VII.- El fragmento
- Debí haberlo pensado antes. Es decir, la voz de ultratumba, la mirada asesina, su extraño comportamiento... el resto de las cosas raras. Para alguien que ha visto "El exorcista" una docena de veces, cosas así deberían ser evidentes...
- Si, claro. Como no lo pensamos antes... – respondió Don a Miguel, entornando los ojos. Éste lo ignoró, paseaba por la sala con los brazos cruzados, absorto en sus pensamientos. Muffy estaba sentada en el sofá, con la mirada fija en el suelo, rodeada de cantidad de libros y de papeles de aspecto amarillento. Desde el patio de entrenamiento llegaba el ruido de los golpes que Raphael le propinaba al saco de práctica.
Don se acercó a él cuidadosamente. Sabía perfectamente que esa era su forma de lidiar con los problemas: golpeando cosas. Afortunadamente, el saco ya estaba acostumbrado.
-¿Qué hizo mal el pobre?- preguntó Don dándole palmaditas al saco. Raphael se volvió hacia él , apenas frenando la fuerza con la que pretendía golpearlo antes de que Don lo interrumpiera. Estuvo a punto de gritarle, pero entonces vio su brazo envuelto en el cabestrillo. Él tenía más razones para estar enojado y no lo estaba. Con un gruñido empujó el sacó que quedó oscilando por unos instantes.
Don lo miró con resignación.
- Esto era lo único que nos faltaba, ¿verdad?.- preguntó. Raphael no lo miró, ni contestó.
- ¿Cómo lo resolvemos?- dijo en voz baja, sin apartar la vista del saco al tiempo que descargaba un golpe en él. Don negó con la cabeza.
- No lo sabemos... aún. Muffy está estudiando el problema y... - Raphael descargó otro golpe en el saco, con mucha más fuerza y girando sobre sí mismo se encaminó a la sala hecho una furia.
- Raphael...
- Déjame...
Muffy alzó la vista, frente a sí tenía a Raphael, de pie, con la mirada ceñuda. Detrás de él, venía Don con expresión de preocupación.
La chica se adelantó antes de que éste pudiera decir nada.
- Aún no tengo una respuesta, estoy...- la voz de la muchacha se ahogó en su garganta: en un rápido movimiento, Raphael se inclinó sobre el sofá, apoyando sus manos en el respaldo, a ambos lados de la cabeza de Muffy, clavando sus ojos en ella.
Muffy tragó saliva, tratando se escabullirse de su mirada, pero Raphael estaba prácticamente encima de ella.
- T-todavía estoy buscando la solución... - dijo, tratando de que su voz sonara firme. Finalmente lanzó un suspiro.- Mira, yo solo quiero...
- Me tiene sin cuidado lo que quieras. Lo único que quiero es saber como recupero a mi hermano.
- ¡Yo también! ¿acaso crees que no?... eso es lo que quiero, solucionar este problema e irme a casa, pero poner caras de malo no va a ayudarnos.- haciendo un gran esfuerzo consiguió levantar la vista y enfrentar a la tortuga. Lo odiaba, pero de alguna forma siempre lograba intimidarla.
- Ella tiene un buen punto... – interrumpió Miguel desde su lugar. Raphael se volvió hacia él con mirada asesina. Miguel de inmediato dio media vuelta y fingió ocuparse de otras cosas.
Sin embargo, Raphael se incorporó y se alejó de Muffy. Ésta respiró aliviada.
- Ok. – Dijo ajustándose los lentes y tratando se hacer a un lado la pila de libros y papeles.- Esto es lo que sé hasta ahora. Desde antes que entrásemos a la tienda, sentí la presencia de... de éste ser. No lo relacioné entonces con su hermano, no de inmediato. Fue después, cuando esos espectros volvieron a aparecer que todo quedó claro para mi. Verán, no eran exactamente espectros... sino Tulpas.
- ¿¿qué??- exclamaron todos al unísono. Muffy tomó aire.
- Un tulpa es una entidad creada a partir de la esencia de otro ser. Sin embargo, esta nueva entidad, no tiene voluntad ni identidad propias: es todo lo que su creador desee que sea, el propósito de su existencia es el que le señale su amo, vivirá todo lo que su amo desee...
- Creo que ya tenemos la idea...- interrumpió Raphael.
- Cuando vi que esas criaturas tenían la forma de esas figuras en el tapiz, supe que sólo podían provenir de su hermano... esa forma sólo se las pudo dar él, seguramente es la imagen con la que evoca a guerreros sanguinarios o qué se yo...
- Entonces fue Leo quien hizo eso, pero cómo pudo él... – Muffy interrumpió a Miguel negando con la cabeza.
