Sin Rastro.

Por: Meiko Akiyama

Capítulo 18: "El Regalo".

-Te digo que sí... ¡Y ya deja de estar haciendo tantas preguntas- exclamó Sesshômaru, exasperado, dándole la espalda a su hermano menor.

¡Hago todas las preguntas que quiera- soltó Yasha, enojado, apretando sus dientes con fuerza. Estaba cansado que le tuvieran secretos, y más si de su padre se trataba. ‚?Quién se ha creído Sesshômaru!

-Yasha...- en esta ocasión, ni siquiera la dulce voz de Rin logró calmar su ira. Ella le miraba preocupada, como pidiéndole que se contuviera un poco.

¡Contéstame Sesshômaru¿Cuándo pensabas decirme-

-...-

Sesshômaru permaneció de espaldas, sin moverse, durante varios minutos. Yasha chasqueó la lengua fastidiado, y tomó a Sesshômaru por la manga de la camisa, para obligarlo a voltearse. La única respuesta que obtuvo Yasha fue un certero puñetazo en el estómago que le hizo tambalearse e hincarse de rodillas en el suelo.

¡Sesshômaru- Rin abrió los ojos, aterrorizada ante la escena¿Cómo has...-

¡Maldito¿Quién te crees...- Yasha tomó una enorme bocanada de aire y se puso en pie con algo de dificultad-... que eres-

¿Para qué iba a decirte? Hubieras hecho lo mismo que esta noche: estorbarme- sentenció Sesshômaru con frialdad, sin siquiera dirigirle una mirada de reproche a su hermano.

¿Qué insinúas¡También era mi padre¡Por lo tanto yo tengo derecho a vengar su muerte también- el puño de Yasha fue a encajar en la mejilla de Sesshômaru, quien se apoyó en la pared para no caer.

¡Niñito insolente- con un rápido movimiento, las manos de Sesshômaru rodearon el cuello de Yasha. Rin soltó un grito de terror, llevándose las manos a la boca, paralizada por un horror incontenible. Sesshômaru apretujó a su hermano contra la pared¡No tienes ni voz ni voto en este asunto¡Se hace lo que yo digo y punto-

-...- los labios de Yasha se movían, pero no pronunciaban palabra alguna. Sus manos rodeaban las de Sesshômaru, intentando alejarlo de su cuello.

-No quiero que te atribuyas derechos que no te corresponden; ni que asumas una posición que no te mereces ¿Haz entendido? No te lo dije porque no quise, porque... después de todo, no eres más que mi medio hermano... ¿Quedó claro-

Sesshômaru finalmente soltó a Yasha, quien se llevó las manos al cuello, tosiendo con brusquedad. El muchacho bajó la mirada, sintiéndose completamente humillado por primera vez en su vida.

-He preguntado si te ha quedado claro- Sesshômaru le miró altivo, sin ninguna emoción fija en el rostro¡Respóndeme niñ...-

Yasha levantó su puño con fuerza, impactando ferozmente en la quijada de Sesshômaru, quien dio tres pasos hacia atrás y cayó en el suelo, aturdido por el golpe. El estruendo pareció sacar finalmente a Rin de su trance, y con un rápido movimiento se colocó en medio de los dos hermanos, antes que la situación empeorara.

¡Basta¡Van a matarse los dos- exclamó, al borde de las lágrimas.

¡Te tomo la palabra- exclamó Yasha, encaminándose a la puerta. Una vez en el umbral, le lanzó una última mirada a su hermano, quien aún yacía en el suelo¡Iré por mi cuenta a partir de ahora-

Rin escuchó el portazo, se arrodilló junto a Sesshômaru, pero fue inútil intentar ayudarle, él la rechazó con brusquedad. Rin se sorprendió muchísimo al ver un hilo de sangre que colgaba del labio de Sesshômaru, entonces comprendió por qué se encontraba tan enojado. Le han herido en el orgullo.

-Sesshômaru...- ella procuró hablarle con suavidad, porque en el fondo, temía mucho cómo pudiera reaccionar.

-Maldito...- Sesshômaru se limpió el rastro de sangre con el mango de la camisa- estúpido medio hermano-

Sesshômaru y Yasha no se dirigen la palabra desde aquella ocasión. Ambos regresaron a la ciudad por caminos separados y Yasha ni siquiera se ha paseado por la organización. Rin se ha mantenido en contacto con Miroku, quien le ha informado acerca de Yasha casi a diario. "Se encuentra bien. De hecho, creo que el único problema al que le da importancia es que no sabe cómo acercarse a la señorita Higurashi".

Cuando sale de la ducha aquella mañana, envuelta en su bata celeste, observa el calendario que está colgado en la puerta del baño. La fecha de hoy está marcado con un círculo de color rojo. Soltó un hondo suspiro, preguntándose si Sesshômaru reparó también en el calendario. Él tiene uno en su despacho, quizás le echó una ojeada hace un par de horas, mientras leía el periódico.

-Buenos días- a ella le sorprendió verle a allí, recostado en la cama, aunque fuera un sábado por la mañana. Él solía trabajar arduamente incluso los fines de semana.

No obtuvo respuesta, por lo que se dirigió hacia su tocador y empezó a cepillar sus largos cabellos. No había terminado ni siquiera de acomodarse en la silla cuando sintió la mano de Sesshômaru recorrer su pierna desnuda. Se estremeció más por lo sorpresivo del gesto, que por el contacto de sus pieles. Ella lo miró fijamente, él tenía ese brillo tan extraño en sus ojos. Ese destello de decisión, que aparecía sólo en momentos decisivos, como "aquella" noche. Arrugó su mentón, confusa. ¿Qué le pasaba a Sesshômaru?

-Se lo daré hoy...- pero sólo con aquella frase, Rin pudo comprenderlo. Calló el resto de sus palabras uniendo sus labios con firmeza. Era en momentos así en que sabía que Sesshômaru era el único hombre a quien podía amar en esta Tierra.

-No te preocupes- le susurró, antes que ambos cayeran en la cama, envueltos en las sábanas de seda y el olor del jabón aromático que Rin siempre usaba impregnara sus cuerpos- sé que harás lo correcto...-

-

Miroku exhaló un hondo suspiro, mirando el calendario. Habían pasado casi dos semanas desde el encuentro con Naraku. Y las consecuencias de dicho encuentro no fueron del todo negativas, ya que desde entonces, su relación con Sango ha mejorado notablemente. Cuando llegaron a la ciudad esa noche, él la acompañó hasta su casa.

"Miroku..." Sango le llamó cuando él estaba apunto de subirse a su auto otra vez.

"¿Sí?" se sorprendió muchísimo, porque la chica no había pronunciado palabra en todo el recorrido.

"Gracias... por todo" ella le regaló una dulce pero rápida sonrisa, se dio media vuelta y abrió la puerta del edificio.

Desapareció entre las sombras antes que Miroku pudiera reaccionar. Él se quedó allí durante varios minutos, pensando en ella. Sólo cuando vio las luces encenderse en el apartamento de Sango, puso en marcha su auto.

"De nada Sango, fue un placer..."

Su relación es mucho más cordial que antes. Ella le ha hablado sobre todo de Kohaku, sus preocupaciones acerca de su hermano menor y los temores que tiene sobre Naraku. Pero cada vez que ha intentado tocar el tema "nosotros", ella lo ha desviado con sutileza. Ha sido lo mismo en tantas ocasiones, que por ahora se ha resignado. Ha colgado la bandera blanca en esta batalla, pero no en la guerra.

"No sé por qué eres tan terco" le había dicho Yasha hace dos días "las cosas seguirán así hasta que tú no dejes de ser un pervertido sin remedio".

Puede que su amigo tenga razón, Sango jamás le aceptará si él sigue con sus mañas de siempre. Pero antes que nada, tiene que hacerle saber que su amor por ella es sincero. De hecho, es lo único que es concreto en su vida. Si tuviera la manera de hacerla entrar en razón...

-Sango...- dejó escapar en un suspiro.

¿Dime- Miroku tan encerrado estaba en sus pensamientos que olvidó por completo que Sango había ido a visitarlo aquella mañana y aún permanecía en su apartamento.

Miroku se volteó aún algo desconcertado, y la fija mirada de la chica no ayudaba a calmar sus nervios.

¿Ocurre algo- preguntó Sango otra vez, mientras arqueaba sus labios como si estuviera burlándose de él.

-No...- susurró, desviando con cuidado su mirada. Esperaba que Sango no hubiera notado sus mejillas coloradas o el tono nervioso en su voz-... no es nada...-

-Bueno, pues yo sí tengo algo que comentarte, es sobre lo que tenemos planeado para el día de hoy- Miroku agradeció enormemente que Sango cambiara el tema con la mayor naturalidad.

