Sin Rastro

Por: Meiko Akiyama

Capítulo 14: "Rescatada".

-¡Yasha! ¡Yasha!- sintió cómo una voz conocida le llamaba con insistencia. Sentía los párpados pesados, como si llevara durmiendo tres días seguidos.

-¡Yasha! ¡Apúrate!- finalmente abrió los ojos, para encontrarse con una dulce sonrisa que él ya conoce a la perfección.

-¡Kagome!- exclamó sorprendido, al ver a la joven prácticamente sobre él. Los largos y negros cabellos de la joven le caían en cascada, rozando el pecho al descubierto de Yasha, quien se sorprendió más todavía al sentir su colchón debajo de su espalda. ¡Se encontraba en su casa, acostado en su cama! ¡Y con Kagome sobre él! Sabe que hay algo erróneo en aquel cuadro, aunque no sabe muy bien el qué.

-¡Vamos! ¡Nos están esperando!- sonrió ella, mientras le tomaba de la mano, y jalándole con insistencia, invitándole a ponerse de pie. Kagome miró provocativamente su torso desnudo, provocando una tremenda vergüenza en el joven- ¡Pero cúbrete primero!-

-No entiendo… ¿esperarnos para qué?- alcanzó a preguntar Yasha, mientras era llevado de la mano de Kagome por el pasillo.

-¿Acaso lo olvidaste?- se volteó ella, sonriéndole con dulzura. Yasha sintió una extraña sensación en el estómago, Kagome siempre provocaba ese tipo de reacciones en él.

-¿Olvidar?- balbuceó Yasha, pero no pudo preguntar más al ver la escena siguiente. Era la sala de su casa, en donde todos se encontraban allí, festejando: Sango se encontraba con Miroku, quienes al parecer estaban muy inmersos en su coquetería como para prestarles atención. Rin y su hermano Sesshômaru estaban platicando animadamente, Yakken se encontraba platicando con ¡Kouga! Yasha frunció el ceño ¿Qué hacían todos reunidos?

-¡Bueno, ya que el dormilón nos ha complacido con su presencia!- comentó Miroku sonriente, mientras se acercaba hasta el estéreo- ¿Qué les parece si todos nos divertimos con un poco de música?-

Segundos después, observó cómo Miroku conducía a Sango al centro de la sala, que fue acomodada de tal forma que funcionara como una pista de baile. Ambos bailaban bastante acaramelados, y Yasha se preguntó en qué momento el casanova fue perdonado por Sango. También observó cómo, con mayor discreción, Sesshômaru estaba bailando con Rin, quien lucía muy feliz a su lado. Rin… Rin… el ver su rostro le hacía sentir que estaba olvidando algo. ¿Qué era?

-¿Por qué tan distraído?- comentó Kagome, sacándole por completo de sus pensamientos.

-Es que…- se llevó la mano a la frente-… siento que estoy pasando algo por alto… hay algo que no entiendo…-

-Tranquilo, para relajarte ¿por qué no bailamos?- sonrió la joven. Antes que él pudiera negarse, ambos ya se encontraban envueltos en una danza. Él no era un bailarín excepcional, pero tenía que reconocer que Kagome se movía muy bien, sus movimientos eran seguros y firmes, es como si hubiera nacido para bailar. El una parte más calmada de la pieza, ella le rodeó el cuello con sus brazos de manera protectora, y acercó sus rostros con suavidad.

-¿Ya te sientes mejor?- sonrió ella, con esa sonrisa tan intoxicante para Yasha.

-No… quiero decir, me gusta tu compañía- balbuceó sonrojado, evitando los penetrantes y bonitos ojos de la chica-… pero aún así, me siento extraño. Siento que he olvidado algo…-

-¿Olvidaste algo?- repitió Kagome, quedándose quieta y mirándole fijamente.

-Sé lo que olvidaste, querido Yasha ¿Necesitas que te lo recuerde?- Yasha sintió un par de manos sobre sus hombros. Sintió cómo daban vuelta a su cuerpo, separándolo de Kagome. Tenía frente a frente a un hombre, quien le miraba desafiante. No recordaba su nombre, pero ya ha visto ese rostro antes. En un callejón oscuro, con esa sonrisa de superioridad, ha escuchado su voz desafiante… en un callejón oscuro, justo antes de caer a sus pies. Justo antes de ver cómo atrapaban a…

-¡Rin!- exclamó, abriendo los ojos con desesperación. Intentó reincorporarse, pero se tambaleó y sus rodillas se golpearon contra el suelo una vez más. Respiraba con dificultad, sentía todo el cuerpo adolorido y un frío que le calaba todos sus huesos. Cerró sus ojos, intentando recordar el dulce rostro de Kagome. Aquel sueño había sido tan vívido, hasta podía recordar su fresco aroma. Le habría gustado quedarse allí, bailando al compás de la música, con ella abrazada a él, sonriente y feliz.

¡Pero no! ¡Ahora no podía pensar en ella! ¡No en este momento en que Rin le necesitaba! ¡Quién sabe por qué cosas tan terribles ha pasado mientras él ha estado sin sentido! No puede abandonarla ahora, no a ella. Con gran esfuerzo logra que sus piernas le obedezcan y empieza a caminar. El callejón le parece más largo de lo que recordaba. A mitad del camino tropieza con la diminuta cartera de Rin, siente cómo el corazón se le encoge al contemplar la pequeña cartera crema que tantas veces vio colgada del hombro de Rin. Aquellos desgraciados que se atrevieron a ultrajarla ¡Vaya si la pagarán! Con cuidado tomó la cartera e introdujo su mano derecha en ella. Al sentir el ruido característico de unas llaves, sonrió aliviado. Por lo menos no tendría que movilizarse a pie, no estaba seguro hasta cuándo sus piernas le obedecerían. Con el auto de Rin no tendría que preocuparse por ello.

Una duda le invadió, mientras iba camino al auto. ¿Adónde ir? Seguro no a su apartamento, probablemente ni siquiera Miroku se encontraría allí. ¿A casa de su hermano? Jamás se atrevería a ir, ni siquiera sabría qué hacer. ¿Cómo decirle a Sesshômaru que permitió que secuestraran a Rin? ¿En sus propias narices? Se sentía lo suficientemente culpable como para cargar con la culpa que le echaría en cara su hermano mayor. ¿Entonces, adónde ir? ¿Adónde? En pocas ocasiones en su vida se sentía tan desolado y desesperado. Una vez encontró el auto y se encontró tras el volante, enfiló en la única dirección que se le ocurrió en aquel momento: la compañía.

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-Dice el señor Nakashima que desea verlo, según me dijo, nos tiene un trabajo- comentó Yakken, tomando asiento en el despacho de Sesshômaru.

Sesshômaru lanzó un hondo suspiro, mientras encendía un cigarrillo. Kyoichi Nakashima es uno de los mejores clientes que tiene, siente cierta predilección por las obras de arte, seguramente le contratará para robar alguna galería. Pero ahora la nueva oferta de Nakashima era lo último que le importaba, tenía un mal presentimiento desde aquella mañana y estaba demasiado intranquilo. Hace un par de horas intentó comunicarse con Rin, pero ella no contestó su móvil y tampoco en su casa. ¿Acaso seguía enojada y por ello no contestaba sus llamadas? "Mujeres…" pensó, mientras abría su boca, dejando escapar el humo.

-Sé que no debería entrar así…- se excusó Miroku, quien entró sin siquiera tocar la puerta-… pero necesitaba hablar urgentemente con…-

-¿Qué maneras son esas?- exclamó Yakken, algo ofendido por la actitud del joven.

-He dicho que lo lamentaba, pero es que…-

-¡Pide perdón a tus superiores, chiquillo insolente!- le cortó Yakken de mala manera.