- Eso pensé yo, pero entonces recordé la esencia que había sentido en la tienda... y entonces comprendí. Los tulpas son muy difíciles de hacer, es una técnica que requiere de años de práctica... es imposible que su hermano los haya creado. Por eso desaparecieron la primera vez, significa que no son lo suficientemente fuertes para durar mucho tiempo, significa que provienen de alguien no entrenado... Entonces llegué a la conclusión de que no podía ser él sino alguien más quien estaba usando la esencia, las memorias, las imágenes de su hermano para crearlas. Y fue cuando lo vi...
- Qué... ¿qué fue lo que viste?
- Lo que su hermano lleva adentro.
Todos permanecieron en silencio. Sus caras variaban entre la preocupación y el escepticismo. Ya era demasiado tarde y habían pasado demasiadas cosas para negar que algo extraño estaba pasando. Sin embargo, no por eso las cosas resultaban más fáciles de creer.
- Todas las llaves que impiden que los habitantes del otro mundo se mezclen con éste, guardan en sí mismas, tanto la forma de cerrar las puertas como la de abrirlas. –continuó Muffy.- El libro, con el que se cerró la boca... contiene en él un hechizo que compele a todo espectro, espíritu, criatura o demonio a volver a donde pertenece, pero por la lógica de las llaves, ese mismo hechizo puede al mismo tiempo, traerlos a todos de vuelta a este mundo, si tan sólo es pronunciado... porque todo se deshace en la misma forma en que se hace.
"La única protección contra esa posibilidad es que ningún ser de esos pueda leer las inscripciones del libro. En otras palabras, aún si algún ser del otro mundo que ha sido encerrado por el hechizo en el libro, quiere volver a éste, no sería capaz de decirlo, primero porque no podría leerlo y segundo, porque el libro es guardado en este mundo, al cual los espíritus no tienen acceso. De esa forma nos protegemos de esa debilidad de las llaves".
" Si yo fuera un demonio y quisiera desesperadamente liberarme, buscaría la forma de leer ese hechizo..."
"De alguna forma, logró que su hermano dijera las palabras. Él no podía leerlas , pero Leo sí y una vez que volvió a este mundo, tomó posesión de su cuerpo... "
- ... y sigue con él. Eso es lo que no entiendo. Ya tiene la llave, ya no lo necesita para abrir la boca... ¿por qué no abandonarlo y adoptar su propia forma corporal? – junto con decir esto, Muffy hizo una mueca de dolor. Recién se daba cuenta de lo que estaba diciendo y de lo que significaba.
- Leo es fuerte.- Todos se volvieron a ver a Raphael. Se había sentado en un rincón apartado, dándole la espalda al resto.- Piensen en lo que pasó en el edificio de Pazzo... eso fue Leo, ese fue su estilo. Piensen en como nos pateó el trasero en la tienda de April. Ese no fue ningún demonio, ese fue Leo... ¿y no acabas de decir que esas criaturas que nos han estado atacando son creaciones de la mente de Leo?... aparentemente lo que sea que tiene adentro, vio la conveniencia de seguir utilizándolo...
- Tal vez... tal vez sea porque no es más fuerte que tu hermano. – Muffy se frotó el mentón, pensativa.- La primera vez que nos enfrentamos a las criaturas, estas desaparecieron después de un rato. Supuse que su creador no tenía la habilidad para mantenerlos indefinidamente. Si la criatura que está dentro de Leo fuere más fuerte o más hábil, no tendría problemas para mantener a los tulpas... pero si fuera tan fuerte como para eso, entonces no necesitaría a su hermano tampoco para crearlos... – Muffy se puso de pie. Acaba de recordar que cuando el demonio se había percatado que lo observaba, se había vuelto hacia ella y la había atacado... en ese momento tuvo que abandonar el control sobre el cuerpo de su victima: El demonio no era lo suficientemente fuerte como para mantener la posesión y atacarla a ella al mismo tiempo... por eso no había abandonado aún ese cuerpo mortal. Lo necesitaba. Era un demonio débil. Un demonio menor. Sin embargo...
Pero ella había sentido una tremenda fuerza ¿era posible que se hubiera equivocado y que en realidad no se tratara de una amenaza tan grande? Bueno, un demonio era un demonio, no importaba el tamaño.
- Lo primero es recuperar a su hermano... – dijo al fin.
- Pensé que eso estaba claro. No habrás dado esta tremenda lata sólo para llegar a esa conclusión, ¿verdad? la pregunta es ¿cómo?- saltó Raphael.
- No tengo idea.- respondió Muffy dirigiéndose hacia su enorme mochila.
- ¿Qué?
- Eso, que no tengo idea. Hasta ahora sólo he exorcizado a pequeños espíritus. En la TV siempre lo hacen parecer tan fácil, sólo traigan a un cura y un par de cruces... si claro.
