Y, finalmente...

�¡ABRAN LA CHAMPAÑA, TIREN EL CONFETI, REDOBLEN LOS TAMBORES..!

(ejem)

Lo siento, me emocioné, pero es que...

TATATATÁN!

�¡Este es el ULTIMO CAPITULO!

�¡SIIIII!

¡POR FIN, Mi primer fic de las tortugas¡TERMINADO!

Sólo me queda agradecer una vez más los reviews, gracias a todos los que siguieron la historia hasta este punto y dejaron sus comentarios.

Ahora, sin más, el final de la historia, espero que os guste...

XIV- El arcángel.

Muffy no se atrevió a abrir los ojos aún, no desde que la luz los envolviera. Se sentía muy bien, sin dolor, tranquila, muy cómoda, temía que si abría los ojos, aparecería nuevamente en ese horrible lugar... bajo sus párpados se filtraban una luz blanca, muy cálida.

¿Estarían muertos¿sería ese el famoso túnel al otro lado?.

Leo estaba ahí, a su lado, podía sentirlo, aunque no podía verlo y sabía que él podía sentirla también. Extraño, la conexión que se había creado entre ellos aún persistía... al menos en ese momento, no eran necesarias las palabras. Tampoco le importaban.

Leo estaba ahí. No esos ojos vacíos que miraban a la nada.

"¿Qué crees que haya pasado, dónde crees que estemos?". Sintió su voz junto a ella.

"No lo sé... ¿cómo te encuentras?"

"Bien... de hecho... jamás me había sentido mejor... estaba todo tan oscuro antes..."

Sólo momentos antes de la luz, escuchaba la voz de Muffy llamándole, pero no podía responder, estaba atrapado en un lugar oscuro y frío del que no podía salir, asustado... y de pronto, todo el dolor y el temor se habían disipado. Abrió los ojos.

Todo era blanco y luminoso. Ella estaba a su lado, con los ojos aún cerrados.

"Ábrelos ya, todo está bien..."- la chica sonrió, aún sin abrir los ojos.

"¿Cómo puedes saberlo?"- Leo se encogió de hombros.

"Porque aún estoy respirando...".

Era verdad, pensó Muffy, ambos respiraban, por lo que no podían estar muertos. Abrió los ojos y la misma claridad la inundó. Por un momento, se sintió realmente feliz.

"No sé que va a pasar con nosotros ahora..." – comenzó Leo.- "... pero gracias. Lo lograste al final.".

La chica parpadeó, sin voltearse a verlo, luego sonrió.

"Soy yo la que tiene que dar las gracias... fuiste tu quien lo hizo ..."

"Fuimos los dos, entonces".- Leo sonrió y agregó en un tono serio.- "No te subestimes... eres mucho más de lo que te imaginas..." – La chica se volteó hacia él, sorprendida.

"¿Tu... crees...?".- Leo rió.

"Claro que si... ". Leo hizo una pausa. "Sabes..." Comenzó, Muffy se volvió a verlo. "creo que... por todo el tiempo que pasé en tu cuerpo... de alguna forma, es como si te conociera mejor... como si, alguna forma, pudiera ver las cosas de la forma en que tu las vez... Por eso es que siento que te conozco tan bien..."

Muffy guardó silencio por unos instantes, luego sonrió.

"Si. Lo creo. Entiendo lo que dices, porque yo siento lo mismo..."- dijo sonriendo y apartando la vista hacia la nada.- "Por un breve instante, pude ver el mundo como lo haces tu... supongo que es por esa razón... que nos sentimos tan conectados¿no crees?." Esta vez fue Leo quien se sorprendió: conectados, así era exactamente como se sentía.

Muffy suspiró. "Creo que no es fácil ser tu..."

Leo cerró los ojos. "Lo mismo podría decir de ti... no es fácil el camino que debes seguir, las cosas contra las que debes luchar... Nadie debería tener que soportar esa carga."

"Puede ser. Pero todos tenemos cargas que soportar... cada quien, a su manera. A mi no me gusta mi destino, pero no hay nada que pueda ser al respecto, excepto cumplirlo de la mejor manera posible... en cambio tu... tu lo haces voluntariamente...

"¿A qué te refieres...?"

"Incluso cuando era tu vida la que estaba en peligro... sólo pensabas en una cosa, sólo había una cosa que realmente te importaba".- Leo se volvió a mirarla, con los ojos muy abiertos.- "Ojalá pudiera ser así... tan desinteresada...".

"Sólo hago lo que debo hacer."

"Tus hermanos pueden cuidarse solos... no veo la necesidad de morirse de preocupación por ellos todo el tiempo... debes pensar en ti mismo de vez en cuando. Eres como su madre, su padre y su hermano mayor...".

Leo lanzó una carcajada.

"Extraño momento para preocuparse por eso..."

"Bueno... ya que no estamos haciendo nada más..."

"Buen punto. Tu no conoces a mis hermanos. Necesitan algo de... apoyo... son tan despreocupados que muchas veces no ven el peligro hasta que los golpea de frente... así es fácil confiarse y cometer errores... y yo no puedo permitir que eso pase. Yo puedo ver lo que ellos no, por eso no puedo cometer errores."

"¿No crees que eso es exigirse demasiado?".- preguntó lentamente. Leo permaneció en silencio por un rato.