"Lo planeado..." parafraseó Miroku, mientras observaba unas anotaciones que Sango dejó pegado en la puerta del refrigerador el día anterior. Ambos están reunidos por una sola razón: el día de hoy es el cumpleaños de Yasha y Sango ha insistido fervientemente en realizarle algún tipo de celebración.

"Necesitamos distraerlo un poco de todo lo ocurrido últimamente ¿no te parece?" pero más fue por la dulce sonrisa que por el sólido argumento, que Miroku decidió secundar la idea de Sango.

-Llamaré a Rin antes que nada...- continuaba Sango ya con el teléfono en la mano, ajena completamente a los pensamientos de Miroku.

-Dudo mucho que Sesshômaru quiera venir, si es que esa es tu idea- justo en ese instante, Kirara saltó al hombro de Miroku casi provocando que éste perdiera el equilibrio.

-Nada pierdo intentándolo- dijo Sango, arrugando su boca como niña pequeña- es que he visto a Yasha muy triste y él siempre está animado. ¡No soporto verlo así-

-En ese caso- Miroku acariciaba el costado de Kirara, quien ronroneaba de felicidad- yo creo que no es a Sesshômaru a quien debes invitar. Sin temor a equivocarme, sé que hay otra persona a quien Yasha desea ver...-

Sango detuvo sus dedos, dispuestos a marcar los dígitos del aparato; y se quedó en silencio durante un par de minutos a lo mucho. No le tomó demasiado darse cuenta de quién le estaba hablando Miroku.

¿No sabrás dónde Yasha puede tener "ese" número telefónico?. Y a todo esto...- Sango miró a su alrededor¿dónde está el festejado-

-Yasha debe estar corriendo por los alrededores. No pasa mucho tiempo en casa últimamente, su mayor temor es que Kagome llame a casa. Mas bien, su temor es que yo lo convenza de atender la llamada- Miroku soltó una carcajada, mientras se encaminaba al pasillo, seguido de cerca por Sango- y en cuanto a la libreta telefónica de nuestro amigo; debe estar en algún sitio de la habitación. Si la encuentras es toda tuya...-

Pocos segundos después, Sango comprendió el por qué de la última frase de Miroku. Cuando pudo observar desde el umbral de la puerta la habitación de Yasha, sintió un nudo en el estómago: las sábanas de la cama mal ordenadas, ropa y restos de comida tirados por el suelo, polvo por doquier, libros por las esquinas, latas de refresco y cerveza.

"¿Por qué los hombres tienen que ser tan desordenados?" se quejó, mordiéndose el labio inferior. Pero, muy decidida, empezó a rebuscar entre aquella montaña de cosas cualquier artefacto parecido a una libreta de direcciones.

-

¿Qué tipo de relación tenía Yasha con ese sujeto, Musou?

Llevaba días con la misma pregunta dándole vueltas y vueltas en la cabeza. Sin darse cuenta, se ha convertido en su obsesión. Ha maquinado un montón de teorías en todo este tiempo, pero luego de analizarlas un momento, se ha dado cuenta que no tiene pruebas reales de nada. Todas pueden ser igual de ciertas o falsas.

Ahora más que nunca Yasha le parece un sujeto de cuidado. Porque una cosa sí es segura, no puede andar en buenos pasos si está relacionado de alguna forma con un tipo como Musou.

Por supuesto, no le ha dicho ni una sola sílaba de aquello a su hermana. ¿Para qué? Sabe perfectamente que necesita pruebas reales para desenmascarar a ese tipo frente a su hermana. Porque Kagome es demasiado testaruda cuando quiere. Es por eso, que relee una y otra vez el papelito que tiene en sus manos. Allí lleva escrito el nombre de una investigadora que trabajaba antes para su padre, pero que decidió independizarse hace poco más de un año.

"Nakashima Ayame." No fue difícil obtener sus datos de la libreta de su padre. A pesar que lo tiene desde hace una semana, aún no se ha decidido a llamarla. Quizás es porque, muy en el fondo, teme que destape algo que después no será capaz de controlar. Y no hay nada que Kikyô deteste más que perder el control de las situaciones.

El ruido del teléfono la sobresaltó y, antes que pudiera tomar el que estaba en su pieza, Sota se apresuró a contestar el de la sala.

¡Kagome¡Es para ti- exclamó el pequeño a todo pulmón.

"¿Será él?" pensó Kikyô casi automáticamente. La sola idea que estuviera llamando a su hermana la llenaba de ira y, olvidando todo respeto a la vida privada de Kagome, tomó el teléfono de su habitación y decidió escuchar la conversación.

¿Sí-

¿Kagome- Kikyô se decepcionó enormemente cuando escuchó una voz femenina del otro lado de la línea.

-Sí, habla Kagome. ¿Quién es...-

-Hola Kagome, sé que te extrañará mi llamada. Soy Sango ¿me recuerdas-

¿Sango¡Oh, por supuesto que te recuerdo¿Cómo has estado-

"¿Sango?" Pensó Kikyô extrañada. Ella no conocía ninguna amiga de su hermana que se llamara así, por lo menos, a la misma escuela no asistía.

-Oh, eso es lo de menos. Me tomé el atrevimiento de llamarte porque quiero pedirte algo...-

¡Oh¿Algo malo le ha sucedido a Yasha¿Es por ello que no me habla desde que regresamos? Mis recuerdos de aquella noche no están muy claros y Kouga no ha querido decirme...-

-No, Kagome, no te preocupes. Yasha se encuentra muy bien de salud, es más, te llamaba para decirte que hoy es su cumpleaños y le estamos planeando una pequeñísima fiesta. Y por supuesto, tú no puedes faltar...-

¿Una fiesta-

-Sí, pero es sorpresa, así que voy a dar los datos para que llegues puntual...-

-Pero, ni siquiera estaba enterada que hoy era su cumpleaños. Ni siquiera le podré llevar un regalo o algo así...-

-Descuide señorita, estoy seguro que el mejor regalo será tener su presencia- una voz masculina se unió a la conversación.

¿Podrías guardar silencio¡Esos comentarios no aportan nada-

Fue suficiente para Kikyô, quien con suavidad cerró el teléfono para que su hermana no notara nada. En evidente que su hermana seguiría viéndose con aquel tipo. Ella tenía que hacer algo, era la única que podía desenmascarar a Yasha. Miró el papel que estaba en sus manos otra vez, y concluyó que después de todo no sería malo hacerle una llamada a Ayame muy pronto.

-

Tres toques a su puerta fueron suficientes para Kagura dejara la comodidad de su cama. Se sorprendió muchísimo, al abrir, ver a su hermana Kanna frente a ella.

¿Ocurre algo- preguntó Kagura, su hermana mayor casi nunca venía a buscarla a menos que se tratara de órdenes de...¿Qué quiere Naraku ahora-

-Que te pruebes esto- Kanna le pasó una bolsa de papel que llevaba el sello de un almacén muy conocido que quedaba en el centro de la ciudad. ¿Pues qué habría comprado Naraku para ella?

-Oh...- fue lo único que pudo decir Kagura cuando observó el precioso kimono que tenía en sus manos. La tela era finísima y los detalles eran bordados a mano, sin duda, una valiosísima prenda de vestir. ¿Por qué Naraku se habría molestado en hacerle semejante obsequio?

-Necesito usar tu vestidor...- comentó Kanna en un susurro casi inaudible. Kagura entendió la petición cuando vio que de la mano derecha de su hermana colgaba una bolsa idéntica a la que ella tenía.

El vestido de Kanna, a diferencia del suyo, era un poco más sencillo. No se extrañaba, su hermana detestaba las extravagancias y llamar la atención. Era de color morado y con detalles en blanco. Pese a lo simple que era, contrastaba perfectamente con el pálido color de su piel y Kagura tenía que admitir que le quedaba muy bien.

"Morado..." pensó Kagura, recordando cierto detalle que tenía que corroborar.

-Dime que el traje te lo escogió Musou...- dijo Kagura sonriente. Y, por primera vez en mucho tiempo, vio reflejar algún tipo de emoción en el rostro de su hermana: una mezcla perfecta de sorpresa y vergüenza.

¿Cómo...-

-Recordé que en alguna ocasión me comentó que su color favorito era el morado... y que le gustaba ver ese color en las mujeres- citó la última frase con las palabras exactas que usara Musou aquella vez. Miró a su hermana de reojo, y aunque fue durante unos cortos segundos, habría jurado que Kanna sonrió.

-Tu vestido también está bonito- comentó Kanna mientras contemplaba el vestuario de su hermana- te sienta muy bien-

-Gracias- Kagura sonrió feliz, no tanto por el comentario halagador, sino porque había olvidado la última vez que ella y Kanna hablaban de cosas triviales como aquella.