-Deja Yakken, no tiene importancia- Sesshômaru detuvo la rencilla con un movimiento de su mano. Miroku hizo una pequeña reverencia, a manera de agradecimiento- ¿Qué es lo que quieres, Miroku?-

Miroku tragó en seco, camino al despacho de Sesshômaru ha ensayado las palabras correctas, pero ahora al estar frente a su jefe éstas parecen haberse escondido en algún lugar de su memoria.

-¿Te vas a quedar todo el día allí parado como idiota? ¡El señor Sesshômaru no tiene tanto tiempo como tú!- exclamó Yakken, apresurándolo y poniéndolo aún más nervioso.

-Necesito pedirle un pequeño favor, Sesshômaru…- comenzó Miroku, quien se sintió un poco cohibido al momento que los ojos de Sesshômaru se clavaron en su persona-… necesito que me preste al mejor espía que trabaje para esta compañía…-

-¿Espía?- Sesshômaru arqueó la ceja izquierda, definitivamente no se esperaba una petición como aquella- ¿Puedo saber para qué?-

-Es para investigar a una persona- Miroku sentía sus manos sudar por montones, víctimas de sus nervios.

-¿Acaso crees que una de tus amante te es infiel?- rió Yakken burlonamente, movimiento sus brazos de manera graciosa. Una vena se alzó en la frente de Miroku, notablemente enojado.

-No se trata de mí, es un favor que le hago a Sango- confesó Miroku al momento que bajaba la mirada.

-¿Y por qué no viene ella a pedirlo?- Yakken insiste en meter su cuchara en la conversación. Si no estuviera delante Sesshômaru, ya Miroku le habría mandado a callar.

-Es… es un asunto algo complicado- balbuceó Miroku, sin saber cómo explicar el hecho que necesitaba un espía para que siguiera los pasos del hermano de Sango.

-Si no me das una explicación medianamente convincente, no habría ningún espía a tu servicio- sentenció Sesshômaru.

-Es… es que…- era como si tuviera hueco el estómago- ¿recuerdas a Kohaku?-

-Si mal no recuerdo es el hermano menor de Sango ¿no es así?- comentó Yakken, mirando hacia el techo, como tratando de recordar- hace un par de años que no sabemos nada de él, se fue de aquí siendo prácticamente un niño-

-Hace poco tiempo regresó a la ciudad. Sango lo ha visto en varias ocasiones, pero sospecha que Kohaku le oculta algo, y teme que sea algo grave. La conozco, jamás sería capaz de investigar a su propio hermano, es por eso que quiero hacerlo yo- Miroku tomó una enorme bocanada de aire al terminar aquella frase. Había dicho todo lo que Sesshômaru debería saber, ahora tan sólo esperaba que accediera a su petición. Su jefe se quedó contemplándolo por varios minutos, hasta que finalmente se puso de pie, como dispuesto a darle una respuesta.

-No veo ningún inconveniente…- pero antes que Sesshômaru pudiera continuar, la puerta de su despacho se abrió nuevamente.

Esta vez la puerta no se abrió con cuidado y sigilo, como lo hizo Miroku; ahora se abría estruendosamente, estrellándose contra la pared. La silueta de un tambaleante y ajetreado Yasha entró por el umbral, dio un par de pasos torpes y calló de bruces en el suelo.

-¡Yasha!- Miroku corrió en auxilio de su amigo, inclinándose hacia él, ayudándole a ponerse en pie. Se sorprendió al ver las ropas de Yasha teñidas de rojo, y su rostro amoratado. Su amigo era hábil cuando se trataba del combate cuerpo a cuerpo, para que se encontrara en aquellas condiciones, debieron ser varias personas o una verdaderamente habilidosa.

-¿Se puede saber con quién te peleaste, Yasha?- inquirió Sesshômaru, sin perder su tono de voz frío, al parecer no se preocupaba por las heridas que presentaba su hermano.

-¡Este nada más anda buscando pleitos!- como siempre, Yakken hizo su comentario fuera de lugar.

-Unos malditos me atacaron en un callejón…- balbuceó Yasha, mientras rechazaba con brusquedad la ayuda de Miroku. Ya se sentía lo suficientemente avergonzado como para encima recibir ayuda de alguien para ponerse en pie. Dio un par de pasos y apoyó ambas manos sobre el pupitre de Sesshômaru, quien le seguía de cerca sin decir palabra-… no recuerdo bien sus nombres, pero al parecer venían de parte de un tal Naraku…-

Era la primera vez que Yasha vio un dejo de terror en los ojos de su hermano mayor. Fue como si la palabra "Naraku" fuera algún tipo de veneno que se esparcía por el aire, ya que Sesshômaru apartó la vista. Por otro lado, notó que los ojos de Yakken estaban abiertos de par en par, asemejando dos platos blancos. Sí, sin lugar a dudas el tal Naraku debía ser alguien importante, de otro modo su hermano jamás habría reaccionado de esa manera, ni tampoco Yakken estuviera paralizado de terror.

-Naraku…- suspiró Sesshômaru, adoptando nuevamente su ademán frío y clavándole la mirada a Yasha-… perfecto. Yo me encargo de eso, mantente lejos de ese asunto, Yasha-

-No puedo…- Yasha bajó la mirada, algo temeros. Ha llegado el momento de la verdad.

-¿Y por qué no puedes? Te lo acabo de ordenar, este asunto no te incumbe- Sesshômaru arqueó una ceja, algo confuso por la actitud de su hermanito.

-Hermano, yo me encontraba con Rin cuando esos malditos atacaron…- comenzó Yasha, entrecerrando los ojos, si alguna vez estuvo cerca de temer por la furia de su hermano, éste era el momento.

Sesshômaru sintió que escuchaba aquellas palabras en cámara lenta, que las iba digiriendo una a una, muy despacio. "Yo me encontraba con Rin cuando esos malditos atacaron…". Montones de ideas pasaban por su mente, miles de pensamientos atormentaban su existir, trataba de pensar con más calma, pero aquella frase le taladraba con insistencia los oídos… y el corazón. Rin… no, Rin no. Aún no terminaba de olvidar su rostro bañado en lágrimas, para ahora imaginársela sufriendo en algún sitio oscuro, siendo observada por la desagradable mirada de…

-¿Qué fue lo que dijiste?- Sesshômaru alzó la vista, su hermano aún tenía su rostro inclinado hacia el suelo- ¿Dónde está Rin? ¡Y mírame a la cara cuando te estoy hablando!

-Yasha…- murmuró Miroku, con el corazón plenamente encogido. La sola idea que Rin estuviera ahora bajo la custodia de algún maniático era simplemente aterradora.

-Esos tipos se la llevaron…- dijo Yasha con un hilo de voz.

-¡Repite lo que has dicho!- Sesshômaru estaba tratando de contener su rabia, al menos así le pareció a Miroku, quien miraba cómo cerraba sus puños con fuerza e impotencia- ¡Que repitas lo que has dicho, maldita sea!

-Ellos se la llevaron, Sesshômaru- dijo Yasha, alzando por primera vez la mirada. Sintió un sudor frío recorrerle la espalda al encontrarse con los ojos de su hermano mayor. Nunca antes lo había visto así, con tanto dolor reflejado en su mirada, pero a la vez con tanta ira contenida. En segundos sintió cómo las manos de su hermano lo tomaban por la camisa y lo acercaban hasta él. Escuchó varios insultos y gritos, pero no retuvo ninguno; segundos después sintió un fuerte golpe en su mejilla que le hizo perder el equilibrio y caer varios metros atrás.

-¡Estúpido! ¿Cómo has sido capaz de ser tan incompetente? ¿Cómo dejaste que se la llevaran? ¡Imbécil! ¡Siempre supe que eras un inepto!- exclamó Sesshômaru, dispuesto a tomar nuevamente a Yasha, para propinarle otro golpe más. Sin embargo, esta vez Yasha tomó su brazo con fuerza y lo apartó, haciendo que Sesshômaru retrocediera un par de pasos.

