N/A: Estoy muy feliz de que se hayan unido más lectores en esta oportunidad, espero que pronto puedan unirse más escritores y así darle más vida a esta sección, por lo pronto, seguiré con esta historia, cuya conclusión está muy cerca, así que espero que les guste y la sigan hasta el final... a propósito, Muffy está un tanto ocupada como para pensar en parejas en este momento, pero más adelante, quien sabe...

También seguiré con mi traducción de Un mal lugar, por si...

VIII Una pequeña historia.

- Lo que me gustaría saber es que son esos famosos fragmentos de los que tanto hablabas con el vejete ese...- Muffy suspiró, ponderando si estaba dispuesta a explicar lo mismo por quinta vez.

- Esta bien... – dijo al fin.- habrás oído hablar alguna vez de un hermoso ángel que vivía junto a Dios y era su favorito pero un día se rebeló a los designios de Dios y fue enviado a los infiernos. Se convirtió en un ser lleno de odio y resentimiento que comenzó a traer el mal a la Tierra... entonces Dios envió unos de sus Ángeles, a quien dotó con una poderosa espada cuya hoja estaba hecha de fuego, con la que, después de una ardua batalla, logró vencer al demonio dividiéndolo en numerosos pedazos. Cada uno de esos fragmentos fueron diseminados en el fondo del infierno donde aguardan la oportunidad de volver a reunirse.

Miguel la miró boquiabierto.

- E-entonces estamos hablando del mismísimo... del tu sabes quien, d-de... de...

- Si, si. Satanás, lucifer, Belcebú, como quieras llamarlo... él mismo. Bueno no él realmente, sólo una parte de él.- Miguel tragó saliva.

- No tengas miedo. No es la primera vez que uno de esos fragmentos interfiere con nosotros. Es cierto que siempre causan un tremendo desastre, pero han sido vencidos antes.

- ¿Tu has vencido a alguno antes?

- Bueno... no. pero ¿qué tan difícil puede ser?

- No se, ¿qué tanto?

- Bueno. Mucho. Será horrible. La verdad es que es lo más difícil que podría llegar a tocarte si eres un cazademonios. Claro que sería mucho más fácil si tu hermano no estuviera en el medio de todo... y si no nos empeñáramos tanto en salvarlo...- Miguel suspiró.

- Así que es el clásico demonio, el diablo de los diablos. El señor de las tinieblas, la encarnación del mal y todo lo demás...

- Buenooo... si, de alguna forma, todo eso es cierto.– Muffy pareció dudar. – La verdad- dijo finalmente.- es que la historia no es así de simple. Nunca es tan simple. Verás, no es que tenga la menor importancia ahora y tampoco el saberlo va a ayudarnos en nada, pero siempre he pensado que el demonio está muy prejuiciado, es decir, si el demonio existe y está ahí... es porque realmente no tiene otra alternativa.- Miguel la miró confundido. Muffy sonrió. – Tiene sentido si lo ves de ésta forma: todo en la vida se basa en un balance... aprecias el extremo de algo sólo cuando has visto el extremo contrario, si no fuera así, ¿cómo podrías apreciarlo?. Incluso si hablamos del bien y el mal: decimos que algo es bueno o malo por que conocemos el otro extremo que nos permite la comparación. De esta forma, sin el mal, no habría bien, por lo tanto, el bien hace que la existencia del mal sea necesaria. Ambos son interdependientes... si uno de los dos se crea o desaparece, inmediatamente su opuesto se hace presente... la vida tiende a obtener el balance cuando éste es alterado. Al principio de los tiempos , cuando sólo estaba Dios y sus creaciones, se dio cuenta de la necesidad del balance... uno de ellos debía ser desterrado... debía haber mal y uno de los suyos debía cumplir el papel. Fue el primer balance y el inicio del destino. Si aceptamos que esto es así, ¿podemos decir que el demonio es realmente malo? ¿o sólo estaba cumpliendo con su destino, inexorable e ineludible, más allá de su propia voluntad y aún en contra de ésta? Sencillamente, el mal debía existir y él estaba destinado a suplir esa necesidad, sin importar si quería o no ese puesto...

Miguel pareció reflexionar por unos instantes.

- Tienes razón...- dijo finalmente.- Nada de eso es de la menor ayuda en este momento.- Muffy dejó caer los hombros y lo miró con fastidio.

- Al menos es una explicación de porqué no puedes matar a un demonio... a fin de cuentas, estamos en medio de una guerra de conveniencias entre poderes cósmicos donde los humanos tenemos muy poco que opinar al respecto... – Muffy se volvió hacía su mochila y extrajo de ella un grueso libro de hojas muy gastadas. Lo abrió, pero en vez de leerlo, su mirada se perdió en el horizonte.- Si lo piensas bien... a fin de cuentas... no somos más que instrumentos... la idea del bien y el mal en constante batalla sólo es una representación simplista que nos han obligado a creer para obedecer sus designios sin rebelarnos... – Miguel se volvió hacía ella con el ceño fruncido.

- ¿Eh, ¿qué dijiste, lo siento pero no te estaba escuchando... – Muffy entornó los ojos y volvió a tratar de concentrarse en su libro. Miguel se acercó silenciosamente y se sentó junto a ella.

- Oye... sólo por curiosidad... ¿quien fue el sujeto que venció al demonio y lo partió en mil pedacitos, tal vez pudiéramos pedir su ayuda... – Muffy lo miró y sonrió misteriosamente.- ¿qué?.- preguntó Miguel extrañado.