- ¿Eso no funciona?- preguntó inocentemente Miguel.
- Bueno, en realidad nunca lo he intentado... claro que conozco el ritual, pero siempre he pensado que algo tan bobo no puede funcionar- Raphael apoyó su frente en la palma de su mano.
- Relájense. A veces no es tan necesario saber todas las respuestas... sino dónde buscarlas.- diciendo esto extrajo un puñado de cilindros blancos de su mochila. Era tiza.
- ¿Qué vas a hacer?- preguntó Raphael con fastidio.
- Lo necesario. ¿quieres a tu hermano de vuelta? Entonces déjame trabajar...
Muffy se encaminó hasta el patio de entrenamiento. Una vez ahí se paró en el medio, observando a su alrededor. Los demás la miraban con curiosidad.
De pronto, Muffy se inclinó y comenzó a trazar algo con la tiza en el piso mientras canturreaba una palabras indescifrables. Al cabo de unos minutos, había dibujado un perfecto circulo en el piso, con un diámetro de un metro aproximadamente. Luego de observarlo y sonreír satisfecha, se volvió hacia los otros.
- ¿Tendrán algo dulce por ahí?¿caramelos, chocolates, una tacita de azúcar?.
- ¿Por qué? ¿hacer dibujitos con tiza te abre el apetito? Me parece que no es el momento de... – La muchacha entornó los ojos.
- No es para mí. Lo necesito para la invocación.
- La ¿qué?...- la muchacha volvió a entornar los ojos. Iba a responder cuando vio a Miguel volviendo de la cocina con una fuente en sus manos.
- Tengo estas palomitas de microondas con caramelo, ¿sirven?
- Bueno... tal vez podamos arrendarle una película también...- Miguel sonrió, Raphael los miró a ambos alternativamente, pero ninguno de ellos le dio ninguna explicación. La muchacha lo ignoró y rápidamente se volvió hacia el circulo. Su rostro era serio.
Caminó alrededor del circulo en dirección contraria a las manecillas del reloj. En el lugar donde debían dar las tres, las seis, las nueve y las doce, fue dejando puñados de palomitas, luego apartó el plato vacío y volvió al punto de inicio.
Del bolsillo trasero de su pantalón extrajo un daga pequeña pero muy afilada.
Raphael dio un salto.
- ¿Qué diablos está pasando?- dio un paso hacia el frente pero Miguel lo detuvo. Su mirada estaba concentrada en la muchacha.
- No interrumpas ahora.
- ¿No me vas a decir que sabes de que se trata todo esto?
- Es una especie de ritual... ¿verdad?- Don se acercó a ellos y hablaba en voz baja. Miguel asintió.
- Claro, ¿qué más podría ser? Está por invocar a alguna especie de entidad superior o algo así. En serio, Rapha, necesitas ver más televisión... – éste gruñó.
- ¿y tu por qué no dejas de actuar como si supieras lo que está haciendo?, ¿un ritual? ¿con palomitas? ¿a quien va a invocar?, ¿a Blockbuster?.
- En realidad... – interrumpió la muchacha.- se trata de un ritual vudú para invocar espíritus determinados. En mi experiencia, es el más efectivo de los rituales... aunque un poco doloroso.- diciendo esto, levantó la daga y se dio un rápido corte en la muñeca. De inmediato comenzó a sangrar profusamente.
- Oh, no. Se va a desangrar.- exclamó con temor Don al ver lo profundo del corte.
- Les dije que estaba loca.- Raphael se cruzó de brazos con una sonrisa burlona en el rostro. Don intentó avanzar hacía ella, pero ésta lo detuvo con un gesto de la mano. Don dudó un segundo, pero finalmente se quedó donde estaba.
- La sangre y el dulce, atraen a los fantasmas hambrientos, a aquellos que no han podido cruzar el umbral y quedan atrapados entre este mundo y el otro... entre ellos, hay uno. Ese es al que quiero...
Muffy repitió el mismo ejercicio anterior, caminando en dirección contraria las manecillas del reloj, dejando caer gotas de sangre sobre los montoncitos de palomitas dispuestos alrededor del circulo. Mientras lo hacía, canturreaba una extraña canción.
Cuando terminó, volvió al lugar de inicio. Antes de continuar, puso el dedo índice de la mano contraria sobre el corte en la muñeca. En el aire, justo sobre la herida, dibujo rápidamente una cruz. Cuando retiró el dedo, la herida ya no estaba.
Se volvió hacia los demás.
