X- Qué es real

La habitación estaba a oscuras. Abrió los ojos y se quedó inmóvil, tendido sobre la cama.

Afuera, todo estaba en silencio.

Se sentía increíblemente débil. Cansado.

Se incorporó. Lentamente, sus pies tocaron el piso helado. Dudó un segundo antes de ponerse de pie, inseguro de si sus piernas serían capaces de soportar el peso.

Aguardó unos minutos, dándole tiempo a sus ojos a que se acostumbrasen a la oscuridad.

Sintió frío.

Entonces recordó lo que era ahora y un escalofrío recorrió su espalda.

Miró sus manos, sus pies y el resto de su cuerpo.

Humano.

No sólo eso.

Ahora era una chica.

Enterró su cara entre las manos.

- Es genial... simplemente genial...

Se sentía mucho más liviano, casi sin peso... pero también sentía la falta de fuerza en sus músculos.

Lentamente, recorrió su nuevo rostro con las yemas de los dedos... la piel era suave, los rasgos finos y delicados. Miró sus manos y pies repletos de dedos largos y delgados...

Tenía nariz. Nunca había tenido nariz. Sin mencionar las orejas...

Sacudió la cabeza.

"Basta de tonterías", se dijo.

Se puso de pie y se tambaleó un poco pero logró mantener el equilibrio.

Se sentía casi sin fuerzas.

De pronto sintió un vacío en el estomago.

"Y si con este cuerpo no soy capaz de... ". Un nuevo temor se apoderó de él. Impulsivamente, dio un medio giro lanzando una patada voladora a la nada.

Cayó al suelo pesadamente, sintiendo un agudo dolor en las piernas.

"¡Maldita sea, éstos músculos no han sido usados jamás."

Sin fuerza.

Sin flexibilidad.

Volvió a sentarse en la cama, dejándose caer en ella otra vez.

- Esto no es bueno... – con fastidio, apartó de su cara un mechón de pelo rubio.

- No. Dime algo que lo sea en estos días... – Leo levantó la vista, sorprendido, luego volvió a depositar la cabeza sobre la almohada.

- ¿Té- preguntó Raphael, ofreciéndole una taza humeante. Leo negó con la cabeza.

Raphael se encogió de hombros y la dejó junto a la cama.

- y... eh... ¿cómo te sientes?...

- Simplemente de maravilla... – respondió Leo, con la vista clavada en el techo. Raphael sonrió.

- ¿Tu? ¿siendo sarcástico?...

- Un cambio más que más da... – Casi de inmediato se sentó en la cama.-... no. lo siento. Lo ultimo que quiero es volverme insoportable...

- Es tarde, ya lo eres. Pero ¿Por qué carajo pides perdón..? ya empezabas a gustarme... – Leo se frotó los ojos.

- Raphael, cuida tu lenguaje.– dijo en voz baja. Raph sonrió.

- Ok, eso me gustó más... significa que sigues siendo el mismo aburrido y sin chispa de siempre.

Leo no respondió.

Raph, por su parte, no supo que decir.

Un incómodo silencio se produjo entre ambos.

- Supongo que vienes a restregarme todo esto en el rostro, ¿verdad?... – Leo bajo la mirada.

- No exactamente...

- Tal vez deberías... – respondió en voz baja.

Raphael arrugó la frente.

- ¿Por qué ?. – Preguntó bruscamente. Leo no respondió.

- Te hice una pregunta... – insistió Raphael. Al ver que Leo seguía sin responder, tomó aire.

Leo aguardó en silencio, sentándose en la cama.

Sabía lo que vendría a continuación.

- Creo que hablo por todos cuando digo que cuando te las mandas, te las mandas... – Leo se volvió a mirarlo sin comprender.

- ¿Qué quieres decir?... – Rapha se paseó por la habitación, dándole la espalda. Leo lo conocía bien cómo para saber que trataba de no explotar. Nunca tenía mucho éxito.

De pronto se volvió a enfrentarlo, con el ceño fruncido.

- ¡Pues que tal vez ahora podrías explicarnos a todos que mierda pasó, cómo es que todo se salió de control de esta manera, qué diablos hiciste para...!

- Raphael... la boca...

