XIII- La muerte del Demonio.
Cuando el demonio cayó al suelo, los tres habían saltado en distintas direcciones, seguidos de cerca por el filo de una espada. Los seis brazos se movían rápido, siguiendo el movimiento de cada uno de ellos, el monstruo giraba sobre si mismo, sin necesidad de mirarlos para saber donde estaban.
Miguel saltaba tratando de evitar las espadas, que pasaban rozando su piel e iban a estrellarse contra el piso, astillando la superficie de mármol, levantando pequeños trozos que permanecían suspendidos en el aire, dificultando su visión. No se había visto aún, pero podía sentir la serie de pequeños cortes en la piel, en los brazos y en los costados, producidos por el roce con las espadas.
Raphael saltó varios metros, eludiendo los pares de brazos inferiores, apuntando directo hacia la cabeza de la criatura. Estaba por asestar el golpe en ella cuando descubrió que había olvidado los pares de brazos superiores. Incluso sin la mano derecha, el demonio logró apresarlo en el aire, girando con él para ganar impulso, arrojándolo contra Leo que acababa de esquivar una serie de rápidas estocadas.
Apenas si estaba alzando la mirada cuando una mancha oscura se cerró sobre él.
El golpe lo arrancó del piso y lo arrastró sin que pudiera detenerse, perdiendo la espada en el camino, hasta que un muro detuvo su loca carrera. Primero sintió el golpe en la espalda, luego el golpe en el estomago y la presión, al chocar el cuerpo de Raphael contra el suyo. Escuchó crujir sus propios huesos.
Cuando abrió los ojos descubrió que no podía enfocar la vista. Raphael se ponía de pie y se movía como si estuviera bajo el agua. Lo miró y movió los labios pero no podía oír lo que decía...
Intentó ponerse de pie, pero no lo consiguió. Cerró los ojos con fuerza, aún estaba aturdido por el golpe. De pronto sintió como era levantado nuevamente por los aires y el golpe tras de sí. Abrió los ojos.
.- A la derecha...- Dijo en un susurro. Raphael estiró su brazo derecho y su sai logró contener el golpe de la espada. Apenas sus pies tocaron tierra, giró para enfrentar al demonio, esquivando estocadas que venían de izquierda, derecha, de arriba y abajo, mientras sostenía a Leo como si fuese un saco sobre sus hombros.- Ponme en el suelo...- le susurró, recién comenzando a despertar.
Raphael levantó su cuerpo con una mano por sobre su cabeza y lo lanzó por entre las piernas del monstruo.
Antes de que el demonio pudiere reaccionar, Miguel lo atacó por detrás, mientras Raphael volvía a saltar en dirección a su cabeza.
Leo se deslizó por el piso varios metros, poniéndose de pie de un salto en cuanto se detuvo. Sacudió con fuerza la cabeza, tratando de enfocar la vista.
Buscó con furia a su alrededor, tratando de encontrar su espada. La encontró de inmediato; estaba brillando en un rincón. Fue hasta ella y la recogió del piso, por un minuto su asombro casi le hace olvidar lo que estaba pasando: la espada estaba brillando, la hoja estaba más negra y lustrosa que nunca y refulgía de una forma extraña...
Un estrépito a sus espaldas le hizo volver a la realidad.
Se volteó sólo para encontrar al demonio sosteniendo a sus hermanos por el cuello, a varios centímetros del suelo. Parpadeó, por unos instantes incapaz de decir nada. La escena le era demasiado familiar...
.- Esta vez no es un sueño...- rugió el monstruo.- ... esta vez es real.- Leo saltó hacía él, apuntando la espada directo hacía su garganta. En un solo movimiento, la criatura estrelló los cuerpos de Raphael y Miguel, uno contra otro para luego arrojarlos lejos y dedicar toda su atención a la figura que volaba hacía él.
Leo ya casi lo alcanzaba cuando algo lo apresó por abajo, deteniéndolo en mitad del aire y arrojándolo contra el piso. Mientras caía, pudo ver la mano perteneciente al ultimo par de brazos, cerrándose alrededor de su tobillo, y la cara desquiciada del demonio sin pupilas...
"Vete"... Sintió una voz en su cabeza, la chica le hablaba nuevamente.
"¿Qué...?"
"No hay forma de detenerlo... debes irte de aquí."
"No. Si la hay, tiene que haberla..."