"Yo... no tengo opción. Tengo que estar ahí...".- Se volvió hacía ella sonriendo. "Eso jamás cambiar�, ellos siempre serán lo primero y lo ultimo para mi".

Muffy sonrió y se acercó a él, poniendo una mano en su hombro.

"Ojalá algún día pueda preocuparme por alguien más además de mi...". Leo estuvo a punto de responder cuando algo hizo que ambos volvieran sus miradas abruptamente hacía el frente. Ambos supieron al instante que habían dejado de estar solos.

Una figura, completamente envuelta en una túnica marrón estaba de pie frente a ellos. Sobre la cabeza traía una capucha de forma que no era posible ver su rostro.

Por varios minutos, ninguna de las partes emitió sonido alguno, sólo permanecieron inmóviles observándose. Muffy fue la primera en reaccionar.

"Te conozco..." dijo, entrecerrando los ojos. La figura asintió con una profunda inclinación de cabeza. Sólo entonces Leo pudo notar la joroba que adornaba su espalda.

"Es el tipo que... digamos... me reclutó para este trabajo". Escuchó la voz de la chica. "Fue el que me buscó, en la habitación de la Universidad... ¿porqué...?

La extraña figura los observó con detención a ambos; a pesar de que la capucha no permitía distinguir en qué dirección miraban sus ojos, ambos tuvieron la certeza de que estaban clavados en ellos.

"Lo que ha ocurrido, no lo habíamos previsto"- habló de repente, con una voz profunda que resonó en todas partes. Los dos se sobrecogieron al escucharla.- "Pero el hecho es... que ocurrió."

A pesar de que las preguntas se atropellaban al interior de sus mentes, ninguno de los dos se atrevió a interrumpir al extraño.

"La espada de fuego ha aparecido nuevamente... sólo había sido vista una vez antes... hace tanto tiempo ya casi lo habíamos olvidado. No se suponía que debía ocurrir, no se suponía que esto pasara, sólo una persona era capaz de utilizar la espada, y ahora ustedes... No lo entiendo."

"¿Qué?". Exclamó Muffy de repente. "No puedes estar hablando de la misma espada de fuego... de la misma que... pero es imposible, sólo es un cuento... no puede ser verdad...".

La figura no dijo nada en respuesta, pero volteó su cabeza hacía ella. El silencio era terrible.

Lentamente, el extraño comenzó a despojarse de la túnica que cubría su cuerpo. La luz blanca pareció volverse aún más intensa... ambos se preguntaron si podrían soportarla o acabaría quemando sus ojos...

Finalmente, las vestiduras del extraño cayeron al suelo. El bulto en su espalda se extendió ante ellos para revelar dos alas, incluso más blancas que la luz misma... extendiéndose en toda su envergadura, parecían medir unos tres metros... el extraño se alzó en toda su estatura y su cabello rubio cayó sobre sus hombros.

Sus ojos se volvieron a mirarlos y fue terrible y a la vez hermoso... en sus manos sostenía la espada con la cual habían luchado, en la derecha la empuñadura y en la izquierda la hoja. De pronto la hoja se incendió y ardió en llamas, sin que estas parecieran quemar su piel.

"Si alguien más ha llegado a esgrimir la espada de fuego, sólo puede significar una cosa... es un anuncio: vendrá de nuevo... todos los fragmentos se unirán nuevamente, todos los fragmentos del demonio se reunirán otra vez... pero esta vez..."

De pronto se interrumpió y los miró a ambos en silencio. Los dos sintieron que habían dejado de respirar.

"... esta vez no he sido yo el señalado para intervenir. No entiendo porqué... no aún. Pero lo haré. Pronto sabré que es lo que debe hacerse..."

La luz fue haciendo más intensa y aunque la criatura continuaba hablando, su voz había comenzado a perderse, haciéndose cada vez más lejana.

"Vuelvan ahora... – les dijo mientras desaparecía en el resplandor.- "... por ahora, para ustedes, todo estará bien..."

"Por ahora..."

Cuando Muffy abrió los ojos, volvió a encontrarse con una luminosidad. Esta vez no era tan intensa ni tan blanca, pero sí cálida, entrando a borbotones por los grandes ventanales.. estaba amaneciendo y de nuevo estaban en el ultimo piso del edificio.

Estaba de rodillas en el suelo, miró hacía abajo y descubrió que sus manos sostenían la cabeza de Leo, quien tendido en el suelo acababa de abrir los ojos y miraba desorientado a su alrededor.

Por un momento, a Leo le costó entender donde estaba o qué hacía ahí, hasta que descubrió la mirada de la chica, parecía feliz. Se miró a sí mismo, estaba limpio, sin heridas...

Giró la cabeza y descubrió a sus hermanos, venían hacía él, Miguel ayudaba a Don a caminar, parecían algo golpeados, pero era indudable la expresión de alivio en sus rostros...

Leo cerró los ojos y respiró profundamente. Entonces descubrió la espada tirada en un rincón, casi oculta tras una columna. Ya no brillaba, su hoja estaba opaca...

Antes de irse, iría por ella, la recogería y la llevaría de vuelta a casa.

Volvió a respirar profundo. Ya podían irse a casa... al menos eso le tranquilizaba. Al menos por el momento.