Kagura se miró en el espejo de cuerpo entero que había mandado colocar en su habitación, sin duda el kimono lucía aún mejor puesto. Pero al tocarse las mangas del kimono, súbitamente recordó quién se lo había comprado.

¿Para qué es el vestido, Kanna- preguntó Kagura de golpe y Kanna, quien estaba muy inmersa en sus pensamientos, parpadeó varias veces antes de responderle.

-No lo sé- dijo al fin, encogiéndose de hombros.

-Y Naraku no me va a decir absolutamente nada, como siempre- Kagura chasqueó los labios fastidiada. Pero, cuando miró de reojo a su hermana, una descabellada idea le vino a la cabeza- aunque... seguro no es el único que está enterado-

Por primera vez Kanna pareció leer la mirada de su hermana menor, y se asustó un poco.

¿Kagura...-

-En cuanto me quite esto- comentó, corriendo hacia la puerta del baño- iré en busca de tu amorcito Musou-

-No te apures tanto- comentó Kanna, sentándose al borde de la cama- salió desde temprano y me parece que no ha regresado- se detuvo unos instantes, mientras miraba por la ventana, alcanzaba a ver las copas de los árboles que se alzaban alrededor de la mansión-... y no es mi amorcito...- susurró para sí, mientras tomaba un mechón de sus cabellos para acariciarlo.

-

Yasha empezó a sospechar algo a la tercera sonrisa nerviosa que le dirigió Miroku. Su amigo estaba actuando demasiado extraño desde que regresó al apartamento. Había soportado sus miradas discretas y nerviosismo por un rato, pero a la quinta sonrisa nerviosa, estalló.

¡Bien Miroku¡Confiesa- exclamó, cruzándose de brazos.

¿Confesar-

¡Ni siquiera tienes talento para mentir- Yasha se encogió de hombros, encarando a su amigo¿Qué es lo que me ocultas-

-Yasha... querido amigo... es sólo que...- Miroku podía sentir el sudor resbalar de su frente. Seguramente Yasha le golpearía fuerte como no "confesara", pero Sango le descuartizaría si soltaba alguna palabra. Y el odio de Sango era algo con lo cual él no podía jugar-... lamento no poder informarte de nada...-

¡Habla ahora pervertido- Yasha tomó a Miroku por el cuello de la camisa¡O estarás en graves problemas-

-InuYasha... no nos pongamos tan agresivos. Mira que en este día debes de estar feliz...-

¡Hablarás por las malas¡Ahora-

"¡Muévete Sango¡Mi vida peligra!".

Y como si la hubiera invocado con el pensamiento, escucharon el timbre de la puerta. Miroku sintió un alivio interior, y mientras Yasha se dirigía hacia la puerta rogó con todas sus fuerzas que se tratara de Sango. "Que la traiga, por favor que la traiga..." porque de no ser así, estaría en serios problemas.

¡Yasha...- Sango tenía la misma risita nerviosa que Miroku, lo cual terminó por exasperar al "festejado"-... yo pensaba que tardarías más en llegar...-

¡Muy bien¡Es el colmo¿Alguien quiere decirme qué demonios pasa aquí- Yasha miró a Sango fijamente porque estaba seguro que la muchacha no tardaría en confesarle qué ocurría.

-Sango por favor...- dijo Miroku desde la cocina-... no quieras atenerte a las consecuencias-

Sango suspiró, rindiéndose ante lo inevitable. Antes que Yasha pudiera volver a reclamar, la muchacha le dio un fuerte abrazo para desarmarlo.

-Sango, esto no te libra de...-

-Es sólo desearte un feliz cumpleaños- le susurró, mientras le hacía un guiño a Miroku desde la distancia- te traje un regalo muy especial. La idea era que la encontraras en tu apartamento al llegar, pero como siempre quieres adelantarte a todo...-

¿Eh-

Yasha no tuvo que hacer más preguntas, porque apenas Sango se apartó, pudo contemplarla.

A "ella".

¡Feliz cumpleaños- escuchó detrás suyo las voces alegres de Sango y Miroku.

Pero claro, él no podía hacer otra cosa que estar allí estático. Sólo viéndola a ella. De no haber sido porque estaba sintiendo la mandíbula de Kirara mordiendo su pantalón, habría jurado que todo se trataba de un espejismo. Pero, para su fortuna, no era así. Kagome estaba allí justo frente a él, sonriéndole.

¡Vamos Yasha, invítala la pasar- escuchó a Miroku reírse a sus espaldas. En silencio y muy sonrosado de la vergüenza, Yasha juró vengarse por tal comentario.

Con un gesto, puesto que aún se hallaba incapaz de hablar, le indicó a Kagome que entrara.

-Feliz cumpleaños, Yasha...- Kagome pronunció estas palabras en un hilo de voz, pero fue suficiente para que Yasha le escuchara. Él sonrió para agradecerle y la condujo hasta la cocina.

Una vez allí, Yasha se dio cuenta que habían dos vasos con refresco colocados "misteriosamente" sobre el mostrador.

"Miroku, Sango..." suspiró, sin saber si agradecerles por el enorme favor o simplemente enojarse con ellos por hacerle pasar tanta vergüenza.

-Es muy bonito tu apartamento, Yasha- sonrió Kagome, mientras tomaba el vaso que él le ofrecía.

-Kagome, yo...- él se detuvo a mirarla por unos instantes. Comprendió que no sabía qué decirle, no estaba preparado para verla ahora... a decir verdad no sabía cuándo estaría preparado para enfrentarla.

Como si le leyera el pensamiento, Kagome descendió su mirada hasta clavarla en el suelo. Las facciones de su rostro no eran muy claras, pero a Yasha le pareció que se mordía con fuerza su labio inferior.

-Sango me dijo que no estabas enterado. Si no quieres verme... entiendo perfectamente- ella alzó la mirada y le dirigió una sonrisa hueca, dejando el vaso nuevamente en el mostrador- nunca quise incomodarte. Yo... prefiero irme...-

Yasha la tomó del brazo con fuerza antes que ella pudiera dar tres pasos hacia la puerta. Kagome abrió los ojos de par en par, sorprendida y sonrosada ante la acción tan repentina. Intentó buscar los ojos de Yasha, pero ahora era él quien tenía la mirada fija en el suelo.

-No quiero que te vayas...-

-Yasha...- Kagome tomó el brazo de Yasha entre sus manos. No podía disimular lo contenta que estaba por aquellas palabras, y se esforzaba mucho por no llorar de alegría.

-Kagome, tú y yo...- miró de reojo la sala, notando que "misteriosamente" otra vez, Miroku y Sango habían desaparecido de ella. Eso le dejaba el perímetro totalmente despejado, así que con suavidad le indicó a Kagome que se dirigiera allí- tenemos que hablar...-

En silencio, Kagome caminó hasta el enorme sillón café que estaba contra la pared principal de la sala. Ella se sentó en igual silencio, y esperó con paciencia hasta que él se acomodara a su lado. Pensó que mirarlo fijamente resultaría conveniente, pero le quitó la mirada en cuanto notó su nerviosismo.

Pasaban segundos, minutos y Yasha aún no daba señales de querer iniciar una conversación. Kagome estaba preguntándose si habría sido buena idea venir, después de todo, si Yasha hubiera querido su presencia él ya la habría llamado y mucho antes. Se sentía una completa tonta al estar allí, sentada a su lado, esperando que él dijera algo. Lo más estúpido de todo, es que ni siquiera esperaba que le dijera palabras bonitas ni nada, con que abriera la boca y dijera alguna palabra era suficiente.

-Kagome...- finalmente, pronunció su nombre, y fue un golpe en su estómago. Instintivamente se volteó hacia Yasha, esperando ansiosa que continuara.

Claro est� esto no ocurrió de inmediato. Para desgracia de Kagome, Yasha se tomó su tiempo.

"¡Yasha abre tu inútil boca y di algo!" Kagome estaba segura que si Yasha no hablaba en los próximos minutos, gritaría.

-Yo quiero que me perdones, Kagome...-

Pero luego de escuchar aquella frase, ella enmudeció por completo. ¿Le estaba pidiendo perdón, él? Intentó decir algo, pero se detuvo apenas vio que Yasha quería proseguir.

