Sin Rastro

Por: Meiko Akiyama.

Capítulo 10: "Un Diamante en Bruto".

El reloj que estaba sobre su escritorio marcaba las seis con treinta minutos, aún tenía quince minutos antes de iniciar su labor. Como no le gusta ser esclava de un reloj y detesta estar mirándolo con frecuencia, siempre coloca la alarma.

Observa su estudio desde el umbral de la puerta, allí se encuentran todos los materiales que necesita para "trabajar": computadoras de la más alta tecnología, muchos discos con montones de programas para infiltrarse en casi cualquier computadora, no importa cuán alto sea su sistema de seguridad. Lo bueno es que Sesshômaru nunca escatima en gastos cuando ella le recomienda algún programa o sistema nuevo, a veces ni siquiera tiene que pedirlo. Una vez nada más le comentó acerca de un programa especial de pasada a Yakken y, sorpresivamente unos días después un mensajero le entregaba un paquete: era el programa del que hablaba. Por lo menos era la manera de saber que Sesshômaru estaba complacido con el trabajo que realizaba para la compañía.

Y su trabajo, para ella, era el mejor que puede haber. Y muchas veces, como en ésta ocasión, puede realizar perfectamente la labor desde casa, con plato de cereal y un vaso de leche sobre su escritorio. Y, por supuesto, la impasible presencia de Kirara, quien tenía su cestita de dormir en aquel estudio. La gatita crema aún permanecía dormitando en la cesta mencionada, colocada en un rincón a la izquierda del escritorio. Sango tomó asiento mientras extendía su cuchara hacia el plato de cereal y probaba un bocado. El cereal tenía trocitos de malva, era su favorito; lamentablemente no pudo disfrutarlo demasiado porque a los pocos minutos la alarma empezó a sonar, indicándole que ya eran las siete menos quince.

-Bien…- suspiró mientras dejaba el vaso de leche e insertaba el disco. La pantalla de su computador se volvió azul, con un recuadro gris en el centro que le pedía una identificación con su respectiva contraseña, Sango observó un pequeño papelito mientras tecleaba-… empecemos esto de una vez…-

Nuevamente un recuadro más pequeño, esta vez de un color rojo, apareció en la pantalla del computador. "¿Instalar programa?" tenía en letras blancas. El programa en el disco de Sango era un pequeño virus, no muy complejo pero sí muy difícil de localizar y tendría entretenidos a los del equipo técnico un par de horas, lo suficiente para causar caos del otro lado de la ciudad. Sango le dio a "aceptar", para luego colocarse un pequeño audífono en su oído derecho; era un dispositivo para poder comunicarse con Sesshômaru o con cualquier otro miembro.

-Está hecho…- dijo Sango fuerte y claro, una vez más su trabajo estaba bien hecho.

"Copiado…" Escuchó que le respondían, fue tan rápido que no le dio tiempo para reconocer la voz de su interlocutor, pero por lo menos estaba segura que su mensaje fue escuchado. Su trabajo estaba hecho, ahora dependía de los demás completar la operación.

-Bien, supongo que mientras tengamos noticias podré disfrutar del desayuno…- le comentó Sango a Kirara, quien miraba atentamente cómo su dueña tomaba el plato de cereal y con despreocupación se llevaba una cucharada a la boca.

Al divisar el museo a pocos metros de él, sintió como si su corazón se encogiera. Desde esa distancia pudo comprobar claramente que habían cuatro unidades policiales estacionadas; seguramente para servirle de escolta. Aunque sabía que todos los detalles estaban muy bien calculados, no podía evitar ponerse un poco nervioso, lleva demasiados años en este negocio, los suficientes como para saber que en cuestión de segundos en mejor plan puede desmoronarse por la razón más inesperada.

Estacionó el camión detrás de un auto policial y descendió con tranquilidad. No hubo ni siquiera puesto bien los pies en el suelo cuando un joven se le acercó, tenía una mirada inquisitiva y se colocó justo frente a él. Yakken era mucho más bajito que el recién llegado, quien le miraba desde arriba con cierta arrogancia.

-¿Es usted Yusuke Misaki?- preguntó el joven, mirando un papel.

-Así es- Yakken le extendió su identificación. Ahora estaba irreconocible: entre Sango y Rin le colocaron una peluca de largos cabellos café que tocaban sus hombros, y Sesshômaru insistió en que se dejara crecer la barba; además Miroku le recomendó que se colocara lentes de contacto y es por eso que luce unos ojos azul claro.

Sintió sus manos sudar al contemplar cómo el joven agente miraba al derecho y al revés su credencial. Pocos minutos después, se apareció a un hombre que él ya conocía muy bien: Higurashi Myoga, el comandante en jefe de la policía. El recién llegado colocó su mano sobre el hombro del muchacho.

-¿Todo bien, Kouga?-

El joven agente, Kouga, dejó de concentrarse en la credencial, para dirigirle una última mirada penetrante a "Yusuke Misaki" y le devolvió el carnet.

-Sí, comandante, todo bien- al escuchar esas palabras, Yakken sintió verdadero alivio.