- Ok, entonces, ¿cómo miércoles comenzó todo esto?¿te gusta más así- Leo apoyó su frente en la palma de su mano y suspiró.

- Realmente no hay caso contigo, ¿verdad?...

- Sabes perfectamente que a medida que mi paciencia se agota, peor se vuelve mi lenguaje... si no quieres que siga lastimando tus lindas orejitas con mis malas palabras, será mejor que comiences a responder... nos debes una explicación, Leo. A todos.

Leo lanzó una carcajada que no tenía nada de felicidad.

- Una explicación... ¡¡¿y de donde quieres que saque una si no recuerdo nada de lo que pasó!...- Raphael se paralizó.

Leo se puso de pie, con frustración...

- ¿Qué quieres que te explique?... ¿cómo es que le hice todo eso a esa gente... cómo es que casi lastimo a April... o el brazo de Don...?

- Eso no fue tu culpa... – respondió Raphael desviando la mirada.

- ¿Cómo lo sabes, ¿Cómo estar seguro si no lo recuerdo?... sólo sé que lo hice... tal vez sí sea mi culpa... ¿cómo saber que esto no fue exactamente lo que buscaba en primer lugar?...

- No lo sé... ¿esto era lo que buscabas?

- ¡¡¡No lo sé!

Leo hizo una pausa, tratando de calmarse.

No sabía qué le dolía más, que Raphael lo creyera capaz de concebir una desastre como aquel, o el hecho de que tal vez fuera cierto.

Respiró profundo y continuó.

- Pero tienes razón. Tienes razón al estar molesto y querer una explicación.

- Sólo quiero saber cómo empezó todo esto.

- Lo siento pero no puedo responder a eso...

- Eso veo.

Raphael se paseó por la habitación, bufando y gruñendo. Leo trató de ignorarlo.

- Mira... – dijo al fin.- ... N-no... no estoy tratando de culparte por esto, es todo lo contrario... es decir... ¡maldición, lo que quiero decir es que... sólo quiero respuestas, yo...

- Déjalo.

- ¿qué...?

- Déjalo de una vez. No importa cómo haya empezado... puedes decirme que no fue mi culpa... pero lo cierto es que nadie puede estar seguro de que no lo sea. Ni siquiera tu estas muy seguro...

- No fue eso lo que...

- No importa. Tengo en mi cabeza recuerdos de lo que hice... Nunca quise que terminara así. Eso es de lo único que estoy seguro. Pero si por mi negligencia o por mi irresponsabilidad... o mi debilidad, fui la causa de todo eso... debo responder... eso es lo único que importa ahora, ¿no es así, solucionar este problema.

- Leo...

- ¿qué?

Pero Raphael se quedó en silencio. Las palabras nunca venían fácilmente para él.

Leo sonrió irónicamente.

- Acepto la culpa por todo esto... y también la retribución. Y no seguiré exponiéndolos a ustedes, ya les he hecho suficiente daño...

- ¿Que se supone que significa eso...?

- Significa que de ahora en más, este asunto es personal y lo solucionaré yo solo... – Raphael lanzó una risotada.

- Tiene que ser broma... – Leo no contestó. Raphael saltó frente a él - ... ¡tienes que estar bromeando! No pudiste antes con esa cosa... ¿qué te hace pensar que vas a poder ahora?... – Leo siguió en silencio.

- Tu no entiendes. Me usó... – comenzó en voz baja.- me utilizó... Y supongo que siempre fui conciente de ello.

- ¿qué?

- Podía sentir todo lo que hacía... cada movimiento. Creía que estaba atrapado en un sueño... pero era real y no hice nada para detenerlo...

- No pudiste.

- No, tu no entiendes, fui débil... debí haber peleado más... pero no podía distinguir qué era verdad y que no... creí que ustedes habían muerto... pensé que lo que veía sólo lo hacía para atormentarme... intenté detenerlo, si hubiera sabido que era real, que de verdad estaba pasando... – Leo gruñó frustrado.

- El seguir dándote de martillazos no va a servirnos de nada... entiendo que tienes todo mezclado en la cabeza. Si no estás seguro de nada, date a ti mismo el beneficio de la duda y deja de culparte de una vez.

- Eso no servirá.

Por unos instantes, ambos guardaron silencio.