-No haberte llamado durante todo este tiempo. Es que...- Yasha la miró de nuevo, y comprendió que no podía seguir dándole vueltas al asunto. Después de todo, nunca le ha gustado darle rodeos a nada-... yo te lo dije aquella vez y te lo vuelvo a repetir: hay muchos aspectos de mi vida que no puedo compartirte. Simplemente no puedo; por más que quiera no puedo. Porque no quiero ponerte en peligro...- con cuidado, él tomó la mano de Kagome y la apretó con fuerza-... jamás me lo perdonaría. Cuando aquel sujeto insinuó que quería hacerte daño, yo...-

-Yasha- Kagome colocó su dedo índice sobre los labios de él-... yo también te lo dije y te lo repito: lo único que te pido es que me dejes estar a tu lado. No pido más...- ella le rozó la mejilla con dulzura-... no te reclamo las llamadas. Ni tampoco que me hayas dejado con Kouga aquella noche, además estoy segura que él empezó a amenazarte y cosas parecidas- suspiró, no era difícil imaginarse a Kouga en semejante situación- lo único malo, fue que no pude darte las gracias por salvarme la vida...-

Antes que pudiera decir algo los labios de Kagome se lo impidieron por completo. El beso fue demasiado sorpresivo y rápido, Yasha casi no tuvo tiempo para corresponderlo. Al romper el beso, ambos sonrieron casi al mismo tiempo, como dos perfectos cómplices.

"Cómplices..." pensó Yasha, incómodo. ¿No pudo pensar en otra comparación?

Pero cuando Kagome se recostó en su pecho, no pudo pensar en nada más. La abrazó con suavidad contra él, aspirando su dulce aroma, el cual podría reconocer en cualquier sitio. Se mantuvo así abrazado a ella en silencio durante varios minutos, simplemente escuchando su respiración.

No supo cuándo sucedió, pero en un instante tuvo una especie de revelación. De esas que sólo ocurren una vez en la vida. Supo que deseaba mantener a Kagome así, pegada a él, durante el resto de su existencia. No importa si vivía cien años más o lo mataban a tiros en un robo al día siguiente. Nada de eso tendría sentido si Kagome no permanecía junto a él. Ella ya era una parte esencial de él... una pieza clave en su alma.

-Kagome...-

¿Mmm...- Kagome se dio cuenta que se trataba de algo importante cuando sus miradas chocaron. Porque Yasha no la miraba como siempre, sus ojos parecían escudriñar hasta el fondo de su alma. "¿Yasha...?"

-Te amo...-

Kagome se le quedó mirando fijo, como estudiando cuidadosamente las palabras que él pronunció. Le tomó varios minutos darse cuenta que no fue un juego de su imaginación. Yasha realmente ha dicho aquello.

¿Aún no tienes noticias de ese chico- preguntó Midoriko mientras revolvía el consomé para la cena.

-Ni una sola...- susurró Kagome con tristeza mientras vigilaba que la salsa estuviera lista.

-Bueno, a lo mejor las palabras de Kouga le infundieron más temor del que creíamos- propuso Midoriko, muy divertida con aquella situación.

-Puede ser...- Kagome volvió a suspirar con tristeza.

¡Oh...- Midoriko también suspiró, pero ella lo hacía con cierta nostalgia.

¿Qué-

-No es nada- se excusó, mientras volvía a fijar su atención en el consomé- es sólo que me acordé cuando yo tenía tu edad. Es muy cierto aquello que el primer amor siempre es inolvidable...-

¿Amor- Kagome casi deja caer la enorme cuchara que estaba sosteniendo.

-Pues sí...- Midoriko dio un sorbo para comprobar que la comida estuviera lista- a tu edad siempre se ama de manera apasionada- suspiró hondamente, como rememorando viejos tiempos. Luego se volteó hasta Kagome, sonriéndole de manera fraternal- sólo vive el momento...-

Esa noche, se acostó pensando en las palabras de Midoriko, y tardó mucho en conciliar el sueño. Quizás fue en ese momento que se dio cuenta de la fortaleza de sus sentimientos, y se preguntó si Yasha también lo veía de la misma forma que ella.

Irónicamente, ahora cuando él pronunció aquellas palabras que tanto deseaba escuchar; se ha quedado sin saber qué decir.

Yasha la miraba fijamente, pocas veces en su vida se ha sentido tan ansioso. Nunca ha sido bueno para predecir los pensamientos femeninos, de hecho, Miroku siempre busca la oportunidad para hacérselo notar. ¡Cuánto le pesan ahora las burlas de su amigo¿Por qué se queda callada¿Acaso ella...?

-Yasha- Kagome alzó la mirada y rozó sus narices. Yasha sintió un fuerte cosquilleo en el estómago, que fue incrementándose a medida que la sonrisa de ella se pronunciaba- yo también...-

Ninguno de los dos necesitaba decir nada más, el resto lo transmitían a la perfección sus miradas y los latidos de ambos corazones. Con suavidad, en movimientos rítmicos, sus labios se fueron uniendo tranquilamente; como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Sus brazos fueron rodeando el cuerpo del otro, como esperando fundirse en un solo ser.

Kagome estaba feliz, hace un par de horas atrás se encontraba frente a la puerta del cuarto de su hermana, dispuesta a arreglar el malentendido ocurrido entre ambas, buscaba la paz, mas no se atrevió a llamar. Incluso dudaba del futuro de su relación con Yasha; y ahora se encontraba entre sus brazos, besándolo y estrechándolo contra sí. Está tan extasiada que no puede pensar en el mañana o el ayer, su mente sólo reconoce como verdadero el momento que está viviendo.

"Kagome..." alcanza a murmurar Yasha entre beso y beso. Necesita seguir aferrándose a ella, sentir que está allí y que jamás se irá de su lado. Intenta olvidarse de todas las mentiras que seguirá contándole, y de ignorar que es hija del comandante de la policía. Lo único que realmente desea es seguir aspirando el dulce aroma de la chica y permanecer abrazado a ella para siempre.

-

Kouga se sorprendió mucho al escuchar el timbre en su puerta. No esperaba visitas y si se tratara de algún asunto del trabajo, le habrían llamado al teléfono antes. Pero al abrir la puerta se quedó completamente estático, ya que de todas las personas posibles, ella era a la última que hubiera esperado. Sin embargo estaba allí frente a él, sonriéndole como si se hubieran visto hace pocas horas. Se le quedó mirando en silencio por varios minutos, para luego llevarse las manos a las caderas.

¿Me piensas dejar afuera, Kouga- preguntó, reclamando su falta de hospitalidad.

¿Qué- Kouga era todo un caballero y la habría invitado a pasar enseguida, de no ser porque estaba demasiado sorprendido como para moverse siquiera- lo siento, yo... pasa...-

-Creí que nunca lo dirías- sonrió ella, entrando con la mayor naturalidad del mundo. Empezó a pasearse por la sala, inspeccionando cada detalle- todo está casi igual a como lo recuerdo-

-No quiero sonar grosero pero- la miró de nuevo, llevaba sus largos cabellos recogidos en una coleta. Sigue teniendo la misma apariencia, aunque tampoco ha pasado tanto tiempo¿Qué haces aquí, Ayame-

-Es un asunto bastante complicado, Kouga- le hizo un guiño para luego instalarse en el sillón de piernas cruzadas, dándole a entender que su visita demorará bastante¿Qué tal si me invitas una copa y lo platicamos-

-Ayame...- le lanzó una mirada severa. Ella parece no haber perdido la capacidad de evadir todas sus preguntas directas. Después de pensárselo unos segundos, se dirigió al refrigerador, preocupado por qué podría ofrecerle a su visita inesperada.

-Y cuéntame Kouga ¿cómo están todos en la jefatura- preguntó Ayame, bebiendo un sorbo de su vaso¿Los muchachos me extrañan-

Kouga sonrió, asintiendo silenciosamente. Durante algunos meses, Ayame fue la única mujer en la jefatura de policía y por esta razón todos le tenían un cariño especial. Cuando ella decidió renunciar e independizarse, le realizaron una enorme fiesta de despedida. De hecho, él aún conservaba una foto que se tomó toda su sección aquel día.

-Fue duro dejar aquel trabajo- admitió ella, con la mirada fija en el vaso-... pero tampoco puedo quejarme, me ha ido bien. Esto de ser tu propio jefe es lo mejor- le hizo otro guiño- deberías probarlo alguna vez-

¿Ya me dirás a qué se debe esta visita tan repentina- preguntó Kouga, intentando traer de nuevo el tema a la luz- Por que no me dirás que ha sido sólo para pasar a saludarme-

¿Y qué si así fuera- ella se encogió de hombros, regalándole una amplia sonrisa- después de todo entre tú y yo aún queda una asunto pendiente. ¿O es que ya lo has olvidado-

-Oh, Ayame...- Kouga dejó escapar un suspiro, recordando viejos tiempos. Entre Ayame y él siempre ha existido cierta "tensión", por llamarla de alguna manera. Pero jamás ha ocurrido nada concreto, simplemente por... Kagome.