-Bueno, antes que la Señora Urasue empiece a quejarse de nuestra falta de puntualidad, será mejor que subamos la mercancía- repuso Myoga, muy sonriente- mis hombres le ayudarán, no se preocupe…-

-Agradezco su consideración- carraspeó Yakken, introduciendo el carnet en el bolsillo de su abrigo.

Aunque no lo parecía la noche anterior, la preciada colección de Urasue era más difícil de transportar que lo Yakken imaginó. Cajas y cajas seguían saliendo por la puerta principal del museo e iban a parar a la parte trasera del camión. Mientras lo guardias llevaban las cajas, Yakken empezó a inspeccionar con más tranquilidad el panorama: había cuatro autos y dieciséis agentes policiales. Era seis más que el cálculo hecho por Sesshômaru semanas antes y era poco probable que los dieciséis se unieran a la futura persecución de Yasha, lo más seguro es que algunos se quedaran con él para seguir protegiendo el camión. Al menos esperaba que fueran menos de la mitad, de esa manera serían presa fácil para Miroku y Sesshômaru, quienes aparecerían luego de la distracción que provocaría Yasha.

Sin tener idea que planeaban un robo en sus propias narices, el comandante Higurashi emitió un largo bostezo. No durmió casi nada la noche anterior, se la pasó metido en la comandancia dando las últimas instrucciones y ultimando todos los detalles porque estaba vez no deseaba ningún tipo de error o alguna sorpresa por parte de los Inu. Todo ha quedado tan perfecto que siente que esta vez valdrá la pena sentir que sus párpados le queman, sintió una palmada sobre su hombro y volteó, comprobando que era un preocupado Kouga.

-¿Está bien, señor? Si quiere puedo encargarme de todo…- pero se detuvo al ver un mal gesto de su superior.

-Tengo que encargarme personalmente, Kouga- espetó, algo molesto por el comentario y también por la falta de sueño- luego que dejemos esta mercancía me tomaré dos días, además tengo que pasar tiempo con mi familia ¿Qué tal Kikyo y Kagome ayer? Imagino lo hermosas que debieron estar…- suspiró el hombre pensando en sus dos hijas y se le iluminó el cansado rostro.

-En realidad Kikyou se sintió indispuesta- al ver la cara de espanto de Myoga procedió a calmarle- pero hablé con Midoriko la noche anterior, ella asegura que no es nada grave y pues, yo le creo- sonrió Kouga- Midoriko sabe de estas cosas…-

-No veo la hora que esto termine- suspiró Myoga con desdén. Kagome tenía razón, necesitaba unas largas vacaciones; pero no antes de atrapar a los Inu y ésta vez sentía que estaba más cerca que nunca. Además, jamás abandonaría la investigación ahora que relacionaba a los Inu con la muerte de su esposa. Si entre ellos estaba el asesino él lo encontraría y ya se encargaría que pasara el resto de su miserable vida en la cárcel.

Su captura también se la debía a Kouga, por culpa de aquel maldito asesino el joven quedó sin padre a una temprana edad. Nunca le ha visto quejarse por su ausencia, pero cada vez que observa la fotografía de él que Kouga tiene sobre su escritorio, siempre le sobreviene una extraña sensación en es estómago. Tal vez tristeza, quizás culpabilidad; es por ello que al sentir al asesino más cerca que nunca, jamás se rendirá hasta dar con él. "Diez largos años… que no han pasado en balde…" piensa mientras contempla a su asistente supervisar las últimas dos cajas. La mercancía está en el camión.

-Señor Misaki- Myoga se inclinó hacia el pequeño hombre, señalando hacia el camión.

Yakken respiró hondo y, haciendo una leve inclinación pasó de largo entre el comandante y su joven asistente. De un salto quedó detrás del timón del vehículo, al hacer girar las llaves y escuchar el motor supo que el verdadero robo había comenzado. Con el mayor disimulo, se colocó un pequeño dispositivo en su oreja izquierda, el cual sería accionado en breves minutos.

Dos patrullas se colocaron por delante de él y supuso que las otras dos se quedaron a cubrirle la retaguardia. Era la típica estrategia al momento de transportar cargas importantes, así no sería tan fácil que cualquier auto pudiera acercarse a él. Sin embargo, lo que la policía no esperaba, era que el ataque llegara desde arriba.

Iba a una velocidad media, con cuidado dirigió su mirada hacia los edificios que rodeaban el sitio. Faltaban por lo menos dos calles más antes que pasaran por el sitio en donde Yasha se encontraba. Todo estuvo fríamente calculado desde el principio, eso corrió por cuenta de Miroku, quien para estos momentos debe estar con Sesshômaru esperando que él les de la señal para actuar.