- Nada va a borrar estos recuerdos... Al menos ahora tengo la oportunidad de hacerle pagar por lo que me hizo... y por lo que me hizo hacerles a ustedes.

- ¿Venganza- Raphael pareció súbitamente entusiasmado.

Leo se volvió hacia él, sonriendo levemente. Rapha se acercó, con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Si!... Anímate hermano. Nada mejor que la venganza para sentirse mejor. Y no puedes dejarnos afuera de esto...- diciendo esto le dio un golpe suave con el puño en el hombro. Leo retrocedió y casi perdió el equilibrio.

- ¡Au, ¡maldición, eso me dolió...

- Apenas te toque...

- Ese es el problema... este cuerpo es muy débil... – Raphael retrocedió un par de pasos y lo miró de arriba a bajo. Por alguna, razón Leo se sintió avergonzado y trató de mirar para otro lado.

De pronto, Raphael rompió a reírse.

Leo alzó una ceja.

- ¿Qué es tan gracioso?.- Raph intentó hablar, pero la risa se lo impedía. Puso una mano en su hombro, pero no podía parar de reír.

- L-lo siento... es que... es que... – y comenzó a reír de nuevo. Leo entornó los ojos, retiró la mano de Raphael de su hombro y la arrojó lejos. – Es que encima lo preguntas... Lo siento hermano...- dijo por fin parando de reír y secándose las lagrimas.- ... pero no puedo tomarte en serio cuando luces... luces ... así... – sin poderlo evitar, comenzó a reír de nuevo.- y ese es en verdad un sweater horrible... ¡rombos, quien usa rombos...

Leo cruzó los brazos y lo miró con ganas de asesinarlo. Esperó a que dejara de reír y avanzó hasta él. Con el puño le dio un golpe en la cabeza.

- ¡Au!..- retiró la mano frotándosela.- ¡maldita sea- eso sólo hizo que Raphael comenzara a reír más fuerte.

- Es increíble, pero ni siquiera lo sentí...

- Idiota... – Leo volvió a la carga, esta vez, sólo alzó un dedo.

Rápidamente, recorrió el brazo de Raphael.

Éste sintió pequeños piquetes, cómo golpes de electricidad. Gritó .

Leo tomó su brazo y lo paso tras su espalda, al mismo tiempo que golpeaba la parte trasera de su rodilla con la punta del pie.

Al segundo siguiente, Rapha estaba de rodillas en el suelo, con un brazo inmovilizado.

- ¡Ey- Leo se aproximó a él y susurró a su oído.

- Puntos de presión, Raphael. Nunca subestimes a tu oponente. – Leo lo soltó y Raphael se puso de pie con un gruñido.

- No necesito preocuparme por mi oponente... – se dio vuelta sobre sí mismo y lanzó un golpe directo al rostro de Leo.-... si tengo esto...

Leo se movió una fracción de segundo antes que el golpe llegase hasta él, se deslizó a su izquierda, bloqueándolo con la parte externa de su brazo derecho.

- Piénsalo de nuevo... – dijo con una sonrisa.

- ¿En serio- Raphael siguió ejerciendo presión sobre el brazo de Leo. éste frunció el ceño. – Viste el golpe pero ¿puedes pararlo?... – El brazo de Leo temblaba violentamente, cedería en cualquier momento. En un rápido movimiento, lanzó su pierna en dirección a las de Raphael: con la punta del pie alcanzó un lugar justo bajo la rodilla de éste, Raphael se inclinó hacia un lado, alejando el puño de la cara de Leo, éste tomó su brazo y lo jaló con todas sus fuerzas a la vez que golpeaba la otra pierna de Raphael en el mismo sitio. Este cayó al piso.

- La respuesta es... sí. – dijo, tratando de recobrar el aliento.- puedo pararte. La fuerza no sirve de nada sin control...

Todavía tenía buenos reflejos, todavía era rápido.

Podía hacer algo con eso.

- Aaahhh. Gritos, discusiones, peleas mezquinas. Que bien le hace mi corazón que todo vuelva a la normalidad...

- No sé Don... define "normalidad"...

Leo y Raph se volvieron: Don y Miguel los observaban desde el umbral. Leo se adelantó.