- La sangre y el dulce atraerán a los espíritus en grandes cantidades. Además, este lugar ya estaba inusualmente repleto de espíritus. Seguramente deben haberse filtrado junto con el demonio cuando el hechizo del libro fue pronunciado... Cuando retire los sellos de las paredes, este lugar se va a inundar de ellos... deben quedarse detrás de mi, del lado del circulo en el que me encuentro. No los miren. No hablen con ellos. No corran y no se separen. Por algunos minutos, todo este lugar va a estar maldito.
Don. Miguel, Raphael, April y el maestro se miraron unos a otros y luego se volvieron a mirarla a ella. Muffy sintió la presión de las miradas exigiendo una explicación.
- Hace muchos años, en una isla del pacífico, vivió un hombre que dedicó su vida a estudiar a los demonios, espíritus y otras cosillas. Era un místico. Incluso hoy, a siglos de su muerte, es frecuentemente consultado por espiritistas, cazadores, exorcistas, etc... siempre le digo que se hubiera ahorrado muchas molestias si hubiera escrito algún manual, pero en fin... Pienso que avanzaremos mucho más rápido si le preguntamos directamente a él qué podemos hacer... y será mucho más fácil así, a menos que quieran pasar el resto de la semana con una tabla ouija tratando de contactarlo.- Muffy se volvió a mirarlos. Raphael levantó las palmas de sus manos.
- No, claro que no. ¿quién querría?.- Cuando Muffy le dio la espalda, entornó los ojos y volvió a apoyar su frente en la palma de su mano. – Esto va a ser un desastre- murmuró.
- Error, hermano.- susurró una vocecita a su espalda.- Esto ya es un desastre. Sin embargo, tiene grandes posibilidades de empeorar.
- Oh. Gracias por la corrección Miguel, es realmente útil.
- Ahora cállense todos, siéntense tras de mi y permanezcan juntos.- dijo Muffy, juntando ambas manos como si rezara.- ¡ah!, una cosa más. Si tienen cosas metálicas, como de hierro por ejemplo, les aconsejo que se las quiten.
Miguel dejó los chakos a un lado. April se quitó una cadenita que llevaba al cuello y la guardó en un bolsillo. Raphael miró sus sais.
- De ninguna manera me los voy a quitar.- murmuró más para sí mismo. Muffy lo miró por el rabillo del ojo.
- Bueno... como quieras. Después no digas que no te lo advertí.
Muffy tomó asiento en el centro del circulo, los demás formaron un semicírculo a su alrededor.
- Recuerden lo que les he dicho. No se paren ni se separen. No traspasen el circulo. No hablen con ellos...
Muffy se relajó, tomó aire. Cerró los ojos. Con el filo de la mano derecha dibujó una estrella de cinco puntas, en el aire, justo frente a su rostro.
De los cuatro puntos de la habitación, los sellos cayeron al piso.
Muffy abrió los ojos.
- Ahora si. Prepárense.- murmuró.
La habitación se fue haciendo gradualmente más fría, hasta el punto en que podían ver su aliento. Las luces se fueron.
En medio de la oscuridad, la única luz era el débil resplandor de la línea que dibujaba el circulo.
Miguel miró a su alrededor. A su lado estaba April y Don. Pudo sentir las uñas de April enterrándose en su brazo.
- ¡Ay!
- L-lo siento...
- Cálmate April, todo está bajo control... – April lo miró escéptica.
- ¿Desde cuándo eres tan valiente?
- Desde que tú eres tan cobarde... las debilidades de los demás sacan lo mejor de mí... – April alzó una ceja. Iba a responder cuando vieron que algo salía de entre la oscuridad... manchas blancas en medio de la oscuridad...
Pronto advirtieron que no eran manchas sino rostros que flotaban alrededor del circulo.
Miguel pegó un grito y saltó sobre April, involuntariamente. Ésta lo apartó de sí.
- Cálmate Miguel, todo está bajo control, ¿recuerdas?...
- ¿Desde cuando eres tan valiente?
- No se preocupen... – habló Muffy.- ... no pueden atravesar el circulo.
- ¡¡Aaahhh!!- Todos se volvieron al escuchar el grito de Raphael. Lo vieron quitándose los sais a toda prisa del cinturón y dejándolos junto a él. Muffy sonrió burlonamente.
- ¿Acaso te quemaste?, te lo dije... el metal reacciona ante la magia de la sangre... pronto estarán al rojo vivo.- Raphael la miró con deseos de matarla ahí mismo, pero sólo gruñó en respuesta.
Pronto eran cientos de rostros blancos circundándolos, un coro de voces y lamentos los acompañaban... unas manos blancas y rígidas se estiraban hacia las ofrendas dejadas alrededor del circulo, sin lograr alcanzarlas: ni bien se acercaban, eran arrojados hacia atrás por una fuerza misteriosa.