-¡No es mi culpa! ¡Maldita sea!- Yasha hizo un movimiento tan rápido, que Sesshômaru no pudo evitar el fuerte golpe que su hermano le dio en la mejilla derecha.

-¿Cómo te has atrevido?- Sesshômaru insertó su puño izquierdo en el estómago de su hermano, quien tambaleó, doblando sus rodillas hacia el suelo.

-No es mi culpa…- la respiración de Yasha era entrecortada-… si se trata de encontrar culpables. ¿Por qué no estabas en mi lugar? ¿Por qué no estabas allí para protegerla? De eso yo no soy culpable…-

-¡Chiquillo insolente!- Sesshômaru estaba a punto de caer sobre su hermano una vez más, cuando vio una silueta interponerse entre él y el cuerpo de Yasha. Estaba tan abstraído en su propia rabia, que le tomó varios segundos reconocer a la silueta como Miroku.

-¡Basta!- exclamó, mirando fijamente a Sesshômaru- mientras estamos discutiendo aquí inútilmente, esos tipos pueden estar…- pero detuvo su hablar, pensar siquiera en lo que Rin podría estar sufriendo era demasiado atroz-… no es momento de pelearnos. Debemos hacer lo posible por localizar a Rin-

-Naraku ya se habría comunicado, pidiendo rescate o algo- comentó Yakken, haciendo notar su presencia en la habitación una vez más- a él le gusta hacer sufrir…-

-A lo mejor se divierte teniéndonos en la incertidumbre. Maldito Naraku- Sesshômaru tomó asiento nuevamente, dejando que su mirar se perdiera en algún punto de su despacho.

-¿Quién demonios es Naraku?- preguntó Yasha, sin quitarle la mirada desafiante a su hermano mayor. Estaba empezando a hartarse del misterio que rodeaba a aquel nombre.

-¡Escúchame bien!- Sesshômaru tomó a Yasha por los hombros y lo empujó contra la pared- de Naraku me encargo yo, no has podido impedir que se lleven a Rin, ahora deja que yo la rescate. Te lo advierto por primera y única vez, Inu-Yasha. ¡Mantente alejado de este asunto!-

Su hermano jamás le llamaba "Inu-Yasha", a menos que se tratara de algún asunto realmente serio. Siguió con la mirada a Sesshômaru, quien abría la puerta a la vez que hacía un gesto a Yakken, para que le siguiera. En pocos segundos en el despacho sólo se encontraban él y Miroku. Yasha tomó asiento, respirando hondamente, aún sentía todo el cuerpo adolorido, pero no puede descansar, no cuando Rin está en manos de tipos desalmados y puede estar sufriendo cualquier tipo de torturas.

-Jamás he obedecido ciegamente a Sesshômaru…- con dificultad se puso en pie. Notó cómo Miroku le miraba entre asombrado y preocupado-… y créelo, no será esta la primera vez…-

-¿Qué piensas hacer, Inu-Yasha?- su amigo parecía ansioso por la respuesta.

-Encontraré a Rin, y descubriré quién demonios es ese tal Naraku- sentenció Yasha, con mayor soltura se dirigió hacia la puerta- y tú me vas a ayudar…-

Miroku sintió, nuevamente, un hueco en el estómago. "Ya sabía yo que no me iba a librar de esta…" suspiró resignado y resueltamente siguió los pasos de su amigo.

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Continuaba caminando sin rumbo fijo por aquel parque, ni siquiera recordaba cómo ha ido ha parar allí. Quizás simplemente su mente le pidió despejarse un poco, y qué mejor lugar que aquel rodeado por árboles, fuentes y leve vida silvestre, en medio de la ajetreada y contaminada ciudad. Contemplaba a los niños jugar al fútbol y baloncesto. Necesitaba alejar de sus pensamientos a su hermano, a la extraña actitud que él tenía y ese aire de misterio que existía a su alrededor. Pero, sobre todo, no deseaba pensar en Miroku, cada vez que lo hacía recordaba el rostro perplejo del joven cuando ella entró al apartamento, encontrándolo en compañía de aquellas dos desconocidas.

-Miroku…- murmuró mientras tomaba asiento en una de las bancas de aquel parquecito. Ella llegó a pensar que tal vez con un poco de esfuerzo, la relación entre ellos dos daría buenos frutos. ¡Pero qué ingenua había sido! Miroku jamás cambiaría, la fidelidad no entraría nunca en su lista de virtudes. Ella siempre estuvo consciente de aquello ¿Por qué dolía tanto, entonces?

"Te amo…" sí, eran esas dos palabras las que ella nunca perdonaría. ¿Cómo pudo pronunciarlas? ¿Cómo se atrevió? Si no las sentía, jamás debió jugar así con sus sentimientos, confundirla, ilusionarla y luego descenderla a tierra de manera descarada. Se maldijo a sí misma una y mil veces por creer en esas dos palabras. ¿Cómo podían ser ciertas, si salieron de labios de Miroku? Viéndolo desde un punto frío, era demasiado absurdo. ¿Miroku, enamorado? Por la única persona que podía sentir amor era por sí mismo, nadie más. Y sin embargo… en ese momento sonó tan real… tan real…

El ronroneo de Kirara le sacó de sus pensamientos, la gatita estuvo en todo momento en su bolso de mano, pero al parecer ya deseaba salir a tomar aire fresco. Obedeciéndola, abrió la cremallera del bolso y en pocos segundos Kirara ya se encontraba sobre el pasto. "Estabas muy desesperada ¿eh?" le sonrió Sango a su mascota. Kirara empezó a dar un par de saltitos alrededor de la banquita.

-¿Eh? ¡Pero si parece que te has encontrado a un amigo!- comentó Sango, al ver cómo Kirara se aproximaba a otro gatito. Al parecer ambos mininos congeniaron muy bien, pues a los pocos minutos se encontraban dando saltitos y jugando alegremente. Por momentos, Sango miró con cierto detenimiento al compañero de su mascota. Era un gatito color crema, algo regordete, sus orejas eran de un tono oscuro; no supo por qué el gatito le produjo una extraña sensación de familiaridad. ¿Acaso no lo había visto antes?

-¿Es tu gatita?- escuchó una voz a sus espaldas. Al voltearse, comprobó que su interlocutora era una chica de tez blanca, de largos cabellos oscuros y grandes ojos de color café, su rostro era alegre, con una muy bonita sonrisa- parece que se hizo amiga de mi Buyo-

-¿Buyo?- sí, definitivamente aquel nombre le recordaba algo. "Buyo… Buyo… Buyo…"

"¿Y por qué no haces tu buena acción del día, eh Yasha?"

-¿Kagome?- saltó Sango, inspeccionando a la chica con detenimiento. Su interlocutora alzó una ceja, en señal de asombro. Definitivamente, tenía que ser ella.

-¿Cómo sabes mi nombre?-

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Habían transcurrido por lo menos dos horas desde que Yasha le informó del secuestro de Rin. Dos horas… ¡Maldición, era demasiado tiempo! Le pidió a Yakken que estuviera al tanto de cualquier tipo de llamada, que rastreara y localizara la posición de Naraku si llegaba a comunicarse con ellos. ¿Qué hacía el incompetente renacuajo? Aún no tenía noticias de él, tampoco de Naraku. ¡Maldita sea!

Desde que llegó a su casa, no ha hecho más que pasearse por la habitación y pensar. Pensar en Rin, no puede evitar pensar en ella. Se siente imponente e inútil, y puede escuchar resonar en sus oídos la potente risa de Naraku. En donde esté, seguramente se encuentra burlándose de él, porque lo tiene bajo control. "Ahora te encuentras a mi merced, Sesshômaru". Y lo que más rabia le daba… es que estaba en lo correcto. Ahora accedería a cualquier petición que Naraku le hiciera, cualquier cosa. Naraku le dio justo… en su punto débil. No sabe cómo se dio cuenta Naraku que Rin era la única persona con la cual podía llegar a él. Jamás ha demostrado en público afecto por Rin, tampoco en la intimidad… y sin embargo…

Sin embargo, Naraku decidió secuestrarla a ella. ¿Cómo es posible que todos vean aquello que él tanto se niega a admitir? Ni siquiera lo ha dicho en alto, en el fondo temía que alguien le escuchara y que encontrara, en ello, su debilidad. Pero Naraku lo ha notado ¿cómo es eso posible? ¿Acaso es demasiado tangible?