Un enorme puño se aproximaba a su cabeza para estrellarse contra ella cuando logró incorporarse nuevamente, blandiendo la espada y realizando un profundo corte en la mano que lo mantenía preso. Ésta se abrió dejándolo libre.
Se alejó del monstruo dando varios saltos hacia atrás, hasta detenerse, cayendo sobre una rodilla.
Ahora comenzaba a sentir la falta de fuerzas... ese golpe estaba destinado a cercenar esa mano y no lo había conseguido. Se quedó inmóvil, esperando que el demonio atacase, pero éste estaba inmóvil también, sonriendo y clavando sus dientes en su propio labio inferior, dejando que la sangre corriese...
.- ¿Qué favor creía esa tonta que te hacia al cambiar cuerpos contigo?
El demonio no tuvo que apartar sus ojos de Leo cuando dos sombras se alzaron a su espalda, por sobre su cabeza. Los ojos del monstruo brillaron al tiempo que enarbolaba las espadas de su segundo par de brazos y las alzaba en dirección de las figuras que pretendían atacarlo por atrás.
.- ¡NO!- Gritó Leo, el demonio lo miró a los ojos y en vez de atacar con las espadas, atajó a las sombras con las manos desnudas. Uno a uno los arrojó contra la pared justo frente a él, a espaldas de Leo. Raphael primero, luego Miguel, golpearon el muro de mármol, quedando suspendidos en mitad de éste como si una fuerza invisible los estuviera reteniendo. Leo los llamó por sus nombres, pero estos no respondieron, sus cabezas colgaban hacía adelante...
.- Realmente me estaban fastidiando... prefiero que se queden quietos ahí, hasta que pronuncie mis palabras finales, los mate frente a tus ojos, incluyendo a aquel que se oculta tras esa columna y luego te despedace a ti... ¿qué¿por qué me miras con esa cara, después de todo, todo esto es por culpa tuya...
Leo retrocedió, como si algo lo hubiere golpeado. Los ojos del demonio brillaron.
.- No puedo creer lo débil que fuiste, te manipulé desde un principio y ni siquiera te diste cuenta...
.- Cállate...- murmuró con los dientes apretados.
.- Creí que eras más fuerte, te veías más fuerte...
.- ¡Cállate!..- le gritó esta vez, cerrando los ojos con fuerza.
.- Cada muerte, cada golpe que propinaste a tus hermanos...
.- ¡no...!
.- ... sólo porque dijiste esas estúpidas palabras... – Leo apartó la vista y se cubrió los oídos con las manos en un inconsciente intento por no seguir escuchando. El demonio comenzó a acercársele lentamente, saboreando cada palabra.- Sólo porque no fuiste lo suficientemente fuerte... ¿No es eso una tragedia?.
Con un grito, Leo se puso de pie y corrió hacia él. Al instante, el monstruo soltó todas sus espadas dejando solo una de ellas, en la mano izquierda del par superior de brazos, bloqueando el ataque de Leo justo en el instante en que éste descargaba su espada sobre el demonio.
.- Todo fue tu culpa.
.- ¡Me usaste!
.- ¡Tu lo permitiste!.- Rió el monstruo.
"Vete", gritó la voz de la chica en su cabeza, con desesperación. Trató de ignorarla. "Yo debía detenerlo¡yo debía hacerlo, es mi fracaso... tu no tienes que pagar por esto!"
"Cállate", le respondió."Si caemos aquí... si caigo aquí... todos fracasaremos".
.- Es realmente curioso... te di todas las oportunidades, pero no las tomaste.- dijo amigablemente el hombre del traje, comenzando a alejarse.- Tal vez ahora te arrepientas de no haber aceptado mi propuesta, pero mi oferta tenía fecha de expiración... lo siento.- Muffy no respondió, al contrario, enterró su cara entre sus manos y se inclinó aún más sobre sus rodillas hasta parecer casi un ovillo.- Ahora debo irme, mi momento se aproxima... será un gusto tenerte entre mis almas consumidas cuando esa luz finalmente se consuma y te quedes a oscuras... todo será mío al final, me lo meteré todo en mi oscura panza... por así decirlo.
Leo se preparaba para atacar otra vez cuando una figura surgió de detrás de una de las columnas.
El monstruo sonrió.