-Nuestro asunto sigue muy pendiente para mí- ella colocó el vaso vacío en una mesa que estaba al lado del sillón- sin embargo, no es por eso que he venido-

¿Entonces-

Ayame se puso de pie, mirándole muy seriamente. Kouga siempre se asustaba cuando veía aquella mirada, porque sabe que Ayame se toma muy en serio su trabajo.

-Necesito que me des acceso a los archivos de la policía- dijo simple y directamente.

-

-No sé qué tanto haces pegado a la puerta. Hace un buen rato que no se escucha absolutamente nada- suspiró Sango por quinta vez. Y nuevamente Miroku parece hacer oídos sordos a sus comentarios.

-Pero eso sigue siendo una buena señal. Porque por lo menos quiere decir que no pelean ¿no te parece- preguntó Miroku, quien no despegaba su oído de la puerta.

-Bueno, supongo que...- Sango se detuvo, como dándose cuenta que hablaba de más¡Eso no debería importarnos-

-No te enojes Sango- sonrió Miroku, sin separar su oreja de la madera- mmm... se han quedado muy calladitos, ni murmuros escucho. No hay duda que Yasha no ha perdido tiempo, me alegro por él. Luego se hace el desentendido, pero a la hora de la verdad es bien abusado...-

¡Sabía que ibas a hacer algún comentario de ese tipo- exclamó Sango, cruzándose de brazos y tomando asiento en la cama- Debieras ocuparte de tus propios asuntos, chiquillo pervertido-

¿Mis propios asuntos- preguntó Miroku con un tono ingenuo.

-Sí, tus propios asuntos- dijo Sango, arqueando su cuello y pegando la vista en el techo.

-Pues sí, tal vez debería- Miroku miró a Sango con seriedad por primera vez desde que entraron a la habitación. Fue bastante curioso, porque los dos se fueron perdiendo por el pasillo del apartamento sin decir una palabra. Al parecer los dos pensaron exactamente igual, y no necesitaron de palabras para ponerse de acuerdo y dejar a la pareja sola.

Sango se dio cuenta de la penetrante mirada de Miroku varios minutos después. Al principio le restó importancia, pero empezó a preocuparse cuando él se puso de pie y dio tres pasos firmes hacia ella.

-Sango, yo...-

-Por favor Miroku- ella le hizo un gesto, indicándole que no quería que se acercara más- no digas nada-

-Desde hace mucho tiempo, tú eres mi único asunto, Sango...-

Y allí estaba él otra vez, mirándola con fijación y diciéndole frases bonitas. Si se hubiera tratado de otro chico, ella seguramente se habría perdido en ese par de ojos azulados. Pero no era cualquiera, era Miroku. Y quién sabe a cuántas más pudo decirle esas mismas palabras, tan sólo cambiando el nombre con cada chica. ¿Tres¿Cinco¿Diez? Aquella idea simplemente le atormentaba.

-Deja de hacer lo mismo, Miroku-

¿Hacer qué-

¿Crees que no lo sé¿Tan tonta te parezco- preguntó, molesta¡Las mismas palabras las usas con las demás-

-Eso no es cierto- Miroku dio otro par de pasitos, hasta quedar justo frente a Sango- en eso te equivocas-

¡Por supuesto que no- Sango negó con fiereza¡Todas esas frasecitas las has gastado con las otras¡Pero no va a funcionar conmigo¿Me escuchas-

-Sango contigo es diferente...- susurró Miroku.

¡Deja de estar mintiendo- Sango se cruzó de brazos, molesta.

-Sango...- con movimientos suaves, Miroku se inclinó ante ella, quien abrió los ojos de par en par- no sé por qué no lo entiendes, pero te lo voy a decir una vez más: tú no eres una de "las demás". Tú para mí eres diferente, eres...-

-...- Sango ya no sabía qué hacer o decir. ¿Este es realmente Miroku¿Por qué demonios tenía que comportarse de aquella manera, ahora¿Por qué¿Por qué siempre tiene que estar burlándose de ella¿Cuándo le será suficiente¿Cuándo?

-No puedo creerte- dijo ella finalmente, desviando la mirada. Era verdad ¿cómo creerle a un hombre que apenas se voltea está coqueteándole no a una, sino a tres chicas si es posible?

¿Cómo quieres que te lo demuestre, Sango-

-No quie...- antes que Sango pudiera darse cuenta, su rostro estaba totalmente aprisionado en las manos de Miroku. Se sintió roja por completo, avergonzada y asustada hasta la médula.

-Necesito que sepas una cosa. No eres como las demás. A ti no te veo como una muchacha que se toma a la ligera. Eres una compañera, una amiga... eres la persona que me regaña y señala mis errores. A las demás las deseo, como un hombre puede desear a cualquier mujer. Pero contigo es diferente, porque a ti te quiero de verdad Sango. Por eso no puedo mirarte o tratarte como a las demás...-

-Miroku...-

-Déjame demostrártelo-

Sango intentó decir algo, pero sus labios fueron atrapados por los de Miroku y ese fue el fin de la discusión.

"Maldito Miroku..." pensaba Sango una y otra vez, intentando darse fuerzas para darle un fuerte golpe al atrevido o por lo menos separarse de él. Sin embargo, aquella fuerza nunca hizo acto de presencia, y Sango tuvo que "conformarse" con dejarse guiar por los expertos labios de Miroku.

La última vez que ambos se besaron fue con casi la misma intensidad. Sí, aquella vez en la que él, susurrando un "perdóname por lo que voy a hacer", la tomó con suavidad y la besó. En esa ocasión él, entre caricias y besos, le había dicho con claridad que la amaba.

"Te amo..." esas dos palabras aún resonaban con mucha fuerza en sus oídos y, sobre todo, en su corazón.

-Lo que te dije aquella vez, era muy cierto...- como si le estuviera leyendo el pensamiento, Miroku trajo a tema su confesión de aquel día. Sango arrugó el rostro, aún atrapado entre las manos de él.

-Pues tuviste una forma muy peculiar de demostrármelo- carraspeó, su mente se inundó de imágenes mezcladas: el apartamento desordenado, latas de cerveza en cada rincón, dos chicas riéndose y, el rostro entre triste y sorprendido de Miroku.

"Tienes toda la razón, mi Sango" pensó Miroku con tristeza. Ella estaba en todo el derecho de quejarse y de señalarle con esa mirada acusadora. Aquel día, fue todo tan confuso, estuvo pensando en Sango durante todo el rato y, quizás en su afán de sacarla de su mente, terminó festejando al lado de dos hermosas conocidas. Claro, que nunca estuvo dentro de sus planes que precisamente Sango llegara de improviso. Nunca se terminará de perdonar el dolor que causó en ella aquel instante, porque a pesar que la chica ni siquiera alzó la voz, sus ojos tristes y desolados le gritaban lo que sus labios no.

-Déjame compensarte el error, Sango... déjame...-

Por primera vez en mucho tiempo, no lucía como el todopoderoso Miroku, el que todo lo consigue con una sonrisa carismática y unas palabras bien buscadas. Estaba allí frente a ella, suplicándole que le perdonase todos sus errores pasados. No sabe por qué, pero fue esa vulnerabilidad lo que hizo que su enojo y confusión fueran disminuyendo poco a poco.

-Miroku, yo...-

Unas fuertes voces provenientes de afuera hicieron que Sango se distrajera. Por un momento pensó que se trataba de su imaginación, pero al notar que Miroku también se ha volteado en dirección de la puerta, sabe que fue real.

¿Sabes? Habría jurado que una voz era de... ¿Rin- Miroku alzó las cejas, sorprendido de aquello. ¿Acaso Rin ha venido a felicitar a Yasha por su cumpleaños?

"‚?Qué estás haciendo tú aquí!" escucharon la inconfundible voz de Yasha del otro lado de la puerta. Al parecer, junto con Rin venía otra visita inesperada. Una idea pasó por la mente de Sango cual relámpago.

¿Acaso...-

-

-Vine a desearte un feliz cumpleaños Yasha- sonrió Rin, mientras le extendía un pastel de chocolate que había horneado aquella mañana especialmente para la ocasión.

Yasha sonrió, tomando el pastel entre sus manos. No sabe por qué le sorprende tanto ver a Rin, después de todo, ella siempre ha tenido detalles con él, sobre todo en fechas especiales como ésta. Kagome sostuvo el pastel y sonriendo dijo que iría a llevarlo a la cocina.

-Yasha...- Rin lo envolvió en sus brazos con suavidad, feliz de tener a su "hermanito" tan cerca. Hacía mucho que no lo veía, y empezaba a echarlo de menos.