En sus rostros habían expresiones de avidez, angustia, algunos se volvían hacia ellos suplicando y estirando sus brazos desesperados.
El coro de voces lastimeras y patéticas se hacía insoportable.
Don prefirió mirar al suelo y tratar de ignorar las voces y los gritos.
- ¡eh!, ¡hermano!... ¿porque se olvidaron de mi?... – Don abrió los ojos de par en par al escuchar la voz. Alzó la vista. Nadie más parecía haberse percatado.
- ¡¡hermano!!.- volvió a sentir. Miró en todas direcciones sin encontrar la fuente.
- ¿Leo?... ¿Leo eres tu?...- preguntó a la nada, poniéndose de pie... los demás lo miraron con curiosidad... .- Es Leo, escuché la voz de Leo...
- ¿Dónde?- preguntó Raphael poniéndose de pie.
- Pero... no puede ser... – Miguel miraba en todas direcciones.- si lo hubieses escuchado sería porque...
- ¡Miguel!- ahora sí lo había escuchado con claridad... definitivamente era la voz de Leo... - ¿Por qué me dejaron acá hermanos?.
- Ayúdenme hermanos... – esta vez la voz venía en otra dirección. Raphael dio un paso al frente.
April miraba también fuera del circulo tratando de ver algo.... cuando de entre las caras blancas y patéticas encontró una familiar.
- ¡¿Tío?!...- exclamó poniéndose de pie... – Tío... ¿eres tu?...
- April... me abandonaste... ¿por qué has abandonado a tu tío?.
- Tío, yo...
- Déjame entrar en el circulo April... traigo un mensaje de tus padres... están muy disgustados contigo...
- ¿mis padres...?
April se puso de pie y comenzó a caminar hacia el borde del circulo. En el lado contrario, Raphael hacía lo mismo.
Muffy se puso de pie.
- ¡¡NO SE MUEVAN!!- gritó y su voz los paralizó al instante. Se dio vuelta y los miró a los ojos. Su expresión era grave. – ¿Qué fue lo que les dije? Es un truco, se harán pasar por sus hermanos y parientes, harán cualquier cosa para que los dejen entrar, ¿no se los dije? ¡No los escuchen!...
Los demás la miraron con algo de recelo, pero no se movieron.
- Vuelvan a sentarse... ¡ahora!. – aunque a regañadientes, obedecieron.
- Más te vale no equivocarte... – Murmuró Raphael en su oído al pasar. Muffy no respondió.
Aunque los otros se sentaron, ella permaneció de pie.
- ¿Dónde estas?.- murmuró. Luego tomó aire y gritó.- ¡¡PONCE!!.
Los demás la miraron con curiosidad.
De entre los pálidos rostros, avanzó uno que ha diferencia de los demás, no tenía expresión de angustia o de ansiedad: su rostro era tranquilo y sereno. Pronto estuvo tan cerca que pudieron ver el resto de su cuerpo semitransparente flotando tranquilamente a su encuentro.
Se detuvo al llegar al borde del circulo. Entonces abrió los ojos y miró a Muffy inexpresivamente.
- Ah. Eres tu. ¿Qué mierda hiciste esta vez, joder?.- Raphael no pudo evitar soltar una carcajada.
- Se nota que la conoce...- murmuró. Muffy frunció el ceño. El fantasma acababa de hablar en un marcado acento español y su ropa era cómo las del siglo XIV: cuellos y mangas con puntadas y vuelos, chaqueta corta y mallas con zapatos de grandes hebillas.
- Bien, ya estoy aquí. Pero primero, ¿por qué no te deshaces de estos imbéciles de aquí atrás?, ya me están calentando las orejas...- Muffy se adelantó de mala gana. De su bolsillo sacó un saquito con un contenido similar a la sal y la lanzó a las caras que estaban tras el fantasma del anciano. Los demás fantasmas huyeron espantados.
Después de unos minutos, las caras habían desaparecido y ya no escucharon más voces ni lamentos.
- Al menos has aprendido el ritual.- dijo el fantasma del anciano en tono de reproche.
- Bueno, ¿vas a regañarme o me vas a escuchar?... no tenemos mucho tiempo.
- ¡ahh!, los vivos nunca tienen mucho tiempo para nada ... pero está bien... ¿que pasó esta vez?. No será que te ayude a deshacerte de estas criaturas... ¿tu las invocaste?.
Tras una breve pero completa explicación, Muffy puso al fantasma al tanto de todo lo ocurrido. El viejo no respondió de inmediato, reflexionó durante varios minutos en silencio.
- Me parece que si sólo es un demonio menor, no debería ser tan difícil...- comentó Muffy al ver que el anciano se tomaba tanto tiempo.