Se siente ridículo, como los personajes de las películas rosas que él tanto odia. Pero ya es inútil reprimir lo que siente, al parecer todos lo saben, tan sólo están esperando que él lo admita públicamente. Sí, por Rin está dispuesto a hacer lo que sea. Naraku está demasiado equivocado si piensa que lo dejará vivir luego de semejante sacrilegio. "Has podido tomar la vida de mi padre, podrás estar tras la mía propia… pero nunca toques a mi mujer…" pensó mientras se iba directamente hacia un mueble que tenía cierto aspecto antiguo. Al inclinarse hacia el último cajón de aquel mueble, sintió una presencia, varios metros detrás de él. Sí, ha sospechado que lo seguían desde que abrió la puerta de su casa, pero sentía aquella presencia justo detrás de él. Esta vez no puede ignorarla…

-¿Se puede saber cómo te has atrevido a venir? Sabes que esto puede costarte mucho, mi querido hermanito…- Sesshômaru se volteó, sin dudar que se encontraría cara a cara con su hermano. Efectivamente, el rostro entre asombrado y desafiante de Yasha estaba allí, mirándolo fijamente.

-Necesito saber…- pero Yasha detuvo su hablar al ver cómo su hermano nuevamente le daba la espalda.

-No tengo tiempo para tus cuestiones o dudas, debo salvar a Rin- espetó Sesshômaru, inclinándose nuevamente hacia el último cajón del pequeño mueble.

-¿Y se puede saber cómo vas a salvarla?- preguntó Yasha, mientras contemplaba confuso a su hermano. Por primera vez, sentía que su hermano le ocultaba algo, pero no por orgullo o simple gusto, sino porque era necesario.

Sesshômaru, como haciendo caso omiso de sus palabras, abrió aquel último cajón, de donde sacó una caja rectangular, era de metal y de color negro. Ante la mirada perpleja de su hermano, reveló el contenido de aquella especie de cofre: una reluciente pistola de color plateado. A un costado tenía escrito con tinta roja su nombre.

-¿Qué demonios…?- Yasha iba a preguntar acerca de aquel arma, pero un gesto violento de su hermano lo detuvo.

-Ni siquiera lo intentes, no planeo decirte más allá de lo debido. Es un regalo de mi padre- dijo Sesshômaru, mientras se guardaba la pistola entre sus ropas. Empezó a dirigirse hacia la puerta, mientras pensaba en la explicación dada a su hermano menor. No estaba mintiendo al decir que era un regalo de su padre. Después de todo, a grandes rasgos, eso había sido.

-¿Qué es esto?- preguntó un muy joven Sesshômaru, cuando recibió de las manos de su padre un pequeño cofre de color negro.

-Ábrelo y ya lo sabrás…-

El adolescente no perdió tiempo y enseguida abrió con rapidez el cofre. Abrió sus ojitos de par en par al ver surgir una pistola. Con cierto respeto tomó el arma en sus manos, la miró detenidamente y luego dirigió la mirada hacia su padre, como preguntándole qué era aquello.

-Es para ti, Sesshômaru…- dijo su padre, sin mayores preámbulos. Sesshômaru continuó mirándole con ojos confusos, sin saber qué hacer o decir. Entonces su padre arqueó sus labios, fue lo más cercano, en su padre, a una sonrisa.

-Sesshômaru, si yo llegara a faltar algún día, usa esta pistola para tu defensa…- empezó con seriedad, sin quitar la vista de su hijo. Sesshômaru se asustó al escuchar la primera frase.

-¿Si llegara a faltar? ¿Por qué dice eso, padre?- preguntó, muy alarmado.

-Escúchame bien, es tan sólo por si necesitas defenderte o defender a alguien. Hijo, prométeme que nunca la usarás para matar por placer o por dinero…-

-Pero papá…-

-Promételo- insistió su padre severamente. Sesshômaru aún reflejaba mucho temor en sus ojitos, no entendía para nada las palabras de su padre, ni por qué ese aire tan misterioso. Pero tenía un mal presentimiento, que le apretaba el estómago con insistencia.

-Está bien padre, lo prometo…- bajó la mirada con tristeza. Luego, para su sorpresa, sintió un par de palmaditas en su espalda, que provenían de la mano de su padre.

-Es una promesa entre hombres, no puede romperse…-

Ha pasado ya mucho tiempo desde esa promesa entre hombres. La verdad, Sesshômaru siempre tuvo intención de cumplirla, no sólo por ser una promesa hecha a su padre, sino porque a pesar de lo despiadado que pueda parecer, el matar a personas por dinero o cualquiera otra razón nunca ha sido su estilo. Pero esta vez se trata de algo muy diferente, si hay alguien por quien esa promesa merece romperse, es por Naraku.

Abrió la puerta principal, pero si no hubiera sido por sus rápidos reflejos, Miroku le habría caído encima. Se hizo a un lado en el último minuto, y Miroku terminó besando el piso de su casa. Alzó una ceja, confuso ¿Qué ocurría?

-¿Se puede saber qué demonios haces allí?- preguntó, mientras Miroku se reincorporaba.

-Estaba esperando afuera, ya que Yasha me dijo que no tardaría. Sin embargo, esa señorita insistía en entrar a hablar contigo y se puso algo violenta- señaló a una joven, que estaba plantada casi frente al umbral de la entrada.

-Pues no la conozco señorita- la cortó Sesshômaru, haciéndole un gesto para que se apartara-… tengo un asunto muy importante que atender, no me interesa lo que tenga que decirme. Y ustedes dos, si de verdad quieren servir de algo, no sean tan lentos y muévanse-

Sin decir palabra alguna, Miroku y Yasha se dedicaron a seguirle los pasos a Sesshômaru. Yasha miraba fijamente a su hermano ¿de dónde ha sacado aquella arma? Que él sepa, su hermano no hace asesinatos por encargo, ni nada por el estilo. Aunque claro, no es tan descabellado pensar que alguien como él deba tener un arma, para cualquier situación peligrosa. Sin embargo, hay algo respecto a esa arma, y a la actitud de su hermano, sumándole el misterio que rodea al nombre "Naraku", que le hacen pensar que todo está relacionado.

-Yo sé dónde está esa mujer…- comentó aquella extraña desconocida. Esa frase hizo que los tres hombres se detuvieran, impactados ante tan inesperada revelación. Sesshômaru, obviamente, fue el primero en darse la vuelta, mirándola desafiante.

-¿Qué demonios es lo que has dicho?- preguntó, mientras se acercaba hacia ella.

-Que puedo llevarte adonde está la mujer…- continuó la mujer, algo asustada por la imponente mirada de Sesshômaru. Y no era para menos, si las miradas mataran, ya estaría en el suelo, inerte.

-Trabajas para Naraku ¿no es así?- Sesshômaru tomó entre sus manos el cuello de la mujer, acorralándola hacia la pared- ¡Maldita! ¡Dime donde está Rin! ¡Dile al maldito de Naraku que no caeré en sus trampas! ¡Que se muestre o te mataré aquí mismo!-

Kagura luchaba por soltarse de los brazos de Sesshômaru, pero le era prácticamente imposible. Ya sabía a lo que se estaba arriesgando al aparecerse en casa de Sesshômaru. Pero echarle a perder los planes a Naraku bien valía la pena. Cada vez sentía menos aire y ya empezaba a ver borroso el rostro de su agresor.

