanto ése pasatiempo.
Y como tenía aún tiempo de sobra, fue al cine a ver una película. Desafortunadamente los únicos boletos que quedaban eran para una de esas películas fresas donde los protagonistas pasan mil penalidades pero al final quedan "felices para siempre". Eso le hizo pensar más todavía. Al salir de la sala de cine sintió como si todos tuvieran pareja para "acurrucarse" y hacerse mimos, menos ella. ¿Por qué le pesaba tanto la soledad? ¿Tsubaki tenía razón, acaso? ¡No! Eso no era posible, las palabras de Tsubaki iban con una buena dosis de veneno, con el fin de engañarla o de hacerla sentir mal. ¿Para qué creerle, entonces? Quizá porque más allá del veneno y las frases malintencionadas, lo que dijo Tsubaki tiene algo de verdad.
Pensaba mucho en ese chico, en aquel desconocido que ha estado dándole vueltas en la cabeza durante todo este tiempo. Pero las palabras de Tsubaki fueron el detonante para que sus pensamientos hacia él perdieran el control. Ha sido el único joven que le ha llamado la atención con tal fuerza. Porque sí, ella no es ciega, sabe que en su escuela hay varios chicos guapos a los que, quizás con un poco de empeño, podría conquistar sin mayores dificultades. Pero eso de atraer el sexo masculino nunca le ha atraído. hasta que conoció a ese chico. Ni siquiera lo "conoció" propiamente dicho. Tan sólo lo vio una vez.
Una vez. ¡Qué daría por verle una vez más! Tan sólo una vez más. Quisiera mirarle nuevamente a los ojos y perderse fijo en su mirada. Recorrer su rostro con sus manos. detuvo sus pensamientos de golpe al sentir un leve cosquilleo en sus mejillas. ¿Rubor? Ya casi ha olvidado qué es el rubor. Tiene años de no ruborizarse por nada. Siempre su rostro es el mismo, sin algún tipo de cambio ante ninguna situación. ¿Qué había hecho este chico? En realidad nada, tan sólo contemplarla aquella única vez, lo suficiente como para robarle la calma.
Ahora se encontraba camino a casa, sin otro más que ocupara sus pensamientos. ¿Por qué pensar tanto en a quien no conocía? ¿Para qué atormentarse con alguien a quien seguramente jamás volvería a ver? Porque el pensar en él le hacía sentirse viva. Que, después de todo, su corazón sí podía sentir.
Yasha se encontraba caminando sin rumbo fijo. Al día siguiente empezaría el entrenamiento con Miroku, Sango y Yakken para el robo que realizarían dentro de un mes. Por eso decidió tomarse el día, necesitaba descansar lo más que pudiera hasta el día de mañana. Lo peor de todo, es que tendría menos tiempo para su vida personal y eso significaba que quizás no pudiera ver a Kagome con regularidad. "Kagome", no pudo evitar emitir una sonrisa al pensar en la chica, quien en poco tiempo ha ocupado un lugar especial dentro de. él.
Por supuesto aceptó sin rechistar su invitación, pero aún no hallaba la forma de comentarle a su hermano. Seguramente Sesshômaru le diría algo como "No irás, no he comprado invitación para ti". Y él, con aire superior respondería: "No dependo de ti. Me han invitado". Y tan sólo para ver la cara de asombro de su hermano mayor, valía la pena comentarle. Sin embargo, cuando Sesshômaru le preguntara "¿Y quién demonios te invitó?", ¿qué respondería él?
"Una amiga" pensó, imaginándose a sí mismo diciendo esta frase ante la mirada severa de Sesshômaru. Porque eso era Kagome, ¿o no? Se llevó la mano a la frente, siempre que tocaba ese tema le daba dolor de cabeza. Quizás si necesitara que Miroku le diera una lección o dos. Referente a las mujeres él era un total novato.
Siempre creyó que el amor era un sentimiento arraigado y pasional. Que cuando encontrara a la chica para quien estaba destinado su corazón, éste no cabría en sí de gozo y sin mucho esfuerzo se saldría de su pecho. Que se paralizaría al verla o siquiera sentirla cerca. Que siempre querría tenerla entre sus brazos para aspirar su aroma. aunque quizás vio demasiadas películas románticas y creía que eso era el amor.
Porque cuando estaba con Kagome su corazón no se desbordaba a caudales ni quería tomarla entre sus brazos para. mejor detuvo sus pensamientos, estaba empezando a pensar como Miroku y eso definitivamente no era bueno. Cuando se encontraba con Kagome sentía una inmensa tranquilidad interior. Cuando veía su sonrisa se sentía como un chico común y corriente, en sus ojos se perdía su realidad y tan sólo disfrutaba del tiempo presente; porque estar con ella valía jugarse todo. Y eso no era amor ¿o sí?
Aquel sentimiento desesperado tan sólo lo vivió una sola vez y en tan pocos segundos que no estaba seguro que era "amor". Ese anhelo de probar los labios de una mujer tan sólo lo sintió cuando.
. la vio.
-Por Dios.- alcanzó a decir, antes que sus sentidos se paralizaran por completo ante la aparición frente a sus ojos.
-Por Dios.- llegó a leer también en los labios de aquella chica, quien se encontraba a varios metros de distancia, pero sin duda se trataba de ella.
Así, justo como la había añorado por días, aparecía justo frente a él, como caída del cielo. Se trataba de ella, quien le robó la calma y los sentidos justo en unos segundos, lo que ninguna otra mujer consiguió jamás.
