III El mundo en un bolsillo.
Sentado en las gradas del campo de Quidditch, con el aire fresco rozándole la cara, Harry esperaba a que Luna llegase. Le había costado un poco convencer a Ron y a Hermione para que no lo acompañaran. Ellos, lógicamente, no sabían a dónde iba ni con quién, pero últimamente se rehusaban a dejarlo solo por mucho tiempo sin una buena razón, esto incomodaba a Harry, haciéndolo enfadar, pues lo hacían sentir como un niño pequeño que necesitara de extremos cuidados, aunque sabía muy bien, que lo hacían por ese enorme cariño que le tenían. Suspiró. Después de darle mil vueltas a sus insistentes preguntas, había tenido que acabar diciéndoles en muy mal tono un "déjenme en paz", y luego, dejarlos ahí simplemente, sin darles mayores explicaciones y con sus rostros intrigados, sentados junto a la chimenea, en la sala común.
Luna apareció por el otro lado de las gradas. Con ese aire inconfundible de distracción. Sus enormes ojos brillaban y su rostro ensimismado le daba a Harry la impresión de que nuevamente estaba escuchando al viento. Se levantó y fue hacia ella, al verlo, Luna apresuró el paso.
¿Listo- En su voz había determinación, y Harry se dio cuenta, al tenerla frente a él, que una extraña sensación de temor lo inundaba por completo. Acababa de darse cuenta que en todo el campo de Quidditch, a plena luz de la luna, sólo estaban ellos dos.
-eh...sí- Trató con todas sus fuerzas de no parecer nervioso –tú me dices por donde empezamos.
-Mmm ¿qué te parece si buscamos de aquél lado del campo? Tú buscarás en aquella parte y yo de esa- Luna señaló ambos lugares con el índice mientras hablaba –pero recuerda que los blibbers son muy asustadizos, así que anda con mucho cuidado y sin hacer ruido...si ves a alguno me haces señas ¿de acuerdo?
Harry no tenía ni la menor idea de cómo eran los blibbers en la imaginación de Luna, pero no quiso preguntárselo. Al fin decidió fingir que buscaba concienzudamente entre las gradas a esos seres inexistentes.
Era tan irreal todo aquello. Luna, con su largo cabello desaliñado y su varita detrás de la oreja, parecía aún más pálida bajo la débil luz que inundaba la noche. Sus movimientos, suaves y pausados, parecían los de un felino en acecho. Harry sonrió. De haber existido un sólo blibber, sin duda alguna hubiera ido a parar directamente a las manos de Lovegood. Sabía que no se daría por vencida, por muy loca e imposible que pareciera la empresa.
¿Sucede algo- La voz de Luna lo sobresaltó, se dio cuenta que había estado mirándola muy fijamente, sin reparar en seguir buscando a aquellas criaturas.
-N...n...o, nada- tartamudeó más que hablar, realmente no hallaba que decir –lo que pasa es que...- Luna parecía intrigada. Su cabeza ladeada y su mirada curiosa le daban un aire casi infantil. A Harry le pareció que no había suficiente aire a pesar de estar fuera del castillo –no encuentro ninguno- Pudo agregar por fin.
-Ah, era eso.- A Harry no le pasó desapercibido el leve gesto de desilusión que cruzó por el rostro de Luna, ni el sentimiento indefinible que lo embargó en ese momento. –No te preocupes, yo tampoco he encontrado ninguno... pero supongo que no hay porque afligirse- lentamente se fue sentando en las gradas, después, puso las manos en sus mejillas y agregó –algún día encontraré alguno.
Estuvieron mucho rato en silencio, mirando simplemente frente a ellos. De cuando en cuando, Harry miraba por el rabillo del ojo a Luna, sumida en sus pensamientos, preguntándose porque para ella eran tan importantes todas esas cosas extrañas que se le ocurrían... y viéndola así, de perfil, le parecía más lejana.
-Luna...- llamó suavemente.
¿Si- Se volvió hacia él. Harry nuevamente se había quedado sin palabras. En realidad sólo la había llamado para no sentirla lejos, en un lugar donde él no la podía alcanzar.
-N-nada...no era nada- Se maldijo por el vacío que sintió en la boca del estómago.