- Que sea un demonio menor no significa que sea un demonio débil. – Respondió el viejo tajante.- sin embargo... me preocupa que no haya adoptado aún su forma material... atravesando las dimensiones que lo separan de este mundo no debiera tener inconveniente. A menos que...
- ¿A menos que qué?
- Bueno, jovencita, probemos tus conocimientos: ¿cuáles son los demonios que no tienen una forma material en este mundo?. – Muffy lo miró sorprendida, pero bajo la vista, frotándose el mentón y tratando de recordar. De pronto abrió los ojos de par en par. Se volvió a mirar al viejo con una expresión de preocupación.
- Los fragmentos.
- Así es. Debes asumir, primero que nada, que no puedes matar a un demonio. La única forma de deshacerse de uno en este mundo es dividirlo en tantas partes como sea posible, de modo que ninguna de ellas sea peligrosa en sí... y enviarlo de vuelta al infierno. Hasta ahora, ni los mejores exorcistas pueden destruirles, sólo pueden expulsarles...
- Sólo hay un demonio que ha logrado ser dividido en múltiples fragmentos... – el viejo asintió.
- Ninguno de esos fragmentos puede volver a adoptar una forma material en este mundo... - Muffy se dejó caer al suelo pesadamente, con desánimo.
- No puede ser un fragmento... ¿y si tal vez se trate de otra cosa?... tal vez sólo sea un demonio muy débil que no es capaz de materializarse en su propia forma...
- Ingenua. Ningún demonio común resiste mucho tiempo el contacto con un cuerpo mortal, a los pocos días éste comienza a deteriorarse y tarde o temprano tendría que abandonarlo... mucho menos podría lograrlo un demonio débil como el que tu dices... ahora, debes decidir qué es lo que quieres saber, para que te de la respuesta que buscas: ¿quieres salvar a ese pobre desdichado, o quieres deshacerte del demonio?, ambas no son lo mismo...
- Quiero salvarlo... y deshacerme del demonio... – el anciano rió irónicamente.
- Me temo que pides demasiado. Si el demonio no ha abandonado su cuerpo aún es porque pretende usurparlo... dijiste que usó su esencia para crear tulpas... en mi opinión ya no hay nada que hacer por él... si ha ocupado de esa forma su esencia, es porque ya lo ha absorbido completamente, en cuerpo y alma. Sería inútil intentar un exorcismo: el tío ya debe estar de éste lado del circulo, jejejejeje.
Raphael se puso de pie, pero antes de que pudiera hacer nada, sintió la mano del maestro en su hombro que lo obligó a sentarse.
- Pero... – el fantasma negó con la cabeza.
- Debe haber comido su alma hace tiempo ya.- el anciano hizo una pausa, bajando la mirada, como si tratara de recordar algo muy perdido en su memoria.- Los fragmentos fueron diseminados por todos los rincones del infierno... incluso el más grande de ellos ni siquiera se acerca al poder que tuvieron todos juntos una vez. Los más pequeños son esclavizados por los otros más fuertes... viven sus días odiando y deseando más poder... ese demonio no pretende abrir la boca para liberar a los espíritus... sólo les tiende una trampa. Cuando esté listo, abrirá la boca y los dejará salir, sólo para absorberlos, para hacerse más fuerte... con un cuerpo mitad demonio mitad mortal, ninguno hechizo lo detendrá, ningún sello le impedirá leer ninguna inscripción... podrá abrir cada boca que existe en este mundo y tarde o temprano, cuando se sienta poderoso, intentará absorber los otros fragmentos que restan...
- Pero... que pasará con... – el viejo lanzó una carcajada.
- ¿Es que no has escuchado nada de lo que te he dicho?. Esa criatura estará muerta para ahora, atrapada para siempre dentro del demonio, formando parte de él... si quieres un consejo, escucha bien esto: la estrategia del fragmento le da ventaja pero también lo hace vulnerable. Siempre es más fácil destruir a un mortal que a un demonio.
- ¿Qué... que quieres decir?.- Muffy sabía exactamente qué quería decir, pero no quería creerlo. Sintió un vacío en el estomago.
- Mata al mortal. Destruye el cuerpo mortal del demonio... éste vagará cómo una sombra y será vulnerable, podrás enviarlo de vuelta al infierno con el mismo hechizo que utilizó para liberarse... si esperas más, si esperas a que abra la puerta y comience a absorber esencias... entonces ya no podrás pararlo y él no se detendrá hasta que no haya reunido todos los fragmentos.
- Pero si mato su cuerpo mortal, Leo morirá... – dijo casi en un susurro.