- Bien, dejemos esto. Es tiempo de que ustedes me pongan al corriente de algunas cosas y... – se súbito, Leo se quedó en silencio.

- ¿qué- Don lo miró con extrañeza. Leo sacudió la cabeza.

- Nada. Probablemente nada, al menos no creo que sea algo...

- ¡¿qué...!

- Es que... sentí algo extraño... – diciendo esto se dirigió al borde del segundo piso. Pretendía saltar a la planta baja, pero a tiempo recordó que lo más probable es que terminara quebrándose un par de huesos. Buscó la escalera y descendió por ella. Los demás lo siguieron con curiosidad.

Leo se detuvo en el centro del patio de entrenamiento, cómo si buscase algo con la mirada.

- ¿Y bien...- preguntó Raphael impaciente.- ¿Qué pasa?.

- No estoy muy seguro...- respondió Leo, ausente. - Sentí cómo... cómo...- Leo dudó antes de continuar.- Oh, no es nada. No se preocupen...- dijo al fin. Estimó que los otros ya debían considerarlo bastante raro así cómo estaba, pero lo cierto era que sí sentía algo extraño...

De pronto, su mirada se detuvo en Don y su brazo envuelto en un cabestrillo y se olvidó de lo demás. Terminó desviando la mirada. No soportaba verlo así.

Don lo advirtió y se acercó a él. Puso una mano en su hombro.

- Donatello... yo...

- No, no, no... ni siquiera lo intentes.

- Pero... – Don levantó su dedo frente a él y lo movió negativamente.

- Todo está perfectamente bien... déjalo así.

- Yo tengo una pregunta... – interrumpió Miguel, acercándose a Leo, poniéndose entre éste y Don. Lo miró tan de cerca que prácticamente tocaba su nariz. Leo retrocedió un poco alarmado. Miguel frunció el ceño.- Dime hermano... ¿qué se siente ser humano, es decir, esto no es algo que se vea todos los días... ¿duele?... – Leo lo miró, dejando caer sus hombros y entrecerrando los ojos.

- Genial... Si quieres saberlo, me lastimo fácilmente... y apenas si tengo fuerza para nada.

- Wow... – Exclamó Miguel si quitarle los ojos de encima, Leo retrocedió, tratando de deshacerse de la persistente mirada de Miguel.

- Eh... – Leo giró sobre sí mismo, algo confundido.- Ok, tenemos que pensar en qué vamos a hacer... – con las manos trató de apartar el pelo que insistentemente cubría su rostro.- ... esto es tan confuso...

- Porque no nos tranquilizamos un segundo y comenzamos a repasar lentamente la situación. – sugirió Don, tras lo cual se sentaron en el piso de la sala de práctica formando un semicírculo.- Voy a traer mis notas...

- ¿Has hecho notas de todo esto?.- preguntó Miguel con los ojos muy abiertos, Don lo miró perplejo.

- Siempre las hago...- respondió con naturalidad, encogiéndose de hombros.

Tenía los ojos cerrados porque, francamente, tenía miedo de abrirlos.

El ruido había cesado, no más golpes en las puertas.

Pero el silencio era peor aún.

¿por qué habían tantas puertas? ¿cuántos espíritus había absorbido ya el demonio? ¿cuántas almas?... cada puerta era uno de ellos tratando de tomar el control, tratando de entrar.

Era increíble que Leo hubiese aguantado tanto tiempo sin ser consumido.

Sí había dado pelea después de todo, aunque tal vez ni él mismo fuera consiente de ello.

La luz.

Era lo único que evitaba que las puertas cayeran...

Sentía el ruido de cosas arrastrándose por el piso. Gruñidos, aullidos a lo lejos.

Una respiración muy cerca.

La luz era cálida... podía sentirla... casi como algo sólido, casi podía tocarla, tomarla con sus manos, moverla como si fuera parte de ella...

Abrió los ojos.

La sensación desapareció. Ahora sólo estaba de rodillas bajo un tenue resplandor, mucho menos brillante del que veía en su cabeza... apenas si daba algo de calor.

Ahora era poco más que una vela, consumiéndose rápidamente.

¿En qué momento pensó que podía vencer al demonio en su propio terreno?