-¡Sesshômaru, suéltala!- Miroku intervino justo a tiempo, logrando que Sesshômaru soltara a la mujer, la cual cayó de rodillas, tosiendo desesperadamente.

-¡Salvaje!- exclamó Yasha, contemplando a la mujer, quien tomaba inmensas bocanadas de aire, feliz de poder respirar- ¡Sabe dónde está Rin! ¿Te ibas a atrever a matarla?

-¡Cierra la boca, niño insolente!- espetó Sesshômaru, furioso- ¡Que no tienes idea con quién te metes!-

-Naraku no tiene idea que estoy aquí- carraspeó Kagura, al momento de reincorporarse con algo de dificultad- ¿realmente crees que me dejaría venir a decirte en dónde se encuentra Rin? Sé que lo conoces, Naraku jamás haría eso…-

Luego de tratar de calmarse, reflexionó un poco. Aquella mujer tenía razón, Naraku no le revelaría dónde tiene a Rin escondida, ni siquiera porque le tiene una trampa. Él dejaría que sufriera, que se fuera desgarrando segundo a segundo, que se desesperara con el transcurso de las horas, al no tener noticias de Rin. Entonces, tal vez aquella desconocida estuviera diciendo la verdad. Pero él tiene experiencia, y sabe que para estos casos no es suficiente un "tal vez".

-¿Qué ganas con decirme dónde está?- preguntó Sesshômaru, sin quitarle la vista a aquella mujer.

-Que el plan de Naraku fracase- Kagura, con firmeza, le hizo frente a Sesshômaru, y también a esos dos chicos. A uno de ellos lo reconoció como "el diamante en bruto", del cual Naraku habló alguna vez en su presencia.

Sesshômaru lo meditó por varios segundos, analizando todas las posibilidades que tenía. Si le creía esta mujer y era una trampa, caería como idiota en las manos de Naraku y Rin estaría en peligro aún. Por otro lado, si no le creía y era verdad, estaba dejando la posibilidad de salvar a Rin. Y por otro lado… si se trataba de la verdad… podría rescatar a Rin. "Debes confiar un poco más en la gente, Sesshômaru" le había dicho la misma Rin alguna vez. "Bueno Rin, confiaré en ti…" pensó Sesshômaru, si hay una persona que jamás le va a fallar, esa en Rin. Confiaría en sus palabras.

-Muy bien mujer, confiaré en ti. Llévame…- sintió una tos ronca a sus espaldas, era su hermano haciéndose notar. Suspiró de fastidio-…llévanos donde está Rin…-

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Durante todo el camino, Sesshômaru miraba de reojo a la mujer, quien se presentó como Kagura. No entendía qué ganaba ella haciendo fracasar el plan de Naraku, pero no iba a detenerse a preguntar. Mientras la condujera hacia donde estaba Rin, lo demás salía sobrando. "Rin…" no ha parado de pensar en ella ni un solo instante. Se siente como estúpido recordando aquella frase popular "nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido". Se sentía como un cursi empedernido…

-Dobla a la izquierda- le indicó Kagura. Ni Sesshômaru ni Yasha reconocían aquel sitio, en cambio, Miroku recorría atentamente las calles, edificios. Era una zona prácticamente abandonada, en donde reinaba la delincuencia, la pobreza y el crimen organizado. Sí, pasó la mayor parte de su infancia en este lugar. Esbozó una sonrisa amarga "jamás pensé que regresaría" pensó, sin quitar su vista de la ventana. El ver este lugar le recordaba por qué le era fiel a Sesshômaru: todo lo que era ahora se lo debía a su padre, jamás abandonará la compañía, jamás.

Kagura les indicó que se estacionaran en un edificio abandonado. Sesshômaru fue el primero en descender, comprobando que, efectivamente, no se encontraba absolutamente nadie. Con un brusco jalón, hizo que Kagura descendiera del auto, ella emitió un quejido de dolor, pero Sesshômaru lo obvió por completo.

-Es allí, Rin se encuentra en el último piso…- Kagura dejó de sobarse el brazo para señalar con su dedo índice una bodega, de aspecto abandonado. Alzó su mano izquierda, en donde llevaba su reloj, a esta hora Musou apenas estaría a mitad de su conquista con su hermana Kanna. Tenían tiempo de sobra para salvar a Rin, el pequeño Kohaku no sería obstáculo para Sesshômaru.

-Recuérdame por qué haces esto…- le preguntó aquel joven, "el diamante en bruto".

-Porque quiero que Naraku falle, créeme, verlo retorcerse de rabia no tiene precio- admitió, tratando de contener una sonrisa. Sí, disfrutaría muchísimo los días venideros, con Naraku rabiando a diestra y siniestra.

-A partir de aquí nos separamos- cortó Sesshômaru la "amena" conversación entre su hermano y Kagura- espero que esto no sea una trampa Kagura, porque ya sabes de lo que soy capaz…-

-Que no es una trampa- insistió Kagura, quien instintivamente se llevó las manos al cuello, este tipo no se andaba con juegos-… pero no me importa lo que ocurra con ustedes a partir de aquí. Procuren darse prisa, si Musou llegara…-

-Que llegue- Yasha traqueó sus dedos- ese tipo y yo tenemos asuntos pendientes-

-Cierra la boca, idiota- Sesshômaru dio vuelta en dirección de aquella bodega- que no hemos venido a ajustar cuentas personales-

-¿Cuentas personales? ¡Yo no sé que cuentas personales tengas con el tal Naraku! Pero no me ves quejándome, hermano…- exclamó Yasha a todo pulmón. Sesshômaru detuvo su andar, abriendo sus ojos de par en par. Se volteó bruscamente, buscando con la mirada a Kagura, ella permaneció quieta, con los ojos muy atentos. "Estúpido Yasha…" murmuró, mordiéndose el labio inferior. Tanto haber callado durante el camino, para que al final venga a pudrirse todo.

-Ve en paz, Sesshômaru- dijo Kagura, mientras se daba la vuelta- he dicho que deseo fastidiar los planes de Naraku, puedes considerarme una especie de aliada entre las sombras…-

Él la vio desaparecer tranquilamente entre las columnas del edificio. "Kagura…" pensó detenidamente, odiaba confiar ciegamente en una completa extraña, pero no le quedaba de otra opción. Hizo un gesto a Yasha y Miroku, para que le siguieran.

Efectivamente, la bodega parecía estar abandonada. Estaba hecha de madera, sólo tenía una puerta de entrada y salida, y poseía tres plantas. Según Kagura, Rin se encontraba en la tercera y última. Bien, pues justo allí se dirigiría, sin perder el tiempo. Sin mayores preámbulos, abrió la enorme puerta de hierro sin mayor dificultad. Al abrirse, la puerta produjo un chillido infernal, seguramente al óxido y la falta de uso.

-Genial, ahora sabrán que estamos aquí- comentó Yasha, malhumorado.

-Sabrán que yo estoy aquí- corrigió Sesshômaru, mientras avanzaba- ustedes dos se quedan aquí-

-¿Qué? ¡¿Acaso piensas que he venido hasta aquí para que te lleves todo el crédito?!- exclamó Yasha, perplejo, jamás pensó que su hermano le hiciera a un lado.

-Cierra la boca niño, a ver si aprendes a obedecer órdenes. Además ¿no quieres encargarte tú de Musou? Si él llega, estarás en primera fila para partirle la cara- suspiró Sesshômaru, mientras se alejaba de ambos.

-Estúpido- murmuró Yasha, aún de mal humor. Jamás lograría comprender a su hermano, era demasiado extraño.