- ¡¡Pero es que no te lo he dicho ya, joder!!!- gritó el fantasma perdiendo la paciencia.- La esencia de ese ser ya fue absorbida por el demonio, no puedes matarlo por la sencilla razón de que ya está muerto... en cambio, si expulsas al demonio, podrás al menos salvar su alma....
Muffy permaneció en silencio. Ni siquiera se atrevía a mirar a los demás. Les había prometido encontrar la forma de salvar a su hermano... sólo que al parecer no la había...
No era su culpa. Ella no había tenido nada que ver. No había obligado a ese tonto a decir las palabras, había sido él solito.
Sin embargo...
Sin embargo entendía que los demás esperaban que ella lo solucionara. Confiaban en que lo haría, que encontraría la forma. Y ahora tenía que decirles que no podía hacer nada, que en el fondo, sabía que el viejo tenía razón...
Al final de cuentas, parecía que nada de lo que había hecho resultaba de utilidad...
- Gracias Ponce... – Muffy levantó la mano derecha y con el filo de la mano comenzó a trazar una figura en el aire. El anciano asintió con aire triste.
- Lo siento chiquilla.- parecía sincero.
Minutos después, volvían a estar solos en la habitación. Ya se habían ido los espíritus, la temperatura volvía a la normalidad.
Muffy volvió a pegar los sellos en las paredes. Nadie dijo una palabra.
Don, Miguel y April seguían a Muffy con la mirada, esperando que dijera algo, con expresión de angustia. Muffy trataba de evitar sus miradas. Sobretodo, trataba de evitar a Raphael.
Pero no había mucho espacio a donde huir.
- Pero... todo eso no quiere decir que no haya esperanza ¿verdad?.- preguntó Miguel con un tono de angustia en su voz.- ¿no es ésta la parte en la que saltas y dices "esperen, todavía hay algo que podemos hacer"?... no es que esté todo perdido ¿verdad?, es decir, Leo no puede estar... no puede estar... – lentamente, la voz de Miguel se fue apagando. Muffy continuaba dándoles la espalda sin pronunciar palabra.
- ¿Muffy?...
Sin mirarlos directamente, Muffy se volteó a enfrentarlos.
- Todavía tenemos la posibilidad de parar al demonio, evitar que el daño sea mayor.
Muffy pudo sentir como todos se revolvían nerviosos. Cerró los ojos, y continuó.
- Miren... yo... lo siento. Se que es difícil, pero la verdad es que no se qué... –
Entonces no pudo seguir hablando. Una mano se cerró con fuerza alrededor de su cuello, impidiéndole respirar... sintió que era elevada varios centímetros del suelo.
- ¡¡Raphael!!- gritaron todos, observando consternados. Nadie se atrevió a hacer ningún movimiento brusco.
Raphael alzó a la chica frente a sus ojos.
- Sé lo que estas pensando. Y no me gusta...
Las manos de la chica trataban de separar la mano de Raphael de su cuello, pero sin ningún éxito, él era mucho más fuerte.
- ¡¡Dijiste que podías ayudarlo!! – Muffy no podía respirar, sus brazos cayeron a ambos lados de su cuerpo. - ¡¡Todo esto es culpa tuya!!, ¡¡si no fueras una inútil...!! si no... si no...
"Esa debe haber sido la razón...", pensaba Muffy aún con la garra de Raphael alrededor de su cuello, "por la que lo eligió a él... ninguno de ellos se atrevería a hacerle daño... ni tampoco permitirán que nadie más lo lastime. Mientras no se haga más fuerte y esté vulnerable, los hermanos de su victima serán su protección. Es la única razón por la que les ha permitido vivir..."
Miguel tomó el bo de Don y avanzó hacía Raphael. Sólo tenía que hacer que la soltara... antes de que le partiera la traquea... pero una mano en su hombro lo detuvo.
- ¿April?
- Déjamelo a mi...
- Pero... – April no se detuvo a escucharlo. Se aproximó a Raphael y puso una mano sobre la suya, la que aprisionaba el cuello de la chica. Lo miró fijamente.
- Suéltala. – Su voz era suave, pero firme.
El rostro de Raphael se relajó.
- ¿April?... - Miró a April confundido.
Ésta sintió como la fuerza con la que sujetaba a la chica cedía.
- Suéltala, Raphael.- repitió.- vamos... suéltala ya... – Esta vez su voz sonó cansada y triste.
Raphael miró a April y luego a la chica, quien lo observaba con expresión de temor.
Repentinamente la soltó y retrocedió, sin dejar de mirarla.
- Yo... yo no estaba pesando, yo... – Raphael retrocedió aún más, tambaleándose. Se agarró la cabeza con ambas manos y se quedó de pie mirando fijamente al piso, murmurando frases incomprensibles.
Muffy cayó al suelo de rodillas, tragando aire a bocanadas.