La calle que Yakken esperaba era un poco estrecha, en una de las zonas más modestas de la ciudad. La policía siempre la escogía porque, según ellos, era una especie de atajo. Los viejos y pequeños edificios nunca tenían más de cinco pisos y casi siempre tenían una azotea muy amplia en el último de ellos. En el séptimo edificio a mano derecha, de tres pisos y de un color marrón intenso; estaba Yasha sobre la motocicleta. Todo estaba tan bien calculado que Yakken creyó escuchar para sus adentros el ruido del motor, preparándose para actuar. Faltaban unos escasos minutos para que el camión pasara justo debajo de ese edificio, Yasha ya debía estar a pocos metros del borde de la azotea, listo para dar su salto. Recuerda que Rin estaba un poco asustada, ya que Yasha no debía demorarse mucho en saltar, si se demoraba unos segundos más podría caer en la calle y no sobre el camión y el robo podría arruinarse. Aunque Sesshômaru tenía preparado un plan de contingencia en caso que aquello sucediera, al parecer confiaba plenamente en que su hermano cayera justo como lo tenían planeado, pero para Rin la seguridad del joven iba primero y la noche anterior le hizo prometer unas mil veces que se cuidaría, además de mandarle sincronizar su reloj con el de Yakken al menos un centenar de ocasiones.

Pero cuando Yakken sintió como su un gran bloque cayera justo sobre su espalda, acompañado de un fuerte ruido; supo que Yasha hizo perfectamente su trabajo. Automáticamente, frenó el auto, aparentando sorpresa. El siguiente paso de Yasha era cortar con un cuchillo especial la parte de arriba del camión, para así entrar al sitio de carga y fingir el robo.

Para Yasha cortar la pared hecha de zinc no representaría mayor problema, puesto que por órdenes de Sesshômaru la parte superior de aquel camión fue reemplazada por un material original más fácil de cortar. Le tomaría unos cincos minutos como máximo hacer un hoyo por el cual introducirse. Esto le recordó a Yakken una conversación que tuvieron la noche anterior…

-¿Cinco minutos?- se exaltó Rin, quien seguía demasiado nerviosa- ¡Es demasiado tiempo!-

-Por favor- suspiró Yasha, con aire de superioridad- apuesto a que puedo hacerlo en menor tiempo, no será ningún problema…-

-¡Recuerda que vas a estar rodeado de policías!- espetó Rin- ¿Cuánto tiempo se requiere para apretar un gatillo? ¿Segundos?-

-Calma Rin…- comentó Sesshômaru con voz impasible-… créeme, los policías van a estar tan sorprendidos que no tendrán tiempo de reaccionar, eso te lo aseguro. Ahora deja de preocuparte por la suerte de mi medio hermano…-

Efectivamente, Sesshômaru tenía razón, todas las unidades estaban demasiado sorprendidas como para reaccionar siquiera.

Kouga, que iba en una de las patrullas de la retaguardia tan sólo vio como una especie de rayo negro salía inexplicablemente de la nada y aterrizaba sobre el camión. "¿Pero qué demonios…?"

Más o menos las mismas interrogantes se planteaban en la mente de Myoga, quien se hallaba delante del camión pero el ruido obligó a voltear hacia atrás, sin poder creerse el espectáculo. Cuando organizó a los tres subordinados que iban junto con él en el vehículo y a los otros cuatro, se dio cuenta que era tarde. El piloto de la motocicleta había desaparecido misteriosamente, y por no ocasionar un tiroteo en aquel barrio, Myoga dio órdenes a sus hombres que no dispararan. Kouga y el resto de los policías también permanecían apuntando hacia el camión, pero ninguno de ellos podía disparar sin la orden del comandante.

Entonces, sorpresivamente la puerta trasera del camión se abrió, dando paso a una espesa cortina de humo. Myoga y el resto de sus agentes instintivamente cerraron los ojos; Myoga sintió una intensa picazón la nariz y un fuerte ardor en la garganta, aquellas sensaciones hicieron doblar sus rodillas casi hasta el suelo. Sintió que alguien lo tomaba del hombro, como preocupado que se fuera a precipitar al suelo.

Cuando Myoga pudo poder sus cinco sentidos en orden, al igual que el resto de sus hombres, notó que el desconocido ya estaba nuevamente sobre la moto y enseñaba su dedo pulgar en una seña victoriosa a la vez que hacía un guiño. Myoga notó que al respaldo del asiento llevaba una cantidad considerable de mercancía. "¡Rayos!" pensó mientras alcanzaba su pistola, pero con un salto magnífico la moto quedó sobre la carretera. Sin darles tiempo de reaccionar, el misterioso joven encendió la moto y con rápido movimiento le dio a "Yusuke Misaki" un golpe en plena cara, el chofer descendió del camión en toda la confusión, quizás asustado por lo ocurrido.

Con ágiles movimientos, la moto pasó por el lado de los oficiales, quienes al final parecieron reaccionar y empezaron a dispararle pero o el joven era demasiado hábil o ya estaban a demasiada distancia como para acertar al blanco.

-¿Qué esperan?- gritó Myoga furioso- ¡Hay que seguir a ese maldito!-

-¡Comandante!- Kouga señaló al señor Misaki, quien sangraba gravemente por la nariz. Myoga respiró hondo y le señaló a los tres hombres que estaban con Kouga.

-Ustedes se encargan de él, Kouga tú vienes conmigo. ¡Apresúrense!-

Yakken dejó que un oficial le colocara en pañuelo en la nariz, el cual inmediatamente se tiño de un intenso color rojo. "Cuando esto termine, le daré a Yasha una golpiza para que se acuerde de mí" pensó mientras se retorcía de la rabia. Era parte del plan que Yasha le diera un "leve" golpe, pero el chico se inspiró demasiado en su trabajo.