-Estás triste...- soltó de pronto Luna. No era una pregunta y Harry se preparó para lo que a continuación vendría. Esperaba un largo cuestionamiento; sin embargo, no fue eso lo que oyó. –Sé que algo te preocupa- Harry iba a contestar pero fue interrumpido por ella. –Oh, no te apures, no es necesario que me lo digas...apenas me conoces, lo sé- Luna jugueteaba con el collar de corcholatas que colgaba de su cuello, parecía meditar lo que pensaba decir. –Dicen que cada cabeza es un mundo- Harry no sabía a que venía aquello, lo que sí sabía, era que el mundo de Luna estaba muy, muy aparte. –Pero yo digo, que cada quien puede crear y moldear el suyo a su manera, de tal forma que lo externo ya no haga daño- Harry no entendía a donde quería llegar, pero trataba de seguirla -...tú mundo es muy grande Harry Potter- sus ojos de pronto se tornaron graves clavándose fijos en él –es muy variado y complejo, está lleno de cosas que no tienen los mundos de los demás. Cosas tristes y temibles...llevas el peso de ese mundo en los hombros. –Su voz se convirtió en un susurro, y con cada palabra, Harry sintió que algo cálido llegaba hasta él ¿sabes algo? Ese mundo puedes transformarlo. Llenarlo de cosas que te emocionen o te hagan feliz...puedes hacerlo pequeño, transformarlo en burbuja, y hasta, si quieres, tu mundo puede caber en un bolsillo.
Harry se mantuvo callado. No quería estropearlo todo con palabras. Sabía muy bien que guardar el mundo en un bolsillo no lo ayudaría en nada, pues todo lo malo y desagradable que había en él no iba a desaparecer así como así. Y sabía también que sus problemas no se resolverían con teorías extrañas. Y a pesar de eso, sintió que era posible...sólo que necesitaba ayuda.
-Es hora de irnos. Ya debe haber comenzado la cena- Luna se levantó y camino hacia el castillo. Harry detrás de ella aún pensaba en lo que le había dicho ¿sería que Luna moldeaba su mundo y lo llenaba de seres fantásticos para que nada la lastimara? No se atrevió a preguntarlo.
Cerca ya del Gran Comedor, apresuraron el paso, pues los murmullos provenientes de él les indicaron que, efectivamente, la cena había comenzado. En la prisa por llegar, Harry casi choca con una chica que también llegaba tarde, ella sólo sonrió y saludó a Luna muy cortésmente, después entró antes que ellos.
-Es Valery Miller- indicó Luna en voz baja –una compañera de Ravenclaw ...es una de las pocas que no me dice lunática...
Luna no continuó porque en esos momentos entraron al comedor. Varios ojos se clavaron en ellos y hasta entonces Harry se dio cuenta de lo sospechoso que era verlos llegar juntos. Algunos murmuraban por lo bajo. En la mesa de Gryffindor, Ron y Hermione los observaban disimuladamente, o bueno, al menos Ron lo intentaba. Luna vio de pronto a Ginny, que estaba a un lado de ellos, y diciendo un "voy a saludarla", se dirigió a su lugar.
Cuando llegaron junto a Ginny, ésta los miró extrañada, y después de dudarlo un poco les preguntó¿dónde andaban?
La voz de Luna se escuchó fuerte y clara –estábamos buscando blibbers...
Harry notó las miradas que le dirigieron los demás, por un momento pensó en que hubiera sido preferible que se rieran y no que lo hicieran sentir como un bicho raro.
-Perdona...-comenzó Hermione –pero eso no existe, y tal vez los hayas buscado tú, pero Harry no...
Harry vio el rostro enfurecido de Luna. Sabía como le molestaba que no creyeran en lo que decía. Y sabía que Hermione tampoco daría su brazo a torcer. Ron fingía llevarse un poco de comida a la boca y Harry sabía que si hablaba, sería para lanzar algún comentario mordaz contra Luna. Se decidió rápidamente interrumpiendo a Hermione.
-Yo también andaba buscando blibbers- dijo para que todos lo oyeran –hoy no encontramos ninguno, pero seguro mañana correremos con mejor suerte.
Y mientras volteaba para ver el sonriente rostro de Luna, alcanzó a ver la sorpresa claramente reflejada en las caras de todos los que estaban ahí cerca, mientras Ron, completamente perplejo, dejaba caer su cuchara.