A cada paso que daba, Sesshômaru maldecía a Kagura, por no advertirle de llevar una linterna. La oscuridad era tal, que daba pequeños pasos para no tropezarse con algún objeto que pudiera estar por el suelo. Según sus cálculos, ya se encontraba en el segundo piso. Ha demorado más de diez minutos tan sólo para encontrarse a mitad del camino. Tal vez demoraría un poco más de lo planeado. Mientras caminaba con cuidado de no tropezar, se pregunta a qué tipo de persona tendría que burlar para poder liberar a Rin de su encierro. Según Kagura "no tendrás problemas para dejarlo fuera de combate", pero seguía sin poder fiarse completamente de ella.

Ya se encontraba en el tercer piso, por lo menos los escalones se han terminado. Sus pasos rechinan en el suelo de madera, y hay tanto silencio que puede escuchar perfectamente su respiración entrecortada. Hay una enorme ventana rectangular en la pared frente a él, a contraluz vislumbra una silueta femenina, sentada en una silla. Siente cómo se le encoge el corazón al reconocer aquella silueta como la de Rin, a grandes zancadas se aproxima, inclinándose hacia ella. Está inconsciente, aunque más bien es como si estuviera dormida; con suavidad toma su rostro entre sus manos, luce tan tranquila. Está atada de manos y pies, y amarrada a la silla por la cintura. "Maldito Naraku" Sesshômaru siente su sangre hervir al contemplar tal escena.

-Rin…- susurró, mientras sentía sus manos temblar. Tenía ganas de tomarla en sus brazos y estrecharla contra su pecho. Ella no ha tenido culpa alguna de nada, no merece haber vivido ese infierno- Rin, despierta… despierta, por favor…- suplicó, mientras rozó la fría frente de Rin con sus labios.

-Sesshômaru…- murmuró ella, quien parecía aún hablar en sueños. Sesshômaru no pudo contener una sonrisa, al pensar que estaba soñando con él. Rin empezó a mover tenuemente sus párpados, y murmuró algo que Sesshômaru no llegó a comprender. Pero nunca se sintió más aliviado en su vida, al contemplar ese par de ojos abrirse nuevamente, verse reflejado nuevamente en ellos, que brillaban de vida.

-¿Sesshômaru?- Rin estaba entre confusa, asombrada y feliz de verlo- ¿Cómo llegaste…?-

-Eso no importa- Sesshômaru tapó los dulces labios de Rin con sus dedos-… te voy a sacar de aquí…-

Rin observó cómo su salvador aparecía de entre sus ropas una navaja y se agachaba. Tenía los pies entumecidos, pero se sintió feliz al verse librada de las ataduras. Sesshômaru prosiguió su labor, desatando su cintura, Rin emitió un suspiro de alivio al sentirse cada vez más libre. Sin embargo, palideció al alzar la mirada y encontrarse frente a frente con un par de ojos. Unos ojos casi infantiles pero con un dejo demoníaco propio de la influencia de Naraku.

-Sesshômaru…- susurró asustada.

-¿Qué pasa…?-

-Suelta la navaja y pon las manos sobre tu cabeza…- escuchó la voz de quien parecía ser un niño, pero sonaba realmente amenazadora. Sintió la distintiva forma de la boca de una pistola sobre su espalda, entonces supo que aquello iba muy en serio. Con cuidado se dio la vuelta y casi se va de espaldas al conocer a su "enemigo".

Se trataba de un niño, estaba casi seguro que era menor que su hermano. ¿Un niño? ¡¿Éste era el gran guardián?! ¡Un chiquillo! ¿Acaso Naraku está perdiendo a su gente de confianza que debe utilizar a un niñito inexperto? Porque es inexperto, se nota a leguas. Aunque el pequeño aparenta frialdad y dureza en su mirada, había miedo en él. Estaba realmente aterrado, Sesshômaru podría oler su inseguridad a kilómetros de distancia. Ante semejante espectáculo, Sesshômaru no pudo evitar emitir una amplia sonrisa de triunfo. Si el niño aquel iba a ser el único obstáculo entre Rin y su libertad, el asunto era pan comido.

Con un rápido movimiento, le arrebató al arma al pequeño, quien alcanzó a disparar, afortunadamente para Rin, la bala impactó en algún lugar recóndito del techo. La pistola cayó en el suelo, y a los pocos segundos Sesshômaru ya tenía inmovilizado por completo al pequeño, quien berreaba y daba de patadas al aire, mientras Sesshômaru suspiraba fastidiado.

-Mira, no me gusta andar golpeando niños- comenzó con tranquilidad, sin soltarlo- de modo que mejor te golpeo en la cabezota y te mando al país de los sueños-

-¡Suélteme!- gritaba el chico, luchando con todas las fuerzas que tenía por liberarse del "abrazo" de Sesshômaru.

Sesshômaru estaba apunto de asestarle un golpe en la sien, para dejarlo oficialmente fuera de combate, pero escuchó un enorme estruendo, proveniente de la planta inferior. La primera idea que se le vino a la cabeza fue "Ese estúpido de Yasha siempre quiere estar llamando la atención".

-Bien niño, que tengas dulces sueños- exclamó Sesshômaru mientras le golpeaba en la cabeza. El pequeño se desplomó en el suelo, completamente inconsciente.

-¡¡Sesshômaru!! ¿La encontraste?- Miroku hizo acto de presencia.

-Por supuesto. Ahora dime ¿cuál es la fiesta que se trae mi hermano allá abajo?- Sesshômaru arqueó su ceja derecha, demandando una explicación.

-Está abajo peleando con el recién aparecido Musou, intenté ayudarle a pelear contra él, pero ya sabes…- carraspeó Miroku, con una gota de sudor en la frente-… me dijo que podría solo… ¿tú no tuviste problemas con el vigilante?-

-¿Este niño? ¿Te parece que me ha dado problemas?- Sesshômaru le señaló al pequeño que yacía en el suelo. Miroku se inclinó para inspeccionarlo de cerca y un grito ahogado salió de sus labios. "¡No puede ser!" murmuró aterrorizado, sin quitarle la vista al pequeño.

-¿Y ahora a ti qué rayos te pasa?- preguntó Sesshômaru, quien se disponía a ayudar a Rin.

-Es… es… él…- balbuceó Miroku, llevándose ambas manos a la cabeza. Jamás se imaginó que cuando Sango se refería a "malos pasos" fueran realmente tan malos. ¡Ni en la peor de sus pesadillas se habría imaginado algo como esto!

-¿Cuál él?- indagó Sesshômaru, algo desesperado por el misterio que envolvía a aquel pequeño.

-Es Kohaku…- respondió por fin Miroku.

-¿El hermano de Sango? ¿Estás hablándome en serio?- Sesshômaru contempló al pequeño con más detenimiento. Sí, ahora que lo mira bien, sí se parece muchísimo al niño que despidieron hace un par de años. Pero ¿cómo demonios terminó trabajando para un asesino como Naraku?- supongo que ya no necesitarás de ningún espía a tu servicio…-

Otro estruendo se dejó escuchar en la planta baja. "Estúpido de Yasha…" suspiró Sesshômaru, mientras se dirigía hacia Rin, con su navaja cortó las ataduras de sus manos, las cuales tenían la marca de la cuerda; sintió más odio al ver aquello. "Lo pagarás Naraku…"

-¿Puedes caminar?- preguntó, pero al ver el rostro desfallecido de Rin, no hubo necesidad que respondiera- no te preocupes, saldremos de aquí.

-¡Dejé a Musou abajo!- Yasha apareció de entre las sombras- ¡Rin!- sonrió ampliamente al contemplar a la muchacha, quien sonrió débilmente.

-Sea lo que sea que hayas hecho, ten por seguro que no durará mucho- sentenció Sesshômaru, mientras tomaba entre sus brazos a Rin.

-¡Oye!- exclamó Yasha, ofendido por aquel comentario- ¿Me tomas como un inepto?

-Jamás pensé que nos veríamos las caras de nuevo, Sesshômaru…- la silueta de Musou surgió de entre las sombras. Sesshômaru, en vez de mirarlo, le dirigió una mirada de muerte a Yasha, como diciéndole "¿Ves? Te lo dije".