Por su parte, Yasha tardó un poco en responder al abrazo de la joven. Le daba muchísimo gusto que ella estuviera allí, sonriéndole de la manera maternal que tanto él requería.

-Me da mucho gusto verte, Rin- confesó Yasha, dejándose envolver por el fresco aroma que siempre portaba la muchacha.

-A mí también- sonrió- sin embargo, he venido acompañada-

¿Eh-

Con cuidado, Rin abrió de canto a canto la puerta de entrada, revelando la identidad de su acompañante. En cuanto Yasha lo vio, quedó completamente estático y sin habla. Los ojos fríos y duros de su hermano mayor le miraban fijamente y Yasha habría seguido en trance de no haber escuchado la voz de Kagome a sus espaldas.

¿Yasha pasa algo malo-

¿Qué estás haciendo TÚ aquí- exclamó el joven, sin poder dar crédito a lo que veía. Su hermano mayor estaba a escasos metros de él, mirándole con la misma frialdad de siempre. ¿Por qué había venido? Miró a Rin de reojo, preguntándose si quizás ella lo había obligado. Pero no, está seguro que ni siquiera Rin hubiera podido convencerlo de venir si no era lo que él deseaba. Entonces¿había venido por voluntad propia?

-Quita esa cara de idiota- pronunció Sesshômaru, abriéndose paso entre Rin y el propio Yasha.

Una par de metros atrás, desde la puerta de la cocina, Kagome observaba al recién llegado con detenimiento. No hay duda que es hermano de Yasha, tienen los mismos ojos e, incluso, la misma actitud altanera. Por el rostro de Yasha, parece que está muy sorprendido de verle allí. ¿Por qué un hermano no vendría a felicitar al otro en el día de su cumpleaños¿Acaso no hay buenas relaciones entre los dos? Ha tenido esa leve sospecha desde la noche de la exposición, y quizás sea por eso que Yasha siempre está renuente a hablar de su familia.

Sesshômaru le plantó una mirada despectiva a Kagome, quien sintió un latigazo frío en la espalda. Ese joven le daba miedo.

-Quiero hablar contigo, Yasha- comentó Sesshômaru con tranquilidad- a solas- volvió a mirar a Kagome de aquella manera.

Yasha apretó sus dientes con fuerza, colocándose al lado de Kagome y tomándola del brazo con cierta brusquedad, producto de lo tenso que se encontraba al tener a su hermano frente a sí.

-No voy a permitir que trates a Kagome...-

-No intentes hacerte el caballero, Yasha- le cortó Sesshômaru, entrecerrando sus ojos- he venido a contarte lo que siempre has querido saber. ¿Vas a desperdiciar la oportunidad...- volvió a mirar a Kagome, escudriñándola con severidad.

-Kagome- Rin se aproximó a ella, sonriéndole con dulzura- Yasha y Sesshômaru tienen que hablar de un tema delicado. Sé que no te importaría acompañarme un momento al cuarto de...-

Pero antes que Rin pudiera llevarse a Kagome de la sala, de las sombras del pasillo surgieron dos siluetas que al poco tiempo todos los presentes reconocieron como Sango y Miroku, quienes sintieron las intensas miradas del resto sobre ellos.

-Eh... eh...- sin poder disimularlo, Sango estaba sonrojada de pies a cabeza, incapaz de mirar a nadie a la cara directamente.

-Nosotros... bueno, es que Yasha estaba... y Kagome... y luego nosotros...- por lo visto, Miroku tampoco se encontraba en sus cinco sentidos.

-Su vida personal no me ha interesó antes, y ahora tampoco- sentenció Sesshômaru, dándole carpetazo al asunto- lo único que me interesa es hablar con Yasha a solas un momento-

-Sí- Rin tomó del brazo a Kagome y empezó a caminar por el pasillo- entremos a la habitación de Yasha por un instante. Te contaré historias vergonzosas de él cuando era niño...-

-Vamos con ustedes- anunció Miroku, caminando detrás de Rin.

-Oh, no se preocupen por nosotras...- dijo Rin, abriendo la puerta de la habitación de Yasha- ustedes continúen en lo suyo-

-Pero... pero... pero... nosotros...- Sango intentó explicarse, pero ya era demasiado tarde, Rin había cerrado la puerta¡No estábamos haciendo nada-

¿En serio- preguntó Miroku por lo bajo, con su voz "seductora".

¡Vuelve a hablar así y te descuartizo¡Pervertido- gritó Sango mientras se encerraba en la habitación de junto.

Y así quedó Miroku, solo en mitad del pasillo, sin poder ir a ningún lado. Suspiró hondamente y se colocó contra la puerta de su habitación, en donde se encontraba Sango.

-Estas cosas sólo me pasan a mí...- suspiró, cruzándose de piernas.

Mientras tanto en la sala, el duelo de miradas continuaba entre Yasha y Sesshômaru. Ninguno de los dos había pronunciado palabra desde que el resto desalojó la sala para que quedaran solos. Y de eso hacía casi diez minutos. Diez largos y tensos minutos.

¿Y bien- dijo Yasha rompiendo el silencio por fin¡No tengo todo tu tiempo-

¡Cállate, chiquillo- dijo Sesshômaru, arrugando el entrecejo. Como pocas veces en su vida, Sesshômaru no sabía exactamente por dónde comenzar. Aunque no era para menos, el tema de la muerte de su padre siempre ha sido difícil para él. Muy difícil.

A Yasha le era extraño ver a su hermano mayor en esa situación. Sesshômaru lucía ¿vulnerable? No, esa no era la palabra precisamente. ¿Confuso? No, tampoco. ¿Nervioso...? Sí, esa era la palabra que buscaba. Había nerviosismo en cada gesto de Sesshômaru, sin embargo, Yasha estaba lejos de sentirse en ventaja...

-Lo que dijo Naraku aquella noche...- empezó Sesshômaru, hablando pausadamente, como si cada palabra le costara muchísimo esfuerzo-... es...-

-Sé que es cierto- le cortó Yasha, pues no deseaba escuchar la versión de Naraku- lo escuché de labios de ese tipo, me sé de memoria la versión corta.

"La versión corta..."

Para sus adentros, Sesshômaru sonrió, ya que hace años atrás, él utilizó las mismas palabras.

¡Joven Sesshômaru- un preocupado Jakken intentó cortarle el paso al adolescente, pero la gélida mirada le dejó sin palabras y movimiento.

-No es bueno actuar precipitadamente. Su padre ha muerto y...- Tôtôsai, quien para ese entonces no tenía las canas tan pronunciadas, intentó persuadirlo con palabras tranquilas.

¡Lo sé muy bien¡Esa es la versión corta del asunto- lo cortó Sesshômaru con fiereza- lo que quiero saber es ¿Qué demonios ocurrió realmente¡Cuéntenme, maldita sea-

-Lo que yo quiero saber es...-

-...es lo que ocurrió realmente- Sesshômaru terminó la frase de su hermano, como si le hubiera leído la mente a la perfección. Suspiró hondamente, para luego aclararse la garganta.

Yasha miraba fijamente a su hermano mayor, le costaba reconocerlo. No parecía el mismo Sesshômaru de siempre, el altivo, frío y seguro de sí mismo; todo lo contrario.

-Nuestro padre y Naraku fueron, hace muchos años atrás, "compañeros de oficio"- Sesshômaru entrelazó sus propias manos, apoyando allí su quijada- ambos trabajaban para el antiguo dueño de esta organización. Según Jakken y el viejo Tôtôsai, hacían el mejor equipo alfa que han visto en años. Sin embargo, en algún momento, Naraku empezó a trabajar por su cuenta. Se convirtió en un asesino a sueldo, aunque pienso que eso estuvo en su naturaleza desde siempre...-

¿Y nuestro...- Yasha sintió un hueco en el estómago. ¿Su padre también había sido un asesino?

-Nuestro padre siguió haciendo su trabajo de siempre, Yasha- aseveró Sesshômaru bruscamente, le ofendía la sola idea de poner a su padre al mismo nivel que Naraku- pero recibió múltiples ofertas de Naraku para unirse a él. Discutieron en muchas ocasiones, pero creo que fue una sola frase de mi padre la que marcó su destino...-

¿Una sola frase- Yasha alzó la ceja izquierda, sin comprender del todo.

"¿Pero por qué insistes en rechazar mi oferta¿A qué le temes?"

"A convertirme en alguien como tú, Naraku..."

"¿Qué quieres decir con eso?"

"Alguien que basa su vida en quitarle a otros la suya no merece el título de persona. No voy a terminar siendo una escoria como tú, Naraku..."

"..."

"..."

"Pagarás con sangre esas palabras."