Don corrió hasta él, estirando el bo frente a él con una sola mano, preparándose a utilizarlo como palanca para impulsarse, cuando una mano se lo arrancó, mientras otra lo agarraba por el cuello y lo alzaba en el aire, hasta tenerlo a la altura de sus ojos.
.- ¿Como puedo negarme ante quien desea morir tan graciosamente?- Dijo el monstruo, sonriendo.
.- ¡No¡bájalo!... – Gritó Leo con el terror reflejado en su voz. El demonio se volvió a verlo.
.- Entonces suelta la espada.- Le dijo calmadamente. Leo lo miró unos segundos antes de obedecer. La espada cayó de sus manos, rebotando en el suelo, haciendo eco contra las paredes.
.- L-lo ... siento... - Logró articular Donatello con una expresión de aflicción. Leo le devolvió la misma expresión...
El demonio abrió su mano y Don salió despedido a reunirse con los otros en el muro tras Leo.
.- Solos al fin. Es gracioso... destruyéndote a ti será como si los destruyera a ambos juntos, a ti y a la chica... ¿no te resulta gracioso? No. Imagino que no.- Leo no respondió, en vez de eso adoptó una posición de defensa.- Por favor... – rió el demonio.- no estarás hablando en serio...
El monstruo se movió hacia él a una velocidad sorprendente, lanzando su brazo hacía su cuerpo; Leo casi no pudo esquivarlo.
De un salto subió al brazo con el cual había pretendido golpearlo, y de ahí directo a su cara, pero otra mano lo agarró por la cintura y lo arrojó contra una columna.
En medio del aire logró acomodarse y rechazar el golpe contra la columna con los pies, dándose impulso hacía el monstruo nuevamente.
"¿Que más puedo hacer?", preguntó desesperado mientras volaba hacia el demonio. La chica tardó varios segundos en contestar.
"No..."
"¡Háblame¿qué más puedo hacer?"
"¡No lo sé...!", sollozaba "... no lo sé..."
De un puño en el rostro, su cuerpo fue arrojado contra una columna, golpeándose en ella de costado. Antes de que pudiera caer al suelo, unas garras volvieron a sujetarlo, y lo lanzaron contra el piso y de ahí contra una pared, quedando tendido en el piso, inmóvil.
Leo intentó ponerse de pie, pero un dolor en el costado lo jaló hacia abajo nuevamente.
Un par de costillas menos.
Todo lo que consiguió fue apoyar su peso sobre una rodilla.
"No puedo con él... tienes que ayudarme"
"No se como... ¡no sé como!"
"Dijiste que juntos podríamos... Muffy, tienes que ayudarme ahora"
Muffy sacudió la cabeza y comenzó a llorar, con la cara aún entre las manos.
"No puedo..."
"¡Ayúdame, maldita sea!"
Una garra se cerró entorno a su cuello y lo alzó en el aire.
"¡No quiero que mueras!"
Su cuerpo se estrelló contra una superficie sólida, que se astilló por el golpe, cayó al suelo nuevamente, donde permaneció inmóvil mientras una risa retumbaba en todo el lugar.
"¡Abre los ojos, moriré de todas formas... al menos que valga la pena..."
Miró por el rabillo del ojo. A lo lejos veía su espada, aún brillando... comenzó a ponerse de pie...
"Pero..."
"Sólo hazlo... haz lo que puedas..."
Respirando con dificultad, logró sostenerse sobre sus piernas, un hilillo de sangre corría por su frente.
Sin dejar de llorar, Muffy miró a su alrededor. La luz había menguado casi completamente, sólo un tenue brillo sobrevivía bajo su cuerpo, la oscuridad ya se cerraba sobre ella...
.- ¿Pero que puedo hacer yo de todas formas...?- Miró sus manos, sus palmas abiertas, como si esperase encontrar la solución ahí.- ¿Qué puedo hacer ahora...?- Volvió a preguntarse, sus ojos se posaron en la luz nuevamente. Aún la sentía, muy débil, pero aún podía sentirla a su alrededor... – Ha estado aquí...- se dijo.- ... has estado siempre aquí, a pesar de todo...
Una patada lo golpeó de lleno en el pecho, arrojándolo hacia atrás. Cuando por fin se detuvo, estaba tendido de espaldas contra el suelo, movió su cabeza, levemente hacia la derecha. Ahí estaba, la espada, tan cerca que casi podía tocarla con la punta de los dedos. Aguardó sin hacer ningún movimiento brusco, mientras su mano se cerraba en la empuñadura.