-Hecho…- dijo Yakken, fuerte y claro, aunque los tres oficiales al parecer no le escucharon porque estaban mandando más unidades para perseguir a Yasha. "Oh no" pensó Yakken, algo preocupado "espero que el muchacho pueda librarse de todos ellos". Esperaba que Sesshômaru y Miroku hubieran escuchado su llamado.

Observó la calle en la que estaban parados. Era una calle prácticamente desierta, y en la esquina derecha había un callejón sin salida. Además, las personas de ese lugar no le gustaban meterse en problemas y jamás daban detalles a la policía. No pudieron escoger un lugar mejor para el robo, una vez más, todo calculado gracias a la mente maestra de Miroku.

Cerró sus ojos, intentando liberar las tensiones de ese día. Su parte del robo ha terminado, ahora recién inicia la de Yasha, tan sólo espera que al muchacho le vaya bien.

-¡Oiga…!- y luego de aquella exclamación, escuchó como un cuerpo caía al suelo. Un guardia menos. Luego escuchó un disparo, pero ni siquiera se inmutó en mover sus párpados, pocos segundos después escuchó dos ruidos como el primero. Los tres guardias han quedado fuera de juego.

-Bien Yakken- escuchó la aprobación de Sesshômaru, aún con los ojos cerrados-… ahora nos toca robar esto-

-Vaya si Yasha se esmeró ¿no?- escuchó la divertida voz de Miroku, seguramente viendo el pañuelo ensangrentado.

-Haz un comentario más sobre esto, chico…- le amenazó.

-Una bromita, Yakken…-

No estaba seguro cuánto tiempo llevaba recorriendo aquellas calles con el ruido de las sirenas policiales detrás de él. "Ese ruido infernal ya me está mareando" pensaba mientras observaba las reservas de combustible, aún le quedaba suficiente como para seguir distrayendo a la policía. "Espero que esos tres hayan hecho bien su trabajo" pensó, y al ver cómo resaltaba el color rojo sangre en sus negros guantes no pudo evitar una sonrisa. "seguramente Yakken debe estar deseando colocar sus manos sobre mi cuello" pensó sin temor a equivocarse.

Dejando a un lado la modestia, su actuación fue espectacular, estaba seguro que muy pocos en la compañía han logrado algo como eso. Sus acciones se realizaron en un tiempo menor a diez minutos, pero estaba claro que para la policía representó mucho más. Seguramente vieron todo en cámara lenta, cómo él les pasaba por encima de sus narices. "Eso es para enseñarle a Sesshômaru quién es el mejor" mientras pensaba aquello, la sonrisa de satisfacción no se borraba de su rostro.

"Inu-Yasha" era la voz de Miroku, casi había olvidado que llevaba el audífono prendido de su oreja izquierda.

-He dicho que no me llames así- espetó Yasha, en realidad sí le agradaba cómo sonaba el "Inu-Yasha" pero jamás le daría el gusto a Miroku.

"Vamos, no te enojes" la voz de Miroku sonaba muy tranquila, aunque Yasha no escuchaba muy bien debido al sonido de las sirenas y la calle.

"Déjense de estupideces" era la clara voz de su hermano mayor "Yasha han mandado más unidades por ti".

-¡Oh, no te preocupes!- Yasha rió con un aire de superioridad- ¡Son unos incompetentes, yo podré con ellos!-

"¡No es el momento de hacerse el héroe!" Sesshômaru estaba muy enojado "si te atrapan la compañía estará en peligro".

-Jamás dejaré que esos estúpidos me pongan un dedo encima- aseguró Yasha, sin dejar de reír- no te preocupes por mí hermanito, tú termina de hacer tu labor-

"¿Cómo te atreves…?"

Pero Yasha no pudo seguir prestándole atención al regaño de su hermano. Una patrulla salió de un cruce y se estacionó lateralmente, cerrándole el paso.

"¡Maldición!" pensó Yasha, sorprendido "Sesshômaru tenía razón".

"¿Y qué? ¿Vas a dejar que una estúpida patrulla te cierre el paso?". Una vocecita muy parecida a la suya le interrogó internamente. Era cierto, ¿ha llegado tan lejos para que una tonta patrulla le cierre el paso? Además, no iba a darle la razón a su hermano, jamás lo atraparían. Y no ha practicado incansablemente por un mes entero para que la policía lo capture.

-Claro que no- murmuró mientras se detenía unos minutos. El policía abrió la puerta del vehículo, seguramente pensando que el joven se ha rendido. "¡Qué ingenuos son todos!" rió Yasha para sus adentros. Las sirenas de las otras patrullas cada vez se hacían más intensas, los autos se están acercando cada vez más, ya no hay tiempo.

Encendió el motor y se precipitó hacia la patrulla a toda velocidad. El policía estaba tan seguro que el joven iba a estrellarse contra él, que del susto dejó caer la pistola al suelo y el instinto le hizo cubrirse las manos.