-Fue por esas fechas que nos llegaron noticias de la muerte de tu madre. Entonces nuestro padre te mandó a buscar, según sus palabras, no iba a dejar que te criaras solo-

-Había sobrevivido sin él todos esos años, no entiendo por qué repentinamente le vino el sentimiento "paternal"- carraspeó Yasha, visiblemente molesto. Sí, siempre sentiría rencor hacia su padre, por no velar por él desde su infancia, como debió ser.

Sesshômaru fijó la mirada en su hermano, encontrando un profundo dolor en sus ojos. Después de todo, si él era todo un adolescente cuando perdió a su padre, Yasha era casi un niño. La vida había sido muy injusta con los dos.

-Este no es momento para discutir eso- susurró Sesshômaru, sin embargo, su voz no tenía esta vez el tono autoritario de siempre.

-Como sea- Yasha se encogió de hombros, esperando que su hermano prosiguiera.

-Ocurrió unos días antes que llegaras a esta ciudad- la voz de Sesshômaru era pausada, como si cada vez le costara más pronunciar las palabras- nuestro padre recibió una carta sin remitente, citándolo en un sitio. Para todos, incluso para él mismo, era obvio que se trataba de Naraku. Y aún así asistió, deseaba poner fin a ese asunto antes que llegara su hijo menor- Yasha sintió la penetrante mirada de su hermano y, por primera vez, no se sintió intimidado, porque sorprendentemente los ojos de Sesshômaru lo miraban como su igual- no deseaba que tuvieras nada que ver con Naraku-

¿Mi padre...- la pregunta de Yasha se le atoró en la garganta. "¡Maldición!" se dijo con cierta rabia, aceptando en su interior que hablar de su padre aún le dolía.

-Como comprenderás, no podíamos darle aviso a la policía porque nos iban a investigar también a nosotros...- Sesshômaru se puso en pie, dándole la espalda a su hermano menor.

Yasha guardó silencio durante unos minutos. Cerró sus ojos, en un intento desesperado por imaginar las facciones de su padre. No tenía recuerdos de él, ni uno solo, las únicas veces que ha podido ver su rostro ha sido en una foto que le obsequió Rin hace unos años atrás. No fue el modelo de padre ejemplar, los abandonó a él y a su madre; jamás hubo una llamada suya en ninguno de sus cumpleaños. Sin embargo, Naraku le negó la oportunidad de conocerlo. Le negó ese "hubiera" que tanto le quema el alma de dolor.

-No puedo soportar la idea que el asesino de mi padre esté allá afuera sin recibir su merecido- comentó Yasha, entre una mezcla de rabia y nostalgia. Al pronunciar esta frase, Sesshômaru se dio media vuelta y Yasha habría jurado que en sus labios se dibujaba una sonrisa.

-Odio admitir que compartimos el mismo sentir- sentenció Sesshômaru mientras señalaba una caja negra que estaba sobre la mesa, era de un tamaño considerable y Yasha se sorprendió de no haberla notado antes- eso es para ti-

¿Para mí- Yasha se acercó con cuidado a la caja, mirándola con curiosidad. Se quedó durante varios minutos así, hasta que la dura mirada de Sesshômaru le ordenó: "ábrela de una buena vez, niño".

-Considéralo un regalo de cumpleaños...-

¿Qué demonios...- Yasha quedó sin habla al desvelar el contenido de la misteriosa caja. Era una reluciente pistola plateada, se notaba que tenía sus años pero no presentaba señas de uso alguno. En una pequeña esquina, tenía grabada las iniciales: "IY". Su corazón empezó a latir con fuerza. ¿Podría ser...?

-Jamás pensé que te la daría- murmuró Sesshômaru, más para él mismo que para Yasha- el anciano ese y Jakken le ven un significado muy cursi a estas armas- de entre sus ropas, sacó una pistola idéntica a la que Yasha ahora tenía en sus manos- pero yo prefiero interpretarlo a mi manera: mi padre nos las dejó como legado y para que vengáramos su muerte-

Si Rin lo hubiera escuchado, habría empezado a gritar como histérica. "¡Pero no te atreverás a envenenar a Yasha con esa idea!" se la pasó repitiendo durante todo el camino hasta aquí. Y sí, cuando le cuente lo más probable es que se enoje muchísimo con él, pero ya no hay marcha atrás. Mucho menos cuando vio el mismo destello de determinación en los ojos de su hermano menor. Esta vez no se preocupó por esconder la pronunciada sonrisa de sus labios.

Después de tantos años, su padre por fin tendrá la venganza que se merece.

-Bien, eso es todo. Pásate mañana por mi casa para que hablemos con más tranquilidad- se disponía a marcharse cuando se detuvo repentinamente, como acordándose de algo- una cosa más InuYasha-

¿Qué pasa-

-No tengo ganas de pelear contigo, sólo te advierto que manejes con cuidado la relación que tienes con esa muchacha. Mantente alejado de su padre, por lo menos; ahora menos que nunca necesitamos al incompetente de Higurashi pisándonos los talones. ¿Ha quedado claro-

Yasha tragó en seco, porque por unos minutos se ha olvidado de Kagome. Sostuvo la caja donde estaba el arma entre sus manos... ahora tenía una misión que cumplir. Se lo debía a su padre, sin embargo...

-Ya te lo he advertido. No quiero tener que repetirlo... ¡Rin¡Rin, ya nos vamos- la joven tardó unos cuantos minutos en aparecer por el pasillo. Automáticamente se prendió del brazo de Sesshômaru y sonriendo les hizo un gesto de despedida a Yasha y Kagome, quien ya se encontraba al lado del chico.

¿Ya se fue- Miroku asomó su cabeza detrás del sillón en donde minutos atrás Yasha estaba sentado.

¿Qué estabas haciendo allí- exclamó Yasha ante la cara juguetona de su amigo¡Explícate porque no le veo la gracia-

-Bueno, es que Rin y Kagome se encerraron en tu habitación a platicar esas cosas de mujeres y... Sango me dejó por fuera, así que encontré un lugar cómodo donde estar mientras ustedes hablaban tranquilamente...- rió divertido.

¿Es que has escuchado todo-

-Vamos Yasha- Miroku se encogió de hombros de su habitual manera despreocupada- piensa que de todas formas me iba a enterar. Porque como tú le cuentas todo a tu amigo...-

¡Ya verás cuando te atrape Miroku- Yasha estaba a punto de caer sobre Miroku, cuando sintió la mano de Kagome en su hombro. Este gesto lo "desarmó" por completo en segundos.

-Bendita seas, Kagome- comentó Miroku, haciendo una pequeña reverencia.

-Yasha, después le das su paliza- sonrió Kagome levemente- ahora tengo que irme a casa, salí prácticamente sin avisar y si mi papá regresa temprano no quiero causar problemas ¿si-

-Te acompaño- Yasha estaba colocándose su abrigo, cuando de reojo sintió un movimiento extraño y al mirar bien se dio cuenta que se trataba de Miroku con sus manos sobre la caja negra¡Suelta eso, metiche-

-Ah, pero mi querido Yasha...-

¡Te lo advierto, Miroku- Yasha le lanzó una lata vacía a su amigo, quien la esquivó justo a tiempo antes que ésta le golpeara en el rostro.

Yasha tomó a Kagome por la cintura y con suavidad la condujo hasta la salida, antes que la chica sintiera también curiosidad por la caja negra y empezara a hacer preguntas. Ahora más que nunca debe mantenerla lejos de su vida... ¡Qué irónico! Pero cuando salieron del apartamento y ella le sonrió con dulzura, supo que cualquier sacrificio e ironía bien valía la pena.

¿Ya se fueron- preguntó Sango, pero le tomó varios segundos darse cuenta que Miroku no le estaba prestando atención. De hecho, estaba de espaldas a ella, al parecer observando algo. Sango sintió tanta curiosidad que con sigilo se acercó para mirar por encima del hombro de Miroku.

¿Por qué le prestas tanta atención a esa caja- Miroku se sobresaltó al sentir a la chica tan cerca suyo. Hizo un movimiento brusco y sus rostros quedaron a pocos milímetros uno del otro, ambos no tardaron en sonrojarse. Sango fue la primera en desviar la mirada y apartarse.

-Es que...- Miroku lanzó una bocanada de aire, recuperándose de la cercanía de Sango segundos antes-... Sesshômaru y Yasha tuvieron una conversación bastante interesante y...-

¿Escuchaste su conversación- se alarmó Sango, señalándolo como un entrometido con la mirada.

¿Quién me dejó fuera de la habitación- reclamó Miroku enseguida- en fin, hablaron del asesinato de su padre a manos de Naraku...-

-Naraku...- Sango cerró su puño con fuerza, cada vez que lo mencionaban sentía una ira incontenible de sólo pensar que su pequeño hermanito ha sido engañado y confundido por ese tipo.