Muffy se puso de pie, pasó el dorso de una mano por su cara, secándose las lagrimas y cerró los ojos. Si la luz estaba ahí aún era porque todavía quedaba una esperanza... no podía terminar así, no tenía sentido que terminara así... todo lo vivido, por ella, por los demás, no podía conducir a una final como ese. No podía ser... Había una razón, había un porqué... Todo lo que había vivido hasta ese momento la había conducido hasta ahí, sencillamente no podía perder, no tenía sentido.
No podía perder, de lo contrario, nada de lo aprendido tendría sentido...
No podía perder.
La única opción posible era ganar.
Abrió los ojos de golpe.
.- Mi destino es ganar esta batalla... – se dijo en voz alta, sintiendo que por fin comprendía.- ... porque mi destino es volverme más fuerte que nadie más en este mundo...
Estaba cansada de ser débil, de tener miedo...
Hasta ese momento, había aceptado su vida, su misión, como algo inevitable, algo que debía hacer porque no tenía alternativa... ahora comprendía que ese era en verdad su destino, que estaba destinada a pelear, que era hora de hacerse cargo, de tomar el control...
... y de que si no se hacía fuerte, la vencerían.
Y no estaba dispuesta a perder.
Nunca más.
Una de las manos lo alzó en el aire, asiéndolo con fuerza por el cuello. No opuso ninguna resistencia. Cuando abrió los ojos, tenía los del demonio clavados en él. Sus dos brazos colgaban lánguidos a cada lado, pero en la mano derecha aún sostenía la espada.
.- ¿Por... qué...?- Logró articular, aún con la mano presionando su garganta.- ...¿por qué yo?... – El demonio sonrió.
.- Ustedes son fascinantes, no son humanos, no son animales, no son demonios... me pregunto que oscuro designio del destino provocó su creación... tenía que tener a uno de ustedes...
.- ¿P-por qué... yo... de entre todos, yo...?- repitió Leo, el demonio parpadeó varias veces, se daba cuenta que en realidad no había contestado la pregunta...
.- Porque...- comenzó, creía saberlo, creía que sabia la respuesta, pero titubeó al final. – Yo... No lo sé... – dijo repentinamente sorprendido. - No lo sé... pero... ¿Por qué no lo sé¿PORQUÉ NO LO SÉ¿cómo es posible que no lo sepa¿acaso no lo decidí yo mismo?.- El demonio guardó silencio abruptamente. Por más que lo intentaba, no lograba recordarlo. Volvió sus ojos a Leo, mirándolo como si lo viera por primera vez- Había más de una opción...- dijo, más para sí mismo que para Leo.- Sin embargo, te elegí a ti. Creía que era porque disfrutaría vencer a quien no podría corromper... pero ahora ya no estoy seguro de que esa haya sido la razón. Puedo ver que no se trata sólo de eso... algo más me impulsó hacía ti... Acaso... ?acaso he sido usado también¿acaso no he sido más que una herramienta del destino, pero eso no puede ser... ?No puede ser!.
"Muffy, lo que vayas a hacer ¡hazlo ahora!". Gritó Leo en su mente.
La chica extendió sus brazos, la luz la envolvió por completo, desparramándose en todas direcciones, llenando el lugar. Nuevamente parecía tener vida propia, usando a la muchacha para expandirse a su gusto mientras ésta se dejaba utilizar.
El demonio retrocedió, aflojando la presión con la que lo sostenía, sus ojos estaban abiertos de par en par...
.- ¿Qué es esa luz...- murmuró.- ... será posible que... no, no puede... no puede ser que...
La mano de Leo que sostenía la espada se movió lentamente, hasta ponerla frente a sí, sosteniéndola al final con ambas manos, aún con el puño del demonio cerrado en torno a su garganta.
"Morirás, Leo, morirás..."
"Hazlo... ¡hazlo de una vez!"
Muffy dejó de contener la luz y la dejó ir. Como aguijones, rayos de luz salieron de su cuerpo, inundando todo el lugar, envolviéndolo todo en una luz blanca, cegadora que ahora correría sin control...
Cerró los ojos nuevamente y comenzó a sentir esa sensación de liviandad y de ligereza que le resultaban familiares... Estaba dejando el cuerpo de Leo, el cuerpo donde aún permanecía el monstruo.