Una vez que pudo recuperar el aliento se puso de pie y se dirigió a Raphael. Tenía la cara roja de ira.
Este la vio acercarse y trató de decir algo, pero la chica tomó impulso, cerró el puño y lo descargó en su rostro.
Raphael ni siquiera intentó esquivar el golpe. Lo vio venir pero no hizo nada...
Muffy jadeaba... su puño palpitaba como si lo hubiera estrellado contra un muro.
- ¡¡Imbécil!!, ¡¡cretino!!... ¿crees que no quería ayudar?... ¿crees que no me importa que ese pobre tipo que no tuvo nada que ver se muera?... - sentía ganas de romperle algo en la cabeza, de golpearlo con algo duro y contundente, de tirarlo contra la pared... pero él sólo estaba ahí, con la cabeza baja...
Estaba a punto de decir algo más, pero se calló.
No estaba enojado con él, no realmente...
Era contra ella misma a quien iba dirigida su ira. Él, por su parte, tenía razón para desesperarse...
- ¡¡Maldición!!.- gritó frustrada, alejándose de él. Si tan solo hubiese algo que pudiera hacer, ella lo haría... cualquier cosa, lo que fuere...
Don se puso de pie y se acercó a ella. Puso una mano en su hombro.
- Es cierto... ¿es cierto que ya no se puede hacer nada más?- Muffy no respondió pero asintió con la cabeza. Don suspiró y se alejó de ella. De pronto se volvió a mirar a los otros.
- Tal vez debamos pensar en... – comenzó con voz muy baja- ... hacernos a la idea de que... creo que debemos considerar todas las posibilidades... debemos considerar que tal vez Leo esté... – Don se detuvo, bajando la mirada. Sabía lo que decía, pero pensaba que mientras antes se hiciesen a la idea, el golpe sería menos duro. Pero se daba cuenta de que nada de lo que dijera iba a hacer más fácil aceptar que no volverían a ver a Leo.
- No. – lo interrumpió tajantemente Raphael, sin levantar la vista del piso.
- Pero...
- Cállate.
- Yo sólo digo que... – intentó continuar Don.
- Para alguien que se llama a si mismo científico, te apresuras demasiado a dar por hecho algo que aún no has comprobado, Donatello.
Donatello se volvió a ver a Miguelangel. Jamás lo había visto tan serio.
Lo miró boquiabierto por unos segundos y después sonrió.
- Tienes razón. No pensé que lo diría alguna vez, pero tienes razón...
- Esperen un segundo, chicos... – April se alejó de Raphael y caminó hasta el centro de la habitación, pensativa.- cuando estábamos en la tienda... siempre supe que ese de ahí no era Leo... de alguna forma lo supe. Sin embargo... hubo un momento en que me pareció que volvía a la "normalidad"... me pareció que volvía a ser otra vez él... Chicos, yo creo que aún está ahí. Es sólo una suposición, pero estoy segura de lo que vi. No se nada de demonios, brujos o fantasmas, pero sé que Leo está ahí aún... y ustedes deberían pensar lo mismo.
April hablaba en serio.
Por un segundo, Muffy se sintió reanimada. Ella tenía razón, ¿cómo podían asumir que estaba todo perdido sin asegurarse primero de que lo estaba realmente?.
- Y no tengo por qué hacerle caso a ese viejo vetusto... – continuó en voz alta. Todos se volvieron a verla, pero ella no parecía hablar con ellos realmente...- ¡qué sabe él!, después de todo, lleva siglos de muerto... si Leo aún está ahí, lo sacaré ¡aunque sea lo ultimo que haga!.- Los ojos de la chica parecieron resplandecer. Miguel se puso de pie de un salto y la abrazó.
- ¡¡Ese es el espíritu amiga!!, ahora, ¿cómo lo hacemos?... – Muffy lo miró perpleja.
- Bueno... no lo sé.
Todos guardaron silencio por algunos instantes.
- Entonces – interrumpió Don.- el problema es cómo saber si Leo está aún ahí, confundido con el demonio, y si es así ¿cómo lo recuperamos?...
- Yo tengo otra pregunta para ti Donatello,- intervino Raphael.- ¿qué pasará si no está ahí? ¿si ese sujeto no es ni volverá a ser Leo jamás? ¿qué debemos hacer con él?.
Todos miraron a Raphael. Nadie contestó.
Todos conocían la respuesta.
- Un momento... – Esta vez fue Muffy quien rompió el silencio.- Creo... creo que aún podemos intentar algo... al menos eso creo. En realidad nunca lo había hecho antes, pero vale la pena probar... ¿verdad?.- Se repitió en su mente sus propias palabras, "si hubiera algo más que ella pudiera hacer..."