-Ha destruido la vida de muchos- suspiró Miroku, mirando de nuevo la caja sobre la mesa- pero parece que Sesshômaru y Yasha van a ponerle fin a eso-

¿Ponerle fin- Sango arrugó sus cejas¿Qué quieres decir con eso-

-Van a vengarse...-

A pesar que ella respetaba muchísimo la propiedad privada, todo lo que tuviera que ver con Naraku estaba relacionado con su hermano, quisiera o no. Fue ese pensamiento el que le dio fuerzas para posar sus manos sobre la caja y abrirla sin demasiado pudor.

-Oh...- Sango se tapó la boca con ambas manos.

-Mmm... así que cuando decían armas sí se referían a esto- comentó Miroku, era ahora él quien miraba por encima del hombro de Sango.

-Lo van a matar- después de pronunciarlo, Sango se dio cuenta que no era una idea tan descabellada. Además, Naraku merecía morir ¿Quiénes mejor que Yasha y Sesshômaru para ser sus verdugos- Ojalá me dejaran... me dejaran...-

Se mordió el labio inferior para no terminar la frase. Apretó el puño con fuerza, sentía tanta rabia dentro de sí. Cuánto deseaba que Sesshômaru y Yasha lograran su objetivo, sólo así su hermanito podría verse liberado.

-Sango...- las manos de Miroku atraparon con suavidad su puño cerrado y éste fue poco a poco cediendo-... no quiero que cometas ninguna locura...-

¿Eh- Sango sintió toda su guarda baja cuando los brazos de Miroku la envolvieron con fuerza.

-No tengo familia, y lo más cercano que tengo a un hermano fastidioso es Yasha. Por lo que no puedo entender tu frustración al querer salvar a Kohaku... lo único que te pido es que no actúes sin premeditarlo. Porque... no podría soportar la idea de perderte... prométemelo, por favor...-

Si las palabras que le dijo Miroku cuando estuvieron solos en la habitación no lograron convencerla de sus sentimientos, este cálido abrazo terminó de hacerlo. Nunca antes Miroku se había acercado a ella de esta manera tan pura y dulce. Parece que lo único que intenta hacer es protegerla de cualquier cosa que pueda dañarle. No quisiera admitirlo, pero se siente feliz y segura en ese par de brazos.

-Sango, lo que yo...-

-Shh...- Sango colocó su dedo índice sobre los labios de Miroku, impidiéndole hablar- no digas nada, ya lo has hecho todo. Todo...-

Ella se inclinó hacia Miroku y le dio un largo beso en la mejilla izquierda. Sí, se estaba conteniendo para unir sus labios, porque está consciente que aún no es momento. Así que hizo su mayor esfuerzo por ignorar la respiración agitada y manos sudorosas de Miroku y, haciendo gala de su enorme fuerza de voluntad, se separó de él.

-Te lo prometo, Miroku- sonrió, acariciando la mejilla de su compañero.

Se dirigió con calma a la puerta, contando sus pasos, esperando que él hiciera o dijera algo...

¡Sango- sí, Miroku era bastante predecible, para su fortuna¿Y nosotros...-

Ella estaba dándole la espalda, por lo que no vio la enorme sonrisa que adornó los labios de Sango al instante que él preguntara aquello.

-Ya hablaremos de "nosotros", Miroku...-

Contrario a lo que haría en una situación parecida, Miroku dejó que Sango se fuera sin insistirle más. Con cualquier otra mujer no habría dejado que diera un paso más, y la habría arrinconado contra la pared para darle el beso y las caricias que tanto deseaba.

La dejo ir, porque era la primera vez que Sango hablaba de un "nosotros". Y ese simple hecho hacía que la espera valiera la pena.

-

Camino a casa de los Higurashi, se la han pasado hablando de temas triviales, para alegría y tranquilidad de Yasha. No deseaba hablar acerca de su cumpleaños, o de la inesperada visita de su hermano y muchísimo menos de la caja misteriosa a la cual Miroku prestaba tanta atención. No debe olvidar que Kagome, aparte de ser su novia, es la hija del comandante Higurashi, el hombre quien ha gastado los mejores años de su vida en tratar de capturarlo a él y el resto de su equipo.

-Yasha...- musitó Kagome una vez estuvieron a las puertas de su casa.

¿Dime- sintió su corazón encogerse, el tono de voz de Kagome le indicaba que las cosas iban a tomar un mal rumbo.

¿No te importaría, entrar a casa- sí, odia cuando tiene razón. ¿Por qué Kagome tiene que invitarle a su casa justo ahora? Las palabras de Sesshômaru todavía resuenan en sus tímpanos. Y el problema es que, como pocas veces, le está dando la razón a su hermano. Él no puede entrar a esa casa. Tiene suficiente con que el lobo rabioso de Kouga le tuviera mala fe, poco faltaba para que empezara a investigarle. No quería provocar sentimientos similares precisamente en el jefe de policía.

-Kagome... es que... yo...- tartamudeaba incesante, sin saber a ciencia cierta qué hacer. Tampoco podía rechazar abiertamente la solicitud de Kagome, no quería herirla. No después de todo lo que han vivido el día de hoy. Iniciar una pelea sería la manera más estúpida de terminar el mejor cumpleaños que ha tenido en mucho, mucho tiempo.

Kagome alzó las cejas, sin comprender qué ocurría con la actitud tan extraña de Yasha. Era visible que no quería entrar a su casa, pero ¿por qué? Ella tenía unas ganas enormes de presentarle a su padre. Adoraba a su pap� y ya iba siendo hora que los dos hombres más importantes de su vida se conocieran finalmente. ¿Qué había de malo en eso¿Por qué Yasha no la podía comprender?

-Kagome, perdóname, es que yo...- Yasha se llevó las manos a la cabeza. ¿Qué excusa¡Necesitaba pensar en una y rápido-... no quisiera encontrarme con tu hermana-

El rostro de Kagome cambió de tal forma cuando hizo mención a Kikyô, que Yasha se mordió la lengua, arrepintiéndose de sus palabras.

Ella descendió la mirada en silencio, hundiéndose en sus propias reflexiones. Claro, es una tonta ¿cómo no se dio cuenta antes? Es obvio que el nerviosismo de Yasha es por evitar un encuentro con Kikyô. Y, si lo piensa mejor, tiene toda la razón. Ninguno de los dos sabe cómo podría reaccionar Kikyô de verlos a los dos juntos en su casa. Ni siquiera quiere pensar qué cara pondría si ella presenta a Yasha como su novio ante toda la familia.

-Kagome... yo...-

-Tienes razón Yasha- él recuperó la tranquilidad cuando ella levantó la vista, mostrando una sonrisa- creo que es mejor esperar... pero, sí quisiera que alguna vez...-

-Sí Kagome, lo sé- Yasha entrelazó sus manos y le dio un fugaz beso en los labios- te lo prometo-

¡Gracias- los ojos de Kagome se iluminaron ante tales palabras y ahora fue ella quien besó a Yasha fugazmente- ahora ya me voy antes que nos vean acá afuera y nos obliguen a entrar...-

Antes de entrar, Kagome se volteó por última vez y le hizo un suave gesto de despedida con la mano, como si quisiera alargar el momento todo lo posible. "Nos vemos" dijo, sólo moviendo los labios.

-Nos vemos Kagome- Yasha se dio media vuelta y empezó a alejarse de allí.

Para qué engañarse, siente remordimientos de conciencia. Kagome es su novia y se supone es la persona en quien más confianza debe depositar. Y sin embargo, es incapaz de confesarle su verdadera realidad. Es triste saber que no puede esconderse para siempre y que el momento de la verdad llegará tarde o temprano.

Pero por ahora, lo único que desea es disfrutar de su relación con Kagome Higurashi... y preparan la venganza contra el asesino que tomó la vida de su padre.

...Continuará...

Antes que nada, perdón por el retraso. Pero se unieron muchísimas cosas y todo terminó complicándose, pero eso no viene al caso ahora.

Espero que les haya gustado, prometo no demorar tanto para el capítulo 19. O al menos intentarlo xD.

Ya me estoy acercando a la recta final de este fanfic. O al menos, pretendo darle finite en unos cuantos capítulos más. Todo depende de... ciertos planes XD.

Sin nada más que agregar, el capítulo va dedicado especialmente a Chibi, mi chica waffie. Sé que andas sin inet por ahora, pero espero que cuando puedas leer esto sepas que fue hecho pensando en ti todo el tiempo.

Ya saben dónde encontrarme para cualquier duda o sugerencia. Y muchas gracias por seguir fieles a la historia, da ánimos para seguirla.