- Nada. Es sólo que me parece irónico que seas tu quien me pregunte eso. Quien venció al demonio, lo partió en mil pedacitos y los encadenó en el fondo del infierno, fue nada menos que el guerrero de Dios, el jefe de los ejércitos del cielo,... el Arcángel Miguel, quien creó a los cazademonios y asesinos de monstruos, el portador de la espada de fuego.

- ¿Miguel?... ese es un nombre apropiado para un guerrero poderoso... – Miguel se quedó reflexionando por algunos segundos y Muffy consiguió volver a su libro.

- Y... em... ¿qué estas haciendo?.- Muffy cerró el libro y se volvió a mirarlo, haciéndose a la idea de que mientras Miguel estuviera ahí no podría concentrarse.

- Bueno... me estoy documentando. Sólo he hecho esto un par de veces y...

- ¿qué cosa?

- El desdoblamiento de almas...

- El ¿qué?... – Miguel tenía los ojos abiertos de par en par...

- Bueno... mi plan es el siguiente... trataré de llegar hasta tu hermano... no físicamente... mi espíritu hará contacto con él. Si lo encuentro, es porque todavía esta vivo... sino, bueno, tu sabes... Pero la verdad es que jamás he intentado hacer una cosa así ... el maestro Splinter va a ayudarme a hacer el contacto, servirá como guía... aunque él mismo me dijo que todos sus intentos por hacer contacto con el espíritu de tu hermano por medio de la meditación han sido infructuosos... eso de la meditación suena bastante útil, tal vez debería aprenderlo... – agregó pensativa.

- Pero... y si lo encuentras ¿qué harás?.- Muffy guardó silencio por algunos segundos. Ella también se había hecho la misma pregunta.

- Saber que está vivo ya será algo... si lo encuentro, volveré e intentaremos un exorcismo...

- ¿exorcismo? ¿quieres decir cruces y todo eso?.- Muffy rió.

- Algo así... algo así.- la verdad era que ni ella misma estaba segura de que debía hacer. No estaba segura de si un simple exorcismo iba a funcionar con el fragmento de un demonio. Pero en algún momento, incluso unos simple sellos parecieron afectarle... recordó lo mal que se había puesto cuando ella los colocó en la guarida la primera vez. Pero también recordó lo rápido que se había recobrado...

Suspiró. Ya lo vería en su momento. Por el momento tenía menos de un día para recordar como separar su alma de su cuerpo.

Fugazmente recordó el día en que ese sujeto encapuchado y encorvado fue a visitarla a su habitación de la universidad.

Le contó un montón de cosas sobre su madre. Por supuesto que no le creyó. Ella había crecido con su padre y a su madre apenas si la recordaba, pero aunque casi no la había conocido, no iba a creer de buenas a primeras todo esa tontería de los cazademonios y de que su madre andaba por ahí enterrando estacas y luchando con monstruos.

El extraño sujeto ni siquiera le había dicho su nombre. Simplemente le había dicho que ya era el momento de "tomar el lugar que le correspondía por destino".

Su madre había muerto unas semanas antes. Su padre unos años atrás.

Aunque prácticamente no la había conocido, aunque su madre jamás había estado para ella, cuando supo la noticia, supo que se había quedado sola, sola en verdad.

Qué triste, ¿verdad?.

El sujeto le dijo que debía aprender, que había muchas cosas que debía aprender. Le dio una dirección.

Ella, por supuesto, no le creyó.

A las dos noches siguientes, todos sus compañeros con los que compartía el piso de dormitorios estaban muertos. Todos.

Por diferentes razones que fueron catalogadas como extraños accidentes.

Entonces, el extraño sujeto volvió a presentarse. Le dijo que el balance estaba alterado. Que debía haber una cazadora, que siempre la había habido y que siempre la habría.

Y que la próxima en morir sería ella si no le creía de una vez por todas.

Para "ellos" era más fácil matarlos cuando aún no conocían su destino.

Implícitamente, el extraño sujeto le hizo ver que la muerte de sus compañeros era su culpa: estaban buscándola a ella, no sabían quien era, pero sabían que podía ser alguno de los chicos que habitaban ese piso.

Fue la primera vez que oyó hablar de "ellos" y esa misma noche, fue la primera vez que los vio.

Logró escapar, aun no se explicaba cómo: físicamente muy débil, sin ningún conocimiento del mundo espiritual y de todas esas boberías que ahora manejaba de memoria...

Fue a la dirección que le había dado el extraño sujeto. Él estaba ahí.

"Debes aprender" le dijo y se fue. No lo había vuelto a ver desde entonces. "¿qué debo hacer?" le había preguntado ella. El extraño había reído, "cuando se te necesite, lo sabrás".

Y así había sido. Ya llevaba un año y algo yendo de un lugar a otro.

Sola, había tenido que aprender cosas que era preferible nunca saber, pero...

Bueno, tampoco tan sola. Los cazadores tenían una amplia red de asistentes y asesores. A los pocos días llegó a hasta su guarida (una vieja tienda que por fuera parecía clausurada), un muchacho con cara de astuto. Instaló teléfono e Internet. Le dijo que cualquier cosa que necesitara conseguir o saber, sólo tenía que ubicarlo.

Había hecho una prueba.

Le dijo que necesitaba estatuitas de porcelana con formas de dragón en poses divertidas. Había mandado el pedido por correo electrónico.

Al otro día, sobre la mesa de la sala, encontró un set de estatuitas de porcelana con dragones bebiendo pitchers de cerveza. Le dio risa... y escalofríos.