-Lo mismo digo- dijo, sin soltar a Rin y mirando a Musou desafiante- lamento que sea una visita breve-

-Coincido contigo. No soy tan egocéntrico como para creer que voy a poder contra ti y dos de tus mejores hombres- sonrió Musou, contemplando a Yasha y Miroku- sobre todo con este chico- miró fijamente a Yasha- como ya le he dicho, sólo falta pulirte para que brilles a plenitud. Imagino que, como es costumbre, Sesshômaru menosprecie tu trabajo. Créeme, si trabajaras para nosotros, te pagaríamos muchísimo mejor y ten por seguro que valoraríamos tu trabajo…-

-¡Deja de meterle basura en la cabeza, Musou!- le advirtió Sesshômaru, rabiando por aquellas palabras. Musou tan sólo rió, al parecer estaba divirtiéndose mucho.

Sesshômaru miró por la ventana. La altura no era tan exagerada y no sería tan abrupta considerando que caerían sobre tierra y no concreto.

-Prepárense para saltar- dijo a Yasha y Miroku, quienes se encontraban uno a cada lado de él.

-Como digas- aceptó Miroku.

-Vayan ustedes primero, yo tengo un mensaje para el hermano de Musou- Sesshômaru sintió la asustada mirada de Rin sobre él, pero hizo caso omiso de ella y le extendió las llaves del auto a Miroku.

Miroku no perdió demasiado el tiempo y sin mayores problemas se lanzó por la ventana. Sesshômaru contempló cómo empezó a correr en dirección del edificio, seguramente para buscar el auto.

-¿Qué es lo que le deseas comunicar a mi hermano, Sesshômaru?- Musou permaneció inmóvil y sonriente- estaré gustoso de dárselo… se pondrá algo rabioso, pero bueno, ya sabes cómo es él-

-Dile a Naraku que no vuelva a tomar a Rin como método para llegar hacia mí. Si desea enfrentarme que lo haga de frente y como hombre. Además, dile que deje de buscar lo que no se le ha perdido- miró de reojo a su hermano Yasha, quien contemplaba la escena sin pronunciar palabra.

-Insisto pequeño- se volteó hacia Yasha- deberías reconsiderar lo que te digo…-

-¡Que te calles la boca, Musou!- le calló Sesshômaru, furioso- Yasha jamás va a estar al servicio de un asesino de tan baja calaña. Yasha siempre estará de mi lado, trabajando para la compañía. Simplemente porque es el lugar adonde pertenece…-

-¿Y cómo puedes estar seguro que ése es su lugar?- Musou se encogió de hombros, riendo estruendosamente- ¿Tú qué sabes?-

-Lo sé…- Sesshômaru respiró hondo-… porque es mi hermano…-

Musou abrió los ojos de par en par, totalmente sorprendido ante tal revelación. ¿Sesshômaru con un hermano? ¿Aquel chiquillo, es hermano de Sesshômaru? ¡Qué ironía que precisamente él haya llamando la atención de Naraku! Recuperado de la sorpresa repentina, esbozó nuevamente una sonrisa. Tenía una información demasiado útil para su hermanito querido. "Oh Naraku, no me vas a creer cuando te diga…" rió para sus adentros.

-Vámonos, Inu-Yasha…- Yasha se sorprendió al escuchar cómo le llamaba su hermano. Él nunca le llamaba así, a menos que fuera para regañarlo o reprenderle por alguna cosa con la cual no estuviera conforme. Jamás de aquella forma, con ese sentimiento de pertenencia. Es por ello que no pudo evitar asentir y saltar segundos después que su hermano mayor.

Una vez en el suelo, Yasha sintió un pequeño golpe en el costado. Lo primero que vislumbró fue el auto, desde donde Miroku le sonreía en el asiento del conductor.

-Hermano…- eran pocas las veces que Yasha se sentía con el derecho de llamar a Sesshômaru "hermano" y ésta era una de esas veces.

-Sé que quieres respuestas Yasha, pero no serán hoy. No serán hoy…- le cortó Sesshômaru, quien introducía a Rin en el vehículo. Antes de entrar él también, dirigió una fugaz mirada a su hermano menor-… hoy, descansa. Porque mañana vendrá la tormenta…-

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Cerró la puerta tras de sí, dejando que el silencio y las sombras los envolvieran. Observó a Rin tomando asiento en el negro sofá de la sala, al parecer aún sentía algo de dolor. Ella colocó su cabeza en el enorme almohadón que se encontraba en el sofá, y cerró delicadamente sus ojos. La escuchó dar un leve suspiro de alivio, él no pudo contener una sonrisa. Se quedó varios minutos así, contemplándola, tenía aún el cabello un poco desordenado, sus ropas y rostro estaban algo sucios, pero no importaba, le pareció más hermosa que nunca.

-Ha sido un largo día…- comentó, como para entablar conversación.

Aquella frase hizo que Rin abriera abruptamente sus ojos, dirigiéndolos hacia Sesshômaru, algo confusos. No era normal que él iniciara una conversación, y tampoco era normal que la mirara así tan… fijamente. ¿Qué intentaba decirle? Quizás quería…

-Sí, lo siento- ella enseguida se puso en pie, muy avergonzada- debes estar cansado y… pues… pediré un taxi para irme a casa…-

Ella iba a pasar de largo, pero sintió cómo la tomaban del brazo y la hacían retroceder por lo menos tres pasos. Antes que pudiera recuperarse de la sorpresa, se encontraba atrapada en la mirada de Sesshômaru, quien seguía mirándola de esa manera tan fija. Él la estaba sosteniendo con fuerza, pero esta vez sin lastimarla, tan sólo la sostenía lo suficiente para impedir su huída. Se quedaron así por varios minutos, en los cuales Rin sentía cómo su corazón luchaba por no escapársele del pecho. Era la primera vez que tenía a Sesshômaru tan cerca, por lo menos la primera vez que era él quien la acercaba de aquella manera.

-Tú no te vas a ningún lado…- sentenció Sesshômaru. Rin tragó en seco al escuchar esa especie de "orden", pues Sesshômaru no parecía bromear ni mucho menos.

-Pero yo creí que…-

-Te quedas aquí conmigo- continuó, haciendo caso omiso de sus palabras-… Naraku te secuestró una vez, no voy a permitir que intente algo otra vez. A partir de ahora no te vas a alejar de mí…-

-¿Eh?- a cada palabra, Rin se sentía más confundida. Sobre todo porque Sesshômaru no ha dejado de usar ese tono tan frío común en él.

-Yo no estaba allí… de haber estado contigo jamás habrías pasado por esto…- al pronunciar esa frase, las manos se Sesshômaru soltaron los hombros de Rin, descendiendo hasta tomarla por la cintura-… Naraku cometió dos errores. El primero fue desafiarme, y el segundo fue utilizarte para llegar a mí. Le demostraré que nadie puede meterse conmigo… que nadie puede tocarte y salir bien librado…-

Entonces, Rin pareció comprender. Esas palabras, esas miradas, esos gestos tan protectores… Sesshômaru se sentía culpable. La verdad no sabía si alegrarse o entristecerse. La tristeza ensombrecía su corazón, porque se avecinaban tiempos muy difíciles, en que su vida, la de Yasha y Sesshômaru corrían grave peligro. Por otro lado, era la primera vez que Sesshômaru expresaba abiertamente su preocupación por ella; y aquello le hacía sentir muy feliz.