Porque eso es lo que era, el lugar ya era suyo. O pronto lo sería.

¿Qué pasaría entonces?.

Ella saldría despedida de ese cuerpo y volvería al suyo.

Leo no tendría a donde volver...

Mal por él.

- Creo que debiste pensarlo mejor antes de lanzarte a la carga.- una voz , desde la oscuridad, le habló amigablemente. Era una voz grave, profunda y agradable.

La chica buscó en la oscuridad...

Una figura se aproximaba a ella desde las sombras.

- Apuesto a que ahora te arrepientes de todo esto. – Muffy tuvo antes sí la figura de un hombre alto, vestido en un elegante traje negro, con un cuidadoso corte de cabello. No parecía ni joven ni viejo. Sonreía.

- Si, ya quisieras. Veo que están a la moda allá en el inframundo. – el extraño hombre río, mostrando sus blancos dientes.

- El ser el "amo de las tinieblas" no significa que no me pueda vestir con estilo...

- ¿qué quieres?.

- ¿No es obvio?. Tras siglos de espera y, de repente, todas las oportunidades llegan a mi. ¿qué podía hacer sino tomarlas?. Debo admitir que no fue fácil al principio... estuve rondando el alma de este ser por meses, esperando el momento oportuno...

- ¿por qué...?

- ¿por qué él, no lo sé. Es decir, jamás había visto algo así antes y pensé que si iba a regresar, tenía que ser original. Y esto me parece bastante original. Además... lo tomé como un desafío. Su mente era muy fuerte, no pude nada más invadirla, tuve que engañarlo... llegó el momento en que mis palabras se confundieron con sus propios pensamientos. Él hacía lo que le ordenaba y ni siquiera se daba cuenta. ¿por qué será que los tipos buenos son tan ingenuos? ¿te has preguntado eso? Siempre creen en todo y en todos... son tan confiados.

- Y pensaste que sería mayor el triunfo si lograbas corromperlo... ¿verdad?.- el hombre se encogió de hombros.

- ¿Qué puedo decir?. Es lo que hacemos todo el tiempo. Tentamos, sobornamos, corrompemos...

- Pero no fue así está vez. No pudiste corromperlo. De hecho, no pudiste. Tu mismo lo dijiste, tuviste que engañarlo, debilitarlo. Para eso toda esta parafernalia, no lo podías tener voluntariamente... debe haber sido frustrante para ti... yo diría que no superaste tu propio desafío.

El hombre lanzó una carcajada que retumbó en todo el lugar.

- Yo diría que fue un triunfo aplastante.

- Yo no. Se te olvida algo. – Muffy apuntó con el dedo a sus pies. El hombre entrecerró los ojos.

- Ah. Esa luz.

- No es cualquier cosa, ¡ah, pero tu lo sabes ¿verdad?. Tu sabes bien lo que es.

- Es algo que está destinado a desaparecer en cualquier momento.

- ¿Si?. Tal vez no... admite que has hecho muchos esfuerzos por destruirla, pero aún no lo consigues.

- Tus bravuconadas no te sirven de nada. Puedo ver que tienes miedo. Puedo ver a través tuyo.

- ¿Por eso viniste hasta acá? ... - el hombre volvió a reír, pero no respondió.- No podías ver a través de él... y luego apareció la luz. ¿te asustó el descubrir que no podías destruirlo tan fácil?. Era más fuerte de lo pensabas, incluso sin saber lo que estaba pasando, incluso sin saber que eras tu, podía luchar contra ti... por más que tratabas no lograbas que se rindiera... ¡y ni siquiera sabía lo que estaba pasando, ¡imagina lo que hubiera sido capaz de hacer si hubiera sabido que eras tu!.

- No te confundas. Si hubiera querido acabarlo rápido, ya estaría hecho. Sólo tienes razón en algo. Me sorprendió. Pero eso sólo lo hizo más interesante,. ¿Crees que no he disfrutado todo este tiempo viéndolo caer, lentamente...? tu viste como estaba, listo para rendirse, listo para entregarse voluntariamente con tal de acabar con sus sufrimientos.

- Supongo que el decirte que eres un maldito desgraciado no te hará ningún efecto, ¿verdad?...

- ¿Tu qué crees?