Repentinamente, el demonio apartó a Leo de sí, aún sin soltarlo del todo. Su rostro se contorsionaba extrañamente, cómo si algo se revolviera bajo su piel.
Muffy abrió los ojos, mientras flotaba en medio del aire. Reconoció en seguida el lugar, el ultimo piso del edificio de ese mafioso... parecía haberlo visto hacía tanto tiempo, casi en otra vida... pero sólo había sido unos días atrás...
Bajo ella, el demonio, sostenía el cuello de una chica entre sus garras.
.- Que interesante...- se dijo. Le resultaba extraño ver su propio cuerpo apresado por el demonio, pero no parecía ella en verdad... se veía muy distinta...- Bueno,- se dijo.- es hora de recuperar lo que es nuestro...
El monstruo abrió los ojos y la boca de golpe y de ellos salieron rayos de luz blanca, provenientes de su interior, acompañados de terribles alaridos, como si algo hubiese explotado dentro de él.
Leo alzó la espada... la presión en su cuello casi había cedido.
"Debes hacerlo ahora"... dijo una voz junto a él.
Casi de inmediato, sintió que algo cálido sostenía sus manos y se dio cuenta que ya no estaba sólo.
La voz provenía de muy cerca.
.- ¿Estás aquí? - dijo en voz alta.
.- Justo a tu lado... – Leo se volteó y vio sorprendido la figura de una chica, casi transparente que le sonreía. Sus manos envolvían las suyas.- Te dije que lo haríamos juntos... – La oyó decir. Leo cerró los ojos y sonrió.
Luego, de golpe los abrió, blandiendo la espada frente a sí. En un rápido movimiento, cortó la mano que lo mantenía preso. Cuando cayó al piso, aun tenía los dedos de la mano cercenada sujetos a su cuerpo.
Los hizo a un lado de un golpe.
El demonio retrocedió desorientado, mirando alternativamente el lugar donde debía estar su mano y a Leo en el cuerpo de la chica.
Abrió los ojos desmesuradamente. Se veía distinto ahora, una luz lo rodeaba, su cabello parecía brillar, con una luz dorada e intensa... y la espada...
.- No... – Murmuró con un dejo de temor en su voz.- La espada... está en llamas...
Leo apenas si hizo caso a sus palabras, sentía el calor intenso que provenía de la hoja, pero no desvió la vista del demonio para observarla, sin embargo...
La espada refulgía... como si su hoja estuviera hecha de fuego. Leo podía verla, vagamente por el rabillo del ojo; lenguas de fuego crepitaban por encima de la empuñadura. El demonio retrocedió aún más.
.- Ahora entiendo... – balbuceaba.- ahora entiendo lo que ha pasado... que tonto fui... que tonto fui... he traído de vuelta esa maldita espada...
.- Ahora... – susurró la voz de Muffy, sosteniendo sus manos. Leo sintió como el dolor de su cuerpo lo abandonaba, siendo reemplazado por una energía cálida...
Sostuvo la espada con más fuerza aún, empuñándola con ambas manos. No estaba sólo, podía sentir las manos de la chica sobre las suyas, guiando la espada.
Aunque se movió rápidamente, tenía la sensación de estar flotando bajo el agua, todo a su alrededor se movía lentamente mientras una luz blanca y brillante parecía rodear su cuerpo. Avanzó directamente hacía el corazón del monstruo.
El demonio tenía el rostro desencajado, con los ojos desorbitados, con los brazos caídos a los lados... ni siquiera intentó defenderse, parecía perdido en sí mismo...
Con un grito, Leo saltó, hundiendo la espada en el pecho de la criatura y empujando con fuerza hasta que casi la totalidad de la hoja estuvo en su interior... la sangre corrió por su brazo, mientras el demonio retrocedía hasta golpear violentamente una de las columnas y detenerse. La espada atravesó al demonio, hundiéndose fuertemente en el mármol quedando sólo la empuñadura a la vista.
Por un segundo Leo se estremeció, sin aflojar la fuerza sobre la espada, sin soltarla, sin dejar de empujar... aún cuando la sangre que estaba vertiendo era la suya propia ... cuando era él quien moriría...
Cerró los ojos con fuerza, hasta que una voz lo hizo reaccionar.