"Debería ir a rezar al templo más seguido" pensó Kykio mientras mantenía la mirada fija en el joven "creo que los milagros existen, después de todo".
Ninguno de los dos supo por cuánto tiempo permanecieron así, para ellos el resto del universo no importaba, tan sólo estaban ellos dos mirándose fijamente. Cuando Kykio pudo reaccionar un poco, notó que el joven caminó unos pasos más, hasta quedar justo frente a ella.
-Hola.- tan sólo atinó a decir aquel joven.
Por primera vez en su vida, Kykio emitió una radiante sonrisa a un miembro del sexo masculino que no fuera su padre o Kouga. Nuevamente volvió a sentir aquel leve cosquilleo en sus mejillas y también un leve temblor en su estómago. ¿Eran éstas las "mariposas" a las cuales se refería su hermana constantemente?
Y como si hubieran estado esperándose toda la vida, con cuidado sus manos se unieron en silencio. Fue como si sus almas hubieran decidido fundirse por medio de ese primer contacto entre sus pieles. Así, sin pronunciar palabra, ambas siluetas se perdieron por el horizonte, desapareciendo junto con las últimas luces del sol.
Kagome continuaba mirando las manecillas del reloj moverse. Era muy tarde, aún para Kykio. ¿Dónde podía estar su hermana? Le mintió a su padre para obligarlo a dormir, diciendo que su hermana llamó avisando que llegaría más tarde de lo usual. "Kykio, ¿dónde estás?" ella no era una joven irresponsable y si hubiera decidido irse a cualquier sitio siempre llamaría a casa para avisar que estaba bien. ¿Acaso le ocurrió algo malo? Esperaba que no, o tendría que vérselas con la ira de su padre.
Incluso telefoneó a Tsubaki, para preguntarle si tenía alguna idea de dónde podría encontrarse su hermana. Desafortunadamente, obtuvo una respuesta desalentadora y desconcertante. Según Tsubaki, su hermana abandonó la práctica y se fue sin decir adónde.
"Mi hermana jamás haría eso. ¿Qué pudo pasarle?" pensaba mientras miraba las manecillas moverse incesantemente. ¿Acaso tendría un compromiso con otra persona? ¿Pero quién?
Algo que odiaba era que Kykio jamás parecía contarle sus cosas. Ella le comentaba feliz sus triunfos como capitana del equipo de arquería, algún disgusto que tuvo con un profesor o ese tipo de cosas triviales. Pero a la hora de contarle cosas íntimas, su hermana siempre callaba. ¿Por qué? ¿Acaso no le tenía la suficiente confianza? ¿O es que acaso tenía algo que esconder? No, no, no. Estaba siendo demasiado paranoica; su hermana no tenía por qué ocultarle algo.
No pudo evitar sentirse muy feliz cuando sintió el ruido de unas llaves en la puerta principal. Se apresuró hacia el recibidor. Suspiró hondamente cuando vio la silueta de su hermana aparecer entre las sombras.
-¡Kagome!- exclamó Kykio quien, al encender la luz, descubrió la amenazante figura de su melliza- ¿Qué haces aquí?
-¿Qué hago aquí?- exclamó la otra, indignada- ¿De dónde vienes tú?
-Kagome, no soy una niña- suspiró Kykio cerrando con cuidado la puerta.
-¿Qué? ¿Crees que es gracioso? ¡Me tuviste muy preocupada! ¡Incluso mentí a papá para que pudiera dormir bien! ¡No quiero que vuelvas a pegarme un susto así porque.!
Pero el cálido abrazo de su hermana detuvo su reprimenda. Se confundió más aún. ¿Kykio dándole un abrazo, así, de la nada? su hermana no era muy dada a los gestos de cariño y menos si no tenían una razón clara.
-Oh Kagome, hablaremos mañana, ahora no tengo ganas de discutir- Kagome observó fijamente el rostro de Kykio. Su hermana estaba sonriendo. ¿Sonriendo? Aquí pasaba algo raro.
Y para dejarla más confusa aún, se despidió de ella con un beso en la mejilla y desapareció por el pasillo tarareando una canción.
-¿Kykio?-
[ CONTINUARÁ ]
Notas de Autora: antes que nada imagino que todos quieren matarme por este capítulo. Imagino que recibiré como veinte mil reviews diciendo "¿Cómo hiciste que se conocieran? ¡You evil!" pero les diré que no se preocupen mucho, de sobra saben qué pareja es la verdadera en este fanfic ^_~ aunque mi deber es no revelar nada hasta el momento.
Introduje un nuevo personaje: Tsubaki. Le dejé el resentimiento y la envidia por Kykio y síganla de cerca, esta chica aún no ha dicho todo en este fanfic.
*Meiko revisa su calendario* Pues no es exactamente una semana, pero estoy tratando de cumplir mi promesa y creo que ésta vez no demoré demasiado con el capítulo nuevo ¿no es así? quiero mantener la disciplina y el ritmo con este fanfic o de lo contrario perderé el hilo yo misma de la historia y eso en definitiva no es bueno.
En el próximo capítulo ya habrá pasado un mes y será hora de la exposición de Nanase Urasue y el robo de la colección. Habrá demasiadas sorpresas sobre todo para Yasha, Kagome y Kykio. Además Kagura verá de cerca a quien debe vigilar y ¿qué creen? Le gusta lo que ve.
Muchas gracias por los reviews n_n. recuerden para contacto meiko@wings.distant-sky.org o a mei_akiyama@yahoo.com - recuerden NO SPAM.