Pero lo que el policía ignoraba era que Yasha no tenía ninguna intención de cometer un suicidio, él tenía otros planes muy distintos. "Además, cuando termine este trabajo, podré restregarle en la cara a Sesshômaru que soy el mejor" pensaba, a medida que se aproximaba al vehículo. "Y quien sabe, a lo mejor invite a salir a Kagome, después de todo me tienen que pagar muy bien" pensó sonriente, imaginando todo el dinero que recibiría.

El tembloroso policía escuchaba el ruido del motor acercándose y sentía que a cada segundo su vida estaba llegando a su fin. Pero cuando menos lo esperó, sintió aquel intenso ruido arriba de su cabeza y luego, ya el ruido se encontraba muy lejos de él. Abrió los ojos, comprendiendo finalmente lo ocurrido.

-¡Maldita sea!- exclamó, mirando cómo el joven se alejaba de él, del otro lado del auto.

-¿Cómo ha sido…?- Kouga se acercó corriendo hacia la patrulla. La motocicleta dio un tremendo salto y pasó por encima del vehículo, como si no fuera la gran cosa. Una ira se apoderó de él, ahora más que nunca se sentía con el deber de atrapar a ese tipo. Con un rápido movimiento quitó al policía que iba en ese coche y tomó las llaves, con un giro rápido enderezó el auto y pisó con fuerza el acelerador.

-De mí no te escapas- murmuró mientras perseguía la motocicleta.

-¡Kouga!- Myoga iba en la última patrulla y llegó más tarde al lugar de los hechos. Al ver a su joven asistente precipitarse tras el delincuente sintió un poco de temor por él. Kouga ha hecho varios simulacros de persecución en sus años de estudios, pero jamás ha participado en una, y no es muy recomendable que en su primera persecución se aventure solo. Estuvo a punto de hacer un gesto para que le prestaran una patrulla cuando el agente Tsukino le llamó.

-¿Ocurre algo?-

-Sí comandante, tenemos un problema con la unidad que se quedó con el camión- suspiró Tsukino, algo sudoroso.

-¿Qué ocurre exactamente?- preguntó Myoga, sintiendo un nudo en el estómago.

-No nos responden… y tememos lo peor…- Tsukino dijo con un hilo de voz.

Myoga se quedó estático por unos minutos, como analizando la situación. Recordó a la motocicleta, su conductor parecía tener muchas ganas de llamar la atención y que le persiguieran hasta el fin del mundo, de ser necesario y, además, nunca robó la mercancía en su totalidad. Tal vez eso quisiera decir…

-¡¡Maldita sea!!- exclamó Myoga, comprendiendo la situación- ¡¡Todas las unidades regresen!! ¡¡A todas las quiero en el sitio donde dejamos el camión!! ¡¡Ahora!!-

-¿Y Kouga, señor?- preguntó Tsukino, carraspeando un poco.

Myoga Higurashi temió mucho por aquel jovencito, a quien quería como a un hijo; pero si Kouga estaba cumpliendo con su deber, él también debía hacer lo mismo.

-Él sabrá cuidarse solo- suspiró, para luego mirar al resto de sus hombres- ¿No oyeron? ¡¡A sus autos, ya!!-

Durante el camino, el comandante Higurashi se sintió derrotado, una vez más. ¿Cómo ha podido dejarse engañar tan fácilmente? ¿Cómo no pudo darse cuenta antes que todo aquello era una farsa? ¿Cómo? ¿Cómo no pudo dejar a dos patrullas, por lo menos, custodiando el camión? Con la rapidez de los hechos no pudo pensar con claridad, todo se dio demasiado rápido y confuso.

Pensó en Kagome, en la promesa que le ha hecho unas semanas atrás.

"Prométeme que cuando captures a esa banda de ladrones te tomarás unas merecidas vacaciones" escuchaba la dulce voz de su hija, suplicante y preocupada por la salud de su cansado padre.

"Cuando captures a esa banda de ladrones…" aquellas palabras taladraban sus oídos incesantemente. ¿Cuándo los atraparía? ¿Cuándo? Lleva más de diez años tratando de echarles el guante, y no ha podido. ¿Cuándo podría cumplirle la promesa a su hija? ¿Cuándo?

Al llegar a la escena, todo estaba más o menos como Myoga lo ha imaginado: el camión completamente vacío, sus tres subordinados amordazados y atados en una esquina oscura  y el chofer… ¿dónde está el chofer? Se extrañó de sobremanera no hallar rastro del chofer.

-Ni lo busque, señor- comentó Tsukino mientras le presentaba un informe- unas dos horas después que ustedes partieran del museo, se presentó allí alguien que se identificó como Yusuke Misaki- al ver la cara de asombro de su jefe, Tsukino lanzó un hondo suspiro- nosotros tampoco lo podíamos creer, señor, pero era Yusuke Misaki, muy avergonzado porque estaba con dos horas de retraso. Al parecer hubo un congestionamiento terrible del otro lado de la ciudad y eso provocó su retraso…-

-¿Usted está queriéndome decir que…?- Myoga se apoyó en el camión robado, tratando de tomar aire- ¿ese tipo era un impostor?-

-Al menos eso sospechamos- Tsukino bajó la cabeza en actitud avergonzada.