-No has tenido la culpa- con suavidad, Rin se abrazó a Sesshômaru, no pudo evitar una sonrisa, finalmente se hallaba entre los brazos del hombre que amaba. Ha tenido que ser secuestrada y maltratada para llegar hasta este punto, pero no se arrepiente. El poder aspirar con libertad el aroma de Sesshômaru bien vale cualquier sacrificio- sabes que no has tenido la culpa… ahora, si te hace sentir mejor- ella alzó la vista, hasta encontrarse con ese par de ojos, los cuales por primera vez han abandonado esa coraza de hielo que siempre los cubre-… puedes dejarme dormir en la cama, como la otra vez…-

-No pretendo dormir en ese sofá- respondió tajantemente.

-Oh…- Rin hizo un pequeño pucherito, esperando que esto convenciera a Sesshômaru. La verdad, necesitaba un colchón de verdad, y sabe que de dormir en el sofá, despertará con un cuerpo aún más adolorido.

-Tampoco he dicho que tú vas a dormir en él…- continuó Sesshômaru pausadamente.

-¿Eh?-

-Es una cama doble…- dijo, pero con ese rostro libre de expresión, Rin no sabía si realmente estaba hablando en serio.

-¿Estás insinuándome que…?- Rin estaba sin palabras. El abrazo ha representado lo más romántico que puede recibir de Sesshômaru en una sola noche. ¿Acaso sus fantasías, en donde Sesshômaru se comportar galante y caballeroso, se pueden estar haciendo realidad?

-Voy a hacer lo que debí desde un principio…- entonces sintió su cintura libre del abrazo de Sesshômaru, las manos de él ahora rodean su cuello, rozan con delicadeza sus mejillas; las cuales han debido estar teñidas de rojo desde hace buen rato. Ella está casi segura de sus intenciones, al menos desea creerlas, pero aún está indecisa si preguntar…

-¿De qué estás hablando…?- pregunta, sin dejar de mirarlo.

-Voy a matar a Naraku…- sentenció Sesshômaru, Rin abrió sus ojos de par en par ante tal noticia. Y por supuesto, hizo trizas al corazón al descubrir, una vez más, las intenciones poco románticas de Sesshômaru.

-Pero tu padre… él te pidió que nunca…- pero sintió unos dedos sobre sus labios, impidiéndole hablar. Entonces, como si nunca hubiera sido lastimado, su corazón volvió a saltar abruptamente. ¿Acaso Sesshômaru pretendía matarla de un paro cardíaco? Su pobre corazón no iba a funcionar demasiado bien después de aquellos gestos imprevistos.

-Lo mataré, porque se atrevió a lastimar a la mujer que amo…-

"Lo mataré, porque se atrevió a lastimar a la mujer que amo…" aquella frase tintineaba incesantemente en los tímpanos de Rin. "…a la mujer que amo…" aquella frase… no, simplemente no pudo escuchar eso. Ha sido su corazón, que le jugó una muy mala pasada, confabulando con sus oídos, a los cuales engañó para que creyeran haber escuchado tal cosa. Porque definitivamente esa frase no pudo salir de labios de Sesshômaru, claro que no.

Justo cuando su mente empezaba a deliberar acerca de la autenticidad de la frase, sintió algo cubriendo sus labios nuevamente. Ésta vez le tomó varios segundos descubrir que se trataba de los labios de Sesshômaru. Y le tomó otros segundos más corresponder el gesto. Éste era el sueño más real que ha tenido… o la realidad más dulce que jamás haya imaginado. Sentir los brazos de Sesshômaru tocando su espalda, sus labios besándola con el mismo deseo que ella ha guardado desde adolescente. Creyó sentirse por los aires, le tomó algo de tiempo descubrir que realmente sus pies no tocaban el suelo. Sesshômaru la cargaba, sin dejar de besarla y prodigarle todo tipo de caricias, más de las que ella nunca soñó.

Sus sospechas eran ciertas, Sesshômaru la conducía a la habitación. A cada paso de él, su corazón se aceleraba más aún, si es que aquello era posible. Sin duda, ha sido el día que más ha trabajado su corazón, en toda su existencia. ¿Quién lo diría? Hace tan sólo unas pocas horas que estaba en un cuarto viejo y húmedo; desaliñada, llorosa y preocupada. Y ahora se encuentra al lado del hombre que ama. ¡Vaya contraste!

Aún con los ojos entrecerrados, quizás porque temía que al abrirlos despertara de este sueño perfecto, sintió cómo Sesshômaru la depositaba suavemente sobre el colchón. Entonces, él detuvo sus besos, pero podía sentir la ligera respiración de Sesshômaru golpeando su cuello.

-Puedes abrirlos, que no es un sueño…- susurró él, adivinándole el pensamiento.

-Lo he soñado tantas veces y al final todo siempre se desvanece, es lógico un poco de miedo- admitió ella, al abrir los ojos y contemplarlo; encima de ella, mirándola, por primera vez sin esa mirada fría e inexpresiva. Esta vez sus ojos la miraban con cariño, con deseo, con profundidad, con pasión… con amor.

Ya no importaba Naraku, no interesaba todos los peligros que se avecinaban con el siguiente amanecer, lo único que podía importarle ahora eran las intensas caricias de Sesshômaru sobre su cuerpo. Con el fin de corresponderle, ella rodeó el cuello de su amado con sus brazos, y con libertad acarició su espalda con ternura. Tantas noches en las cuales que imaginaba, en silencio, consumado su amor, y tantos sueños en los que gozaba de sus ilusiones entregadas sin temor a Sesshômaru. Y, por esta ocasión, la realidad superaba plenamente a la ficción. Las manos de Sesshômaru la recorrían con intensidad, a la vez con dulzura, justo en la medida que ella añoraba. Sintió un vacío en el estómago cuando se sintió liberada de su camisa, gracias al esfuerzo de las manos de Sesshômaru. Luego de aquel suceso, ella también se sintió con el derecho de despojarlo de la suya; no se arrepintió, acariciar el pecho al descubierto era una aventura apasionante para todos sus sentidos. Ambos continuaron divertidos con aquella especie de ritual de despojo. Al final, la piel era lo único que envolvía sus almas, dos almas revueltas de pasiones reprimidas, pasiones y sentimientos que ésta noche se entremezclaban a la perfección. Sus cuerpos parecían danzar al compás de una música imaginaria, sus manos jugaban entre sí como dos pequeños que acaban de aprender un truco innovador. Sus labios se envolvían poco a poco y a cada nuevo roce iban sanando cada herida, cada lágrima, cada palabra; con la esperanza desesperada de borrar todo recuerdo triste o amargo. Sí, era como si esos labios, sin pronunciar palabra alguna, estuvieran esbozando en el silencio un "perdón". Así, con suavidad, con el pasar de los minutos, de las horas; sus almas terminaron por fundirse en una sola, con la única complicidad de aquella noche silenciosa.

[Continuará]

Notitas de Autora: me demoré exactamente 28 días con este capítulo. Sin embargo, he quedado plenamente satisfecha con el resultado.

Creo que es la primera vez en mucho tiempo que un capítulo termina con un final feliz. Aunque, ahora es cuando en verdad los problemas comienzan. Estoy atando muchísimos nudos en esta historia, luego veré cómo los desato. Disfruté como no tienen idea escribir la última parte, espero los amantes de la pareja Rin y Sesshômaru hayan quedado satisfechos, porque sinceramente yo sí. Y los loquitos por la pareja de Inu y Kagome (hai mi preciosa Chibi, te hablo a ti jiji) que por favor no se preocupen, en los siguientes capítulos nuestra parejita tendrá más protagonismo.

Va dedicado, como siempre a mis tres ninias: Chibi mi chica waffie, Neechan y Lulú. Un agradecimiento especial a mi hermanita Mónica, porque como me encontraba enferma durante unos días, ella se ofreció a copiarme algunas partes de este fanfic. ¡Te amo mi niña! Y a mi preciosa Kaysa, por el apoyo de siempre. Y a Nalene, por avisarme del plagio a mi fanfic, eres un amor!

A mi Sakura, por leerse hasta el capítulo trece (¡Cómo costó que lo leyera!)

Para contacto meikowings.distant-sky.org