.- Todo... todo este tiempo...- El demonio se detuvo para toser y escupir sangre mientras que en sus ojos comenzaba a dibujarse una sombra, algo que miraba desenfocado a la nada.- ... siempre creí que era yo quien te utilizaba... – lanzó una risa cascada.- ... que yo los había engañado a todos... jejeje... no resulté ser más que un peón... – entonces se volvió a mirar a Leo a los ojos.- Todo lo que hice fue reunirlos a ustedes... yo hice que se unieran... ¿no lo entiendes? Ese fue el único propósito... desde el comienzo... – volvió a escupir sangre y a reír.- Fui usado... como un simple humano... para crear esto... ¿no entiendes porque la espada está en llamas?... todo fue obra de él...- volvió sus ojos borrosos a Leo.- No tienes idea de lo que te espera... esto no es nada... - entonces comenzó a reír sin control, con la poca fuerza que le quedaba.
Leo se quedó observándolo por unos segundos, viendo cómo se apagaba lentamente, como una luz...
Pronto dejo de moverse.
Leo soltó la respiración que no sabía que estaba conteniendo. Lentamente comenzó a soltar la empuñadura de la espada, a aflojar la fuerza con la que la sostenía, pero sin poder soltarla del todo.
Por varios segundos, no hizo el menor movimiento. ¿Estaba muerto¿El demonio estaba muerto¿Había terminado todo ya?.
Por el rabillo del ojo podía ver el altar: la luz que parecía rodearlo había desaparecido.
.- El escudo... ya no está.- susurró la chica junto a él. Leo se quedó inmóvil por unos segundos, sin poder apartar los ojos del demonio muerto, luego comenzó a mover los labios y de ellos salieron una extrañas palabras, pronunciadas por lo que parecían ser dos voces y no una sola.
De detrás del altar se abrió un profundo agujero, una abertura negra que comenzó a absorber todo cuanto había en la habitación. Leo tuvo que aferrarse aún más fuerte de la espada enterrada en el cuerpo del demonio: El cuerpo también estaba siendo jalado por la fuerza de ese agujero, junto con todo lo que había a su alrededor.
Como pudo, se volvió a ver al demonio; la espada que lo mantenía sujeto a la columna de mármol era lo único que impedía que fuera arrastrado también, sin embargo, algo se desprendía de él: algo como una sombra, una estela dorada, un halo tenue... pero en la cual se reflejaba algo parecido a un rostro... podía reconocer las facciones, desfiguradas en una mueca de terror...
La sombra dorada fue arrastrada hasta el centro mismo del agujero donde desapareció, seguido por un coro de gritos y lamentos que se prolongaron por varios minutos, incluso después de que el agujero se hubo cerrado.
El cuerpo cayó como una cáscara vacía, repentinamente más pequeño en tamaño. Súbitamente, recordó a sus hermanos y se volvió hacia la pared en la que habían sido suspendidos.
Habían caído al suelo y se sujetaban de lo que podían para no ser arrastrados, aguantando hasta que de a poco todo volvía a calmarse y el agujero tras el altar comenzaba a cerrarse. Soltó la espada y trató de ir hacia ellos, pero de pronto no tenía fuerzas para hacerlo...
Todo se volvió brumoso a su alrededor, no podía enfocar la vista... unas manos invisibles lo jalaban hacía abajo.
Cayó de rodillas. Intentó seguir avanzando, pero no podía, no podía moverse... lentamente, la oscuridad se cerraba sobre él.
Una sensación de vértigo fue acompañada por la de ingravidez, justo en la boca del estomago y luego fue jalado con violencia hacia atrás, quedando suspendido en la nada y en la oscuridad... hasta que sintió golpear otro objeto.
No había tenido tiempo de superar la confusión y el estupor cuando una oleada de dolor lo envolvió, abrió los ojos de golpe, jadeando y luchando por respirar.
.- ¿Qué...?- comenzó a decir, pero no tenía fuerzas para continuar.
Al principio todo fue borroso.
De a poco, tras unos segundos, su vista se aclaró.
Bajó la vista, lentamente, abrumado por los escalofríos. Temía lo que iba a encontrar, temía lo que iba a ver.
La herida se abría grande en su pecho, roja contra el metal brillante... la espada perdía lentamente su flama, volviendo a ser la hoja negra y lustrosa de antes, al menos la parte del metal que no estaba hundido en su cuerpo.
Sintió frío al ver su sangre abandonar su cuerpo.