-¡Demonios!- Myoga propinó un fuerte golpe al camión- ¡Revisen todo el perímetro en busca de huellas digitales!-

El primer impulso de Myoga fue culpar a los Inu, pero sabía muy bien que primero necesitaba pruebas para poder inculparlos formalmente. Pero claro, estaba seguro que no había nadie mejor organizados que ellos para realizar un robo de tal magnitud.

Y cuando Myoga abrió la portezuela del camión, encontrando sentado en el asiento del conductor una escultura de un perro, no tuvo dudas de quiénes fueron los ladrones.

-¡Maldición!-

Hacía bastante rato que dejó escuchar el incansable sonido de las sirenas, Yasha se escabulló en un callejón y finalmente se sintió en confianza como para detener su motocicleta. Con cuidado quitó el casco que llevaba puesto y respiró aire directamente por primera vez aquella mañana.

Aunque eso de respirar aire directamente, era un leve decir. Llevaba un pasamontañas cubriéndole el rostro, dejando una leve raya horizontal para los ojos. Sesshômaru siempre exigía que todos usaran aquello para las misiones, según él, así era más seguro. Al principio Yasha le discutía muchísimo, diciendo que era ridículo y cosas similares, pero conforme pasó el tiempo, el chico se fue acostumbrando y dejó de discutirle a su hermano.

Sin embargo, minutos después, Yasha por primera vez agradeció que hubiera algo cubriendo su rostro.

Sintió que se le helaba la sangre al ver la patrulla surgiendo de entre las sombras de aquel estrecho callejón. Escuchó el ruido del casco al caer al suelo, pero no tenía tiempo para detenerse y tomar nuevamente, sólo tenía el tiempo justo para huir.

Si su sangre se heló con la presencia de la patrulla, fue su corazón el que se detuvo al observar lo que estaba frente a él. Una enorme y desgastada pared de ladrillos le daba la bienvenida. Un callejón sin salida, perfecto ¡Era justo lo que él necesitaba!

-¡Las manos arriba! ¡Es mejor que no oponga resistencia!- escuchó a sus espaldas. Y para mejorar la situación, reconoció aquella voz tan pedante. Se trataba de Kouga. ¡Había olvidado que el tipo ese era policía! ¡Ahora sí que estaba en problemas!

Sintió cómo los firmes pasos de Kouga se acercaban hacia él, y mientras intentaba transformar aquellos segundos en horas, empezó a pensar en qué hacer para librarse de aquel lío. No pensaba tanto en Sesshômaru, a quien seguramente le daría un paro cardíaco si lo capturaban; tampoco en Rin, quien seguramente se echaría a llorar; tampoco en Miroku o Sango, a quienes consideraba su familia; ni tampoco en Yakken quien claro que disfrutaría su captura luego del golpe propinado en su nariz. Pensaba en la cara de asombro de Kouga al descubrir su rostro, en su sonrisa de autosuficiencia, en la enorme satisfacción con que se lo diría a Kagome. ¡Kagome! Ella no podía descubrir su verdadera vocación y mucho menos enterarse por boca de alguien como Kouga. ¡Precisamente de Kouga!

¡Jamás permitiría aquello! ¡Él se libraría de Kouga, sin importar de qué manera, pero ni Kouga ni ningún otro policía de pacotilla le atraparían! Después de todo, él es más astuto que toda esa comandancia junta.

-Tienes derecho a guardar silencio…- empezó a recitar Kouga. Con cuidado, Yasha inspeccionó sus movimientos con el rabillo del ojo; debía bajar el arma en algún momento para sacar las esposas. Y cuando eso ocurriera en pocos segundos…

… él actuaría. Con un rápido movimiento se dio media vuelta y de un manotazo al puño izquierdo de Kouga, dejó caer la pistola varios metros más atrás. Kouga, aún sorprendido, intentó someterlo, pero ya era tarde; Yasha se sentía dueño de la situación y le propinó un fuerte golpe en la quijada, dejándolo fuera de combate.

Sin perder tiempo, observó la pared frente a él, ya no lucía tan gigante como al primer vistazo; pero no era tan pequeña como para saltar con todo y motocicleta. Pero tampoco podía dejarla allí, los policías siempre tienen métodos para relacionar todo y el dejar su vehículo allí representaría una pista demasiado grande.

-¡Maldito!- Kouga estaba encolerizado y, olvidándose por completo del arma, se precipitó hacia él. Ambos cayeron hacia el suelo, Kouga estaba sobre Yasha y pudo colocarle la esposa en su mano derecha.

"¡Estúpido!" pensó Yasha mientras le daba una fuerte patada en el estómago al joven.

Antes que Kouga pudiera reaccionar, era él quien estaba esposado y aturdido. Debajo de la tela que cubría su boca, Yasha estaba sonriendo con satisfacción. Sabía que debía irse, el tiempo era oro en la situación en que se encontraba; pero su orgullo pudo más y se inclinó hacia Kouga.

-Aún eres un novato- dijo con burla, mientras le hacía un guiño con sus ojos oscuros.

Nuevamente miró la pared, para luego mirar su moto. Lamentablemente no tenía más opción que dejarla allí. Con agilidad encontró varios huecos en la vieja pared y consiguió escalarla, al encontrarse en la parte superior le hizo un burlón gesto de despedida a Kouga, quien desde el suelo contestó, furioso.

-¡Te voy a atrapar a ti y a tus cómplices! ¡Todos van a caer! ¡Malditos!-

"¡Eres tan idiota, Kouga!" pensó Yasha para sus adentros, mientras se daba vuelta.

¡Cuál fue su sorpresa al mirar, un par de metros más abajo a un auto deportivo, y nada más que su hermano como conductor! Sesshômaru le miraba fríamente, como siempre, lo cual significaba que el plan ha salido a la perfección. Con rapidez colocó el auto justo debajo de él y lanzó un suspiro de fastidio.

-¿Te vas a quedar allí toda la vida?-

-¡Claro que no!- exclamó Yasha, y de un salto quedó justo en el asiento del copiloto.

Sesshômaru pisó el acelerador y en pocos segundos se encontraban fuera de aquellos callejones despoblados y solitarios.

Yasha descubrió su rostro pocos minutos después y respiró hondamente, sin borrar la enorme sonrisa de sus labios. Ahora él y Sesshômaru conducían por la autopista, seguramente rumbo a la sede de la compañía, como dos civiles normales, sin que nadie sospechara acerca de su identidad.

-¿Cómo supiste dónde me encontraba?- preguntó Yasha, confuso.

-Le coloqué un radar a la motocicleta- comentó Sesshômaru sin quitar la vista del volante- necesitaba tenerte vigilado-

-¿Qué?- Yasha se sintió muy ofendido ante tal respuesta- ¿Acaso no confías en mí? ¿Cómo puedes…?-

-Si no hubiera tenido ese dispositivo ahora mismo estarías perdido entre esos callejones y quién sabe si otros miembros de la policía te habrían encontrado- le cortó con frialdad- agradece en vez de hacerte el importante…-

El joven se mordió los labios, enojado. Sí, tenía que admitir que sin la ayuda de Sesshômaru las cosas quizás habrían estado más complicadas. Aún así, Sesshômaru no tenía ningún derecho de colocar un radar en la motocicleta…

-¡La moto!- exclamó Yasha, llevándose una mano a la frente- ¿Y si la policía…?-

-También tengo eso solucionado- comentó Sesshômaru, sin inmutarse. Le pasó una cajita negra que tenía botones de varios colores en su parte superior- oprime el de color rojo-

Yasha no entendía mucho, pero obedeciendo pulsó el botoncito rojo. Miró a su hermano mayor, aún sin comprender mucho.

-¿Y bien?- arqueó las cejas.

-La moto acaba de estallar en mil pedazos-

-¿Qué?- por unos segundos, Yasha pensó en Kouga; si él estaba demasiado cerca de la moto, quizás…

-No te preocupes, no hará una explosión tan grande. El policía no morirá- Yasha se sintió algo extraño al escuchar esas palabras de boca de su hermano. Sesshômaru, quien siempre parecía frío y nunca se preocupaba por la seguridad de nadie en particular, se ha asegurado que un policía no muera accidentalmente. Y ese detalle hizo mover a su gusanito de la curiosidad.  

-¿Por qué?- no pudo evitar preguntar.

-Ese… realmente no es asunto tuyo- cortó Sesshômaru sin mirarlo. "No" pensó mientras contemplaba de reojo los cabellos de su hermano menor mecerse al viento "si te confieso mis razones, tendré que hablarte irremediablemente de Naraku. Y querrás saber más y más y más… siempre has pecado de imprudente, hermanito".

-La cena estará lista en poco tiempo- pronunció Kagome al momento de dar unos golpecitos en la puerta de su hermana- ¿Vas a salir?-

Nuevamente el silencio se hizo presente. Kagome lanzó un suspiro desalentador, otra vez su hermana se ha negado a salir del cuarto o siquiera a decirle algo. Si no fuera por unos leves movimientos que ha sentido, ya habría mandado derribar la puerta. Es extraño que su hermana se encuentre así ¿qué ha podido ocurrirle? Se ha excusado diciendo que está enferma, pero Midoriko y ella piensan que no es así. Armó un escándalo cuando escuchó a Midoriko, desde el pasillo, sugiriendo que sería mejor llamar a un doctor.

-¿Aún sin probar bocado?- preguntó Midoriko. La joven mujer decidió quedarse con los tres hermanos mientras que su padre volvía a casa, no le gustaba dejarlos solos y también le preocupaba mucho el estado de Kykio.

-No- negó Kagome lentamente, con tristeza- ni siquiera quiere hablarme-

-Se le han de haber tensado las cuerdas vocales con todo el griterío que armó hace unas horas- Midoriko se dirigió hacia la cocina, allí se encontraba un sonriente Sota que ya se encontraba sentado y dispuesto a comer.

-En unos minutos te daré de comer- Midoriko acostumbraba a preparar pasta para la cena y le quedaba tan exquisita que a ninguno de los tres hermanos se les ocurría sugerir otro platillo.

-Sota ¿podrías cambiarle al canal?- le pidió su hermana mientras sacaba los platos de la alacena.

-¡No! ¡Si es mi capítulo favorito!- se quejó el pequeño al apretar con fuerza el control remoto de la tele.