Desvió la mirada, sólo para encontrar los ojos aterrados y desenfocados de Muffy, cuyas manos aún sostenían la empuñadura, en el otro extremo de la espada...
El regresar a su propia cuerpo había sido tan sorpresivo para ella como lo había sido para él. Sus manos temblaban y sus ojos se abrían desmesuradamente al descubrir que asían la espada...
Retrocedió aterrada...
Intentó hablarle, pero descubrió que no tenía fuerzas para ello. Los ojos de la chica comenzaron a humedecerse.
.- L-lo siento... – balbuceó ésta, pero el resto de sus palabras quedaron atrapadas en un sollozo violento, mientras apretaba su mano contra su boca.- Oh Dios mío, lo siento...- Leo intentó sonreír, mientras un hilillo de sangre caía por la comisura de su boca. Puso la mano izquierda sobre el filo de la espada e intentó tirar de ella. Apenas si logró moverla, estaba fuertemente incrustada en el mármol de la columna y ya no le quedaban fuerzas suficientes. Muffy lo miró con los ojos llenos de lagrimas.- Si la mueves, te desangrarás... morirás...
.- Nada... hay... que pueda detener... eso... – contestó éste en un susurro de voz.
Al principio, Raphael sintió como si tuviera algodón en la cabeza, todo parecía confuso y extraño, pero a medida que su mente se aclaraba, comenzaba a entender lo ocurrido. Miró a su alrededor, ya todo estaba en calma. A su lado estaban Miguel y Don, sacudiendo sus cabezas y tratando de superar la confusión...
.- Ooooh, qué resaca viejo¿cómo es que no recuerdo haberme emborrachado?.- balbuceó Miguel, de cuatro patas, tratando de ponerse de pie. Don se arrastró hasta la pared más se cercana y apoyó la espalda contra ésta, cerrando los ojos en una mueca de dolor. Raphael gateó hasta él.
.- ¿Estas bien?.- le preguntó cuando estuvo a su lado. Don tardó unos momentos en responder, finalmente movió la cabeza afirmativamente, abriendo los ojos lentamente.
.- ... aguantando... tiene que haber una manera más fácil de vivir... – de pronto se calló, sus ojos se abrieron de par en par.- Oh, Dios mío... no... – Raphael se volteó lentamente.
Miguel los vio a ambos con expresión de terror y volvió su cabeza hacía donde dirigían sus miradas.
Los tres vieron el cuerpo de Leo, atravesado por la espada contra una columna y del otro lado a la chica, aún sosteniendo la espada.
.- No... no...- comenzó a balbucear Raphael, poniéndose de pie y tropezando.- ¡Leo!.
Las lagrimas no le dejaban ver nada... encorvada sobre la empuñadura, la sujetó con más fuerza aún, con los dientes apretados, sin dejar de sollozar.
Ella misma estaba en mal estado, ahora podía sentir todas las heridas y golpes que recibiera su cuerpo durante la pelea, pero intentó ignorarlo...
De un tirón extrajo la espada. Los ojos de Leo se abrieron desmesuradamente y un grito ahogado salió de su garganta, justo antes de comenzar a caer, resbalando por la columna.
Muffy hizo a un lado la espada y corrió hacía él a tiempo para evitar que tocara el piso. Pasó un brazo alrededor de sus hombros y con el otro sostuvo su rostro en alto.
Los ojos de Leo no le devolvieron la mirada.
Estaban abiertos, pero miraban a la nada, desenfocados.
Muffy comenzó a temblar.
.- No... no... – lloriqueó.- Leo? Mírame Leo... Leo!...- llamó angustiosamente, pero no obtuvo respuesta. Lo sacudió con fuerza por los hombros, pero no consiguió nada...
Leo no se movió.
Muffy se quedó observándolo por unos segundos, en silencio.
.- No... no... – sollozó con fuerza.
Lentamente se inclinó sobre su hombro, llorando, sintiendo como se ponía frío al tacto...
Raphael intentó nuevamente ponerse de pie, al igual que Miguel, pero volvieron a caer sobre sus rodillas, sus piernas aún estaban débiles y no lograban sostenerlos. Don, por el contrario, sólo permaneció inmóvil, con la misma expresión de terror en sus ojos, incapaz de hacer nada más.
De pronto, todos se paralizaron ... una luz blanca los cegó ya no pudieron ver nada más frente a ellos.