-¡Ah, pero si lo haz visto un millón de veces! ¡Creo que hasta lo tienes en video!-

-¡No me importa!-

-¡Sota!- Kagome se abalanzó por el control remoto- ¡Dame eso!-

-¡No quiero!-

-¡Chicos!- Midoriko dejó la sartén por un momento para llamar al orden, ambos detuvieron su pequeña pelea- Sota recuerda que tu papá tenía un operativo el día de hoy y necesitamos enterarnos de lo ocurrido…-

-¡Claro, tonto!- Kagome le arrebató el aparato y dio un golpecito en la frente a su hermano- ¡Luego te prometo que te dejaré usar la tele!-

-Bueno- suspiró el pequeño, fastidiado.

"El robo perpetrado a los bienes de la reconocida millonaria Nanase Urasue fue totalmente sin precedentes. La policía incluso se vio envuelta en una persecución a un motorizado de identidad desconocida, perdiéndole la pista en un punto prácticamente deshabitado de la ciudad. Nuestra televisora tuvo la oportunidad de filmar un fragmento de la persecución…"

"La mayor sorpresa que se llevó el comandante Higurashi y el resto de sus hombres fue que, al regresar junto con el camión, éste ya había sido completamente robado lo cual les llevó a comprender que la persecución del motorizado no había sido otra cosa que una trampa. Respecto a la identidad de los criminales, el comandante encontró una conocida estatuilla de un perro en el lugar de los hechos, lo cual les lleva a concluir que los ladrones no son otros que los llamados 'Inu', el comandante ha dicho que se llevará a cabo una investigación exhaustiva…"

-Oh no…- murmuró Kagome, sin dejar de mirar la tele.

-Oh sí…- contrario a lo que Kagura hubiera esperado, en los labios de Naraku se dibujaba una sonrisa.

-¿Puedo saber de qué tanto te estás riendo, hermanito?- Musou también se encontraba en la suite del hotel, con una gran botella de sake en la mano derecha- ¿Acaso no son ellos los que te quitan en sueño?-

-Calla Musou- dijo Naraku con desprecio- no tengo tiempo para tus estupideces-

-Al parecer todo le salió bien a tu querido amigo Sesshômaru- comentó Kagura, mirando por la ventana. En el fondo, le agradaba que a Sesshômaru le hubieran salido las cosas bien, puesto que aunque sonriera, Naraku le deseaba mal. En el fondo de su ser debía sentirse molesto y eso alegraba un poco a Kagura.

-Así es Kagura, y es justo así como debieron ser las cosas- rió Naraku.

-¡Quién te entiende, hermanito!- comentó Musou echándole una mirada al caviar que se encontraba a su derecha.

-Que Sesshômaru piense que las cosas no le pueden salir mejor y entonces…- Naraku colocó esa sonrisa tan cruel y despiadada que tanto odiaba Kagura, quien hizo una mueca de asco sin que éste la viera-… yo le recordaré que estoy aquí para hacer de su vida un infierno…-

-¿Actuaremos pronto, mi señor Naraku?- la débil voz de Kohaku surgió de entre las sombras, venía de la mano de Kana, quien parecía una autómata, como siempre.

-Paciencia mi pequeño Kohaku, paciencia- sonrió el hombre mientras miraba otra vez al televisor. El noticiero estaba pasando nuevamente las escenas que pudo grabar de la persecución. Naraku no perdió de vista ni por un segundo al joven que iba conduciendo la motocicleta, sin duda tenía una gran habilidad, era una verdadera lástima que ofreciera sus servicios a Sesshômaru- no sabía que tuvieras un diamante en bruto en tu compañía, Sesshômaru…-

-¿Diamante en bruto? ¿Ese chico?- se burló Musou, más borracho que otra cosa- ¡Por favor hermano! ¡Movimientos torpes e impulsivos! ¡No me digas que piensas que sería un buen elemento!-

-Calla Musou- dijo Naraku sin mirarle- si digo que es un diamante en bruto, es porque aún le falta pulirse un poco…-

-¿Qué tienes exactamente en mente, hermanito?-

-Si es necesario que lo sepas… lo sabrás a su momento, Musou…-

[ CONTINUAR ]

Notitas: a los amantes del waffie (hai mi linda Chibi T.T) lamento que este capítulo no haya tenido mucho romance pero es que el robo me salió más largo y detallado de lo que pensé.

Me demoré más con este capítulo porque tuve un problema con la computadora y todo lo llevaba escrito se me borró y tuve que empezar de nuevo TODO, lamento el retraso.

Ahora les aviso que voy a entrar en la escuela el próximo 15 de marzo y pues eso me restará algo de tiempo y no podré escribir tanto como quisiera. Prometo escribir unos dos capítulos por mes como mínimo y no olvidaré este fanfic.

Sólo les advierto que los próximos capítulos serán lacrimógenos y seguramente más de uno querrá matarme jeje, pero sólo les pido paciencia. Muchas gracias a todos por sus reviews y sus mails y por todo el apoyo brindado. Nos veremos en el siguiente capítulo.

Para contacto meiko@wings.distant-sky.org mei_akiyama@yahoo.com o dejad un review.